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EL COMIENZO DEL CAMINO DE LA LIBERTAD
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TAME - ARAUCA
EL COMIENZO DEL CAMINO DE LA LIBERTAD
Ángel N. Jiménez Larrotta
EL COMIENZO DEL CAMINO DE LA LIBERTAD
Ángel N. Jiménez Larrotta 1
Tame, población del actual departamento de Arauca, está ubicada al sur occidente. La
participación de este pueblo llanero, fue de gran importancia para el desarrollo de la
independencia, pues allí se organizaron grupos de guerrillas al mando de Fray Ignacio
Mariño, que serían la base de la estrategia victoriosa; éste fue el lugar de encuentro de
Bolívar y Santander para organizar la campaña libertadora de 1819 y fue la cuna de
varios soldados del ejército patriota. Por allí entraron los venezolanos y los legionarios
extranjeros que se sumaron a los neogranadinos para iniciar el camino hacia la libertad
a los países bolivarianos y americanos. (Ver “La Ruta de la Libertad”)
Desde el comienzo del proceso emancipador Arauca se vinculó a las tareas de la
República. La provincia se anexó a la de Casanare desde el 13 de septiembre de 1810
hasta febrero de 1811, y participó en el primer Congreso de la Nueva Granada,
enviando “cincuenta fusiles, dos pedreros y dos mil pesos en dinero” (Tisnes 70). Unos
meses más adelante, en 1812, la provincia de Casanare hizo la declaración de guerra a
los ejércitos españoles que ocupaban a Venezuela. Un primer grupo aproximado de
600 hombres “armados con fusiles carabinas, lanzas, machetes, chuzos de macana,
etc., marcharon a defender el territorio que estaba siendo invadido por el ejército
realista” (ibíd.), desde este momento los araucanos y con ellos los tameños
emprendieron la lucha por la libertad.
Contrario a lo ocurrido con las demás provincias de la Nueva Granada, que fueron
reconquistadas y ocupadas por el ejército español, las provincias de Casanare y
Arauca mantuvieron su independencia, a pesar de haber sido atacada por diferentes
lugares. Rechazó al enemigo realista en los campos de Guachiría el 29 de julio del año
1816, y los habitantes de esta Provincia, empujados por la fuerza de los embates
españoles, se tuvieron que retirar, unos para los campos de Arauca y otros para las
selvas y llanuras.
Es apenas en éste momento, cuando el ejército español controló y solo por un tiempo
de ocho meses los territorios aterrorizados, de los cuales sacó ganados, caballos y
fusiló a pobladores de algunos pueblos y caseríos, hasta que los llaneros organizados
en guerrillas, retomaron el control del territorio y expulsaron al ejército del Rey de los
territorios araucanos y casanareños.
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Estudiante Maestría en Historia UPTC– Tunja. Investigador grupo Conflictos Sociales del Siglo XX.
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Las guerrillas tameñas
Arauca y los llanos del oriente colombiano fueron regiones donde el deseo de
independencia se mantuvo vivo, a pesar de que en el resto de la Nueva Granada, éste
impulso se había debilitado como producto del terror que había infundido el
“pacificador” Pablo Morillo con sus tropas en el proceso de reconquista, con los
fusilamientos de los patriotas en las regiones y ciudades adonde llegaban. Los llanos,
fueron el lugar donde se conformó ese grupo de aguerridos combatientes que
devolvieron la vida y la libertad a la Nueva Granada en la campaña de 1819. Son estas
guerrillas las que contienen el avance del “Ejército expedicionario de Costa firme”, y
alimentan el proceso emancipador de la Nueva Granada, al respecto el General Páez
afirma:
El sistema de guerrillas es y será siempre el que debe adoptarse contra un
ejército invasor en países como los nuestros, donde sobra terreno y falta
población. Sus bosques, montañas y valles convidan al hombre a la libertad y
le acogen en sus senos, alturas y planicies para protegerle contra la
superioridad numérica de los enemigos. En las montañas y bosques no debe
jamás el patriota tomar la ofensiva, pero en las llanuras jamás desperdiciara
desperdiciará la ocasión que se le presente de tomar la iniciativa contra el
enemigo y acosarle con tesón y brío… A la disciplina de las tropas españolas
opusimos el patriotismo y el valor de cada combatiente; a la bayoneta, potente
arma de la infantería española, la formidable lanza manejada por el brazo más
formidable aun del llanero, que con ella a caballo o a pie rompía sus cuadros y
barría sus batallones; a la superioridad de su artillería, la velocidad de nuestros
movimientos. Los llanos se oponían a nuestros invasores con todos los
inconvenientes de un desierto, y si entraban en ellos nosotros conocíamos el
secreto de no dejarles ninguna de las ventajas que teníamos para nosotros.
(Páez 93 - 94)
Como puede verse, esta fue la estrategia que se utilizó para tener controlado al
enemigo, fueron las guerrillas las que causaron el desgaste y llevaron al desánimo del
ejército español, pues además de realizar ataques sorpresivos que les impidieron tener
acceso a recursos y medios de subsistencia, hizo que los realistas se desesperaran en
esos ambientes llaneros; un ejemplo de esto puede leerse en una carta del general
Morillo al Rey, donde le dice:
“Los soldados de Vuestra Majestad que arrastran tantos peligros, fatigas y
trabajos en estos climas mortíferos, perecen de miseria, mueren sin recursos
en los hospitales y sobrellevan su amarga y penosa existencia con el horror
que inspira la dificultad o casi imposibilidad de cambiar de suerte” (Friede 6).
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Un elemento adicional que favoreció los intereses patrióticos fue el relacionado con el
papel que cumplió la población llanera, que con frecuencia brindó todo tipo de apoyo y
ayuda a las guerrillas, lo que no ocurrió con los españoles, a quienes además de
brindarles informaciones falsas, les impedían el acceso a recursos fundamentales para
la subsistencia.
Así, en cualquier lugar en que surgían grupos de guerrillas, destacándose
principalmente las comandadas por fray Ignacio Mariño en Tame, Ramón Nonato
Pérez en los alrededores de Pore, Francisco Rodríguez y Manuel Ortega en el centro
del llano, y otros jefes como Ramón Infiesta Valdés y Nicolás González que actuaban
en las laderas de la cordillera (Sepúlveda 161- 162), allí estuvo el apoyo del pueblo
llanero, presto a colaborar con hombres, caballos y víveres necesarios para mantener
los grupos de guerrillas en defensa del ideal de la libertad.
Fray Ignacio Mariño, el cura guerrillero.
Un personaje de gran importancia en Tame, fue Ignacio Mariño, de origen boyacense
se ordenó sacerdote dominico y fue destinado como cura para ésta región del llano;
sus acciones guerrilleras se iniciaron en 1812. Mariño, fue uno de los representantes
que firmó el acta de independencia de la provincia de Tunja el 10 de diciembre de
1813, de la cual era representante y miembro del colegio electoral. Un año más tarde,
como reconocimiento a sus acciones a favor de la independencia, recibió el título de
Coronel de la Nueva Granda, y dirigiendo a un grupo de 600 guerreros patriotas
acompañó a Bolívar, quien había sido nombrado comandante en jefe de los ejércitos de
la República federalista de Tunja, en la toma de la capital, Santa Fe.
Mariño, además de adoctrinar a la población, fue disciplinando a los feligreses de
Tame, Macaguan y Betoyes, en el manejo de las armas y el combate. Desde 1813 y
durante los años de la reconquista combatió a los españoles junto con líderes patriotas
de gran renombre como Juan Galea, Ramón Nonato Pérez y otros, enfrentando a
realistas comandados por Juan Bayer y Juan Tolrá.
Acciones como las descritas antes causaron enorme disgusto entre las comunidades
religiosas y la jerarquía de la iglesia, proclive a las autoridades españolas, sus
comportamientos y acciones fueron vistas como algo fuera de lo común causando el
rechazo de los demás religiosos. Su condición de ser cura que implicaba un
comportamiento ceñido a las normas de la iglesia, no le impidió abrazar la causa de la
libertad, y lo hizo de tal forma que no solo apoyó la causa, sino que tomó las armas a
tal punto que fue temido y despreciado por muchos comandantes realistas. El mismo
Morillo lo llamaba “traidor”.
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A Mariño, no solo no se le perdonaba que apoyara el objetivo libertador, también el
hecho de que fuera guerrillero y que entrenara guerrillas, sino que llegó a ser un
combatiente más, un soldado de la libertad, cosa que era juzgada por los demás
miembros de la Iglesia, de quienes recibió las más fuertes críticas y señalamientos.
Uno de los enemigos más enconados fue el presbítero José Antonio Torres y Peña,
cura Tunjano, hijo de un español y una tunjana; estudió en el colegio de San
Bartolomé, fiel defensor del régimen español y por supuesto, acérrimo contradictor de
la causa republicana. Torres y Peña fue el autor de un poema que tituló Santafé
Cautiva donde menciona a Fray Ignacio de Mariño, tratando de describir las acciones
que esté realizaba en diferentes períodos y especialmente en el momento de la toma
de Santafé por parte de Bolívar en 1813, en la que Mariño participó:
Eran seiscientos hombres comandados
Por el feroz apostata Mariño
Que a tal Jefe viniendo encomendados
Lograban del sacrílego el cariño.
Sus hechos en horror tan abultados,
Aunque a sencilla narración los ciño
De los crímenes muestran un conjunto
Difícil de reunirse en solo un punto.
Más él reúne el estable religioso
El collarín y vueltas encarnadas:
Ciñe sable y pistolas, cual furioso,
Sobre túnicas santas profanadas.
Acaudilla rebeldes, y alevoso
Conduce a la matanza encarnizada
Las tropas de asesinos que a su mando
A Casanare siguen infestando ∗.
Sus guerrillas desarrollaron acciones trascendentales, lograron dar muerte al teniente
realista Juan Bayer y controlaron los pueblos de Chire y Pore con la colaboración de
las guerrillas comandadas por Nonato Pérez en tanto que se desempeñaba como
párroco de Tame, Macaguán y Betoyes. En sus actividades revolucionarias, organizó a
sus feligreses estableciendo ejercicios militares, para lo cual contó con la ayuda del
∗
TORRES Y PEÑA, José Antonio (presbítero). Santafé cautiva. 1902. EN: La patria boba. Academia Nacional de
Historia. Pp. 389- 390. Canto quinto. Donde se narra el ataque de Bolívar a Bogotá en diciembre de 1814, en el
que participo Mariño con 600 hombres. En una nota del mismo poema, Torres y peña escribe: “En septiembre de
1817, cuando esto se escribe, aun existe el infeliz Mariño, comandando a los bandoleros de Casanare, con Nonato
Pérez y Urdaneta”.
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capitán insurgente Sebastián Soler (Jerez 231) y del general Rafael Urdaneta, quien
luego de ser retirado del cargo de jefe del ejército de oriente, se dedicó a enseñar los
ejercicios militares a los indios. Se menciona que después de tomar prisioneros a 18
españoles, el cura los hizo ahogar metiéndolos en mochilas de cuero, argumentando
que si no había derramamiento de sangre no quedaba irregular el asunto, como lo
señala el poema reaccionario:
El Arauca sofoca los gemidos
De los que en líos duros en él envuelve,
Y en sus ondas corrientes son hundidos
Porque verter su sangre no resuelve
Y cometiendo excesos tan crecidos
Ejerce el Ministerio, y aun absuelve
Quien el cargo dejó de misionero,
Y el oficio tomó de bandolero.
Pero es más doloroso que ciñendo
Acero criminal quien multiplica
La mortandad, que en sangre esta tiñendo
La mano cruel, con ella sacrifica.
Depone el sable y el cañón horrendo
Sobre la mesa misma donde aplica
La sacra vestidura al cuerpo indigno,
Que ni a la hostia de la paz miró benigno (Torres y Peña 390)
Ya en la campaña libertadora de 1819, Fray Ignacio de Mariño, se unió nuevamente a
las tropas comandadas por Bolívar como capellán general del ejército. En esta ocasión,
no solo actuó como guía espiritual y enfermero, sino que fue más allá, ejerciendo una
participación activa en batallas como las de Gámeza, pantano de Vargas y de Boyacá.
Tame, el encuentro de los libertadores.
Tame, además de tener un papel protagónico en el periodo de reconquista española,
fue también el lugar escogido por Santander para su centro de operaciones, donde se
organizó la división de vanguardia, a donde fue acompañado por los tenientes
coroneles Antonio Obando y Vicente González, a los cuales se agregaron
posteriormente Pedro Fortul, Antonio Morales y el capitán Joaquín París.
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Desde este lugar Santander realizó acciones ordenadas por Bolívar, entre las que
estaban: organizar y entrenar cuerpos de infantería, aumentar la caballería en la
medida de lo posible, atacar a los enemigos, restablecer la disciplina sobre los cuerpos
armados y mantener comunicación con el cuartel general en Angostura (Sepúlveda
75).
Bolívar y Santander en trascendental reunión en Tame el 12 de junio de 1819, durante
tres días trazaron las estrategias fundamentales por las cuales, luego de que la tropa
de Libertador con 2000 hombres halló alivio del duro camino por el llano, descansó y
recuperó energías e inició el camino de los Andes. Antes de su partida se trataron
aspectos importantes como el consejo de guerra realizado al coronel Ramón Nonato
Pérez, a quien se le acusó de desobediencia, muertes arbitrarias, robos, comunicación
con el enemigo, mala conducta y actos de indisciplina. Una vez escuchadas las partes,
llegó el veredicto del coronel Justo Briceño, que lo halló culpable. La condena fue
degradar al coronel Ramón Nonato Pérez al rango de soldado, aunque al final el
coronel siguió al comandando de un grupo de llaneros.
Finalizado el juicio, Bolívar y Santander se ocuparon del planeamiento de la ruta a
seguir para emprender la campaña libertadora. El libertador desde ahí le escribe a los
Jefes patriotas participándoles sus movimientos, luego de lo cual estudia junto con sus
oficiales las posibles rutas de penetración a la Nueva Granada. En ese momento,
existían dos caminos utilizados por el escaso comercio local: uno era el de la Salinas,
el otro el de Labranza Grande. Pero estos presentaban alto riesgo, ya que podían
encontrarse tropas realistas que les impedirían el paso.
Las otras posibles rutas eran:
1. La de la montaña de San Camilo
2. La de San Juan de los llanos
3. La de boca de monte de gallo
4. La de Chire
5. La de Medina que tiene dos vías, la del atajo y la de Mámbita
6. La de la cabuya de Cáqueza
7. La de Sumapáz
8. La del paramo de Pisba, que es la misma de Taguaná o Labranza grande
9. La de trapiche del Toche
10. La de Chámeza
11. La de salina de Chita
12. La del valle de Tenza
Bolívar propone el de Salina de Chita, Santander propone el del páramo de Pisba, que
fue el camino seleccionado por los oficiales. A estas alturas, “Bolívar ya ha abandonado
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su proyecto de cruzar la cordillera de los Andes por la Salina, y a aceptado hacerlo por
el paramo de Pisba, pues es una vía mucho menos guarnecida y fortificada por los
realistas que la de la que la anterior” (Gutiérrez 120).
Una vez los oficiales acordaron el camino a seguir, salieron de Tame con el ejército
organizado de la siguiente forma: Santander comandaba las tropas que tenían el
nombre de División de Vanguardia, las demás tropas de infantería y caballería
formaron la división que fue comandada por el general Anzoátegui, la cual tuvo el
nombre de División de Retaguardia. A la salida del ejército patriota, la población
compuesta en su mayoría por mujeres y niños los acompaño hasta las orillas del río
Tame, desde donde vieron cruzar las tropas en búsqueda de la libertad.
Muchos tameños y araucanos acompañaron uniéndose en la travesía por los andes y
participaron de manera decisiva en los combates como ocurrió en el pantano de Vargas
cuando al mando del coronel Juan José Rondón, algunos de estos tameños integraron
el grupo de los catorce lanceros, que con su acción lograron la derrota del ejército
español. Dentro de este grupo de héroes esta: Pablo Matute, Bonifacio y Saturnino
Gutiérrez e Inocencio Chincá.
Finalmente, podemos decir que la participación de Tame en la campaña libertadora de
1819 fue de gran importancia, pues los tameños se caracterizaron por su valor y coraje,
enfrentando al ejército realista de Barreiro. Se puede decir que de Tame salieron las
fuerzas y el respaldo que fue recogiendo de pueblo en pueblo para escribir la historia
de la libertad de América en los campos de Vargas y Boyacá.
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Bibliografía y fuentes:
FRIEDE, Juan. La Batalla de Boyacá, 7 de agosto de 1819, a través de los archivos
españoles. Bogotá: Banco de la República, 1969. p. 6. Carta del General Morillo al Rey,
Valencia, 25 de enero de 1819.
GAITÁN LINARES, Hernando. La Marcha Libertadora de 1819 (1ra Parte). Revista
Fuerzas Armadas - Vol. XLIV No.132 (1989), 15 de agosto de 2008
JEREZ, Hirohito. Los Jesuitas en Casanare. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional,
1952.
PÁEZ, José A. Autobiografía. Tomo I. caracas: biblioteca de la Academia Nacional de
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PEÑUELA, Cayo Leónidas. Álbum de Boyacá. Tomo I. Bogotá: ABC, 1919.
GUTIERREZ CELY, Eugenio PUYO VASCO, Fabio. Bolívar día a día. (1783 - 1819).
Volumen I. Bogotá: Procultura, 1983. 152
SEPÚLVEDA E. Carlos Humberto. Tame o la libertad: Monografía Histórica, colonial y
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TISNES J., Roberto María. Fray Ignacio Mariño. Bogotá: Editorial ABC, 1963.
TORRES Y PEÑA, José Antonio presbítero. Santafé cautiva. 1902. EN: La patria boba.
Academia Nacional de Historia. Pp. 389- 390. Canto Quinto.
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