705 Navales Final.qxp

Anuncio
VARIOS
SRI LANKA.
EL OCASO DE LOS TIGRES TAMILES
Por José Luís Calvo Albero
En mayo pasado finalizaba, aparentemente, uno de los conflictos más
largos todavía activos. La guerra civil en Sri Lanka, que comenzó en 1983, rara
vez llegó a ocupar los titulares de los medios de comunicación, pero causó un
auténtico desastre humano y económico en la tradicionalmente apacible isla,
antes conocida como Ceilán. No se sabe a ciencia cierta el número de víctimas
que ha ocasionado, aunque se barajan cifras entre los 80.000 y los 100.000
muertos. Tampoco resulta fácil determinar el número de personas que tuvieron
que abandonar sus hogares debido a los combates, aunque en algunos momentos superaron probablemente el millón.
l conflicto civil en Sri
Lanka enfrentó al Gobierno del país con una
insurgencia que arraigó
en las zonas pobladas
mayoritariamente por tamiles, una etnia con orígenes en la
vecina India, que constituye el 18 por
ciento de la población de la isla. La
insurrección fue pronto liderada por la
organización Tigres de Liberación del
Elam Tamil (LTTE), uno de los grupos
guerrilleros y terroristas más sorprendentes de las últimas décadas. Pionero en procedimientos tan siniestros
como el uso de suicidas o el reclutamiento de niños para su milicia, el
LTTE alcanzó una devastadora eficacia en combate.
E
Las raíces del conflicto se hunden en la rivalidad entre la etnia tamil y
la mayoría cingalesa, que supone algo
más del 75 % de la población del país.
Cuando se produjo la descolonización
británica de la India, la isla de Ceilán,
pasó a convertirse en Estado indepen-
diente, y cingaleses y tamiles se enzarzaron en un enfrentamiento permanente. Se daba la circunstancia de que los
segundos eran relativamente prósperos en comparación con la media de la
nación. Muchos no se sentían especialmente motivados para iniciar una sublevación armada para separarse de
Sri Lanka y existían partidos políticos
tamiles con una activa participación en
la vida política del nuevo Estado. Sin
embargo, grupos radicales de uno y
otro bando comenzaron a exaltar los
ánimos. En este contexto surgieron los
Nuevos Tigres Tamiles, liderados por
Vellupilai Prabakharan, un curioso personaje difícil de catalogar en algún tipo
de movimiento político que no fuese el
de una fanática obsesión por la independencia.
En 1975, los Nuevos Tigres
asesinaron al alcalde tamil de Jaffna,
un político moderado considerado traidor a la causa. El aumento de los ataques y su progresiva exigencia de un
estado independiente incitaron aún
Sri Lanka. El ocaso de …
más la violencia que ya existía contra
los civiles tamiles en las áreas de mayoría cingalesa. En 1977, centenares
de ellos fueron asesinados en una
campaña de violencia instigada desde
el Gobierno. Las matanzas, los desplazamientos de población y el caos
resultante exaltaron los ánimos en la
antes relativamente pacífica comunidad tamil. Los Nuevos Tigres vieron
aumentar su apoyo popular y se convirtieron en el LTTE. Sin embargo, no
eran el único grupo armado en el conflicto, debiendo convivir con otras milicias como la Organización para la Liberación del Elam Tamil (TELO) o la
Organización Revolucionaria de Estudiantes de Elam (EROS).
El inicio del conflicto armado
Generalmente se considera
que el conflicto armado propiamente
dicho comenzó en julio de 1983, cuando trece soldados gubernamentales
murieron en una emboscada del LTTE. El ataque tuvo una devastadora
respuesta por parte del Gobierno, que
promovió y toleró una auténtica limpieza étnica en toda la isla. Durante lo
que se denominó el Julio Negro, un
número indeterminado de civiles tamiles, quizás hasta varios miles, fueron
asesinados.
Los Tigres Tamiles mostraron
también una tendencia al uso de la
brutalidad más extrema, que destacaba incluso en el ya de por sí bestial
panorama de la guerra civil en Sri Lanka. Su estrategia se orientó a limpiar
las zonas de mayoría tamil de elementos de otras etnias, especialmente cingaleses y musulmanes, mientras imponían su propio liderazgo dentro del
movimiento insurgente. Acosados por
las matanzas y por la agresiva con-
309
ducta de las tropas gubernamentales,
muchos no tuvieron más opción que
arrojarse en manos de una insurgencia, que no les inspiraba excesiva confianza.
En el terreno militar, las milicias tamiles no tuvieron demasiado
éxito en sus operaciones iniciales contra el Ejército. La debilidad de los grupos insurgentes llevó a éstos a unir
esfuerzos en 1984, creándose el Frente Nacional para la Liberación de
Elam, que unía al TELO el EROS y el
LTTE. La acción coordinada de varios
grupos permitió al menos asentar el
control sobre la Península de Jaffna,
aunque el LTTE siempre aspiró a convertirse en único representante de la
resistencia. El conflicto entró entonces
en una fase de estancamiento, que
forzó al Gobierno a aceptar conversaciones de paz con los rebeldes. El Gobierno indio, que había prestado apoyo más o menos encubierto a la insurgencia tamil, tuvo un papel destacado
en estas negociaciones, que finalmente condujeron a un acuerdo en 1987
por el que se reconocía una región tamil autónoma en el Norte y el Este de
Sri Lanka. No satisfizo excesivamente
al LTTE, que quedaba marginado en el
Gobierno de la nueva autonomía. La
India no estaba dispuesta a apoyar para
ello a los potencialmente incontrolables
extremistas de Prakhabaran.
El desaire a los Tigres Tamiles
trajo consigo un dramático agravamiento del conflicto. El LTTE se negó a
desmilitarizarse y a colaborar con las
autoridades indias. En octubre de
1987. cinco soldados indios fueron asesinados por milicianos de los Tigres Tamiles y las hostilidades con las fuerzas
indias de paz se convertían así en inevitables. Enfrentados al Gobierno de Sri
310
Revista de Publicaciones Navales
Lanka, al resto de grupos tamiles y a
las fuerzas indias en la isla, los Tigres
parecían haberse buscado su propia
ruina. Pero en ese momento se demostró la brutal eficacia que la organización
podía llegar a desarrollar en tiempos
difíciles.
En 1987, Prabakharan decidió
recurrir a los ataques suicidas como
método de combate. El primero se produjo en julio, reproduciendo el modelo
utilizado por Hezbollah en el Líbano.
Un camión bomba se lanzó contra una
instalación del Ejército matando a varias decenas de soldados. Pero los Tigres pronto se mostraron innovadores.
Crearon una unidad especial para lanzar ataques suicidas (los Black Tigers o
Tigres Negros) y desarrollaron los procedimientos para flexibilizarlos mediante el uso de cinturones y chalecos explosivos, lo que permitía entrar en recintos cerrados o prohibidos al tráfico.
De hecho, se considera que tuvieron
una enorme influencia en algunos grupos terroristas palestinos, especialmente Hamas, que utilizaron de forma
masiva esos cinturones durante la Segunda Intifada.
Pero, quizás, lo más eficiente
de la estrategia del LTTE fue su capacidad para organizar una compleja estructura logística. Creó una red de captación de donativos entre los emigrantes y exiliados en el extranjero y también entre la población tamil en el Sur
de la India. Además, se fue haciendo
progresivamente con una flota de buques mercantes que utilizaban para
transportar armas y abastecimientos a
las zonas bajo su control. Los navíos
participaban también en actividades
como el contrabando de personas o
estupefacientes, lo que contribuía a la
financiación de la insurgencia y facili-
taba los contactos con redes de tráfico
de armas.
Con ventaja
Así pues, pese a encontrarse
rodeados de enemigos, los Tigres Tamiles fueron capaces no solo de sobrevivir, sino de obtener una situación
de ventaja. En 1990, las fuerzas de
paz indias se retiraron de la isla después de sufrir más de mil bajas mortales. Todos los grupos armados tamiles, a excepción del LTTE, habían sido
aniquilados o renunciado a la lucha
armada. Los Tigres quedaban dueños
del Norte de Sri Lanka y habían expulsado o masacrado a miles de musulmanes que vivían en Jaffna, convirtiéndose en el único representante de
la resistencia tamil. Pero el LTTE aún
fue más allá. En 1991, una militante de
los Black Tigers en un ataque suicida
asesinó al ex primer ministro indio Rajiv Gandhi, que había sido el impulsor
de la participación de su país en el
conflicto. Prabakharan temía que si
volvía a ser elegido involucrase de
nuevo a sus Fuerzas Armadas. La
muerte de Gandhi tuvo unas consecuencias a la larga muy negativas para el grupo. Los apoyos internacionales decrecieron enormemente, sobre
todo dentro de la numerosa comunidad tamil india.
El repliegue indio significó un
nuevo esfuerzo del Gobierno de Sri
Lanka para aplastar a los rebeldes tamiles. Pero las operaciones encontraron serias dificultades. El LTTE no
combatía ya como una guerrilla, sino
que presentaba batalla desde posiciones fortificadas y combinaba las
operaciones en tierra con las navales. En los años ochenta se había
creado una pequeña fuerza naval,
Sri Lanka. El ocaso de …
denominada Sea Tígers (Tigres del
Mar), equipada con improvisadas lanchas artilladas y pequeños buques de
carga, también armados. La actuación de los Sea Tigers fue especialmente eficaz para transportar fuerzas
a lo largo de la costa y para proporcionar apoyo logístico a los contingentes terrestres. La Marina de Sri
Lanka, con escasas capacidades, sufrió enormemente cuando el LTTE comenzó a lanzar ataques suicidas utilizando lanchas rápidas.
Entre 1991 y 1994, los Tigres
resistieron con éxito las ofensivas gubernamentales, y fueron capaces además de asesinar al presidente del
país, Ranasinghe Premadasa, mediante un nuevo ataque suicida. Las
elecciones de 1994 significaron una
pausa en los combates. Los desastrosos resultados del conflicto facilitaron
la victoria de la Alianza del Pueblo,
una coalición de partidos favorables al
establecimiento de un acuerdo de paz
con el LTTE. En 1995 se llegó a un
alto el fuego, pero por poco tiempo.
Los Tigres Tamiles estaban en una
posición demasiado fuerte como para
prestarse a concesiones y, en abril de
ese mismo año, se reanudaron los
combates.
La ruptura del acuerdo de
alto el fuego fue acompañada por un
gran esfuerzo del nuevo Gobierno
para acabar de una vez por todas con
el LTTE. Con el apoyo de asesores
militares norteamericanos e israelíes,
las Fuerzas Armadas se lanzaron a
una ofensiva generalizada que, en
diciembre de 1995, consiguió finalmente expulsar a los Tigres de Jaffna. Batidos claramente en combate
por primera vez, el revés llevó a una
furiosa movilización de todos los
311
recursos disponibles. El reclutamiento de niños se convirtió en una medida habitual y la red de financiación en
el extranjero recibió instrucciones para aumentar la provisión de fondos de
la diáspora tamil.
Con nuevos recursos, el LTTE
inició su contraataque. Paso a paso
fue reconquistando el territorio perdido, consiguiendo victorias tan espectaculares como la conquista de la
base gubernamental de Mulaitivu, en
julio de 1996, aniquilando a los 1.200
hombres de su guarnición. En 1998
los tamiles iniciaron una contraofensiva general, apoyada por una ola de
ataques terroristas en el Sur de la isla.
En 1999 se hicieron con el control de
toda la zona de Vanni, la región interior al Sur de Jaffna. En el año 2000,
una nueva ofensiva del LTTE conquistó finalmente el complejo militar del
Paso del Elefante, abriendo de nuevo
el acceso a la Península de Jaffna. En
un esfuerzo desesperado, las tropas
del Gobierno consiguieron, no obstante, frenarles delante de la ciudad.
Así pues, en 2001, los Tigres
habían alcanzado el punto máximo de
su poder. Todo el Norte y el Este de Sri
Lanka, a excepción de las áreas de
Jaffna en la que se mantenían arrinconadas las tropas del Gobierno, estaba
bajo su control. Su red logística proporcionaba puntualmente armas, equipos y fondos. Por si fuera poco, en julio de ese año, lanzaron un devastador
ataque suicida contra el aeropuerto
internacional Bandaranaike en el que
destruyeron o causaron serios daños
a la mitad de los aviones comerciales
de las líneas aéreas de Sri Lanka. El
Gobierno de Colombo se encontraba
desmoralizado e impotente ante la
fuerza militar del LTTE.
312
Revista de Publicaciones Navales
La máxima expansión del LTTE, en el año 2001.
Organización terrorista
Pero, como ocurre con frecuencia, el cenit de una fuerza militar
suele convertirse también en el primer
indicio de que el desastre está próximo. Y, en el caso de los Tigres Tamiles, su aparente éxito se basaba en
unos cimientos muy desequilibrados
debido a su extremismo, Cuando se
produjeron los atentados del 11 de
septiembre en Estados Unidos, muchos gobiernos, entre ellos el norteamericano, observaron con sospecha
como el LTTE utilizaba procedimientos muy similares a los habituales entre los terroristas islámicos de Al Qaeda. En 2001, Washington declaró al
Sri Lanka. El ocaso de …
LTTE organización terrorista global.
Reino Unido había hecho lo mismo un
año antes. Esto significó crecientes dificultades para conseguir fondos de la
numerosa comunidad tamil en estos
dos países.
En realidad, es muy poco probable que el LTTE tuviese alguna relación con Al Qaeda, aunque sí esporádicamente con la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) y con
Hezbollah. Pero cuando Estados Unidos comenzó su Guerra contra el Terrorismo, Prabakharan comprendió que
su grupo se encontraba en el punto de
mira. Como consecuencia, el LTTE
cambió de actitud, mostrándose dispuesto a entablar negociaciones con el
Gobierno.
En 2002, con la mediación de
Noruega, se estableció un alto el fuego que, pese a sus numerosas violaciones, se mantuvo oficialmente durante los años siguientes. Inicialmente, aceptó renunciar a la independencia y buscar algún tipo de solución federal. Pero los Tigres llevaban demasiado tiempo en guerra como para
conformarse con una solución descafeinada. Además, Prabakharan sabía
que en un Sri Lanka pacificado el papel de su organización se convertiría
rápidamente en marginal.
Los Tigres nunca consiguieron ganarse un apoyo generalizado de
la comunidad tamil. Sus seguidores,
que no eran más de unos cientos de
miles, les habían apoyado inicialmente porque eran la única alternativa a
las matanzas promovidas por el Gobierno. Y más tarde, al igual que ha
ocurrido con otros movimientos insurgentes, como las FARC colombianas, la insurgencia se transformó en
313
un modo de vida para estas comunidades, cuyos miembros eran adoctrinados desde la infancia para una lucha a vida o muerte. El LTTE fue capaz de establecer una administración
en las zonas bajo su control, que incluía tribunales, fuerzas de policía y hasta un banco. Pero vivir bajo su gobierno siempre se pareció más a una prueba de supervivencia y adoctrinamiento
que a una existencia satisfactoria, por
lo que los Tigres tuvieron que dedicar
muchos esfuerzos a evitar el éxodo de
civiles hacia las zonas controladas por
el Gobierno.
A partir del 11-S, los controles
a la navegación en aguas internacionales hacían cada vez más difícil el
tráfico de armas. Los cargueros del
LTTE eran localizados con frecuencia
y muchos estados no dudaban en pasar información al Gobierno de Sri
Lanka. Como consecuencia, diez buques de mercancías fueron capturados o hundidos por la Marina entre
2003 y 2007 y las líneas de suministro
internacionales de los Tigres comenzaron a colapsarse. En 2003, las milicias que controlaban el Este del país,
lideradas por el coronel Karuna, se
declararon en rebeldía frente a la dirección central del LTTE. Las razones
tuvieron que ver con luchas por el poder en su seno y con la insatisfacción
de muchos tamiles con el movimiento.
Karuna fue aparentemente tentado
por el Gobierno para escindirse de los
Tigres y abandonar la lucha armada y
así lo hizo, llevándose consigo a varios miles de combatientes, asestando
con ello un serio golpe a la potencia
militar del LTTE.
Para colmo de males, a finales de 2004 el devastador tsunami que
arrasó las costas del Indico golpeó
314
Revista de Publicaciones Navales
con fuerza a Sri Lanka, causando
unas 30.000 víctimas. Muchas de
ellas se produjeron en las zonas costeras bajo control del LTTE, lo que
ocasionó problemas a la hora de hacer llegar allí la ayuda humanitaria, suponiendo una nueva pérdida de recursos humanos y económicos para el
grupo de Prabakharan. En las elecciones presidenciales que se celebraron
en la isla a finales de 2005, el partido
UPFA obtuvo la mayoría. El nuevo
presidente Rajapaksa era partidario
de endurecer la postura hacia el LTTE
y pronto comenzó un proceso de rearme, en el que recibió un valioso apoyo
de Pakistán y China, siempre interesados en buscar aliados en zonas de tradicional influencia india. La nueva actitud fue contestada amenazadoramente por Prabakharan, que advirtió de
una inminente reapertura de las hostilidades si Rajapaksa no mostraba voluntad de trabajar por la paz.
Se reaviva la guerra
En efecto, los incidentes se
habían multiplicado en 2005 y en 2006
casi podía hablarse otra vez de guerra
abierta, para gran frustración de los
estados implicados en el proceso de
paz, especialmente Noruega. En octubre de 2006, el último intento por resucitar las conversaciones de paz fracasó y las hostilidades, que nunca habían cesado del todo, se reanudaron en
toda su intensidad. Las Fuerzas Armadas de Sri Lanka se encontraban en
mejores condiciones que las habituales para hacer frente a los Tigres. Su
potencia de fuego había mejorado
considerablemente con la adquisición
de lanzacohetes múltiples checos RM70 y unos 40 obuses chinos Típo 66
de 152 mm, aparte de sistemas para
el control y dirección de fuegos. A co-
mienzos de 2007, la intención del presidente Rajapaksa y de los mandos
supremos de las Fuerzas Armadas era
aprovechar los nuevos medios para
tomar la ofensiva.
Para ello se eligió la zona Este del territorio ocupado por el LTTE.
Allí los Tigres eran más débiles por la
escisión del coronel Karuna. Las nuevas tácticas del Ejército de Sri Lanka
preveían la penetración de pequeñas
unidades y equipos de operaciones
especiales que, cuando eran atacados, podían solicitar potentes concentraciones de artillería y ataques aéreos en su apoyo. Inevitablemente, estas tácticas provocaron desde el primer momento un alto número de víctimas civiles, algo que se agudizaba por
la costumbre de los Tigres de disimular sus unidades en áreas con alta presencia de población. En abril de 2007,
el LTTE en el Este de la isla había sido
arrinconado en un área de un centenar de kilómetros cuadrados.
El resto de 2007 fue empleado para asegurar el territorio reconquistado y desgastar a los Tigres en
sus líneas avanzadas de defensa en
el Norte. Utilizando de nuevo la combinación de infiltraciones de infantería y
fuego masivo de artillería, el Ejército
fue desgastando sus defensas en la
región interior de Varini. Al mismo tiempo, se lanzó una campaña de eliminación de dirigentes del LTTE mediante
ataques aéreos e incursiones de fuerzas de operaciones especiales. Tanto
el jefe de la rama política como el
máximo responsable de inteligencia
de la organización fueron víctimas.
En el nuevo periodo de hostilidades hizo su aparición una rudimentaria fuerza aérea organizada por los
Sri Lanka. El ocaso de …
Tigres. Utilizando aviones ligeros checos Zlin Z-143 modificados para transportar bombas, los Air Tigers comenzaron a lanzar atrevidos ataques contra las bases aéreas y navales de las
fuerzas armadas enemigas. Pero, reforzada con seis cazas F-7G cedidos
por China, las fuerzas aéreas de Sri
Lanka se mostraban cada vez más capaces de defender sus instalaciones,
En enero de 2008, el Gobierno de Sri Lanka denunció oficialmente
el alto el fuego teóricamente vigente
desde 2002. Era una señal de que el
presidente Rajapaksa quería acabar
con el conflicto de una vez por todas.
En la primera mitad de ese año, las
fuerzas gubernamentales presionaron
al LTTE en la costa Oeste, penetrando lentamente hacia su capital,
Klinochchi, y hacia los accesos a Jaffna por la carretera A-32. En agosto de
ese año, tras ocho meses de combates, los Tigres habían retrocedido hasta su capital.
El asalto fínal
En el otoño de 2008 se inició el
asalto a Klinochchi desde dos direcciones: a través de la autopista A-9 en el
Este y de la carretera A-32 en el Oeste.
El LTTE mostraba ya signos de desmoronamiento, aunque sus combatientes
seguían presentando una resistencia
fanática. En febrero de 2009 cayó finalmente, lo cual supuso la desintegración
de gran parte de las líneas de defensa
de los Tigres y el dramático éxodo de
cientos de miles de refugiados, que intentaban acogerse bien a las áreas bajo
control del gobierno, bien a lo que quedaba en manos del LTTE.
Los últimos meses de la guerra fueron extremadamente sangrien-
315
tos. En el caos del repliegue del LTTE
y las sucesivas ofensivas del Ejército,
miles de civiles quedaron atrapados
en el fuego cruzado. Los Tigres no
mostraron ningún escrúpulo a la hora
de forzar el éxodo de cientos de miles
de tamiles para servir de cobertura y
fuente de reclutamiento para sus milicias. Y las fuerzas armadas tampoco
mostraron ningún reparo a la hora de
bombardear áreas e instalaciones repletas de refugiados, ni en provocar el
desplazamiento forzoso de miles de
tamiles para separarlos de la guerrilla.
No se sabe muy bien cuantos civiles
murieron en este periodo, pero Naciones Unidas estima que debieron ser
más de seis mil.
Finalmente, en febrero de 2009, el territorio bajo control del LTTE
se redujo a unos centenares de kilómetros cuadrados en la zona este
alrededor de Mullaitivu. El Gobierno
estableció un área de fuego prohibido
en este área para proteger a los refugiados, aunque las violaciones a ese
estatus fueron numerosas. A finales
de abril, la ofensiva final del Ejército
disolvió lo que quedaba de las líneas
de defensa tamil y decenas de miles
de personas abandonaron el área de
fuego prohibido. Los últimos núcleos
de defensa cayeron en mayo y Prabakharan murió junto con otros líderes
del grupo en una emboscada del
Ejército cuando intentaba abandonar
la zona de los combates. El 16 de mayo de 2009, el Presidente Rajapaksa
declaró oficialmente la victoria y la liberación de todo el territorio nacional.
La ofensiva final no había sido
incruenta para las fuerzas gubernamentales. Más de 6.000 soldados y
marineros murieron entre 2007 y
2009. El fin de las hostilidades vino
316
Revista de Publicaciones Navales
marcado por un comportamiento del
Gobierno que ha provocado fuertes
críticas internacionales. Cientos de
miles de tamiles se acumulan todavía
en campos de refugiados sometidos a
un estricto control del Ejército para
detectar infiltrados del LITE. Y no se
ha aceptado ninguna investigación
externa sobre lo que ocurrió en los últimos meses del conflicto.
Contra lo que se esperaba, el
LTTE no ha sido capaz de pasar a
una fase de guerra irregular y parece
que sus milicianos han sido prácticamente aniquilados, mientras la población civil, que tradicionalmente les
apoyaba, se encuentra totalmente
desanimada por la catastrófica derrota final. No se han producido incidentes violentos de importancia en la isla
en los últimos meses. Los Tigres siguen gozando de un gran apoyo entre la diáspora tamil, pero su nuevo
líder, Pathmanatam, fue arrestado en
agosto en un país del Sudeste asiático y trasladado rápidamente a Sri
Lanka.
Las razones para el rápido declive de los Tigres Tamiles, después de
haberse consolidado como uno de los
grupos insurgentes con más éxito del
mundo, son sencillas. Su estrategia y
procedimientos eran demasiado extremos y radicales. Funcionaron bien a la
hora de asentar su poder mediante el
terror y para derrotar inicialmente a las
modestas Fuerzas Armadas de Sri Lanka. Pero el LTTE no fue capaz de ganarse el apoyo generalizado de la minoría tamil en la isla, a la que nunca pudo
ofrecer un futuro prometedor, ni tampoco pudo aspirar a una cierta legitimidad
internacional. Por eso, pese a su eficacia en combate y a la indudable habilidad administrativa y logística de sus líderes, su existencia se mantuvo siempre en un precario equilibrio y su organización se derrumbó espectacularmente cuando un Gobierno agresivo y
muy apoyado internacionalmente utilizó
sin complejos toda la potencia de sus
Fuerzas Armadas.
De “FUERZAS DE DEFENSA Y
SEGURIDAD”, Nº 379/2009
* * *
Descargar