la fuerza apostolica internacional

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La fuerza apostólica internacional de la Federacion de familias de Schönstatt
Primer Encuentro Panamericano de la Federación de Familias de Schoenstatt
Santuario Cenáculo de Bellavista, 1997
Santiago de Chile
Padre Humberto Anwandter
I. INTRODUCCION
I.A Schoenstatt, un Movimiento apostólico
II. FINALIDAD APOSTOLICA DE LA FEDERACION
II A. Exigencias propias de la Federación
II B. Cultivo de la vida interior, sentido del apostolado
III. MODALIDADES DE APOSTOLADO
III A. Apostolado del ser y del actuar
III B. Apostolado para Schoenstatt y en el sentido de Schoenstatt
IV. LA FEDERACIÓN Y LA FORMACIÓN PARA EL APOSTOLADO
IV A. Apostolado especifico de la Federación de Familias
1. Apostolado eminentemente laical
2. Un apostolado matrimonial
3. Un apostolado con carisma familiar
IV B. Campos apostólicos prioritarios
1. Apostolado de cada miembro de la Federación:
2. Apostolado en el propio ámbito laboral profesional
3. Apostolado en la propia Federación
4. El apostolado al servicio de otras familias
5. El apostolado en el ámbito prioritario de la Federación
a) En primer lugar, la Federación como comunidad
b) La Federación y servicio ala Obra de Familias
c) Servicio a La Pastoral Familiar.
IV C. Modalidad o estrategias apostólicas
IV D. Iniciativas apostólicas
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I. INTRODUCCION
Esta charla quiere ser un marco referencia! para lo que queremos intercambiar
después. Queremos hacer un marco referencial que nos recuerde criterios,
perspectivas y el sentido que nuestro Padre Fundador quería dar a la Federación en la
dimensión apostólica.
Los hermanos paraguayos nos han hablado de iniciativas apostólicas en el plano de la
sociedad, de la cultura, de la nación, en el Paraguay.
Vamos a recordar cosas que sabemos, ordenarlas y ponernos de acuerdo en cierta
terminología, en ciertos criterios que nos permitan hacer un intercambio con lenguaje
común. También intercambiar experiencias, ver desafíos y posibilidades.
I A. Schoenstatt un Movimiento apostólicoRecordemos que Schoenstatt es y nace como Movimiento Apostólico. El apostolado es
un elemento esencial de Schoenstatt. El Padre Fundador dirá que la causa final para la
cual Schoenstatt fue fundado es realizar una misión apostólica, tarea apostólica que se
ha ido definiendo en distintos grados para la Familia. Una de las primeras finalidades
de Schoenstatt se formuló diciendo que es la renovación mariana del mundo en Cristo,
expresada anteriormente en ese lenguaje simbólico del paralelo Ingolstadt-Schönstatt.
Schönstatt debía llegar a ser para Alemania, y quizás más allá, lo que la Congregación
Mariana de Ingolstadt fue para la renovación religiosa del sur de Alemania en el
período de la Contrarreforma.
En nuestra época actual hablamos de la triple finalidad apostólica de Schönstatt: el
hombre nuevo en la nueva comunidad con un sello apostólico universal, la creación de
una Confederación Apostólica Universal -organizar, inspirar, coordinar- y la misión
salvífica de Occidente que está en íntima conexión con lo que estamos celebrando en
este aniversario del 31 de Mayo: el mundo de los vínculos, el mundo de las causas
segundas para crear una nueva cultura.
La causa final apostólica de Schoenstatt determina y da sentido a los otros dos
elementos de la estructura de Schoenstatt, a su espiritualidad y pedagogía. En esta
triple dimensión se entrelazan el aspecto religioso-ascético, el aspecto comunitario y el
aspecto apostólico; son el triple criterio bajo el cual el Padre Fundador irá diseñando la
estructura de la Obra. La Obra se estructura en función del grado de compromiso
apostólico, compromiso apostólico que va relacionado con un compromiso
comunitario y un compromiso ascético-religioso.
II. FINALIDAD APOSTOLICA DE LA FEDERACION
Nos referiremos primero a la finalidad apostólica de la Federación o de las
federaciones. Inicialmente la Federación Apostólica nace en Hoerde, y se irá
estructurando en distintas federaciones: Federación de Sacerdotes que es la que más
se desarrolla, la Federación de Mujeres, la Federación de Familias, de Hombres, de
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Señoras o de Madres. La primera forma estructural organizada de Schoenstatt, además
de lo que había sido hasta ese momento la Congregación Mariana de Vallendar, es la
Federación que nace en Hoerde. Durante la guerra tiene su precursor en la
Congregación externa o militar que van formando aquellos soldados que conocen
Schoenstatt en el frente de batalla, que no vienen de la Congregación Mariana del
Seminario Menor de la cual el P. Kentenich era el director espiritual. Al terminar la
guerra, estos militantes quieren dar institucionalidad a su pertenencia a Schoenstatt,
porque ellos no regresan a Schoenstatt. Se reúnen en Hoerde y nace la Federación
Apostólica como la primera forma estructural que Schoenstatt adopta, primero
organizativamente, y con independencia de lo que había sido hasta ese momento la
Congregación Mariana del Seminario Menor.
Hay un acento claro en el estatuto de Hoerde inspirado por el Padre Fundador: La
Federación quiere la educación apostólica. Hay un acento en la educación y en el
apostolado. Y, en segundo lugar, educación de jefes católicos para animar, en el
espíritu de la Iglesia, a todas las organizaciones y en íntima unión entre sí. Es decir, hay
un acento en el aspecto de la educación al apostolado, de la educación de jefes al
servicio de la Iglesia y en una estrecha unión. Estas son las características que, de
partida, marcan la meta apostólica de la Federación. Después se hablará de los medios
y se dice que si se quiere esa educación apostólica con ese compromiso apostólico,
debe haber también exigencias ascético-religiosas correspondientes. Por eso, hay una
aspiración a la santidad, a la mayor perfección de estado posible usando todos los
medios ascéticos propios del Movimiento.
II A. Exigencias propias de la Federación Aquí vienen las exigencias propias de la Federación que es bueno recordar.
• Unas son exigencias que la Federación asume de la Militancia, de los Miembros de la
Liga, y lo único que la Federación agrega propiamente a esas exigencias como tal es el
informe o aviso mensual al jefe responsable de la comunidad oficial acerca del
cumplimiento de una las exigencias ascético-religiosas del Movimiento : la cuenta
mensual al confesor o director espiritual libremente escogido.
Esto es muy importante,, porque muchos piensan que la exigencia de trabajar con los
medios ascético-religiosos del movimiento es algo propio de la Federación. No, ya es
algo propio de los miembros de la Militancia, de los Miembros de la Liga Apostólica. La
persona que se compromete como miembro de la Liga Apostólica asume esos
compromisos, con la diferencia que se lo controla ella misma, con su confesor o
director espiritual libremente elegido. Lo que también agrega la Federación es un
compromiso comunitario, de informar de ese cumplimiento, de dar un informe
mensual.
• En el mismo estatuto de Hoerde, en cuanto al ámbito de esta acción apostólica de los
dirigentes, se dice que el apostolado quiere ser permanente, para diferenciarlo del
apostolado de los Colaboradores que es ocasional, pero que, en cuanto apostolado
permanente, es común con los militantes, con los miembros de la Liga. Y se dice: en
todos los ámbitos posibles o asequibles a la persona concreta. Por eso, en la medida en
que la Federación tiene distintas personas, no hay ningún ámbito que, por principio,
esté excluido de la acción apostólica dirigente de la Federación. Esto marca la
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universalidad de los ámbitos de apostolado que la Federación se plantea desde un
comienzo.
• Como complemento al Estatuto de Hoerde, que es muy breve y tiene un carácter
más bien legal, estructural, se agrega la carta que el Padre Fundador escribe a los
pocos meses, en noviembre de 1919, a los dirigentes de la recién fundada Federación
Apostólica. En ella precisa y acentúa, en primer lugar, que la originalidad es doble:
primero, con los estatutos de Hoerde, renunciamos a crear un movimiento de masas;
la Federación quiere ser un movimiento de élite religioso-moral, no élite intelectual, ni
académica, ni económica, ni social. Quienes pertenecen a la Federación son personas
que, en primer lugar, quieren destacarse y crear un modelo en el plano religiosomoral. Y segundo, y por esto mismo, la Federación pone un acento en la interioridad,
en formar el hombre nuevo en la nueva comunidad; en crear un modelo de aspiración
a la santidad, a la perfección, un modelo en el plano religioso-moral.
Es bueno leer este texto porque es como una carta magna del espíritu que debe
animar a los miembros de la Federación y que tiene una impresionante actualidad. Un
par de citas de ese documento:
“Exigimos y aspiramos a una profunda renovación moral y religiosa del individuo y de
toda la cultura humana.”
Aquí hay un pensamiento típico del Fundador desde el comienzo. La meta es la
renovación mariana del mundo en Cristo, pero comienza con la renovación de la
propia persona y, por eso, la primera meta de Schönstatt es el hombre nuevo y la
nueva comunidad en nosotros mismos. Si queremos formar otros hombres nuevos y
otras comunidades nuevas, tenemos que empezar a formar en nosotros el modelo de
este hombre nuevo y de la nueva comunidad. Por eso, individuo y cultura; y no, o el
individuo o la cultura; no son opciones alternativas. La autosantificación, la
autoeducación y el apostolado hacia otros no son dos posibilidades, sino que ambos
son un requisito indispensable, insustituible y necesario para la fecundidad de la
acción apostólica hacia afuera.
El Padre Fundador dice que esto es lo típico y lo que nos evita un peligro permanente
de que el apostolado se convierta en acción solamente y que la acción termine en
activismo y no sea fecunda. La autosantificación es lo que garantiza que el apostolado
pase a ser transmisión de vida y por eso sea fecundo. No se puede trasmitir una vida
que no se tiene. Ideas se pueden transmitir y es lo más fácil. Vivirlas, encarnarlas, dar
testimonio en la práctica es lo difícil. Por eso, ser Asistente en la Federación de
Familias es más fácil que ser miembro de la Federación y vivir todas sus exigencias.
En este contexto, el Fundador parte de un diagnóstico que él hace en ese momento de
postguerra en Alemania. Después de la primera guerra, había una catástrofe militar
que trajo consigo una catástrofe político-social, de anarquía, y que prepara y da paso a
la dictadura nacionalsocialista de Hitler. Esta no se entiende sin esa crisis de la
postguerra.
El diagnóstico del P. Kentenich es que en las organizaciones católicas eclesiales
alemanas falta interioridad. El problema no es que faltan organizaciones, o que los
católicos no estén organizados sino que falta interioridad y por eso falta vitalidad, falta
encarnar los ideales, y por eso no hay fecundidad. Y si éste es el diagnóstico, el acento
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no estará en buscar actividades nuevas, programas nuevos, escribir nuevas cosas, sino
en cómo vivir toda una espiritualidad.
La terapia, nuestra respuesta original tiene que ser encarnar ese tipo de hombre nuevo
y nueva comunidad; ponemos un claro acento en la interioridad.
El texto sigue:
“Tenemos que volvernos hacia nuestro propio interior y retirarnos hacia nosotros
mismos para tomar conciencia de las fuerzas sobrenaturales que Dios ha puesto en
nosotros y luego hacer uso de ellas con decisión.”
En el contexto de hoy, se habla de una cultura que lleva a extrovertir a la persona, a
sacarla de sí misma, a desintegrarla. Es el tema de la falta de interioridad. Y lo otro, es
la pérdida de conciencia en la fuerza, de la vida sobrenatural, y un predominio de una
visión naturalista de la vida, que apela a los medios exteriores. Se piensa que con el
tener, con el poseer, con el consumir, con el uso de medios técnicos, económicos y
medios de influencia se resuelven los problemas. Pero todos éstos son medios para
un fin.
Aquí hay una frase que quisiera citar, que podríamos escribir exactamente igual hoy
día, al menos en el ambiente que vi en Chile. El P. Kentenich las escribe en el año 19,
hace 80 años:
“Hoy existe una corriente devastadora de inmoralidad que amenaza socavar todos los
cimientos del orden social, de la armonía familiar, de la educación, de la fe y de la vida
eclesiástica.”
Abarca todos los ámbitos. Hoy hablamos de inmoralidad o de antivalores, de una
visión avalórica. Lo inmoral todavía tiene un significado porque lo inmoral es atacar lo
moral. Pero hoy estamos en una cultura de la amoralidad, que es lo peor. Como en la
visión de fe, donde el ateísmo ataca la fe; lo peor es una visión agnóstica, arreligiosa. Si
Dios existe o no existe, no importa. Si la moral existe o no existe, no importa. No
existen valores sino intereses.
II B. Cultivo de la vida interior, sentido del apostolado Por esto, el P. Kentenich dice que en medio de este caos, nosotros planteamos un
programa nuevo: acentuar decididamente la vida interior; y la vida interior entendida
como apostolado, como requisito, como fundamento y como fuente de la fecundidad
de todo apostolado. Porque para el P. Kentenich, apostolado, es transmisión de vida,
en el sentido de la frase del Evangelio que siempre citará y que nuestro Padre
Arzobispo Francisco Javier Errázuriz ha tomado y ha vuelto a ser pública en su lema
episcopal: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
Este es el sentido del apostolado, el sentido del Reino. Todo lo demás son medios para
ello. La eficacia, la importancia, la necesidad de todas las acciones se mide en esto:
¿estas acciones, ayudan a que haya más vida, más vida humana, más vida cristiana? En
el caso nuestro, ¿más vida familiar? El que todo ayude a que haya más vida, está bien,
pero no ha de ser un sustituto de la vida.
Esta visión que el P. Kentenich desarrolla desde un comienzo, la va a explicitar en un
texto de las jornadas del año 27 al 29, sobre la doctrina general de los principios de
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Schoenstatt. Allí el P. Kentenich desarrolla la estructura de Schoenstatt, su justificación
y comparación con la Acción Católica de Pío X y con la idea del Apostolado Católico de
san Vicente Pallotti, y cómo Schoenstatt, en forma original, realiza tanto la una como la
otra, pero con un sello original. Y explicita la interrelación que existe en la estructura
de Schoenstatt; el por qué, a partir de la causa final, que es el apostolado, se
determina tal exigencia ascético-religiosa, tal exigencia comunitaria y por qué se
estructura la Liga Apostólica, en su doble dimensión de Colaboradores y Militantes, y la
Federación Apostólica.
En esa Jornada desarrolla una explicitación, una fundamentación y una reflexión
comparativa y más teológica, y también pedagógica y sicológica de todas las exigencias
y diferencias de la estructura de Schoenstatt en función del apostolado. Y el P.
Kentenich piensa que, a mayor apostolado, a mayor compromiso apostólico, debe
haber mayor compromiso comunitario y mayor compromiso ascético-religioso.
III. MODALIDADES DE APOSTOLADO
A continuación, en cuanto a terminología, quisiera recordar aspectos y modalidades
del apostolado. Todos son apostolados, se complementan, pero es útil recordarlos
para el intercambio.
III A. Apostolado del ser y del actuar
El Padre Fundador distingue entre el apostolado del ser y el apostolado del actuar.
El apostolado del ser
Es lo que antiguamente se llamaba el apostolado del buen ejemplo. Para el P.
Kentenich se trata del apostolado del testimonio de la vida, la vida encarnada, la vida
vivida. Según sea el estamento, según sea Instituto o Federación, éste va adquiriendo
su sentido; el encarnar el hombre nuevo, el encarnar la nueva comunidad, con un sello
apostólico universal. Es decir, no se trata simplemente de girar en tomo a sí mismo
sino encarnar en sí mismo lo que se quiere transmitir a otros y para poder transmitirlo
a otros.
Por eso, no se trata de una alternativa: nos preocupamos de nosotros mismos o de los
demás, de mi familia o de las otras, de yo vivir el cristianismo o de enseñar a otros a
vivir ese cristianismo. No se trata de alternativa, de o - o, sino de y - y. Nos
preocupamos de nosotros para poder preocuparnos de los otros. Nos preocupamos de
nuestra familia, para poder ayudar a otras familias; nos santificamos para poder
santificar a otros.
Por eso, desde un comienzo, aquellos compromisos ascético-religiosos expresados en
las contribuciones al capital de gracias, concretizados en el horario espiritual., y el
trabajo del ideal personal y examen particular, están motivados, desde el año 20, por
la frase clásica del Evangelio de San Juan: “Por ellos me santifico”. La autoeducación
tiene una meta apostólica. La santidad nunca es para uno mismo; la santidad es una
participación y una colaboración en la santidad de la Iglesia. Es lo que se vivió en la
Familia de Schoenstatt en torno al 20 de enero y la solidaridad de destinos con el
Padre Fundador. El P. Kentenich entrega su libertad por nosotros, por sus hijos, y nos
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exige entregar nuestra libertad por él. El 20 de enero llega a su profundidad en la
Inscriptio.
El P. Kentenich no pone a las comunidades de elite, institutos y federaciones, una meta
jurídica, un requisito organizativo, sino que pone una meta pedagógico-religiosa:
educar a sus miembros para que puedan llegar a vivir la Alianza en el espíritu de
Inscriptio porque es la garantía de poder vivir no sólo los consejos evangélicos en el
mundo de hoy, sino poder dar su aporte de vida a los demás.
Apostolado del actuar
El testimonio de vida como apostolado es requisito, fundamento del apostolado del
actuar. El apostolado del actuar puede ser de palabra y de hechos, de acciones;
apostolado como acción apostólica, sea testimonio de palabra o testimonio de obras;
como complemento, y no como alternativa.
En los años 20, la palabra clásica era apostolado; aún se mantiene y se habla de ella. El
Concilio Vaticano II tiene un documento sobre la actividad apostólica de los laicos.
Después, con Paulo VI, en Evangelii Nuntiandi, y Juan Pablo II, se ha complementado
en el contexto de lo que el Padre Fundador decía y se habla de una nueva cultura, de
un nuevo orden social, un nuevo orden social cristiano. Hoy día en la teología se habla
de la evangelización como un concepto que abarca todo el sentido del apostolado e
incluso en cuanto se refiere no solamente al anuncio explicito del Evangelio de Cristo,
sino de penetrar con los valores del Evangelio las estructuras humanas, sociales,
culturales. En especial Juan Pablo II habla de evangelización de la cultura.
El Padre Fundador, en muchos textos, habla de una nueva cultura, de un nuevo orden
social. Y habla de una nueva comunidad para crear ese nuevo orden social. Hoy en
muchos contextos está esa expresión de cómo evangelizar la cultura, es decir, todos
los ambientes donde la persona y la sociedad se mueven.
Este es el apostolado del ser y del actuar. El testimonio de la vida, el testimonio de la
palabra y de la acción son dos elementos distinguibles pero inseparables; uno
condiciona al otro.
Por eso, la Federación se compromete con ambos, a un ideal de santidad persona],
matrimonial, familiar, precisamente para poder comprometerse también con el
testimonio de palabra y de obras en todos los ambientes, en todos los ámbitos
asequibles.
No es una alternativa: o la santidad o el apostolado; preocuparse más de la santidad o
más del apostolado. La santidad es el primer apostolado; no es el único ni el exclusivo.
Pero su sentido es precisamente la acción apostólica.
III B. Apostolado para Schoenstatt y en el sentido de SchoenstattEl P. Kentenich respecto al ámbito, se refiere al apostolado para Schoenstatt y el
apostolado en el sentido de Schoenstatt.
El apostolado para Schönstatt
Hay un apostolado para construir, para desarrollar la Obra, la Familia de Schönstatt. Es
decir, se trata de llevar a personas a sellar la Alianza de Amor, a vivirla, a participar del
mundo de la Alianza con sus elementos específicos. Todo el apostolado de
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construcción de Schoenstatt, de cualquier rama, todo apostolado de llevar personas al
Santuario, de trabajar con la Virgen Peregrina, etc., son un apostolado para
Schoenstatt. Se trata de dar el mensaje de Schoenstatt, el mensaje de la Alianza a otras
personas.
Esta es una primera exigencia fundamental de cada schönstattiano, de cada
comunidad, y el acento que se ponga depende de la parte vocacional, pero es
insustituible. La Familia necesita permanentemente crecer en extensión y en
profundidad.
El apostolado en el sentido de Schönstatt
Es un apostolado que, inspirado en los principios pedagógicos, ascéticos, religiosos del
Padre Fundador, ayuda, inspira otras comunidades, otras acciones que no tienen por
finalidad inmediata llevar personas a Schoenstatt sino el que el espíritu de Schoenstatt
impregne las comunidades, los movimientos, las obras apostólicas con los valores que
Schoenstatt cree que reflejan y dan respuesta, a la luz del Evangelio, a la época actual.
Lo mariano, lo providencialista, lo orgánico, lo familiar, lo laical, son todos elementos
que, inspirados en Schoenstatt, queremos y debemos dar a la Iglesia. Incluso, muchos
elementos de nuestra propia ascética tienen un valor general. No tienen toda la
fecundidad que tienen cuando están iluminados por la fuerza de la Alianza y las gracias
del Santuario, pero tienen un valor en sí La pedagogía de los vínculos, la pedagogía de
los ideales, el trabajo ascético, son elementos que no necesariamente están
circunscritos a Schoenstatt sino que se pueden dar, desde Schoenstatt, para iluminar
muchas acciones y actividades de la Iglesia.
La Federación tiene que realizar este apostolado para Schoenstatt o en el sentido de
Schoenstatt en la Iglesia y en el mundo. Dónde poner el acento, es un aspecto
vocacional.
En este contexto, cuando el P. Kentenich llega por primera vez a Sudamérica, se
encuentra primero en Brasil, con la Acción Católica.
En Alemania existía una pluralidad de organizaciones apostólicas laicales. Cuando en
1921, el Papa Pío XI proclama oficialmente la Acción Católica, los obispos alemanes
entre ellos Mons. Faulhaber, piensan que ya tienen toda una red de organizaciones
apostólicas y eso es para ellos la Acción Católica. En cambio en Sudamérica se aplica el
modelo italiano. Y en la época en que Schoenstatt nace en Chile, en Brasil y en
Argentina, la organización apostólica laical es la Acción Católica. Incluso el apostolado
laical se define como la participación del laico en el apostolado jerárquico de la Iglesia
y, por eso, el laico que trabaja apostólicamente en el ámbito eclesial tiene que
pertenecer a la Acción Católica que se estructuraba en hombres y mujeres, jóvenes y
niñas.
Posteriormente, en los años 50, aparece el Movimiento Familiar Cristiano nacido en
Uruguay y es el primero que tiene la primera pastoral organizada de familias, de
matrimonios en el ámbito latinoamericano. Después, en Chile, los obispos la aceptan
como una forma de la Acción Católica Familiar. La Acción Católica no trabajaba con
matrimonios, y al venir la crisis, se dijo que la Acción Católica destruía o dividía la
familia, porque el papá estaba en la Rama de Hombres, la mamá en la de mujeres, los
hijos varones en la juventud masculina, las hijas mujeres, en la juventud femenina, etc.
Y, por primera vez, el Movimiento Familiar Cristiano trabaja con la familia.
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El P. Kentenich, al llegar a Brasil, se encuentra con esta forma de Acción Católica que,
según los obispos, era la instancia para todo el que quisiera trabajar en el ámbito
apostólico eclesial,, y no se necesitaba otra organización. Frente a esto, el P. Kentenich
plantea que Schoenstatt puede estar junto a otros movimientos, en vez de otros
movimiento o dentro de otros movimientos. ¿En cuál? Dependerá de las circunstancias
eclesiales concretas, de la parroquia, de la diócesis o del país donde esté.
•
Junto a otros movimientos: Schoenstatt tiene derecho a trabajar
apostólicamente junto a otros movimientos: la Acción Católica, la Legión de
María, Focolarinos, etc.
•
En vez de otros: En un lugar donde se inicia y no hay movimientos organizados,
en una parroquia, en una diócesis, Schoenstatt no tiene por qué organizar otro
movimiento sino que puede él mismo asumir un trabajo. Lo importante es
evitar los extremos: o excluir a Schoenstatt, o dar el monopolio a Schoenstatt.
Los sacerdotes diocesanos que son párrocos, o un obispo que tiene una
diócesis, aunque sean schoenstattianos, no pueden hacer de Schoenstatt un
monopolio, aceptar sólo a Schoenstatt; allí tiene que estar la Iglesia universal.
Ni tampoco deben excluir a Schoenstatt. Schoenstatt tiene derecho a existir,
igual que todos. Este en vez de otros, dando la oportunidad para otros, pero
nunca con sentido de monopolio o de exclusividad.
•
Dentro de otros : donde hay organizaciones apostólicas y donde no se autoriza
o no es conveniente que Schoenstatt trabaje apostólicamente como estructura
propia, puede trabajar y formar dirigentes para el apostolado según el espíritu
de Schoenstatt. Esta fue la idea original. La Federación nace para formar
dirigentes que animen otras comunidades eclesiales.
Por lo tanto, el apostolado para Schoenstatt, puede darse junto a otros o en vez de
otros. El apostolado en el sentido de Schönstatt es trabajar dentro de otros.
IV. LA FEDERACION Y LA FORMACION PARA EL APOSTOLADO
Finalmente, algo que también es importante para nosotros. El P. Kentenich habla de la
formación para el apostolado. La Federación quiere formar apóstoles, dirigentes laicos.
Esta actividad apostólica ha de ser compatible con la formación que se está recibiendo.
Puede ser distinto el grado de trabajo apostólico de una persona: puede ser al inicio de
su postulación a la Federación, en la consagración temporal, en la consagración
perpetua. Depende del grado de intensidad de la formación de la persona y también
de sus exigencias familiares y laborales. Pero también debemos evitar que el
apostolado sea solamente fruto, es decir, que se realice recién cuando la persona está
formada. No; también hay un apostolado que nos ayuda a formarnos, lo que en las
profesiones se llama práctica. En todas las profesiones hay una práctica que los
estudiantes tienen que hacer antes de recibir el título como profesionales. Porque si
recién empiezan a ejercer después de recibidos, tendrán la teoría pero no tendrán la
práctica.
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En Alemania, ocurrió que médicos, que por las circunstancias ya no sabían poner una
inyección. Porque nunca habían podido hacerlo, habían hecho la práctica en muñecos
de goma solamente, nunca lo habían hecho en personas.
En este sentido, la Federación debe tener esto presente; la Federación necesita ambos
aspectos. El apostolado es parte integral de la formación. No solamente es fruto de
una formación.
IV A. Apostolado especifico de la Federación de Familias Quisiera ahora referirme al apostolado específico de la Federación de Familias. Lo
anterior vale para todas las Federaciones.
Características debiera tener el apostolado de nuestra Federación de Familias
1. Apostolado eminentemente laical.
Junto a las características generales de todo apostolado schoenstattiano -apostolado
orgánico, providencialista, mariano, con acento comunitario- el apostolado de la
Federación de Familias quiere ser un apostolado eminentemente laical, algo que
comparte con todas las federaciones laicales. Laicos, que no son sacerdotes ni
personas de vida consagrada - en el sentido de un compromiso jurídico con el estado
de vida consagrada de la Iglesia, como son los institutos seglares - y que por eso
realizan su apostolado específicamente en el mundo y desde el mundo.
2. Un apostolado matrimonial.
Apostolado matrimonial no en el sentido de que deba hacerlo el matrimonio en
común, sino que la actividad que hacen ambos cónyuges, juntos o cada uno por su
cuenta, es una actividad en que ambos se complementan, ambos se ayudan y ambos
se apoyan. En la medida en que sea posible se recomienda una actividad conjunta del
matrimonio. En la medida en que, por las circunstancias profesionales o laborales, es
separada, el intercambio matrimonial sobre el apostolado debiera ser un elemento
central de crecimiento del matrimonio.
Es decir, un apostolado individual de los cónyuges, no debiera ser una acción, una
actividad de la cual el otro cónyuge no tenga idea ni sobre la cual nunca haya un
intercambio ni nunca se complementen ambos cónyuges. Es lo mismo que puede
ocurrir con el trabajo. Tanto la labor dentro de la casa como fuera de la casa, de uno o
ambos cónyuges, tiene que ser un elemento de conversación, de complementación, de
crecimiento de ambos. Hay matrimonios en que ambos trabajan fuera de la casa, e
incluso puede ser que trabajen en el mismo lugar.
3. Un apostolado con carisma familiar.
Finalmente, creo que es lo más importante: el apostolado tiene que tener un carisma
específicamente familiar. Familiar no sólo en el sentido de que prioritariamente
nuestra Federación de Familias quiere preocuparse de la familia, de la propia y de las
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demás, dentro y fuera de la Federación, sino que en todo apostolado, en toda acción,
el carácter familiar, el carisma familiar tiene que hacerse presente.
Cuando decimos que la Federación quiere tener un apostolado en todos los ámbitos
asequibles, hoy día la familia, por su estructura, toca todos los ámbitos y todos los
ámbitos repercuten en ella. No existe ningún ámbito que sea ajeno propiamente a la
familia, ni el ámbito del arte, ni el de las comunicaciones, ni el de la política, ni el del
deporte; mucho menos el ámbito de la educación básica, secundaria, universitaria.
¿Por qué? Porque todos esos ámbitos están repercutiendo en la familia.
Por eso, el apostolado ha de ser familiar no sólo en el sentido que se trabaja con
familias, dentro o fuera del movimiento, en la pastoral familiar, preparación de novios,
de pololos, no solamente en el trabajo en todo el campo educacional, en los centros de
padres, catequesis de primera comunión o confirmación, sino también en cualquier
acción. Desde la acción legal -actualmente tenemos un juez de la Corte Suprema,
personas en la política- hasta los temas del salario familiar, del aborto, del divorcio, de
las experiencias genéticas, y no sólo la donación sino la fecundidad asistida, los niños
en probetas, experimentación genética con todo tipo de elementos como gametos u
óvulos fecundados.
Todos estos ámbitos tienen incidencia familiar y por eso, típico de nuestra acción
apostólica debiera ser planteamos en la perspectiva de cómo incide, cómo atañe,
cómo lo que hacemos repercute en la familia, en lo laboral, en lo político, en lo social,
dentro y fuera del movimiento, en la Iglesia, en la sociedad. Por eso, estar atentos y
ver qué hacemos nosotros, en ese ámbito en que estamos, para contribuir a sanear, a
apoyar, a robustecer la familia y el tejido familiar como base del tejido social.
Es bueno recordar una definición clásica de la familia que acentuaba su importancia: la
familia es la célula básica de la Iglesia y de la sociedad. Pero de esta definición no se
sacan las consecuencias. ¿Qué significa que es la célula básica? No significa
simplemente que es la célula más pequeña, que es la primera y después de ella vienen
otras, sino que significa que el tejido familiar, el tejido eclesial, el tejido social, está
tramado en base a la familia, y que si ese tejido de la familia está dañado, el tejido
social se daña. Renovar, reformar, robustecer la Iglesia, la sociedad, no es posible si no
se robustece y renueva el tejido familiar. Si no hay células sanas, no hay cuerpo sano.
Si la familia no se renueva, no hay una Iglesia sana, no hay una sociedad sana. Por
eso el acento en la familia es en vista a la sociedad y a la Iglesia. Cuando decimos que
no solamente queremos renovar la familia sino crear una Iglesia-familia, una sociedadfamilia, un mundo-familia, estamos expresando y acentuando esa definición.
Como complemento, recordar simplemente lo que nuestro Padre fundador precisó con
posterioridad. Aquello que nos recordaban nuestros hermanos de Brasil al celebrar su
jubileo de los cincuenta años del Santuario Tabor, el primer santuario filial del mundo
en cuya bendición el Padre fundador estuvo presente.
Cuatro días después de esta bendición, el 15 de abril, el P. Kentenich escribe lo que se
llamó la Carta de Santa María que es como el Acta de Fundación de la Obra de
Familias. En ella, el P. Kentenich precisa la importancia de la familia para Schoenstatt,
para la Obra de Familias de Schoenstatt. El dice que si Schoenstatt debe cumplir su
misión, la Mater tiene que concentrar toda su acción educadora y su poder de gracias
en la familia. Dirá después que la Obra de Familias es el fundamento y la corona de la
Obra de Schönstatt y que todos los estamentos y todas las comunidades contribuyen a
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formar la Obra de Familias y, a la vez, la Obra de Familias alimenta todas las
comunidades de Schoenstatt. El P. Kentenich precisa la tarea apostólica en este
sentido: ¿qué significa restaurar, renovar la familia? Significa crear y vivir una auténtica
moral familiar, desarrollar y aplicar una auténtica espiritualidad, ascética y pedagogía
familiar, lo cual tiene que concretizarse en auténticas costumbres familiares. Este es
nuestro primer aporte.
Por eso, ¿estamos nosotros creando una cultura de familia, con costumbres familiares,
con principios de una clara ascética, pedagogía y espiritualidad de familias? ¿Estamos
defendiendo y encarnando los principios de una auténtica moral familiar? Son cosas
que actualmente, ninguna de ellas son evidentes. Porque están puestos en tela de
juicio la moral familiar, el Magisterio de la Iglesia, la pedagogía familiar, una
espiritualidad propia de la familia. Incluso para muchos movimientos, la santidad es
una santidad personal; la santidad no atraviesa por la santidad del cónyuge, no
atraviesa por la santidad de los hijos, de la familia toda. Un matrimonio de la
Federación no puede santificarse solo; la santidad de un matrimonio de la Federación
atraviesa el organismo de los vínculos, atraviesa la santidad de las personas y las
personas más inmediatas son el cónyuge y los hijos. Por eso esa santidad se expresa en
costumbres familiares. Aquí tenemos todo un campo de santidad y de apostolado.
El P. Kentenich complementa este contexto después, en el año 1967, con ocasión del
aniversario de la fundación de los Hermanos de María y del Instituto de Familias en
Dachau. En esa oportunidad, él vuelve por primera y única vez al campo de
concentración y da esa serie de tres charlas seguidas de más de tres horas, durante las
cuales estuvo siempre de pie, a pleno sol.
En esa oportunidad habla del sentido de la historia de ese tiempo y de la función
específica y el sentido que tuvo la fundación de ambos institutos. Haciendo una alusión
a un artículo del P. Monnerjahn,, va a decir que en Dachau se probó y se aspiró a
formar el hombre del más allá, el hombre sobrenatural, el hombre con una visión
providencialista y, por eso, el hombre filial, el hombre ingenuo, el hombre que confía y
se abandona en las manos de Dios. Y cómo esto permitió que el infierno de Dachau
fuera algo de cielo, porque se sentían cobijados en las manos del Padre Dios. La
expresión que él usó fue: “El heroísmo, la genialidad de la ingenuidad”. Schönstatt
quiere crear un hombre que es genial en la ingenuidad de la filialidad, que confía que
está en las manos del Padre Dios y que todo lo que ocurre es para bien aunque no lo
entienda.
El P. Kentenich agregó un tercer elemento: formar este hombre religioso, del más allá,
hombre providencialista, filial, es para forjar un nuevo orden social, y tiene que ser
portador de un nuevo orden social cristiano. Es lo que hoy llamamos evangelización de
la cultura.
El Padre Fundador hablaba a la Obra de Familias, en primer lugar, pero también
hablaba a los Hermanos de María respecto al tema de la paternidad, y dice que ésta
quiere ser portadora de un nuevo orden social porque el orden social se construye en
la familia y a partir de la familia y sin renovación de la familia no hay orden social. Estos
son textos que tenemos que precisar y estudiar.
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IV B. Campos apostólicos prioritariosEn este contexto, quisiera ahora referirme a los campos apostólicos prioritarios que
nosotros tenemos.
1. Apostolado de cada miembro de la Federación
A cada miembro de la Federación se le pide un apostolado de dirigente en su ambiente
y en todos aquellos ambientes asequibles para él, en ese momento y en esas
circunstancias. Es un apostolado asequible, para cada matrimonio según su situación
familiar, según su trabajo laboral. Es distinta la situación de un matrimonio con hijos
de otro sin hijos; o de uno con un hijo y otro con ocho hijos, con menores de edad, con
adolescentes o con hijos universitarios. Depende qué tipo de trabajo tienen. Por eso es
un apostolado asequible a esa persona, a ese matrimonio, en esas circunstancias y por
eso va variando y va teniendo acentuaciones distintas. No hay una medida común.
En este contexto, el primer campo apostólico prioritario e insustituible es la propia
familia. Y la propia familia no como algo de los propios intereses, del propio egoísmo,
sino que nos preocupamos de los demás. Se trata de encarnar el hombre nuevo en la
nueva comunidad. En nuestro caso, el hombre nuevo es el esposo y la esposa; un
nuevo modelo de esposo y esposa, un nuevo modelo de matrimonio, un nuevo modelo
de padre y de madre, un nuevo modelo de familia. No nos preocupamos
exclusivamente de nuestra propia familia sino prioritariamente.
Hablar de prioridades no es hablar de exclusividades. Prioridad significa primera
importancia, lo cual significa que hay otras prioridades, pero que no son todas iguales,
o que una se sacrifica por la otra. Cuando hay colisión de deberes, de tiempo, cuando
no se puede hacer todo aquello que se quisiera, tenemos que tener criterios y ver
cuáles son las prioridades. Y en estas prioridades, para nosotros lo primero es la propia
familia.
Para la Federación no debiera haber ningún apostolado, ninguna actividad cuyo costo
fuese la propia familia; que dijésemos que sacrificamos nuestra relación conyugal,
nuestra relación con los hijos, porque tenemos que hacer cosas muy importante. Esto
no debe darse por ningún motivo, incluso lo laboral no puede estar a costa de la
familia. Lo primero es la armonía entre la familia y el trabajo, un tema muy importante
actualmente. Antiguamente, lo laboral era el problema del esposo, del padre de
familia; hoy, en forma creciente el problema también es de la madre de familia,
porque cada vez, por circunstancias económico-sociales, también la mujer participa en
el campo laboral. Y esto agudiza el problema.
La familia es lo primero, y familia significa relación conyugal, relación familiar con los
hijos. Esto no es solamente tema de cantidad sino tema de calidad. Pero la calidad
necesita también cantidad. Y en esto nadie puede juzgar desde afuera, sino que cada
uno tiene que revisarse desde dentro. Esta preocupación por los hijos implica no
solamente el ámbito dentro del hogar. Allí los niños cuando son menores de edad no
van al colegio, pero desde el momento en que empiezan a ir, automáticamente la
responsabilidad por colaborar en la educación de los hijos, en el lugar en que se están
educando, pertenece a este ámbito educacional. Y será entonces una colaboración en
el jardín infantil, en el kinder, en el colegio, en la universidad, dondequiera que estén
mis hijos. Este apostolado está al servicio de la construcción de nuestra propia familia.
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No debiera ocurrimos a nosotros en la Federación, el que matrimonios nuestros,
dirigentes, hagan una gran labor apostólica al servicio de la Liga Apostólica, de la
pastoral familiar, de la sociedad, pero a costa de no cultivar el diálogo matrimonial, el
diálogo con sus hijos, porque no tienen tiempo. Y puede ser que hayan ayudado a que
todos formen familias ideales menos la propia. Esto sería el apostolado de palabra sin
el testimonio de la vida. Este peligro es inmanente y, muchas veces, porque el trabajo
en la propia familia es más difícil y menos gratificante. La propia familia puede
criticamos; uno de los cónyuges dirá lo que echa de menos, lo que no le gusta y lo que
espera de su cónyuge; los hijos también podrán echar en cara lo mismo. En cambio,
hablar a los demás de cómo educar a los hijos, de cómo cultivar el diálogo
matrimonial, de cómo tratar al cónyuge, es más fácil. Dar una charla sobre armonía,
sobre diálogo matrimonial nos es más fácil que practicarlo nosotros como
matrimonios; hablar a los demás de cómo educar a los hijos es más fácil que educar a
los propios hijos. Hablar de la adolescencia, del diálogo con los adolescentes, es más
fácil que dialogar con los propios hijos adolescentes.
2. Apostolado en el propio ámbito laboral profesional.
Para nosotros, como miembros de la Familia, la profesión es una vocación y la
vocación ha de ser un rasgo central de nuestro ideal personal. Por esto,
normalmente, en la medida en que nuestra profesión, nuestra inserción laboral es
expresión de nuestra vocación y no solamente de necesidad económica, lo que podría
darse, -que por necesidad económica tenemos que asumir un trabajo que no es
nuestra vocación, pero necesitamos mantener la familia- no podemos sacrificar
nuestra vocación profesional por un apostolado. Nuestro primer apostolado es el
ejercicio adecuado de nuestra profesión con los criterios propios de la Obra de
Familias.
3. Apostolado en la propia Federación.
En tercer lugar está el apostolado en la propia Federación. Las exigencias que la
Federación pone de dedicación a construir la Federación es también un criterio de
vocación a la Federación y es un apostolado si estas exigencias, concretamente,
significan para cada uno de nosotros, para nuestro curso y después nuestro grupo
oficial, una dedicación. Esto es un apostolado, es construir la nueva comunidad, el
hombre nuevo en la nueva comunidad en la Federación, como testimonio, como
modelo y como ejemplo de cómo se renueva la familia. Si esta exigencia y el
cumplimiento de estas exigencias nos impiden una realización en nuestro campo
laboral, si nos dificultan el propio trabajo y dedicación a nuestra familia, significa
concretamente que no tenemos vocación a la Federación.
• Para el matrimonio, la Federación es un medio pero no un fin. Y es un medio que
tiene que ayudarnos a ser mejor matrimonio, mejores esposos, mejores padres, a
realizarnos mejor profesionalmente y capacitamos además para un apostolado de
dirigente. Pero si esta capacitación para un apostolado de dirigente, por nuestra
inserción en un curso, en un grupo oficial, nos impide nuestra realización profesional y
familiar, significa que este medio no es para nosotros.
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• Tampoco se trata de decir que otros apostolados nos impiden participar de la
Federación; si un matrimonio piensa que por tener tantos compromisos apostólicos no
puede participar en el curso o en el grupo oficial, en forma habitual y no
ocasionalmente, está equivocado. Ocasionalmente puede ocurrir que se produzca una
colisión de fechas; por ejemplo, un matrimonio de Federación que es jefe de la Rama
Familiar, ésta puede fijar un encuentro anual que coincide con su reunión de curso, es
algo ocasional. Pero si es habitual en este apostolado, esto no corresponde. El
apostolado no puede ser a costa de su participación activa en la Federación. Como
tampoco la participación activa en la Federación puede ser a costa de su propia
participación laboral y familiar.
4. El apostolado al servicio de otras familias.
Según vocación y posibilidad del matrimonio, está el servicio a otras familias tanto
dentro de Schönstatt como fuera de él. Aquí está todo el aspecto vocacional en todos
los ámbitos: en el ámbito educacional, cultural, familiar, laboral, eclesial. Y aquí están
las puertas abiertas, la Divina Providencia y las vocaciones personales y matrimoniales.
5. El apostolado en el ámbito prioritario de la Federación.
a) En primer lugar, la Federación como comunidad
Quiero referirme al ámbito prioritario de la Federación como comunidad, es decir, no
solamente a lo que cada matrimonio hace. Aquí hay una tensión: la Federación, por
una parte, con la libertad y la magnanimidad, que exige, que forma apostólicamente
dirigentes, y por otra, que a ningún matrimonio le puede imponer un determinado
trabajo. Por eso, dónde se inserta apostólicamente, es una decisión del matrimonio.
Esto no significa que la Federación no proponga, no motive, no incentive y no pida,
incluso, ayuda para determinadas tareas.
En este sentido, la Federación como estructura, como organización, tiene como
primera tarea la propia Federación. Y esto exige personas que estén dispuestas a
asumir tareas de dirección, a nivel nacional, a nivel regional, a nivel de curso, de
grupos oficiales. Este es el primer y más importante apostolado. Un matrimonio
particular puede decir que ésa no es su vocación, pero la Federación tiene que buscar
personas que vean en ello su vocación de ser. A nadie pueden imponerle, pero puede
proponer, pedir e incentivar. Esto exige dedicación de muchas personas a medida que
la Federación crece, y de personas calificadas. No debiera ocurrir que al interior de
nuestra Federación tuviésemos en la dirección, en la educación o en la orientación, los
matrimonios menos calificados de la Federación porque los más calificados están
todos trabajando hacia afuera.
Por esto hay una primera preocupación de buscar matrimonios que vean, como su
primera misión apostólica, el construir la Federación, en los distintos niveles y formas.
b) La Federación y el servicio a la Obra de Familias
Como Federación somos parte motriz de la Obra de las Familias y de todo Schönstatt,
pero especialmente a través de la Obra de Familias. Por eso, el servicio a la Rama de
Familias, a la Liga Apostólica en unión y colaboración con el Instituto, no en
competencia con el Instituto, es una tarea prioritaria de la Federación. Y si en alguna
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parte la Federación no participa, no colabora, no está presente, significa que algo no
está funcionando bien. Es un trabajo, es un servicio, y por eso es a petición de la Rama
de Familias, a petición de la Liga Apostólica, pero que debe encontrar nuestra primera
prioridad.
Por eso la Dirección ha de preocuparse de proponer, de buscar, de formar personas,
matrimonios que estén dispuestos y dejen tiempo para ese apostolado. Si se nos pide
hacer dirección, ser monitores o guías de grupo dentro de la Liga, coordinadores
dentro de la Familia, jefes de rama, debiéramos darle una primera prioridad después
de lo que es de la propia Federación.
Aquí hay un peligro, que se ha producido en Alemania por distintas circunstancias. En
muchas partes, ciertas Federaciones se han aislado de la Liga y, en la práctica, no son
parte motriz y es el Instituto el que inspira a la Liga Apostólica; la Federación está al
margen. Esto tiene una repercusión muy concreta en las vocaciones. Si la Federación
se aisla de la Liga Apostólica, tiene que buscar sus vocaciones fuera de ella, fuera de
Schoenstatt o a nivel de peregrinos, y toda la parte de formación tiene que hacerla a
partir de cero; tiene que introducir a Schoenstatt y después introducir a la Federación,
cuando lo normal es que las personas pertenezcan a Schoenstatt, ya sea a la Liga de los
Colaboradores o Militantes. Nosotros debiéramos ser los más interesados en que, ojalá
la Liga, Colaboradores y Militantes, sean lo mejor posible, tengan el mejor perfil y que
tengan personas muy capacitadas. Y no debemos sentirla como competencia sino al
revés. Mientras más vida tenga la Liga Apostólica, ello nos asegura a nosotros, como
Federación, primero que las personas que postulan a ella sean realmente personas que
quieren algo más, que aspiran a un compromiso mayor, y no simplemente porque la
Liga Apostólica no les es atractiva. Aquí vale doblemente el refrán: mal de mucho,
consuelo de tontos. Si en algún país, en alguna diócesis, la Liga Apostólica de Familias
no funciona o son pocos, para nosotros debiera ser un problema. Nos ha de interesar
que la Liga Apostólica sea lo mejor posible, lo más activa posible, y que la Federación
no sea una instancia de competencia sino, al revés, una instancia de servicio.
c) Servicio a la Pastoral Familiar.
El servicio a la Pastoral Familiar, eclesial, en todos los ámbitos: parroquial, diocesano,
nacional.
C. Modalidad o estrategias apostólicas Cuando decimos que la Federación es una fuerza apostólica internacional, nacional o
diocesana, (en distintos niveles), nos referimos a lo que el P. Kentenich pensaba:
Federación son dirigentes que quieren ser motor multiplicador, parte motriz, que
incentiven, motiven y orienten el apostolado de muchas personas. Pero no tanto ni en
primer lugar un apostolado que lleve el rótulo de la Federación ni mucho menos que
sea exclusivo de la Federación. Por eso, la mayoría de los apostolados que tenemos, lo
hacen miembros de la Federación que están incorporados a ella, pero no es la
Federación que los hace. La Federación quiere ser una comunidad apostólica que
forma apóstoles. No está excluido el que pueda asumir un trabajo coyuntural o
permanente cuando se le pida como Federación. Lo normal, si se trata del campo de la
pastoral familiar, será el tratar de hacer un apostolado conjunto con la Obra de
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Familias, porque el apostolado es lo que nos une. El apostolado nos une con la Liga
Apostólica y con el Instituto. Por eso, en iniciativas apostólicas nuestras debiéramos
tratar de invitar, de coordinar, de integrar a personas de la Obra de Familias, lo que no
quita que seamos los inspiradores o los dirigentes. Se trata de que actuemos
integralmente. No hay ningún motivo para hacer un apostolado exclusivo con
matrimonios de la Federación, sino al contrario. La Federación tendría que ser la que
motiva, la que inspira, la que incentiva una integración apostólica.
En esto, diría que la Federación debe ser un modelo de lo que quiere ser el apostolado
de la Obra de Familias; la Obra de Familias, modelo de lo que es Schoenstatt.
Schoenstatt, modelo de lo que es la Iglesia. Nosotros, estructuralmente, queremos ser
federativos pero también en nuestra actividad. ¿Qué significa esto? Federativas son
comunidades que son autónomas pero no porque son autónomas dejan de
coordinarse, de integrarse, de complementarse, sino que, sin perder la autonomía,
quieren mostrar que es posible complementarse y coordinarse. Por eso, si nosotros
como Federación hacemos actividades, debemos integrarnos y complementamos con
la Obra de Familias, con la Liga Apostólica y con el Instituto. Si, a su vez, la Obra de
Familias colabora, integra apostolados y acciones con otras comunidades de
Schoenstatt, está creando un modelo, porque dentro de la Iglesia se trata también de
esto.
La Confederación Apostólica Universal es una meta de Schoenstatt, y de ello quiere ser
también un modelo, y se trata justamente cómo integrar comunidades, movimientos
apostólicos que colaboren en ciertas cosas sin perder su autonomía, pero que se
integran, se coordinan. En este Encuentro Continental de la Juventud se trata
precisamente de esto, que todos los movimientos juveniles colaboren; es un
encuentro continental pero los portadores, los animadores, los inspiradores son los
distintos movimientos juveniles y en ello Schönstatt puede tener un rol central. Así
también la pastoral familiar.
En el grado que nosotros logremos todo esto, estamos creando un modelo de cómo
formar acciones apostólicas que no son monopolios, que no son exclusividad, sino que
integran y coordinan.
D. Iniciativas apostólicas De las iniciativas apostólicas, nosotros tenemos dos tipos de iniciativas: aquellas
actividades que debieran ser las normales que vienen de la base; iniciativas de
miembros de la Federación, que ésta apoya, que incentiva, da a conocer y fomenta,
pero que son hechas y llevadas a cabo por esas personas. Por ejemplo, en actividades
como Fundación en Alianza, Dequeni, en Paraguay la Casa del Niño, en Argentina, el
Centro la Providencia, María Ayuda, en Chile, colegios, los principales motores e
impulsores son matrimonios de la Federación, pero no son exclusivos, y no es la
Federación que tiene esos apostolados sino sus miembros y la Federación los apoya.
Los cristianos son bautizados y confirmados y por eso las iniciativas apostólicas
también han de venir de los cristianos, sin esperar que los obispos las organicen. A lo
sumo pueden pedir la aprobación del obispo, pero no pueden esperar que él organice
algo y pensar que si el obispo no nos pide nada, nada tenemos que hacer. Lo mismo
pasa respecto a Schönstatt. No debemos preguntarnos: ¿qué hace Schoenstatt?, sino
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¿qué hacemos nosotros?. Lo mismo al interior de la Federación, no vale la pregunta
¿qué hace la Federación?, sino, ¿qué hacemos nosotros?. La Federación nos forma
para organizar y emprender acciones apostólicas. No debemos esperar que la
Federación oficialmente, a nivel nacional o regional, organice un apostolado, sino que
nosotros, los matrimonios que estamos interesados, nos coordinamos y damos a
conocer un apostolado, una acción en la Federación y pedimos su apoyo. Esto es lo
normal. Las obras deben surgir así.
Para finalizar, creo que un primer paso de esta fuerza apostólica internacional, es dar a
conocer lo que en cada país estamos haciendo, lo que se ha hecho en resumen aquí,
en este encuentro.
Conocer unos de otros porque esto abre perspectivas, abre caminos, abre intereses.
Compartir porque esto despierta iniciativas. Luego, ver cómo esas iniciativas que son
similares, pueden coordinarse. Ver posibilidades de coordinar acciones similares.
Experiencias de colegios, por ejemplo; de universidades, de apostolado social. Las
personas que trabajan en esos ámbitos podrían una vez encontrarse para intercambiar
experiencias sobre eso y ver qué se puede coordinar.
Esto debe hacerse en forma orgánica; que la Federación se coordine, primero, a nivel
diocesano, en segundo lugar, a nivel nacional y luego a nivel internacional. Que no
ocurra que nos coordinamos y nos interesamos por conocer el apostolado, en un
determinado ámbito, que se hace en otro país y no sabemos que se está haciendo en
ese mismo ámbito en el propio país, donde también participan matrimonios de la
propia Federación. Es lo que ha pasado un poco en la coordinación en el Movimiento
de la Obra de Familias. Hemos tenido cinco encuentros internacionales, muy valiosos,
muy interesantes, de los cuales el último fue en Ecuador, pero es interesante
preguntarse por qué no hemos tenido ningún encuentro nacional de la Obra de
Familias, por ejemplo en Chile. Hemos ido cinco veces al extranjero con representantes
de toda Latinoamérica, pero la Obra de Familias nunca se ha reunido en Chile a nivel
nacional. Esto no debiera ocurrir.
En este sentido también la coordinación internacional de fuerzas apostólicas debe
partir de la coordinación de las fuerzas nacionales. Aquí la Providencia nos irá
mostrando caminos, sobre lo cual queremos intercambiar esta tarde.
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