Traducción libre con fines didácticos Prof. Gustavo M. Rodríguez García Hacer que los castigos sean apropiados para el crimen corporativo Gary Becker ¿Cuál es la forma apropiada de establecer castigos para los crímenes corporativos? El acuerdo de confesión sincera (plea-bargaining agreement) en el caso de Drexel Burnham Lambert Inc. que, se dice, impuso una multa de más de US$ 600 millones de dólares por presunto fraude de seguridad y correspondencia es el más reciente y dramático ejemplo del dilema que tienen que abordar quienes se confrontan con la determinación de castigos y particularmente multas. Las multas son atractivas en estos casos porque compensan el daño y castigan a los perpetradores al mismo tiempo. Los castigos por crímenes corporativos –de hecho, por todos los crímenes- deben incluir multas determinadas por el daño causado a los individuos, otras organizaciones y la sociedad en su conjunto. La penalidad debe ser un múltiplo, antes que el equivalente, del daño causado. Esto es así porque muchos violadores de la ley resultan impunes. Si las compañías condenadas pagan solo por los daños que causan, el efecto disuasivo de las multas sería demasiado débil porque las compañías que no son atrapadas pagan nada. Atrapados en el acto.- El efecto disuasivo logra solo un balance adecuado si las corporaciones condenadas también pagan por las compañías que no son detectadas delinquiendo. Por ejemplo, si es sabido que solo un tercio de un tipo muy particular de fraude de seguridad es castigado, las compañías que son condenadas deberían pagar tres veces más del daño que han causado. Podría parecer injusto hacer que las compañías condenadas paguen por los crímenes de otros. Pero las compañías que cometen crímenes claramente asumen que existe probabilidad de no ser atrapadas. En ese sentido, las compañías sancionadas de acuerdo a esta fórmula no sobre pagan: en el ejemplo del fraude de seguridad, las compañías culpables tienen un tercio de probabilidades de ser atrapadas y pagar tres veces más el daño causado y dos tercios de probabilidad de escapar al castigo y pagar nada. Obviamente, es difícil estimar los daños causados en muchos crímenes corporativos e incluso más difícil determinar la probabilidad de condena. Sin embargo, estas dificultades son compartidas por cualquier sistema que trate de hacer que el castigo calce con el crimen. Al pasar del tiempo, la estimación de los daños y la probabilidad de condena mejorarán a medida que las cortes y otros ganen experiencia en la aplicación de este enfoque. Podría parecer extraño que las multas recomendadas no dependan de la ganancia obtenida en los crímenes. Esto no debe ser sorpresa. El propósito es la adecuada disuasión, no la venganza. El objetivo es eliminar los crímenes que imponen costos más elevados en los demás con respecto a las ganancias de los perpetradores. Este objetivo se logra cuando las multas se basan exclusivamente en el daño causado a otros. Consideren una planta de acero que contamina el agua y el ambiente en el vecindario colindante. Si cada tonelada de acero producido causa un daño ambiental ilegal de US$ 100 a los vecinos, y si la probabilidad de condena por la contaminación es una entre cuatro, la multa apropiada debería ser de US$ 400 por tonelada producida. Siempre que exista una multa, existe la posibilidad de que la ganancia exceda la multa. Pero esto no es necesariamente malo. En este ejemplo, la planta todavía generaría US$ 100 por tonelada luego de pagar la multa si hubiese ganado US$ 500 por tonelada producida. Sin embargo, la ganancia neta proviene del acero que la gente quiere, no del daño que se ha hecho al ambiente. Propuse este enfoque en un artículo publicado hace más de 20 años atrás. Fue discutido en un debate sobre el crimen corporativo preparado el pasado julio por algunos miembros de la Comisión de Sentencias de los Estados Unidos. La Corte Suprema de los Estados Unidos recientemente confirmó la legalidad de esta comisión que fuera creada en 1984 por el Congreso a fin de promulgar guías para la emisión de sentencias por crímenes federales. Los materiales de discusión de la Comisión incluían estimados preliminares del daño social y multas apropiadas para diversos crímenes. Aunque muchas de estas multas son las que resultan impuestas por las cortes federales, la Comisión trata de evitar castigos excesivos sugiriendo la imposición de multas en cualquier proceso promovido directamente por las víctimas. Incluso en ese caso, la Comisión podría haber sobrestimado el daño causado por algunos perpetradores de crímenes corporativos, como algunos críticos han apuntado. SIN PRISIÓN.- Si existen multas apropiadas, no existe razón para llevar a prisión a los funcionarios de corporaciones que cometen fraudes de seguridad, violaciones a la ley de libre competencia, evasión tributaria y crímenes similares. Los directores de compañías que pagan multas grandes por crímenes cometidos por sus funcionarios tienen el incentivo para despedirlos o forzarlos a corregir el acto. La prisión es inferior a las multas porque la prisión es costosa. En efecto, el encarcelamiento castiga a los contribuyentes de la misma al mismo tiempo que castiga a los criminales. Desde luego, los funcionarios deben ser apresados cuando sus compañías se dedican a los asesinatos y otros crímenes que no pueden ser compensados con multas. Muchas empresas se oponen a una aproximación racional al castigo para crímenes corporativos debido al miedo a castigos más severos. Multas apropiadas son más severas para crímenes corporativos que causan mayores daños, pero son menores para varios crímenes que tienen pocos efectos dañosos en otros. Los ejecutivos –así como el público- deberían apoyar a la Comisión de Sentencias que está tratando de poner los castigos para crímenes corporativos en buen pie. Delineando castigos para los crímenes de cuello blanco Gary Becker Aunque el crimen corporativo de cuello blanco no genera el miedo y alarma producido por los asaltos y robos, no debemos fomentar dicho crimen mediante la imposición de castigos inadecuados. Propongo un sistema de multas que repararían a la sociedad el daño generado por los crímenes corporativos. En el caso de los crímenes de cuello blanco, la mejor forma de lograrlo –y castigar los actos criminales- es imitar lo que se hace en las demandas civiles, esto es, multar a las compañías culpables con sumas determinadas en función a los daños derivados de sus actos. Los ejecutivos que consideran cometer un crimen toman en cuenta no solo el castigo que enfrentarían sino también la probabilidad de ser aprehendidos. Esto sugiere que la multa apropiada debería ser equivalente al daño causado –incluyendo los costos de persecución del delito- dividido por la probabilidad de que una compañía culpable sea castigada. Por ejemplo, si el acto genera un daño de US$ 1 millón de dólares y existe el 50% de probabilidad de que el acto quede impune, entonces la multa debe ser de US$ 2 millones de dólares. Las multas de esta magnitud forzarían a las compañías a pensar mejor antes de cometer crímenes de cuello blanco. Generalmente, los castigos reflejan la probabilidad de no ser atrapado. Por ejemplo, el pago de daños triplicados en casos de libre competencia son una aceptación de que la mayoría de los violadores de las normas antitrust quedan impunes. Es más, el estatuto de procedimiento criminal federal de 1984 permite que las compañías sean multadas con el doble de la ganancia pecuniaria obtenida de actos criminales, otra aceptación de que muchos violadores de la ley escapan la detección. Multas de Billones de Dólares.- Las multas apropiadas fluctúan alrededor de los cientos de millones de dólares. Afortunadamente, las cortes y autoridades reguladoras se han vuelto dispuestas a establecer estas multas. Durante el pasado verano, una corte de apelaciones confirmó una multa contra Exxon Corp. de más de US$ 2 billones de dólares por violar reglas referidas al precio del aceite entre 1975 y 1981. Hace unos años, Weyerhaeuser Corp. fue encontrado responsables por más de un US$ 1 billón de dólares en una acción privada por libre competencia. El caso fue transado por más de US$ 50 millones de dólares. Los crímenes de cuello blanco que incrementan la ganancia corporativa por menos que las multas esperadas no serían rentables. Se sigue que la gerencia trataría de evitar estos crímenes porque una reducción de las ganancias reduce la utilidad y bienestar. Los stakeholders también pueden demandar a la gerencia de compañías culpables por la desviación de sus deberes. Estas demandas buscan imponer gravámenes en los bienes personales de los ejecutivos de modo que pueda presionarse a los líderes corporativos a salir de sus empleos. Enfrentados a la posibilidad de multas apropiadas y demandas de stakeholders, la gerencia probablemente estaría incentivada a estar mejor informada de las decisiones que pudieran llevar a crímenes de cuello blanco –y a implementar procedimientos para reducir su probabilidad. Aunque las multas apropiadas podrían desincentivar la mayoría de crímenes de cuello blanco, podrían no desincentivar los crímenes que incrementan el bienestar del país– esto es, los crímenes que incrementan la ganancia corporativa en más que el daño infligido a la sociedad. La violación de ciertas normas contra la contaminación puede ser un buen ejemplo de esto. Pero incluso en estos casos, las multas forzarían a las compañías a tomar en cuenta el valor de los daños generados en terceros. Es más, las empresas condenadas tendrían todavía que compensar a la sociedad. Si las empresas condenadas pagan por el daño a la sociedad, ¿por qué deberíamos desincentivar los crímenes de cuello blanco que incrementar el bienestar del país? Pagando la deuda.- Pareciera injusto castigar a empresas culpables con solo multas en lugar de encarcelamientos o libertad condicional para los trabajadores culpables. Mi recomendación a favor de las multas se basa en la asunción de que el principal objetivo de un sistema razonable de justicia es compensar a víctimas inocentes por el daño sufrido de los actos intencionales de otros. En algún momento, algunas leyes injustamente permitían que los individuos y empresas se salieran con la suya gracias a multas ínfimas como sustitutos de sentencias de encarcelamiento prolongado. Pero las multas que fuerzan a las empresas culpables a compensar plenamente a la sociedad no son un castigo injusto. Las multas apropiadas para algunos crímenes de cuello blanco serían muy elevadas y tendrían un severo impacto en el bienestar de incluso empresas más grandes. Algunas compañías se verían forzadas a declararse en bancarrota. Las cortes deben trabajar junto a estas empresas para ayudarlas a pagar su deuda a la sociedad en la misma forma en que las cortes ayudan a empresas en insolvencia a pagar a sus acreedores. Sin embargo, los gerentes culpables –y otros trabajadores culpables- de empresas que no pueden pagar su deuda deben ser castigados de otra forma incluyendo reglas de conducta, restricciones laborales y quizás, incluso términos de prisión para quienes sean responsables de ofensas serias. Esta es la razón por la que el castigo para crímenes de cuello blanco diferiría del castigo de las demandas civiles. Estos castigos adicionales son necesarios para forzar a los gerentes de las empresas que no pueden pagar multas elevadas a considerar mejor el daño que infligen en la sociedad con sus actos criminales. Cuando la bancarrota no es un asunto a considerar, las multas apropiadas hacen dos cosas: disuaden a las empresas de crímenes que hacen más daño a otros que bien a ellas mismas y las incentivan a compensar a la sociedad por el daño del crimen. Esa es la razón por la que las empresas culpables de crímenes de cuello blanco deberían ser golpeadas en donde les duele –sus bolsillos.