INTERPONE RECURSO EXTRAORDINARIO DE INAPLICABILIDAD DE LEY. Excelentísima Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires: Fabián Marcelo Alfaro, con el patrocinio del Sr. Defensor de Casación de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Mario Luis Coriolano, en la causa Nº 4312 caratulada "ALFARO, Fabián Marcelo s/ recurso de casación", en trámite ante la Sala I del Tribunal de Casación, y constituyendo domicilio en calle 48 n° 985 de la ciudad de La Plata, a VV.EE. me presento y digo: I.- OBJETO. Que vengo por el presente a interponer Recurso Extraordinario de Inaplicabilidad de Ley, de conformidad con los arts. 479 y siguientes del CPP y art. 161, inciso 3º, apartado a) de la Constitución de la Provincia, contra la sentencia del 12 de febrero de 2002 dictada en autos por el Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Bs. As. II.- LEGITIMACION PARA RECURRIR. Me encuentro legitimado para recurrir ya que estoy procesado en la causa de mención (art. 480 del CPP). En cuanto a la legitimación del Sr. Defensor de Casación que me patrocina, la misma surge de lo establecido en el art. 5º de la Ley 12.161, modificatoria del art. 18 de la Ley 12.061, art. 481 del CPP y art. 87 del Reglamento del Trámite del Recurso de Casación y la Acción de Revisión. III.- ADMISIBILIDAD Este recurso es admisible, ya que se interpone en legal tiempo y forma contra la resolución que reviste carácter de definitivo en sentido estricto. Dicha resolución emanó de la Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires y en ella se declara inadmisible el recurso de casación interpuesto por el Sr. Defensor Oficial de Mar del Plata, Dr. Ricardo Luis Mendoza. La resolución, además, hace imposible la continuación de la causa (art. 482 del CPP). En cuanto a la interposición en tiempo y forma, destaco que se ha manifestado ante el órgano del cual emana la resolución que impugno, la intención de deducir recurso ante este Excmo. Tribunal (art. 483 del CPP). Respecto de la procedencia del presente, en el supuesto de autos aparece inobservada la doctrina legal de VV.EE. referida al excesivo rigor formal y a la defensa en juicio en la etapa recursiva y se han infringido las garantías constitucionales a la doble instancia, la defensa en juicio y al debido proceso legal mediante la aplicación de un exceso ritual manifiesto (arts. 18 y 75 inc. 22 de la Const. Nac., 8 inc. 2º letra “h” de la CADH y 14 inc. 5º del PIDCyP, arts. 11 y 15 de la Const. Prov.). IV.- ANTECEDENTES A. El 29 de abril de 1996 la Sala I de la Excma. Cámara de Apelación en lo Criminal y Correccional del Departamento Judicial Mar del Plata me condenó a la pena de doce años de prisión, con accesorias legales y costas, por considerarme autor penalmente responsable del delito de homicidio simple. Contra lo resuelto, la defensa interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley conforme a la normativa de rito vigente en ese momento (ley provincial 3589), el cual fue admitido y concedido para ante la Suprema Corte de Justicia. Sin embargo, el 15 de diciembre de 1999 en el Acuerdo P. 64.186, VV.EE. -sin haber resuelto la impugnación formulada en 1996 y sin consultar mi voluntad o la de mi defensor- resolvieron devolver la causa a la instancia de origen. En tal oportunidad, VV.EE. sostuvieron que resultaban incompetentes para seguir entendiendo en mi causa por entender que el artículo 4 inciso 3 de la ley 12.059, modificado por el artículo 2 de la ley 12.161, disponía la sujeción de las causas pendientes a las normas del nuevo Código Procesal Penal relativas al recurso de casación. Asimismo, señalaron que las actuaciones cumplidas no podían perjudicar la "mayor amplitud recursiva" consagrada en la nueva legislación. En consecuencia, como adelanté, VV.EE remitieron la causa a la Cámara de origen para la formulación de un nuevo recurso conforme al nuevo procedimiento. Establecieron, además, la conminación de que, de no proceder de ese modo, la sentencia condenatoria recurrida ante VV.EE., quedaría firme (criterio emergente de la causa P. 65.896 "Herrera Miguel Francisco s/ homicidio en ocasión de robo"). La causa fue remitida a la instancia de origen, radicándose en la Sala I de la Cámara mencionada el 14/06/00 y convocándoseme a una audiencia el 7 de julio siguiente para notificarme tal circunstancia. Mi defensor toma conocimiento de esto a través de un escrito –de fecha 27/06/00- en el que formula reserva de interponer recurso de casación y solicita la causa en préstamo. En cuanto a mí, se me notificó en la referida audiencia y se me hizo saber su trascendencia jurídica; y manifesté mi intención de recurrir ante el Tribunal de Casación. Mi defensa presenta el recurso de casación temporáneamente el 10/07/00 en el Tribunal de Casación. Cuatro meses más tarde –20/11/00- mi recurso se radica en la Sala I del Tribunal. El 08/01/01 el Dr. Mendoza presenta un escrito adjuntando documentación respaldatoria a fin de que se agregue a mi expediente de casación. Esa documental consistía, entre otras, en copias certificadas de la resolución de VV.EE. que dispone el reenvío de la causa a la Cámara de origen, de la notificación de la radicación en la Cámara y de la reserva de recurrir en casación. La Sala I del Tribunal de Casación decide -el 12 de febrero de 2002- declarar inadmisible el recurso de casación interpuesto en mi favor en virtud de que al momento de interponerse “carec[ía] de las constancias necesarias para su prosperidad, copias de las notificaciones, auto de la Suprema Corte ordenando la nueva radicación en la Excma. Cámara, como así también las constancias de la intención de recurrir en Casación (...) insuficiencia que impide a este Tribunal expedirse por la temporaneidad del remedio que se intenta". Se sostiene también que la agregación de copias al expediente realizada con posterioridad a la interposición del recurso -pero, en todo caso, antes del auto de inadmisibilidad- era extemporánea (del voto del dr. Natiello). Interpongo ahora, con el patrocinio del Sr. Defensor de Casación, recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley contra la sentencia de fecha 12/02/02. V.- PROCEDENCIA. Me presento ante VV.EE. a fin de poder dilucidar la situación de denegación de justicia y violación de garantías constitucionales en la que me encuentro inmerso desde el comienzo de la etapa recursiva. La decisión del Tribunal de casación consagra la definitiva conculcación de mis derechos constitucionales a la revisión del pronunciamiento condenatorio por un tribunal superior al de mérito; a la defensa en juicio y al debido proceso, encerrando el trámite de esta causa una verdadera situación de denegación de justicia y -por lo tantode gravedad institucional, que podría aún originar responsabilidad internacional para el estado argentino. Como surge de los antecedentes relatados, llevo cinco años y once meses procurando la revisión de la sentencia condenatoria. Sin embargo, no he obtenido dicha revisión, por cuestiones totalmente ajenas a mi responsabilidad procesal y principalmente atribuibles a obstáculos construidos jurisprudencialmente por los tribunales revisores. Se hace aplicación ahora de un exceso ritual manifiesto que conculca definitivamente los referidos derechos constitucionales. A. En primer lugar, la garantía a la revisión del pronunciamiento condenatorio y de la pena por un tribunal superior al de mérito (arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N.; art. 8 inc. h.- del Pacto de San José de Costa Rica, art. 14 inc. 5º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; art. 11 y 15 de la Const. Pcial.) goza de un rango constitucional que ha sido ya reconocido tanto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación como por VV.EE. El máximo guardián de la Constitución Nacional dijo en el caso "Giroldi" que "la garantía de la doble instancia (que) debe observarse dentro del marco del proceso penal como 'garantía mínima' para 'toda persona inculpada de delito'" (Fallos: 318:514, consid. 8). La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en su Opinión Consultiva OC-9/87 ("Garantías Judiciales en Estados de Emergencia") consideró que el artículo 8 de la Convención consagra los requisitos del debido proceso legal. La garantía a la doble instancia integra, por lo tanto, la garantía al debido proceso genéricamente concebida; aunque también puede considerársela una meta-garantía de la defensa en juicio y el debido proceso, al constituir, un mecanismo que "refuerza la protección contra el error judicial" (Informe 55/97 Comisión I.D.H.). De allí el sentido del derecho en cuestión, conforme al cual debe interpretárselo para sentar su extensión. B. La siguiente cuestión a dilucidar consiste, por lo tanto, en determinar la extensión que debe tener la impugnación destinada a satisfacer tal garantía: en el caso de la Provincia de Buenos Aires (como la generalidad de los ordenamientos procesales consagrados a partir del Código cordobés de 1939), el recurso de casación. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al interpretar el art. 8.2."h" de la Convención Americana de Derechos Humanos, sostuvo que el recurso de casación es “…una institución jurídica que, en tanto permite la revisión legal por un tribunal superior del fallo y de todos los autos procesales importantes, incluso de la legalidad de la producción de la prueba, constituye, en principio, un instrumento efectivo para poner en práctica el derecho reconocido por el art. 8.2.h. de la Convención…"; pero que sólo "…satisface los requisitos de la Convención, en tanto no se regule, interprete o aplique con rigor formalista, sino que permita con relativa sencillez al tribunal de casación examinar la validez de la sentencia recurrida en general, así como el respeto debido a los derechos fundamentales del imputado, en especial los de defensa y el debido proceso” (en su informe 24/92, parágrafo 30 casos 9.328, 9.329, 9.742, entre otros-; citado en CSJN, causa T.114.XXXIII, reg. N° 1385, "TABAREZ, Roberto Germán s/ recurso de hecho", sentencia del 17 de marzo de 1998, por los votos concurrentes de los Sres. Ministros Dres. Fayt y Petracchi). Se hace aquí referencia tanto a la regulación del recurso como a su interpretación; a cuestiones estrictamente formales de la admisibilidad del recurso (a fin de evitar rigorismos innecesarios), y a la índole de los agravios que pueden ser denunciados mediante la impugnación de que se trate (debiendo ser revisable la legalidad del proceso en general, en tanto reflejado en la sentencia condenatoria). Por su parte, la Corte Interamericana ha resuelto que “cuando los [recursos] son sujetos a condiciones sumamente restrictivas, no constituyen una verdadera garantía de reconsideración del caso por un órgano jurisdiccional superior” (Corte IDH, caso Castillo Petruzzi, sentencia de 30-5-99, párr. 161). En sentido similar, el Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas dijo sobre el artículo 14.5 del PIDCyP que “[...] al margen de la nomenclatura dada al recurso en cuestión éste ha de cumplir con los elementos que exige el Pacto…la inexistencia de la posibilidad de que el fallo condenatorio y la pena del autor fueran revisadas íntegramente, como se desprende de la propia sentencia de casación citada en el punto 3.2, limitándose dicha revisión a los aspectos formales o legales de la sentencia, no cumple con las garantías que exige el párrafo 5, artículo 14, del Pacto.” (Comunicación Nº 701/96 “GOMEZ VAZQUEZ, Cesario c. Reino de España”, del 20/07/2000; texto completo en la revista "Garantías", año 2, N° 5, septiembre de 2001; p.35). C. Si tal es la extensión que debe darse tanto a la garantía constitucional a la doble instancia como al recurso de casación, los tribunales deben interpretar y aplicar las normas procesales que regulan ese recurso de modo tal de permitir la revisión sencilla de la condena. Deben en particular, interpretar de buena fe (en el sentido dado a esta expresión por el derecho de los Derechos Humanos y el derecho internacional en general; art. 26 de la Convención de Viena) las cargas impuestas al condenado que ejerce su derecho constitucional, esto es, teniendo en vista que la ordenación del proceso que regulan las normas de forma no constituyen un puro capricho ritual, sino que siempre está teleológicamente orientada a la realización de los fines del proceso, esto es, la procura de la verdad jurídica y la aplicación de la ley penal. En lo que a la garantía a la doble instancia se refiere, ello significa que las normas que regulan el recurso destinado a satisfacerla no pueden ser reguladas, ni ser interpretadas o aplicadas, de modo tal que se restrinja al tribunal revisor la posibilidad de controlar en general la legalidad del proceso concretado en una sentencia condenatoria, frustrando lo que la garantía es: una salvaguardia contra el error judicial, que como tal integra y refuerza el debido proceso y la defensa en juicio, que no tolera excesos rituales. D. La sentencia del Tribunal de Casación declara inadmisible el recurso de casación desconociendo la extensión de la garantía a la doble instancia y violando, consecuentemente, las Constituciones Nacional y Provincial: pues hace aplicación de un exceso ritual manifiesto que aquella no tolera. El exceso ritual surge de las exigencias formales que contiene el auto desestimatorio del recurso de casación valoradas en el contexto de las circunstancias de autos, en particular frente al sinuoso trámite de esta causa desde que recayó la sentencia condenatoria y comenzó la etapa recursiva. Me refiero a que el Tribunal de Casación desestimó el recurso interpuesto en mi favor por falta de cierta documentación que –en definitiva- se encontraba agregada al expediente al momento de resolver. En efecto, el Tribunal de Casación rechazó por inadmisible el recurso de casación con fundamento en que con la presentación del recurso no se habían acompañado fotocopias de la resolución de VV.EE. que ordenaba la nueva radicación de mi causa en la Cámara de origen, de las notificaciones pertinentes y de la reserva de recurrir en casación, desconociendo así voluntaria y conscientemente las copias certificadas de esas piezas que habían sido agregadas por el casacionista once meses antes de que el Tribunal analizara y decidiera la inadmisibilidad de mi causa. Así las cosas, el Tribunal de casación -so pretexto de una exigencia ritual- sienta una solución formulista renunciando conscientemente a la verdad jurídica objetiva: tanto la reserva de recurrir en casación como el recurso mismo habían sido tempestivamente interpuestos, pero apartándose de las constancias de la causa desconociendo la existencia misma de las copias agregadas bajo la excusa de su extemporaneidad- y del sentido de la norma que consagraría la carga de acompañar al recurso de casación las copias que demuestran su tempestividad -que es, simplemente, demostrar este extremo-, desestima la impugnación destinada a satisfacer la garantía al doble conforme. Queda demostrado que el Tribunal de Casación ha aplicado un injustificado rigor formal al declarar inadmisible el recurso interpuesto en mi favor, exceso ritual configurado en un evidente y voluntario apartamiento de la verdad jurídica objetiva y de las constancias de la causa, que determina la arbitrariedadde la decisión recurrida (arts. 1, 18 y 33 de la Constitución Nacional), su absoluta nulidad y la admisibilidad del recurso de casación, que solicito se declare. El fallo en crisis, en definitiva, satisface sólo en forma aparente la exigencia de constituir una derivación razonada del derecho vigente con arreglo a las constancias de la causa. E. Por otro lado, este excesivo rigorismo infringe las garantías de defensa en juicio y el debido proceso (arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N.; art. 8 inc. 2º letra e de la CADH, art. 14 inc. 3º letra d del PIDyP; art. 11 y 15 de la Const. Pcial.). Surge de la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia a partir del caso "Colalillo" –Fallos 238:550- reiterada entre otros en los casos 300:1192, 303:1646 y 304:1915 -a cuyos fundamentos expresamente remito en honor a la brevedad, pues tratan de la falta de ofrecimiento de copias o de la tardía agregación de documental, mutatis mutandi aplicables al caso de autos- que el exceso ritual manifiesto que invoco y demuestro constituye también una infracción a estas dos últimas garantías constitucionales. Por lo demás, aún cuando el recurrente no hubiera agregado las copias, el Tribunal de Casación no podía desconocer que en la esfera criminal no se puede permitir la omisión del ejercicio de facultades propias de los tribunales tendientes a la mejor averiguación de los hechos que se reconocen de interés para la apreciación de la responsabilidad del imputado (Fallos, 240:99), teniendo los jueces el deber inherente a su cargo de “extremar la averiguación de los hechos decisivos o importantes para la justa decisión de la causa, ejerciendo aún sus facultades para mejor proveer” (Fallos, 261:322; 240:99; 305:944; 307:1174). La omisión de ejercer esas facultades configura -en la referida esfera- también el exceso ritual manifiesto que denuncio y que infringe la garantía a la defensa en juicio. F. En definitiva, los agravios que aquí someto a VV.EE. implican determinar la extensión de las garantías constitucionales a la doble instancia, la defensa en juicio y el debido proceso, en tanto proscriben la aplicación de excesivos rigores formales como el denunciado. Esto importa afirmar que indiscutiblemente tratan de cuestiones federales, pues la interpretación de las normas constitucionales en que se funda el derecho invocado es determinante para la solución del caso. Además, todo lo expuesto contraviene la doctrina de VV.EE. en esta misma causa (Acuerdo del 15/12/99, en causa P.64.186) que ordenara el reemplazo del recurso para favorecer la pluralidad de instancias; sentido impreso a la causa por esa Corte y contravenido por el Tribunal de Casación mediante una resolución decididamente frustratoria de los derechos cuyo favorecimiento intentaran promover VV.EE. mediante la referida resolución del 15/12/99. Por ello es que solicito se admita este recurso y se declare la nulidad del auto que desestimara el recurso de casación, en virtud de las infracciones a las normas constitucionales federales que he indicado y que integran como tales la Constitución provincial (por vía de su art. 11; art. 5 CNac.). G. En segundo lugar, no sólo el Tribunal de Casación ha infringido la garantía a la doble instancia, al debido proceso y la defensa en juicio: también la Suprema Corte provincial procedió de ese modo, y lo hizo a través de la infracción a los principios de progresividad y preclusión. Es que esa Suprema Corte, en infracción al principio de preclusión, privó de efectos al recurso de inaplicabilidad de ley originariamente interpuesto contra la sentencia condenatoria; negando su competencia cuando al momento de recaer la condena era el único tribunal revisor existente, derivándola en el novel Tribunal de Casación que ni siquiera existía para aquella época, y obligándome a someterme al riesgo de que se declarase inadmisible el nuevo recurso coactivamente interpuesto. Destaco a VV.EE. que no se ha resuelto remitir la causa al Tribunal de Casación para que tratara como recurso de casación al recurso de inaplicabilidad de ley admitido y tramitado, sino que directamente se ordena reemplazarlo bajo conminación de declararse firme la sentencia condenatoria. De allí que quepa atribuir a esa Suprema Corte la infracción a los principios de progresividad y preclusión -y consecuentemente a la garantía al debido proceso legal; art. 18 CN- pues privó de efectos al recurso de inaplicabilidad de ley (destinado a satisfacer la garantía a la doble instancia) y a todo lo actuado en su consecuencia bajo el pretexto de favorecerme con una mayor pluralidad de instancias y sin darme opción alguna de reemplazar el recurso de inaplicabilidad de ley o simplemente esperar su resolución: como si yo pretendiese la dilatación del proceso en vez de la revisión de la sentencia que me condenó. Claro que también afectó mi derecho a la defensa en juicio (art. 18 CN), obligándome a interponer un recurso que en su regulación legal impone cumplir nuevas y mayores cargas (acompañar una serie de copias certificadas, etc.) que aquél que esa Suprema Corte tenía para resolver, en virtud de las cuales ahora se me deniega definitivamente la revisión de la condena. Respecto de la relación entre la infracción al debido proceso y a la defensa en juicio mediante el desconocimiento de los principios de progresividad y preclusión, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha dicho que "tanto el principio de progresividad como el de preclusión reconocen su fundamento en motivos de seguridad jurídica y en la necesidad de lograr una administración de justicia rápida dentro de lo razonable, evitando así que los procesos se prolonguen indefinidamente; pero, además, y esto es esencial atento los valores que entran en juego en el juicio penal, obedecen al imperativo de satisfacer una exigencia consustancial con el respeto debido a la dignidad del hombre, cual es el reconocimiento del derecho que tiene toda persona a liberarse del estado de sospecha que importa la acusación de haber cometido un delito, mediante una sentencia que establezca, de una vez y para siempre, su situación frente a la ley penal"; por lo que luego agrega que "debe reputarse incluido en la garantía de la defensa en juicio consagrada por el art. 18 de la Constitución Nacional el derecho de todo imputado a obtener -luego de un juicio tramitado en legal forma- un pronunciamiento que, definiendo su posición frente a la ley y a la sociedad, ponga término del modo más rápido posible a la situación de incertidumbre y de innegable restricción de la libertad que comporta el enjuiciamiento penal", concluyendo que "tal derecho a un juicio razonablemente rápido se frustraría si se aceptara que, cumplidas las etapas esenciales del juicio y cuando no falta más que el veredicto definitivo, es posible anular lo actuado…" ("Mattei, Angel", resuelta el 29/11/68; LL. T. 133 p. 415; consid. 10°, 14° y 15°). H. Además, la Suprema Corte provincial, al negar su competencia (que le atribuía el derogado rito, ley 3589 y modif.) en virtud de una ley posterior al acto que la originaba (la ley 12.059, modif. ley 12.161; sancionadas cuando el recurso de inaplicabilidad de ley se encontraba en trámite ante VV.EE.), y derivarla en un Tribunal -el de casación- que ni siquiera existía al momento de mi condena, viola el principio del juez natural (art. 18 CN). Debe al respecto tenerse particularmente en cuenta el hecho de que el nuevo recurso fue interpuesto y el de inaplicabilidad de ley privado de sus efectos coactivamente, no en virtud del ejercicio de opción alguna de mi parte. La única forma de no concretar definitivamente la infracciones constitucionales denunciadas es proceder como ha sostenido la minoría de los jueces que integran el Máximo Tribunal Provincial a partir del acuerdo P. 65.896, es decir, asegurándole a las partes la resolución del caso. En este sentido se dijo que "...deberá esta Suprema Corte resolver el recurso ya deducido y concedido por ante ella, por tratarse de actos procesales firmes" (del voto del Dr. Negri, que integra el minoritario). Conforme a ello, y subsidiariamente a lo requerido el punto "F" in fine, solicito se renueve el trámite del recurso de inaplicabilidad de ley originariamente interpuesto contra la condena no firme, declarando de ser necesario la nulidad de todo lo actuado a partir del auto que privara de efectos a dicha impugnación. Así las cosas, pese a haber cumplido oportunamente todas las cargas procesales impuestas para que mi garantía a la doble instancia se viera realizada (primero ante la Suprema Corte; luego ante el Tribunal de Casación), he visto frustrado mi derecho por vallas que han sido construidas por los órganos jurisdiccionales y que me originan ahora un gravamen definitivamente irreparable: ya ningún órgano jurisdiccional revisará mi condena, y la frustración del derecho a la doble instancia tiene vinculación directa e independiente tanto con el auto en que VV.EE. declaran su incompetencia y privan de efectos al recurso de inaplicabilidad de ley como con aquél en que el Tribunal de Casación desestima el recurso homónimo. De allí la doble infracción a la garantía del doble conforme. De allí también, la actualidad del agravio contra la decisión en que VV.EE. declaran su incompetencia. Por lo demás, esta actualidad se demuestra con que la C.S.J.N. ha rechazado recursos extraordinarios federales interpuestos contra esa misma decisión en causas de igual trámite con fundamento en que por entonces no mediaba sentencia definitiva (causa A.738.XXXV RHE "Albarenga, Leonardo Anselmo s/ homicidio", resuelta el 4/5/00). Así, tal carácter se presenta ahora, con el recurso de casación desestimado. I. Finalmente, destaco que no tengo otra vía –para reparar y hacer efectivos los derechos a la revisión judicial de la sentencia y la pena, a la defensa en juicio y al debido proceso– que acudir al Máximo Tribunal Provincial para que sean VV.EE. quienes subsanen -ahora- las afectaciones constitucionales denunciadas. Invoco expresamente en este sentido, los precedentes de la C.S.J.N. "Strada" (308:490) y "Di Mascio" (312:2084). Esa doctrina es aplicable al caso en tanto los agravios portados en este recurso versan sobre las cuestiones federales planteadas supra. En segundo lugar, si alguna duda hubiera respecto a que median en el presente cuestiones federales, la interpretación de las normas de los tratados internacionales que he invocado -que originan responsabilidad internacional para el estado argentino, en tanto es parte en esas convenciones vigentes- constituye por sí misma una cuestión federal. Así lo ha decidido la Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir de la causa "Fernando Mendez Valles v. A.M. Pescio S.C.A." (sentenciada el 28 de diciembre de 1995) donde abandonó distinciones anteriores respecto del carácter federal o no de las cláusulas de los tratados afirmando que “es irrelevante que la materia del tratado sea de las calificadas como de derecho común, aún cuando se incorporen las normas del tratado a una ley nacional común. Nada de ello puede enervar la sustancia federal que aquellas poseen en virtud de su fuente internacional” (Fallos: 318:1639; particularmente, considerandos 4° a 10°, a los que -en honor a la brevedad- remito). Mediando esas cuestiones federales, y siendo por ello aplicable al caso la doctrina de "Strada", "Di Mascio" y "Christou", VV.EE. deben admitir este recurso a pesar de la limitación que el art. 494 del CPP impone -respecto de esta vía impugnativa- a las infracciones a la ley "sustantiva". Como la declaración de inconstitucionalidad de una norma constituye la última ratio del ordenamiento jurídico (CSJN, Fallos: 226:688; 264:364; 242:73; 288:325; 290:83; 292:190; 306:1597) y los tribunales deben evaluar la posibilidad de dar a la ley una inteligencia que resulte acorde con la Ley Suprema (Fallos: 242:73; CSJN, 25/7/60, L.L. 105-161 y 20/10/58, L.L, 93-357; entre muchos otros) propongo que se considere a las normas de la Constitución Nacional y de los Tratados Internacionales son "ley sustantiva" a los fines del art. 494 del CPP, o bien se declare la inconstitucionalidad de tal limitación en razón de la materia por contradecir los arts. 31, 5, 1, 116, 117, 118 y concordantes de la Constitución Nacional y por los fundamentos dados in extenso por la Corte Federal en sus precedentes "Strada" (Fallos: 308:490), "Christou" (del 19/2/87; LL 1987-D-156) y "Di Mascio" (Fallos: 311:2478). En esos casos -particularmente en "Di Mascio"- la CSJN interpretando el artículo 14 de la ley 48 -que regula la competencia apelada de la Corte, y que ésta dijo directamente reglamentario del artículo 31 de la Constitución Nacional- concluyó que los superiores tribunales de provincia deben intervenir previamente a que ella lo haga cuando una cuestión constitucional les es sometida, pues si de un lado las provincias se reservaron la facultad de administrar justicia y de organizar dicha administración, la misma tiene como límite que las provincias deben garantizar como mínimo los principios, derechos y garantías que la Constitución Federal consagra (art. 5); lo que se vincula de manera directa con el principio de supremacía que el artículo 31 de la Constitución consagra y que impone su aplicación prioritaria a todos los órganos jurisdiccionales de la República mediante un sistema de control de constitucionalidad difuso. Por lo tanto el superior tribunal de provincia es, en definitiva -dentro de esa estructura jurisdiccional cuya organización se reservaron las provincias-, el último garante de que esa administración de justicia respete los principios, derechos y garantías consagrados en la Constitución (art. 31). No puede entender la Corte Suprema de Justicia de la Nación en causas de jurisdicción provincial antes de que transiten el camino de los superiores tribunales de provincia (esto es, antes de que hayan "fenecido" en jurisdicción provincial, según las palabras del art. 14, primer párrafo, de la ley 48) porque de así hacerlo, y so pretexto de salvaguardar la vigencia de la Constitución Federal, invadiría la facultad de administrar justicia que las provincias se reservaron en propia Carta Magna: arguyendo la tutela de reglas constitucionales, violaría paradójicamente- la Ley Suprema al infringir el límite de distribución de incumbencias jurisdiccionales entre la Nación y las Provincias (art. 1, 5, 31 y cc.). Por eso concluyó que los superiores tribunales de provincia deben intervenir antes de que la Corte Federal lo haga y, en consecuencia, aquellos no pueden dejar de revisar cuestiones federales. En igual sentido, deben tomarse en cuenta dos recientes decisiones en que la Corte Federal dejó sin efecto pronunciamientos de VV.EE. que habían declarado inadmisibles sendos recursos de inaplicabilidad de ley con la invocación del supuesto carácter "procesal" de los agravios portados en éstos -haciendo aplicación del recaudo "ley sustantiva" del art. 494 CPP a situaciones equivalentes a la de autos-; ante lo cual la Corte consideró que se había negado arbitrariamente el acceso al control por VV.EE. de lo resuelto por el Tribunal de Casación (CSJN, causas G. 839. XXXV y V. 370. XXXV, cit., ambas del 18 de diciembre de 2001). Por todo ello, o bien se admite el recurso a la luz del art. 494 del rito -con la interpretación que he propuesto- o se declara la inconstitucionalidad de esa norma para admitirlo. VI.- RESERVA DEL CASO FEDERAL Hago expresa reserva de recurrir ante la Corte Suprema de Justicia Nacional, en los términos del art. 14 de la ley 48 y la doctrina emergente del mismo. Ello, por encontrarse comprometidos -conforme lo planteado- mis derechos constitucionales al debido proceso, a la defensa en juicio y a la revisión del fallo condenatorio y la pena por un juez o tribunal superior (arts. 18 y 75 inc. 22 CN, arts. 8.2 letras e y h de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14 inc. 3 letra d e inc. 5 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos); además, por encontrarse en juego la obligación de VV.EE. de velar por la forma federal de gobierno, la potestad provincial de administrar justicia y la supremacía de la Carta Magna (arts. 1, 5, 31, 116, 117 y 118 de la CN). VII.- PETITORIO. Por todo lo expuesto, de VV.EE. solicito: 1. Tengan por interpuesto en legal tiempo y forma el presente recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley; 2. Lo admitan, declarando de ser necesario para ello, la inconstitucionalidad del art. 494 del CPP. 3. Hagan lugar al mismo, declarando la nulidad del auto que rechazó por inadmisible el recurso de casación y reenviando el mismo al Tribunal “a quo” a fin de que –compuesto por jueces hábilesrevise la sentencia condenatoria; subsidiariamente, declaren la nulidad de todo lo actuado a partir del auto de VV.EE. que privó de efectos a todo lo obrado en el originario recurso de inaplicabilidad de ley, y resuelvan las cuestiones de fondo planteadas en el mismo. 4. Tenga presente la reserva del caso federal. Proveer de conformidad, SERÁ JUSTICIA.-