PEDOFILIA Y AGRESIÓN SEXUAL: EXPRESIÓN, PSICODINAMIA Y

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PEDOFILIA Y AGRESIÓN SEXUAL: EXPRESIÓN, PSICODINAMIA Y
TRATAMIENTO.
(Pedophilia and sexual aggression:Expression, psychodynamia and treatmenta)
Emilio García Losa.
Psicólogo Clínico-Psicoterapeuta
Profesor Asociado de la Facultad de Educación.Universidad de Cantabria
Edif. Interfacultativo - Avda. los Castros, s/n
C.P: 39005
Santander
E-mail: [email protected]
PALABRAS CLAVE: Pedofilia, Agresión Sexual, Psicodinamia, Tratamiento.
KEYWORDS: Pedophilia, Sexual aggression, Psychodynamia, Treatment.
RESUMEN:
Este trabajo trata los factores de riesgo asociados con el trastorno psiquiátrico de pedofilia, otros
comportamientos sexuales agresivos y su tratamiento. La característica principal de la pedofilia es
que un individuo es sexualmente atraído exclusivamente o en parte por niños pequeños. Los
factores de riesgo para dicha expresión comportamental prioritariamente tienen comorbilidad con
trastornos psiquiátricos y de abuso de substancias y son fijos y discontinuos. Los primeros incluyen
la edad, historial del abuso, nivel de psicopatía y no pueden ser alterados. Los segundos, como el
cambio de actitudes y los progresos en el tratamiento son potencialmente cambiables.
La investigación actual para predecir el comportamiento violento de un sujeto en el futuro se basa
principalmente en factores fijos, aunque los factores discontinuos son capaces de modificar la
predicción y la realidad futura de las acciones de estos sujetos. Analizar y entender los primeros y
potenciar y refinar los segundos mejorará las expectativas futuras en este campo. Los métodos de
tratamiento más frecuentes son la terapia cognitivo-conductual, la de grupo y, cuando son
apropiadas, medicaciones tales como agentes antiandrogénicos que pueden actuar como
supresores del apetito sexual.
La pedofilia es un trastorno psiquiátrico crónico, pero es tratable en términos de desarrollar
métodos para prevenir la expresión del comportamiento.
5º Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis Febrero 2004. Psiquiatria.com
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Abstract
This work addresses the risk factors associated with psychiatric disorder pedophilia, others sexual
aggressives behaviour and his treatment. The essential feature of pedophilia is that an individual is
sexually attracted exclusively or in part to prepubescent children. The risk factors for its behavioral
expression are prevalence of comorbid psychiatric disorders and substances abuse and they are
fixed and discontinous. The firsts include the age, abuse hystorial, level of psychopaty, and they can
not be altered. The seconds, like the change of attitudes and the progress on the treatment are
powerfull changed.
The actual investigation for predict the violent behaviour of a person on the future is based mainly in
fixed factors although the discontinous factors able of to modify predictions and the future reality of
this subjects. To analyse and understand the firsts and to hauness and refine the seconds, it
improved the future expectations in this field. Common treatment methods are cognitive-behavioral,
group therapy, and when appropiate, medications such as androgen-lowering agents that can act
as sexual appetite suppressants.
Pedophilia is a chronic psychiatric disorder, but it is treatable in terms of developing methods for
preventing behavioral expression.
En los últimos tiempos, nos enfrentamos a noticias cada vez más frecuentes relacionadas con
abuso sexual a menores. Pederastia y pedofilia son dos términos que se relacionan con los
agresores de estas acciones: pederastas y pedófilos (paidófilos). Aunque etimológicamente
podemos encontrar diferencias en su significado, desde el punto de vista clínico, el DSM-IV (APA,
1994) sólo utiliza el término de pedofilia. Se incluye dentro del apartado de los trastornos sexuales
compartiendo capítulo con el resto de las parafilias. Sucintamente definimos pedofilia como la
atracción erótica o sexual de un adulto hacia un niño, pederastia como abuso sexual de niños y
proxenetismo como el beneficio obtenido mediante la prostitución de otro, usualmente un menor de
edad.
Según los criterios internacionales de diagnóstico acorde al DSM-IV para que exista pedofilia es
necesario que:
- durante un periodo de al menos 6 meses, existan fantasías sexuales recurrentes y altamente
excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican actividad sexual con niños
prepúberes o niños algo mayores (generalmente de 13 años o menos).
- las fantasías, los impulsos sexuales o los comportamientos provocan malestar clínicamente
significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo
- la persona tiene al menos 16 años o es por lo menos 5 años mayor que el niño o los niños.
(No debe incluirse a individuos en las ultimas etapas de la adolescencia que se relacionan con
personas de 12 a 13 años).
Hay que especificar si:
- con atracción sexual por los varones
- con atracción sexual por las mujeres
- con atracción sexual por ambos sexos
- se limita al incesto
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- tipo exclusivo (atracción solo por niños)
- tipo no exclusivo
Etiologia y patología
Durante mucho tiempo, la pedofilia se consideró sobre todo como una forma de homosexualidad.
Sin embargo, desde que la psicología comenzó a abordar el tema de la sexualidad, en el siglo xx,
la experiencia ha revelado que el campo de la pedofilia es mucho más amplio y con diferentes
formas de presentación.
El elemento común en el pedófilo es el abuso sexual del niño, el cual es seducido y usado con
distintos propósitos de satisfacción sexual. El pedófilo está convencido de que su conducta es
original y creativa, que incluso, le aporta al niño vivencias, conocimientos y placeres que
contribuirán a su crecimiento, que la sociedad represora e intrusa, le impide amar al niño y el niño
amar al adulto. Detrás de ello hay una adhesión al mito de la eterna juventud, anclado en la
idealización del cuerpo y de la belleza infantil y adolescente. Lo anterior da a la mayor parte de los
pedófilos, un rasgo psicopático. Su convicción les permite enfrentarse al grupo y a la sociedad con
una seguridad y cinismo que desorienta y sorprende. Con toda tranquilidad eligen profesiones y
actividades que los mantengan cerca de los niños, para de esta forma ejercer su desviación. Es
importante sin embargo, diferenciarlos de los pedófilos ocasionales, por regresión psíquica, que
viven esta tendencia con mucha culpa, luchando permanentemente contra ella, pero cayendo
víctimas del acto en situaciones de crisis personal, especialmente de tipo depresivo-melancólico,
incluso el DSM-IV se niega a considerar pedófilos a estos abusadores ocasionales.
Para lograr un desarrollo pleno de nuestra mente, debemos enfrentar y resolver las angustias que
surgen de la inevitable insatisfacción y de los pequeños o grandes traumas a los que estamos
expuestos desde el nacimiento. Elaborarlos significa ser capaz de pensarlos, con la ayuda y la
compañía de nuestros progenitores, en una relación muy cercana que nos dé tranquilidad afectiva
suficiente para trabajar mentalmente. Pero ocurre que muchas veces esto no es posible, y la mente
echa mano de otros recursos de inferior calidad, que en algunos casos llevan a una patología y, en
otros, quedan como rasgos de carácter. Entre estos últimos recursos, se presentan diversas
alternativas: una es, usar toda la agresión disponible para destruir la relación y, así el conflicto;
otra, es poner el conflicto en el cuerpo y transformarlo en un síntoma psicosomático; una tercera es
actuarlo, o sea, repetirlo tal cual se vivió, pero esta vez controlándolo y siendo victimario, no
víctima; y una última posibilidad de protegerse frente a la angustia es usar todo el placer, y la
excitación sexual disponible para construir una escena altamente erotizada, que resulte tan
excitante que permita tapar toda la angustia emergente. El pedófilo utiliza dos de estos
mecanismos: la actuación y la hipersexualización, es decir, recrea un escenario y lo llena de
contenidos eróticos excitantes de placer sexual, tapando así la angustia, el vacío, la amargura o la
desesperación de su estado mental, además, siempre aplica en mayor o menor medida un cierto
montante de agresión.
Los pedófilos frecuentemente han sufrido traumas o abusos sexuales infantiles. Entre el 50 y el
80% de los niños abusados se convierten de adultos en abusadores sexuales (Freund K, Kuban M,
1994). A menudo también ocurre que el padre del pedófilo esté ausente o muerto; en cualquier
caso, sumamente desvalorizado y despreciado por la madre. En el primer caso, cuando el niño ha
sido abusado, se identifica de adulto con el abusador por un mecanismo de formación reactiva y
construye una escena similar donde él es ahora quién se venga, controla y humilla. En el segundo
caso, la necesidad de un padre, en el pedófilo, lo lleva a idealizarlo de manera extrema, cargándolo
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de características primitivas de gran poder y fuerza, haciendo de él un padre omnipotente con el
cual se identifica, lo que le lleva a someter y abusar del niño desvalido. También se describe como
causa de pedofilia el abandono, la carencia y el aislamiento del niño, el cual, en estas
circunstancias, se refugia en un mundo sexual fantástico que le brinda excitación, estimulación y
apoyo al que queda fijado.
El amor sexual maduro sólo se consigue después de un trabajoso proceso de elaboración que
parte desde el nacimiento. Exige llegar a ser capaz de convertir la excitación sexual en deseo
erótico, proceso que dura hasta la adolescencia, el cual en un segundo momento a partir de la
adolescencia tardía hasta la adultez temprana, y gracias a la preocupación generosa por el otro, se
transforma en amor sexual maduro. El pedófilo no realiza este proceso, queda detenido entre la
excitación sexual y el deseo erótico, sin acceder a la fase madura, porque su tendencia sexual está
siempre mezclada con el deseo de controlar, de humillar, de ejercer el poder, de descargarse
sexual y agresivamente, con falta de consideración, respeto y empatía hacia el otro. Su fantasía
permanente es ser un niño junto a otros niños, manteniéndose en el mundo de los juegos y de la
fantasía. Para él no existe desarrollo mental más allá de la adolescencia, su ideal es el mundo
infantil de Peter Pan: todo el bien está en el mundo del niño, todo el mal pertenece al mundo de los
adultos.
Es fácil apreciar que estamos describiendo no sólo una detención en el desarrollo de la sexualidad
de estos sujetos, sino además, una incapacidad de acceder a un mundo de relaciones adultas
auténtico y verdadero y esto es porque los conflictos que llevaron al pedófilo a una solución
aberrante del deseo sexual, engloban y arrastran a menudo mucho más que su vida erótica. Esta
manera de resolver las angustias por medio de la actuación y de la hipersexualización impiden el
desarrollo de los aspectos sublimados de gran parte de su personalidad, y contaminan otras áreas
de su devenir psíquico de mentira y falsedad.
Tipología del abusador sexual infantil
La pedofilia es una desviación sexual que puede tener distintas formas de presentación y de
gravedad. Sin embargo, aun en sus formas de presentación más leves, implica un síntoma grave
en el desarrollo psicosexual de esa persona. Aquel sujeto que es capaz de ejercer abuso sexual en
un niño, persona desvalida que tiende a despertar más bien ternura que erotismo, cuidado más que
agresión, muestra perturbaciones muy profundas en su funcionamiento psíquico. Aun así, es
conveniente distinguir las diferentes formas de presentación de la pedofilia, pues de no hacerlo, se
puede caer en una actitud estigmatizadora simplista.
Existen dos grandes grupos de pedófilos:
1. Abusadores pedófilos obsesivos: este grupo está conformado por hombres que han abusado de
varios niños diferentes y presentan una compulsión crónica y repetitiva hacia el acto de pedofilizar.
Para estos abusadores, la pedofilia forma parte de su estructura subjetiva, comportamental e
ideológica. Las situaciones de abuso en las que se ven implicados este tipo de sujetos son de
carácter extrafamiliar. Un pedófilo de este tipo puede agredir a un número indefinido de niños.
2. Abusadores pedófilos regresivos: el segundo grupo está compuesto por hombres que se
transformaron en pedófilos en un momento de crisis existencial que cuestionó sus
representaciones viriles. El delito es producto de un deterioro en la capacidad de establecer
relaciones afectivas y sexuales satisfactorias con adultos, antes de esta crisis la orientación sexual
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de estos sujetos era hacia adultos. Los abusos cometidos por este tipo de hombres generalmente
se dan en el contexto intrafamiliar y pueden ser comprendidos como un ritual perverso y abusivo
que tiene por función salvar la pseudoidentidad del sujeto. La reincidencia de este tipo de sujetos
es escasa.
La relación sexual vivida en un vínculo de amor sexual maduro es una vivencia afectiva que
alimenta la psiquis al otorgar experiencias buenas, que da tranquilidad, fortaleza, aumenta la
autoestima, disminuye la tensión, disuelve agresión acumulada y genera sensación de bienestar.
La renuncia a la vida sexual en pareja priva de estas gratificaciones, por lo tanto, expone a la
mente a una situación de carencia que la hace más proclive a los estados regresivos, ya sean
ansiosos o depresivos. No obstante, una mente preparada sometida a esta carencia, crea caminos
sublimatorios que le permiten compensar dicha renuncia y buscar por otros canales aquello que la
sexualidad no le concede. La privación sexual no conduce necesariamente a éste a la pedofilia. En
el caso del sujeto que padece de pedofilia, su condición mental es precaria, sus canales de
sublimación son escasos, su tolerancia a la frustración es frágil y su impulsividad es alta. Eso lo
hace más proclive a los estados regresivos, y le hace también más difícil superar dichos estados,
con lo cual aumenta su tendencia a usar el mecanismo perverso que en otros momentos lo ayudó a
compensar sus angustias. En este sentido, la privación sexual genera en él una sobrecarga difícil
de manejar y sublimar. Lo que lleva a aumentar la incidencia de actos.
No existe un perfil exacto del pedófilo ni del pederasta, pero podemos establecer un retrato robot a
partir del estudio de los que han sido detenidos:
- en más del 90% de los casos se trata de varones
- en el 70% de los casos superan los 35 años de edad
- suele tratarse de profesionales cualificados
- con frecuencia buscan trabajos o actividades que les permitan estar cerca de los niños
- su nivel social es medio-alto
- en el 75% de los casos no tienen antecedentes penales
- su nivel de reincidencia es altísimo, aun después de ser descubiertos y condenados
- no suelen ser conflictivos en la cárcel y muestran buen comportamiento
- no reconocen los hechos ni asumen su responsabilidad
- normalmente tienen una familia a su cargo, y con frecuencia hijos pequeños
- en más del 30% de los casos se trata del padre, el tío o el abuelo de la víctima
Ontogénesis del abuso sexual familiar: el incesto como proceso
Ciertas familias incestuosas pertenecen a la categoría de familias multiproblemáticas, sin embargo,
la mayor parte han sido descritas como disfuncionales pues no es posible establecer una tipología
bien definida (Johnston FA, Johnston SA, 1997). Existen por supuesto ciertos rasgos comunes
como por ejemplo un desequilibrio en la estructura de poder de la pareja. El abuso sexual se
observa con frecuencia en estructuras familiares rígidas, patriarcales. En muchos casos, el padre
ocupa una posición dominante, despótica, ejercida mediante la fuerza y la coerción. Algunos
padres utilizan la violencia para reforzar su poder y su control sobre la familia, pero en general, el
adulto utiliza más bien la presión psicológica, social o económica para alcanzar sus propósitos
(seducción, valorización del niño, regalos, recompensas diversas, chantajes...) (Elliott M, Browne K,
Kilcoyne J, 1995). Otras veces se trata del modelo inverso, es decir, de una madre dominante y de
un padre pasivo, quien no se siente seguro fuera de una relación incestuosa. El padre erotiza la
relación con sus hijas, mezclando a la vez la ternura y la seducción. Se trata en esos casos de
estructuras familiares donde predomina el aglutinamiento, con fronteras intergeneracionales
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demasiado laxas y confusión de roles. En las familias incestuosas no es nada raro observar una
confusión (o una inversión) de roles ya sea cuando la madre delega sus roles maritales y
domésticos a sus hijas mayores o cuando el padre se muestra afectuoso, y asume la atención y los
cuidados domésticos. La relación incestuosa puede convertirse en la única fuente de intimidad, de
ternura y de afecto para el niño.
El aislamiento social de ciertas familias, incapaces de establecer relaciones sociales gratificantes
con el entorno, ha sido descrito como un factor de riesgo del incesto endogámico. Se trata de
familias centradas sobre sí mismas, centrípetas, que perciben el mundo exterior como hostil. La
promiscuidad y el aglutinamiento familiar favorecen la eclosión del incesto. La promiscuidad familiar
se presta a la interpretación incorrecta de ciertas actitudes infantiles consideradas como maniobra
de seducción por algunos adultos. Esta interpretación corresponde a una distorsión
afectivo-cognitiva del adulto. En realidad, se trata de actitudes asumidas por los/las niños/as en
pleno desarrollo, abocados a la búsqueda de consolidar su identidad sexual, que juegan a
"mostrarse adultos", sin que ello signifique la existencia de un deseo sexual real.
Los problemas sexuales de pareja son frecuentes en este tipo de familias. La madre rechaza las
relaciones intimas pretextando estar "indispuesta" e invocando razones como malestar o
enfermedad física, cansancio o depresión. La relación conyugal no satisface las necesidades de
dependencia de ambos padres, quienes en general no han sido suficientemente investidos
afectivamente durante la infancia. La frustración sexual resultante de esta situación puede
convertirse entonces en factor desencadenante del incesto, pues los padres se vuelcan hacia los
hijos en vez de buscar gratificaciones exteriores a la pareja. Estas familias se caracterizan por
fronteras y roles familiares poco claros y mal definidos; las historias familiares son incoherentes, los
sentimientos y los comportamientos son ambiguos, los estados afectivos y sentimentales están mal
definidos, los modos de comportamiento son poco claros, los límites entre la afectividad y la
sexualidad son poco consistentes. Por ejemplo, si en estas familias una niña acepta una
demostración física de cariño de su padre, esto puede interpretarse fácilmente como una invitación
a un contacto sexual. Por el contrario, en una familia sana, la representación imaginaria de
contacto sexuales entre miembros de la familia que no pertenecen al subsistema conyugal provoca
un sentimiento de rechazo e incluso de asco. En el mundo confuso de una familia incestuosa, estos
rechazos quizás no existan porque los patrones relacionales no han delimitado fronteras gestuales
y verbales claras alrededor de los subsistemas. Por lo tanto, la estructura familias no es segura
para el niño y todo gesto puede dar lugar a malentendidos imprevisibles.
El incesto emerge de dinámicas familiares que forman parte de una cultura familiar singular. Los
abusos incestuosos pueden considerarse como modalidades homeostáticas, es decir, estrategias
del sistema familiar construidas a lo largo de las generaciones para mantener un sentido de
cohesión y coherencia. El incesto, al igual que el abuso sexual por pedófilos, raramente es un
hecho aislado o un accidente en al vida de una familia, sino que constituye un proceso relacional
complejo que se desarrolla en el tiempo y donde se distinguen varios periodos. En un primer
momento los actos incestuosos se desarrollan en el interior de la intimidad familiar, protegidos por
el secreto y la ley del silencio. Durante este periodo, podemos decir que el sistema familiar se
encuentra en equilibrio y que el incesto es parte de las modalidades homeostáticas que los
miembros utilizan para mantener su cohesión y sus sentimientos de pertenencia.
Es posible distinguir tres componentes en este período:
1. La fase de seducción: en este periodo el padre abusador manipula la dependencia y la confianza
de su hija, incitándola a participar en los actos abusivos que él presenta como un juego o como
comportamientos normales entre padres e hijas. El abusador prepara el terreno tomando
precauciones para no ser descubierto y elige el momento y el lugar en que comenzará a abusar de
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su hija. Muchos de estos padres abusadores eligen una zona de sus casas para abusar de sus
hijas sin correr el peligro de ser descubiertos. Por ejemplo, pueden habilitar la bodega de la casa o
pueden hacerlo en la habitación de la niña cuando el resto de la familia duerme. Un momento
singular elegido por varios abusadores corresponde al periodo en que su esposa ingresa en la
maternidad para dar a luz un nuevo hijo. La partida de la esposa ofrece al marido una buena
oportunidad para quedarse a solas con su hija y al mismo tiempo la relación incestuosa con la hija
compensa el sentimiento de pérdida y abandono provocado por el nuevo nacimiento.
2. La fase de interacción sexual abusiva: en primer lugar es importante señalar que los gestos
sexuales incestuosos, lejos de ser aislados y únicos, corresponden a una diversidad de gestos que
se suceden en el tiempo. Así un padre abusador no viola directamente a su víctima como se suele
pensar. El coito propiamente dicho se produce en un momento bastante avanzado de la interacción
sexual abusiva. Frecuentemente el abusador comienza con gestos de exhibicionismo, paseándose
semidesnudo delante de su víctima o por ejemplo dejando al descubierto sus órganos sexuales
mientras ve la televisión al lado de su hija. En otros casos, invita a su hija a entrar en el cuarto de
baño mientras se ducha, etc. Luego a estos comportamientos se agregan otros gestos voyeuristas
en donde él solicita que le muestre sus órganos genitales, para seguir con manoseos de las zonas
genitales de su víctima y obligarla a manosear sus genitales, etc. El proceso continuará con otros
gestos como actos masturbatorios en presencia del niño(a), o el abusador obligará a la víctima a
masturbarle. En etapas más tardías, el sujeto viola a su víctima, comenzando a menudo por la
felación siguiendo con la penetración digital del ano y/o vagina, y por lo que se denomina
penetración seca, que consiste en frotar el pene en la zona anal y/o vaginal de la víctima hasta
eyacular. La penetración genital o coito se da en una fase avanzada de este proceso y es con
mayor frecuencia anal que vaginal. El hecho de que para muchos médicos, pediatras u otros
profesionales de la infancia estos gestos se sitúen en el registro de lo impensable, explica también
su dificultad para poder detectar precozmente este tipo de situaciones dejando a los niños sin
ninguna posibilidad de protección. El adulto que no ha conocido en su experiencia personal
situaciones semejantes, que en su práctica profesional no ha debido afrontar este tipo de tragedias
o que no ha recibido la formación necesaria, tiene una gran dificultad para enunciar una hipótesis
diagnóstica de abusos sexuales.
3. La imposición del secreto y la ley del silencio: este momento empieza a la vez que las
interacciones sexuales. En la mayoría de los casos, el abusador sabe que está transgrediendo la
ley, por lo tanto, se protege como todos los delincuentes para no ser descubierto. Al mismo tiempo,
estos gestos abusivos le son necesarios como solución a otros problemas, por lo que hará todo lo
que pueda para continuar sin ser sorprendido. Su alternativa es imponer la ley del silencio. Para
esto todas las fórmulas son posibles, desde la amenaza, la mentira, la culpabilización hasta el
chantaje y la manipulación psicológica. El abusador convence a su víctima del peligro que existe
para ella, para él y para su familia si se divulga lo que pasa entre ellos. El niño (a) termina por
aceptar esta situación y se adapta a ella para sobrevivir. Entran en la dinámica del chantaje con lo
que obtienen favores, regalos y privilegios del abusador. Esto cierra el circulo perverso, en la
medida que estas respuestas adaptativas permiten la desculpabilización del abusador y, al
contrario, aumentan la culpabilidad y vergüenza del niño.
Se ha logrado observar, que cuando la víctima, sobre todo si se trata de un adolescente, logra
mantener la distancia con su padre abusador, una parte de su personalidad será traumatizada pero
su dignidad se mantendrá intacta. Esto corresponde a los casos donde gracias a la comprensión de
la situación y su valor, los niños pudieron, en todo momento sentirse víctimas violadas por sus
padres u otro familiar, o cuando el violador era, además violento y sádico. En esta situación las
victimas pueden a través de la rabia que sienten contra su agresor, guardar la distancia necesaria
para entregar su propio cuerpo, pero al mismo tiempo proteger y mantener intacta su subjetividad.
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Los casos más dramáticos se producen cuando la víctima es aspirada por el abusador perdiendo
toda capacidad de experienciarse como una víctima de abuso. En estos casos es frecuente que la
víctima experimente placer en la relación, lo que producirá consecuencias catastróficas en su vida
adulta.
Muchas veces cuando se conoce un caso de incesto se culpa a la madre de lo ocurrido, sin
embargo, la experiencia clínica muestra que si bien muchas madres subordinan sus necesidades a
las de su marido, muchas también actúan correctamente una vez que se enteran de los abusos,
haciendo todo lo posible por ayudar a la víctima. La dinámica de la madre en las familias
incestuosas se caracteriza por la elección prioritaria, y a veces rígida, que hacen de su pertenencia
al subsistema conyugal. Son principal y prioritariamente, la mujer de sus maridos y a veces
también, su madre. El papel de madre de sus hijos es secundario y dependiente de este. Varias de
estas mujeres son además victimas de violencia de su cónyuge. Esta posición de víctimas es la
continuación del proceso de victimización infantil denominado como la "carrera moral del niño
maltratado". Habiendo ya vivido experiencias de abuso sexual, maltrato físico y abuso psicológico,
estas mujeres confirman en su relación con su cónyuge maltratador, sus sentimientos de
impotencia, sumisión e incompetencia. Paradójicamente, estas mujeres se sienten culpables por no
dar a su cónyuge lo que necesita, por este motivo soportan y justifican también sus agresiones,
disculpando a su hombre.
Según la reacción de las madres al momento de la denuncia por abusos hacia sus hijos, se pueden
distinguir varios tipos:
Madres tipo A: esta madre no puede ni siquiera imaginar la posibilidad de que su cónyuge pudiera
hacer algo parecido con sus hijos. Además estos abusadores se presentan como hombres
normales y respetables, buenos esposos y padres, y a menudo son manipuladores y borran todas
las pistas que pudieran delatarle. Los niños tratan muchas veces de decirle a su madre lo que está
pasando, pero a las madres les resulta extremadamente difícil decodificar las señales, y junto a
esto se suma el hecho de que para ellas el tema es inconcebible. Cuando este tipo de madres
obtiene la prueba irrefutable del incesto, para ella es un verdadero cataclismo, la mujer se siente
culpable y al dolor se suma el apoyo a la víctima.
Madres tipo B: corresponde a madres que son cómplices indirectas del abuso, aquí las madres
saben lo que pasa, pero prefieren callar. Se trata de mujeres dependientes del abusador y/o
comparten el mismo sistema de creencias respectos a que los adultos tienen todos los derechos
sobre los niños, por esto son incapaces de brindarles protección.
Madres tipo C: son cómplices directas. Conforman un grupo minoritario y participan activamente del
abuso junto a su cónyuge y en casos extremos pueden ser las verdaderas instigadoras.
En la relación incestuosa padre-hija hay características de exagerada pasividad y dependencia por
parte de la niña que asume inconscientemente el rol de pequeña-esposa; también puede ser
víctima de tíos o amigos de la familia. En la relación incestuosa padre-hijo, el primero está
expresando sus impulsos homosexuales y generalmente viene de una relación incestuosa en su
familia de origen. El incesto madre-hijo es raro y la seducción del hijo por parte de la madre está
considerada en el rango psicopatológico, la madre es una mujer muy dependiente, con "necesidad"
de desalojar el instinto maternal. El incesto entre hermanos es el más común del abuso sexual
intrafamiliar y puede pasar desapercibido por mucho tiempo. Generalmente se inicia en la edad
infantil y tiene efectos a largo plazo que repercuten en la vida adulta.
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Terapia conductual en abuso sexual
Los métodos de terapia de comportamiento tienen como meta la reducción o eliminación de la
conducta desviada -desadaptada- y la potenciación de la conducta normalizada -adaptada-. En el
caso del pedófilo: la eliminación de la atracción a menores y aumento y dirección de la orientación
sexual y relacional hacia pares (adultos). En el caso de la víctima traumatizada: la eliminación del
trauma y sus consecuencias y apertura a potenciales relaciones y conductas afectivo-sexuales
futuras.
Se basan en la asunción que la atracción sexual se puede modificar con el uso de los principios
desarrollados por el condicionamiento clásico (Paulov) y el condicionamiento instrumental
(Skinner). Todos los métodos del comportamiento se basan en la idea del condicionamiento,
asociando sensaciones agradables -refuerzos- al comportamiento deseado y sensaciones
desagradables -castigos- al comportamiento indeseado.
En relación con la pedofilia los métodos procuran conectar a dolor, miedo, o vergüenza, física o
emocional, la atracción sexual que implica a menores de edad (Maletzky B, 1991).
1. TERAPIA DE AVERSIÓN
- olfativa: uso de olores nocivos - alcoholes y sales de amoníaco en cápsulas -, orina, heces,
productos orgánicos putrefactos...
- eléctrica: empleo de schoks eléctricos de diferentes intensidades, frecuencia y duración. Supone
en la mayoría de los casos un procedimiento limpio y controlable.
- química: producción de náuseas y vómitos o parálisis respiratorias inducidas: eméticos
(apomorfina, sulfato de Cu y Zn, jarabe de ipecacuana) y succinilcolina (relajante
músculo-esquelético que produce depresión respiratoria). El inconveniente es el riesgo de ruptura
gástrica, problemas cardiovasculares y coma ocasional.
- Sensibilización encubierta: la situación aversiva es descrita por el terapeuta y luego por el sujeto
(en imaginación). Se identifica la cadena de acontecimientos que conducen a los actos pedofílicos
apareando consecuencias extremadamente nocivas: náuseas, sensaciones de intensa vergüenza y
humillación, encarcelamiento, pérdida de empleo o asalto físico por sujetos involucrados en el
abuso (padre de la víctima, familiares, etc.)
- Saciación masturbatoria: la meta es reducir la atracción sexual irregular asociándola al hastío,
cansancio o aburrimiento. Se obliga al sujeto al masturbarse mientras verbaliza su fantasía
irregular hasta una hora, continuando incluso después del orgasmo. Una variación es la "saciación
verbal". Requiere el dictado en una cinta magnetofónica para audio de la fantasía irregular por lo
menos 30 minutos después del orgasmo.
2. DROGAS REDUCTORAS DEL IMPULSO SEXUAL
Su propósito es disminuir el impulso sexual y las fantasías al objeto de controlar el comportamiento.
No cambian las preferencias eróticas y su uso se aplica en desórdenes diversos (sadomasoquismo
extremo, necrofilia, hipoxifilia, apotemnofilia, etc.), donde la causa es la misma impulsión excesiva
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de sexo. Pueden ser utilizadas temporalmente mientras se trabaja con el sujeto para cambiar su
preferencia erótica.
- Antiandrógenos: como el acetato de cyproterona, esteroide sintético con efectos antiandrogénicos
y efectos progestínicos. Inhibe la espermatogénesis y reduce el volumen de la eyaculación
(Bradford JM, Pawlak A, 1993) (Czeizel E, 1996).
Depo-provera (acetato de medroxiprogesterona): compuesto de progesterona sintética usado como
anticonceptivo femenino. No deja que el ovario deslice el óvulo y espesa la mucosa cervical
impidiendo el paso de espertazoides. Elimina el deseo sexual masculino (Tsang DC, 1995).
Asimismo, el Triptorelin tiene acción antagonista sobre el eje hipotálamo-hiposifisiario con
reducción de la hormona liberadora luteinizante (LHRH) y la hormona luteinizante (LH). Implica la
disminución de la actividad gonadotrófica de las células intersticiales productoras de testosterona
(Thibaut F, Cordier B, Khun JM, 1993).
Los efectos secundarios de las drogas estrogénicas en el varón son: feminización, crecimiento de
mamas, náuseas y vómitos, posible daño gonadal (esterilidad), flashes calientes y fríos,
hipersomnia, depresión, alteración suprarrenal y daños en huesos e hígado.
Para la Academia Americana de Psiquiatría del Niño y del Adolescente (American Academy of
Child and Adolescent Psychiatriy, 1999) el uso de antiandrógenos en adolescentes debe ser
reservado para los abusadores sexuales más severos y en todo caso para menores de 17 años de
edad. Su aplicación pasa por el consentimiento informado al sujeto con información completa de
los efectos secundarios, riesgos, efectos y ventajas potenciales, antes de iniciar el tratamiento.
Para algunos las drogas que reducen la impulsión sexual se administran a delincuentes juzgados,
posiblemente como alternativa al encarcelamiento muy largo, por lo que el consentimiemto libre no
existiría.
- Reductores de obsesiones, compulsiones y ansiedad asociada: inhibidores selectivos de
recaptación de serotonina, antidepresivos e inhidores (fluoxetina, sertralina, paroxetina...) Estas
drogas rompen el ciclo obsesivo-compulsivo sexual ayudando al sujeto a usar más efectivamente la
terapia. Presentan pocos efectos secundarios. Su uso se basa en que la conducta sexual
compulsiva es impulsada por la ansiedad cuando ciertos comportamientos sexuales producen alivio
temporal de la misma, pero es seguida de mayor ansiedad y distress, creando un ciclo
autoperpetuado.
- Neurolépticos y antipsicóticos: usados en esquizofrenia y otras psicosis, especialmente cuando
concurren en el agresor paranoia, manía e hipomanía; excitación, agitación psicomotora, conducta
violenta o impulsiva (clorpromacina, risperidona, tioridazina, haloperidol...)
3. RECONDICIONAMIENTO ORGÁSMICO
La meta es transferir el despertar anómalo de los sujetos a estímulos sexuales normales. Se
permite despertar una fantasía propia (pedófilia...) mientras el sujeto se masturba para cambiar a
un estímulo normalizado inmediatamente antes del orgasmo a fin de condicionar este último con el
emparejamiento de una imagen sexual adecuada.
4. PLETISMOGRAFÍA PENEAL Y TÉCNICAS DE BIOFEEDBACK
Se trata de determinar el grado de atracción general del sujeto a través de registros de la erección
del pene y de otras constantes psicofisiológicas (GSR, TC, etc.) ante diferente estimulación visual o
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auditiva, al objeto que el agresor sexual adquiera control progresivo sobre su excitación sexual,
aumentando ésta ante la conducta sexual adecuada y rediciéndola a aquellos otros casos
perjudiciales (McAnulty RD, Adams HE, 1992) (Freund, K, 1981) (Annon, JS, 1993).
5. METODOS COGNITIVOS
Se basan en que muchos delincuentes sexuales, en su comportamiento agresivo frente a la
victima, manipulan a ésta, carecen de empatía para con ella, o niegan y racionalizan su
comportamiento abusivo (Chaplin TC, Rice ME, Harris GT, 1995) (Abel GG, Rouleau JL, 1995)
(O'Donohue W, Letourneau E, 1993) . Los métodos cognitivos asumen que su comportamiento
sexual resulta de una creencia incorrecta de actitudes antisociales, de pensamientos mal
adaptados, de una carencia del conocimiento sexual y de habilidades deterioradas de
comunicación y sociales. Implican el trabajo del sujeto con el terapeuta y con el grupo (Van Zessen
G, 1990) (Fog A, 1992), abordando casi siempre los siguientes puntos:
- distorsiones cognitivas: opiniones incorrectas de las señales comunicacionales de los otros,
incluyendo creencias incorrectas sobre los efectos de la actividad sexual con los niños. Cuando el
delincuente las verbalice y el terapeuta y otros delincuentes las desafíen, se acentuarán sus
connotaciones negativas y se potenciarán las visiones correctas.
- empatía con las víctimas: las expresiones y manifestaciones de las víctimas, - escritos, dibujos,
grabaciones vídeo/audio, real - favorecen el grado de comprensión del daño y repercusiones
causado en la víctima, eliminando progresivamente el comportamiento egodistónico emocional del
delincuente respecto del abusado, lo que favorecerá una sensibilidad respecto a las repercusiones
traumáticas y de futuro de la víctima, neutralizando de esta manera comportamientos semejantes
en el futuro.
- habilidades de control de estímulos y agresividad: supone favorecer el conocimiento de cuales
son los disparadores ambientales o personales que favorecen o predisponen las situaciones de
peligro y de activación en el sujeto abusador, así como dotar de los mecanismos psicofisiológicos
oportunos para el control del arousal y del discurso cognitivo (cadena o secuencia de pensamientos
que desvíen o frenen las subsiguientes conductas motóricas de agresión física)
- habilidades sociales y asertividad: pueden ayudar al delincuente a aprender o desarrollar
relaciones entre iguales que den la vuelta a los niños como objetivo, ampliando las posibilidades
futuras de interrelación y obtención de gratificación y refuerzo emocional y sexual con adultos.
- educación sexual: incluyendo información sobre la desviación sexual y las parafilias. La
ignorancia sexual aumenta la ansiedad sexual del sujeto hacia sus iguales adultos, mientras que el
suministro y comprensión del funcionamiento sexual y afectivo normal abre un abanico de
serenidad-normalidad respecto al par/pares adultos y normaliza y ajusta la posibilidad de relación
hacia éstos.
A/ CONDICIONAMIENTO ENCUBIERTO
El Condicionamiento Encubierto (CE) es un modelo teórico que hace referencia a un conjunto de
técnicas que utiliza la imaginación y que pretenden alterar la frecuencia de la respuesta de un
individuo a través de la manipulación de sus consecuencias.
Los antecedentes del (CE) están en los estudios sobre la imaginación que subrayaban, por un lado,
la importancia de las imágenes relacionadas con la memoria, el pensamiento y la propia conducta;
y por otro, la utilización que de la imaginación en el ámbito clínico y terapéutico. Como técnica de
intervención en el campo de la modificación de conducta, la imaginación comienza a tener interés
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especial con la publicación del primer trabajo de Wolpe (1958), autor que destaca el empleo de la
imaginación en la técnica de la Desensibilización Sistemática (DS). A partir de este momento, se
populariza el uso clínico de la imaginación. Cautela presenta una de las técnicas más
representativas del (CE), la Sensibilización Encubierta (SE) (Cautela JR, Kearney, A, 1986), con
esta técnica se asientan las bases del (CE) y posteriormente se van a desarrollar otras técnicas,
como por ejemplo el Reforzamiento Positivo Encubierto, Reforzamiento Negativo Encubierto,
Modelado Encubierto, Coste de Respuesta Encubierto y la Detención del Pensamiento.
El procedimiento general de aplicación incluye 4 fases:
1. Fase educativa o de presentación de las técnicas encubiertas y justificación razonada del uso de
la técnica. El terapeuta explica la forma en la que se mantiene y se cambia una conducta mediante
las técnicas encubiertas. Se incluyen 4 puntos:
- explicación de la influencia de los pensamientos, imágenes y los sentimientos sobre la conducta.
- tras haber hecho comprender la influencia del ambiente en el control de la conducta, el terapeuta
plantea y demuestra la posibilidad de cambiar el comportamiento a través del aprendizaje.
- comentario del funcionamiento de la terapia que consiste en imaginar conductas, acciones suyas
o de otras personas, y las consecuencias que se derivan de ellas.
- destacar la importancia de la imaginación y de la participación activa del paciente durante la
presentación de las imágenes mentales. Es decir, que el paciente sienta que está viviendo
realmente la situación, no sólo que se la imagine.
2. Entrenamiento o evaluación de la capacidad imaginativa y entrenamiento en imaginación. En
esta fase el terapeuta evalúa la capacidad de imaginar del paciente. Para evaluar la claridad y
emotividad de las imágenes mentales, se realiza de modo similar al proceso de aplicación de la
(DS). Existen diferentes apartados:
- se pide al paciente que se siente, se acomode y cierre los ojos.
- se le dice que imagine con toda la nitidez posible la situación que se le va a describir. Se recuerda
que debe intentar mantenerse de lleno en la escena, como si realmente lo estuviera viviendo y no
como un espectador pasivo.
- se indica que cuando haya conseguido imaginar claramente la escena levante un dedo de la
mano.
El terapeuta describe una escena relacionada con el problema del paciente. Pueden ocurrir dos
cosas: que el paciente no tenga ningún inconveniente con esta presentación mental, y que la
imagen se produzca con facilidad, sea clara y le provoque la emoción correspondiente. Aquí el
terapeuta le dirá que lo repita el sólo, que vuelva a imaginar la escena. O que el paciente muestre
alguna dificultad a la hora de imaginar la escena mental, por ejemplo que el paciente no sea capaz
de meterse en esa situación, que requiera más tiempo para que pueda imaginar, que sea capaz de
verla pero no de sentirla, etc. Según el motivo, el terapeuta debe hacer hincapié en unos aspectos
u otros, para mejorar la situación previa de dificultad.
3. Fase de aplicación o decisiones de entrenamiento y aplicación. El terapeuta establece las pautas
de comunicación entre ambos a lo largo de las sesiones. Esta comunicación se establece de
antemano. A escala verbal la palabra "cambio" indica que se pasa de una imagen mental a otra; la
palabra "basta" termina la representación de una determinada secuencia. En el ámbito gestual,
levantar el dedo es indicativo de que el paciente ya ha visto lo que se le pide.
Se comienza con la aplicación de la técnica. El terapeuta es quien realiza la técnica en un primer
momento y, a continuación, entrena al paciente para que realice la secuencia sólo. Generalmente
se suelen realizar unos 20 ensayos en cada sesión. El terapeuta repite 10 veces la secuencia y el
paciente realiza otras 10 en el ámbito encubierto tras cada secuencia realizada por el terapeuta.
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Para garantizar que la aplicación sea efectiva, el terapeuta va explorando la calidad de la
imaginación, la nitidez, la respuesta emocional, etcétera.
4. Fase de consolidación y generalización o de tareas para casa entre sesiones. El terapeuta
prepara al paciente para que la técnica se convierta en un método de autocontrol y así maneje
eficazmente su conducta.
Para ello pide al paciente que primero practique en su casa las escenas descritas en la sesión, que
practique los ejercicios entre 10 y 20 veces en 2 momentos del día para afianzar los logros
adquiridos y así mantener la conducta adaptada, y por último, para evitar que se produzca un
efecto de habituación, se le indica al paciente que durante las escenas introduzcan pequeñas
modificaciones.
B/ TÉCNICA DE DETENCIÓN DEL PENSAMIENTO (DP)
Técnica que consiste en exponer al paciente a los pensamientos intrusitos, característicos de los
obsesivos. Su objetivo es reducir las frecuencias y la duración de los pensamientos intrusitos,
haciendo que éstos sean controlados por el paciente.
Procedimiento: se pide al paciente que se concentre en el pensamiento intrusito no deseado y que,
a continuación, lo detenga y vacía su mente. Para detener el pensamiento se utiliza la orden "stop",
"alto", "para", "basta", o bien golpeando en la mesa. Las ordenes funcionan como un castigo, como
una distracción y como una respuesta positiva (porque podemos introducir algo positivo a
continuación). Los pasos serían:
1. La escena y la orden se dan de forma manifiesta (en alto): el terapeuta describe la escena y el
pensamiento generador de ansiedad. El paciente comienza a imaginar el pensamiento. El paciente
levanta el dedo cuando comienza a tener intensamente el pensamiento obsesivo. El terapeuta dice:
"stop", "alto". El paciente detiene el pensamiento.
2. Orden manifiesta y escena encubierta: el paciente comienza a imaginar la escena y el
pensamiento obsesivo. El paciente levanta un dedo cuando comienza a tener intensamente el
pensamiento. El terapeuta da la orden en alto. El paciente detiene el pensamiento.
3. Escena y orden encubierta: el paciente comienza a imaginar la escena y el pensamiento
obsesivo. Cuando comienza a tener intensamente el pensamiento, se dice de forma encubierta la
orden. Detiene el pensamiento.
Algunos autores incorporan, tras la orden de detener el pensamiento, la imaginación de una escena
alternativa agradable, con la idea de que el paciente se relaje. La técnica se practica durante 2 o 3
sesiones, repitiendo varias veces cada una de las fases. El terapeuta le indica que a medida que
aumente el control de los pensamientos, éstos llegarán a ser menos perturbadores.
El proceso terapéutico con víctimas de agresión sexual Emdr (eye movement
desensitization and reprocessing)
Los pasos a seguir serían los siguientes:
1. Establecimiento de la relación terapéutica: en este caso, como en todos los de abuso, lo primero
es establecer una relación de confianza. Respetemos el tiempo que necesite el/la paciente para
crear un espacio de seguridad que haga propicio el tratamiento de su problemática. La primera
parte de la terapia no se dirige al tratamiento de la situación traumática. Antes es necesario evaluar
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e incrementar los recursos personales y sociales de la paciente, brindar contención y estabilización
afectiva. Puesto que se movilizan emociones muy intensas, primero debe estar lo suficientemente
fuerte como para afrontarlas.
2. Trabajo con las situaciones traumáticas: las víctimas de violencia sexual han sufrido un trauma,
sea este único o reiterado, por lo tanto el tratamiento debe tender a integrar el acontecimiento
dentro de la vida psíquica, permitiendo que desaparezcan los síntomas que se originan en él.
Desde que Francine Shapiro introdujo el método EMDR (Eye Movement Desensitization and
Reprocessing) en Estados Unidos en 1989 (Shapiro F, 2001), ha ido ganando difusión mundial. La
autora propone la hipótesis de que las experiencias de vida negativas o traumas trastornan el
equilibrio bioquímico del sistema de procesamiento de información del cerebro. Esta falta de
equilibrio impide que la información sea procesada y llegue a un estado de resolución adaptativa,
con el resultado de que las percepciones, emociones, creencias y significados derivados de la
experiencia quedan de alguna manera "trabados" en el sistema nervioso. El método EMDR, puede
desbloquear el sistema de procesamiento de información del cerebro permitiendo que se produzca
un aprendizaje detenido hace mucho tiempo. Sostiene Shapiro que los recuerdos traumáticos son
lecciones no aprendidas que se aíslan en el cerebro en virtud de la cantidad de neuroquímicos
producidos en momentos de gran stress. Estas experiencias permanecen sin asimilar durante
años.
EMDR, mediante la estimulación bilateral ocular, reconecta las redes neuronales anteriormente
aisladas con el resto del cerebro. Se produce así un procesamiento de la información y una
reestructuración cognitiva, junto con una neutralización del afecto negativo. Mediante EMDR no se
anulan los recuerdos sino que se transforma la emoción y la sensación que produce la imagen
registrada en la memoria; también se produce una evolución cognitiva respecto del significado de la
experiencia para la paciente, lo que trae cambios en la autoimagen y autoestima.
TIR (TRAUMATIC INCIDENT REDUCTION)
Desarrollado en 1984 por Frank Gerbode y Gerald French (French G, Harris C, 1999), es un
tratamiento breve, simple, centrado en la persona y altamente estructurado. Sus autores reconocen
la influencia del trabajo de Carl Rogers y de Sigmund Freud.
De Carl Roger se puede reconocer el hecho de estar centrado en el cliente, aunque sin la falta de
dirección. De Sigmund Freud se encuentra la influencia de sus primeros trabajos, en los que
postula un origen traumático de las neurosis, aunque el TIR no emplea la interpretación y el
análisis.
En 1994 fue incluido por Charles Figley en el Proyecto de los Ingredientes Activos en el
Tratamiento del Trauma, una demostración clínica sistemática, en la que demostró ser muy eficaz,
logrando resultados positivos en un término de apenas 4 horas de tratamiento (promedio)
El presupuesto básico del TIR es que todas las emociones, sentimientos, dolores, actitudes,
sensaciones, etc. no deseados tienen un evento traumático en su raíz. El TIR esta dirigido a
alcanzar esa raíz, y resolverlo (tanto el evento como el tema relacionado) descargando su carga
emocional.
Cuando el episodio traumático es conocido, el procedimiento denominado (TIR Básico) consiste en
que el consultante recorra mentalmente el episodio traumático repetidamente. Al final de cada
recorrida, cuenta qué pasó. Es de esperar que, a medida que el consultante recorre una y otra vez
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el incidente traumático, se vayan recuperando fragmentos perdidos de la memoria traumática, se
produzcan catarsis, muchas veces muy intensas, como si el incidente estuviera ocurriendo
nuevamente, el relato se vaya transformando paulatinamente, hasta dar paso a una descarga
emocional total, aliviando el sufrimiento, y conduciendo a insights y cambios cognitivos
significativos, momento que se denomina Punto Final.
Cuando el motivo de consulta es un tema (sentimiento, emoción, dolor, actitud, o sensación no
deseada), se presume la existencia del episodio traumático, y se busca llegar a él, partiendo de
situaciones que representen el motivo de consulta, y aplicando el procedimiento sobre esa
situación. Este procedimiento se denomina (TIR Temático). A partir de aquí, se provoca una
regresión no hipnótica hasta alcanzar el incidente traumático que está en la raíz del problema,
transformando el procedimiento en TIR Básico, y llevando de esta manera a su resolución. La
intervención del terapeuta está altamente pautada.
El protocolo consiste en una serie de preguntas fijas que conducen al paciente a entrar en contacto
con la situación traumática, así como con los sentimientos, sensaciones, cogniciones, etc. que el
mismo genera: básicamente, se le pide al consultante que vaya al principio del incidente, que lo
recorra mentalmente en silencio, y finalmente que cuente qué pasó. El terapeuta no ofrece
intervenciones ni interpretaciones, las cuales son hechas espontáneamente por el mismo
consultante. Toda la atención del consultante debe estar orientada hacia adentro, a recuperar esa
memoria traumática, entrar en contacto con ella y ponerla en palabras.
EMDR y TIR son procedimientos que en el fondo comparten un denominador común: la exposición.
Exposición no en vivo, pero si en imagen, por lo que el mecanismo final por el que actúan es el
mismo derivado de la exposición: la extinción de la ansiedad condicionada por la habituación al
material desencadenante de la misma. Desde esta perspectiva, trauma sexual y fobia, aunque
diferentes en su adquisición, desarrollo y consecuencias, participan de un mismo nódulo existencial
de distress - la afectividad negativa elevada- (Clark LA, Watson D, 1991).
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