80 la FLORA DE ZARAGOZA, cuyos elementos se deben acopiar

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SUPLEMENTO 8.°
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la FLORA DE ZARAGOZA, cuyos elementos se deben acopiar separadamente en herbario peculiar de esa ciudad, á fin de acabar pronto y
bien, según he recomendado en el TRATADO DE PLANTAS; botánicos residen actualmente en Zaragoza á quienes dirigí merecidos elogios hace
muchos años, es decir, antes de sospechar que algún día vendrían á
vivir entre nosotros, y bien que esos naturalistas, por mucho que sean
su saber y buenos deseos, no pueden hacer más de lo que les permiten
sus recursos y falta de libertad.
De lo dicho se infiere la responsabilidad en que incurren los que
se hallan obligados por su elevada posición al beneficio de la causa
pública, si no se practican los estudios enunciados, así como el mérito
de los botánicos si demandan trabajo aunque no lo ejecuten por hallarse privados de todo medio de acción.
Conocida mi manera de pensar y suponiendo que éstos sean mis últimos esfuerzos, podría yo exponer á grandes rasgos los lunares que actualmente ofrece el CATÁLOGO DE PLANTAS de Aragón, y esa seria la razón más convincente de cuanto he dicho en sentido negativo acerca de
nuestra Flora.
Pero aparte de esa consideración, creo que nuestro Catálogo aventaja á todas las Floras locales de España por el número, y en parte por
la calidad de las especies nuevas que contiene, porque nuestro Reino
produce muchas plantas exclusivamente peculiares de su suelo, ya publicadas y dibujadas, ó preparadas para publicarlas prontamente, y
además, con extrañeza de personas inteligentes, son aquí vulgares otras
que hasta hoy se las creía limitadas á países meridionales: no sería difícil presentar un estado aproximadamente exacto de todos estos pormenores que, á ser ciertos, probarían que Aragón se halla más adelantado que otras provincias de España.
Esas plantas aragonesas sumamente raras, entre otras Erodium
cheilanthifolpum (BADAL); Astragalus Boissieri (BADAL); Scleranthus
üelorti (BADAL); ínula británica (BADAL); Allium acutiflorum (BADAL),
debieran en primera hilera figurar en los jardines de Aragón, y de
aquí y de allí la necesidad que siento de ocuparme de esos establecimientos, á pesar de que no he visitado ningún jardín del mundo, ni el
Botánico de Zaragoza, desde 1868, el cual, con las mejoras que en él se
practican ó han practicado, debe adquirir verdadera importancia; pero
en opinión mía, debieran desalojarle sin compasión de todas las plantas exóticas sin respetar ninguna, sustituyéndolas con otras indígenas,
haciendo doblar sus flores á muchas de adorno por medio de un cultivo esmerado. De lo contrario, en vano aguardaremos importantes visitas de personajes dedicados al estudio de la ciencia, porque en ese
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