Teórico N°4

Anuncio
Teórico N° 4
Docente: María Rosa del Coto
03/09/2013
Tema: posición de Verón respecto de las dos definiciones planteadas por Peirce en
referencia al Objeto Dinámico. Tipos de interpretante. El interpretante lógico final. La
verdad pública. La comparación entre los dos modelos de signo, el saussureano y el
peirciano: la concepción acerca de la significación; el alcance del concepto de signo; la
“materialidad del signo” y la “construcción social de lo real”.
A continuación vamos a ver como Verón piensa la problemática que se genera a
partir de las dos definiciones de Objeto dinámico que plantea Peirce y que, como
recordarán, son la de “Objeto en sí” y la de “Suma de representaciones pasadas y futuras
del objeto”. Verón le da una suerte de vuelta al tema. Aclaro, en principio, que este autor
está absolutamente de acuerdo con la segunda definición, lo cual se vincula con su teoría,
ya que ésta plantea la construcción social de lo real. Lo real es construido y además es
construido socialmente. Esta visión constructivista que pone en juego es lo que hace que
considere como válida la segunda definición de objeto dinámico que presenta la teoría
peirciana y que deseche de plano la primera.
Para llegar a esta idea, Verón no se va a centrar en las definiciones que presentamos,
sino que parte de otro enunciado que también aparece en los Collected Papers y es el que
asevera que “el objeto determina al signo”. Acá Verón se enfrenta también con un
enunciado paradójico, que remite a y se enfrenta también a los principios básicos de la
teoría peirciana.
Verón recuerda ciertos principios que aparecen cuando Peirce habla de las
categorías. Sabemos que las categorías son tres y que hay grados. Que la primera es la de
mayor simplicidad, mientras que la última es la más compleja y además recupera a las
anteriores. Por su parte, la segundidad presenta una complejidad mediana. Pues bien, con
respecto a las categorías se plantea un principio: las ideas que pueden formar parte de la
categoría de la primeridad, así como las ideas que forman parte de la categoría de la
segundidad, y también las ideas que forman parte de la terceridad, o sea, todas las ideas,
pueden establecer relaciones triádicas, a partir de combinarse entre sí. Pero, además de este
1
principio, la teoría peirciana plantea una serie de restricciones que afectan a las ideas de la
primeridad y a las ideas de la segundidad cuando éstas inician, es decir, cuando se
presentan como primeras en una relación ternaria en la que van a participar. Lo que debe
resaltarse aquí es que, en el pensamiento peirciano las relaciones triádicas no se pueden
combinar de cualquier manera, sino que deben atenerse a una serie de condicionamientos.
Para desarrollar el tema es preciso que planteemos algo antes: Peirce, en un
momento determinado, elabora una clasificación de diez signos. ¿Cómo elabora esa
clasificación? Ella surge del entrecruzamiento de un principio que opera en relación con las
categorías y por otro lado con los nueve signos que configuran las tres tricotomías. Por
ejemplo, la segunda tricotomía está compuesta por tres elementos; cada uno de ellos está
ubicado en un lugar determinado. Nosotros no podemos modificar ese lugar. No puedo
decir ícono, símbolo e índice porque sería un error. Hay que atenerse al orden que le dio
Peirce porque este lugar está relacionado con las categorías. Entonces, el ícono funciona
como un primero porque pone en juego propiedades, caracteres, cualidades. El índice como
un segundo, es un elemento individual, tiene características de un evento, de un hecho; y el
símbolo es una ley, una convención, o sea, presenta las características de la terceridad.
Tiene que guardarse el orden. Esto se da en las tres tricotomías.
Ahora bien, Peirce va a decir que para armar los diez tipos signos va a usar la idea
de primeridad, segundidad y terceridad ―y los principios que ella implica― y va a
poner en vinculación a estos principios con los nueve elementos que conforman las tres
tricotomías.
Las “nuevas” relaciones triádicas formadas responden a un principio. Éste es el
siguiente: si el primer elemento, el elemento que va a aparecer como primero en una
relación de tres, es una primeridad, solamente puede determinar, esto es, solamente se
puede articular con primeridades. Acá empiezan, como vemos, a operar una serie de
restricciones. Dicho de otro modo, si el primer elemento de una relación entre tres es un
primero, solamente puede determinar primeros. Por lo tanto, si el primero es un cualisigno
se podrá relacionar con un ícono y con un rhema y nada más. No con segundidades o con
terceridades. Estos condicionamientos operan en relación con la formación de la
2
clasificación en los diez tipos de signos, como dijimos, clasificación que nadie les va a
pedir, en ninguna instancia de examen. Si el primer elemento que va a formar una relación
ternaria, es un segundo ya puede articularse con primeros y segundos, pero no con terceros.
Si el primer elemento de una relación ternaria es una terceridad ya podrá relacionarse con
primeros, segundos y terceros. Acá no hay ninguna restricción.
De estas restricciones, surgen los diez tipos de signos.
Volviendo al enunciado de que el objeto determina al signo, Verón dice, en función
de “esta ley” ―de estos principios que estuvimos viendo recién―, que dicho enunciado es
inadmisible. Porque el objeto en Peirce, si es el objeto dinámico, es un segundo. Verón,
entonces, plantea que se da una cuestión espinosa porque nunca en términos peircianos,
según el principio que indicamos, un segundo puede determinar a un tercero, y el signo es
un tercero. Así, el enunciado el objeto determina al signo genera un problema en relación a
cómo entender esta idea. ¿Cómo puede un segundo determinar a un tercero? La única
solución es que ese objeto, dice Verón, no sea un segundo sino que sea un tercero. Esto es,
que ese objeto sea ya un signo, porque, si es un tercero, es signo. Y los únicos “objetos”
que son signo son los objetos inmediatos; y son signo porque forman parte de un signo, o
sea se trata del objeto tal como es representado en una representación triádica genuina. El
objeto inmediato es un segundo que forma parte de una relación ternaria, que porque
constituye un signo, es signo.
Peirce siempre habla de representaciones, lo que nos lleva a la última definición. Lo
importante es la idea de representación. El objeto ya es un objeto representado. No es el
objeto que es representado sino que es la representación del objeto dinámico. O sea que
ya es una representación. Dicho de otro modo, si el objeto es un segundo no puede
determinar a un tercero. Porque si aceptamos este enunciado, hace agua toda la teoría.
Ahora bien, hay una forma de mantener el enunciado. Ella consiste en que el objeto no sea
un segundo; si el objeto no es un segundo y en cambio es un tercero, entonces sí puede
sostenerse lo que plantea el enunciado, porque, en tal caso, no hay ninguna restricción: un
tercero puede combinarse con, determinar a una terceridad. Entonces, ese objeto ―no
puede necesariamente ser el objeto en sí, que sería el segundo―, es el objeto definido como
3
suma de representaciones. Se trata ya de una representación. Lo cual nos remite a los
objetos inmediatos, objetos que ya están incluidos, que ya están formando parte,
integrando una representación, una relación triádica genuina particular. Son los objetos
representados, los que construyen al objeto dinámico; son las representaciones, todas las
representaciones que se dieron y todas las que vendrán en el futuro. Pero Peirce, de
cualquier manera, pone en juego las dos cosas: por un lado, el objeto dinámico va a ser el
objeto en sí, o sea como elemento exterior a la semiosis, independiente de ella. Pero,
sabemos, este objeto es, en definitiva, inaccesible a los hombres; mientras que lo accesible
para ellos, lo propio del hombre, es la semiosis, lo que nos conduce directamente a la
definición del objeto dinámico como suma de representaciones. Una cosa fundamental es
que siempre va a haber una brecha entre una definición del objeto dinámico y la otra, entre
el objeto en sí y el saber que alcance el hombre respecto del mundo, de la naturaleza, o
sea, del objeto en sí. Entonces, Verón —como es partidario de poner por delante “la
construcción social de lo real” porque entiende que lo real no es algo que esté allí, afuera de
la semiosis sino que es construido al interior de la semiosis y que no es algo individual sino
social—, cuando lee a Peirce, va a desentender la primera definición. Tratará de afirmar
pura y exclusivamente la segunda. Para Verón, solamente es válido indicar que Peirce pudo
haber dicho que el objeto determina al signo si ese objeto ya es un signo. Entonces estamos
dentro, y no fuera, del universo de la semiosis, aunque prediquemos cosas que estén afuera
de ella. En la realidad todo se produce dentro de la semiosis, con todos los
condicionamientos que esto pueda implicar, los que, en términos de Verón, son siempre
sociales.
Ahora vamos a pasar al tema de los tipos de interpretante. Lo primero que tenemos
que destacar es la idea de que el interpretante es otro signo que puede ser equivalente o aún
más desarrollado que el primero. Si fuera solamente equivalente, el proceso semiótico,
infinito, sería circular. Generaría algo así como un círculo vicioso, estaría reiterándose
siempre la misma semiosis. Pero Peirce plantea, y esto está relacionado básicamente ―es
decir no está sólo relacionado con lo que voy a indicar ahora― con la adquisición de
nuevos conocimientos, y por eso Peirce indica que la semiosis crece. O sea que no se reitera
únicamente. ¿Por qué? Porque se van agregando nuevos interpretantes. Estos nuevos
4
interpretantes van a implicar, desde cierto punto de vista ―cuando digo de cierto punto de
vista quiero decir desde el punto de vista del hombre, de la humanidad―, que los objetos
también crezcan. También se “enriquezcan” Porque el hombre descubre una propiedad, una
cualidad, una característica de ese objeto que antes no conocía. Entonces, de alguna
manera, esa nueva “cualidad” que se ha descubierto, que implica que se agrega ese
interpretante al representamen, implica, como decíamos, que, para el hombre, crezca
también el objeto. Esta propiedad que se descubre está en el objeto, por supuesto, pero a la
cuestión siempre la tenemos que pensar en vinculación con el conocimiento del hombre.
Ahora bien, esto que acabo de decir, como recordarán, es una parte de la cuestión.
La otra parte de la cuestión es que también los hombres van a agregarles sentidos a los
objetos; se trata de esas asociaciones o connotaciones que se suman a los significados que
ya el representamen posee. Entonces, acá no se trata de la adquisición de un conocimiento
nuevo, sino de la adquisición social de un nuevo sentido, como decíamos, un nuevo
significado que se le otorga a ese objeto. Siempre, reitero, a nivel del proceso de la
semiosis, y esto porque se trata de un agregado que procede de un (nuevo) interpretante.
Sabemos que estos interpretantes son, como dice Peirce en algún momento, independientes
de los caprichos del yo y del tú, o sea, no estamos hablando de significados individuales (el
yo y el tú se presentan aquí como emblemas de lo individual), no se trata de que uno asocie
un representamen con algo y esto implique que, para Peirce, la semiosis creció, no. La
incorporación se produce siempre atendiendo al orden del nosotros, por así decir. O sea,
tiene que estar presente siempre la idea de comunidad que es la que avala, la que legitima la
incorporación de ese nuevo signo/ interpretante respecto del que opera como
representamen. Recuerden el ejemplo de la manzana y su vinculación no sólo con la idea de
elemento comestible, sino como algo que se vincula con la seducción, con la tentación, con
el pecado, ¿se entiende? Esta asociación, este sentido, es adoptado y, digamos, es
transmitida por la religión cristiana, por ejemplo, y, además se ha expandido fuera de sus
márgenes, ya que se reitera hasta nuestros días en múltiples discursos que no pueden
caracterizarse como religiosos. ¿Se entiende? Ahí no se trata de una propiedad de la
manzana que se haya descubierto, se trata de una elaboración de los hombres, los que
asociaron la manzana a esa historia bíblica. Podía haber sido otro elemento. Entonces, lo
que quiero que quede claro es que no solamente aumenta la semiosis, que se enriquece la
5
semiosis a través de la incorporación a ella de un signo más desarrollado que se vincula con
la adquisición de un nuevo conocimiento respecto de la naturaleza, sino también con la
adquisición de cualidades que le son adjudicadas por el hombre a determinados objetos a
los cuales se refiere su enunciado, podríamos decir, un discurso, etcétera. ¿Esto está claro?
Entonces este es un elemento importante porque le agregamos más, algo más al
pensamiento peirceano en el sentido siguiente: Peirce nos habla fundamentalmente de la
adquisición de conocimientos pero también esto implica la sumatoria de valores, de
verosímiles sociales. Ese es el interés, además, que tiene este pensamiento peirceano para
nosotros, a quienes no nos interesa la lógica ni estamos pensando en cómo el hombre
adquiere conocimientos. Ese no es nuestro problema, es otro mucho más ligado con
cuestiones centradas en cómo la sociedad va elaborando conceptos respecto de los objetos.
Si nuestro objeto en vez de ser la manzana fuera una persona, uno de nosotros, lo
que nosotros estamos viendo de nuestro compañero, ¿es el objeto o sigue siendo un signo?
―Ah, no sé cómo es. Puede ser el objeto o no. ¿La imagen del compañero? La idea de
compañero también tiene una serie de cualidades, ¿es a eso a lo que te referís?
―Quizás nosotros no podemos generar… al objeto sino que tenemos que referir
siempre a la imagen de… (no se escucha bien).
―Exacto, tiene que ver con eso. Pero no planteado en esos términos. Para Peirce, es el
agregado de un conocimiento, pero uno puede ampliar esa manera de entender las cosas y
puede ver que también entran todas las valorizaciones ―que son siempre sociales― que
hacen que en un determinado momento aparezca un interpretante y que ese interpretante
pelee con otro/s interpretante/s y que uno de ellos gane más terreno que el otro, etcétera,
etcétera. Porque entran también los elementos ideológicos aquí, o uno puede considerar
estos elementos ideológicos, esto es lo que quiero que quede claro.
l objeto inmediato y el objeto dinámico. El objeto inmediato no ofrece mayores
dificultades. Es el objeto tal cual es representado en una representación tríadica genuina. O
sea, en una relación particular y específica. Volviendo al ejemplo de la manzana, si
hacemos la representación gráfica de una manzana, es la manzana tal cual es representada;
6
Entonces, vamos a ir ahora a otro elemento. Ahora nos detenemos, esto es nuevo, en los
tipos de interpretante. Veamos la diapositiva.
INTERPRETANTE: TIPOS
 INMEDIATO:
Interpretabilidad posible.
 DINÁMICO: Interpretante que se actualiza
en una representación triádica genuina
particular.
 LÓGICO FINAL:
Interpretante que agota
en su interpretación la interpretabilidad del
objeto.
Vemos tres tipos de interpretante, el inmediato, el dinámico, y un tercero que es el
lógico final. De estos tres el que más nos importa es el tercero. ¿Qué dice la definición del
interpretante inmediato? Que es la interpretabilidad posible, es la posibilidad de
interpretación; es el signo en potencia, no el signo constituido como tal, no es el
interpretante que está en una relación triádica particular, que está funcionando en una
relación triádica particular; es la posibilidad de que se interprete o utilice un interpretante
X. Como verán, la definición prueba eso que yo les dije, que el primer elemento que es el
interpretante inmediato se relaciona con la posibilidad y la posibilidad tiene que ver con la
categoría primeridad. Ahí se observa bien cómo no se puede hablar del objeto lógico final,
primero, y después, del dinámico y después, del inmediato, por ejemplo. ¿Se entiende?
Tienen un orden determinado y ese orden está regido por las reglas, leyes que le son
impuestas a partir de las categorías. Por eso insistimos tanto con las categorías, aun cuando
ellas no sean elementos que a nosotros nos interesan ―porque tiene que ver con lo
7
ontológico, como recordarán, no con lo semiótico―, pero nos interesa para ver cómo es el
pensamiento de Peirce y para entender un poco más su pensamiento.
El interpretante dinámico es el interpretante, vean que acá se da lo opuesto, digamos,
que se observaba en relación con el objeto. El interpretante dinámico es el interpretante que
se actualiza en una representación triádica genuina particular. Entonces, es ya no el
interpretante o los interpretantes posibles ―lo que tendría que ver con una virtualidad―,
sino con cuál de esos interpretantes posibles se ponen en juego en una relación particular
concreta, específica. Y por último, el interpretante lógico final. La definición, como verán,
como en muchas ocasiones en el caso de Peirce, es algo engorroso de entender en principio.
El interpretante lógico final es el interpretante que agota en su interpretación la
interpretabilidad del objeto. Y acá es donde juega, o empieza a jugar, la cuestión esta de los
distintos tipos de verdad. La verdad absoluta es patrimonio de Dios. Esto quiere decir, Dios
lo sabe todo, y no necesita, por lo tanto, semiosis, porque lo sabe todo.
-
¿Para qué la creó?
-
¿Para qué creó al hombre, entonces? No a la semiosis, porque fue el hombre el que
creó a la semiosis, o se valió de ella, para poder acceder a la verdad propia de los
hombres. Lo que es propiedad o patrimonio del hombre es la verdad relativa y la
verdad relativa se vincula, en Peirce, con la creencia. Esto es muy importante.
Porque como ustedes verán, una cosa es acceder a una verdad, con todas las letras,
podríamos decir. Esto tendría que ver con la verdad absoluta. Y otra cosa es acceder
a una verdad que se dice relativa porque siempre es perfectible. Esto lo dice
cualquier investigador, esto es verdad hasta que se demuestre lo contrario. Y es esto
lo que nos está planteando Peirce. Entonces lo que va a decir es que se considera
como verdadero algo porque se deposita en esa definición, supongamos, la creencia
de la comunidad de mentes. La comunidad de mentes se pone de acuerdo entre sí,
conviene en que esto es de tal manera, pero es algo que se sabe que en cualquier
momento puede ser sustituido por otra verdad de la misma naturaleza que
perfeccione un poco lo anterior, pero que nunca el hombre va a estar en condiciones
8
de llegar a la verdad absoluta. Porque llegar a la verdad absoluta sería llegar al
objeto en sí. ¿Se entiende?
Entonces, hay dos maneras de entender esta definición del interpretante lógico final.
Una es una manera restringida. Esta manera restringida, literal, es una manera que no está
al alcance del hombre. O sea, desde este punto de vista no existe para el hombre el
interpretante lógico final. En un sentido estrecho, restringido del término, no puede haber
interpretante lógico final porque el interpretante lógico final implica la clausura de la
semiosis y ya sabemos, por definición, que no hay tan clausura. Acá todas las cosas se
empiezan a articular unas con otras. Entonces, uno tiene que empezar a sumar ciertos
conocimientos respecto de Peirce que luego le permiten entender un montón de otras cosas.
Pero, como decíamos, hay también un sentido amplio del término, un sentido metafórico
del término. Ese sí está al alcance de los hombres y Peirce va a plantear en relación con él,
lo siguiente: la semiosis considerada como una cadena infinita siempre va a estar viviendo
de esa manera, permanentemente. Ahora bien, van a haber, podríamos decir así, puntos,
sectores, elementos, respecto de los cuales a toda la comunidad de mentes, cuando aparece
el representamen, se le ocurre ―o sea, se crea en la mente de cada uno de quienes forman
esa comunidad―, el mismo interpretante. Cuando existe tal consenso, o sea, acá lo que
tenemos que pensar es en convención y consenso, por un lado, y por otro, que un
interpretante se va a enfrentar a otros interpretantes, siempre en relación con un mismo
representamen. Cuando la semiosis está viva hay lucha entre los interpretantes y siempre va
estar viva y estar viva quiere decir que está la posibilidad de que se actualicen varios X
interpretantes. Cuando, en cambio, en un punto determinado de la semiosis se da la
clausura de la semiosis como proceso infinito, es que, como decíamos, a todos los
miembros de la comunidad se les ocurre, en relación del mismo representamen, el mismo
interpretante. Esto en epistemología tiene que ver con el concepto de paradigma, concepto,
que no es planteado por Peirce, obviamente. Pero lo podemos asociar. Eso es lo que
sucedía, para que tengan un ejemplo, en el campo de la semiótica en el primer período.
Había muchos autores que conocían la teoría peirceana pero cuando tenían que hablar de
signo, todos ellos ponían la definición saussureana, no activaban la definición peirceana.
Eco viene de la filosofía, ha escrito un libro que se llama El signo, y allí da todas las
9
definiciones de signo que hay desde los griegos hasta nuestros días. Así, los autores que se
inscriben dentro de la semiótica de primera generación no es que desconocieran las otras
definiciones de signo, pero cuando tenían que utilizar el concepto de signo apelaban a la
definición saussureana. ¿Qué ocurre allí? En ese punto, para los semióticos de la primera
generación, aparecía un interpretante lógico final. ¿Qué características tienen estos
interpretantes lógicos finales? Que funcionan como tales, pero no para siempre y, además,
no podemos saber cuándo la semiosis se va a activar nuevamente en ese punto. ¿Cuándo se
va a activar? Cuando aparezca un interpretante que empiece a pelearse, a disputarle el lugar
de la verdad al que se considera hasta ese momento, verdadero, al que se le adjudica el
carácter de verdad relativa. Entonces, acá aparece, junto con la cuestión de la verdad
relativa, un concepto que es muy importante para nosotros que es el de la verdad pública. O
sea, esta verdad que se asimila al interpretante lógico final, va a ser una verdad pública.
Considerada por los miembros de una comunidad como la verdad, sabiendo todos ellos que
lo que hoy es verdadero, mañana puede llegar a ser falso. Se llega a ella por convención,
porque se conviene en que esa es la verdad. Para nosotros esto funciona como la verdad. Y
si algo funciona como tal para toda la comunidad, no para grupitos, porque si es para
grupitos, hay peleas entre interpretantes por el poder de alcanzar el rango de verdad en
referencia a, por ejemplo, un aspecto de un objeto X determinado. Esto funciona para la
ciencia, pero funciona también para lo que son los verosímiles sociales y lo que es
cualquier problemática social. Por eso aparece como muy interesante para nosotros el
concepto de verdad pública.
-
Verdad pública es a la que no se puede llegar y la otra…
-
No, una es la verdad absoluta, a esa es a la que no se puede llegar. El hombre llega a
verdades relativas, que son perceptibles, modificables, etcétera. Ahora, la noción del
interpretante lógico final en un sentido amplio del término está ligada con la verdad
pública, que es decir, esto es verdad para nosotros, convenimos que esto sea lo
verdadero, pero sabemos que no es la verdad con mayúsculas. Simplemente, las
verdades relativas cuando existe tal consenso son verdades públicas, siempre son
relativas, ¿se entiende? Es como para marcar esta diferencia, que no es la verdad
10
verdadera, no es que se llegue a la verdad última, sino que es lo que se considera
verdad entre los miembros de una comunidad.
Bueno, en lo que nos resta de la clase vamos a hacer otra cosa. Recuerdan que desde
el primer día de clase, les había dicho que la primera unidad se cerraba con una
comparación entre los dos modelos. Lo que vamos a hacer es esa comparación. Se
pueden considerar muchos aspectos, nosotros acá seleccionamos cuatro.
Veamos la diapositiva.
CONCEPCIÓN ACERCA DEL SIGNO:
COMPARACIÓN ENTRE LAS TEORÍAS
DE SAUSSURE Y PEIRCE
•Conceptualización sobre la significación
•Alcance de la noción
•Problemática de “la materialidad del
sentido”
•Problemática de “la construcción social
de lo real”
Uno de los aspectos que destacamos tiene que ver con la conceptualización sobre la
significación. Acá el contraste entre las dos teorías pasa porque se enfrenta un modelo
binario con un modelo ternario de significación. Si ustedes dicen nada más que esto que
estoy diciendo hasta ahora, no dicen nada. ¿Por qué? Y bueno, porque sí, estamos en
presencia de un modelo de signo que tiene dos elementos, como el saussureano, o frente
a un modelo de signo que tiene tres, como el de Peirce. Pero decir esto no le quita ni le
agrega nada. La gran diferencia es que hay una serie de elementos que hacen diferente a
un modelo del otro. Uno de ellos tiene que ver con que el modelo saussureano es un
11
modelo estático de las significaciones. Cuando Saussure define el signo lo define como
una entidad bifásica, habla de que estos dos elementos están en solidaridad, y que de
esta relación solidaria surge la significación. Entonces, esto quiere decir que, para
Saussure y para los lingüistas saussereanos que vinieron después de él, cada signo
poseía una significación: Frente a la frase, lo que nosotros encontramos es que la
significación de ella es la suma de las significaciones de cada uno de los componentes,
de los signos que la componen. Se da una suerte de sumatoria. En el caso de Peirce, la
significación es un proceso. Es, además, un proceso ilimitado, como sabemos, porque,
como dijimos el otro día cuando estábamos definiendo el último elemento de la relación
triádica, nos encontramos con que vamos al principio de la definición, encontramos otra
vez otro signo, otro objeto, otro interpretante y así siguiendo. Entonces, lo que hay que
rescatar es este carácter, en el caso de Peirce, de una visión dinámica de la
significación. Está visión dinámica está vinculada con la cuestión del proceso y del
crecimiento de los signos. Ahí aparecen las diferencias y partimos de que una es de una
postura binaria y la otra hecha de tres elementos, pero si decimos sólo eso no decimos
nada, tenemos que describir en qué se diferencia una postura de la otra.
Después otra gran diferencia pasa por el alcance de la noción; acá tenemos que remitir,
si estamos centrándonos en Saussure, a ese fragmento de El curso de lingüística general
donde se habla de la semiología. Como yo les había dicho el otro día, en este fragmento
se da la definición de semiología, y una serie de ejemplos. Lo que tenemos que rescatar
es que esos ejemplos, son todos calcados, hechos a imagen y semejanza del signo
lingüístico. ¿Qué conclusión podemos sacar de esto? Una muy clara: que, para
Saussure, signo es algo que es convencional y arbitrario. O sea, el signo para él tiene
que ser arbitrario y convencional, como lo es el signo linguistico. Si no, no es signo,
será otra cosa. Esa otra cosa para él, esto lo digo, olvídenlo o recuérdenlo bien, es el
símbolo. Digo, olvídenlo porque si lo recuerdan mal lo asocian con el símbolo de
Peirce, y se hace una ensalada, ya que es lo opuesto. Porque en el símbolo, para
Saussure, hay motivación, no hay arbitrariedad, ¿se entiende? Bueno. Lo que importa es
que, para Saussure, el signo es arbitrario y convencional. Por eso pone el ejemplo, entre
otras cosas, de los galones de los militares. No pone nunca, por ejemplo, como podría
poner Peirce, la huella de un animal. ¿Se entiende? Eso no es signo para Saussure. El
12
alcance del signo es menor en el caso de la teoría saussureana que en el caso de la teoría
peirciana. Para Peirce, volvemos a la segunda tricotomía, tenemos los símbolos, por un
lado, que coincidirían acá con la noción de signo saussureana. ¿Por qué? Porque son
convencionales, porque tienen que ver con una ley, como ya sabrán ustedes, y ahí
aparece la terceridad. Pero, a su vez, volviendo a la segunda tricotomía, tenemos íconos
e índices y estos también son signos. Sin embargo, no son convencionales ni arbitrarios.
¿Está claro? Entonces, hay una mayor amplitud en el pensamiento peirceano respecto a
qué entiende por signo.
Nos quedan los otros dos elementos, o sea, las dos problemáticas. Empezamos
hablando de la problemática de la materialidad del sentido y, como verán, “materialidad
de sentido” aparece con comillas, luego está la problemática de la construcción social
de lo real, y la “construcción social de lo real aparece con comillas”. Esto tiene un
motivo bien definido. Está remitiendo al pensamiento de Verón. Entonces, ¿qué nos
importa indicar en primera instancia? Que Verón nunca dice que el modelo peirceano
trabaja la problemática de la materialidad del sentido o que trabaja la problemática de la
construcción social de lo real, frente al modelo saussureano que no la trabaja. No, no
dice eso. Dice que el modelo peirceano es más apto que el modelo saussureano para
permitir que se trabajen esas problemáticas, mientras que el otro modelo directamente
no lo permite. Por eso él toma partido por el pensamiento de Peirce. Lo que tiene que
quedar claro es que Peirce no se preocupa por enunciar o por trabajar, como decíamos
recién, por desarrollar estas problemáticas. No alude en ningún momento de manera
directa a esas temáticas, pero uno puede ver que están implicadas en su desarrollo
teórico estas cuestiones. Y que ese desarrollo teórico permite pensarlas de una manera
particular. Esto es lo primero que tenemos que considerar.
¿Qué pasa respecto de la problemática de la materialidad del sentido? En Saussure
volvemos nuevamente a cierta característica que definía al signo lingüístico. Recuerden
que planteamos que una de esas características era que los dos componentes del signo
lingüístico son psíquicos. Lo sustancia, que sería el equivalente de lo material,
corresponde al habla y del habla la teoría no se ocupa. Entonces, dirá Verón, no hay
manera de tomar el modelo saussureano porque este no permite trabajar la problemática
13
de la materialidad del sentido, mientras que el modelo de Peirce sí lo permite. ¿Por qué
lo permite? Porque, ¿qué habíamos dicho acerca del representamen? Que el
representamen se definía como “algo que” y ese algo tiene que ver con que es
perceptible para los sentidos y si es perceptible para los sentidos, o sea, puede tocarse,
verse, oírse, o sea, tiene materialidad, tiene sustancia. Por eso el representamen puede
ser captado por los sentidos. Pero acá las cosas se complican nuevamente y tenemos
que volver a la segunda tricotomía. De la segunda tricotomía el símbolo es un tipo,
Peirce subraya esto. Y al hablar de tipo, quiere decir que es una entelequia. O sea, el
símbolo no tiene materialidad, no tiene sustancia; por eso, dice Peirce, el signo opera,
esto quiere decir que se manifiesta, a través de réplicas. Necesita de una réplica para
aparecer y aparecer, quiere decir poder ser percibido. Réplica no en el sentido de
cuando uno dice: “Juan replicó tal cosa a Pedro”, esto es, le contestó tal o cual cosa,
obviamente eso no. Sino réplica en el sentido de que es una especie de modelo; así, el
símbolo, se materializa de maneras distintas, pero respondiendo siempre a un patrón, a
un modelo, el que le marca el símbolo. ¿Y cómo se materializa? A través, como
dijimos, de réplicas, que son siempre sinsignos. ¿Qué es un sinsigno? Es un segundo
dentro de lo que es la primera tricotomía. La primera tricotomía hablaba de la relación
del signo consigo mismo, o sea del representamen, ahí tenemos la relación entre el
primero, el representamen, con el primero, consigo mismo. El primero es el cualisigno.
Y el segundo de esta tricotomía tiene que ver con lo existente y lo existente es aquello
que se puede manifestar. Recuerdan cuando hablaba de primeridad, segundidad y
terceridad. La primeridad era la cualidad como posibilidad, cuando se encarnaba,
estábamos en presencia de una segundidad y eso es lo que se está planteando aquí. Un
segundo, el segundo de la relación del signo consigo mismo, es el sinsigno. Entonces, la
réplica se va a manifestar a través de un representamen que es sinsigno y que es, por lo
tanto, un existente. Esto quiere decir que nosotros vamos a encontrar, por ejemplo,
cualquier palabra, mesa, supongamos, o una expresión, como por ejemplo,” hola qué
tal”, o sea, cualquier palabra o grupo de palabras, escrita o escritas, supongamos en la
computadora. Lo podemos hacer en diferentes tamaños y en diferentes tipos de letra y,
sin embargo, todas están respondiendo al mismo modelo, que es el símbolo. Por eso
podemos reconocer que ahí independientemente que sea el cuerpo quince u ocho, se
14
dice la misma palabra. ¿Se entiende? Entonces, el modelo tiene que ver con el símbolo.
La réplica tiene que ver con el sinsigno particular que aparece, con características
específicas que van a responder al mismo modelo que uno reconoce, a pesar de las
diferencias que eso generen en común. Y acá se acerca mucho al pensamiento
saussureano también.
-
Esto que vos hablabas del legisigno que funciona como réplica del sinsigno…
No, el legisigno, no. El sinsigno como réplica del símbolo.
El símbolo es abstracto, el ícono, no. El índice tampoco. Son materiales. El símbolo
no lo es. ¿Está claro? Entonces, para trabajar la cuestión de la materialidad del sentido, le
viene mejor a Verón el modelo peirceano y no el modelo saussureano que no habla de
materialidad, deja de lado la sustancia. Saussure, cuando habla de esto, pone el ejemplo del
ajedrez, creo que ya lo habíamos planteado. ¿Qué importa en el ajedrez? ¿De qué están
hechas las piezas? No, importa saber cuál es la cantidad de piezas que lo componen y las
reglas para jugarlo; después, el material con el que estén hechas las piezas no le interesa a
nadie. Para poder jugar da lo mismo que ellas sean de oro, de plata, de madera, de marfil o
de plástico.
Ahora nos quedamos en el último punto que es la problemática de la construcción
social de lo real. Se trata de una problemática que Verón también trabaja. Y que tiene que
ver, además, con lo que planteamos hoy hace un rato, que está en el escrito también. La
cuestión de que lo real se construye socialmente. Por eso, para Verón, lo que importa de
Peirce ―cuando hablaba del objeto dinámico― era una de las definiciones porque coincide
con el pensamiento que tiene Verón. En el caso de Saussure, no se puede trabajar esta
problemática con su teoría porque precisamente hay un principio que es el de la
inmanencia. Entonces, él pone siempre por delante el sistema, o sea, el carácter relacional.
Entonces, su teoría nunca va a poner en juego lo lingüístico con lo extralingüístico. Cuando
él habla de la arbitrariedad del signo habla de que es arbitraria la relación entre el
significante y el significado y que esa relación es convencional. Posteriormente, Benveniste
va a decir, no, acá se equivoca Saussure. En realidad, lo que es arbitrario es el signo
respecto al objeto. O sea, respecto a la cosa, al referente, al elemento al cual el signo está
15
representando. Pero, ¿por qué Saussure pone el carácter convencional en vinculación con
los dos elementos que constituyen al signo? Porque si pusiera en relación al signo con
aquello que está representando estaría yendo contra una de las leyes que organizan su
pensamiento, que es esto de que no hay por qué establecer relación entre lo lingüístico y lo
extralingüístico. Dentro del campo de la lingüística podemos manejarnos perfectamente
para definir cada uno de sus componentes sin la necesidad de salir afuera. En realidad, la
convencionalidad y la arbitrariedad tienen que ver con el salir afuera. Lo que tiene que
quedar claro es que, obviamente, no puede servir el pensamiento saussureano para trabajar
la construcción social de lo real porque su teoría nunca pone en juego lo extralingüístico.
Entonces, ¿de qué manera podríamos ver qué relación se establece entre los signos y lo
“real”? En cambio, Peirce lo hace desde el momento en que en la definición de signo
incluye al objeto. Ya, de entrada, él se está planteando la relación entre el representamen, o
sea, el elemento que representa a algo, y ese algo que es representado por el representamen,
ese algo que lo viene a representar. ¿Se entiende? Eso que es el objeto dinámico, es el
elemento externo al sistema de signos, podríamos decir. Entonces, esta teoría, la peirceana,
aporta más, podríamos decir, a la dilucidación de la problemática de la construcción social
de lo real, que la saussureana, que directamente no lo permite.
La próxima clase empezamos con la siguiente unidad, que estará a cargo, en lo que
hace a teóricos, de la adjunta de la cátedra, la Profesora Amparo Rocha. Buenas noches.
Nos vemos dentro de tres martes, entonces.
16
Descargar