PERDIDOS EN NERJA LUCA LOVEDAY Grupo 1 - Ten cuidado- eran las últimas palabras que le dijeron a Marcos sus padres antes que se fuera al supermercado. Entró y compró lo necesario. En el baño encontró a un hombre con un saco muy grande tuvo un escalofrío y salió tan rápido como pudo y haciendo como si mirara sus suelas para no perderle de vista al darle la espalda. Tan pronto como lo perdió de vista olvidó lo sucedido. Había comprado una botella de agua y algunas piezas de fruta. Estaba decidido a marcar una ruta y llevarlo a cabo él solo… sin sus padres. Era algo que había ido pensando a lo largo de las vacaciones. - ¡Ya era mayor!- se decía, estaba en 5º de Primaria y sus padres ya podían confiar en él. Había estudiado bien el terreno, en las caminatas con sus padres descifró los mapas de senderos que encontraban, los colores, la distancia, lo que significaba una ruta circular… Aquello era facilísimo para él. Durante aquella Navidad había hablado con mamá y papá sobre el montón de cosas que Marcos era capaz de hacer por sí sólo. El problema parecía estar cuando algo que para él no era peligroso parecía ser terrible para ellos. Un día antes de marcharse de aquel bonito pueblo, Nerja, estaba todo decidido. Saldría temprano, tal y como había acordado con mamá. Ella disfrutaba mucho con los paseos junto a Marcos, igual que él. Pero la experiencia de ir sólo parecía tan apasionante que… Se levantaron temprano, ñam! ñam! un desayuno rico en el buffet del hotel. Bollitos, leche calentita y unos cereales con nueces y bolitas de chocolate que le daban aún más valentía para llevar a cabo su plan. Juntos pensaron que zona iban a visitar y se decidieron por los miradores, los que te hacían pasar por un largo trecho de escalones para ir alcanzando la altura necesaria para tener una bonita vista. Cogieron todo lo necesario y salieron despacito de la habitación para dejar dormir a papá un poco más, era aún muy temprano. Empezaba la aventura. Se alejaron del hotel atravesando todo el pueblo, llegaron al inicio de las escaleras que parecían imponentes e infinitas desde abajo, y se pusieron pies a la obra. A mitad de camino hicimos una parada, ya no hacía nada de frío y nuestras mejillas estaban algo más que rosadas por la subida. Compartimos un poco de agua y mientras mamá leía algo que parecía estar en muchos de los árboles que íbamos pasando. Resoplábamos un poco y mamá me propuso volver para no llegar demasiado tarde. Por un segundo pensé que todo mi plan se desvanecía pero… fue mamá la que al ver mi cara de decepción por la noticia me propuso bajar por las escaleras haciendo una carrera por animarme. Aquí apareció mi oportunidad. Me di cuenta que en la bajada era posible coger otro camino sin escaleras y que según el mapa llegaban al mismo punto desde donde iniciamos las escaleras. Y le propuse: - Mamá mejor que correr escaleras abajo, porque no hacemos uno cada camino y descubramos quien llega primero, ¿vale? Mamá dudó durante un momento y yo crucé los dedos en mi espalda buscando un poco de suerte… - De acuerdo, dijo mamá ¡Perfecto! ¡Salgo yo primero! Escuche la sonrisa con risita de mamá en la espalda y comencé mi primera aventura sólo. Esperé a que la distancia no descubriera mi plan y a la primera curva salí a toda pastilla. Por supuesto llegué antes que ella al punto donde habíamos quedado y…pensé que podía ser capaz incluso de llegar al hotel sólo. Me había ido fijando en los lugares por los que pase con mamá aquella mañana. Estaba totalmente seguro de poder llegar y dar una sorpresa a papá. - ¡Adelante! Dije yo solo. - ¡Marcoooosssss! ¡Marcossssss! Empezó a gritar mamá a los 10 minutos de no verlo llegar al principio de las escaleras. Era imposible que Marcos no hubiera tenido tiempo de bajar pero quería creer que podía ser un camino un poco más largo y quiso esperar otros cinco minutos más aunque empezaba a ponerse nerviosa. De pronto recordó lo que había leído en aquel cartel que aparecía en tantos sitios durante el camino. DESAPARECIDO con la foto de un chico de apenas 20 años. Un escalofrío recorrió su espalda como un látigo y buscó nerviosa su teléfono en el bolsillo. Llamó a papá para explicarle lo que había ocurrido. Mientras tanto Marcos andaba un poco despistado, al final las calles eran bastante parecidas y aunque tenía claro que debía seguir dirección a la playa, había pasado ya dos veces por la misma plaza. Mamá estaba terriblemente asustada, pensó por un momento que al llamar a papá le diría que estaba con Marcos pero, no fue así. Papá también se asustó mucho, tanto que llamó a la policía. Y ahora había mucha gente buscándome aunque yo seguía sin encontrarme. Finalmente giré y justo en mis narices aparecieron las estrellitas del hotel donde habíamos dormido. ¡LO HABÍA CONSEGUIDO! ¡LO SABÍA! Me dije. Ahora solo quedaba encontrar a papá y decirle lo que había sido capaz de hacer y… empezaron los problemas. Papá no estaba pero sólo al abrir la puerta la recepcionista dio un salto de leopardo cuando me vio. Y pensé que quizás no había sido tan buena idea aunque aún seguía con el orgullo del triunfo. Mis padres no estaban pero llegaron a la velocidad del rayo cuando aquella mujer los llamo, incluso parecía que iba a llorar por su voz. Mamá bajo de un coche de policía local y su cara me hizo descubrir que definitivamente no había sido una tan buena idea. Quise explicarle pero… jamás volveré a hacer algo así. Eso sí antes de irme os diré que Marcos en realidad soy yo, y que después de hablarlo con mamá hemos decidido olvidarlo.