Varias Historias Entrecruzadas

Anuncio
LUIS RAUL SANCHEZ CACCIOLA
VARIAS HISTORIAS ENTRECRUZADAS - UN SOLO FIN.Como en toda historia real, existen los protagonistas, los lugares y las fechas.
La historia de los CACCIOLA, mi apellido materno. Todos ellos sicilianos comienza
según mis apreciaciones con Rosario Cacciola y Tereza Vinciguerra, por el 1780,
mis tatarabuelos.
Mis bisabuelos Vicenzo Cacciola nacido el 15/2/1835 en Taormina y mi bisabuela
Francesca D’Agostino nacida en 1842 Messina.
De este matrimonio llegaron a Argentina en el Vapor Umbria el 2/11/1903 con su hijo
Francesco Cacciola.,mi abuelo, nacido el 2/12/1877 en Giardini, con 31 años.
Quiero destacar que mi bisabuelo cuando llegó a Argentina tenía 68 años y mi
bisabuela 61 y que me llena de asombro pensar que hace 107 años tomaron esa
decisión considerando su elevada edad para ese entonces, inician, digamos una
Nueva Vida.
Aca se corta esta historia, que asoma otra vez en 1909, cuando mi abuelo regresa a
la Argentina desde Sicilia con mi abuela María Venera Currenti Pizzolo nacida el
10/4/1888 en Piedemonte Etnea- Catania de 21 años y casados el 25/9/1909, en el
mismo lugar y llegaron el 2/11/1909, después de 6 años y coincidiendo también su
llegada del 2/11/1903 por mis bisabuelos. Entonces se inicia una nueva familia esta
vez argentina, con 6 hijos todos argentinos, una, mi madre Emilia Cacciola Currenti,
siciliana ella, “armada” en nuestro país. Pasaron los años y mi abuela María Venera,
fallece a consecuencia de un parto el 15/06/1919, quedando por consecuencia mi
abuelo con 6 hijos y que al pasar el tiempo, no mucho, fallecen dos, a partir de ahí
comienza otra historia, esta vez en Argentina.
Mi madre la mayor de todos los hermanos, 2 varones, 2 mujeres, por esa condición,
y con 6 años, debe hacerse responsable de sus hermanitos, porque mi abuelo, como
buen inmigrante tenía que trabajar, marcando a mi madre a tan temprana edad una
responsabilidad de la cual se hizo cargo toda su vida, el miedo a que pasara algo, y
el cuidado excesivo de los que fuimos, con mi hermano Nelson, protegidos hasta su
fallecimiento.
El tiempo pasó, ya mayores, todos los 4 hermanos, mi abuelo y no se porque medio,
desde Sicilia, tuvo contactos y tomó la decisión de casarse nuevamente.
1
LUIS RAUL SANCHEZ CACCIOLA
Para ello, la novia “Fidanzata”, venía junto con su “Biancheria”, acompañada por una
señora mayor, que la cuidaba durante el viaje a America a su Argentina, otra vez se
cruzó la fatalidad, y el Barco Principessa Mafalda, se hundió frente al Brasil, el
27/10/1927, muriendo esta señora que no se su nombre ni apellido, pero sin lugar a
dudas Siciliana y de algunos lugares que mencioné al principio.
Esta noble mujer Siciliana merece este homenaje sin saber quien era, porque
cuando se produjo el hundimiento, ella iba en su bote salvavidas, junto a la señora
de compañía y otras mujeres y niños. Había un inmigrante que estaba flotando y
agarrado al bote porque en él estaba lo único que traía de Italia, su mujer e hijos.
Esta sublime señora, se arrojó a las aguas del mar, cediendo su lugar a este
hombre, pereciendo ahogada, porque su nobleza pudo mas que su futuro, su
felicidad.
Esto lo sé, me lo contó mi madre, porque la señora de compañía que iba en el
mismo bote, se lo contó a mi abuelo Francesco, ésta triste historia real, esta trágica
determinación, ella fue una mas de las 314 víctimas. Mi abuelo nunca más volvió a
casarse.
Pero siguiendo el relato histórico, Emilia Cacciola se casó con Marcelino Sánchez
Hernández, mi padre, nativo de Castilla la Vieja, mas preciso Avila, llegando a
Argentina en el vapor Capnorte el 14/11/1925, con apenas 19 años, solo,
despidiéndolo su madre Antonia con un beso en la frente dandole una hogaza de
pan y un pedazo de jamón para que su hijo no sufriera hambre. Marcelino nunca
mas volvió a ver a sus padres, únicamente sus tumbas, porque en el año 1975
regresó a su aldea natal.
Se conocieron la “gringa” y el “gallego” en Ingeniero White, puerto de Bahía Blanca,
se casaron el 21/03/1936, mi reflexión es que jamás se hubieran conocido en su
Europa, y yo no estaría escribiendo esta Historias Entrecruzadas (porque hay mas
adelante), por el coraje que tuvieron hace mas de 100 años
Finalmente aparezco, nacido en 1937, con mi hermano Nelson en 1941 y comienza
mi historia, o sigue, porque me casé con Mirta Arens Masson, hija de
Luxemburgueses y alemanes del Volga, sus padres ya eran argentinos, porque los
suyos habían llegado a Argentina en las postrimerías del Siglo XIX.
2
LUIS RAUL SANCHEZ CACCIOLA
Mi hermano, se casó en Trelew con la hija de Colonos Galeses, ya que sus padres,
de niños llegaron a nuestra Patagónia, Puerto Madryn en el barco “La Mimosa”.
Entonces hay mas descendientes españoles, italianos, galeses, alemanes,
luxemburgueses, etc.
Y ahora siguen las historias de mis hijos, sobrinos, casados a su vez con otras
etnias, además de las originarias, siempre la historia se repite, que ellos se hagan
cargo a partir de ahora y a no perder sus orígenes y el amor por nuestra Argentina.
Nació, creo, así, una mezcla de todas clases de genes, costumbres, religiones y
todo lo que hacen al SER ARGENTINO, configurando una NUEVA RAZA.
Este es un solo fin y no el fin de esta historia, que seguirá, a través del tiempo, el
infinito, aunque nadie la escriba.
REFLEXIONES
Que fácil es ahora con un “plástico” y en 12 horas ir a Europa u otro país o
viceversa, pensar que entonces estos desarraigos era una despedida para toda la
vida, para la mayoría volver, si sus posibilidades se lo permitían, era una utopía
latente. Dieron gran parte de su vida a nuestra tierra, con el fruto de su trabajo, junto
a su esposa e hijos, nietos, amigos.
Mi padre, volver a su lugar de origen era una obsesión, tuvo su oportunidad,
encontró todo igual, en su aldea centenaria, menos a sus padres, algunos hermanos
y también amigos, visitó sus tumbas.
Pero con la alegría de verse otra vez “el niño”, recorrer sus calles, lugares, corrió al
campanario de la Iglesia de su aldea y gritó, tocando las campanas “soy Marcelino
Sánchez, hijo de Doroteo y Antonia, ¡¡HE REGRESADO!!
Muy pocos salieron a recibirlo, habían pasado 50 años, sin retorno, inexorables.
Ya no era el niño de andanzas y travesuras con sus amigos, el encantamiento se fue
apagando, comenzó a extrañar, sentir nostalgia, quería volver a su Argentina con su
señora, hijos, nietos, amigos, era otra persona, tenía un nuevo origen hasta su
muerte.
Tal es asi el arraigo a su Argentina que a los pocos años tuvo la posibilidad
nuevamente de ir, y al efectuarle el ofrecimiento me dijo “para que hijo, ya fui”.
Obsesión cumplida.
3
Descargar