Presentacion de libros de los nuevos juegos florales de Manizales

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Presentacion de libros de los nuevos juegos florales de Manizales
Señoras y señores:
De nuevo, la cultura sale avante. En cada metro cuadrado de la superficie de este país tan rico y con tantas
contradicciones, siempre existirá un grupo de hombres tercos que le presten botes salvavidas a las distintas
actividades que integran la cultura.
Señoras y señores:
De nuevo, la cultura sale avante. En cada metro cuadrado de la superficie de este país tan rico y con tantas
contradicciones, siempre existirá un grupo de hombres tercos que le presten botes salvavidas a las distintas
actividades que integran la cultura.
Hace algunos años, pocos todavía, algunas personalidades de Caldas quisieron revivir un evento enraizado en nuestras
tradiciones hispánicas, los famosos Juegos Florales de antaño, aún activos en los países centroamericanos. Y
convocaron a los Nuevos Juegos Florales de Manizales con el fin de motivar, auspiciar y proyectar al país entero a los
escritores y artistas de Caldas.
Debemos recordar -porque el recuerdo premia las gestiones que premian el recuerdo; la cultura es la memoria que
rechaza el olvido-, debemos recordar, repito, entonces, a quienes desde un principio impulsaron esta causa que hoy nos
permite congregarnos, alborazados, alrededor de estos nuevos libros de autores caldenses. Nos referimos al
expresidente Belisario Betancur, al Centro de Escritores de Manizales y, muy especialmente, al Dr. Otto Morales Benítez,
cuyo apoyo decidido a los Juegos Florales ha sido fundamental para su desenvolvimiento administrativo y financiero.
Los escritores de Caldas, como muchos de nosotros, escritores de las distintas regiones de Colombia, por lo demás,
siempre hemos recibido el respaldo moral, afectivo o material, decidido y desinteresado, que directa o indirectamente él
nos ha entregado.
Los Nuevos Juegos Florales comenzaron a dar sus frutos desde su primera convocatoria. Y no podía ser de otra
manera. El ejercicio de la cultura se descubre a partir de los puntos regionales que, en conjunto, conforman la nación
entera. Promover la escritura, en nuestro caso, desde los límites departamentales significa preparles el ánimo a los
escritores para más tarde confrontarlos con sus pares en otros horizontes de la patria. Si esto sucede en la educación o
en el deporte, no puede resultar menos cierto en la literatura. Todas las regiones del país, en este sentido, debieran
seguir el ejemplo de Caldas.
No es cierto, como algunos lo afirman, que en Colombia sobren o proliferen los concursos literarios. Son muy pocos los
que existen con la dignidad debida. Y, ahora más que nunca, cuando los medios de comunicación se abstienen de
apoyar a los jóvenes escritores, este aliciente de los concursos literarios, como los promovidos por los Nuevos Juegos
Florales de Manizales y el Centro de Escritores de Manizales, debieran alcanzar su máxima expresión.
Pienso que el autor con su libro publicado, con el premio recibido, desata su imaginación y aleja de su espíritu el
resentimiento que crece cuando los originales permanecen inéditos en la gabeta de su escritorio. La censura del olvido,
la impotencia que produce la inactividad cultural cuando no se apoyan estas aventuras del espíritu, son tan graves o
más graves que las censuras de los dictadores de estado.
Por eso, nada mejor que decirles gracias a los gestores de estas convocatorias, y con los triunfadores de las distintas
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áreas de los concursos regocijarnos para continuar la lucha en esta interminable brega de las letras.
Hoy recibimos en público siete libros premiados en los II Nuevos Juegos Florales de Manizales en los géneros de
cuento, novela, poesía y ensayo.
Para quienes hemos vivido, desde hace mucho tiempo, pendientes de la producción literaria de las nuevas promociones
generacionales estos siete libros nos dan de nuevo la razón. Ellos han venido trabajando con seriedad desde la década
del 80. Algunos de ellos ya tenían sus primeros libros publicados. Y bajo el seudónimo y con la seguridad de la calidad
detectada por los jurados, ahora, de nuevo, han ganado para bien de la literatura nacional.
Por fortuna, cosa que agradezco sin disimulo alguno, el año pasado recibí del Director Ejecutivo de los Nuevos Juegos
Florales, el escritor y promotor cultural, Bonel Patiño Noreña, el encargo de actuar como jurado en los géneros de
cuento y novela. Y mi gran satisfacción fue la de descubrir que bajo los seudónimos que habíamos escogido, con Germán
Santamaría y José Luis Díaz Granados, estaban los autores que en otras ocasiones había detectado como algunos de
los futuros escritores de Caldas y de Colombia. El crítico, en estos casos, resulta tan premiado como el ganador del
concurso. Y no debemos olvidar que el ejercicio de la crítica se da en su plenitud cuando elegimos los textos que se
encuentran bajo la condición del anonimato.
¿Cuáles son esos siete libros que Caldas le entrega hoy al país literario?
Comencemos por los dos de ensayo:
El primer premio, concedido a Jaime Eduardo Jaramillo Jiménez, Modernidad y postmodernidad en Latinoamérica.
Jaime Eduardo Jaramillo nació en Manizales en 1949, es sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, donde ha
trabajado como Director del Departamento de Sociología y es profesor emérito. Entre sus libros se recuerdan Tipologías
polares y sociedad tradicional (1987), Estado, sociedad y campesinos (1989). Su libro ganador reinvidica la existencia
de un postomodernismo latinoamericano concebido como crítica de aspectos relevantes de la Modernidad.
El segundo premio concedido a Roberto Vélez Correa por El eterno elusivo del poema. Roberto nació en Manizales en
1952, estudió filosofía y letras y ha publicado libros de cuento, novela y ensayo; decano de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Caldas y director de la Revista Cultural Hipsipila. Su libro ganador propone un método de
análisis del poema desde la misma literatura y toma como cuerpo de estudio a los poetas Rubén Darío y César Vallejo.
En poesía, los ganadores fueron:
Carlos Héctor Trejos Reyes con su libro Ahasverus. Para mí, en esta convocatoria de los Nuevos Juegos Florales,
Carlos Héctor Trejos Reyes, nacido en Riosucio, en 1969, se erige como la revelación del Concurso. Influyen su juventud
y el perfil tan personal de su poesía. Y es de resaltar, para premio suyo y del jurado de poesía que lo eligió, que Carlos
Héctor acaba de confirmar en Medellín su primer lugar en Manizales, al ganar el primer lugar en el Concurso Nacional
de Poesía de la Universidad de Antioquia, en la modalidad de creadores de menos de 25 años.
El segundo lugar en poesía fue para el reconocido Flobert Zapata por su libro Polvo para teñir los párpados. Flobert
nació en Filadelfia, en 1958; ha ganado varios concursos en poesía y cuento, entre ellos el de poesía de la Universidad de
Antioquia en 1993.
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Los dos ganadores en cuento fueron:
Uriel Giraldo Alvarez con su libro Todavía la vida. Uriel Giraldo nació en 1957 y tiene publicados cuatro libros de poesía. El
celebra publicar su primer libro de cuentos ahora con los Nuevos Florales.
El segundo premio de cuento fue, también, para otro poeta, el mismo y activísimo Flobert Zapata, quien ganó, así, los dos
segundos premios, en cuento y poesía. Su libro de minicuentos y cuentos breves, muchos excelentes y de una
contundencia absoluta, se titula La bestia danzante (en el concurso apareció como La sonrisa insinuada).
Y, por último, en el género de novela se edita a Octavio Escobar Giraldo, ganador único con su obra El último diario
de Tony Flowers. Octavio Escobar nació en Manizales, en 1962. Tenía un libro de cuentos publicado al momento de
ganar el concurso, pero su actividad literaria y cultural es reconocida en Caldas en el cine, el teatro y el periodismo.
Cuando premiamos esta novela tuve la certeza, como crítico y lector intuitivo, de que se trataba de un autor con aliento
suficiente para trascender pronto la escena departamental. Un año después él ha ganado dos concursos más, ahora
nacionales: el de crónica negra, convocado por Ecoe Editores de Bogotá, con su novela Saide, presentada en esta
misma Feria Internacional del Libro, y el de relatos de literatura infantil de Comfamiliar de Barranquilla con su libro
No hay duda de que Octavio Escobar Giraldo, como lo dije en alguna oportunidad cuando apenas conocía sus cuentos,
ha comenzado a ocupar un puesto destacado en la literatura colombiana.
Quiero terminar la presentación de estos siete libros editados en Manizales con el apoyo de Colcultura, la Gobernación de
Caldas y del Instituto Caldense de Cultura, reconociendo, de nuevo, los méritos a los organizadores de los Nuevos
Juegos Florales porque, además, en menos de un mes tendremos ya los fallos de la tercera convocatoria suya.
Florecerán, entonces, nuevos libros que iluminarán la pradera. Nuevos autores caminarán contentos entre las manos
de felices lectores. Y ojalá los podamos presentar ante un público generoso como ustedes, en Manizales o en
Bogotá, dentro o fuera de la Feria Internacional del Libro.
Mil gracias.
Isaías Peña GutierrezSanta Fe de Bogotá, 6 de mayo de 1995.
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