Declina el famoso Silicon Valley?

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Miércoles 27 de Abril de 2005
¿Declina el famoso Silicon Valley?
Por Eitel H. Lauría
Para LA NACION
La historia de la humanidad registra algunas épocas durante cuyo transcurso, en determinadas áreas geográficas o
en ciertas importantes ciudades, se produjeron procesos sociales altamente creativos, cuyas consecuencias
impregnaron marcadamente la evolución histórica posterior. Se trata de circunstancias culturales caracterizadas
por una inusual floración de personalidades brillantes, artísticas o científicas, cuyos trabajos, descubrimientos o
creaciones deslumbran aún en el presente. Debe señalarse que muchas veces se contó con el patrocinio de
personalidades e instituciones cuyos aportes materiales o económicos posibilitaron la emergencia de los procesos.
Un excelente ejemplo es el caso de la ciudad de Alejandría, fundada por Alejandro Magno en 332 a.C., gran
emporio comercial mediterráneo, cuya población alcanzó los 500.000 habitantes. Alejandría fue el centro científico
más importante del mundo griego y tuvo vínculos directos o indirectos con los tres matemáticos más brillantes del
mundo antiguo: Euclides, Arquímedes y Apolonio. Además, su museo y su famosa biblioteca, cuya riqueza
bibliográfica se estima en unos 500.000 libros, fueron los lugares de trabajo de centenares de estudiosos e
investigadores.
Según el astrónomo Carl Sagan, el incendio de la biblioteca de Alejandría produjo un retraso de varios siglos en la
evolución cultural de la humanidad. Finalmente es necesario señalar que los logros obtenidos contaron con el
inestimable apoyo de los Ptolomeos, la casa reinante en Alejandría.
Un segundo ejemplo es el caso del Renacimiento italiano, una revolución artística y científica de excepcional
importancia para la civilización occidental, iniciada en el siglo XV. Tuvo lugar en ciudades del norte y centro de
Italia, entre las cuales sobresale Florencia, y fueron sus exponentes una pléyade de magníficos creadores, algunos
de ellos de una dimensión casi inigualada, tales como Miguel Angel, Leonardo da Vinci, Rafael y Galileo.
En el siglo XX, los avances revolucionarios introducidos por la teoría y la tecnología de la información fueron tan
vastos y tan profundos que confieren a su conjunto el carácter de amanecer de una nueva etapa de la civilización.
No obstante, la transformación producida se halla inconclusa y existen altas probabilidades de aparición de nuevos
y sorprendentes avances.
El país que ha tenido un claro protagonismo en el surgimiento de la revolución de la tecnología de la información
ha sido Estados Unidos de América.
Dentro de su extenso territorio asumió el liderazgo de los avances un conjunto de universidades y centros de
investigación tales como el Instituto de Tecnología de Massachusetts, la Universidad de Stanford, la Universidad
Carnegie Mellon y los Laboratorios Bell.
Paralelamente, corresponde citar el caso singular del Silicon Valley (Valle del Silicio), ubicado en California, al sur
de San Francisco, donde, en una extensión de 80 kilómetros, se han instalado miles de dinámicas empresas de
alta tecnología –computadoras, software, microelectrónica–.Un valle de frutales hasta casi la Segunda Guerra
Mundial se convirtió en el paradigma de una proverbial capacidad americana para el desarrollo de nuevas
tecnologías y la creación de pujantes empresas, encarnada, a principios del siglo XX, por Henry Ford y Thomas
Alva Edison.
Un papel importante de promoción del desarrollo del Silicon Valley lo desempeñó la Universidad de Stanford,
California. Ya en 1938, dio apoyo a dos estudiantes, George W. Hewlett y David Packard, para instalar una fábrica
de productos electrónicos; cincuenta años después, era una empresa multinacional. Después de la guerra, una
empresa pionera en el campo de la microelectrónica fue Fairchild Semiconductor, entre cuyos fundadores se
cuentan Robert N. Noyce y George Foot Moore. El primero de ellos obtuvo en 1959 la patente del circuito
integrado, o chip, y, nuevamente con Moore, inició en 1968 Intel, que, en 1971, produjo el primer microprocesador.
El desarrollo tecnológico y el crecimiento económico de Intel no tiene igual en su campo.
Muchísimas son las empresas que, junto con sus fundadores, jalonan la espectacular historia del Silicon Valley en
materia de computadoras de escritorio, redes y software. Entre ellas pueden citarse Apple Computer, con S. Jobs y
S. Wozniak; Oracle, con L. Ellison; SunMicrosystems, con S. McNeally, A. B. Bechtolsheim y V. Khola; Cisco
Systems, con L. Bosack y S. Lerner y Netscape Communications, con J. Clark y M. Andreessen.
Los nombres citados constituyen una muy pequeña muestra de los miles de jóvenes y brillantes científicos e
ingenieros, americanos y extranjeros, que con el sólido aporte de capitales de riesgo, hicieron posible el formidable
crecimiento del Silicon Valley.
Según datos de The Economist de marzo 29 de 1997, eran 6000 las empresas de alta tecnología instaladas en el
Silicon Valley y sus ventas anuales superaban los 200.000 millones de dólares. Por otra parte, con sus dos
millones de habitantes, el PBI era de 65.000 millones, similar al de Chile, con sus 15 millones de habitantes, en la
misma época.
El éxito espectacular del Silicon Valley no es sólo el resultado de la fuerte concentración de talento y de capital
invertido, sino que ha gravitado también la singular cultura de trabajo ahí desarrollada, particularmente en materia
de organización empresarial flexible, formas de trabajo abiertas, asimilación positiva de los fracasos y existencia de
una permanente atmósfera de cambio y creación –la famosa “destrucción creativa”, considerada el motor de la
economía capitalista por el economista Joseph Schumpeter–.
¿Continúa en la actualidad la rutilante y ascendente evolución del Silicon Valley? Los datos e índices recientes
apuntan a una respuesta negativa. Sin embargo, es necesario señalar que en la década del 80 el Valle sufrió los
efectos del boom japonés, pero hubo una fuerte recuperación.
En The New York Times del 28 de marzo de 2005 se analiza la situación actual y se exponen sus probables
causas. Una de ellas se refiere a un cambio importante en la demanda del mercado, en particular en software. El
Silicon Valley produce, en lo esencial, software de base –sistemas operativos de computadoras tipo Windows,
software de redes y para Internet–. En la actualidad, el centro de gravedad de la demanda parece desplazarse
hacia el software de aplicación, en cuya elaboración debe intervenir necesariamente personal del área en cuestión.
Casos típicos son el software hospitalario y el software de empresas aéreas.
Se señala también como causa concurrente de la declinación la notoria diáspora de personal extranjero altamente
calificado, en particular chinos, indios y rusos, que regresaron a sus países natales. Los años venideros darán la
respuesta definitiva sobre el tema. No obstante, el Silicon Valley ya tiene su lugar asegurado en la singular historia
de los lugares geográficos donde floreció con fuerza la creatividad del hombre.
El autor es miembro de la Academia Nacional de Ingeniería.
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/699411
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