Mesa:2. Epistemologías coloniales/des/poscoloniales Nota

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Mesa:2. Epistemologías coloniales/des/poscoloniales
Nota: Se autoriza cualquier consideración de publicación por parte del Comité Académico,
en cualquier formato que se decida.
Título: Temor y cosificación del(os) feminismo(s) desde saberes colonizados: Formas
de enunciar conocimiento desde el futbol, sus costumbres y transformaciones
Autores
Luis Manuel Lara Rodríguez1,
Ricardo Juárez Lozano2
Susana Báez Ayala3,
Maestría en Estudios Interdisciplinarios de Género (MEIG) y Programa de Entrenamiento
Deportivo de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ)
Correo de contacto principal
[email protected]
Resumen
En este trabajo reflexionamos sobre aquellas formas de enunciar conocimiento,
enunciaciones ante aquellos argumentos desde los cuales se intenta promover la equidad de
género y erradicar el lenguaje y actitudes sexistas. Para ello, sin pretender generalizar
resultados, tomamos como eje de análisis un caso: la defensa de la expresión4 ¡eeeehhh,
putooo! en redes sociales como facebook y de manera personal por personas mexicanas
que, principalmente le consideraron como una tradición nacional, “neutral” y sin ánimo de
ofensa para el otro. Ante lo cual, consideramos una excelente oportunidad tomar como eje
de análisis el cuerpo de propuestas teóricas desde el feminismo poscolonial y de-colonial, a
estas formas de enunciar conocimiento, intentando elucidar la colonialidad desde el
pensamiento patriarcal que se manifiesta en personas con lógicas que anteponen la
1
Profesor de la materia Teorías Postcoloniales de la MEIG y de Sociología del Deporte en el Programa de
Entrenamiento Deportivo de la UACJ. Miembro del equipo para la Implementación de Equidad de Género en
la UACJ
2
Coordinador del Programa de Entrenamiento Deportivo de la UACJ y Fundador del Programa MARACAS,
proyecto de intervención para la activación física y valores.
3
Coordinadora de la Maestría en Estudios Interdisciplinarios de Género (MEIG)//UACJ. Profesora de la
materia Teorías Postcoloniales de la MEIG.
4
Expresión por parte un grupo de porristas mexicanos en partidos de la selección mexicana en el mundial de
futbol Brasil 2014, primero ante los porteros de equipos contrarios cuando estos lanzaban el balón desde su
área de portería, y, luego para cualquier jugador de las demás selecciones.
1
tradición, el estado normal de las cosas, es decir cosificando como “el mundo” (cognitivo y
de orden) debe ser, o, en su caso, desde una postura disidente ante aquella “normalidad
otra”, transformándolo primeramente en sus mentes.
Este trabajo más que un contenido a modo de artículo, plantea una serie de
reflexiones desde lo referido atrás, articulando la pertinencia desde el enfoque poscolonial.
Como es que desde la postura de conocimiento, de defensa y consigna de neutralidad de
referentes, por otro lado, denunciados como sexistas, homofóbicos o discriminatorios, dan
muestra de lo difícil en avanzar cuando dichas discriminaciones arraigan en el contexto
cultural, el bagaje intelectual, de personas que, a la vez, sugieren ubicarse fuera de dichas
actitudes discriminatorias.
Enunciar conocimiento
El sexismo o la homofobia, por mencionar dos actos deleznables, y que deben ser
erradicados, sabemos que no son exclusivos de personas que carezcan de una educación
universitaria. De hecho, el conocimiento, una de las maravillas en el ser humano, puede ser
también escenario desde donde se pronuncia o acciona la opresión social. Pero más que
detenernos en quien, de manera directa, se manifiesta como sexista, homofóbico/a, nos
interesa detenernos en aquellas formas que enuncian conocimiento (sea desde la estructura
argumental, o desde la lógica cotidiana) para vaciar la factibilidad de un debate, en este
caso, considerar demandas y acuses ante una manifestación sexista u homofóbica como
fuera de sentido.
Nuestras actitudes ante el mundo, concentran una diversidad de expresiones, las
cuales pueden reflejar mucho de cómo es que visualizamos una variedad de situaciones y,
por lo tanto, siguieren mucho de cómo nos hemos formado como personas. También lo
hace, la forma en la cual nos defendemos ante aquello que supone un desconcierto para
nosotros, ni que decir, de aquello que consideramos como no relevante a pesar de que para
no pocos y pocas personas lo es. Consideramos así que, la importancia de los actos
discursivos y enunciativos, no determinan lo que somos, pero si a lo que nos adscribimos.
Toda expresión verbal-lingüística aparte de una construcción social de fenómenos a
partir de diversas informaciones (científicas, médicas, políticas, religiosas, etc.) y su
argumentación para explicarlos. Llámense saberes populares, creencias, epistemología
2
popular, representaciones sociales, es lo que entendemos aquí como formas de enunciar
conocimiento (Lara, 2013).
Sabemos qué actitudes son racistas, sexistas, homofóbicas, discriminatorias,
aquellas que en el lenguaje son claras y directas. Pero poco nos preguntamos qué sucede en
aquellos argumentos que valoran que no existe sexismo, homofobia, discriminación,
cuando se antepone una inquietud de que ello está sucediendo. Por supuesto, nuestros
argumentos están conformados no solo de creencias sino también de información que
valoramos, y que distinguimos como la acorde de acuerdo a como es que vemos el orden de
las cosas.
¿Una persona se puede pronunciar enfáticamente ante una frase despectiva,
discriminatoria, pero puede no hacerlo cuando considera que ello es una exageración?
Dicho de otra forma, ¿podemos ser personas firmes ante la necesidad de relaciones justas,
equitativas entre hombres y mujeres, ante aquellos estereotipos que minan no únicamente la
integridad de un individuo, sino el clima social basado en justicia y equidad, pero no
únicamente no hacerlo, sino refutarlo cuando existen demandas –por otras personas- de que
algo es sexista, homofóbico, machista, por ejemplo?
Por supuesto. Incluso, ubicarnos con perspectiva de género, no nos exime de la
reproducción de desigualdad, inequidad o de violencias de género. Somos seres de
aprendizaje, o de anclas cognitivas que nos sirven para movernos en el mundo. Entendemos
lo claro, lo nítido, identificamos de inmediato lo que es una crueldad, una agresión física,
pero nos es más complejo identificar lo que se vive en el mar de lo simbólico, ese aparato
que influye en las materialidades que nos son visibles.
Temor y cosificación, anclaje de la duda.
Somos individuos porque lo somos en colectivo, es decir, nos permitimos ser particulares
desde la aprehensión de un vaivén de informaciones que vamos recibiendo en nuestra
trayectoria de vida. Tenemos la condición de formarnos como personas porque tenemos
ante si distintas tradiciones y modos de ver y entender la vida que nos influyen. Hay
quienes clausuramos de inmediato nuestra forma de entender y difundir la vida, y así
vivimos, con lo que tempranamente consideramos como nuestra cosmovisión. Y hay
quienes atendemos la condición de dudar, en preguntarnos si acaso lo que hemos vivido,
3
como se nos ha presentado la “realidad” y la “normalidad” de las cosas, es ciertamente, no
lo correcto, lo único y verdadero.
Nos interesa detenernos en esta segunda condición: somos seres que enunciamos
saberes y conocimiento, pero muchas de esas ocasiones, clausurando la condición misma en
aprender. Dicho conocimiento o saberes, está muy ligado a las expectativas de vida. Sin
embargo, sabemos que hay quienes les llama más aquello que nos acomoda, aquellos que
nos resulta más familiar y adecuado, sobre todo, aquello que nos “ofrece” (creemos) mayor
certeza y, por lo tanto, se supone, menos incomodidad o todo aquello que requiere una
adaptación.
Existe una diversidad de escenarios en donde tal conocimiento se pone a prueba,
pero es en el de las relaciones entre hombres y mujeres, desde sus distintas identidades
sexuales, en donde se manifiesta una tendencia de mayor incomodidad, o dicho de otra
forma, lentitud ante la develación en que el mundo no es como no habían pintado.
Hay mucho que decir al respecto, sin embargo, en esta ocasión nos concentraremos
en aquellos aspectos que dificultan la constitución de sociedades libres de violencia de
género. En particular, tratamos aquí aquellas posturas que niegan que alguna enunciación
esté impregnada de sexismo u homofobia, principalmente, consignándoles como
enunciaciones desde una tradición particular, sugiriendo que han sido vaciadas de la
dirección agresiva que pudiera denotar. Lo cual, sostenemos, es una postura que desde una
actitud de conocimiento, sigue reproduciendo un patrón de opresión, es decir, una suerte de
colonización de pensamiento, eficaz, pues desde las mismas actitudes en contra de algún
tipo de discriminación, consignan a estas como neutrales. Como parte de una “cultura
propia”.
En el caso de pronunciamientos en contra de sexismo, homofobia o cualquier
discriminación, no hay nada más desalentador que vislumbrar aquellas posturas que les
consignan como exageradas, como fuera de lugar, situando que ese sexismo, homofobia,
discriminación, no lo es, que es parte de una cultura, que es algo más allá de algún ataque y
más bien es una forma de ser, neutral, que ha vaciado el sentido de las palabras
(consideradas sexistas u homofóbicas, en este caso). En el extremo, se encuentra el situar
dichos pronunciamientos como parte de feministas (en singular), reflejando aun un temor
por el cambio requerido en una sociedad todavía patriarcal en diversidad de elementos
4
estructurales, descalificando argumentos, sugerencias a debate, cuando se señala que una
frase, actitud, discurso tiene elementos discriminatorios: sexistas, homofóbicos o machistas.
Y, por lo tanto, ejerciendo violencias de género.
El futbol como herramienta de análisis y estrategia de desmonte discursivo
Hemos comentado en otro espacio (Lara y Juárez, 2014) que al futbol se le puede situar
como uno de los deportes más populares sino es que el más popular del mundo,
considerando dos vertientes. En su vertiente de disciplina deportiva activa a muchas
personas ante su relativa facilidad de practicarle tanto en reglas como escenarios, y, que en
su vertiente de espectáculo, conforma un producto altamente consumible logrando que en
este rubro el futbol se constituya como una empresa rentable5, tanto para la Federación
Internacional de Futbol Asociado (FIFA), la mayoría de las federaciones de las selecciones
participantes como para las empresas televisoras que se allegan las concesiones y, por
supuesto, las empresas patrocinadoras las cuales no es raro que no solo magnifiquen en
influencia, sino también en determinación el curso de los eventos.
En el segundo de los aspectos, el futbol como vertiente de espectáculo, seria
limitado pensar que únicamente se constituye de aquellas personas que gustan del futbol, o
que le ven –primordialmente- cuando un mundial o una final de un evento local o
internacional se lleva a cabo (asistiendo o siendo espectadores a través de los distintos
espacios), ya que se conforma también de aquellas personas que no les interesa el futbol y
mucho menos presenciar partidos de futbol por cualquier espacio. La popularidad del futbol
no impacta solamente al espectador y/o aficionado, lo hace también en aquellas personas
aun cuando sea de manera indirecta ya sea por spots comerciales, anuncios publicitarios en
la vía pública, centros de diversión y consumo, saben algo de “el mundial” (por ejemplo),
además de lo que se menciona y se escucha (con atención o indiferencia) tanto en escuelas,
centros de trabajo, reuniones de amistades y, ahora, de una manera más ágil en redes
sociales como facebook sea incluso para mostrarse con fastidio porque “todos hablan de
5
Al menos en lo que concierne a eventos como los mundiales. Los casos particulares de empresas,
sociedades, dueñas de equipos de futbol, presentan una complejidad particular para sostener el por qué unas
son rentables y otras más –la mayoría de ellas- apenas logran sostenerse y otras terminan en fracaso. Aspecto
que escapa al objetivo en este trabajo.
5
futbol”6. Así, con mayores posibilidades que otros eventos deportivos, un mundial de futbol
se ve, se afilia y, sobre todo se habla y se escucha (para bien o mal). No únicamente es el
poder del marketing operando, a la vez, es el poder, precisamente de la popularidad
operando en el marketing.
Violencia y futbol
No son pocos/as quienes se preguntan por qué parece ser que en el futbol que otros deportes
es en donde mayormente se dan actos de violencia, posibles respuestas como el consumo de
alcohol o el racismo, pero todo apunta a que las barras (porras dentro de la categoría de
fanáticos más que de aficionados, sin generalizarle a todos los integrantes de tal forma) son
quienes de mayor forma sustentan los elementos detonantes (Gehany, 2007), los cuales
pueden ser varios, pero uno de estos, a nuestro parecer, es el bagaje cultural (de fanáticos y
aficionados) del entendimiento del otro y lo que asimilan como parte del juego, entre ello,
la “provocación” (es decir, el juego fuera de las canchas). Este espacio no nos permitirá
abundar en ello, sin embargo, situamos que la violencia se da sobre todo cuando se rompe o
se reinterpretan las condiciones y reglas del juego, sea por provocación o defensa, y se
desestima el juego limpio, sobre todo, cuando los espectadores suponen que el juego limpio
es exclusivo de y en la cancha, no en las gradas.
El juego limpio es un espejo, un recíproco entre el deporte praxis y el deporte
espectáculo. No hay posibilidad de in-dependencia. Por ejemplo, cuando el jugador del
Club de Futbol Barcelona, en abril del 2014, Daniel “Dany” Alves reacciona cuando le
lanzan un plátano desde las gradas, levantándolo, pelándolo y probando parte de la fruta, su
acción se magnifica no únicamente por la retransmisión de dicha acción, “vaciando” el
objetivo racista, sino que detona en escenario de discusión en redes sociales, principalmente
Facebook y Twitter con el apoyo de celebridades del mundo del deporte y del espectáculo,
“!Todos somos macacos!”. El racismo es uno de los males en el mundo, y los escenarios de
juego deportivo no están exentos, es común que se use para “sacar de sus casillas” a
deportistas que por su fenotipo son hostigados/as y agredidos/as por ello.
Ya que ubicamos ese ejemplo, el racismo es uno de los males que se atiende, se
discute, y en el futbol se ha instado por no pocos futbolistas erradicarle. Aun cuando siguen
6
No es así casualidad que en Facebook y Twitter, hayan presentado record de tráfico en el proceso del
mundial y en la final del evento.
6
las manifestaciones tanto en la cancha y no se diga en las gradas por conducto de gritos
racistas, o elementos simbólicos como el lanzamiento de la banana a Alves cuando se
disponía a cobrar un tiro de esquina. Pero, ¿y el sexismo?
Sexismo en las canchas. ¿Y en los estadios?
Una de las violencias que se manifiestan en las gradas de los estadios de futbol, el sexismo.
Un sexismo velado en enunciaciones verbales consideradas por quienes las emiten y por
quienes las defienden como neutrales, como parte de la tradición, o como parte “no escrita”
del espectáculo futbolístico, lo cual trae un perjuicio en la búsqueda del juego limpio.
Discutimos que el juego limpio no es ni debe ser exclusivo -como demanda o
requerimiento- de lo que se hace en la cancha de futbol, sino también en quienes regulan,
organizan y sancionan, pero a la vez, en las gradas.
El sexismo es un tema que no ha logrado el mismo tratamiento de análisis en el
ámbito deportivo que el racismo, por ejemplo. Más allá de las reacciones que se pueden dar
cuando uno o una deportista declara su identidad sexual7, no hemos puesta la debida
atención en que dentro del campo muchas de esas estrategias para sacar de su casilla a
jugadores tienen el elemento sexista. Y no se diga en las gradas, en un escenario en el cual
aún domina el público masculino, y dentro de este, sectores varones que consideran
minusvalorar a los otros, jugadores, y porras contrarias como seres vulnerados o
vulnerables. “maricones”, “putos”, “hijos de puta”, “puto arbitro”, “los hemos jodido”, o
“nos jodieron”, u observando a mujeres jugar futbol, bromear al unísono de festejos y
carcajadas con “juegan como nenas”. Todo ello, el sustrato de origen lo tiene en esa visión
de verse sometido o someter. Ello, desde un complejo fálico, desde un suponer que la
hombría debe no solo debe proferir el reto de ser más que el otro, en golpes o en agresiones
verbales. Es la extensión que muchos públicos se adjudican, hacer su juego en las gradas.
Ser hombres, no delicados, no “nenas”, por ello debe demostrar la fuerza física o
discursiva, en un juego de hombres.
El ¡eeeeeh…puto! en Brasil 2014.
7
Por supuesto, dicha declaración lo es cuando difiere de la identidad heterosexual, un aspecto que en un
mundo diverso como el nuestro no debería ser objeto de declaración.
7
Hemos insistido (Lara y Juárez, 2014) que la expresión ¡eeeeeh…puto!, tiene más que
origen homofóbico un sustrato sexista. Cuando se le consigna desde otras dimensiones
también se puede considerar parte del juego sucio más que de una celebración por parte de
porras (que no del público en general, ni espectador directo o por otros medios). Es parte
del juego sucio del tan mencionado jugador número 12. Señalamos, la reacción que ha
tenido un sector de la porra mexicana que acompañó a la selección mexicana en sus
partidos en el mundial de Brasil 20148. Su “grito de guerra”, “acto de unidad celebratoria”,
“coro de apoyo a la selección”, el “eeeeeh…puto”, tomaría una mayor difusión a partir del
mundial, independientemente de su origen, en algún momento, la liga mexicana de futbol.
Decir que el grito lo hizo famoso la porra mexicana no es tan exacto, se hizo posible por el
revuelo en las redes sociales, en los noticieros internacionales, incluso en los nacionales en
donde no en pocos se evitaba la sonoridad del grito en el audio de reproducción o, repetirlo
por los y las comentaristas. El detonante a la celebridad lo hizo posible la acción de la FIFA
cuestionando si acaso este grito no era homofóbico, federación que al final no tendría un
papel de importancia en alguna sanción o recomendación, pero si en abrirle un espacio al
cuestionamiento y la celebridad del grito: ¿era parte de la tradición, de la cultura de los
mexicanos?, en donde muchos mexicanos que defendían la neutralidad del coro, vencían así
a la FIFA. “México” se apuntaba una “victoria” no en lo futbolístico, pero tal vez para los
defensores del grito en coro si en el terreno de lo cultural, de “nuestra cultura”, sobre todo
cuando porras de otras selecciones adoptaron el grito.
¿Una tradición? ¿Una tradición neutral de sexismo, homofobia y/o violencia de
género? Si bien, en México como en muchos países de habla hispana, el término puto se ha
integrado al léxico coloquial, que muchos varones utilizan con ánimo de camaradería,
formas de referirse entre ellos (“¿Qué onda puto?, ¿Qué putito?”), aun cuando tales
referencias supuestamente no llevan la intención de agredir, su origen y en las mismas
frases anteriores lleva el sentido de calificación sea, desde lo paternal, desde lo protector o
8
Uno de los aspectos que en el ámbito cotidiano se entiende por popular, desde una visión limitada, es que se
constituye del conglomerado bajo de recursos económicos, sin un capital económico o cultural (siguiendo a
Bordieu) lo cual le da por seguir y favorecer espectáculos faltos de estética, o de bajo nivel en la complejidad
intelectual. Más allá de atender el nacimiento y desarrollo de diversas disciplinas que no casualmente se van
decantando como deportes más accesibles a las masas, lo popular en el futbol no se circunscribe mucho
menos en su vertiente de espectáculo para solo las masas de bajos recursos. El mismo mundial sugiere que la
mayoría de las personas que se permitieron asistir al mundial Brasil 2014 no son personas de clase media
baja.
8
verificador, es decir desde un dominio. Un dominio que vuelca en la broma en algún
momento, según la circunstancia, pero que también vuelca en agresión directa, o, en mismo
auto-reconocimiento de haber sido dominado, en broma o en reproche.
En dicho sentido, es desde donde se ha defendido el coro de la porra mexicana en el
mundial. Pero sabemos que tal situación, ni antes ni en el proceso anterior a la celebridad
de dicho coro, iba con la intención del juego, de la broma, lleva la intención del desapego al
otro, al otro diferente, porque es “menor que nosotros” sobre todo si nos confiere alguna
amenaza (despejar bien, meter gol, hacer una buena jugada, fingir una caída, pitar mal una
jugada, etcétera). Entre el “arbitro puto” porque no ha marcado a nuestro favor, el “puto –
Arjen- Robben” (en relación a fingir una falta y afectar a la selección), puede discutirse la
intención de aquellos y estos ejemplos, pero en ambos encontraremos que puto, su origen,
es sexista en relación a puta, y a puto, ahora sí, desde el sentido homofóbico al varón que
manifiesta una identidad sexual distinta a la heterosexual.
En efecto, la FIFA consideraría o al menos sospecharía tal grito en coro, como
homofóbico, pero en realidad es sexista, homofóbico cuando se expresa de manera agresiva
hacia una persona que se le ubica por una condición homosexual, sea de manera declarada
o supuesta. Una agresión, es decir, el público que rechaza. Sin embargo, es sexista en su
elemento de origen y de uso, considerarle inferior, feminizarle. No se está aduciendo que el
portero, que el árbitro, que el delantero contrario es gay, como tampoco se supone que lo es
aquel amigo que llamamos con calidez, puto. Se dice puto precisamente, para minimizarle.
Sea para que pierda su atención, se distraiga con el grito (sobre todo jugadores que no
entendían la frase y el contexto de ella). No es neutral, tan no lo es que no se usa otra frase
como grito, es gritarle al otro puto (en donde es más cercana, aquí sí, el parecido a maricón,
pendejo, burro, que a “estamos contentos por ver el partido”). Lo peyorativo es como lanzar
un balón con jiribilla, que se piense un sentido –dirigido- siendo otro el objetivo.
Pero, en realidad, ¿hay neutralidad? Por ejemplo, el bullyng, sabemos que se
concentra desde acciones de poder que llevan la consigna de agredir, de humillar, es decir,
de hacerle ver al otro y a la otra que carece de poder, y en esa carencia de poder, discursos
con referentes como mariquitas, putos, llevan la cosificación de lo femenino desde una
figura abyecta. ¿Después del mundial, podemos dudar en que varios niños, adolescentes y
jóvenes no reprodujeran el ¡eeeeeh…puto! en algún partido amateur, escolar, celebrado una
9
tradición muy mexicana, incluso con orgullo de que dicha tradición trascendió a nivel
internacional?
Las redes sociales y la fama del ¡eeeeeh puto!
Reiteramos, la fama del grito ¡eeeeeh puto! sería posible por la difusión, principalmente en
redes sociales, videos en youtube, medios impresos y digitales (principalmente) y, las
televisoras internacionales más que las nacionales, las cuales pocas llegaban a repetir la
palabra por respeto a la audiencia (una tradición neutral de discriminación, no requiere
dicha omisión, o, doble moral como se llegaría a acusar). Sin embargo, mas allá de los
comentarios de diversas personas, en tono de mofa, burla, son interesantes, como hemos
venido señalando, los argumentos de defensa ante la sospecha del grito como homofóbico.
El tipo de comentarios como los siguientes, anteponiendo una lógica desde la cual
se cuestiona el tinte homofóbico en el grito, es reflejo de muchos de los comentarios en ese
sentido, que se pueden encontrar en la Red, tanto en redes sociales como en blogs. Tan solo
10
googlear y seguir los comentarios a diversas notas que daban cuenta, principalmente de la
postura de la FIFA, su recomendación y después su mutismo (por supuesto, no es la FIFA
el organismo básico para dar cuenta de sexismo u homofobia en espectadores, pero tal vez,
debería serlo como ente federado para el sexismo y homofobia que se da en canchas y/o
vestidores).
“El significado de puto no se limita a homosexual, se modifica según el contexto, y el gritarlo en el estadio es
más como un insulto (por ejemplo, pendejo) que querer que señalar que el portero es homosexual”
Usuario facebook, universitario.
“…el puto se ha alejado en diferentes vías del solo referirse a una persona homosexual, se ha cambiado como
un adjetivo calificativo…y uf, considero peligrosísimo ese mecanismo de control a través del léxico. Repito,
el lenguaje es un instrumento, no el fin. Si se busca una sociedad menos machista, más equitativa, se debe
atacar a la misma sociedad y el lenguaje solito va ir cambiando, como lo ha hecho siempre”
Usuario facebook, universitario
Lo anterior no tiene la intención de generalizar, sobre todo cuando el medio de
ubicación son muros de facebook, como en el caso anterior. El interés aquí es dar pauta a
las reflexiones anteriores en el contenido, como en las que se darán a continuación
retomando algunos elementos del enfoque poscolonial.
Siguiendo la nota: 73% de los mexicanos cree que grito de "puto" no es homofóbico:
encuesta
Usuario mujer: El otro 27% son putoooos!Usuario mujer: Solo se Reafirma que la mayoría de los Mexicas
son Faltos de Educación.
Usuario hombre: ¡¡¡No te azotes!!!Como se ve que jamás has ido a un estadio. Y para muestra, date una
vuelta un día al estadio de los Pumas, son chavos con educación y sin embargo, se inventan cada porra, que
haría morir de la risa al más serio….. NO ME IMAGINO A UN PORTERO QUE VAYA CON EL
ÁRBITRO Y LE DIGA "SEÑOR COLEGIADO, AMONESTE A LA PORRA DEL OTRO EQUIPO, ME
GRITARON PUTO" MMHH...
Usuario hombre: …hay que ver el contexto esa palabra ya no es exclusiva como despectivo a los
homosexuales se utiliza en muchas situaciones, incluso a un hombre que tiene sexo con varias mujeres
también se le dice así en algunas regiones y en el juego de fútbol no se usa como termino homofóbico ya que
incluso homosexuales que les gusta el fut la utilizan
Usuario mujer:A putoooooooooooosssss, jajajjajja, pues tendrán que sancionarnos a todos en México, ya que
es un grito de batalla contra el despeje, para distraer, al contrario no para criticar su orientación sexual, digo
hay más cosas que descalificar con respecto de la FIFA…
11
Usuario hombre: Sería un acto racista, si el "ofendido" fuera gay y se le gritara en cualquier momento del
partido, la intención sería diferente seria discriminarlo por sus preferencias. Lo que los mexicanos hacen es
como gritarle negro a cualquier portero aun que este fuera o no fuera afroamericano.
Sexismo y sus defensas
Sostenemos aquí que estas formas de enunciar conocimiento comportan anclajes de ideas,
estructuras lógicas, que en mucho obedecen al seguimiento de conformarse el mundo a
través de binarismos, una de las herencias del conocimiento occidental, o en su caso,
actitudes que no clausuran la condición de duda (replantearse estructuras y formaciones
educativas en sus trayectorias de vida).
El feminismo (desde su enfoque plural) ha sido la plataforma en donde han surgido
los primeros cuestionamientos ante un conocimiento androcéntrico. La condición primaria
de este El feminismo, ha sido precisamente la crítica, el cuestionamiento, por ello mismo,
hablar de feminismos poscoloniales es poner atención también en las estructuras de
conformación crítica, intelectual, académica, activista, de conocimientos y formas de
enunciar conocimiento heredadas y no auto-cuestionadas.
¿Por qué la importancia de un enfoque poscolonial en la puesta en mira de aquellos
discursos que anteponen neutralidad o defensa, respecto a un discurso que no considera
exista sexismo u homofobia, como lo que hemos visto?
Entendemos que un enfoque poscolonial, desde aquellos primeros pronunciamientos
por intelectuales formados en países colonizadores, pero originarios de las colonias, hasta
aquellos enfoques que dan vuelco en un giro de-colonial, en donde diversos autores y
autoras latinoamericanas participan, aun con sus diferencias, se concentran en develar,
desmontar, o de-construir (según la tradición) aquello que ha quedado oculto, tanto en
materia de conocimientos como en políticas de organización social. No solo los territorios
geográficos, sino también las mentalidades colonizadas. En donde son estas mentalidades,
las de los mismos colonizados/as (o herederos/as de la colonización territorial
supuestamente acabada), quienes siguen reproduciendo factores de opresión, sea esta
política, tangible o no, como también los simbolismos conformadores de cultura.
Si nos preguntamos si el subalterno/a puede hablar, siguiendo la aguda reflexión de
Spivak, debemos preguntarnos si también el subalterno/a puede escuchar, es decir, si el
subalterno da cuenta de su subalternidad desde el aparato intelectual que le es propio, y,
12
desde ello, se permite reflexionar, dudar, de todo aquello que considera como neutral. Sin
ánimo de totalizar, podemos preguntarnos si algo es neutral, si existe sin una mediación o,
en su caso, si un vaciamiento desde la subalternidad ha permitido que un discurso, una
frase, una actitud, este exenta de aquello que la formó. ¿Pensar que si, fundamentar que sí,
exime también esas condiciones que dieron forma al sexismo, a la homofobia, cuando ello
se vale de palabras, de referentes?
Dentro de uno de los aparatos lucidos y críticos, cercano al enfoque poscolonial aun
cuando referido como posmodernismo de oposición, Boaventura de Sousa Santos propone
una sociología de las ausencias y una sociología de las emergencias (2009: 101), ello recae,
consideramos no solo en rescatar saberes ya formados, sino historias ocultas que a la vez
pueden re-conformar saberes y conocimientos. Re-pensar nuestras apropiaciones, nuestros
usos de lo dado y conformado, en el sentido de Michel de Certeau, es algo necesario
cuando hemos sido atravesados y somos productores, a la vez, de un sinfín de
discriminaciones. En donde ha sido un error considerar que mayormente quienes carecen de
educación son quienes producen tal. Ninguna educación, llámese esta formal, informal o no
formal, se encuentra exenta de la reproducción y el velado de formas. Una de ellas, el
sexismo.
Cuando existen aquellas posturas que consideran neutrales el ¡eeeeeh puto!, como
algo propio, de una suerte de nuevo uso de la palabra puto, se encuentran anclando la
capacidad de la duda, esa capacidad que es germen de la crítica que desmonta
cosificaciones. Y, sobre todo, ignorando esa gran capacidad en reconocerse no desde lo que
nos han dicho que somos, sino de lo que nos ha construido y queremos reconstruir, no solo
del cuerpo como señalaría Adrienne Rich, en su artículo, “Apuntes para una política de la
ubicación” (1999).
Santiago Castro Gómez (2005), siguiendo la intención de Jean-Francois Lyotard,
escribiría un interesante libro, la poscolonialidad explicada a los niños, situando el curso
que ha tenido el enfoque poscolonial, tanto de los intelectuales educados en los países
colonizadores como el enfoque de autores que miran a/desde Latinoamérica. Tal vez sería
necesario, seguir la intención y acotar un sexismo explicado a los niños/as, desde el efecto
del símbolo y signos que comporta nuestra forma de entender el mundo y cerrarnos ante
aquello que no nos es lógico, vamos, que nos es absurdo.
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Sostenemos que las defensas del ¡eeeeh puto!, como algo vaciado de homofobia o
sexismo, obedece a una suerte de lo que autoras como Spivak (2008), requiere en el
tratamiento historiográfico, tal vez aquí, revisar no el pasado oculto, sino el curso
sublimado que han tenido ciertas palabras que caen en el argot coloquial, suponiéndose que
han perdido la fuerza que les dio origen, en este caso, la discriminación, la cosificación de
lo femenino como algo abyecto, representado tanto la mujer “mala” como en el varón
“desviado”. Es decir, fuera de la norma. Porque una cosa es que el subalterno/a calle, pueda
no hablar, a otra que se exprese desde lo creado por la lógica del dominio, la exclusión, y
termine suponiendo que ha triunfado al apropiarse desde “su” cultura.
Consideraciones finales
“Mi sobrino me ha preguntado si entonces no es malo si en su torneo de futbol, gritan ¡eeeeh puto! a algún
jugador o al árbitro. Él ha leído en facebook que los de la FIFA son unos exagerados”
Tomamos pues, de esa popularidad del futbol, y/o de un evento deportivo como el mundial
de futbol (desde su recepción, de lo que se comenta y puede llegar a un segmento de
población mayor), un excelente escenario para analizar reflejos, “espejos” de lo
conformado socialmente, además de reconocerle como un recurso altamente pedagógico
para incidir en la reflexiones y transformación de actitudes. Espejos, reflejos de lo que
sucede en sociedad, pues bien sabemos que el deporte es el reflejo de la sociedad en la cual
este se ubica (es pertinente, al respecto, el trabajo de Manuel González Ramadall, 2004)
Creer que en un país tan sexista, machista, con altos índices de violencias de género
como lo es México, se ha trascendido y contextualizado la palabra puto, es una ingenuidad.
Y si bien, quienes anteponen una defensa de neutralidad, no supone ello que estas personas
sean sexistas u homofóbicas en sus acciones, no se permiten la gran capacidad de revertir,
de promover cambios, el algo que muchos y muchas quienes se han visto excluidos, toman
como única o principal herramienta de debilitamiento al fuerte: el silencio. El !eeeeeh puto!
no solo es innecesario, sino urgente de erradicar de nuestro léxico cotidiano.
El lenguaje, precisamente, cambiará no cuando se impongan sanciones, sino que se
reviertan mentalidades, así no habrá necesidad de enunciar un grito con palabra innecesaria
como puto, en el futbol.
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Ojalá no hubiese sido la FIFA quien tuviera que advertir, convenir –acaso- acerca
del ¡eeeeeh puto!, si no las instituciones educativas, políticas y medios de comunicación y,
sobre todo nosotros como sociedad, quienes incidiéramos en generaciones que vivieran,
celebraran, y se apasionaran con un deporte con el futbol sin necesidad de un grito como el
de puto (o culero, o marica, o negro, o chango), para distraer, como “parte del juego”.
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73% de los mexicanos cree que grito de "puto" no es homofóbico: encuesta, SDPNOTICIAS, Junio 23, 2014.
http://www.sdpnoticias.com/deportes/2014/06/23/73-de-los-mexicanos-cree-que-grito-de-puto-no-eshomofobico-encuesta
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