Problema clínico

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Problema clínico
Traumatismos craneoencefálicos
y alteraciones neuropsicológicas
Ángel Sánchez-Anguita Muñoz
Universidad de Salamanca. Salamanca. España.
Puntos clave
Descripción del problema
• Un traumatismo craneoencefálico (TCE)
es una lesión cerebral causada por
una fuerza externa, que puede producir
una disminución o alteración
de la conciencia y, eventualmente,
un déficit de las habilidades cognoscitivas
y/o de las funciones físicas.
• Hay dos procesos diferentes involucrados
en la mayoría de los TCE: a) una lesión
primaria, que es causada directamente
por el propio impacto, y b) un conjunto
de lesiones secundarias, que son
el resultado de las complicaciones locales
y de otros sistemas corporales.
• A medida que se recupera la conciencia
y la orientación, aparecen las secuelas
cognoscitivas y conductuales. Éstas
ocurren en diversas combinaciones,
y varían ampliamente en su naturaleza
y gravedad, dependiendo de la localización
y la intensidad del traumatismo, así como
también de las características premórbidas
del individuo.
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Las consecuencias de un traumatismo craneoencefálico (TCE)
en las funciones neurológicas y en las funciones fisiomotoras
dependen de distintos factores, los cuales indicarán sobre todo
un valor pronóstico de duración y evolución del paciente hacia
su curación parcial o total, o hacia el coma o la muerte.
Pero, la parte del cerebro afectada será la que determine
qué funciones neurológicas están dañadas. De todas formas,
e independientemente de que el TCE sea leve, todos
los pacientes experimentan unos síntomas posconmocionales
que afectan a su desarrollo normal en los quehaceres diarios.
Es indudable que, incluso en el caso de TCE leves, se produce
un daño axonal difuso y esta lesión se relaciona con déficits
cognitivos de: atención, concentración, velocidad
de procesamiento de información, memoria, lenguaje
o percepción.
En la actualidad, los traumatismos craneoencefálicos (TCE) representan una
de las primeras causas de muerte en la población menor de los 50 años de
edad. Los avances en la medicina han reducido el número de muertes, aunque
esto ha significado un aumento en el número de personas con secuelas neurológicas graves. Hay una prevalencia mayor en varones, y las causas más frecuentes son los accidentes de tráfico, laborales, deportivos y las agresiones1.
Las consecuencias de un TCE en las funciones neurológicas y en las funciones fisiomotoras dependen de distintos factores, como la duración y el
grado de pérdida de conciencia, la duración de la amnesia postraumática, el
tipo de lesión experimentada, la forma de afectación (focal o difusa), la edad
del accidentado, la situación previa al traumatismo o el origen del traumatismo (contusión, incisión, herida abierta o cerrada, con hemorragia interna o
externa). Estos factores condicionantes en el TCE indicarán, sobre todo, un
valor pronóstico de duración y evolución del paciente hacia su curación parcial o total, o hacia el coma o la muerte. Pero la parte del cerebro afectada
será la que determine qué funciones neurológicas están dañadas.
De todas formas, e independientemente de que el TCE sea leve, todos los
pacientes experimentan unos síntomas posconmocionales que afectan a su
desarrollo normal en los quehaceres diarios. Estos síntomas suelen ser: la dificultad en concentrarse, fallos de memoria, irritabilidad, ansiedad, estados
depresivos, dolores de cabeza, mareos, intolerancia al ruido o a la luz. Quizás
estos síntomas no sean la consecuencia única y directa del TCE, sino una
forma de respuesta psicológica al nuevo estado postraumático, dependiendo
de la forma de afrontar esa nueva situación por parte del paciente. Es indu-
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Tabla I.
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Escala de coma de Glasgow
Ojos
Respuesta motora
Abre espontáneamente
4
Abre a una orden
3
Abre al dolor
2
No abre
1
Obedece órdenes
Localiza dolor
Respuesta verbal
6
5
Flexión por retirada
4
Flexión anormal
3
Extensión
2
No responde
1
Orientado, conversa
5
Desorientado, conversa
4
Palabras inapropiadas
3
Sonidos incomprensibles
2
No responde
Total
Imágenes diagnósticas
Tabla II.
Medidas de gravedad según la escala de Glasgow
y la amnesia postraumática
Escala de Glasgow para el coma
Gravedad
Rango: de 3-8
Grave
Rango: de 9-11/12
Moderado
Rango: de 12/13-15
Leve
Pérdida de conciencia (tiempo)
Gravedad
< 30 min
Leve
Amnesia postraumática
Gravedad
Rango: > 24 h
Grave
Rango: 1-12 h
Moderada
Rango: < 1 h
Leve
1
3-15
Radiografías de la columna
cervical: lateral 7 vértebras
dable que, incluso en TCE leves, se produce un daño axonal difuso y esta lesión está relacionada con déficit cognitivos de
atención, concentración, velocidad de procesamiento de información, memoria, lenguaje o percepción2.
Una manera rápida de clasificar a los pacientes con TCE es,
según la escala de coma de Glasgow, en trauma leve, moderado y grave (tablas I y II, fig. 1):
– Leve para los pacientes que, en la escala, se encuentren
entre 15 y 13.
– Moderado para los pacientes que se encuentren entre 9 y
12.
– Grave para los pacientes que tengan una clasificación en
la escala de Glasgow igual o inferior a 8.
quierdo posee una función lingüística clara, necesaria para
identificar nombres, construir frases, etc., mientras que el
derecho se ocupa del reconocimiento de patrones musicales
y espaciales. Aunque la diferenciación simple de tono y ritmo
no parecen influidos en gran medida, en el reconocimiento
visual sí interfiere la capacidad de procesar información, porque el lóbulo temporal derecho se ocupa de la detección perceptiva de orden superior para las entradas visuales.
– La lesión del lóbulo parietal implicará alteraciones de las
entradas sensoriales: somestésicas, visuales y auditivas, y
en los pacientes se observarán alteraciones de la percepción de la forma corporal y su relación con el espacio circundante. El síndrome contralateral, en el que el individuo puede olvidar o negar la existencia de miembros de
Figura 1.
Alteraciones neuropsicológicas
y focalización cerebral
Muerte
Los TCE focales determinan las consecuencias neurológicas
en el paciente, según la parte del cerebro afectada. En la tabla
III se puede observar la clasificación de los TCE. Pero, para
poder estudiar los efectos de los traumatismos y lo determinante de la localización, deberemos tratar de forma diferente
los hemisferios y lóbulos cerebrales:
– El hemisferio izquierdo está especializado en funciones
como el lenguaje, el cálculo y la lógica, mientras que el derecho es dominante para procesar el dibujo o la música. Por
otro lado, las personas con lesiones en el hemisferio izquierdo presentan estados de ánimo triste y depresivo, ya que
este hemisferio procesa las emociones de manera más intensa, mientras que los lesionados en el hemisferio derecho
experimentan una neutralidad emocional, por lo que las vivencias dejan de tener un impacto negativo o positivo3.
– La afectación del lóbulo temporal producirá un trastorno
claro del lenguaje, ya que en él se sitúan las 2 zonas más importantes implicadas en el lenguaje. El lóbulo temporal iz-
Evolución del coma en
traumatismos craneoencefálicos.
Coma
Muerte
cerebral
Muerte
Estado
vegetativo
Estado vegetativo
persistente
Déficit
grave
Amnesia
postraumática
Déficit leve
moderado
o grave
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Tabla III.
Traumatismos craneoencefálicos y alteraciones neuropsicológicas
A. Sánchez-Anguita Muñoz
Clasificación de lesiones craneoencefálicas
Lesiones de cuero cabelludo. Traumatismos cerrados. Traumatismos
abiertos
Lesiones de cráneo. Fracturas. Lineales, deprimidas de la base
Lesiones de meninges. Fístulas de líquido cefalorraquídeo. Hernias
cerebrales
Lesiones de encéfalo
Lesiones primarias focales
Contusión
Laceración
Lesiones primarias difusas
Conmoción cerebral
Lesión axonal difusa
Hemorragia subaracnoidea
Lesiones secundarias
Lesión isquémica
Hematomas intracraneales
Hematomas extradurales
Hematomas subdurales
Agudos
Crónicos
Hematomas intracerebrales
Lesiones vasculares. Heridas penetrantes
Arteriales
Oclusiones
Seudoaneurismas
Venosas
Mixtas
Fístulas arteriovenosas
Lesiones de los nervios craneales. Edema cerebral. Secuelas
Tempranas
Hernia cerebral
Infección
Tardías
Lesión isquémica
Infecciones
Convulsiones
Síndrome posconmocional
Cefalea
Hidrocefalia
Fístula de líquido cefalorraquídeo
su propio cuerpo, se da en lesionados del lóbulo parietal
derecho. Se pueden experimentar dificultades de la orientación en el espacio para encontrar el camino, para copiar
dibujos, para escribir con deformaciones letras, palabras
espaciadas, dificultad de concentración o de memoria, a
corto plazo, de símbolos abstractos. En el caso del lóbulo
parietal izquierdo, donde se da una integración de datos
sensoriales encargados del lenguaje, pueden aparecer desórdenes de la gesticulación, la escritura, la aritmética y el
conocimiento verbal de ambos lados del cuerpo, con lo
que aparece incapacidad motora (apraxia). Si la afectación ha llegado también al lóbulo temporal, se producirá
afasia y alexia, o pérdida de reconocimiento verbal.
– La afectación del lóbulo occipital tiene una clara influencia
visual, por lo que se afectará el campo visual derecho o izquierdo, dependiendo del lóbulo inverso afectado, o simplemente manchas ciegas o escotomas, si la focalización ha sido
pequeña (heridas incisas, pequeños hematomas o heridas
por proyectiles). Como consecuencias neurológicas, debemos destacar que se verá afectada la velocidad en la lectura.
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– La lesión del lóbulo prefrontal izquierdo influye en la inmediatez verbal, mientras que la del lóbulo prefontal derecho no presenta incapacitación lingüística relevante. Por
eso, parece demostrado que hay una relación de complementariedad entre los lóbulos temporal y frontal del mismo
lado. Parece que, además de estas funciones, la atención, la
intuición y la flexibilidad aparecen alteradas en la resolución
de problemas que dependen del aprendizaje. Por ello, pacientes con lesiones dorsolaterales del lóbulo frontal tienden
a perseverar en la estrategia inicial, se estancan en la reiteración y se apartan del objetivo de resolver el problema. Los
3 sistemas aferentes (somestésico, visual y auditivo) están
afectados por traumatismos de este lóbulo; pero, más importante que estas funciones, se verán afectadas otras de tipo
neuropsicológico, como el lenguaje o la memoria, la atención
y la motivación4. A la hora de intentar adaptarse, estos pacientes pueden presentar fallos en respuestas afectivas y
emocionales a las situaciones ambientales y, como consecuencia de ello, se observan cambios de humor y carácter,
euforia o falta de iniciativa. Como ya se ha señalado anteriormente, esta consecuencia podría tener causas neurológicas: axonales neuronales e implicación de otras zonas cerebrales, como el hipotálamo o el sistema límbico; pero su grado, manifestación o complicación también dependen de
otros factores psicológicos y sociales del paciente, como la
personalidad, las circunstancias del accidente, la capacidad
de recuperación, la frustración ante el traumatismo, etc.
Funciones neuropsicológicas afectadas
por un traumatismo craneoencefálico
Las funciones neuropsicológicas afectadas por un TCE, principalmente, son: atención, concentración, memoria, velocidad
para procesar la información, ejecución, percepción, inteligencia, lenguaje y trastornos emocionales y de comportamiento
(tabla IV).
La atención suele estar alterada como consecuencia de un
TCE en sus diferentes niveles. Así, la atención focal o la atención a los estímulos externos es la primera que tendrá que
ejercitar el paciente después del traumatismo, ya que atiende
más a sus estímulos internos de dolor, o cambios fisiológicos.
Después deberá ejercitar la capacidad de concentración o de
atención sostenida, como prueba de fatiga; la atención selectiva, como prueba de no distraibilidad; la atención alternante,
como prueba de flexibilidad y agilidad mental, y, por último,
deberá probarse la atención dividida, como prueba de capacidad para atender a más de una cosa a la vez. En definitiva, la
queja más común del paciente es su incapacidad para concentrarse. Estas funciones presentan una alteración tras una lesión focal en los lóbulos frontales, así como por daño axonal
difuso o por desaceleración rápida.
La memoria es otra función que está alterada a causa de un
TCE, y cuya localización se encuentra en la parte anterior de
los lóbulos temporales que están implicados en el almacenamiento y la evocación de información, tanto semántica como
episódica. Es menos probable la afectación de la memoria a
corto plazo y en los lóbulos frontales encargados de las tareas
ejecutivas de control y regulación de la conducta.
Hay variaciones de la alteración, no sólo por los lóbulos implicados en la lesión, sino también por la lateralidad del lóbulo
afectado. Así, si están afectadas ambas partes del lóbulo, po-
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Tabla IV.
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Cambios de conducta y actitudes
en el traumatismo craneoencefálico
Apatía
Labilidad emocional
Retraimiento social
Irritabilidad y agresividad
Egocentrismo infantil
Indiscreción
Despreocupación
Humor infantil
Impulsividad
Desinhibición
Inatención y distraibilidad
Rigidez de pensamiento
Inquietud
Intolerancia a la frustración
Insensibilidad
Obstinación
drá presentarse un síndrome amnésico general. Si se ha producido en el hemisferio izquierdo, será una afectación de la
memoria verbal, y si se ha producido en el hemisferio derecho,
será una afectación de la memoria musical y visuoespacial.
La memoria temporal para organizar los sucesos en un orden y la memoria semántica son las más afectadas, mientras
que la memoria inmediata y la memoria procedimental no parece que estén muy afectadas, aunque algunas investigaciones
con niños y adolescentes con TCE indican que también la tenían afectada5. Todos los procesos implicados en el aprendizaje, la resolución de problemas o la adquisición de información
y evocación de ésta, se verán fundamentalmente afectados.
En los TCE, la velocidad del procesamiento de la información está fundamentalmente afectada, ya que después de un
traumatismo el cerebro trabaja de forma más lenta, debido
principalmente a lesiones difusas axonales o lesiones focales
de los ganglios basales.
Después de un TCE, la afectación de la función ejecutiva
del cerebro, localizada principalmente en los lóbulos frontales,
implica un déficit para iniciar, planificar y regular las actividades. La incapacidad para establecer metas y la identificación
de dificultades con pensamientos reiterativos e inflexibilidad
provoca en el paciente apatía y desinterés.
Las disfunciones perceptivas se derivan, fundamentalmente, de lesiones en el lóbulo parietal derecho. Por ello, la mayoría de los TCE no están afectados por esta deficiencia, ya que
la mayor parte de ellos afectan a la parte frontotemporal y, en
menor medida, la parte parietal u occipital.
Los TCE también afectan al coeficiente intelectual, de acuerdo con la gravedad de éste, lo cual va a influir en la capacidad
intelectual (Cl), aunque en la mayoría de los casos de modo
transitorio. Se ha observado que, en la fase aguda del TCE, el
grado de CI desciende posiblemente a causa de alteraciones en
la atención y la orientación, pero se va recuperando fácilmente
en el primer año después del accidente. Los déficits motores,
sensitivos y de velocidad de procesamiento permanecen en la
fase crónica de las secuelas, con una disminución de la CI.
Las alteraciones emocionales y de comportamiento constituyen una secuela incapacitante en el ámbito social y personal del paciente. Las consecuencias del TCE en la conducta
provoca desinhibición total y exageración, con una tendencia hacia conductas de tipo psicopático (lesión en la zona orbito-frontal) o inhibición total en las respuestas, con exagerada apatía, así como estado de ánimo y afectación depresiva (lesión en la zona dorso-lateral de los frontales). Las
alteraciones súbitas de humor parecen tener relación con las
lesiones del lóbulo temporal, con afectación del sistema límbico. Éste presenta una topografía extensa y compleja, está
implicado en unas experiencias emocionales exageradas y,
junto con el hipotálamo, condiciona las experiencias sensoriales, infiriendo urgencia, viveza y emoción; pero, cuando
se lesiona provoca sensaciones de terror, miedo, tristeza,
irrealidad, depresión, extrañeza, deseos de soledad, sentimientos paranoicos, cólera y sentimientos contrapuestos.
Como trastornos emocionales son frecuentes los estados de
ansiedad y depresión, y menos habituales los trastornos psicótico o bipolar6. Las lesiones temporales izquierdas se han
asociado con depresión y las temporales derechas, con trastornos maníacos.
Una de las afectaciones neuropsicológicas más importantes
quizá sean los problemas de lenguaje asociados a un TCE, ya
que en el lenguaje están implicadas otras funciones igualmente afectadas, que hemos reseñado más arriba, como la atención, la percepción o la memoria. Por ello, los problemas de
lenguaje y comunicación deben analizarse de una forma mucho más global que otras funciones neuropsicológicas afectadas. Y aunque estas funciones del lenguaje se hallen en una de
las áreas morfológicamente más localizadas (lóbulo temporal
izquierdo, área de Broka y Wernicke), al estar implicadas otras
funciones, resulta más difícil establecer qué lóbulo o zona no
estaría implicada en disfunciones del lenguaje, o en la capacidad comunicativa después de un TCE.
La interrelación de las funciones afectadas (atención, percepción, memoria, velocidad de procesamiento) con las funciones del lenguaje hacen que el tratamiento sea aún más personalizado, si cabe, que en otros pacientes que han experimentado un TCE. Las áreas del lenguaje afectado pueden ser
fonológicas, sintácticas, morfológicas, semánticas, y también
se asocian a disfunciones motoras, como la articulación, la
pronunciación y la gesticulación.
Las dificultades en atención, percepción, enlentecimiento
del procesamiento de información, problemas de fluidez verbal o dificultad de razonamiento afectan al contenido de la información que se recibe, lo que hace que la relación social y la
comunicación interpersonal sea muy difícil. Algunas dificultades de lenguaje (p. ej., ecolalia, verborrea excesiva, dificultad
de comprender, perseveraciones, dificultad para reconocer
detalles, dificultades con entorno paraverbal de la comunicación, confusión interna de memoria y comprensión, confusiones semánticas y sintácticas, desinhibición o inhibición en lenguaje, modulación del tono, ritmo de conversación alterado,
falta de flexibilidad en el discurso) también afectan de forma
directa a la recuperación del paciente. Los déficits motores y
las deficiencias en la CI también influyen negativamente en la
comunicación y el lenguaje después de un TCE. Ejemplos de
estos trastornos podrían ser la anomia y la disartria o, en menor medida, la afasia –en la que el número de afectados oscila
alrededor del 10% de los casos–. Ocasionalmente, afecta a la
prosodia y la entonación7.
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Traumatismos craneoencefálicos y alteraciones neuropsicológicas
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Consecuencias secundarias
a los traumatismos craneoencefálicos
Las consecuencias secundarias a los TCE son precisamente
las que adquieren más importancia para el paciente y las que
le crean más frustraciones y dificultades para reintegrarse al
modo de vida anterior al TCE. Estas consecuencias podríamos
describirlas brevemente asociadas a la alteración neuropsicológica.
Los déficits de atención o de concentración tienen una
implicación muy importante en los nuevos aprendizajes que el
paciente tendrá que hacer durante su vida. Las dificultades en
este aprendizaje y su formación no harán más que limitar sus
posibilidades de promoción en una sociedad competitiva.
Los déficits en memoria provocan en el paciente dificultades para recordar sucesos nuevos, nombres, caras, citas, lo
que tiene que hacer, donde están las cosas. Ello afectará a todos los aspectos de su vida: tiempo libre, actividad laboral, vida familiar.
Los déficits en velocidad de procesamiento de información conllevarán problemas en el mundo laboral, donde en
ocasiones la capacidad de reacción puede salvar su vida, así
como en otras actividades cuya deficiencia provocaría peligro
grave, como en la conducción de vehículos. La carencia en
funciones ejecutivas provoca en el paciente la posibilidad de
no conseguir un empleo o no ser capaz de mantenerlo, no poder cuidar de su familia o la incapacidad de establecer nuevas
relaciones. La inconstancia de los pacientes con esta deficiencia conllevará dificultades muy importantes en la inserción sociolaboral.
Los déficits emocionales y de comportamiento son unas
de las secuelas más importantes para los familiares de estos
pacientes, lo que hace muy difícil la convivencia con ellos, por
lo que en la mayoría de los casos quedan aislados socialmente,
ya que estos trastornos emocionales derivados de TCE dificultan enormemente la integración social del individuo.
Las carencias en el lenguaje y la comunicación afectan
de manera directa al entorno del paciente: familiar, laboral, de
amistad, institucional, etc., ya que la comunicación es la forma
más importante de relación social entre los seres humanos.
Por ello, el bloqueo de estas funciones puede traer consigo
otras consecuencias conductuales o emocionales asociadas
que dificultarán aún más la integración del paciente a la vida
social y normal anterior al TCE.
Por todo ello, los profesionales y las instituciones implicadas en el diagnóstico y el tratamiento rehabilitador de estos
pacientes deben realizar un análisis exhaustivo y orientado a
las características concretas del paciente. Es determinante
aumentar los estudios de las limitaciones que han permanecido como secuelas, para que éstas sean cada vez más temporales y menos permanentes, así como orientar el esfuerzo para
disminuir los efectos: físicos, motores, neuropsicológicos y
conductuales. Se deberá trabajar en adaptar esas limitaciones
al entorno social del paciente, las cuales en algunos casos son
la causa de discapacidades irreversibles, así como aceptar
esas limitaciones, como paso previo para adaptarse al medio
social y, por qué no, para interiorizar sensaciones de autoeficacia y superación que le hagan restablecerse a través de sus
numerosos recursos y capacidades, a veces no descubiertos, y
mejorar la calidad de vida. J
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