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El Ulises de Joyce, una aproximación desde el psicoanálisis *
Por Juan Pablo Mollo
I
Jacques Lacan dijo que Joyce era “el escritor por excelencia del enigma” 1. Sabemos que
el Ulises puede dibujarse sobre el tejido de la Odisea homérica o el plano de la guía
Tom de Dublín; también, puede organizarse de acuerdo con una teoría de los colores, el
esquema del cuerpo humano, las figuras retóricas o los tiempos de una misa; hay
múltiples posibilidades de desciframiento. Por esto, de las lecturas del Ulises, nace una
nueva modalidad de lectura que articula diversos saberes, lenguas, y una referencia
constante a la biblioteca universal, para revelar sus misterios.
El enigma es una enunciación que no se encuentra en el enunciado, “Stephen es Joyce
descifrando su propio enigma”2. Y Joyce, dijo alguna vez, que los universitarios, iban a
estudiar sus textos por trescientos años. Los joyceanos siguen descifrando esos enigmas.
El Ulises no es interpretable como un acto fallido, un síntoma, o un sueño. Para Freud,
como para los griegos, los sueños deben ser tratados como un texto sagrado a descifrar
como un mensaje. El psicoanalista lee lo que escucha y realiza una crítica textual para
encontrar un sentido que revelaría la verdad del deseo inconsciente. Un lapsus es una
metáfora, un jeroglífico; el psicoanalista un Champolión. Inversamente, la escritura de
Joyce, desde el Ulises, se caracteriza por el neologismo y la metonimia significante,
haciendo surgir una polisemia que finalmente desliza al sin sentido. Los equívocos
joyceanos están previstos y explicitados, no encierran un sentido oculto ni abren a una
dimensión de la verdad. Desde esta perspectiva, Jacques Lacan conceptualizó a Joyce
como “desabonado del inconsciente”3
Con la invención del Ulises, Joyce deja al poeta juvenil de Chamber music y el sutil
escritor de los cuentos Dublineses, para provocar una revolución en la narrativa del
siglo XX. En varias páginas del Ulises, y sobre todo, en Finnegans Wake el lector no se
1
Lacan Jacques. Seminario XXIII Joyce, el sinthome. Clase 11-5-76. Inédito
Ídem 1, Clase 13-1-76.
3
Lacan Jacques. Joyce, el síntoma I. Conferencia el 16 de julio de 1975 en la apertura del 5to Simposio
Internacional James Joyce. Rev. Uno por Uno Nº 44. París 1997. Pág.12
2
puede imaginar los colores, olores o sabores de las escenas, ni las caras de los
personajes o sus sentimientos, como sucede en una novela de Saramago. Joyce no deja
soñar al lector. El dispositivo joyceano no es alusivo, - donde hay un sentido, pero no se
lo puede captar -, pues procede mediante la superposición de significantes y la
desfiguración fonética, sin pasar por lo imaginario y la representación, originando la
imposibilidad de un sentido. No se lee el monólogo de Molly Bloom o el Finnegans
Wake a la espera de lo que puede suceder en la página siguiente.
No obstante, la lectura del Ulises no produce angustia como La náusea sartreana, sino
interés, indiferencia o eventualmente diversión; inversamente, la experiencia de lectura
de La caverna genera una dulce pacificación; tal vez, porque Saramago evoca, con la
fuerza de la metáfora, el orden de la tradición y el sentido de la herencia.
En lugar de describir con encanto, Joyce - quien tenía una especial sensibilidad por la
sonoridad de las palabras -, desde el Ulises, se satisface con una frase de significantes
mezclados, citas entrecortadas y homofonías translingüísticas que destruyen los efectos
literarios clásicos, por lo tanto, su última escritura resulta la antítesis de los presupuestos
de la Poética de Aristóteles4.
II
Según Ricardo Piglia, Joyce conocía bien los textos de Freud: Psicopatología de la vida
cotidiana y La interpretación de los sueños; su presencia es perceptible en la escritura
de Ulises y del Finnegans Wake. Joyce vio en el psicoanálisis un modo de narrar, no a
nivel de los contenidos, sino como una posibilidad de construcción formal donde el
sistema de relaciones no obedece a una lógica lineal. Aquí se ubica su monólogo
interior y la asociación libre.
Joyce pudo leer en el psicoanálisis, como pudo de leer en tantas otras disciplinas, un
nuevo modo de hacer literatura fuera de la tradición literaria. Así, la literatura le debe al
psicoanálisis la obra de Joyce5 .
4
Miller Jacques Alain. Lacan con Joyce. Rev. Uno por Uno Nº 45 París, 1997
Piglia Ricardo. Literatura y psicoanálisis. Conferencia realizada en Bs. As, el día 7 de julio de 1997,
con el auspicio de la Asociación Psicoanalítica internacional (IPA).
5
Joyce mantuvo una relación personal con Carl Jung, cuyas teorías influenciaban al
escritor Herman Hesse y quién había escrito un texto breve llamado ¿Quién es Ulises?
en donde considera que “el efecto perturbador del Ulises reside en que tras miles y
miles de envolturas, nada se esconde”; “puede leerse desde el final, ya que no existen en
él, ni antes ni después ni arriba ni abajo”; “todo es nuevo y todo ha existido desde el
principio”. No obstante, acorde a su teoría del inconsciente colectivo, para Jung, Ulises
es el símbolo, la unidad, de todas las apariencias individuales de la obra.
Jung concibe a Joyce con Freud, como profetas negativos que con su destrucción
creadora hacen patente la realidad “al contemporáneo influido por los prejuicios de la
Edad Media”6
Así como el psicoanálisis fue una revolución copernicana y una herida narcisística para
la humanidad; para Jung, Joyce habla el espíritu de la época, y el Ulises es el secreto de
nuestro tiempo. Y no casualmente, cuando le preguntaban por su relación con Freud,
Joyce contestaba: “Joyce, en alemán, es Freud”, pues Joyce y Freud significan alegría.
Joyce nunca quiso admitir que su hija Lucía era esquizofrénica; decía que era telépata y
que le comunicaba pensamientos milagrosos que él transcribía en su Finnegans Wake.
Ellos vivían en Suiza, Joyce la impulsaba a escribir textos y Lucía escribía, pero su
estado no mejoraba. Joyce fue a verlo a Jung y le dijo que su hija escribía lo mismo que
él; Jung le contestó con un veredicto: “allí donde usted nada, ella se ahoga”.
En la misma línea interpretativa, Jacques Lacan, recuerda las últimas palabras del
Retrato del artista adolescente, donde Joyce invoca a sus antepasados, con la creencia
en la misión de forjar la conciencia increada de su raza, para afirmar que el Ulises es el
testimonio por el cual queda enraizado a su padre7. Argumento que concibe a Bloom
como un padre que se busca un hijo; y a Joyce, como hijo de su obra literaria.
El mismo Joyce se concibe fuera de todo orden que lo haya precedido; sin embargo,
según Lacan, mediante el recurso a la escritura, logra hacerse un nombre propio con el
cual compensar la carencia paterna y fundar un nuevo orden donde “la literatura,
después de él, ya no puede volver a ser lo que era”8 .
6
Jung Carl Gustav. ¿Quién es Ulises? Ed. Quadrata. Bs. As. 2003
Ídem 1. Clases del 18-11-75 y 13-1-76
8
Ídem 3. Pág. 15
7
* Exposición en la mesa redonda: Las lecturas del Ulises; en el centenario del
Boomsdays, organizado por la Sociedad James Joyce de Bahía Blanca, en el Colegio de
Escribanos. Bahía Blanca, 16 de junio de 2004.
Publicado en Palabras, Boletín Oficial del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Bs.
As. Distrito I – Año VIII – Nº 39 – Julio 05
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