VIVIR EN LA FRONTERA.VIDA COTIDIANA EN LA FRONTERA PAMPEANA (1740-1870) Carlos A. Mayo (director) Angela Fenandez Laura Cabrejas Carolina Correa Matias Wibaux Daniel Virgili Jose Bustamante Diana Duart * LASA 2000 HIS 09 Reconfiguring Frontiers in Latin America Nota; las diferencias en el tamaño y el tipo de letra en el texto no significan diferencias de sentido o de importancia en los temas tratados sino un problema con la computadora * Grupo Sociedad y Estado, Universidad Nacional de Mar del Plata Introducción La imagen de la frontera pampeana fraguada por la tradición en estrecha complicidad con la historiografía nos hablaba de una llanura infinita caracterizada por una casi ilimitada riqueza de recursos naturales-las tierras,losganados y la fauna silvestre abundaban por doquier- y, a la vez, por una simplicidad y rusticidad a veces extremas en las formas de vida material (1). La dieta, la vivienda rural, y en menor medida, la vestimenta habrían sufrido pocos cambios hasta la llegada de la década de 1880 y aun mas tarde.La dieta en la frontera y aun la de las zonas de antiguo poblamiento era monótona y muy limitada-estaba centrada casi exclusivamente en el mate y la carne (2). Los ranchos de la pampa estaban atestados de moradores, tenían techos de paja e interiores despojados con puertas y ventanas de cuero, cabezas de vaca como improvisados asientos, alguna pava y quizás un bastidor (qué hondo caló la imagen que nos dejó Félix de Azara!), las estancias habrían contado con casas de azotea, puentes levadizos, un palomar y miradores o mangrullos para otear un horizonte poblado de asechanzas (3) La vestimenta era también extraordinariamente sencilla: gauchos de chiripá, bota de potro y relucientes tiradores cargados de patacones (4) Esa imagen de una vida material reducida a los elemental y desprovista de toda sofisticación se explicaba perfectamente a si misma porque aquella era, después de todo.l;a primitiva frontera de la “edad del cuero” que habían legado los siglos coloniales (5) Este trabajo se propone hacer un minucioso recorrido a través del tiempo por el mundo de la frontera pampeana para indagar en su experiencia de vida, una vida de la que ya parecía haberse dicho todo, o casi todo. Nos interesa reconstruir una vez mas el entorno material-la vivienda, la vestimenta y la dieta entre los comienzos de la militarización de la frontera, en el siglo XVIII, y los últimos años de su existencia, esto es hasta poco antes de que el General Julio A. Roca consumara su conquista del territorio indígena. Una aclaración se impone y se refiere al sentido y la extensión misma con que en este trabajo empleamos la noción espacial de frontera. En otros estudios nuestros habíamos optado por la definición de Turner; concebíamos la frontera como un área de tierras libres(abiertas a la apropiación de la sociedad hispanocriolla que corría por el borde extremo del asentamiento sin excluir el territorio indio próximo.Era la zona de contacto entre indios y “blancos” o como recientemente se la ha definido una zona geográfica de interacción entre dos o mas culturas distintas (6) Aquí hemos optado por una definición espacial mas amplia y laxa. Hasta aproximadamente el fin del período colonial consideramos a todo el territorio entre el Salado y las afueras de la ciudad de Buenos Aires como frontera (es necesario recordar que las incursiones indígenas llegaron por entonces hasta Luján y Magdelena, a pocos kilómetros de la capital virreinal?) El “corredor porteño” era en efecto casi todo él un área fronteriza.Después de 1810 hemos tratado,hasta donde fue posible y las fuentes halladas lo permitieron, de aproximarnos mas a las regiones que se convirtieron sucesivamente en los confines del poblamiento criollo y su inmediata retaguardia, es decir intentamos centrarnos en los partidos de frontera o los próximos a ésta.En el caso de la dieta no dejamos afuera lo ocurrido en la zona de poblamiento más antiguo aunque aquí también centrando nuestra atención en los márgenes. La frontera de la que habremos de referirnos aquí es la del poblamiento, la frontera civil, esa silenciosa ocupación y colonización de los confines por parte de la sociedad hispanocriolla, una sociedad hispanocriolla que fue forjando.en su contacto e interpenetración con el mundo aborígen no sometido, su propia y peculiar identidad 1 Pero antes de adentrarnos en nuestra historia, quizás sea oportuno recordar en pocas palabras y en grandes líneas el proceso de constitución y ocupación del espacio fronterizo sobre el que aquélla se desplegará. A raíz del agotamiento del ganado cimarrón en la campaña bonaerense en los primeros lustros del siglo XVIII los indios de la pampa y sus zonas adyacentes se precipitaron sobre los rodeos mansos de las estancias fronterizas iniciándose así un periodo de los grandes malones.(7) La frontera fue militarizada, aparecen los primeros fuertes y el cuerpo veterano de blandengues.A partir de 1779 Vértiz refuerza y fija la línea de guardias fronterizas en un arco de 155 leguas entre Chascomús y Melincué y el asentamiento llega a los bordes del Río Salado.La paz con los indios, lograda tras la expedición ordenada por el Virrey Marques de Loreto en 1784, consolidará el proceso de ocupación de las tierras nuevas y un enjambre de squatters se asentará en la depresión del Salado.La revolución no pudo hacer gran cosa por el avance de la frontera pero el frente de estancieros y labradores siguió infiltrándose en territorio indígena mientras una ola de denuncias de tierras creaba una capa de nuevos y prósperos propietarios rurales en el espacio ganado al aborígen.En 1817 se funda Dolores y un año antes Pedro Trápani ya explotaba un campo en Lobería.En la década de 1820 la frontera ganadera conocerá un proceso de franca expansión y la línea de fuertes, a fines de la misma, quedará fijada entre Fuerte Federación al norte, fuerte Cruz de Guerra, a 50 km al oeste de la actual ciudad de 25 de mayo, el fuerte Blanca Grande, en el partido de Olavarría, y Bahía Blanca (8) Han vuelto entretanto las incursiones indígenas pero el poblamiento del nuevo sur seguirá expandiendose hasta el punto de convertirse en una de las zonas de más rápido crecimiento demográfico de la nueva Provincia de Buenos Aires (9) Con Rosas la frontera se consolida y pacifica y se incorporan 182.635km de tierra. No solo la gran estancia dedicada a la cría del vacuno estará presente en los nuevos partidos del sur sino también la mediana y pequeña explotación rural donde no faltará el ganado ovino (10) A mediados del siglo XIX el nuevo sur ya cuenta con la cuarta parte de la población de la campaña bonaerense (11) Entretanto una densa red de pulperías y almacenes había, desde los comienzos mismos del poblamiento en los confines, mercantilizado la frontera conectándola con lo s circuitos comerciales regionales y atlánticos. Después de la batalla de Caseros (1852) y sobre todo entre 1855 y 1857 recrudecen los ataques indígenas contra una frontera mal defendida (hubo que concentrar tropas fuera de aquella para combatir a la Confederación urquicista) y aquélla retrocedió hasta el Salado (12) Las décadas de 1860 y 1870 fueron de gran inseguridad en la frontera sur. El Presidente Domingo F. Sarmiento intenta consolidar y expandir la línea de fortines pero el gran avance será el protagonizado bajo la inspiración del Ministro Adolfo Alsina en 1877 que llevó la frontera hasta casi los límites actuales de la provincia. Las grandes estancias del sur se poblaron de ganado vacuno y después de ovinos mientras afluían nuevos pobladores y entre ellos algunos contingentes de inmigrantes (13). Poco después se van radicando en los nuevos partidos sureños los primeros grupos de agricultores a iniciativa de los grandes estancieros (14) Para ese entonces la frontera pampeana se estaba convirtiendo en cosa del pasado. La vivienda 2 El rancho fue durante todo el periodo el tipo de vivienda claramente predominante de la frontera y también de las zonas de antiguo poblamiento de la pampa pero en los bordes del asentamiento reinó sin rival hasta entrado el siglo XIX. De las 114 viviendas censadas en el pago de la Magdelena en 1744 81 eran ranchos, y 16 casas de techo de paja (15) Mas de cien años después, en 1855, el rancho sigue exhibiendo su seguro predominio en los partidos de frontera. En Bahía Blanca por ejemplo, habia 10 casas de azotea y 149 ranchos de paja, en `Mar Chiquita 1 y 1691, en Bragado 8 y 540, en Tordillo 4 y 3711, en Pila las casas azotea sumaban 3 y los ranchos de paja 6631. (16) En 1869 al hacerse el censo de ese año el rancho y la casa de techo de paja continuaban dominando la escena aunque las casas de azotea también se han incrementado. Así en Bragado había 51 viviendas azotea y 1145 de techo de paja, en 25 de mayo 28 y 1544 respectivamente, en Azul 78 y 1152, en 9 de julio 45 y 413 pero en los territorios que el censo consideraba fronterizos solo había viviendas de techos de paja (17) Con su forma cuadrangular y techo a dos aguas de procedencia española .no había un tipo homogéneo de rancho. Para edificar este tipo de vivienda el habitante de la pampa buscaba las mejores maderas que ofrecía el lugar pero la tarea se complicaba dada la escasez de árboles. En los montes había ñandubay.Se seleccionaban las ramas mas derechas y con tientos mojados o cuero fresco se ataban los horcones y las tijeras, luego la cumbrera y por último los costaneros.Otros elementos como juncos o paja de espadaña eran empleados en los techos y las paredes eran levantadas con adobe crudo o cocido. Veamos algunos ejemplos de viviendas rurales En Cañada Honda, don Pascual Castro poseía hacia fines del siglo XVIII “una casa de adobe crudo y techo de paja de 11 varas de largo y 6de ancho tasado en 30 pesos, un ranchito de media agua todo de paja, cocina con tres horcones principales de ñandubay .También fueron tasados 2.500 ladrillos no utilizados en la construcción (18) El pulpero Clemente González dejo al morir en 1788 “un rancho con dos puertas4 horcones, tres cumbreras, 100 cañas utilizadas en el techo y una cocinita con techo de paja”’ (19) Por su parte cerca del fortín de San Claudio de Areco Pedro Fernández dejaba a sus descendientes un rancho “de pared sencilla de una vara con barro y paja, cumbrera de palma media añadida con una vara de sauce, dos hporcones principales, un marco con puerta de bastidor con cuero y techo de junco”’ y una cocinita de madera de sauce con quincha de chala y techo de junco.Valor de la tasación de la vivienda y cocina ; 125 pesos. Fernández había invertido en ganado 906 pesos.(20) Algunas de estas viviendas eran mas elaboradas de lo que la imagen tradicional de la vivienda pampeana quería hacernos creer. Tal caso de la casa de Juan de Ayala muerto en Areco en 1742. Ayala poseía 3000 varas de tierra, mediana propiedad que “mira al fuerte”.La casa de era de paredes de adobe, contaba con una sala y un aposento todo cubierto de paja, dos puertas de una mano con cerradura y llave.También se tasó “otro rancho que sirve de cocina, un pozo de balde y una atahona...” Otra dependencia accesoria era la “ramada”constituida por un techo a dos aguas o de una sola y ofrecía rearo ante la lluvia o el sol.(21) Después de la expansión de la frontera ganadera, a partir de 1820, el rancho y la casa de techo de paja siguieron, como vimos, predominando en la frontera. El estanciero Pedro Alcántara de Alvarado, dueño de un campo 3000 varas de frente por 9000 de fondo en Arroyo Azul, a comienzos de la década de 1850 reside, cuando visita su establecimiento rural en un rancho de dos piezas con paredes de adobe crudo y techo de junco (22) 3 Al avanzar el siglo XIX comenzaron a aparecer en la frontera las primeras casas de azotea. El “salvaje unitario” Pablo Acosta propietario de nueve leguas de campo en Azul vivía en una pieza de azotea de ladrillo de pared doble de 7 varas de frente, 6 de ancho y 4 y medio de alto (una vara mide) Era dueño de un rodeo de casi 2800 cabezas de ganado vacuno y 1.265 ovejas (23) Pero las casas de azotea en los margenes de asentamiento, como ya vimos, eran aun hacia el final del período estudiado mas bien escasas. Los grandes hacendados como Felix de Alzaga podían ostentar en algunas de sus propiedades rurales viviendas que nada tenían que envidiar a las de la ciudad de Buenos Aires. Alzaga fallecido en 1841 dejó a sus herederos varias estancias, entre ellas la llamada” Bella vista “” sobre las barrancas del Salado. El casco de Bella Vista ostentaba una casa de altos, aljibes, corredores y todas las comodidades imaginables Todas las maderas para los techos, puertas y ventanas con sus marcos, que demandó su reconstrucción, fueron llevados desde la ciudad, los ladrillos llegaron del pueblo de Dolores y la arena y la cal de las posesiones de Gervasio Rosas, hermano del dictador Juan Manuel de Rosas (24) El caso de la estancia Bella Vista era, sin embargo, claramente excepcional para la época (lo era aun en el contexto de las otras propiedades rurales de Felix de Alzaga que estaban dotadas de viviendas mas modestas). El rancho o la casa techada de paja representaba una inversión mínima y delataba un estilo de vida donde la vivienda no era aun considerada aun un símbolo de estatus y confort por los pobladores de la frontera. El estanciero colonial no pertenecía a la elite, era por lo general un pequeño y mediano productor agropecuario carecía de poder y llevaba una vida sencilla (25) Después de 1820 con la expansión de la frontera ganadera y el ascenso de los hacendados la inversión en la vivienda rural tendió a aumentar pero en forma muy moderada; la sencillez y la falta de lujo siguieron privando en materia de residencias rurales. De una muestra de 105 inventarios hemos seleccionado 69 para analizar que porcentaje representaba la vivienda en el total del capital invertido en los establecimientos de campo. Las fuentes hablan de “ranchos”y “casas” Se tuvo en cuenta también el porcentaje que correspondía a la “cocina”ya que muchas veces se presenta como una construcción independiente o agregada. Hemos agrupado los datos en cuatro períodos marcados por el avance o retroceso de la frontera. El primero, de 1740 a 1776, se corresponde con el de los orígenes de la militarización de la frontera y la creación del virreinato del Río de la Plata.El segundo parta de 1776 y se prolonga hasta 1820 se trata de la etapa de apogeo y desintegración del orden colonial. El tercer período llega hasta 1852 con la caída de Rosas y el fin de su política con los indios.El último arranca de Caseros hasta 1869 que marca un momento intermedio entre el retroceso de la etapa anterior y el proceso posterior que culmina con la campaña del General Ju;io A. Roca. Vivienda, porcentajes de inversión sobre el capital invertido 4 Cuadro 1 Vivienda, porcentajes de inversión sobre el capital invertido Períodos 1740-1776 (16)8* 1777-1820 (31) 1821-1852(14) 1853-1869 (8) Casa Rancho Cocina 6.43% (9) 4.18%(16) 10.o4% (4) 18.53% (1) 0,82%(7) 0,80%(22) 2,23% (12) 2,55% (8) 0,43%(7) 0,41%(17) -1,11% (8) Fuentes: Archivo General de la Nación, Sucesiones nota: los números entre paréntesis indican el número de inventarios empleados para efectuar el cálculo Como puede observarse el porcentaje del capital invertido destinado a la vivienda era en efecto bajo. En el período 1777-1820 bajan levemente los todos los valores acaso porque aumentó la inversión en ganado con relación al anterior.Si comparamos los dos períodos con muestras de 17 inventarios respectivamente tenemos que para el período de 1740-1776 se invirtió el 44,30 % en animales y para el siguiente el 56,68%. A partir de 1820 la inversión en la vivienda rural parece aumentar pero en forma moderada. Uso del espacio y equipamiento El uso del espacio y el equipamiento de la vivienda fronteriza revela un tratamiento algo mas complejo y matizado de lo que se creía. La imagen tradicional, forjada por los viajeros, nos hablaban de un rancho sucio y miserable donde se dormía y se comía. Un rancho despojado sin otro equipamiento que una caldera para hervir el agua ni mas mobiliario que un par de huesos de vaca (26) Algunas modestas viviendas rurales constaban así de mas de un ambiente.Las cocinas por su parte fueron construidas en forma independiente y separada de la residencia principal.El capitan Bentura Lozano del pago de Luján, por ejemplo, legaba en 1740 “una casa con sala, aposento de un tirante, con dos puertas la de la sala con dos manos, la del aposento de una, el aposento con su ventana de madera vieja, pared de adobe y un aposentillo pegado a la casa”” además de la cocina de pared de adobe y techo de paja edificada aparte (27) Adrián Fredes de la Guardia de Lujan vivía a principios del siglo XIX en una casa compuesta de una sala de dos tirantes y un aposento de adobe crudo cubierta de paja con su puerta y su ventana. Tenia además don Adrián un galpón y una rancho que oficiaba de cocina (28) El pulpero Manuel Ferreiro legó a sus familiares ‘ un rancho habitación con dos puertas y llaves, cocinas y chismes de pulpería” todo tasado en 100 pesos (29) Hacia 1852 el estanciero Victoriano Barbosa, dueño de dos explotaciones rurales, y vecino de Lobería residía en un rancho con dos piezas y “una cocina pegada con pared de quincho .....” (30)_ 5 Los ranchos y casas de la frontera no siempre tenían un bastidor de cuero. Muchas viviendas rurales contaban con puertas, de media, de una y de dos manos, de pino o de,de algarrobo con o sin cerradura, otras solo estaban provistas con un gancho. Los inventarios relevados no solo revelan la existencia de puertas de entrada a la casa sino también puertas interiores.Las ventanas eran menos numerosas. Una puerta sirve para impedir el acceso de extraños a la morada y la sustracción de bienes de valor sobre todo si hay cerraduras y llaves.Una puerta podía separar un espacio común de otro privado como podía ser un aposento. En una muestra de 56 viviendas, 31 (el 55% ) tenía puertas de las cuales 12 contaban con una sola puerta y 19 con puerta de entrada y al menos una puerta interior. De las 31 viviendas que tenían puertas, 9 de ellas contaban con cerradura y una sola poseía un simple gancho. Si bien la vivienda rural no daba mucho margen para la intimidad, la existencia de ranchos y casas de mas de un ambiente con puertas interiores y cerrojos están revelando un intento de ganar en privacidad dentro de un .ámbito donde el hacinamiento era frecuente.(31) No todas las estancias de la frontera tenían pozo de balde. Entre 54 estancias relevadas solo 18 contaban con él. También eran escasas las explotaciones rurales que disponían de un horno para cocer pan, de las 54 estancias de la muestra solo 9 lo tenían.Pero aun así el dato es relevante pues prueba, como veremos al ocuparnos de la dieta, que el pan de se consumía en los confines del poblamiento Las estancias de la frontera como las de las zonas de ocupación mas antigua carecían en general de oratario o capilla pero ello no debe hacernos creer que sus dueños carecieran de toda devoción religiosa (32) En cambio no hemos encontrado rastros de la existencia de miradores, puntes levadizos y palomares. El mobiliario de las viviendas de los pequeños y medianos productores, aunque austero, no se reducía a un bastidor de cuero y un par de huesos de vaca. En sus ranchos y casas solía encontrarse una mesa y por lo menos un par de sillas de paja. Sobre un total de nueve inventarios de estancia de la región de Azul, en plena frontera, entre 1740 y 1851 siete tenían una o dos mesas y cuatro contaban con sillas. Una de las estancias llego a tener trece asientos de paja . El asador para asar la carne era prácticamente infaltable, siete de esos establecimientos rurales contaban con uno. También las ollas para cocinar (entre una y cinco por vivienda). Los espejos tampoco estaban ausentes en las estancias de Azul de la época de Rosas. Según Richard Slatta, “la practica de dormir en el suelo, con la sola protección de la silla y el poncho persistió hasta fines del sigloXIX” (33) Esta era una costumbre sin duda de los gauchos y peones de la pampa pero no de los sectores medios y acomodados de la frontera. Entre éstos los catres no faltaban aunque los colchones eran una rareza. No solo se dormía en catres sino también en cujas. Así Doña Agustina de Lara dormía allá por 1790 en una “cuja torneada de palo Brasil”tasada en 10 pesos.todo un lujo para la frontera . Hacia 1851 doña Ramona Arroyo de Morillo legaba dos catres de pino con lecho de cuero y un catre de pino con lecho de lona (34) 6 En 1844 el practico norteamericano Miguel Bacon, moría en el pueblo de Carmen de Patagones situado en el extremo sur de la frontera. Entre sus bienes se encontraron una cuja, un catre, dos colchones, dos sábanas usadas, una frazada nueva y dos fundas. (35) La mayoría de los viajeros se quejaron de los insectos, las ratas y alimañas encontradas en los ranchos de la pampa. ‘Es tal la suciedad de esta gente-narraba el 1819 el inglés John Miers-que ninguno de ellos ha pensado en lavarse la cara alguna vez y muy pocos lavan o componen sus ropas una vez que se las ponen” (36) El desaseo personal parece haber sido muy generalizado en la población de la frontera en la transición del orden colonial al período independiente pero ya entonces había algunas excepciones, Doña Bernarda Cevallos, vecina de Arrecifes, era dueña en 1784 de una tinaja de España, un lebrillo dos palanganas-una de peltre y otra de plata-y una bacinilla” .A medida que promediaba el siglo XIX los utensilios destinados a la higiene personal en los hogares de la frontera fueron creciendo en número y al parecer en difusión”. Entre los bienes del unitario Rafael Cabello, de Azul, se remató en 65 pesos “un lavatorio con armazón” (37) Hacia 1860 un almacén de Las Flores vendía a sus clientes “lavatorios de loza”, palanganas y jarros para higienizarse así como escupideras con tapa ( 38) En su negocio Luis Silva por su parte tenía en oferta una docena de espejitos de bolsillo y otros comercios ofrecían distintos tipos de perfumes ( 39) La población de la frontera se iba, así, lentamente, amanerando en sus costumbres personales y refinando en sus hábitos domésticos. La vestimenta La vestimenta en la frontera y no solo en ella fue uno de los aspectos de la vida cotidiana que más cambios experimentó entre fines del período colonial y la década de 1870 (40) En la época colonial la ropa de la población rural era conmovedoramente sencilla y no denotaba mayormente las diferencias que podían detectarse en la estructura de la sociedad pampeana. Los pequeños y medianos estancieros -ésos que componían el grueso de los ganaderos porteños-apenas si se diferenciaban de sus peones en materia de indumentaria; ambos-hacendados y trabajadores-usaban poncho, calzones y calzaban bota de potro (41) Si algo marcaba la diferencia entre unos y otros era la diferente calidad de las ropas que llevaban. El poncho ya estaba en uso en la pampa hacia el siglo XVII y reemplazaba a la capa española (42) El funcionario y viajero español Francisco Millau describe el poncho como una “manta de dos varas y media de largo por algo menos de ancho, tejida con lana o algodón y dibujada con varios colores y labor” (43) Había una rica variedad de ponchos según la zona de donde provenía y el material empleado en su fabricación. Así por ejemplo estaba el ‘poncho pampa” confeccionado con la gruesa lana de las ovejas pampas, el “poncho de campo”, el ”poncho santiagueño o el “poncho de media labor”’. Los ponchos se tejían en hilo y algodón y había un poncho pequeño de verano, que cubría hasta la cintura , llamado “calámaco”.El calamáco era una tela de lana parecida al “droguete”que es una tela listada de varios colores y con flores entre las listas. También se usaba en la frontera el “poncho balandrán”que sobrepasaba las rodillas, y era llamado así por la semejanza con las 7 ‘balandranas’ que es una vestidura talar ancha y con esclavinas que suelen usar los religiosos y el “poncho de bayeta”de lana floja y poco tupida. Las provincias de Santiago del Estero, Córdoba, Catamarca o San Luis, proveyeron con sus rústicos telares el material para la confección de estas prendas. También los indios pampas cuyos tejidos se colocaban en los mercados regionales haciéndose presentes a fines del siglo XVIII en todos los mercados regionales, incluyendo los litoraleños, donde gozaban, por su calidad y bajos precios, de las preferencias de una buena parte de los compradores’(44) Al avanzar el siglo XIX los textiles británicos inundaron los mercados del litoral y llegaron a la frontera, especialmente el poncho y la jerga inglesas.Pero como veremos el triunfo de los textiles ingleses no fue tan rápido y arrasador como se creía. En los márgenes del poblamiento, allí donde empezaba el “desierto” la jerga y el poncho pampa ofrecieron una tenaz resistencia y durante algún tiempo compartieron con los tejidos intrusos que llegaban de Inglaterra las preferencias de los estratos bajos y marginales. Sobre un total de 38 inventarios levantados entre 1740 y 1820 donde se tasó la ropa la prenda mas hallada fue el poncho seguido por las chupa ( ver cuadro 2) La chupa era la parte superior del vestido que cubría el tronco del cuerpo a veces con falda de la cintura para abajo y con mangas ajustadas. Se ponía por lo general debajo de la casaca y así se generalizó después como traje menos solemne, mas sencillo y mas modesto.Los materiales utilizados para su confección eran el paño, la seda, el algodón, la granilla-más rústica-de terciopelo de tafetán, de tripe o de bayeta. Los hombres cubrían sus piernas con calzones y calzoncillos. Aquéllos eran cortos y protegían los muslos desde la cintura hasta las rodillas. Otras prendas detectadas eran las capas, capotillos o capotes, camisas y casacas. Así en vida Miguel de Sosa lució una chupa de terciopelo forrada de tafetán, capa de camellón azul forrada de bayeta colorada y poncho azul. Sosa no era un hombre rico toda su fortuna consistía en 5 bueyes, 4 fanegas de sal y una esclava (45) 8 Cuadro 2 Prendas de vestir y calzado en la frontera (1740-1820) ( 38 inventarios de patrimonios de pobladores) Prenda Botas (par) botines (par) calzoncillos calzones Camisas casacas casaquillas chalecos chupas corbatas fustillos jergas ligas medias (par) pañuelos polleras ponchos sombreros zapatos otros Frecuencia 3 6 4 29 21 6 3 3 29 2 8 5 2 16 3 33 40 19 3 26 Fuente : AGN Sucesiones El siglo XIX trajo cambios importantes en la indumentaria del poblador de la pampa y su frontera. Desde fines del siglo anterior una prenda de orígen araucano-el chiripá- fue haciendo su aparición en la llanura para generalizarse en las primeras décadas de la nueva centuria. El chiripá va así reemplazando al calzón. La nueva prenda -nueva para la región-semejaba un lienzo flojo que iba entre las piernas sujeto a la cintura, era ideal para andar a caballo. Debajo se usaba el calzoncillo blanco.Pero había distintas variedades de calzoncillos según su hechura y tela.Examinando las existencias de ropa de negocios de la frontera detectamos no menos de seis variedades de aquélla indumentaria.Chiripá y calzoncillo serán reemplazados por la bombacha en las últimas décadas del siglo XIX.La bombacha llegaba de la mano de los inmigrantes (46 ) La época de Rosas habría hecho del traje del paisano un símbolo del igualitarismo social del sistema federal preconizado por la dictadura del Restaurador de las Leyes. El buen federal debía diferenciarse en su atuendo de los comerciantes, los “doctores” y en particular de los unitarios que se habrían vestido a la usanza europea (47 ) 9 Era tan igualitaria la vestimenta de los “’ buenos federales” como cree Salvatore? El propio Salvatore advierte que a veces los estancieros rosistas usaban “bota fuerte”en oposición a la bota de potro, que, como veremos, ahora parecía identificar al gaucho y al peón, en otras palabras, a los pobres de la campaña (48) En realidad la mentada igualdad en el traje de los federales no debió ocultar diferencias nada irrelevantes entre el atuendo de un gaucho y un hacendado partidarios de la Santa Federación, diferencias como las que algunos lustros mas tarde observó Armaignac en su recorrida por la pampa. Donde habría estado la diferencia entre un rico y un pobre rural? En la calidad y el valor de las monedas que lucia el tirador de uno y otro-el hacendado hacia gala en el suyo de onzas de oro- el material de que estaban hechas las espuelas de hierro las del gaucho, de plata las del hacendado acomodado- y e largo y terminado de rebenque- con mango de plata en el caso de este último (49) Algunos hacendados de la frontera durante la época de Rosas estaban pues lejos de vestirse a la usanza gaucha. Así el joven estanciero Joaquín Marquez, blanco, rubio, de ojos celestes remitido preso desde el fuerte de Chapaleufu en 1850 vestía traje, reloj con cadena de plata y botas fuertes (50 ) Es que cada vez mas la vestimenta reflejaba las diferencias sociales que exhibía una sociedad rural fuertemente estratificada como la que fue surgiendo a partir de la década de 1820 con la expansión de la frontera ganadera, la conformación del latifundio y la elite terrateniente Si algo empezaba a definir la condición social de los habitantes de la pampa y sus márgenes era el calzado. Los gauchos, los pobres, andaban descalzos o calzaban bota de potro. En los años de la dictadura rosista comenzó a hablarse así del “hombre con bota de potro” para referirse al desheredado del mundo rural. Hasta principios del siglo XIX la bota de potro-hecha de la piel de la pata trasera del caballo y no solo de éste-era un tipo de calzado común a estancieros y trabajadores del campo, según se ha dicho ya. Décadas mas tarde, muchos estancieros optaron por la bota de confección, la llamada “bota fuerte” .Hacia mediados del siglo XIX había no menos de cinco tipo de botas en la frontera. Las filiaciones de los prisioneros que eran enviados desde distintos puntos de la frontera a la prisión de Santos Lugares reflejan bien el tipo de vestimenta que usaban sus habitantes y las diferencias que podían detectarse en su indumentaria según la clase social a la que pertenecían. Particularmente bien representados en nuestros datos se encontraban los gauchos y peones de la frontera. 10 Cuadro 3 Ropa y calzado de trabajadores rurales e indios de la frontera (1840-1850) Ropa Chiripá (sin especificar) Chiripa de jerga pampa Chiripá de jerga inglesa Chiripá cordobes Chiripa calamac0 peones 16 1 11 1 3 Poncho (sin especificar) Poncho inglés Poncho de paño Camisa 8 14 27 Chaleco Chaqueta Chaquetón Calzoncillo Calzoncillo cribado 1 4 6 13 1 Botas fuertes Botas de potro Descalzos 2 33 5 Sombrero Gorra-gorrita Pañuelo “en cabeza” 14 7 3 indios 4 2 1 1 4 Fuente Filiaciones de Fuerte Chapaleofu, Pilahuiincó, Indio Rico, Las Heras.Santos Lugares Notese la primacía de la nota de potro entre los trabajadores rurales y el avance de la ropa de manufactura inglesa sobre la criolla. Diez años antes los peones remitidos de Azul a Santos Lugares tenían casi el mismo numero de ponchos ingleses y vernáculos ( 51) Los sectores mas acomodados de la sociedad fronteriza vestían prendas mas sofisticadas. Así el comerciante español José Burzaco remitido preso por haber reñido con un vecino vestía poncho negro con listones punzoes, ”pantalón de carisima mezcla, chaquetón, camisa de bramante, calzoncillo de liencillo, sombrero de paja chileno, botas de becerro, divisa y cintillo” Nicolás Atalejo, estanciero, apresado por haber entregado un pasaporte falso, lucía por su parte “pantalón y chaqueta de paño azul, poncho inglés blanco, chaleco, botas fuertes, y gorra chata con visera.(52) 11 Otro elemento distintivo de la clase social y el grupo étnico parece haber sido la ausencia o no de sombrero y mas aun el tipo de sombrero o gorra que usaban unos y otros. El puñado de indios remitidos desde el fuerte de Azul no lleva gorra o sombrero alguno, van ‘en cabeza”’ esto es llevan sus cabellos al viento, los peones o jornaleros exhibían pañuelos atados a la cabeza, “gorras de panza de burro” o “sombreros de paja”.Los estancieros lucían gorras, algunas con vicera como la que el propio Prudencio Arnold observó que cubría la cabeza de Juan Manuel de Rosas (53) Pero las prendas de la población de los confines no se limitaron al chiripá, las botas, el tirador, y la camisa o mas tarde las alpargatas. Un relevamiento de las existencias de ropa y calzado once negocios de la frontera entre 1840 y 1870 revela una gama mas amplia de prendas de vestir y telas.Así hemos detectado no menos de once variedades de camisas según la tela de la que estaban confeccionadas, nueve variedades de camisetas, l6 variedades de chalecos, cuatro de chaquetas, cuatro de chaquetones, cuatro tipos de gorras-de lama, de lana para chico, de paño con visera, de paño punzó-veintinun variedades de pañuelos, cuatro tipos de sombreros ademas de pantalones, ligas, fajas inglesas, sacos y medias para hombres niños y mujeres. En materia de calzado la frontera conoció por esos años siete variedades de zapatos entre ellas zapatos de tafilete, abotinados, ingleses y de cuero para hombres y mujeres ademas de botimes y zapatillas.La oferta de telas para confección en aquellos negocios situados en la antesala del “desierto’ era riquisima e iban desde la zaraza y la bayeta tradicionales hasta el casimir. Es probable sin duda que partes de estas prendas de vestir y tipos de calzado se hayan usado en las ciudades de la frontera mas que en las áreas rurales Sabores de la pampa En la frontera la dieta no era tan monótona como la pinta la visión tradicional. Allí la carne, preferentemente asada, era sin duda central, pero no solo la carne de vaca sino de ovino.Es raro el inventario de estancia que no mencione la presencia de un asador de palo. El consumo de aves de corral-especialmente de las gallinas era también frecuente y las ensaladas de verduras, hortalizas, de cebollas impregnadas en aceite no faltaban acompañando el plato principal (54) El consumo de choclos era habitual. La sopa era un plato poco menos que habitual y los huevos, a veces servidos fritos, no eran raros en la mesa rural. Los guisos eran frecuentes en la campaña y han quedado algunas recetas de locro y del api que en algunas regiones se hacía con maiz cocido con lejía y sin sal y otras con agua y algún aderezo A pesar de la queja de los viajeros que la echan de menos, la leche se consumía en la campaña y también distintas variedades de quesos (55) Contra lo que se creía y como veremos se comía pan en la frontera, menos que en la ciudad sin duda, pero estaba lejos de ser desconocido. Algunas estancias fronterizas-lo hemos vistocontaban con hornos de hacer pan. Estos hornos eran de adobe crudo y de forma cónica con una abertura para la salida del humo, otra para retirar las cenizas y, en el frente, las mas grande para para introducir y retirar el pan. Se molía el trigo en molinillos de mano que producían una harina que hacía del pan rural un producto de apariencia algo arenosa, mas bien grande.(56) Que ya en la transición del período colonial al independiente la dieta rural era mas rica, variada y compleja lo revela la nómina de alimentos que comercializaban las pulperías bonaerenses. Así entre 1770 y 1820 nueve pulperías rurales vendían a sus clientes diversos alimentos y bebidas. Se advierte así el consumo de arroz, de azúcar y significativamente de fideos. Las pulpería de la 12 frontera colonial vendía también pan y galleta. No faltan tampoco los negocios que venden jamón, carne de chancho, huevos, cebollas y quesos. Para freir se empleaba la grasa y para aliñar las ensaladas el vinagre (57) La sal era muy apreciada en la frontera y no solo en ella. El Comandante Prado rememorando la vida del fortín cuenta una anécdota reveladora; “Los indios le habían acribillado las costillas a bolazos y volvía el pobre muchacho encorvado de dolor (...) Se imponía,desde luego, la curación que estaba a nuestro alcance, consistente en bañar con salmuera las partes magulladas, Pero ..y las sal? Crobetto tenía un poco escondida en el fondo de sus maletas pero juzgó más a propósito destinarla al asado...Las mataduras-dijo-se curan solas o no se curan con nada, mientras que el churrasco, sino está salado es indigesto y desabrido” (58) Y bien la sal era un producto vendido usualmenmte en las pulperías pero no era el único condimento consumido en la frontera. También se aderezaban las comidas con pimienta, pimentón, clavo de olor, azafrán y orégano. La nuez moscada no era allí desconocida. Los postres consistían habitualmente en frutas de estación-duraznos, sandías, melones- tortas, pasteles y exquisiteces que llevaban una larga preparación como los duraznos escabecheados. Se colocaban los duraznos en un barril cubiertos de vinagre hirviendo y clavo de olor. Luego el barril era tapado y dejado de estacionar por unos meses hasta que se completaba el proceso. (59) La población rural y en particular los estratos bajos eran muy afectos a las bebidas espirituosas. La predilecta de peones y gauchos era el aguardiente en sus dos variedades, de caña de azúcar y de uva destiladas. Pero a juzgar por las bebidas que vendían las pulperías a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX los hombres de campo también bebían vino, tanto de Mendoza como de España, anís, anisete y mistela. Pero a medida que avanzaba la centuria decimonónica la dieta de la frontera lejos de permanecer igual, como se ha sostenido, fue enriqueciendose. Ya en la época de Rosas(1835-1852) llega la fariña-harina de mandioca- a los confines del poblamiento Una pulpería de Azul ya la ofrece a sus clientes en 1840 .La fariña llegó para quedarse y se incoporó a la dieta rural con gran rapidez. También en la época de Rosas llegan a la frontera el café y el te. El café se expendía molido, en rama o en grano y se vendían por lo memos dos variedades de te, el te perla y el te negro . Nuevas bebidas se incorporan al consumo del poblador de la frontera, primero llegan la ginebra y la cerveza, luego, ya a mediados del siglo XIX y sobre el fin del período estudiado, la champaña, el vermouth, el cognac, y una variada gama de licores. El relevamiento de los inventarios de 18 pulperías y almacenes de la frontera (entre 1840 y 1870) arrojó así un total de 22 bebidas diferentes. .El orígen de las mismas era muy variado, siendo tanto importadas como del interior del país . Un cálculo solo aproximado revela que un 75 % de las bebidas era nacional y un 25% importadas del extranjero pero con esta particularidad; a medida que pasa el tiempo aumenta la proporción de bebidas extranjeras sobre las de origen local. Así las negocios de la frontera ofrecían a los parroquianos cervezas inglesas, vinos y licores franceses, especialmente vinos de Burdeos, otros provenientes de Málaga y en algumos casos kirsch y curacao. Dentro de este universo son, desde luego, la ginebra y la caña las que aparecen con mayor frecuencia en los escaparates de los almacenes del campo (están presentes en un 59% de los casos) y le siguen el vino carlón, el anís ,el coñac y el anís. 13 La nomina de alimentos a disposición de los habitantes de la frontera entre 1840 y 1870 es verdaderamente impresionante. Un análisis minucioso de las existencias de las 17 pulperías y almacenes revela existencia un total de 73 productos alimenticios si incluimos en ese número las distintas variedades ofertadas de los mismos. Entre ellos una vez mas aparecen el arroz, los fideos de Génova o de Cádiz, azúcar, pan, galleta, tortas, bizcochos, varios tipos de yerba, aceite, vinagre y también cajas de sardinas, dulce de membrillo, variedades muy diversas de condimentos y bacalao La ausencia de verduras y hortalizas en los inventarios no significa que no fueran consumidas como se ha visto. Simplemente no eran comercializadas por estos negocios y al igual que la carne, los huevos y la leche eran obtenidos - entre quienes no poseían huerta y animales propios- de las estancias y poblados cercanos. Los testimonios dejados por los viajeros muestran que las verduras eran los ingredientes principales de platos muy extendidos como las carbonadas, los pucheros y los guisos. Se mencionan con mayor frecuencia además del maíz, como quedó dicho, el zapallo o calabaza, la cebolla y el repollo y en menor medida también los tomates, ajíes, papas, lechuga y las frutas mencionadas anteriormente. Entre los comestibles en venta en los 17 negocios que analizamos tienen una frecuencia de presencia de mas del 64 % (es decir parecen ser los mas demandados) el azucar, la yerba, la sal, el arroz la fariña, la harina y el pimentón. En el caso de la yerba señalemos que se vendían diferentes variedades y a diferentes precios respondiendo a una demanda diversificada. Así detectamos yerba paraguaya, misionera, parnagua, ordinaria, de calidad superior y otra de calidad ‘ inferior’. El azúcar por su parte podía ser refinada, azúcar blanca, terciada, rubia y de remolacha. Distintas variedades, distintos precios, para había pues productos para todos los gustos y todos los presupuestos. La presencia de azúcar en el total de los inventarios desmiente lo afirmado por Rodríguez Molas para quien ‘....el azúcar y los postres están ausentes de la cotidianidad del hombre de campo’ (60) La presencia de harina en el 59 % de los inventarios señalados al igual que la existencia de bateas de amasar confirman la importancia del papel ocupado en la dieta fronteriza por los productos derivados del trigo y otros cereales. A los postres y dulces tradicionales fueron sumandose los confites, las masitas y las almendras. Además de los alimerntos comprados o producidos en la unidad doméstica, la caza, la recolección y la apropiación directa para satisfacer el apetito eran cosa habitual entre los pobladores de la frontera; la abundancia de la fauna silvestre y los dispersos rodeos de ganado no hacían sino alentar esas practicas que también eran habituales en las zonas de antiguo poblamiento de la pampa. Pero mas allá de la línea de frontera, en “el desierto”’ la dieta se simplificaba brutalmente, los que llevaban provisiones las devoraban en el camino.En su avance sobre las tolderías ranquelinas Lucio V Mansilla y sus acompañantes llevaban charqui. En el desierto el pan y la sal tendían a desaparecer y la dieta se centraba en la carne asada.(61 ) Cuando se acababan las reservas de charqui y de ganado vacuno se comenzaba a sacrificar los caballos, las yeguas y aun las mulas que acompañaban a los expedicionarios . Eduardo Gutierrez recordaba que en una salida mas allá del fortín el jefe de la partida ordenó sacrificar ,para ser consumidos por la hambrienta tropa “tres o cuatro mancarrones patrios’.(62 ) 14 Los modos de comer en la frontera quedaban reflejados en la vajilla y utensilios de cocina.En este sentido los inventarios de pulperías y almacenes, al revelarnos con detalle aquéllos y sus diferentes tipos, nos permiten reconstruir los hábitos de consumo de la población de los confines de la pampa. Así los inventarios de los 17 negocios arroja una variedad de 53 productos diferentes pertenecientes a esos dos rubros. Entre ellos aparecen tanto útiles destinados a la preparación de alimentos (asadores, ollas etc) como la vaijlla de uso diario.Por cierto no todos esos productos se encontraban presentes en todos los inventarios relevados.Los jarros y las fuentes-tanto de lata como de loza-son los artículos nombrados con mayor frecuencia, al parecer en once tasaciones. Le siguen en importancia las espumaderas, los cucharones, las tazas y los vasos (en diez inventarios). Los asadores, las ollas y los platos de loza ocupan el tercer lugar en índice de frecuencia, pues aparecen en nueve tasaciones.A esta serie de productos hay que sumarle otros como pavas de lata, cucharas, cacerloas, mates, bombillas, cuchillos que son mencionados en menor medida en los inventarios. Semejante variedad de artículos de cocina y vajilla oculta mal sin embargo una cierta sencillez en lo que hace a la tecnología de la comida que se traslada a los modos de comer de los pobladores de la frontera y no solo de ella.De esta manera las imágenes brindadas por los viajeros respecto a las maneras de comportarse en la mesa, servirse de la misma fuente, compartir cucharas y vasos, comer con las manos ayudados por el cuchillo, parecen corresponderse con los bajos porcentajes de platos, cucharas, tenedores y vasos presentes en los inventarios de pulperías y hogares de los bordes del asentamiento.Pero esta sencillez o precariedad lo que esta delatando es menos una destitución económica y una manera de comer algo primitiva que la persistencia de ritos comunitarios en los hábitos de vida de la sociedad rural, ritos comunitarios que no solo se centraban en la ronda de mate compartida y el asado colectivo sino también en la mesa misma. Se trataba de un patrón general de consumo que compartían pobres y sectores mas acomodados de la pampa. “La ultima sopa fue servida en 3 tazones para los 6 que éramos y cuando uno había bebido bastante, lo tomaba la persona siguiente. En la casa no hay nada mas que 2 o 3 vasos y éstos sirven para todos los que están en la mesa; sin embargo el dueño de casa está ricamente vestido de traje de gaucho y los botones de su cinto de cuero son 4 onzas de oro....”’(63) Pero al promediar el siglo XIX y después de la caída de Rosas la vajilla que lucían algunas casas de la frontera se fue amanerando y refinando; se nota así, en los escaparates de los almacenes rurales, una presencia creciente de tazas, platos y cucharitas de café, maquinas y molinillos para esta preparar esta última infusión, sartenes, chocolateras, copas y vasos de cristal, calentadores y saleros. El consumo diario de una familia rural de la frontera En mayo de 1867 falleció en Azul Don Nicolas Garay, mediano propietariode una estancia de 9980 cabezas de ganado vacuno y 1800 ovejas además de una casa de material y un terreno de 50 varas . Muerto don Nicolas, su viuda Fidelia Lagos quedo al frente del hogar con tres hijos menores. La mujer compraba sus provisiones en tres negocios, pero con mas asiduidad en dos de ellos, los almacenes de Martin Burga y Bautista Bonnet( el dato es revelador de las opciones que 15 tenía para abastecerse un hogar de la frontera) Las cuentas de la viuda con estos dos últimos revelan sus patrones de consumo diarios . De la primera cuenta firmada por el pulpero o almacenero Martín Murga hemos rastreado en detalle las compras de doña Fidelia entre febrero y mayo de 1868.(64) El gasto diario variaba según los productos comprados-por lo general se pagaban por ellos entre 10 y 25 pesos diarios, exceptuando las ocasiones en que se consumía tabaco, vino o ginebra cuyos precios hacían disparar los valores cotidianos, al iguakl que ocurría con ciertas compras de grandes cantidades de yerba. Los productos consumidos por el hogar de los deudos de Nicolás Garay fueron unos veinte, entre ellos yeba, arroz, azúcar, chorizos, orejones, vino,velas, jabón, cognac y otros . Evidentemente no todos los productos se consumían diariamente sino que había algunos que se compraban a intervalos mas espaciados. Las compras en el negocio de Murga no se realizaban todos los días sino en forma mas espaciada; en los cuatro meses estudiados loas días de compra ascienden a 35.La yerba es el producto comprado con mayor frecuencia (aparece en el 74% de las compras efectuadas) seguido por el azúcar (54%) el arroz (51%) y las velas (45%).Durante el transcurso de estos meses el importe pagado por la yerba osciló entre el 28% y el 62% sobre el valor total de las adquisiciones mensuales, el azúcar entre el 4% y el 21%, el arroz entre el 4% y el 11 % y el tabaco entre el 5% y el 15% Pero como se dijo Murga no era el único proveedor de la viuda Lago.El estudio de la cuenta de gastos con el local de Martin Bonnet revela un consumo habitual aun mas diversificado. En un total 119 compras realizadas entre finales de 1767 y mayo de 1868 el mandadero de aquélla adquirió 30 productos diferentes. Significativamente el pan ocupa el primer lugar en el índice de frecuencias con un total de 56% de las compras, seguido del vinon(38,5%) las pasas (32%) el azúcar (21%)y la galleta (18,5%) .También se compró con menor frecuencia sal, pimiemta, pimentón, comino, bizcochos, ginebra, cebollas, nueces y almendras entre otros productos (ver cuadro 4) Si sumamos la frecuencia de las compras en ambos negocios se advierte que las compra de provisiones por parte de la viuda o su mandadero era casi diaria. 16 Cuadro 4 Frecuencia de compras y productos comprados por Fidelia de Lagos a Bautista Bonett (diciembre 1967-mayo 1868) Producto Almendras Pan Pasas Vino Velas Sal Azúcar Coñac Arroz Galleta Nueces Bizcochos 2 Masitas Fósforos Hilo Azul Papel Aceite Tabaco Pimienta Comino Pimentón Yerba Fideos Ginebra Jabón Caramelo Canela Cebolla Cigarros Harina cantidad de veces en que es comprado 1 47 33 39 18 5 25 6 7 22 1 3 2 4 5 4 2 3 1 1 3 11 1 3 9 1 1 2 2 1 Fuentes, ADN Sucesion de Nicolás Garay El caso examinado es una prueba mas de la rqiueza de la dieta en la frontera y de su alto nivel de mercantilización 17 Conclusiones La vida material de la frontera no parece haber sido tan precaria, limitada y primitiva como los viajeros del siglo XIX y una historiografía que se dejó llevar demasiado por el testimonio de aquéllos.En la vivienda la imagen de sencillez que el claro predominio del rancho de paja tenía en los márgenes del poblamiento se reveló algo engañosa.La rusticidad y simplicidad de aquél ocultaba detalles que, dentro del cuadro de austeridad que reinaba en su interior revelaban por momentos un intento de ganar privacidad en una vida donde, es verdad, no faltaba el hacinamiento y escaseaba la intimidad; puertas con cerraduras, viviendas de mas de un ambiente, salas, aposentos y cocinas separadas de la vivienda principal revelan un tratamiento algo mas complejo del espacio.El rancho con un cuero haciendo de puerta sin otro mobiliario que un bastidor y algunos huesos de vaca por todo asiento de que hablaba Felix de Azara debió quedar reducido a los sectores mas pobres de la campaña.Los pequeños y medianos productores rurales solían contar en sus rústicas viviendas con sillas, mesas y catres o, a veces, cujas.Pero es verdad que la vivienda de la frontera era sencilla y modesta aun en el caso de estancieros respetables y lo era porque hasta entrado el siglo XIX la casa no fue símbolo de status ni de confort en el mundo rural de la pampa. Con el tiempo y años antes de la década de 1880 la vida domestica en aquellos ranchos y modestas casas de azotea se fue amanerando y sofisticando; la presencia perfumes, de lavatorios, escupideras con tapa, palanganas y jarras para higienizarse en venta en los almacenes de la frontera así parece atestiguarlo. Hasta que la investigación se profundice, claro, quedará flotando la duda de cuantos hogares de los márgenes del asentamiento realmente contaban con estos adminículos de higiene mas elaborados o adquirían el amplio surtido de ropa y telas mas sofisticadas y ricas que esos mismos negocios ofertaban, por el momento baste comprobar que aquellos y éstas ya habían llegado a la frontera. Si la vivienda conservó durante todo el período un aura de austeridad y sencillez, la dieta de la frontera se reveló de una variedad y riqueza sorprendentes muy lejos de ese monótono cariz que la historiografía le atribuía.Desde fideos hasta sardinas envasadas la nomina de alimentos es realmente abrumadora.Lejos, pues, de permanecer igual a si misma a lo largo del período estudiado la dieta se enriqueció considerablemente incorporando nuevos productos y bebidas a la mesa rural. Y la vajilla se fue haciendo cada vez mas variada y sofisticada. El vestido fue otro de los aspectos de la vida material de la frontera que estaba lejos de la rusticidad que se le atribuía. Sin duda allí estaban el chiripá, el calzoncillo y el tirador con relucientes monedas de plata pero también los zapatos, los sacos, los pantalones, los chalecos, los casimires.los pañuelos de seda de la India.Es cierto que algunas prendas de manufactura inglesa acabaron imponiéndose pero su triunfo fue mas lento y parcial de lo que se creía en la frontera. A medida que avanzaba el siglo XIX ciertos productos que se consumían en la frontera se internacionalizaban más y más y la vida se hacía mas sofisticada y elaborada.Una densa red de pulperías y almacenes rurales instalados en los márgenes mismos del poblamiento que vendían a crédito había contribuido sin duda a este proceso En suma la frontera se modernizaba y lo hacia al ritmo del resto del país. Si los patrones de consumo de la sociedad de la frontera eran tan ricos y variados era porque esa misma sociedad era mas compleja de lo que se creía, y estaba integrada no solo por grandes 18 latifundistas y gauchos sueltos sino también por pequeños y medianos productores con un poder de compra mayor que el sospechado. Y los indios ? Aunque este trabajo no abordo las relaciones interetnicas y al parecer no repara en los aborígenes, ello no implica que los indios no estén allí, los indios están en estas paginas como la marca de agua de los billetes, en filigrana.ocultos pero presentes en algunos detalles, como en esos chiripas, esas jergas pampa y esos indios que con los cabellos al viento figuran en las filiaciones que hemos trabajado. Creemos para finalizar que nuestro trabajo rescata una forma de vida material mas rica, variada y elaborada de lo que se venía diciendo y repitiendo hasta ahora, rescata una frontera robusta y vital como el país que empezaba a prosperar y a crecer al abrigo de la inversión externa y la inmigración masiva. 19 Notas y citas (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10) (11) (12) (13) (14) (15) (16) (17) (18) (19) (20) (21) (22) (23) (24) Slatta, Richard, Los gauchos y el ocaso de la frontera, Buenos Aires, Sudamericana, 1989 pp 39-56 y 128-156 Slatta, op. Cit. p. 125, Rodríguez Molas, Ricardo, Historia social del gaucho, Buenos Aires, Maru.1968 p. 144. Rodríguez Molas es algo mas matizado en sus afirmaciones.Para Slatta, además la dieta habría variado poco y nada en el siglo XIX Slatta, op cit, p. 126. Moncaut Carlos Antonio, Estancias Bonaerenses, City Bell, El Aljibe, 1977 pp. 34-36 Moreno, Carlos La Casa y sus cosas Buenops Aires, Icomos Comité Argentino, 1994, tom, o 3 pp. 53, 62, 91, 94, 97 Slatta, op, cit, p. 131, Rodríguez Molas, op. Cit., p.149, 479, 480 Rodriguez Molas, op,. Cit., p. 132 Weber , David J. Y Rausch, Jane (eds) Where Cultures meet, frontier in Latin American History, Washington, Jaguar Books, 1999 p. XIV Ver Mayo, Carlos A. y Latrubesse, Amalia, Terratenientes, soldados y cautivos;la frontera 1736-1815, Buenos Aires, Biblos, 1998, Mandrini, Raul J. “Las fronteras y la sociedad argentina en el ámbito pampeano’ Tandil, Anuario IEHS, 12, 1997 y Leonardo León Solís, Maloqueros y conchavadores en Araucanía y las pampas, 1700-1800, Temuco, Universidad de la Frontera. 1991 Ver Halperín Donghi, Tulio, “La expansión ganadera de la campaña de Buenos Aires’’ en Di Tella, Torcuato y Halperín Donghi, Tulio (eds) Los Fragmentos del poder, de la oligarquia a la poliarquía argentina, Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1969, Barba Fernando Enrique, Frontera Ganadera y guerra contra el indio, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1997, p. 84 Moreno, Jose Luis, Mateo José “El redescubrimiento de la demografía historica en la historia económica y social’ en Anaurio IEHS, 12. 1997. P. 43 Gelman, Jorge, “Producción y explotación agraria bonaerense entre la colonia y la primera mitad del siglo XIX, rupturas y continuidades”’ En Anuario IEHS, 12.1997, pp. 60-61 Moreno, Mateo, op. Cit. p. 43-44 Barba, Fernando, op cit p. 89 Zeberio, Blanca, “Un Mundo Rural en cambio” en Nueva Historia Argentina, tomo IV Buenos Aires, Sudamericana, 1999, p. 340 Zeberio, op cit., pp 323-344 Cowen, Pablo “Casas en el sur.La vivienda en Mgadelena, 1744-1815” en Estudios de historia colonial rioplatense, 2, 1996, p. 20 Braba, op cit. pp 106-107 y Registro Estadistico de la Provincia de Buenos Aires, 1854 República Argentina, Prumer Censo de la República Argentina, 1869,. Pp. 82-87 Archivo General de la Nación (En adelante AGN)Sucesiones. 5345 Pascual Castro AGN, Sucesiones, 8414, Clemente González AGN, Sucesiones, 5687, Pedro Fernández AGN. Sucesiones, 6721, Juan Ayala AGN, Sucesiones, 3512, Pedro Alcántara. Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires (en adelante AHPBA), Juzgando de Paz de Azul, 39-1-1-2 AGN, 3506, Feliz Alzaga 20 (25) Mayo, Carlos,.A,. Estancia y Sociedad en la Pampa, 1740-1620. Buenos Aires, Biblos, 1995, p. 51-69 (26) Azara, Felix de,. Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata, Madrid, Imprenta Sanchiz, 1847 tomo 1 pp.305-306, (27)AGN, Sucesiones 6721, Bentura Lozano (28) AG.N, Sucesiones 5687 Adriana Fredes (29) AGN, Sucesiónes., 5687,.Miguel Ferreyra (30) AGN, Sucesiones, 3945, Victoriano Barboza (31) Mayo, Carlos Alberto, “Frontera: cotidianidad, vida privada e identidad” en Fernando Devoto y Marta Madero, (directores) Historias de la Vida Privada en la Argentina Buenos Aires, Taurus, 1999 pp. 86-87 (32) Haigh, Samuel, Bosquejos de Buenos Aires, Charcas y Potosi Buenos Aires, Hyspamerica, 1988 p. 46 (33) Slatta, op cit, p. 130 (34) AHPBA Juzgados de Paz, Azul, 39-1-7 (35) AGN, X-21-3-4 (36) Miers John, Viaje al Plata, 1810-1824, Buenos Aires. Solar Hachette, 1968 p. 39 (37) AHPBA, 34—1-153 (38) AGN, Sucesiones Almacén de Martinez de Cuel, Las Flores, 4931 (39) AGN, Sucesiones de Luis Silva, 3966 (40) Slatta, op cit., 131 (41) Mayo, Estancia y sociedad....., op cit p. 61 (42) Rodríguez Molas, op. Cit. p 150 (43) Ibidem (44) Gelman, Jorge,” El mundo rural en transición”’, en Nueva Historia Argentina, vol 2, Buenos Aires, Sudamericana,1999 p. 77 (45) AGN,. Sucesiones, 4844, Juan Miguel Sosa (46) Slatta, op cit, p.131 (47) Salvatore, Ricardo “Expresiones federales, formas políticas del federalismo rosista” en Goldamn, Noemi y Salvatore, Ricardo (comp) Caudillismos rioplatenses, nuevas miradas a un viejo problema.Bunos Aires, Eudeba, 1998 pp. 201-202 (48) Ricardo Salvatore,’ Consolidación del régimen rosista’ En Nueva Historia Argentina, op. Cit, vol 2 p364 (49) Armaignac, H. Viaje por las pampas argentinas, Buenos Aires, Eudeba,1973 pp. 59-60 (50) AHPBA, Juzgados de Paz, Azul, 39-1-5 (51) AHPBA, Juzgados de Paz, Azul, 39-1-2 (52) AHPBA, Juzgados de Paz, Azul, 39-1-2 (53) Busaniche, Jose Luis, Rosas visto por sus contemporáneos, Buenos Aires, Kraft, 1956 p.118 (54) Mayo, Carlos A. “Vida en el mundo rural” en Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia de la Nación Argentina, Buenos Aires, Planeta, 1999. P. 187 (55) Ibidem, (56) Ibidem (57) Ver Apéndice en Mayo, Carlos A. Pulperos y Pulperías de Buenos Aires (1740-1830) Mar del Plata, Universidad Nacional de Mar del Plata.1996 21 (58) (59) (60) (61) (62) (63) (64) Prado Manuel, La guerra al malón, Buenos Aires, Kapeluz, 1988. P. 120 Mayo, Carlos La vida en el mundo rural.....op cit p 188 Rircardo Rodriguez Molas, Las Pulperías, Buenos Aires, CEAL 1982 p 131 Mayo, Frontera, Cotidianidad,.....op cit, p 94 Gutierrrez, Eduardo, Croquis y siluetas militares, Buenos Aires, Hachette, 1959 p, 216 Miers, op cit, p. 189 AGN, Sucesiones, Nicolas Garay, 5996 22