felicitas luna “PAPA ME ENSEÑO QUE NO HAY QUE TENERLE MIEDO A LA HISTORIA” “Desde que comenzamos a venir a Los Bichos, los Luna nos sentimos parte de Capilla del Señor”, cuenta Felicitas en el jardín de la chacra que sus padres compraron hace más de cuarenta años. El edificio, construido en estilo colonial a finales del siglo XIX, es el lugar en el que todos los fines de semana se reúne con su familia. Heredera de uno de los patrimonios historiográficos más importantes del país, la hija de Félix Luna dirige la revista que fundó su padre en 1967. En Los Bichos, su chacra de Capilla del Señor, muestra los rincones en los que el historiador forjó la mayor parte de su obra C apilla del Señor –una localidad ubicada a 82 kilómetros de la Capital Federal– no sólo es uno de los primeros poblados del virreinato del Río de la Plata, sino también el lugar que eligió el historiador Félix Luna con su familia para ir todos los fines de semana, contactarse con la naturaleza y escribir. Felicitas Luna (47), su segunda hija, historiadora egresada de la UBA y heredera de un patrimonio bibliográfico único en el país, habló en exclusiva para ¡Hola! en su chacra Los Bichos, en el interior la provincia de Buenos Aires. Es editora y coordinadora de Todo es Historia, una revista que se edita de forma ininterrumpida desde hace cuarenta y cinco años. Los últimos veintincinco estuvieron a su cargo. Mientras, Felicitas (separada, madre de Morena, de 9 años) desarrolló en paralelo un arduo trabajo de investigación fotográfica. Formada en temas de conservación del patrimonio, su labor no sólo se ve reflejada en la edición gráfica de la publicación, sino en la investigación de fotografías vinculadas con el pasado. Esta es la historia de una mujer dedicada a la historia. 150 151 “Esta casa representa mi pasado, pero también mi presente y mi futuro. Es un lugar que relaciono mucho con la música, porque siempre estábamos escuchando jazz o zarzuelas” Los Bichos está decorada con artesanías que la madre de Felicitas –Felisa de la Fuente– fue comprando en sus viajes por América latina. Arriba: Felicitas nos recibe en la puerta de su chacra junto a su perro Tiburcio. Abajo: un rincón del estudio en el que Falucho –así le decían a su padre los amigos íntimos– leía y escribía. En la biblioteca se destaca parte de la colección de Todo es Historia. Arriba del sofá se aprecia un retrato de Carlos Luna, padre de Félix. Derecha, abajo: la máquina de escribir que perteneció al historiador. 152 –Contanos los orígenes de esta chacra. –Mis padres la compraron en 1970. Pertenecía a una familia del pueblo y se construyó en estilo colonial a finales del siglo XIX. Recuerdo que cuando la vi por primera vez, la casa estaba muy destruida. Mi mamá, que es una mujer muy astuta y visionaria, convenció a papá para que la comprara con la excusa de que él tendría un lugar exclusivo para leer y escribir, y nosotras, sus tres hijas, un espacio para disfrutar. A lo largo de los años, fuimos plantando árboles frutales y haciendo pequeños cambios, pero siempre mantuvimos el estilo de una chacra. Hoy, dos años después de la muerte de papá, es donde todas las semanas nos reunimos en familia y con amigos. Porque el espíritu de este lugar siempre fue el de descansar y convivir con los afectos. –¿Qué representa esta casa para vos? –Mi pasado, pero también mi presente y mi futuro. Es una casa que relaciono mucho con la música, porque siempre estábamos tocando la guitarra, escuchando música clásica, jazz o zarzuelas. También tengo muy presente cuando, los sábados a la noche, mientras mamá cocinaba su famoso arroz con huevo, papá nos contaba cuentos a mi hermana María y a mí para mitigar el hambre. Esta casa, además de ser un punto de encuentro, me transmite el privilegio de tener un lugar de pertenencia. –¿Cómo era estudiar historia siendo la hija de Félix Luna? –Comencé justo en 1983, cuando se restableció la democracia. Y creeme que si llegó a haber alguna comparación con mi padre, jamás me di cuenta. En ese entonces la universidad estaba muy politizada y muchos jóvenes buscaban oportunidades a través del estudio y el debate. Siempre me sentí afortunada de estudiar aquello por lo que mi padre se comprometió con honestidad, pero nunca sentí el peso de “ser la hija de”. Sabía que yo tenía un sello propio. –¿Cuál es la anécdota que más recordás de tu padre? –Cuando fue secretario de Cultura de la ciudad de Buenos Aires en tiempos de Raúl Alfonsín (1986-1989) tuvo que presentar el Día del Payador en el Teatro Presidente Alvear. Recuerdo que estaban todos los payadores y el teatro completísimo. Papá entró al escenario y después de saludar al público llamó a su asistente para que le acercara una guitarra. ¡Había decidido presentar su discurso como si fuera una payada! Lo hizo con gran desparpajo y alegría. La 153 “En 1967, en plena dictadura de Juan Carlos Onganía, había mucha censura, por lo que papá decidió que era el momento para lanzar una revista de historia. En mayo de ese año apareció la primera edición de Todo es Historia con una imagen de Juan Manuel de Rosas”, dice Felicitas mientras se relaja en el living de su chacra. La mayoría de los muebles de la chacra de los Luna son rústicos. Se destacan también algunas antigüedades y objetos autóctonos argentinos. La madre de Felicitas es una gran coleccionista de cafeteras antiguas y textiles norteños. “La historia es como la matemática, pasa por quien la enseña. Es evidente que a los argentinos nos encanta, porque una revista como Todo es Historia está a punto de cumplir 45 años de vida”, confiesa la investigadora. “Cuando le conté a papá que quería seguir la carrera de Historia, se rio mucho y me dijo que lo iba a deschabar porque descubriría que era un impostor. El siempre se mostró orgulloso y jamás me presionó” 154 gente lo ovacionó de pie y mamá, mis hermanas y yo no podíamos creerlo. El era así: creativo, divertido, un tipo que aprovechaba cualquier oportunidad para exponer públicamente su veta de historiador y de músico. Un criollo cabal, una persona que conocía perfectamente la esencia argentina. –¿Cómo es tu relación con la revista Todo es Historia? –A lo largo de su vida, mi padre utilizó todos los soportes que tuvo a mano para divulgar la historia argentina, y lo hizo a través de la escritura y el periodismo. Concibió obras como El 45, Soy Roca, Perón y su tiempo, Ortiz, Yrigoyen, Alvear y Encuentros. Otro aspecto fue la música, porque además de escribir la poesía de la Misa criolla, también concibió Cantata sudamericana, Mujeres argentinas, Los caudillos y temas como “Zamba de usted”, que se lo dedicó a mi madre. Toda su obra musical está vinculada con Ariel Ramírez y Mercedes Sosa. Además de dar conferencias por todo el país, hizo radio y televisión. Sin embargo, algo que papá siempre quiso hacer fue tener una revista de historia. Y narrarla para todos los argentinos. –¿Cómo es dirigir una publicación de este tipo? –Es un desafío muy grande, porque hace falta mucha mística de trabajo y pasión, además de constancia, disciplina y alegría. Gracias a esos tres condimentos es posible sostener este emprendimiento cada mes. Comencé a trabajar a los 20 años y pasé por todos los escalafones. A lo largo de todo este tiempo, me di cuenta de que los lectores son muy fieles y agradecidos. Sin ellos y sin un grupo importante de empresas e instituciones que apoyan la cultura nacional, esta publicación no se sostendría. Me impresiona percibir que existe un ir y venir muy fuerte con el lector. Eso me enorgullece y, mes a mes, hace que me comprometa. Mi padre decía que Todo es Historia era su “hija menor”. Y para mí es como una hermana más chica a quien hay que cuidar, pero también dejarla andar para que tenga brillo propio. Por suerte, tengo a mi lado a María Sáenz Quesada, una excelente historiadora que dirige el contenido editorial. –Tu pasión es la fotografía histórica... –Mi primer trabajo en la revista fue ordenar el archivo fotográfico. Ahí empecé a interesarme por la imagen y su conservación. Es una de las actividades que más placer me da junto con la coordinación de la revista. Es sorprendente darse cuenta de que esta labor muchas veces está en manos de mujeres. Desconozco el motivo exacto pero a lo largo de mi vida me fui dando cuenta de que nosotras somos las que más 155 “Papá era un tipo que conocía perfectamente la esencia argentina. Un criollo cabal, creativo y divertido” 156 • Texto: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Hernán Pepe Maquillaje y peinado: Joaquín López Patterson, para Elite Studio Agradecimientos: Fabiana Pío, Plata Nativa y Elementos Argentinos Ale López Eduardo Camera Felicitas disfruta mucho los fines de semana que pasa en Los Bichos –un nombre inspirado en una milonga que Félix Luna compuso junto con Ariel Ramírez– porque, según explica, “esta casa, además de ser un punto de encuentro, me transmite el privilegio de tener un lugar de pertenencia”. Abajo: la familia Luna al completo cuando el historiador cumplió 80 años: Felisa –más conocida como la Negra– y Félix junto a sus hijas (en orden de aparición) Florencia, María y Felicitas. interés mostramos por dar a conocer nuestro pasado, porque lo queremos transmitir a nuestros hijos, a nuestra descendencia. Las fotos siempre tienen historias para contar. La imagen tiene una contundencia y una fuerza que pocos documentos pueden transmitir. Por eso me preocupa el cuidado de nuestro patrimonio fotográfico: gracias a ello podemos darle un giro a la tarea de divulgación histórica. –¿Cuál es la mujer que más admirás de la historia? –Mujeres interesantes en la historia hay muchas. Pero creo que no hubo otra como Mariquita Sánchez de Thompson. Porque además de ser madre y esposa, rompió los cánones de una sociedad colonial muy religiosa; se animó a hacer cosas que no hacían las damas del 1800. Además, terminó su vida muy preocupada, no sólo por el estado de sus amigos exiliados, sino también por el medio ambiente. En sus cartas se reflejan comentarios cotidianos sobre su preocupación por su entorno, como la contaminación del río y el cuidado de los árboles. Mariquita fue una pionera: en 1854 se animó a sacarse una fotografía con daguerrotipo. Esa placa tiene un brillo único, producto de la mano de Antonio Pozzo, que fue quien le tomó esa imagen. Ella está relajada, tocándose la oreja y mirando a la lente con una naturalidad única. Mariquita es el prototipo de mujer que, de haberla conocido, me habría fascinado. 157