planteo del defensor de casación ante scba

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INTERPONE RECURSO EXTRAORDINARIO DE INAPLICABILIDAD
DE LEY.
Excelentísima Suprema Corte
de Justicia de la Provincia
de Buenos Aires:
Fabián Marcelo Alfaro, con el patrocinio del Sr.
Defensor de Casación de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Mario Luis
Coriolano, en la causa Nº 4312 caratulada "ALFARO, Fabián Marcelo s/
recurso de casación", en trámite ante la Sala I del Tribunal de
Casación, y constituyendo domicilio en calle 48 n° 985 de la ciudad de La
Plata, a VV.EE. me presento y digo:
I.- OBJETO.
Que vengo por el presente a interponer Recurso
Extraordinario de Inaplicabilidad de Ley, de conformidad con los arts. 479
y siguientes del CPP y art. 161, inciso 3º, apartado a) de la Constitución
de la Provincia, contra la sentencia del 12 de febrero de 2002 dictada en
autos por el Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Bs. As.
II.- LEGITIMACION PARA RECURRIR.
Me encuentro legitimado para recurrir ya que estoy
procesado en la causa de mención (art. 480 del CPP).
En cuanto a la legitimación del Sr. Defensor de
Casación que me patrocina, la misma surge de lo establecido en el art. 5º
de la Ley 12.161, modificatoria del art. 18 de la Ley 12.061, art. 481 del
CPP y art. 87 del Reglamento del Trámite del Recurso de Casación y la
Acción de Revisión.
III.- ADMISIBILIDAD
Este recurso es admisible, ya que se interpone en
legal tiempo y forma contra la resolución que reviste carácter de definitivo
en sentido estricto. Dicha resolución emanó de la Sala I del Tribunal de
Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires y en ella se declara
inadmisible el recurso de casación interpuesto por el Sr. Defensor Oficial
de Mar del Plata, Dr. Ricardo Luis Mendoza. La resolución, además, hace
imposible la continuación de la causa (art. 482 del CPP).
En cuanto a la interposición en tiempo y forma,
destaco que se ha manifestado ante el órgano del cual emana la
resolución que impugno, la intención de deducir recurso ante este Excmo.
Tribunal (art. 483 del CPP).
Respecto de la procedencia del presente, en el
supuesto de autos aparece inobservada la doctrina legal de VV.EE.
referida al excesivo rigor formal y a la defensa en juicio en la etapa
recursiva y se han infringido las garantías constitucionales a la doble
instancia, la defensa en juicio y al debido proceso legal mediante la
aplicación de un exceso ritual manifiesto (arts. 18 y 75 inc. 22 de la
Const. Nac., 8 inc. 2º letra “h” de la CADH y 14 inc. 5º del PIDCyP, arts.
11 y 15 de la Const. Prov.).
IV.- ANTECEDENTES
A. El 29 de abril de 1996 la Sala I de la Excma.
Cámara de Apelación en lo Criminal y Correccional del Departamento
Judicial Mar del Plata me condenó a la pena de doce años de prisión, con
accesorias legales y costas, por considerarme autor penalmente
responsable del delito de homicidio simple.
Contra lo resuelto, la defensa interpuso recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley conforme a la normativa de rito
vigente en ese momento (ley provincial 3589), el cual fue admitido y
concedido para ante la Suprema Corte de Justicia.
Sin embargo, el 15 de diciembre de 1999 en el
Acuerdo P. 64.186, VV.EE. -sin haber resuelto la impugnación formulada
en 1996 y sin consultar mi voluntad o la de mi defensor- resolvieron
devolver la causa a la instancia de origen.
En tal oportunidad, VV.EE. sostuvieron que resultaban
incompetentes para seguir entendiendo en mi causa por entender que el
artículo 4 inciso 3 de la ley 12.059, modificado por el artículo 2 de la ley
12.161, disponía la sujeción de las causas pendientes a las normas del
nuevo Código Procesal Penal relativas al recurso de casación. Asimismo,
señalaron que las actuaciones cumplidas no podían perjudicar la "mayor
amplitud recursiva" consagrada en la nueva legislación.
En consecuencia, como adelanté, VV.EE remitieron la
causa a la Cámara de origen para la formulación de un nuevo recurso
conforme al nuevo procedimiento. Establecieron, además, la conminación
de que, de no proceder de ese modo, la sentencia condenatoria recurrida
ante VV.EE., quedaría firme (criterio emergente de la causa P. 65.896
"Herrera Miguel Francisco s/ homicidio en ocasión de robo").
La causa fue remitida a la instancia de origen,
radicándose en la Sala I de la Cámara mencionada el 14/06/00 y
convocándoseme a una audiencia el 7 de julio siguiente para notificarme
tal circunstancia.
Mi defensor toma conocimiento de esto a través de un
escrito –de fecha 27/06/00- en el que formula reserva de interponer
recurso de casación y solicita la causa en préstamo.
En cuanto a mí, se me notificó en la referida audiencia
y se me hizo saber su trascendencia jurídica; y manifesté mi intención de
recurrir ante el Tribunal de Casación.
Mi
defensa
presenta
el
recurso
de
casación
temporáneamente el 10/07/00 en el Tribunal de Casación. Cuatro meses
más tarde –20/11/00- mi recurso se radica en la Sala I del Tribunal.
El 08/01/01 el Dr. Mendoza presenta un escrito
adjuntando documentación respaldatoria a fin de que se agregue a mi
expediente de casación. Esa documental consistía, entre otras, en copias
certificadas de la resolución de VV.EE. que dispone el reenvío de la
causa a la Cámara de origen, de la notificación de la radicación en la
Cámara y de la reserva de recurrir en casación.
La Sala I del Tribunal de Casación decide -el 12 de
febrero de 2002- declarar inadmisible el recurso de casación interpuesto
en mi favor en virtud de que al momento de interponerse “carec[ía] de las
constancias necesarias para su prosperidad, copias de las notificaciones,
auto de la Suprema Corte ordenando la nueva radicación en la Excma.
Cámara, como así también las constancias de la intención de recurrir en
Casación (...) insuficiencia que impide a este Tribunal expedirse por la
temporaneidad del remedio que se intenta". Se sostiene también que la
agregación de copias al expediente realizada con posterioridad a la
interposición del recurso -pero, en todo caso, antes del auto de
inadmisibilidad- era extemporánea (del voto del dr. Natiello).
Interpongo ahora, con el patrocinio del Sr. Defensor de
Casación, recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley contra la
sentencia de fecha 12/02/02.
V.- PROCEDENCIA.
Me presento ante VV.EE. a fin de poder dilucidar la
situación
de
denegación
de
justicia
y
violación
de
garantías
constitucionales en la que me encuentro inmerso desde el comienzo de la
etapa recursiva.
La decisión del Tribunal de casación consagra la
definitiva conculcación de mis derechos constitucionales a la revisión del
pronunciamiento condenatorio por un tribunal superior al de mérito; a la
defensa en juicio y al debido proceso, encerrando el trámite de esta
causa una verdadera situación de denegación de justicia y -por lo tantode gravedad institucional, que podría aún originar responsabilidad
internacional para el estado argentino.
Como surge de los antecedentes relatados, llevo cinco
años y once meses procurando la revisión de la sentencia condenatoria.
Sin embargo, no he obtenido dicha revisión, por
cuestiones
totalmente
ajenas
a
mi
responsabilidad
procesal
y
principalmente atribuibles a obstáculos construidos jurisprudencialmente
por los tribunales revisores. Se hace aplicación ahora de un exceso ritual
manifiesto
que
conculca
definitivamente
los
referidos
derechos
constitucionales.
A. En primer lugar, la garantía a la revisión del
pronunciamiento condenatorio y de la pena por un tribunal superior al de
mérito (arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N.; art. 8 inc. h.- del Pacto de San
José de Costa Rica, art. 14 inc. 5º del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; art. 11 y 15 de la Const. Pcial.) goza de un rango
constitucional que ha sido ya reconocido tanto por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación como por VV.EE.
El máximo guardián de la Constitución Nacional dijo en
el caso "Giroldi" que "la garantía de la doble instancia (que) debe
observarse dentro del marco del proceso penal como 'garantía mínima'
para 'toda persona inculpada de delito'" (Fallos: 318:514, consid. 8).
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en su
Opinión Consultiva OC-9/87 ("Garantías Judiciales en Estados de
Emergencia") consideró que el artículo 8 de la Convención consagra los
requisitos del debido proceso legal. La garantía a la doble instancia
integra, por lo tanto, la garantía al debido proceso genéricamente
concebida; aunque también puede considerársela una meta-garantía de
la defensa en juicio y el debido proceso, al constituir, un mecanismo que
"refuerza la protección contra el error judicial" (Informe 55/97 Comisión
I.D.H.). De allí el sentido del derecho en cuestión, conforme al cual debe
interpretárselo para sentar su extensión.
B. La siguiente cuestión a dilucidar consiste, por lo
tanto, en determinar la extensión que debe tener la impugnación
destinada a satisfacer tal garantía: en el caso de la Provincia de Buenos
Aires
(como
la
generalidad
de
los
ordenamientos
procesales
consagrados a partir del Código cordobés de 1939), el recurso de
casación.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al
interpretar el art. 8.2."h" de la Convención Americana de Derechos
Humanos, sostuvo que el recurso de casación es “…una institución
jurídica que, en tanto permite la revisión legal por un tribunal superior del
fallo y de todos los autos procesales importantes, incluso de la legalidad
de la producción de la prueba, constituye, en principio, un instrumento
efectivo para poner en práctica el derecho reconocido por el art. 8.2.h. de
la Convención…"; pero que sólo "…satisface los requisitos de la
Convención, en tanto no se regule, interprete o aplique con rigor
formalista, sino que permita con relativa sencillez al tribunal de casación
examinar la validez de la sentencia recurrida en general, así como el
respeto debido a los derechos fundamentales del imputado, en especial
los de defensa y el debido proceso” (en su informe 24/92, parágrafo 30 casos 9.328, 9.329, 9.742, entre otros-; citado en CSJN, causa
T.114.XXXIII, reg. N° 1385, "TABAREZ, Roberto Germán s/ recurso de
hecho", sentencia del 17 de marzo de 1998, por los votos concurrentes
de los Sres. Ministros Dres. Fayt y Petracchi).
Se hace aquí referencia tanto a la regulación del
recurso como a su interpretación; a cuestiones estrictamente formales de
la admisibilidad del recurso (a fin de evitar rigorismos innecesarios), y a la
índole de los agravios que pueden ser denunciados mediante la
impugnación de que se trate (debiendo ser revisable la legalidad del
proceso en general, en tanto reflejado en la sentencia condenatoria).
Por su parte, la Corte Interamericana ha resuelto que
“cuando los [recursos] son sujetos a condiciones sumamente restrictivas,
no constituyen una verdadera garantía de reconsideración del caso por
un órgano jurisdiccional superior” (Corte IDH, caso Castillo Petruzzi,
sentencia de 30-5-99, párr. 161).
En sentido similar, el Comité de Derechos Humanos
de la Organización de las Naciones Unidas dijo sobre el artículo 14.5 del
PIDCyP que “[...] al margen de la nomenclatura dada al recurso en
cuestión éste ha de cumplir con los elementos que exige el Pacto…la
inexistencia de la posibilidad de que el fallo condenatorio y la pena del
autor fueran revisadas íntegramente, como se desprende de la propia
sentencia de casación citada en el punto 3.2, limitándose dicha revisión a
los aspectos formales o legales de la sentencia, no cumple con las
garantías que exige el párrafo 5, artículo 14, del Pacto.” (Comunicación
Nº 701/96 “GOMEZ VAZQUEZ, Cesario c. Reino de España”, del
20/07/2000; texto completo en la revista "Garantías", año 2, N° 5,
septiembre de 2001; p.35).
C. Si tal es la extensión que debe darse tanto a la
garantía constitucional a la doble instancia como al recurso de casación,
los tribunales deben interpretar y aplicar las normas procesales que
regulan ese recurso de modo tal de permitir la revisión sencilla de la
condena. Deben en particular, interpretar de buena fe (en el sentido dado
a esta expresión por el derecho de los Derechos Humanos y el derecho
internacional en general; art. 26 de la Convención de Viena) las cargas
impuestas al condenado que ejerce su derecho constitucional, esto es,
teniendo en vista que la ordenación del proceso que regulan las normas
de forma no constituyen un puro capricho ritual, sino que siempre está
teleológicamente orientada a la realización de los fines del proceso, esto
es, la procura de la verdad jurídica y la aplicación de la ley penal. En lo
que a la garantía a la doble instancia se refiere, ello significa que las
normas que regulan el recurso destinado a satisfacerla no pueden ser
reguladas, ni ser interpretadas o aplicadas, de modo tal que se restrinja al
tribunal revisor la posibilidad de controlar en general la legalidad del
proceso concretado en una sentencia condenatoria, frustrando lo que la
garantía es: una salvaguardia contra el error judicial, que como tal integra
y refuerza el debido proceso y la defensa en juicio, que no tolera excesos
rituales.
D. La sentencia del Tribunal de Casación declara
inadmisible el recurso de casación desconociendo la extensión de la
garantía a la doble instancia y violando, consecuentemente, las
Constituciones Nacional y Provincial: pues hace aplicación de un exceso
ritual manifiesto que aquella no tolera.
El exceso ritual surge de las exigencias formales que
contiene el auto desestimatorio del recurso de casación valoradas en el
contexto de las circunstancias de autos, en particular frente al sinuoso
trámite de esta causa desde que recayó la sentencia condenatoria y
comenzó la etapa recursiva. Me refiero a que el Tribunal de Casación
desestimó el recurso interpuesto en mi favor por falta de cierta
documentación que –en definitiva- se encontraba agregada al expediente
al momento de resolver.
En efecto, el Tribunal de Casación rechazó por
inadmisible el recurso de casación con fundamento en que con la
presentación del recurso no se habían acompañado fotocopias de la
resolución de VV.EE. que ordenaba la nueva radicación de mi causa en
la Cámara de origen, de las notificaciones pertinentes y de la reserva de
recurrir en casación, desconociendo así voluntaria y conscientemente las
copias certificadas de esas piezas que habían sido agregadas por el
casacionista once meses antes de que el Tribunal analizara y decidiera la
inadmisibilidad de mi causa.
Así las cosas, el Tribunal de casación -so pretexto de
una exigencia ritual- sienta una solución formulista renunciando
conscientemente a la verdad jurídica objetiva: tanto la reserva de recurrir
en casación como el recurso mismo habían sido tempestivamente
interpuestos, pero apartándose de las constancias de la causa desconociendo la existencia misma de las copias agregadas bajo la
excusa de su extemporaneidad- y del sentido de la norma que
consagraría la carga de acompañar al recurso de casación las copias que
demuestran su tempestividad -que es, simplemente, demostrar este
extremo-, desestima la impugnación destinada a satisfacer la garantía al
doble conforme.
Queda demostrado que el Tribunal de Casación ha
aplicado un injustificado rigor formal al declarar inadmisible el recurso
interpuesto en mi favor, exceso ritual configurado en un evidente y
voluntario apartamiento de la verdad jurídica objetiva y de las constancias
de la causa, que determina la arbitrariedadde la decisión recurrida (arts.
1, 18 y 33 de la Constitución Nacional), su absoluta nulidad y la
admisibilidad del recurso de casación, que solicito se declare. El fallo en
crisis, en definitiva, satisface sólo en forma aparente la exigencia de
constituir una derivación razonada del derecho vigente con arreglo a las
constancias de la causa.
E. Por otro lado, este excesivo rigorismo infringe las
garantías de defensa en juicio y el debido proceso (arts. 18 y 75 inc. 22
de la C.N.; art. 8 inc. 2º letra e de la CADH, art. 14 inc. 3º letra d del
PIDyP; art. 11 y 15 de la Const. Pcial.).
Surge de la doctrina sentada por la Corte Suprema de
Justicia a partir del caso "Colalillo" –Fallos 238:550- reiterada entre otros
en los casos 300:1192, 303:1646 y 304:1915 -a cuyos fundamentos
expresamente remito en honor a la brevedad, pues tratan de la falta de
ofrecimiento de copias o de la tardía agregación de documental, mutatis
mutandi aplicables al caso de autos- que el exceso ritual manifiesto que
invoco y demuestro constituye también una infracción a estas dos últimas
garantías constitucionales.
Por lo demás, aún cuando el recurrente no hubiera
agregado las copias, el Tribunal de Casación no podía desconocer que
en la esfera criminal no se puede permitir la omisión del ejercicio de
facultades propias de los tribunales tendientes a la mejor averiguación de
los hechos que se reconocen de interés para la apreciación de la
responsabilidad del imputado (Fallos, 240:99), teniendo los jueces el
deber inherente a su cargo de “extremar la averiguación de los hechos
decisivos o importantes para la justa decisión de la causa, ejerciendo aún
sus facultades para mejor proveer” (Fallos, 261:322; 240:99; 305:944;
307:1174). La omisión de ejercer esas facultades configura -en la referida
esfera- también el exceso ritual manifiesto que denuncio y que infringe la
garantía a la defensa en juicio.
F. En definitiva, los agravios que aquí someto a
VV.EE. implican determinar la extensión de las garantías constitucionales
a la doble instancia, la defensa en juicio y el debido proceso, en tanto
proscriben la aplicación de excesivos rigores formales como el
denunciado. Esto importa afirmar que indiscutiblemente tratan de
cuestiones
federales,
pues
la
interpretación
de
las
normas
constitucionales en que se funda el derecho invocado es determinante
para la solución del caso.
Además, todo lo expuesto contraviene la doctrina de
VV.EE. en esta misma causa (Acuerdo del 15/12/99, en causa P.64.186)
que ordenara el reemplazo del recurso para favorecer la pluralidad de
instancias; sentido impreso a la causa por esa Corte y contravenido por el
Tribunal de Casación mediante una resolución decididamente frustratoria
de los derechos cuyo favorecimiento intentaran promover VV.EE.
mediante la referida resolución del 15/12/99.
Por ello es que solicito se admita este recurso y se
declare la nulidad del auto que desestimara el recurso de casación, en
virtud de las infracciones a las normas constitucionales federales que he
indicado y que integran como tales la Constitución provincial (por vía de
su art. 11; art. 5 CNac.).
G. En segundo lugar, no sólo el Tribunal de Casación
ha infringido la garantía a la doble instancia, al debido proceso y la
defensa en juicio: también la Suprema Corte provincial procedió de ese
modo, y lo hizo a través de la infracción a los principios de progresividad
y preclusión.
Es que esa Suprema Corte, en infracción al principio
de preclusión, privó de efectos al recurso de inaplicabilidad de ley
originariamente interpuesto contra la sentencia condenatoria; negando su
competencia cuando al momento de recaer la condena era el único
tribunal revisor existente, derivándola en el novel Tribunal de Casación
que ni siquiera existía para aquella época, y obligándome a someterme al
riesgo de que se declarase inadmisible el nuevo recurso coactivamente
interpuesto. Destaco a VV.EE. que no se ha resuelto remitir la causa al
Tribunal de Casación para que tratara como recurso de casación al
recurso de inaplicabilidad de ley admitido y tramitado, sino que
directamente se ordena reemplazarlo bajo conminación de declararse
firme la sentencia condenatoria.
De allí que quepa atribuir a esa Suprema Corte la
infracción
a
los
principios
de
progresividad
y
preclusión
-y
consecuentemente a la garantía al debido proceso legal; art. 18 CN- pues
privó de efectos al recurso de inaplicabilidad de ley (destinado a
satisfacer la garantía a la doble instancia) y a todo lo actuado en su
consecuencia bajo el pretexto de favorecerme con una mayor pluralidad
de instancias y sin darme opción alguna de reemplazar el recurso de
inaplicabilidad de ley o simplemente esperar su resolución: como si yo
pretendiese la dilatación del proceso en vez de la revisión de la sentencia
que me condenó.
Claro que también afectó mi derecho a la defensa en
juicio (art. 18 CN), obligándome a interponer un recurso que en su
regulación legal impone cumplir nuevas y mayores cargas (acompañar
una serie de copias certificadas, etc.) que aquél que esa Suprema Corte
tenía para resolver, en virtud de las cuales ahora se me deniega
definitivamente la revisión de la condena.
Respecto de la relación entre la infracción al debido
proceso y a la defensa en juicio mediante el desconocimiento de los
principios de progresividad y preclusión, la Corte Suprema de Justicia de
la Nación ha dicho que "tanto el principio de progresividad como el de
preclusión reconocen su fundamento en motivos de seguridad jurídica y
en la necesidad de lograr una administración de justicia rápida dentro de
lo
razonable,
evitando
así
que
los
procesos
se
prolonguen
indefinidamente; pero, además, y esto es esencial atento los valores que
entran en juego en el juicio penal, obedecen al imperativo de satisfacer
una exigencia consustancial con el respeto debido a la dignidad del
hombre, cual es el reconocimiento del derecho que tiene toda persona a
liberarse del estado de sospecha que importa la acusación de haber
cometido un delito, mediante una sentencia que establezca, de una vez y
para siempre, su situación frente a la ley penal"; por lo que luego agrega
que "debe reputarse incluido en la garantía de la defensa en juicio
consagrada por el art. 18 de la Constitución Nacional el derecho de todo
imputado a obtener -luego de un juicio tramitado en legal forma- un
pronunciamiento que, definiendo su posición frente a la ley y a la
sociedad, ponga término del modo más rápido posible a la situación de
incertidumbre y de innegable restricción de la libertad que comporta el
enjuiciamiento penal", concluyendo que "tal derecho a un juicio
razonablemente rápido se frustraría si se aceptara que, cumplidas las
etapas esenciales del juicio y cuando no falta más que el veredicto
definitivo, es posible anular lo actuado…" ("Mattei, Angel", resuelta el
29/11/68; LL. T. 133 p. 415; consid. 10°, 14° y 15°).
H. Además, la Suprema Corte provincial, al negar su
competencia (que le atribuía el derogado rito, ley 3589 y modif.) en virtud
de una ley posterior al acto que la originaba (la ley 12.059, modif. ley
12.161; sancionadas cuando el recurso de inaplicabilidad de ley se
encontraba en trámite ante VV.EE.), y derivarla en un Tribunal -el de
casación- que ni siquiera existía al momento de mi condena, viola el
principio del juez natural (art. 18 CN).
Debe al respecto tenerse particularmente en cuenta el
hecho de que el nuevo recurso fue interpuesto y el de inaplicabilidad de
ley privado de sus efectos coactivamente, no en virtud del ejercicio de
opción alguna de mi parte.
La única forma de no concretar definitivamente la
infracciones
constitucionales
denunciadas
es
proceder
como
ha
sostenido la minoría de los jueces que integran el Máximo Tribunal
Provincial a partir del acuerdo P. 65.896, es decir, asegurándole a las
partes la resolución del caso. En este sentido se dijo que "...deberá esta
Suprema Corte resolver el recurso ya deducido y concedido por ante ella,
por tratarse de actos procesales firmes" (del voto del Dr. Negri, que
integra el minoritario).
Conforme a ello, y subsidiariamente a lo requerido el
punto "F" in fine, solicito se renueve el trámite del recurso de
inaplicabilidad de ley originariamente interpuesto contra la condena no
firme, declarando de ser necesario la nulidad de todo lo actuado a partir
del auto que privara de efectos a dicha impugnación.
Así las cosas, pese a haber cumplido oportunamente
todas las cargas procesales impuestas para que mi garantía a la doble
instancia se viera realizada (primero ante la Suprema Corte; luego ante el
Tribunal de Casación), he visto frustrado mi derecho por vallas que han
sido construidas por los órganos jurisdiccionales y que me originan ahora
un gravamen definitivamente irreparable: ya ningún órgano jurisdiccional
revisará mi condena, y la frustración del derecho a la doble instancia
tiene vinculación directa e independiente tanto con el auto en que VV.EE.
declaran su incompetencia y privan de efectos al recurso de
inaplicabilidad de ley como con aquél en que el Tribunal de Casación
desestima el recurso homónimo. De allí la doble infracción a la garantía
del doble conforme. De allí también, la actualidad del agravio contra la
decisión en que VV.EE. declaran su incompetencia.
Por lo demás, esta actualidad se demuestra con que la
C.S.J.N. ha rechazado recursos extraordinarios federales interpuestos
contra esa misma decisión en causas de igual trámite con fundamento en
que por entonces no mediaba sentencia definitiva (causa A.738.XXXV
RHE "Albarenga, Leonardo Anselmo s/ homicidio", resuelta el 4/5/00).
Así, tal carácter se presenta ahora, con el recurso de casación
desestimado.
I. Finalmente, destaco que no tengo otra vía –para
reparar y hacer efectivos los derechos a la revisión judicial de la
sentencia y la pena, a la defensa en juicio y al debido proceso– que
acudir al Máximo Tribunal Provincial para que sean VV.EE. quienes
subsanen -ahora- las afectaciones constitucionales denunciadas. Invoco
expresamente en este sentido, los precedentes de la C.S.J.N. "Strada"
(308:490) y "Di Mascio" (312:2084).
Esa doctrina es aplicable al caso en tanto los agravios
portados en este recurso versan sobre las cuestiones federales
planteadas supra.
En segundo lugar, si alguna duda hubiera respecto a
que median en el presente cuestiones federales, la interpretación de las
normas de los tratados internacionales que he invocado -que originan
responsabilidad internacional para el estado argentino, en tanto es parte
en esas convenciones vigentes- constituye por sí misma una cuestión
federal. Así lo ha decidido la Corte Suprema de Justicia de la Nación a
partir de la causa "Fernando Mendez Valles v. A.M. Pescio S.C.A."
(sentenciada el 28 de diciembre de 1995) donde abandonó distinciones
anteriores respecto del carácter federal o no de las cláusulas de los
tratados afirmando que “es irrelevante que la materia del tratado sea de
las calificadas como de derecho común, aún cuando se incorporen las
normas del tratado a una ley nacional común. Nada de ello puede
enervar la sustancia federal que aquellas poseen en virtud de su fuente
internacional” (Fallos: 318:1639; particularmente, considerandos 4° a 10°,
a los que -en honor a la brevedad- remito).
Mediando esas cuestiones federales, y siendo por ello
aplicable al caso la doctrina de "Strada", "Di Mascio" y "Christou", VV.EE.
deben admitir este recurso a pesar de la limitación que el art. 494 del
CPP impone -respecto de esta vía impugnativa- a las infracciones a la ley
"sustantiva".
Como la declaración de inconstitucionalidad de una
norma constituye la última ratio del ordenamiento jurídico (CSJN, Fallos:
226:688; 264:364; 242:73; 288:325; 290:83; 292:190; 306:1597) y los
tribunales deben evaluar la posibilidad de dar a la ley una inteligencia que
resulte acorde con la Ley Suprema (Fallos: 242:73; CSJN, 25/7/60, L.L.
105-161 y 20/10/58, L.L, 93-357; entre muchos otros) propongo que se
considere a las normas de la Constitución Nacional y de los Tratados
Internacionales son "ley sustantiva" a los fines del art. 494 del CPP, o
bien se declare la inconstitucionalidad de tal limitación en razón de la
materia por contradecir los arts. 31, 5, 1, 116, 117, 118 y concordantes de
la Constitución Nacional y por los fundamentos dados in extenso por la
Corte Federal en sus precedentes "Strada" (Fallos: 308:490), "Christou"
(del 19/2/87; LL 1987-D-156) y "Di Mascio" (Fallos: 311:2478).
En esos casos -particularmente en "Di Mascio"- la
CSJN interpretando el artículo 14 de la ley 48 -que regula la competencia
apelada de la Corte, y que ésta dijo directamente reglamentario del
artículo 31 de la Constitución Nacional- concluyó que los superiores
tribunales de provincia deben intervenir previamente a que ella lo haga
cuando una cuestión constitucional les es sometida, pues si de un lado
las provincias se reservaron la facultad de administrar justicia y de
organizar dicha administración, la misma tiene como límite que las
provincias deben garantizar como mínimo los principios, derechos y
garantías que la Constitución Federal consagra (art. 5); lo que se vincula
de manera directa con el principio de supremacía que el artículo 31 de la
Constitución consagra y que impone su aplicación prioritaria a todos los
órganos jurisdiccionales de la República mediante un sistema de control
de constitucionalidad difuso. Por lo tanto el superior tribunal de provincia
es, en definitiva -dentro de esa estructura jurisdiccional cuya organización
se reservaron las provincias-, el último garante de que esa administración
de justicia respete los principios, derechos y garantías consagrados en la
Constitución (art. 31).
No puede entender la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en causas de jurisdicción provincial antes de que transiten el
camino de los superiores tribunales de provincia (esto es, antes de que
hayan "fenecido" en jurisdicción provincial, según las palabras del art. 14,
primer párrafo, de la ley 48) porque de así hacerlo, y so pretexto de
salvaguardar la vigencia de la Constitución Federal, invadiría la facultad
de administrar justicia que las provincias se reservaron en propia Carta
Magna: arguyendo la tutela de reglas constitucionales, violaría paradójicamente- la Ley Suprema al infringir el límite de distribución de
incumbencias jurisdiccionales entre la Nación y las Provincias (art. 1, 5,
31 y cc.). Por eso concluyó que los superiores tribunales de provincia
deben intervenir antes de que la Corte Federal lo haga y, en
consecuencia, aquellos no pueden dejar de revisar cuestiones federales.
En igual sentido, deben tomarse en cuenta dos
recientes decisiones en que la Corte Federal dejó sin efecto
pronunciamientos de VV.EE. que habían declarado inadmisibles sendos
recursos de inaplicabilidad de ley con la invocación del supuesto carácter
"procesal" de los agravios portados en éstos -haciendo aplicación del
recaudo "ley sustantiva" del art. 494 CPP a situaciones equivalentes a la
de autos-; ante lo cual la Corte consideró que se había negado
arbitrariamente el acceso al control por VV.EE. de lo resuelto por el
Tribunal de Casación (CSJN, causas G. 839. XXXV y V. 370. XXXV, cit.,
ambas del 18 de diciembre de 2001).
Por todo ello, o bien se admite el recurso a la luz del
art. 494 del rito -con la interpretación que he propuesto- o se declara la
inconstitucionalidad de esa norma para admitirlo.
VI.- RESERVA DEL CASO FEDERAL
Hago expresa reserva de recurrir ante la Corte
Suprema de Justicia Nacional, en los términos del art. 14 de la ley 48 y la
doctrina emergente del mismo.
Ello, por encontrarse comprometidos -conforme lo
planteado- mis derechos constitucionales al debido proceso, a la defensa
en juicio y a la revisión del fallo condenatorio y la pena por un juez o
tribunal superior (arts. 18 y 75 inc. 22 CN, arts. 8.2 letras e y h de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14 inc. 3 letra d e inc.
5 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos); además, por encontrarse en
juego la obligación de VV.EE. de velar por la forma federal de gobierno,
la potestad provincial de administrar justicia y la supremacía de la Carta
Magna (arts. 1, 5, 31, 116, 117 y 118 de la CN).
VII.- PETITORIO.
Por todo lo expuesto, de VV.EE. solicito:
1. Tengan por interpuesto en legal tiempo y forma el
presente recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley;
2. Lo admitan, declarando de ser necesario para ello,
la inconstitucionalidad del art. 494 del CPP.
3. Hagan lugar al mismo, declarando la nulidad del
auto que rechazó por inadmisible el recurso de casación y reenviando el
mismo al Tribunal “a quo” a fin de que –compuesto por jueces hábilesrevise la sentencia condenatoria; subsidiariamente, declaren la nulidad de
todo lo actuado a partir del auto de VV.EE. que privó de efectos a todo lo
obrado en el originario recurso de inaplicabilidad de ley, y resuelvan las
cuestiones de fondo planteadas en el mismo.
4. Tenga presente la reserva del caso federal.
Proveer de conformidad,
SERÁ JUSTICIA.-
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