Las movilizaciones deben transformarse en un movimiento popular

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Las movilizaciones deben transformarse en un movimiento popular que dispute poder
Ricardo Candia Cares
Cada día que pasa comprueba el error de la derecha al haber asumido la tentación ególatra de
Piñera para ser Presidente de Chile. Como nunca, los grandes empresarios echarán de menos
a la Concertación y su espíritu solidario con este sector y su desprecio casi absoluto con los
pobres y endeudados.
Con nostalgia, recordarán los encuentros de la ENADE, cuando la voz amigable de Ricardo
Lagos les garantizaba un futuro esplendoroso que hoy se oscurece por la intercesión de la
estupidez gubernamental. Y cuando los subsecretarios de Bachelet se cruzaban con mano de
hierro a las movilizaciones sociales y mediante trucos, infiltrados, palos, gases, guanacos, y
operadores inescrupulosos, desactivaban la indignación popular.
Qué años más productivos aquellos cuando las instituciones que debían velar por defender a
las gentes más desvalidas, miraban para otro lado y dejaban hacer.
Fue un tiempo que dejó las mayores ganancias de la historia para los empresarios y los
multimillonarios.
La Concertación desarticuló a la educación pública, y la transformó en una sombra pobre de lo
que fue en la historia del país. Las universidades fueron reguladas por leyes para violar otras
leyes y hacer ricos, más ricos aún, a sus dueños y a los estudiantes dejarlos con una herencia
de deudas eternas.
Las cárceles pasaron a engrosar los dominios de los grandes empresarios y las carreteras, el
dial de las radios, los goles del fútbol, las riquezas mineras, el agua, el subsuelo, las semillas, y
todo cuanto signifique alguna ganancia para lo que siempre ganan.
En fin, la traición de la Concertación permitió asentar con firmes cimientos un modelo cultural
represivo, hambriento de ganancias, que desprecia a los pobres, tontos que viven de un sueldo
y de la amargura de sus deudas perpetuas, desterrados a guetos infames e incapaces de decir
otra cosa que sí.
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Las movilizaciones deben transformarse en un movimiento popular que dispute poder
En ese contexto, la ascensión de Piñera a la presidencia fue un error estratégico del que los
millonarios se estarán arrepintiendo.
El tranco torpe de la derecha en una función que le es ajena en razón a sus características
genéticas, genera molestias en aquellos acostumbrados a ganar al amparo de la tranquilidad
social ofrecida por Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet.
Muchos dueños de universidades y de la industria de la educación particular, estarán
reclamando por la falta de diligencia presidencial para detener las amenazas a sus negocios.
Echarán de menos la diligencia de la Presidente Bachelet que desactivó de la mejor manera las
movilizaciones del año 2006.
La gestión de Felipe Harboe al mando de la represión y los operadores que cooptaron a los
líderes de los estudiantes de entonces serán recordadas con nostalgia.
Es que el tema de las movilizaciones de los estudiantes no es para tomarlas así como así no
más. Los muchachos pueden hacer que la cosa se complique aún más, si a sus propias
exigencias se les suma el malestar de los portuarios, de los ecologistas, de sectores de
trabajadores, de los estafados con el retail y con el transantiago, los usuarios del sistema
público de salud, los damnificados condenados a vivir la vida en viviendas provisorias y a
muchos más que estarán al aguaite.
Como han aprendido durante generaciones, nada hace tan mal a los negocios como las
movilizaciones sociales. Y nada tan inútil como un colega millonario haciendo de presidente sin
más necesidad que las que fluyen de una personalidad cruzada por una egolatría monumental.
Peor aún, con un gabinete compuesto por las más disímiles expresiones de la derecha: desde
un torpe Lavín, hasta un tenebroso Hinzpeter.
La derecha más derecha, esa que vive detrás de las grandes fortunas, los cuarteles y las
iglesias fundamentalistas, no va a arriesgar la obra fundacional de la Concertación. De seguir la
situación tal como está, y sobre todo si el movimiento entiende que las cosas no se van a
arreglar en la actual configuración política, la derecha más derecha va abandonar a Piñera y
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buscará un acuerdo secreto, son los mejores, con los fragmentos de la Concertación, más
sensible a las donaciones silenciosas y a las comodidades que ofrece el gobierno.
Por lo tanto, el movimiento popular que se ha expresado con vigor en estas semanas, debería
aumentar su nivel de peligrosidad y proponerse objetivos políticos mayores, por sobre los
límites que impone el juego tramposo del sistema.
Convencidos que soluciones de la profundidad de las que exige el movimiento no tienen
viabilidad en los márgenes constitucionales actuales, se hace necesario que el movimiento
popular se proponga la conformación de un movimiento tal, que en breve amenace al sistema
allí donde le complica, donde se genera el poder político: las elecciones.
Antes que los vivos de siempre capitalicen a su favor la energía de las movilizaciones, las
organizaciones sociales y políticas que apoyan cambios de verdad, debería proponer un
movimiento popular que en breve sea capaz de meterse en las elecciones y ganar todas las
necesarias.
Y una vez conquistados los espacios de poder político, impulsar los cambios que sólo pueden
hacerse a partir de entonces, entre otros, el de la Constitución Política.
Comentario
El articulista ve lo que todos vemos y lo expresa correctamente. Sólo que en el „llamado“ que
hace al final de su texto comete un error político.
Pretender que el movimiento estudiantil y social chileno ingrese en la cancha inclinada de las
“elecciones“ es condenarlo a que sea cooptado por los que juegan magistralmente en ella.
Primero porque el sistema de votación es una trampa siniestra que diluiría todo esfuerzo;
segundo porque las elecciones están completamente mercantilizadas. Es decir, dime cuanto
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dinero tienes y te diré que diputación; senatoria o presidencia puedes ganar. Y finalmente
porque los jóvenes que dirigen el movimiento, los dirigentes sindicales y todos los elegidos por
los estudiantes y trabajadores ni siquiera pueden ser elegidos „legalmente“ porque hay una
prohibición constitucional para ello. Diáfana y clara.
¿Que hacer?
Seguir el único camino que aparece como realizable: fundar una Asamblea Permanente que
inicie una acción de coordinación y control del movimiento general en Chile. En dicha
Asamblea Permanente de la Nación Chilena deben estar representados formalmente
legitimados representantes de todos los estamentos implicados: estudiantes, trabajadores,
intelectuales, profesores, mapuches. Todos los que quieren un Chile nuevo. Otro Chile,
profundamente nacional.
Debe ser permanente y debe iniciar el camino a para poner en el banquillo de los acusados a
toda la parafernalia legalista e ilegítima que gobierna a Chile en beneficio de unos pocos.
No se ve otro camino.
Las elecciones, en Chile, ahora, con la legislación y el modelo actual son una trampa como que
la Concertación con ellas traicionó durante 20 años y fue elegida una y otra vez.
Aclaro que no creo que las elecciones en general, en abstracto sean una trampa. Si son tales,
reales y que logren expresar lo que quieren y sienten los electores, son una forma democrática
muy eficaz, pero con estas elecciones no tenemos nada que hacer en Chile. Reitero son una
trampa fatal.
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