PROGRAMA 6 Continuando con su Segunda Temporada de 2016, el programa 6 de la OFUNAM estará conformado por sólo dos obras. Dos obras maestras de diferentes épocas y géneros; además, la OFUNAM contará con dos excelentes intérpretes internacionales. El director israelí LIOR SHAMBADAL, quien es un antiguo conocido y conocedor de México, dirigirá a la OFUNAM en compañía de la OSN y con la OSM. Su lista de maestros es insuperable: Carl Melles, quien dirigió la OFUNAM en 1970, el legendario maestro Hans Swarowsky, y Giulini, Markevitch, Ferrara y Celibidache. Su carrera lo ha llevado por múltiples países con importantes orquestas. Ha sido director titular o musical permanente de orquestas como la Sinfónica de Berlín, la de la Radio y TV de Eslovenia, de Bogotá y en Israel, la Sinfónica de Haifa y la Cámara del Kibbutz en Tel Aviv. MASSIMO QUARTA es uno de los violinistas italianos más importantes de la época. Alumno del legendario Salvatore Accardo y ganador del Concurso Paganini de Génova. Cuenta con un amplio repertorio que lo ha llevado a presentarse en múltiples países, en las salas más importantes, con los músicos y orquestas más notables. Ahora tendremos una gran oportunidad de escucharlo en nuestra SALA NEZAHUALCÓYOTL enfrentando el gran reto violinístico del Concierto n° 2 de Béla Bartok. “EL CONCIERTO” PARA VIOLÍN DE BARTÓK ¿Qué tiene la música de BÉLA BARTÓK que pareciera una piedra en el zapato para algunos melómanos y; sin embargo, está considerada uno de los puntos más altos de la historia de la música, no digamos del siglo XX? ¿Qué tiene la música de BÉLA BARTÓK que, en buena parte, resulta difícil de asimilar o de memorizar, pero nos enteramos de que está plenamente basada en ritmos de danzas y canciones del folclor húngaro y de otras regiones de Europa Central que, por sí mismos, son deliciosas de escuchar? BARTÓK (pronúnciese Bártok. En el húngaro sus acentos indican duración y sonoridad, no la fuerza de sílabas como en español) realizó vastos estudios de campo del folclor de los pueblos balcánicos, paralelamente a Zoltán Kodály, recorriendo poblaciones de la región y transcribiendo cantos y danzas, que armonizaba para sus interpretaciones futuras en forma académica. Traducciones que Bartók utilizaría en su propia música, literalmente o con imitaciones. Aunado a su uso de la rítmica folclórica, la prodigiosa madurez creativa que enriqueció a Bartók lo llevó por el camino de las innovaciones armónicas y técnicas que transformaron aquel mundo nacionalista en un lenguaje musical personal, muy sofisticado y depurado, muy elaborado y complejo. Resulta paradójico que Bartók intentaba crear un lenguaje musical que fuera muy sencillo y simplificado. Así es cada pasaje de cualquiera de sus obras, pero con todas las apariencias de lo difícil. Lo que lo vuelve intrincado es el cambio veloz y permanente de carácter rítmico, de atmósfera sonora o instrumental, así como de temas musicales. Muchos de ellos accesibles y de belleza musical, pero que se van en un suspiro y no nos permiten hacerlos nuestros en las primeras audiciones de una misma obra. El Segundo concierto para violín y orquesta de BÉLA BARTÓK es un producto de la absoluta madurez del compositor, antes de su exilio en Estados Unidos. Fue escrito en 1937 para el gran violinista húngaro Zóltán Székely, quien lo estrenó en Ámsterdam dos años después. Bartók ya había compuesto, hacia 190708, otro Concierto para violín que ahora lleva el número 1 y que por sus características más “sencillas” fue quedando olvidado, al grado que, como ha sucedido con otras obras y compositores, éste concierto que MASSIMO QUARTA interpreta con la OFUNAM era conocido antes como “el concierto para violín” de Bartók. De igual manera es un concierto monumental, tanto en su extensión y desarrollo, como por todo el mundo musical y extra-musical que pareciera contener. Por ello es obvio que muchos musicólogos lo incluyen junto a los verdaderamente grandes conciertos para el instrumento (Beethoven, Brahms, y en el siglo XX, Sibelius, el Primero de Shostakovich y Alban Berg). Hanamichi202000 Desde su inicio es muy prometedor, pues mantiene un gran sabor húngaro, tanto en el ritmo de fondo de la orquesta como en el primer e inolvidable tema del violín. Posteriormente, el concierto quiere abarcar al mundo, ya que la complejidad de su desarrollo, mencionada antes, nos obliga a ejercer una gran concentración para apreciarlo idealmente: la música es plenamente tonal y las atonalidades que pudiera tener corresponden más a ritmos folclóricos, que no son precisamente tonales en casi ninguna región del mundo, y algún pasaje atonal que aparece momentáneamente. 2 El segundo movimiento tiene un carácter pastoral. Bartók evoca las típicas llanuras y planicies de su país, con un carácter idílico e intimista en su mayor parte. El movimiento está dominado por una extensa melodía bucólica y nostálgica, aunque adornada e interrumpida por diversos temas que parecen brotar de la nada. Como mencionamos antes, la belleza de los temas es indiscutible: su profusión, alternancia, los continuos adornos y variantes son los que exigen la concentración. Si se logra, el premio musical es inmenso. El movimiento final está lleno de ímpetu y fuerza. Se trata de nuevo del primer gran tema del primer movimiento, el que inició la obra, pero ahora cambiado en su ritmo y su tempo. La obra exige el máximo virtuosismo al solista y el concierto se desarrolla con fuerza hacia un final exuberante, con todo y una cadenza del violín, como en cualquier concierto que se respete. Sin duda una gran obra, que exige atención, concentración y apertura de disfrute. “Compartir con la obra” su propio desarrollo, algo que nos exige toda la música, pero que olvidamos cuando escuchamos, casi como si fuera música de fondo, otras obras con las que estamos muy familiarizados. LA OTRA SINFONÍA DEL DESTINO De muy pocos compositores podemos afirmar que tenemos tanta información de primera mano sobre el proceso de creación de alguna de sus obras, como del gran PIOTR ILICH TCHAIKOVSKI y de su Cuarta sinfonía. Esta obra, la más representativa del sentido dramático del compositor (pues la Sexta se ubica más dentro de un sentido trágico, que también expresa un momento concluyente de su vida) se une a ese grupo de las tres últimas sinfonías de las siete que compuso el autor (siete, si incluimos Manfredo y si excluimos la inconclusa Séptima). Hanamichi202000 En momentos en que su existencia parecía llegar a un terrible bloqueo emocional, que le había dejado su frustrado matrimonio, (proeza que realizó para engañarse a sí mismo sobre su oculta homosexualidad) un Tchaikovski desesperado e, incluso, al borde del suicidio, establece contacto con una inesperada mecenas, una admiradora incondicional, la aristócrata Nadeshda von Meck, viuda de un rico comerciante, la cual le ofrece mantenerlo y apoyarlo con la condición de que nunca se hablarían y que sólo establecieran contacto por correspondencia. El compositor lo acepta y su vida cambia. Comienza a recibir una importante cantidad económica que le aporta una gran tranquilidad para dedicarse a componer. Se hospeda por temporadas en una casa de campo de su protectora, cercana a otra propiedad a la que asistía la señora para vacacionar con su familia y con sus músicos de planta que amenizaban sus veladas (está comprobado por sus biografías paralelas que Claude Debussy fue uno de esos músicos y que varias veces tocó las primicias de obras de Tchaikovski que éste componía para complacer a su mecenas). Nunca platicaron o se vieron más cerca que la separación entre su asiento en un teatro y el proscenio desde donde el compositor dirigía o saludaba al público. El final de esa relación es algo complejo, casi digno de una triste telenovela, pero narrarlo nos aleja del espacio y el propósito de esta nota. 3 Lo importante es que cuando vivía más feliz y sosegado, Tchaikovski escribe su obra más dramática: una inclemente intromisión del destino en la vida, que después de pasajes de evocación nostálgica o de aparente optimismo, termina por describir una lucha feroz entre la vida y el destructivo destino. Combate violento que no deja claro si hay victorioso indudable. “Nuestra sinfonía”, como la denominaban en sus cartas Tchaikovski y la viuda von Meck, fue estrenada en San Petersburgo mientras el compositor descansaba física y emocionalmente en Florencia, por supuesto a cargo de la “chequera” de su protectora. Por ello, premeditadamente, para huir de una frivolidad social que, hoy lo sabemos, estaba enterada de la vida íntima del músico y hacía trizas los derechos a su vida privada, Tchaikovski no estuvo presente, pero la noticia del extraordinario triunfo que obtuvo la obra le llegó, por lo pronto, de dos importantes testigos: su providencial mecenas y de Nicolai Rubinstein quien había dirigido el estreno. Recorramos la obra un poco más detalladamente que lo mencionado en líneas previas en palabras del propio autor: es “…la confesión de un alma repleta de impresiones que se convierten en sonidos… la música es un medio de expresión mucho más rico, más delicado para describir lo que pasa en el alma… La introducción contiene el germen de toda la sinfonía. Lo primero que se escucha es la llegada del destino, ese poder que impide nuestra felicidad, un poder invencible, como una espada que pende sobre nuestra cabeza… Los recuerdos felices, un dulce sueño, una evocación de tiempos felices aparecen y nos levantan el espíritu antes de que regrese inclemente el destino para alejar cualquier asomo de paz y felicidad… El segundo movimiento describe la melancolía que nos domina cuando tratamos de descansar, tal vez de noche, y atraemos los recuerdos, la evocación de los antiguos mejores días de nuestra vida, que parecen llenarnos de un vago optimismo, antes de que, finalmente, se rinde de nuevo a la insatisfacción y la melancolía…El tercer movimiento es caprichoso, con apariciones si no fantasmales, sí fugaces y distorsionadas. No es triste pero no llega a ser alegre… una melodía típica rusa parece describir soldados y campesinos borrachos que cantan o bailan… El movimiento final parece alegre porque estamos en una fiesta popular, en la que vemos la alegría de los demás; las alegrías ajenas comienzan a hacernos olvidar nuestras penas, pero cuando parece que lo van a lograr, regresa el inclemente tema del destino y se establece una lucha sin piedad entre la tragedia personal y las ganas de vivir y triunfar…Es lo que puedo decirle sobre nuestra sinfonía, pero no puedo aclarar más…la música instrumental no debe tener explicaciones ni significados y debe ser suficiente…Esa es su esencia…” Para quien no haya escuchado antes la Cuarta sinfonía de Tchaikovski, les podemos asegura que es una experiencia indescriptible, que nos puede llegar a lo más profundo del alma con sus sentimientos apasionados y sacudirnos con su intenso dramatismo, con los que todos podemos identificarnos y hacerlos nuestros. Quienes ya la conocen, tal vez mucho, pues es una obra muy tocada de un compositor enormemente popular, saben de qué hablamos y saben que una vez más vivirán la gran experiencia que Tchaikovski vivió y que tuvo la visión y la inspiración de transmitirla convertida en música. Hanamichi202000 Un programa extraordinario de la OFUNAM, que con su director huésped LIOR SHAMBADAL y el violinista italiano MASSIMO QUARTA, nos ofrecerá el sábado 28 de mayo a las 20:00 horas y el domingo 29 a las 12:00 horas. En la SALA NEZAHUALCÓYOTL, por supuesto. 4