[Fecha de embargo: 11 de abril de 2007] Público Amnistía Internacional Egipto Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 http://web.amnesty.org/library/Index/ESLMDE120012007 SECRETARIADO INTERNACIONAL, 1 EASTON STREET, LONDON WC1X 0DW, REINO UNIDO TRADUCCIÓN DE EDITORIAL AMNISTÍA INTERNACIONAL (EDAI), ESPAÑA ÍNDICE 1. Introducción .............................................................................................................1 Información complementaria....................................................................................4 Las leyes antiterroristas de Egipto ...........................................................................8 2. Detenciones arbitrarias y reclusión ilegal ..........................................................13 Detenciones arbitrarias en masa ...........................................................................13 Detención secreta y en régimen de incomunicación..............................................16 Detención administrativa........................................................................................18 3. Tortura y otros malos tratos.................................................................................22 La legislación egipcia y la tortura ...........................................................................25 4. Juicios injustos ......................................................................................................27 Desigualdad ante la ley..........................................................................................27 Poderes especiales de la Fiscalía..........................................................................28 Falta de acceso a asistencia letrada......................................................................30 Ausencia de investigaciones sobre las denuncias de tortura ................................31 Uso de pruebas obtenidas mediante tortura ..........................................................34 Tribunales militares y de excepción .......................................................................35 Pena de muerte......................................................................................................39 5. Traslados ilegales a la tortura: cinco casos ......................................................40 Abdul Rahman Muhammad Nasir Qasim al-Yaf’i...................................................41 Mamdouh Habib.....................................................................................................42 Ahmed Agiza y Muhammed El-Zari .......................................................................43 Ahmad Abu al-Maati...............................................................................................44 Abu Omar...............................................................................................................45 6. Recomendaciones .................................................................................................50 Apéndice .....................................................................................................................54 Egipto Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 1. Introducción En noviembre de 2006, un blogger egipcio colgó en Internet un sobrecogedor vídeo que mostraba a miembros de la policía egipcia violando a un preso. La víctima era Emad Moamed Ali Mohamed, conocido como Emad al Kabir, un taxista de 21 años. Había sido detenido en enero de ese año tras intervenir para poner fin a una discusión entre un primo suyo y unos agentes de policía. Lo acusaron de “oponer resistencia a las autoridades” y lo condujeron ante la Fiscalía, que ordenó su libertad bajo fianza. Sin embargo, los policías lo llevaron de nuevo a la comisaría de Bulaq Dakrur, en la gobernación de Giza, y al día siguiente –20 de enero de 2006– lo torturaron. Emad al Kabir contaba que varios agentes lo ataron de manos y pies y lo obligaron a sentarse en el suelo. Lo azotaron y le ordenaron darse a sí mismo nombres degradantes. Luego le quitaron los pantalones y lo violaron con un palo. La violación fue filmada con la cámara de un teléfono móvil. Un agente le dijo que se iba a distribuir el vídeo entre sus vecinos (cosa que efectivamente se hizo) para humillarlo públicamente e intimidar a otras personas. Posteriormente Emad al Kabir fue condenado a tres meses de cárcel por “oponer resistencia a las autoridades” y “agredir a un agente de policía”. Cuando el vídeo salió a la luz, dos agentes de la comisaría de Bulaq Dakrur fueron acusados de la detención ilegal, tortura y violación de Emad al Kabir; su juicio comenzó el 3 de marzo de 2007. Lo sucedido a Emad al Kabir no es en absoluto un caso aislado. La tortura y otros malos tratos son prácticas sistemáticas en los centros de detención de todo Egipto, incluidas comisarías, instalaciones dirigidas por el Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado (SSI) y campamentos militares.1 Este caso no debería sorprender a nadie, ya que, durante años, Amnistía Internacional, el Comité de la ONU contra la Tortura y otras entidades han denunciado que la tortura 1 El Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado (SSI) es una de las principales agencias de seguridad de Egipto; las otras son el Departamento General de Inteligencia (Mukhbarat) , adscrito al presidente, y el Servicio de Inteligencia Militar del Ministerio de Defensa. El SSI está bajo el control directo del ministro del Interior. Aunque las tres agencias podrían llevar a cabo investigaciones sobre asuntos de seguridad nacional, el SSI es el principal responsable de investigar este tipo de asuntos. También recae sobre él la responsabilidad de aplicar el estado de excepción. El ministro del Interior controla las paramilitares Fuerzas de Seguridad Central, que mantienen el orden público y prestan apoyo al SSI cuando se producen detenciones. 2 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad es una práctica sistemática en Egipto.2 Lo inusual en el caso de Emad al Kabir es que las autoridades emprendieran medidas contra los presuntos torturadores. La tortura y otros malos tratos, la detención y reclusión arbitrarias y los juicios manifiestamente injustos ante tribunales militares y de excepción han sido elementos clave en los 40 años de vigencia del estado de excepción en Egipto y en su campaña contra el terrorismo. Los amplios poderes otorgados a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, especialmente a los agentes del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado, han desempeñado un papel clave para facilitar esos abusos, especialmente la tortura. La legislación de excepción también ha impuesto graves restricciones a los derechos a la libertad de expresión, asociación y reunión. Tras los ataques perpetrados por grupos armados, la policía de seguridad ha llevado a cabo detenciones en masa sin recurso al debido proceso. También se ha detenido a familiares de personas sospechosas y se los ha sometido a amenazas y abusos. Una combinación de detención secreta y en régimen de incomunicación ha dado lugar a que, a todos los efectos, algunas de las personas detenidas hayan sido víctimas de desaparición forzada durante semanas o meses. Algunos detenidos murieron a consecuencia de las torturas. Entre los métodos que las víctimas suelen citar se encuentran descargas eléctricas, palizas, suspensión en posturas dolorosas, reclusión en régimen de aislamiento, violación y amenazas de muerte, de abusos sexuales y de ataques contra miembros de la familia del detenido. Unas 18.000 personas recluidas en detención administrativa –sin cargos ni juicio y en virtud de órdenes emitidas por el Ministerio del Interior– se consumen en las cárceles de Egipto en condiciones inhumanas y degradantes.3 Algunas llevan detenidas más de un decenio, y en los casos de muchas de ellas los tribunales han ordenado repetidamente su liberación. Se ha establecido un sistema de justicia de excepción paralelo –que utiliza “tribunales de excepción” constituidos especialmente y juzga a civiles ante tribunales militares– para casos que las autoridades consideran que afectan a la seguridad nacional. Bajo este sistema, las salvaguardias para garantizar juicios justos, como la igualdad ante la ley, el acceso inmediato a un abogado y la prohibición del uso de pruebas extraídas mediante tortura, se han violado de forma sistemática. El resultado es que ha habido juicios manifiestamente injustos, incluidos procesos en los que los acusados han sido condenados a muerte y, en algunos casos, ejecutados. A pesar del largo y conocido historial de graves violaciones de derechos humanos de Egipto, los gobiernos de otros países, en particular el de Estados Unidos, 2 En mayo de 1996 el Comité de la ONU contra la Tortura publicó un informe en el que se resumía el desarrollo del procedimiento de una investigación confidencial realizada desde noviembre de 1991. En él concluía que “[...] las fuerzas de seguridad de Egipto, en particular el Servicio de Información de la Seguridad del Estado, practican sistemáticamente la tortura [...]”, doc. ONU, Egipto, A/51/44, párr. 220. (Investigación en virtud del artículo 20), 3 de mayo de 1996. 3 En una declaración ante el Ministerio del Interior, la Organización Egipcia de Derechos Humanos (EOHR) afirmó que actualmente hay hasta 18.000 personas en detención administrativa en las prisiones egipcias. Véase Statement to the Ministry of Interior, EOHR, 23 de febrero de 2006. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 3 han optado por enviar a ese país a personas detenidas en el contexto de la “guerra contra el terror”. Estos traslados se han llevado a cabo ilegalmente, sin el debido proceso y en clara violación del principio de no devolución (non-refoulement), la prohibición absoluta de enviar a ninguna persona a un país donde pueda correr riesgo de sufrir abusos graves contra los derechos humanos, como tortura y otros malos tratos o desaparición forzada. Los abusos resultantes, a juzgar por las declaraciones de las personas detenidas que se citan en este informe, y de otras muchas, eran algo absolutamente previsible. Este informe se basa en el trabajo de investigación realizado en Egipto y en otros lugares, en entrevistas con víctimas de violaciones de derechos humanos y sus familiares, y en comunicaciones con funcionarios del gobierno. Se publica en un momento en el que crece la represión contra la oposición y la libertad de expresión en Egipto, y cuando las autoridades están estudiando una nueva legislación contra el terrorismo que amenaza con consolidar la constante de abusos que hemos presenciado en los últimos 40 años. En marzo de 2007, el Parlamento egipcio debía aprobar las enmiendas a 34 artículos de la Constitución propuestas por el presidente Mubarak en diciembre de 2006, incorporando en la legislación permanente poderes propios del estado de excepción que han dado lugar a graves violaciones de derechos humanos durante decenios. La votación se celebró el 19 de marzo en ausencia de los parlamentarios de la oposición, que habían abandonado el Parlamento en protesta por las enmiendas y las medidas del gobierno para introducir apresuradamente las reformas constitucionales. Las enmiendas fueron aprobadas. El artículo 179 enmendado es particularmente draconiano y allana el camino para la introducción de una nueva ley antiterrorista. Establece que las medidas que se adopten para luchar contra el terrorismo no estarán sujetas a las protecciones incluidas en los artículos 41.1, 44 y 45.2 de la Constitución, que contienen salvaguardias legales contra la detención y la reclusión arbitrarias, los registros policiales sin orden judicial, las escuchas telefónicas y la intervención de otras comunicaciones privadas. También permite al presidente evitar los tribunales ordinarios y remitir a personas sospechosas de terrorismo a la autoridad judicial que desee, incluidos tribunales militares y de excepción en los que no existe el derecho de apelación y que tienen un largo historial de juicios injustos. Otras enmiendas a la Constitución parecen ser de motivación política. Una de ellas prohíbe la creación de partidos políticos basados en convicciones religiosas y parece tener como objetivo al grupo de oposición Hermandad Musulmana, tras el éxito que cosechó en las elecciones de 2005, en las que obtuvo 88 escaños. Otra restringe el papel de los jueces en la supervisión de elecciones y referendos, al parecer en respuesta a lo que ocurrió en 2006, cuando dos destacados jueces denunciaron que el gobierno no había actuado ante los indicios de fraude electoral en los comicios de 2005. Otra permite al presidente disolver el Parlamento de forma unilateral. Una semana después de la votación parlamentaria, el 26 de marzo, el gobierno celebró un referéndum popular sobre las enmiendas constitucionales. La oposición, Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 4 encabezada por la Hermandad Musulmana, hizo un llamamiento al boicot alegando que el referéndum relámpago impedía organizar una campaña efectiva a favor del “no”. Policías armados tomaron las calles en respuesta a la oleada de protestas que recorrió el país. Según las autoridades, las enmiendas fueron aprobadas por más de tres cuartas partes de los votantes, con una participación del 27 por ciento. Los grupos de observadores nacionales independientes sitúan el nivel de participación en no más del 10 por ciento. Amnistía Internacional teme que las enmiendas constitucionales y la ley antiterrorista prevista se utilicen para reprimir aún más la disidencia política pacífica y para consolidar la constante de graves abusos por parte de las fuerzas de seguridad. Este informe concluye con una lista de recomendaciones detalladas. En particular, Amnistía Internacional insta al gobierno egipcio a: - revocar la legislación de excepción que permite la comisión de violaciones de derechos humanos, especialmente los juicios injustos ante tribunales militares y de excepción, y poner fin a tales violaciones; - garantizar que la nueva legislación antiterrorista prevista respetará íntegramente el derecho y las normas internacionales de derechos humanos; - condenar la tortura y otros malos tratos, garantizar que todas las denuncias de tales abusos son investigadas con prontitud y de modo independiente, y llevar a los responsables ante la justicia; - poner fin a la detención secreta y en régimen de incomunicación; - poner fin a la detención administrativa; - hacer públicos los nombres de todos los presuntos terroristas que han sido trasladados ilegalmente a Egipto desde la custodia de Estados Unidos y otros países, y poner fin a su participación en los traslados ilegales que tengan origen o destino en Egipto. Información complementaria Desde la década de los setenta, la violencia de los grupos armados islamistas y la respuesta igualmente violenta de la policía y las fuerzas de seguridad han sacudido Egipto, dando como resultado graves abusos contra los derechos humanos. La violencia, que incluyó el asesinato del presidente egipcio Mohamed Anwar Sadat en octubre de 1981, alcanzó su punto álgido en los noventa. Los grupos armados eligieron como objetivo a funcionarios del gobierno y miembros de las fuerzas de seguridad, así como a intelectuales, cristianos coptos egipcios y turistas. Uno de los Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 5 ataques más letales, el ocurrido en Luxor en 1997, dejó más de 50 personas muertas, en su mayoría turistas extranjeros.4 La escalada de la violencia armada estuvo acompañada de un cambio en la política gubernamental. En diciembre de 1992, el presidente Hosni Mubarak empezó a enviar a tribunales militares a civiles sospechosos de delitos relacionados con la seguridad o el terrorismo, para ser juzgados.5 El mismo año, se introdujo una nueva ley antiterrorista (Ley Núm. 97 de 1992) que incluía una vaga definición de terrorismo y ampliaba las actividades que podían ser consideradas como terroristas. Tanto la legislación que regula los juicios ante tribunales militares como la nueva ley preveían la pena de muerte. Cientos de personas fueron declaradas culpables por tribunales militares y muchas de ellas fueron condenadas a muerte, algunas in absentia. En vista de esas medidas represivas, muchos miembros y simpatizantes de grupos islamistas no autorizados pasaron a la clandestinidad o huyeron al extranjero. A finales de 1997, la cúpula dirigente del Grupo Islámico (Al Gama‘a al Islamiya), principal grupo responsable de los ataques armados en la década de los noventa, renunció a la violencia y pidió a sus miembros que pusieran fin a los ataques en Egipto y en el extranjero. Durante unos pocos años después de ese anuncio, Egipto se vio prácticamente libre de ese tipo de violencia. A partir de 2004, sin embargo, se produjeron una serie de ataques con bomba en la península del Sinaí cuya responsabilidad atribuyeron las autoridades a Monoteísmo y Guerra Santa (Tawhid wal Jihad), un grupo político armado que al parecer tiene vínculos con Al Qaeda. Entre los ataques, en los que murieron y resultaron heridos centenares de civiles, se encuentran los siguientes: Octubre de 2004 – tres ataques con bomba en los pueblos de Taba, Nuweiba y Ras al Shitan, en las orillas del Mar Rojo, en los que murieron 34 personas. Julio de 2005 – ataques con bomba simultáneos en el centro turístico de Sharm al Sheikh, en el Mar Rojo, en los que perdieron la vida al menos 88 personas. Abril de 2006 – ataques con bomba en el centro turístico de Dahab, en el Mar Rojo, en los que murieron al menos 23 personas. Además, en abril de 2005, en El Cairo, se registraron tres ataques contra destinos turísticos atestados de personas. Según las autoridades, los ataques fueron perpetrados por un grupo distinto. El 7 de abril, un atacante suicida mató a tres extranjeros en el mercado de Khan al Khalili, en el distrito de Al Azhar. El 30 de abril, un hombre que portaba un artefacto explosivo saltó desde el puente de la plaza 4 Véase, por ejemplo, el informe de Amnistía Internacional Egipto: Abusos de derechos humanos cometidos por grupos armados (Índice AI: MDE 12/022/1998), septiembre de 1998. 5 El primer decreto presidencial fue el Decreto 370 de 1992 basado en el artículo 6.2 de la Ley Núm. 25 de 1966 (el Código de Justicia Militar). Según este artículo, “durante un estado de excepción, el presidente de la República tiene potestad para referir a la jurisdicción militar cualquier delito punible en virtud del Código Penal o de cualquier otra norma”. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 6 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad de ‘Abd al Mun‘im Riyad; su prometida y su hermana dispararon contra un autobús de turistas en la plaza de Sayyida ‘Aicha ese mismo día. Amnistía Internacional condena sin reservas esos ataques contra civiles e insta a que los responsables sean llevados ante la justicia.6 La organización reconoce que el gobierno egipcio tiene la responsabilidad de mantener la seguridad pública y castigar el delito, así como de impedir, investigar y castigar los actos de terrorismo. Sin embargo, al cumplir con sus obligaciones, las autoridades egipcias deben respetar en todo momento el derecho y las normas internacionales de derechos humanos pertinentes, incluido el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes y otros instrumentos en los que Egipto es Estado Parte. Estos tratados establecen normas vinculantes que los gobiernos deben cumplir en todo momento, incluso después de los crímenes más abyectos. Cualquier ley, política o práctica encaminada a luchar contra el terrorismo no debe en ningún caso socavar el Estado de derecho o no respetar íntegramente el derecho y las normas internacionales de derechos humanos. Las autoridades egipcias han fallado en ese respecto. En su lucha permanente por erradicar lo que denominan “células terroristas”, han llevado a cabo detenciones arbitrarias en masa y han juzgado, declarado culpables y condenado a personas utilizando procedimientos injustos en los que las acusaciones no estaban suficientemente fundamentadas. Las autoridades encargadas de la seguridad siguen recluyendo a muchas otras personas en detención administrativa a pesar de que los Tribunales Supremos de Seguridad del Estado (para estado de excepción) (en adelante, “tribunales de excepción”) han ordenado su liberación en numerosas ocasiones. En el ámbito internacional, el gobierno egipcio ha recriminado a gobiernos de Europa y de América del Norte que sirvan de refugio a egipcios sospechosos de terrorismo, y ha solicitado su devolución. Sin embargo, muchos de los que fueron devueltos, según informes, sufrieron, a manos de las autoridades egipcias, violaciones de derechos humanos tales como detención y reclusión arbitrarias, tortura, malos tratos y juicios injustos. Algunos parecen haber sido víctimas de desaparición forzada. Varios traslados de ciudadanos egipcios desde el extranjero se han llevado a cabo en colaboración con gobiernos europeos y árabes y con el gobierno de Estados Unidos. En algunos casos, la devolución respondió a una solicitud de extradición cursada por las autoridades egipcias. En otros, la devolución fue el resultado de lo que las autoridades estadounidenses denominan “entregas” –el traslado de personas entre países al margen de la legalidad– o se produjo al denegarse una solicitud de asilo. Todas estas devoluciones han violado el principio no devolución y se han llevado a cabo a pesar de los documentos aportados por organizaciones no gubernamentales 6 Por ejemplo, Egypt: Amnesty International condemns attacks against civilians in Taba (Índice AI: MDE 12/011/2004); Egipto: Amnistía Internacional condena el atentado contra civiles en El Cairo (Índice AI: MDE 12/017/2005); Egipto: Amnistía Internacional condena los ataques contra civiles en Dahab (Índice AI: MDE 12/006/2006). Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 7 nacionales e internacionales que ponen de relieve el elevado riesgo de tortura y otros abusos que corren las personas amenazadas con ser devueltas. Algunos gobiernos extranjeros han argumentado que el uso de medidas bilaterales, como las “garantías diplomáticas” (o “contactos diplomáticos”) elimina el riesgo de que ciudadanos egipcios sospechosos de participación en actividades terroristas en Egipto o en el extranjero sean detenidos y sometidos a tortura u otros malos tratos en Egipto. Sin embargo, esos acuerdos bilaterales entre gobiernos no son normas vinculantes del derecho internacional, a diferencia de los tratados que prohíben la tortura y en los que Egipto es Estado Parte, aunque los haya violado sistemáticamente. El uso de “garantías diplomáticas” para justificar la devolución de ciudadanos extranjeros considerados como una amenaza para la seguridad preocupa enormemente a Amnistía Internacional . En el caso de Egipto, a la organización le preocupa además que, en la práctica, no puede ejercerse ningún control judicial sobre la conducta y las actividades del Departamento General de Inteligencia (Mukhbarat) y el Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado, que son las agencias que con mayor probabilidad detendrían a las personas devueltas. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, los dirigentes políticos de este país elogiaron el modo en que Egipto hacía frente al terrorismo. Por ejemplo, el 26 de septiembre de 2001, Colin Powell, el entonces secretario de Estado, expresó su “agradecimiento por el compromiso de Egipto para trabajar a nuestro lado cuando nos aprestamos a hacer frente al azote del terrorismo. Egipto, como todos sabemos, nos lleva una gran ventaja en este campo. En el curso de su historia, en los últimos años han tenido que hacer frente a actos de terrorismo. Tenemos mucho que aprender de ellos y es mucho lo que podemos hacer juntos.”7 A cambio de la devolución de ciudadanos egipcios desde el extranjero, Egipto se convirtió en un destino clave en la “guerra contra el terror” global encabezada por Estados Unidos. Decenas de personas sospechosas de estar vinculadas a grupos terroristas han sido devueltas a Egipto para extraerles información. Según las denuncias persistentes y coincidentes de estas y otras personas devueltas, la tortura y otros malos tratos se utilizaron de forma sistemática contra ellas durante los interrogatorios a que fueron sometidas en los centros de detención del Departamento General de Inteligencia y del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado, y tras su traslado a prisiones.8 Los métodos de tortura descritos incluían vendar los ojos al detenido, golpearlo, suspenderlo en posturas dolorosas, aplicarle descargas eléctricas, drogarlo, violarlo y amenazarlo de muerte. También eran frecuentes la reclusión en régimen de aislamiento y la privación del sueño. 7 Departamento de Estado de Estados Unidos, Remarks with Egyptian Minister of Foreign Affairs Ahmed Maher, 26 de septiembre de 2001, véase http://www.state.gov/secretary/former/powell/remarks/2001/5066.htm. 8 Normalmente los sospechosos de terrorismo devueltos desde el extranjero son recluidos en primer lugar en el Departamento General de Inteligencia y luego en distintos centros de detención y prisiones del SSI. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 8 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad En mayo de 2005, durante una visita a Estados Unidos, el primer ministro egipcio Ahmed Nazif declaró que los servicios de información estadounidenses habían trasladado a unas 60 ó 70 personas a Egipto desde septiembre de 2001. Cuando se le preguntó acerca de esta declaración durante una visita que realizó a Londres en marzo de 2006, respondió: “[e]sa cifra varía con el tiempo, de modo que es muy difícil precisarla”. Tampoco aclaró qué autoridades eran las responsables de la detención y reclusión de esas personas, dónde se recluía a los detenidos, si tenían acceso al mundo exterior, o si estaba previsto acusarlos y juzgarlos. Las autoridades egipcias tampoco han divulgado la identidad de las personas en cuestión ni las circunstancias en que fueron devueltas. El gobierno egipcio continúa apoyando la “guerra contra el terror” liderada por Estados Unidos. En su primer mensaje al recién elegido secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, destacó la importancia de alentar a la ONU a movilizar y coordinar los esfuerzos internacionales para luchar contra el terrorismo.9 Sin embargo, al mismo tiempo, Egipto se niega a permitir que el relator especial sobre la promoción y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo visite el país para estudiar el historial de derechos humanos de Egipto en la “guerra contra el terror”, a pesar de las reiteradas peticiones del relator. Egipto también continúa negando el acceso a los relatores especiales sobre la tortura y sobre la independencia de magistrados y abogados. Las leyes antiterroristas de Egipto La población de Egipto ha vivido bajo el estado de excepción durante la mayor parte de los últimos 40 años.10 El estado de excepción vigente en la actualidad no se ha levantado desde que fue impuesto en 1981. Las disposiciones de excepción se han renovado regularmente sin una revisión adecuada y contraviniendo el derecho internacional, en particular el PIDCP.11 En abril de 2006, el estado de excepción se renovó de nuevo por un periodo adicional de dos años, a pesar de los reiterados llamamientos de grupos de derechos humanos para que fuera levantado. La legislación de excepción confiere amplias facultades a los funcionarios de seguridad y al poder ejecutivo. Estas potestades facilitan la comisión de numerosas violaciones de derechos humanos –tales como detención arbitraria, tortura, malos tratos y juicios injustos– que se han perpetrado con impunidad durante muchos años. 9 Egypt urges new UN chief to continue fight against terror, AFP, 14 de octubre de 2006. El estado de excepción fue declarado en 1967 debido a la guerra entre árabes e israelíes de ese año y sólo se levantó entre mayo de 1980 y octubre de 1981. El 6 de octubre de 1981 volvió a imponerse tras el asesinato del presidente Mohamed Anwar Sadat. 11 El artículo 4 del PIDCP establece: “En situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la nación y cuya existencia haya sido proclamada oficialmente, los Estados Partes en el presente Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la medida estrictamente limitada a las exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de este Pacto, siempre que tales disposiciones no sean incompatibles con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional y no entrañen discriminación alguna fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social”. 10 Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 9 La legislación también restringe gravemente el derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión, y permite que las personas acusadas de ciertos delitos sean juzgadas en procesos manifiestamente injustos ante tribunales militares y de excepción. En enero de 2004, en un intento de limitar el uso de la legislación de excepción, el presidente Mubarak ordenó la derogación de la mayoría de las órdenes militares emitidas en virtud de las disposiciones de excepción desde 1981, excepto aquellas supuestamente encaminadas a proteger la seguridad pública. El año anterior, 2003, se habían abolido los Tribunales de Seguridad del Estado. Sin embargo, los poderes excepcionales que la norma que creó estos tribunales, la Ley Núm. 105 de 1980, confería a la Fiscalía fueron restituidos a través de enmiendas al Código de Procedimiento Penal. La Ley del Estado de Excepción (Ley Núm. 162 de 1958, enmendada) otorga amplios poderes a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, en especial a los funcionarios del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado. Con arreglo al artículo 3, un sospechoso puede permanecer detenido durante un periodo prolongado sin cargos ni juicio.12 El Ministerio del Interior ordena las detenciones. En casos urgentes, estas órdenes pueden ser verbales, siempre que se acompañen de una orden por escrito en el plazo de ocho días. Todas las personas recluidas en detención administrativa en virtud del artículo 3 tienen algunos derechos de apelación, pero el proceso es complejo y las autoridades con frecuencia cometen abusos. La ley establece que se informará inmediatamente al detenido de las razones de su detención, que se le permitirá el acceso a un abogado y que se le autorizará a ponerse en contacto con la persona de su elección para informarle de su detención. En la práctica, sin embargo, a las personas detenidas no se les suele informar de la razón de su detención, y no se les permite recibir visitas de familiares durante 30 días. Además, el artículo 6 no exige que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley respeten los procedimientos de detención y reclusión especificados en la Constitución y en otras leyes egipcias cuando aprehenden a personas que han violado órdenes emitidas en virtud de la legislación de excepción, o sospechosas de haber cometido delitos incluidos en dichas órdenes. La Ley del Estado de Excepción otorga al presidente egipcio la facultad de trasladar ante un tribunal de excepción cualquier caso relacionado con un delito tipificado en el código penal o en otra norma. También lo faculta para determinar la composición de los tribunales de excepción, incluso nombrando a oficiales de las fuerzas armadas para que actúen como jueces.13 El artículo 6 del Código de Justicia Militar autoriza al presidente a trasladar cualquier caso a un tribunal militar. Las sentencias pronunciadas por estos tribunales se consideran definitivas y están sujetas 12 13 Para más información, véase el apartado sobre detención administrativa, infra. Artículos 7, 8 y 9 de la Ley del Estado de Excepción. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 10 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad sólo a revisión presidencial, lo que impide a los acusados recurrir ante una instancia judicial superior, en contra de lo que exige el derecho internacional.14 La Ley del Estado de Excepción también faculta al ejecutivo para ordenar la detención sin cargos ni juicio de cualquier persona sospechosa de haber cometido delitos tan vagamente definidos como poner en peligro la “seguridad nacional” o el “orden público”. Miles de personas continúan recluidas en virtud de órdenes de detención administrativas aunque los tribunales las hayan absuelto o hayan ordenado reiteradamente su liberación. Las autoridades egipcias utilizan con frecuencia esta práctica de “detención recurrente” para detener a personas –especialmente miembros o simpatizantes de grupos islamistas no autorizados– sin cargos ni juicio durante periodos prolongados. Algunos permanecen detenidos desde comienzos de la década de los noventa. La Ley Antiterrorista (Ley Núm. 97 de 1992) concede poderes aún mayores a los cuerpos de seguridad y a la Fiscalía, y limita todavía más los derechos de las personas, restringiendo, entre otras cosas, la libertad de expresión, asociación y reunión. También ha servido de base legal para juzgar a civiles ante tribunales militares, una práctica que viola las normas internacionales. Poco después de que se introdujese la Ley Antiterrorista, el Comité de Derechos Humanos de la ONU concluyó que la norma contraviene varios derechos consagrados en el PIDCP, en particular en sus artículos 6, 7, 9 y 15.15 El Comité también declaró que la “definición del terrorismo en esa ley es tan lata que abarca una amplia gama de actos de distinta gravedad”. Solicitó a Egipto que revisase la ley, especialmente las disposiciones que ampliaban el alcance de la pena de muerte.16 Hasta 2003, cuando se aprobó la ley que abolía los Tribunales de Seguridad del 14 Artículo 12 de la Ley del Estado de Excepción. En marzo de 2007, el presidente Mubarak propuso una ley para establecer un tribunal de apelación para las personas juzgadas ante tribunales militares. 15 Doc. ONU CCPR/C/79/Add.23, 9 de agosto de 1993, párr. 8. Estos artículos garantizan el derecho a la vida (artículo 6), el derecho a no ser sometido a torturas o malos tratos (artículo 7), el derecho a no ser sometido a detención o prisión arbitrarias (artículo 9), la legalidad del delito (es decir, el requisito de supeditar tanto la responsabilidad penal como el castigo a la existencia y aplicabilidad de disposiciones claras y precisas en la ley en el momento en que se cometió el delito, excepto cuando una ley posterior imponga una pena más leve) (artículo 15). 16 El artículo 86 del Código Penal Egipcio, enmendado por la Ley Núm. 97 de 1992, define así el delito de “terrorismo”: “[…]se entiende por terrorismo todo acto de fuerza, violencia, amenaza o intimidación perpetrado como parte de un plan delictivo individual o colectivo que intenta alterar el orden público, o poner en peligro la seguridad pública, o herir o aterrorizar a las personas, o poner en peligro sus vidas, su libertad o su seguridad, o causar perjuicios al medio ambiente, a los medios de transporte o de comunicación o a edificios o propiedades privados o públicos, o apoderarse de alguno de ellos u ocuparlos, o impedir u obstruir el cumplimiento de las obligaciones de las autoridades, los centros de culto o de educación, o impedir la aplicación de la Constitución, las leyes o cualquier reglamento.” Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 11 Estado,17 la Ley Antiterrorista permitía a la policía judicial mantener detenidos a sospechosos hasta siete días antes de ponerlos a disposición de la Fiscalía.18 En marzo de 2006, el gobierno anunció que había encargado a un comité la elaboración de una nueva ley antiterrorista para sustituir a la legislación de excepción. Amnistía Internacional dirigió un memorando al presidente Mubarak y a otros miembros del gobierno egipcio instándolos a garantizar que la nueva ley no consolidará los poderes que durante muchos años han facilitado la tortura y otros malos tratos, la detención arbitraria, los juicios injustos y otras graves violaciones de los derechos humanos. Amnistía Internacional solicitó la oportunidad de ver y comentar el proyecto de ley y buscó información sobre varios casos de personas detenidas en relación con presuntas actividades terroristas. La secretaria general de Amnistía Internacional también entregó un ejemplar del memorando al ministro del Interior durante una vista realizada a El Cairo en septiembre de 2006. En diciembre, Amnistía Internacional solicitó de nuevo una respuesta al memorando en el curso de una reunión con funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores. En el momento de redactar este informe, Amnistía Internacional no había recibido ninguna respuesta. El 26 de diciembre de 2006, en una declaración ante la Asamblea del Pueblo, el presidente Mubarak anunció su propuesta de enmendar 34 artículos de la Constitución egipcia. Como ya se ha señalado, de especial preocupación es el artículo 179 enmendado, que allana el camino para la introducción de una nueva ley antiterrorista. En marzo de 2007, las enmiendas fueron aprobadas en el Parlamento y refrendadas en una consulta popular que los grupos políticos de oposición, entre otros, boicotearon y que observadores nacionales independientes criticaron ampliamente y calificaron de fraudulenta. En vísperas de la votación en el Parlamento y antes del referéndum, Amnistía Internacional advirtió de que las enmiendas consolidarán las prácticas actuales de detención y reclusión arbitrarias, tortura y juicios sin garantías procesales, deteriorarán aún más la protección de los derechos humanos y violarán las obligaciones contraídas por Egipto en virtud de las normas internacionales de derechos humanos.19 Amnistía Internacional renueva su llamamiento al gobierno egipcio para que garantice que la ley antiterrorista prevista respetará íntegramente el derecho y las normas internacionales de derechos humanos. Varios órganos de la ONU, entre ellos la Comisión de Derechos Humanos, la Asamblea General y el Consejo de Seguridad, 17 Ley 95 de 2003 que deroga los Tribunales de Seguridad del Estado y enmienda ciertas disposiciones del Código Penal y del Código de Procedimiento Penal. 18 Véase artículo 7bis de la Ley 105 de 1980 que establece los Tribunales de Seguridad del Estado; este artículo fue añadido por la Ley Antiterrorista de 1992. 19 Véase Amnistía Internacional, Egipto: El referéndum no debe utilizarse para legitimar el menoscabo de los derechos humanos (Índice AI: MDE 12/009/2007) y Egipto: Las enmiendas propuestas a la Constitución son el mayor golpe asestado en 26 años a la protección de los derechos humanos (Índice AI: MDE 12/008/2007). Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 12 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad han afirmado este principio en repetidas ocasiones.20 La renovación más reciente de este compromiso se plasmó en el documento final de la Cumbre Mundial 2005, aprobado en septiembre de 2005 por la sesión plenaria de alto nivel de la Asamblea General de la ONU, en la que el ministro de Asuntos Exteriores, Ahmed Aboul Gheit, participó en nombre del gobierno egipcio. El documento declara: […] la cooperación internacional para luchar contra el terrorismo debe llevarse a cabo de conformidad con el derecho internacional, incluida la Carta y las convenciones y los protocolos internacionales pertinentes. Los Estados deben asegurarse de que toda medida que se tome para combatir el terrorismo respete las obligaciones contraídas en virtud del derecho internacional, en particular las normas de derechos humanos, el derecho relativo a los refugiados y el derecho internacional humanitario.21 Amnistía Internacional reconoce que no existe una definición de terrorismo acordada internacionalmente. Sin embargo, cualquier definición debe respetar los principios establecidos en el derecho penal, en particular el principio de la legalidad del delito (es decir, el requisito de supeditar tanto la responsabilidad penal como el castigo a la existencia y aplicabilidad de disposiciones claras y precisas en la ley en el momento en que se cometió el delito, excepto cuando una ley posterior imponga una pena más leve)22 y el principio de responsabilidad individual (es decir, que la responsabilidad penal debe ser individual, no colectiva). Amnistía Internacional insta a las autoridades egipcias a que garanticen que la nueva ley antiterrorista define con claridad y sin ambigüedad los “actos de terrorismo”, de un modo que no limite o criminalice actos derivados del ejercicio de los derechos y libertades garantizados por el derecho internacional de los derechos humanos, incluida la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica. La organización también insta a las autoridades egipcias a revisar la definición de terrorismo incluida en el Código Penal, a la luz de los principios especificados anteriormente, en caso de que la nueva ley antiterrorista vaya a hacer uso de esa definición, o, en su defecto, a revocar el artículo 86 del Código Penal. Además, Amnistía Internacional insta al gobierno a no emplear las definiciones de terrorismo incluidas en la Convención sobre la Prevención y la Lucha contra el Terrorismo, de la Unión Africana, y en su Protocolo, o en la Convención Árabe para la Represión del Terrorismo, ya que son demasiado vagas y podrían 20 Véanse, en particular: Comisión de Derechos Humanos, Resolución 2003/68, de 25 de abril de 2003, párr. 3; Resolución 2004/87, de 21 de abril de 2004, párr. 1; y Resolución 2005/80, de 21 de abril de 2005, párr. 1. Véanse también: Asamblea General de la ONU, Resolución 57/219, de 18 de diciembre de 2002, párr. 1; Resolución 58/187, de 22 de diciembre de 2003, párr. 1; Resolución 59/191, de 20 de diciembre de 2004, párr. 1; y Resolución 60/158, de 16 de diciembre de 2005, párr. 1. Véase asimismo Resolución 1456 del Consejo de Seguridad de la ONU, de 20 de enero de 2003, párr. 6. 21 Véase Documento final de la Cumbre Mundial 2005, doc. ONU A/RES/60/1, de 16 de septiembre de 2005. 22 Véase el informe del Experto independiente sobre la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo, E/CN.4/2005/103, 7 de febrero de 2005, párr. 33. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 13 utilizarse para criminalizar el ejercicio legítimo de la libertad de expresión y de otros derechos humanos.23 Las autoridades egipcias deben garantizar que la nueva ley antiterrorista no facilitará en modo alguno la tortura o los malos tratos, e incluirá las salvaguardias que contra tales abusos contienen normas internacionales como la Convención contra la Tortura. Hasta la fecha, tales salvaguardias han brillado por su ausencia en la legislación egipcia. Además, para garantizar la justicia de los procesos emprendidos contra personas acusadas de delitos relacionados con el terrorismo, la nueva ley debe facilitar a los acusados las condiciones necesarias para defenderse con eficacia, incluido el derecho a contar con asistencia letrada con prontitud y durante el interrogatorio. Por último, Amnistía Internacional insta a las autoridades egipcias a garantizar que la nueva ley antiterrorista no castigará ningún delito con la pena de muerte. 2. Detenciones arbitrarias y reclusión ilegal Las detenciones arbitrarias seguidas de reclusión secreta y en régimen de incomunicación han sido característica constante de las medidas antiterroristas del gobierno egipcio durante decenios. Las fuerzas de seguridad del Estado han respondido a los ataques armados y con bombas llevando a cabo detenciones en masa, y en sus redadas han incluido con frecuencia creciente a esposas, hermanas, progenitores de edad avanzada y, en ocasiones, incluso a hijos de los sospechosos. El Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado (SSI) ha mantenido recluidas durante meses a muchas de estas personas, utilizándolas en la práctica como rehenes, para obligar a sus familiares a entregarse o para conseguir información sobre los sospechosos. En decenas de casos, según los informes, se ha torturado durante la detención, con prácticas como las descargas eléctricas, a hombres que tenían relación de parentesco con sospechosos. Las personas sospechosas de haber cometido delitos relacionados con el terrorismo han permanecido semanas o meses detenidas en régimen de incomunicación, y durante ese tiempo han sufrido torturas u otros malos tratos. Detenciones arbitrarias en masa Normalmente, los ataques de los grupos armados han venido seguidos de detenciones en masa. Por ejemplo, tras los ataques de 2004 en Taba y Nuweiba, y de 2005 en El Cairo y Sharm al Sheikh, y de las explosiones de 2006 en Dahaba, miles de personas fueron detenidas. Funcionarios del gobierno declararon que esas redadas masivas formaban parte necesariamente de una investigación efectiva. 23 Véase Amnistía Internacional, La Convención Árabe para la Represión del Terrorismo, una seria amenaza para los derechos humanos (Índice AI: IOR 51/001/2002), 9 de enero de 2002, y Comisión Internacional de Juristas, Terrorism and Human Rights: New Challenges and Old Dangers, marzo de 2003, pp. 61-65. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 14 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Por lo general, las detenciones se han practicado de madrugada por funcionarios del SSI ayudados por agentes de las paramilitares Fuerzas de Seguridad Central, sin recurso al debido proceso. A menudo, las autoridades que practicaban la detención han amenazado e intimidado a los familiares de los sospechosos. En varias ocasiones en que la redada del SSI no encontró al sospechoso, los agentes detuvieron a miembros de su familia, no en calidad de sospechosos sino para ejercer presión sobre la persona buscada y conseguir que se entregase, y para obtener información sobre su paradero o sobre otra persona ya detenida. Muchos sospechosos detenidos en estas redadas han declarado que en el momento de la aprehensión no se les informó de las razones de la detención. A menudo, los agentes de las fuerzas de seguridad que practicaron las detenciones dijeron a los familiares que llevaban a los detenidos a una oficina local del SSI o a una comisaría. Sin embargo, una vez allí, a los detenidos no se les permitió informar a una persona de su elección sobre su detención y circunstancias, y tampoco se les informó de los cargos que existían contra ellos ni de su derecho a contar con asistencia letrada. En esos casos, las detenciones han violado el Código de Procedimiento Penal y la Constitución, que establecen que toda persona detenida o recluida será informada de la razón de su detención o reclusión, podrá comunicarse con el mundo exterior y será asistida por un abogado inmediatamente después de su detención.24 En general, los únicos detenidos que han sido informados de la razón de su detención han sido aquellos que fueron puestos bajo custodia simplemente por estar emparentados con un sospechoso. En algunos casos, las autoridades liberaron a esos familiares con la orden de que encontrasen a la persona buscada y la convenciesen de que se entregase para poner fin a la tortura y los malos tratos de otros miembros de la familia que aún permanecían detenidos. Por ejemplo, numerosos familiares de sospechosos de tener relación con los ataques con bomba en Taba permanecieron detenidos hasta cinco meses y fueron sometidos a torturas u otros malos tratos para obligarles a facilitar información sobre el paradero de las personas buscadas por las autoridades o para inducir a los fugitivos a entregarse. El encarcelamiento –en calidad de “presos sustitutivos”– de familiares y personas relacionadas con los sospechosos de haber cometido un delito es un caso de detención y reclusión arbitraria y viola el derecho internacional de los derechos humanos. De hecho, puede constituir un delito de toma de rehenes en virtud de la Convención Internacional contra la Toma de Rehenes, que Egipto ratificó en 1981. Familiares de Usama ‘Abd al Ghani al Nakhlawi La noche del 21 de octubre de 2004, agentes de las fuerzas de seguridad intentaron detener a Usama ‘Abd al Ghani al Nakhlawi en su domicilio en Nakhil, Al ‘Arish, pero él no se encontraba allí. En su lugar, según la hermana del hombre buscado, 24 Artículo 139 del Código de Procedimiento Penal y artículo 71 de la Constitución egipcia. El artículo 9.2 del PIDCP contiene disposiciones similares. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 15 Sahar Muhammed ‘Abd al Ghani, profesora de escuela primaria, detuvieron a su anciano tío, ‘Eid ‘Abd al Ghani, aunque éste no era sospechoso. Después los funcionarios se dirigieron al domicilio de los padres de la esposa de Usama ‘Abd al Ghani, Maryam Sulaiman Hassan. Allí arrancaron a la fuerza el velo a la mujer de 21 años, le vendaron los ojos, le ataron las manos a la espalda y la golpearon antes de llevarla a la sede del SSI en Al ‘Arish. A consecuencia de ello, la mujer fue separada de su hija de 15 meses, Hagar, que quedó al cuidado de su abuela. A la mañana siguiente, agentes de las fuerzas de seguridad asaltaron el domicilio de Sahar Muhammed ‘Abd al Ghani cuando toda la familia dormía. Los agentes detuvieron a Sahar junto a sus dos hermanos, Ayman y Ahmed, y sus padres. Les ataron las manos a la espalda, les vendaron los ojos y los introdujeron en vehículos de la policía. Según los informes, los agentes golpearon a Ahmed antes de meterlo en el automóvil. Los condujeron a la sede del SSI en Al ‘Arish y allí les quitaron las vendas de los ojos y separaron a los hombres de las mujeres. Les dijeron que permanecerían detenidos hasta que Usama se entregase a la policía. Al cabo de una semana de reclusión, agentes de la policía de seguridad introdujeron a Sahar y a su hermano Ayman en un automóvil rojo y les ordenaron que señalasen cuál era la casa de su tío, Gumaa, y de dos de sus hijos, Magdi y Muhammed. Los tres fueron detenidos y llevados también a la sede del SSI en Al ‘Arish, junto a otro primo, Muhammed Abdallah. Según informes, el tío del hombre buscado, Eid ‘Abd al Ghani, fue liberado después de pasar una semana recluido; al parecer la policía de seguridad le ordenó que buscase a Usama ‘Abd al Ghani al Nakhlawi. Sahar, su madre Na‘ima y su cuñada Maryam permanecieron detenidas 14 días sin cargos ni juicio y luego fueron liberadas. El tío de Sahar, Gumaa, y sus dos hijos permanecieron recluidos dos meses y luego fueron puestos en libertad sin cargos. El hermano de Sahar, Ahmed, que según los informes enfermó de gravedad debido a las duras condiciones de reclusión, fue liberado el 23 de diciembre de 2004. Su hermano Ayman y su padre, Muhammed ‘Abd al Ghani, fueron liberados sin cargos al cabo de cinco meses. Mientras permanecieron detenidos, no se permitió a ninguno de los familiares de Usama ‘Abd al Ghani al Nakhlawi recibir visitas, contactar con un abogado o recibir asistencia médica. Según los informes, Ayman y Gumaa fueron torturados en la sede del SSI en Al ‘Arish. A excepción de ‘Eid ‘Abd al Ghani, todos los hombres de la familia permanecieron detenidos, al parecer, en el campamento militar de las Fuerzas de Seguridad Central en Al Masa‘id, a pocos kilómetros al oeste de Al ‘Arish donde, según informes, las condiciones de detención eran muy duras. Usama ‘Abd al Ghani al Nakhlawi fue detenido en agosto de 2005 y juzgado en relación con los ataques con bombas en Taba y Nuweiba. El 30 de noviembre de 2006, fue condenado a muerte junto a otras dos personas. Los tres permanecen recluidos en la prisión de Tora, en El Cairo. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 16 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Detención secreta y en régimen de incomunicación En muchos casos, las autoridades no han facilitado información sobre los detenidos a sus familiares, ni siquiera información sobre su paradero. Cuando los familiares han acudido a la sede local del SSI o a la comisaría donde los agentes habían dicho que llevarían a los detenidos, se les ha informado de que sus allegados no estaban allí, pero no del lugar donde se encontraban detenidos. Asimismo, cuando las familias se han dirigido a la Fiscalía o por escrito a los Ministerios de Interior y Justicia, tampoco se les ha ofrecido ninguna información o explicación sobre el destino de sus parientes. En lo que respecta al mundo exterior, estos detenidos se han convertido en víctimas de desaparición forzada, una violación grave del derecho internacional. En casi todos los casos, la desaparición ha sido de corta duración pero, en el caso de algunas personas devueltas desde el extranjero, la desaparición se ha prolongado durante meses e incluso años. Cuando las familias han conocido el paradero de su familiar a través de medios informales, normalmente a través de otros detenidos que fueron puestos en libertad, no se les ha permitido visitarlos o sólo han podido hacerlo después de largos periodos durante los que sus familiares han permanecido recluidos en régimen de incomunicación. Muchas de las personas detenidas después del ataque con bomba de Taba, por ejemplo, sólo podían recibir visitas de sus familiares durante las festividades nacionales más señaladas. Las personas juzgadas en relación con los ataques de El Cairo no pudieron recibir visitas de sus familiares durante más de un año, hasta que su juicio dio comienzo en junio de 2006. En general, se cree que las autoridades no divulgan información sobre el paradero de los detenidos debido a la potestad del Ministerio del Interior para determinar el lugar de reclusión de cada detenido.25 El artículo 1bis de la Ley Núm. 396 de 1956 –la Ley Penitenciaria– establece que “[…] las personas privadas de libertad pueden ser recluidas en alguno de los centros de reclusión anteriormente especificados en esta ley así como en los lugares que defina por decreto el ministro del Interior […]”. Este artículo ha permitido la reclusión de personas en centros de detención del SSI y en campamentos militares de las Fuerzas de Seguridad Central, instalaciones que, a diferencia de otros centros de detención ordinarios, no están sujetas a la inspección de la Fiscalía ni de ninguna otra autoridad judicial, en contra de lo que disponen el artículo 42 del Código de Procedimiento Penal y el artículo 85 de la Ley Penitenciaria. En la mayoría de los casos, las personas detenidas por motivos de seguridad han permanecido en la sede local del SSI o en la comisaría durante un par de días antes de su traslado, normalmente a la jefatura del SSI en la plaza de Lazoghly, en El Cairo, o a una prisión cercana a la capital. A pesar de los numerosos informes que indican que se ha recluido a personas en centros de detención del SSI, el Ministerio 25 Ley 157 de 1968 y sus decretos ejecutivos. Véase Consejo Nacional de Derechos Humanos, Informe Anual 2004/2005, p.295. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 17 del Interior declaró que “las instalaciones [del SSI] no se consideran centros de detención, ya que son sistemas de información de seguridad que no tienen jurisdicción alguna sobre las operaciones de detención. Por consiguiente, las visitas de inspección regulares [especificadas en el artículo 42 del Código de Procedimiento Penal] no incluyen esas instalaciones”.26 Dado que estos centros de detención no están oficialmente reconocidos como prisiones, no llevan un registro de las personas detenidas o del tiempo que permanecen allí. La detención de personas en esos centros de reclusión informales, aunque sea durante un periodo breve, viola el artículo 41 del Código de Procedimiento Penal, que prohíbe la detención de personas en instalaciones no oficiales. También parece que la Fiscalía no recibe información sobre las personas recluidas en esas dependencias o sobre las razones por las que el SSI las detuvo, y por lo tanto no puede supervisar de ninguna manera las condiciones de detención o el trato que reciben los detenidos mientras permanecen en esos lugares. A consecuencia de estas prácticas, muchas personas detenidas por motivos de seguridad han permanecido recluidas durante semanas o meses en régimen de incomunicación y, según los informes, han sido torturadas. La detención en régimen de incomunicación ha sido condenada por órganos y mecanismos internacionales de derechos humanos como una violación de derechos humanos que facilita la comisión de otras violaciones tales como la desaparición forzada, la tortura y otros malos tratos. El relator especial de la ONU sobre la tortura ha insistido reiteradamente en que la tortura se produce a menudo cuando los detenidos permanecen recluidos en régimen de incomunicación, incapaces de contactar con personas en el exterior que podrían ayudarles o saber lo que les ocurre, y ha instado a poner fin a esta práctica. Todos los detenidos deben comparecer ante una autoridad judicial independiente sin demora cuando son puestos bajo custodia, y a partir de ese momento deben tener acceso a familiares, abogados y médicos sin dilación y con regularidad.27 Seis personas recluidas en detención secreta Seis ciudadanos egipcios –Muhammed ‘Abd al ‘Aziz al Gamal, Sayyid Imam ‘Abd al ‘Aziz al Sharif (también conocido como Abu al Fadl), ‘Isam Shu’aib Muhammed, Khalifa Sayyid Badawi, Uthman al Samman y Ali Abd al Rahim– devueltos ilegalmente a Egipto desde Yemen en febrero de 2002 siguen detenidos sin cargos y sin tener acceso a asesoramiento legal, asistencia médica o a sus familiares, según la información recibida por Amnistía Internacional.28 Los seis permanecen recluidos en detención secreta y en régimen de incomunicación, víctimas de desaparición forzada. 26 Consejo Nacional de Derechos Humanos, Informe Anual 2004/2005, p.213. Comité de Derechos Humanos, observaciones iniciales: Perú, doc. ONU CCPR/C/79/Add. 67, 25 de julio de 1996, párrs. 18 y 24. Informe del relator especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, doc. ONU E/CN.4/1995/434, párr. 926.d. 28 Anteriormente Amnistía Internacional y otros grupos de derechos humanos habían recibido información según la cual los seis habían sido devueltos a Egipto en 2004. 27 Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 18 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Antes de su devolución a Egipto, los seis habían permanecido desde 2001 recluidos, sin juicio, por los servicios de Seguridad Política de Yemen en Saná. En 1999, cuatro de ellos habían sido juzgados en Egipto in absentia por tribunales militares. En el proceso contra los “devueltos de Albania”, como dio en llamarse, Muhammed ‘Abd al ‘Aziz al Gamal, Sayyid Imam ‘Abd al ‘Aziz al-Sharif, ‘Isam Shu’aib Muhammed y Khalifa Sayyid Badawi fueron condenados a muerte, a cadena perpetua, a 10 años de cárcel y a 7 años de cárcel respectivamente, en un juicio injusto celebrado ante el tribunal militar de Heikstep, cerca de El Cairo. Uthman al Samman fue juzgado in absentia ante un tribunal militar en 1992 y también fue condenado a muerte. Las autoridades no han facilitado ninguna información sobre estos hombres o sobre si prevén juzgarlos de nuevo. Según informes, en marzo de 2007, Muhammed ‘Abd al ‘Aziz al Gamal y Sayyid Imam ‘Abd al ‘Aziz al Sharif fueron trasladados a la prisión de Tora desde un centro de detención desconocido donde habían permanecido recluidos desde su devolución desde Yemen. Al parecer, como miembros del grupo Guerra Santa Islámica liderado en el pasado por Ayman al Zawahiri, estaban preparando el anuncio de una iniciativa renunciando a la violencia en Egipto, similar a la que anunció el Grupo Islámico (AlGama‘a al Islamiya) en 1997.29 Detención administrativa Varios centenares de personas detenidas en relación con los ataques con bombas en Sinaí entre 2004 y 2006 y en El Cairo en abril de 2005 permanecen recluidas en detención administrativa. En total, en la actualidad unos 18.000 detenidos administrativos se consumen en las prisiones egipcias, algunos de ellos desde comienzos de la década de los noventa.30 La mayoría permanecen recluidos en condiciones que constituyen trato cruel, inhumano o degradante. Según los informes, cientos de ellos padecen tuberculosis, enfermedades de la piel y otras afecciones que proliferan debido a la falta de higiene y asistencia médica adecuadas, a la alimentación deficiente y al grave hacinamiento.31 Cientos de familiares de detenidos administrativos llevaron a cabo durante varios meses una sentada ante la sede del Sindicato de Abogados en El Cairo, en vísperas de las elecciones presidenciales de septiembre de 2005, para protestar por que sus familiares continuaban recluidos en penosas condiciones a pesar de las numerosas órdenes de excarcelación emitidas por los tribunales de excepción. También organizaron una protesta en octubre de 2005 frente al Ministerio del Interior, en la plaza cairota de Lazoghly. 29 “Former leader of Gihad joins initiative to stop violence in Egypt”, Al-Hayat, 22 de marzo de 2007. Según un funcionario del Ministerio del Interior, la cifra no supera los 4.000 detenidos. 31 En septiembre de 2005, hasta 2.000 presos fueron liberados por razones humanitarias y de salud, según informes tras las recomendaciones emitidas por el Consejo Nacional de Derechos Humanos, organismo patrocinado por el gobierno. 30 Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 19 Es frecuente que personas detenidas como sospechosas de terrorismo que o bien no son acusadas o bien han sido absueltas permanezcan recluidas en detención administrativa por orden del ministro del Interior en virtud de la legislación de excepción. El artículo 3 de la Ley del Estado de Excepción establece que el ministro del Interior puede “detener y recluir a personas sospechosas o que pongan en peligro la seguridad pública o el orden público”. Cualquier persona detenida en virtud de esta disposición tiene derecho a impugnar su detención 30 días después de la fecha en que fue dictada la orden de detención. Su queja se traslada a un tribunal de excepción, que debe emitir una decisión razonada en el plazo de 15 días. Sin embargo, si el tribunal determina que el detenido debe ser puesto en libertad, el ministro del Interior tiene 15 días para recurrir la decisión, tiempo durante el cual la persona continúa detenida. Si el ministro recurre, el caso es remitido a un segundo tribunal equivalente que también dispone de 15 días para tomar una decisión sobre la objeción del ministro. Si el segundo tribunal confirma la orden de libertad, la persona debe ser liberada. Si no, la reclusión continúa y la persona detenida tiene derecho a presentar una nueva queja ante un tribunal de excepción y a comenzar de nuevo todo el proceso, una vez transcurrido un nuevo periodo de 30 días.32 ‘Abd al Mun’im al Srougi ‘Abd al Mun’im al Srougi, de 41 años de edad, fue detenido en junio de 1990 y permanece recluido desde entonces. Nunca se han presentado cargos contra él. Ha permanecido recluido en distintas prisiones, incluidas las de Abu Zaabal y Tora. Según informes, los tribunales de excepción han ordenado su libertad en al menos ocho ocasiones. Amnistía Internacional realiza trabajo de campaña en su favor desde 1995. En octubre de 1996, el Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria aprobó una decisión en la que se afirmaba que ‘Abd al Mun’im al Srougi había sido detenido arbitrariamente en contravención de la Declaración Universal de Derechos Humanos y del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.33 En el momento de redactarse este informe, ‘Abd al Mun‘im al Srougi se encontraba en la prisión de Wadi Natroon, al noroeste de El Cairo. En la práctica, sin embargo, las autoridades incumplen a menudo este procedimiento y no ponen en libertad a los detenidos con arreglo a la decisión del segundo tribunal. En su lugar, trasladan en secreto a los detenidos a otros centros de detención, como comisarías locales o dependencias del SSI en El Cairo o en otros lugares, y los mantienen recluidos hasta que el ministro del Interior dicta nuevas órdenes de detención alegando infundadamente que el detenido fue liberado y que de inmediato volvió a involucrarse en actos delictivos o terroristas, siendo aprehendido de nuevo. 32 Para más información sobre la detención administrativa en Egipto, véase Egypt: Arbitrary detention and torture under emergency powers (Índice AI: MDE 12/01/1989), y Egypt: Security police detentions undermine the rule of law (Índice AI: MDE 12/01/1992). 33 Doc. ONU, general, E/CN.4/1997/add.1, 29 de octubre de 1996. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 20 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Algunos acusados han seguido recluidos tras ser absueltos por tribunales militares o de excepción, pues el ministro del Interior ha dictado una nueva orden de detención contra ellos. Los detenidos que insisten en presentar recursos contra sus órdenes de detención han sido trasladados a prisiones remotas, a cientos de kilómetros de sus familias, aparentemente como represalia y para disuadirlos de presentar nuevos recursos. Los abogados que representan a esos detenidos han comunicado a Amnistía Internacional que esta práctica ha provocado que algunos de ellos desistan de ejercer su derecho a impugnar las órdenes de detención. Tal uso de las órdenes de detención administrativa es ilegal. El Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria ha declarado: “El uso de la detención administrativa en virtud de leyes de seguridad pública, migración u otras normas administrativas conexas, que tenga como resultado la privación de la libertad por tiempo indefinido o por períodos prolongados sin un control judicial eficaz, como medio de detener a personas sospechosas de haber participado en actividades terroristas u otros delitos, es incompatible con las normas internacionales de derechos humanos”.34 El PIDCP prevé la derogación de algunas de sus disposiciones durante los estados de excepción, pero sólo en la medida en que la situación ponga en peligro la vida de la nación. El Comité de Derechos Humanos ha insistido en que: “Los Estados Partes no pueden en ningún caso invocar el artículo 4 del Pacto como justificación de actos que violan el derecho humanitario o normas imperativas de derecho internacional, por ejemplo, [...] la privación arbitraria de la libertad [...]”. De conformidad con el derecho internacional y en particular con el artículo 9.3 del PIDCP, toda persona detenida por sospecharse su participación en una actividad delictiva será llevada sin demora ante una autoridad judicial y será juzgada dentro de un plazo razonable o, de lo contrario, será puesta en libertad. Amnistía Internacional ha recordado reiteradamente al gobierno egipcio sus obligaciones en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, y ha llamado su atención sobre la exigencia de que los detenidos comparezcan ante una autoridad judicial sin demora y sean juzgados dentro de un plazo razonable y en procedimientos justos o, de lo contrario, sean puestos en libertad. El gobierno ha negado que se mantenga a personas recluidas en detención administrativa ilegalmente después de que se hayan dictado órdenes de libertad. En febrero de 2006, un funcionario del Ministerio del Interior declaró ante el Comité de Derechos Humanos del Parlamento Egipcio que sólo se emiten nuevas órdenes de detención contra personas cuya liberación ha sido ordenada por los tribunales cuando existen indicios de que la persona en cuestión puede constituir un peligro público o ha retomado sus actividades delictivas. En 1993 un funcionario del Ministerio del Interior hizo una declaración similar a Amnistía Internacional. Sin embargo, la práctica parece desmentir estas afirmaciones. 34 Informe del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria, E/CN.4/2005/6, párr. 77. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 21 Mohamed ‘Abd Rahim el Sharkawy Mohamed ‘Abd Rahim el Sharkawy permanece recluido en detención administrativa desde que fue extraditado a Egipto desde Pakistán en mayo de 1995. Seis de sus siete hijos siguen en Pakistán. Mohamed el Sharkawy había sido detenido dos veces en Egipto en la década de los ochenta: la primera en 1981 en relación con el asesinato del presidente Anwar Sadat y la segunda en 1987 después del intento de asesinato del entonces ministro del Interior. En una carta que recibió Amnistía Internacional denunció que lo habían torturado de diversas formas, por ejemplo, suspendiéndolo del techo durante varios días, aplicándole descargas eléctricas y propinándole palizas. Los tribunales egipcios lo absolvieron en las dos ocasiones. En 1988 se encontraba en Arabia Saudí realizando su Al Hadj, el viaje de peregrinación a la Meca, cuando supo que funcionarios del SSI lo esperaban en su domicilio en El Cairo para detenerlo. En vista de ello decidió no regresar a Egipto y en su lugar se trasladó a Pakistán. En 1989, su esposa egipcia y sus hijos se reunieron con él, y tres años después le fue concedida la ciudadanía paquistaní. En julio de 1994 lo detuvieron en su domicilio en Pakistán, en virtud de una solicitud de extradición cursada por las autoridades egipcias. Aunque instancias judiciales de Peshawar y Lahore, así como el Tribunal Supremo de Pakistán, todavía no habían decidido sobre el recurso legal que presentó alegando que no podía ser extraditado a Egipto por ser ciudadano paquistaní, en mayo de 1995 lo enviaron a Egipto. De vuelta en Egipto permaneció detenido en régimen de incomunicación durante varios meses, en el transcurso de los cuales al parecer fue torturado. Aunque el tribunal de excepción lo absolvió después de que recurriese la orden de detención dictada por el ministro del Interior, continúa recluido en detención administrativa desde entonces. Según ha declarado, en la década de los noventa, cuando se producían atentados terroristas en Egipto, lo sacaban de la prisión, lo interrogaban y lo torturaban. Mohamed el Sharkawy ha pasado los últimos 12 años entre las prisiones de Al Aqrab, Damanhour, Fayoum, Abu Zaabal y Tora. Los tribunales han ordenado su puesta en libertad al menos en 15 ocasiones. Actualmente se encuentra en la prisión de Liman Tora. Según afirma, padece problemas de salud que son consecuencia de las torturas que ha sufrido, de la falta de tratamiento médico adecuado y de las duras condiciones penitenciarias. Un informe médico ha confirmado que padece varias hernias discales que le producen dolor intenso en la espalda y las extremidades inferiores. Llevo recluido [en detención administrativa] más de 12 años, durante los cuales he sido sometido a todas las formas de tortura y malos tratos y se me ha prohibido el contacto con mis hijos y familiares. Mi familia ha sido desplazada, Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 22 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad he perdido mis medios de subsistencia, mi negocio [en Pakistán] ha cerrado y el futuro de mis hijos se ha perdido. Mohamed ‘Abd Rahim el Sharkawy describe su detención administrativa en prisiones egipcias 3. Tortura y otros malos tratos W.A.E.M., estudiante universitario de 22 años, relató a Amnistía Internacional las torturas que sufrió a manos de las fuerzas de seguridad egipcias. No se le acusó de ningún delito, tampoco se han investigado las denuncias de tortura que presentó y no ha recibido reparación alguna por la terrible experiencia. W.A.E.M. fue detenido alrededor de las tres de la madrugada del 29 de octubre de 2004 en su domicilio. Le vendaron los ojos y lo condujeron a la oficina del SSI en Al ‘Arish. Le pidieron que identificara a unas personas pero, cuando dijo que no sabía quiénes eran, lo insultaron y lo golpearon repetidamente en el rostro. Luego sus interrogadores lo desnudaron, le ataron las manos a la espalda, le ataron también los pies y lo colgaron por las muñecas del borde superior de una puerta abierta. Le sujetaron un cable en un dedo del pie y otro en el pene y le aplicaron descargas eléctricas. Luego le arrojaron agua en la cara y le obligaron a tumbarse en el suelo, todo mientras permanecía desnudo y con los ojos vendados. Ese tipo de torturas se prolongó durante una semana. Varias veces también lo obligaron a presenciar cómo interrogaban y torturaban a otros detenidos, y en ocasiones oyó los gritos de otros detenidos que estaban siendo interrogados. W.A.E.M. ha declarado: “Lo peor que me ocurrió es que me desnudaran, por el efecto psicológico que tiene”. W.A.E.M. relató a Amnistía Internacional que había pasado 14 días en la oficina del SSI en Al ‘Arish antes de que lo trasladaran a un centro de detención de las Fuerzas de Seguridad Central en Al-Masa‘id, después de la festividad de ‘Eid el Fiar, que marca el fin del Ramadán. En este segundo centro de detención lo recluyeron en una celda donde se hacinaban unos 35 presos. Los internos, que tenían que dormir en el suelo, no recibían más de una comida al día, no podían salir de la celda y no recibían atención médica. A consecuencia del tiempo que lo mantuvieron colgado con las manos a la espalda, W.A.E.M. sufrió lesiones graves en los brazos y no recuperó la movilidad total hasta después de 45 días. Durante este periodo otros detenidos lo alimentaron y lo ayudaron. Aunque pidió que lo viese un médico, su petición fue denegada. Después de pasar dos meses en Al Masa‘id, fue devuelto a la sede del SSI en Al ‘Arish, donde permaneció otros 20 días. Le denegaron el permiso para asistir a los exámenes en la Universidad. Luego lo trasladaron a la prisión de Tora donde, según afirma, lo interrogaron de nuevo y lo agredieron mientras tenía los ojos vendados. Finalmente lo pusieron en libertad sin cargos en abril de 2005. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 23 La tortura y otras formas de malos tratos se practican sistemáticamente en los centros de detención de todo el territorio egipcio. Las personas detenidas por sus opiniones o actividades políticas, especialmente los presuntos miembros de grupos islamistas no autorizados, incluidas personas devueltas desde el extranjero, corren un riesgo especial de sufrir torturas y otros malos tratos, particularmente en la jefatura del SSI situada en la plaza de Lazoghly, en El Cairo, así como en otras dependencias del SSI, comisarías de policía y, ocasionalmente, prisiones. Como práctica habitual, los agentes del SSI han sacado a personas de las prisiones para interrogarlas sin autorización de la Fiscalía, lo que constituye una violación flagrante del Código de Procedimiento Penal y de la Ley Penitenciaria. Ambas normas prohíben a los agentes de policía tener contacto con ninguna persona detenida sin la autorización por escrito de la Fiscalía.35 En decenas de casos de los que Amnistía Internacional ha tenido conocimiento a través de abogados y ex detenidos, se ha llevado a detenidos de la prisión de Tora a las dependencias del SSI y se los ha sometido a torturas u otros malos tratos durante los interrogatorios. Normalmente, en los expedientes de los detenidos no constan estos traslados. La ley egipcia de hecho los prohíbe, pero no contiene disposiciones para procesar o castigar a quienes los llevan a cabo.36 Durante las sesiones de interrogatorio se han utilizado distintas formas de tortura. Los métodos que se mencionan con mayor frecuencia son palizas, descargas eléctricas, suspensión por las muñecas y los tobillos y en posturas contorsionadas durante periodos prolongados, y amenazas de muerte, violación u otros abusos sexuales contra la víctima o sus familiares. Algunos detenidos afirman que los interrogaron mientras otros detenidos eran torturados cerca de ellos. Otros relatan que oyeron los gritos de personas que estaban siendo torturadas y vieron las marcas de la tortura en sus cuerpos después del interrogatorio. Muchos de los detenidos en relación con los ataques en Taba y Sharm el Sheikh afirmaron que durante las sesiones estaban desnudos y maniatados y tenían los ojos vendados. 37 El Comité de la ONU contra la Tortura mencionó esas prácticas en relación con Ahmed Agiza y Muhammed El Zari, devueltos desde Suecia a Egipto y presuntamente torturados (véase el capítulo 5). “[…] Egipto recurría al empleo persistente y generalizado de la tortura contra los detenidos, y [...] el riesgo de ser objeto de ese trato era particularmente elevado en el caso de los detenidos por razones políticas y de seguridad.”38 A pesar del conocimiento generalizado de que en los centros de detención egipcios se recurre sistemáticamente a la tortura y otros malos tratos, especialmente 35 Artículo 140 del Código de Procedimiento Penal y artículo 79 de la Ley Penitenciaria. Abdallah Khalil, Al-Huquq al-Madaniyya wa al-Siyassiya fi al-Tashri‘ al-Masri (Derechos civiles y políticos en la legislación egipcia), p. 118. 37 Amnistía Internacional obtuvo la información sobre estos abusos directamente de las víctimas o de sus testimonios escritos, o de informes de sus familiares y abogados, entre otras fuentes. 38 Doc. ONU, Comunicación Núm. 233/2003: Agiza v. Suecia, CAT/C/34/D/233/2003 (Jurisprudencia), párr. 13.4, 24 de mayo de 2005. 36 Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 24 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad en casos relacionados con la seguridad, algunos países –entre ellos Suecia, Reino Unido y Estados Unidos– han pedido a las autoridades egipcias garantías de que ninguna persona que sea trasladada a Egipto sufrirá ese tipo de abusos, lo que supone al menos un reconocimiento implícito de que la tortura es una práctica habitual en Egipto.39 Esas garantías, sin embargo, carecen de valor, ya que aquellos a quienes se les solicitan ya han roto en numerosas ocasiones los compromisos que contrajeron ante la comunidad internacional cuando ratificaron los tratados internacionales que prohíben la tortura y los malos tratos. Además, al confiar en esas garantías se incumple la obligación absoluta, en virtud del derecho internacional, de no trasladar a ninguna persona a un país donde corra el riesgo de sufrir torturas u otros malos tratos (el principio de no devolución). En un declaración a la prensa realizada en marzo de 2007, refiriéndose a los casos de Ahmed Agiza y Muhammed El Zari, el Ministerio de Justicia sueco declaró, después de los hechos, que el gobierno había concluido que las garantías recibidas de Egipto “no debieron considerarse suficientes”. En su respuesta a una de las observaciones del Comité de Derechos Humanos, el gobierno egipcio declaró en 2004 que las personas devueltas a Egipto desde otros países habían sido llevadas ante la Fiscalía de inmediato y que ninguna había “presentado una denuncia por malos tratos”.40 Esto es engañoso. De hecho, muchas de las personas devueltas desde el extranjero fueron detenidas a su llegada a Egipto, permanecieron más de un año en detención secreta y en régimen de incomunicación y sufrieron torturas u otros malos tratos (véase capítulo 5). Ahmed Abdallah Rabaa Al parecer, Ahmed Abdallah Rabaa sufrió torturas y otros malos tratos durante los casi tres meses que permaneció detenido, bien porque su hermano Muhammad era sospechoso de terrorismo, bien porque las fuerzas de seguridad confundieron unos nombres. Según los informes, el 22 de octubre de 2004, alrededor de la medianoche, la policía se presentó en el domicilio de Ahmed Rabaa para detener a su hermano. Los agentes golpearon a Ahmed en la cabeza con la culata de una ametralladora, lo esposaron, lo arrojaron al suelo y lo obligaron a permanecer de rodillas mientras registraban la casa. Cuando la policía detuvo a Muhammad, a él lo pusieron en libertad.41 Según el relato que Ahmed Rabaa hizo a Amnistía Internacional, unas tres semanas más tarde, aproximadamente el 15 de noviembre, los agentes de seguridad volvieron y le dijeron que debía acompañarlos por unas horas. Según los informes, permaneció 39 En septiembre de 2005, según informes, el embajador de Reino Unido en Egipto pidió al Consejo Nacional de Derechos Humanos egipcio que garantizase los derechos de los ciudadanos egipcios que fueran devueltos desde Reino Unido y declaró que el gobierno británico deseaba incluir en la “garantía diplomática” una nota sobre la función del Consejo para garantizar que los derechos de las personas devueltas a Egipto serían protegidos. Según se informó, el Consejo rechazó la propuesta. 40 Doc. ONU, Egipto, CCPR/CO/76/EGY/Add.3. Respuesta del Estado Parte, 18 de noviembre de 2004. 41 Muhammad Abdallah Raba’ fue posteriormente condenado a cadena perpetua por un tribunal de excepción en Isamilia, en relación con los ataques con bomba de Taba y Nuweiba (véase el recuadro sobre el juicio de Tawhid wal Jihad). Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 25 dos días detenido en la sede del SSI en Al ‘Arish, y luego fue trasladado a la jefatura del SSI en El Cairo junto con otros 16 detenidos. Allí permaneció 11 ó 12 días y fue interrogado regularmente. Después lo trasladaron a la prisión de Tora, donde permaneció alrededor de 33 días. Posteriormente fue devuelto a la jefatura del SSI en El Cairo, donde pasó una semana más. En este periodo, según afirma, lo interrogaron y torturaron tres o cuatro veces al día. En su relato describe cómo lo golpearon, lo colgaron por los tobillos y las muñecas en posturas contorsionadas y le aplicaron descargas eléctricas en partes sensibles del cuerpo como los labios, el pene y la cabeza. Siempre que lo interrogaban y torturaban, previamente le habían vendado los ojos y lo habían obligado a desnudarse. Según su testimonio, prácticamente a diario un médico comprobaba el estado de salud de los que habían sido torturados. Durante su detención Ahmed Rabaa no tuvo acceso a su abogado o a sus familiares, y en ningún momento compareció ante una autoridad judicial. En torno al 7 de enero 2005, funcionarios del SSI le dijeron que había habido una confusión en relación con los nombres de las personas que pensaban que él conocía y lo enviaron de vuelta a la prisión de Tora. A finales de febrero de 2005 lo pusieron en libertad. Las autoridades no han investigado sus denuncias de tortura, no han tomado medidas contra los autores y no han otorgado a Ahmed Rabaa indemnización alguna. La legislación egipcia y la tortura El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención contra la Tortura, tratados que Egipto ha ratificado, prohíben la tortura y otros malos tratos. Sin embargo, debido a la limitada definición del delito de tortura en la legislación egipcia, sólo algunas de las prácticas proscritas internacionalmente están prohibidas y tipificadas en la legislación de Egipto.42 En la ley egipcia la tortura sigue teniendo una definición restringida y está limitada al contexto de obligar a una persona acusada a hacer una confesión. Las amenazas de muerte y la tortura sólo se penan cuando se producen tras la detención ilegal por parte de alguien que dice ser un funcionario del gobierno.43 Por tanto, la ley no aborda una situación en la que una persona es torturada por otras razones (para 42 Véanse los artículos 126, 129 y 282 del Código Penal. La tortura se define en la sección del Código Penal titulada “Coacción y malos tratos a personas por parte de funcionarios públicos” (artículos 126-132). Las penas más severas por tortura son de 10 años de cárcel para la persona “que ordenó o cometió tortura para obligar a un acusado a hacer una confesión” o, si la víctima muere, “la misma condena establecida para el homicidio intencionado” [que puede conllevar la pena de muerte]. La tortura, incluidas las amenazas de muerte, también puede ser castigada con la cárcel en virtud de otras disposiciones, entre ellas el artículo 282 del Código Penal. Sin embargo, este artículo sólo se aplica cuando la persona torturada fue detenida ilegalmente, como se especifica en el artículo 280 del Código Penal, por alguien que decía ser agente de policía o vestía un uniforme de policía. Según el artículo 282: “La persona que detenga, confine o recluya a otra persona sin una orden de la autoridad competente, y en otros casos distintos a aquellos en que la ley y los estatutos autorizan la detención de sospechosos, será castigada con la detención o con una multa no superior a doscientas libras [egipcias]”. 43 Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 26 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad extraer información, intimidarla, castigarla o degradarla) o cuando la víctima no está acusada de un delito. En distintas ocasiones se ha notificado a las autoridades egipcias que esta definición de tortura es mucho más restrictiva que la definición de la Convención contra la Tortura.44 En junio de 1994, por ejemplo, el Comité contra la Tortura recomendó a Egipto que “prevea en sus leyes penales todas las formas de tortura”.45 Hasta la fecha no se han llevado a cabo esas reformas en la legislación. Además, los Estados no deben limitarse a tipificar la tortura como delito, sino que deben adoptar también “medidas legislativas, administrativas, judiciales o de otra índole eficaces para impedir los actos de tortura en todo territorio que esté bajo su jurisdicción”.46 El Comité de Derechos Humanos se ha referido además a la necesidad de prevenir, investigar, castigar y proporcionar reparación en caso de tortura y otros malos tratos.47 La legislación egipcia incorpora algunas salvaguardias para proteger a las personas detenidas frente a la tortura y otros malos tratos. El artículo 36 del Código de Procedimiento Penal establece que el detenido debe comparecer ante la Fiscalía para ser interrogado en el plazo de 24 horas después de su aprehensión; pasado ese plazo, si el periodo de detención no se amplía, debe ser puesto en libertad. El artículo 42 de la Constitución y el artículo 40 del Código de Procedimiento Penal prohíben el “daño físico y moral” de las personas detenidas. El artículo 57 de la Constitución establece que los procedimientos civiles y penales en relación con la tortura, según la define el Código Penal, no están sujetos a prescripción. En la práctica, sin embargo, los procedimientos de la legislación de excepción han violado e ignorado a menudo estas salvaguardias, que han resultado inadecuadas para proteger a los detenidos de la tortura y otros malos tratos. De hecho, la falta de garantías eficaces ha producido muchas muertes bajo custodia. Muertes bajo custodia Muhammad Suleyman Youssef Ahmed y su primo Ashraf Sa‘id Youssef murieron bajo custodia, al parecer a consecuencia de la tortura. Los dos habían sido detenidos en relación con los ataques con bombas perpetrados en El Cairo el 7 de abril de 2005. 44 Con arreglo a la Convención contra la Tortura, “se entenderá por el término ‘tortura’ todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia”. 45 Doc. ONU A/49/44, párr. 90. 46 Artículo 2 de la Convención contra la Tortura. 47 Observación general Núm. 20 del Comité de Derechos Humanos sobre el artículo 7 del PIDCP, párr. 8. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 27 Según los informes, Muhammad Ahmed, un profesor de educación primaria de 40 años de edad de Shubra al Kheima, una localidad al norte de El Cairo, murió el 29 de abril de 2005 bajo custodia policial, poco después de ser detenido. Sus familiares declararon a los medios de comunicación que, aunque sospechaban que había muerto a consecuencia de las torturas, las autoridades los habían coaccionado para que firmaran un informe médico que atribuía la muerte a causas naturales, y para que incineraran el cadáver ese mismo día en presencia de agentes de policía. Un funcionario del Ministerio del Interior declaró a Amnistía Internacional que Muhammad Ahmed padecía “algunos problemas de salud” que podían haber causado su muerte o contribuido a ella, pero no dio más detalles. Amnistía Internacional no ha tenido conocimiento de ninguna investigación oficial o formal sobre la causa y circunstancias de esta muerte, que siguen sin esclarecerse. Según los informes, Ashraf Sa‘id Youssef, de 28 años de edad, fue detenido el 29 de abril de 2005 en Al Manoufiya y permaneció 13 días recluido en régimen de incomunicación. Sus familiares no tuvieron noticias de su paradero hasta que ingresó con graves lesiones en el hospital universitario de Al Minyal el 11 de mayo de 2005. Murió ocho días después. El 21 de mayo, la Fiscalía afirmó, de manera poco convincente que, de acuerdo con los informes policiales iniciales, Ashraf Sa‘id Youssef se había provocado él mismo las lesiones golpeándose repetidamente la cabeza contra la pared de su celda. Sin embargo, según informes, el gobierno reconoció que las lesiones incluían magulladuras en el pecho y los brazos. La Fiscalía declaró que había ordenado la realización de un examen forense al cadáver para establecer la causa de la muerte. Sin embargo, casi dos años después, según la información de que dispone Amnistía Internacional, no se ha llevado a cabo ese examen ni tampoco una investigación adecuada sobre la muerte. Me dijeron “te vamos a colgar”. Yo no entendí a qué se referían. Entonces me ataron las manos a la espalda y me ataron también los pies, me colgaron por las muñecas del borde de una puerta abierta y empezaron a torturarme. 4. Juicios injustos Las normas internacionales de derechos humanos y la legislación egipcia incluyen disposiciones que garantizan el derecho a un juicio justo, lo cual incluye el derecho a asistencia letrada, la obligación de investigar las denuncias de tortura y otros malos tratos, y la prohibición de utilizar en los procedimientos judiciales pruebas obtenidas mediante tortura. Sin embargo, estas salvaguardias se han violado regularmente en casos que, según las autoridades egipcias, afectaban a la seguridad nacional, ya que a éstos se les aplica un sistema paralelo que incluye procedimientos legales “especiales”. Desigualdad ante la ley Las personas acusadas de delitos políticos o relacionados con el terrorismo son privadas de su derecho a la igualdad ante la ley debido a los procedimientos especiales que se aplican a lo largo de todo el proceso legal, desde la acusación al Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 28 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad juicio. Tanto el derecho internacional como la Constitución egipcia establecen el principio de igualdad.48 Esto significa que se debe garantizar a todas las personas, sin discriminación, el acceso a los tribunales en idénticas condiciones, que todas las personas deben disponer de las mismas garantías procesales y que los jueces y funcionarios no deben actuar de modo discriminatorio cuando apliquen la ley. Sin embargo, las disposiciones de la legislación de excepción y las enmiendas al Código Penal y al Código de Procedimiento Penal de Egipto violan este principio.49 Los casos que implican delitos relacionados con la seguridad son investigados por una sección especial de la Fiscalía –la Fiscalía Suprema de Seguridad del Estado– o son remitidos por el presidente a la Fiscalía Militar Suprema para su investigación.50 Los acusados son juzgados posteriormente por tribunales militares o de excepción, en los que se violan varias de las garantías básicas de imparcialidad, incluido el derecho de apelación ante un tribunal superior. Poderes especiales de la Fiscalía La Fiscalía tiene la facultad de iniciar y llevar adelante una causa criminal investigando los delitos. Puede hacerlo a través de funcionarios encargados de hacer cumplir la ley o delegando la investigación en un juez instructor.51 Sin embargo, esta última opción sigue siendo una excepción y es facultativa de la Fiscalía. En casos que se consideran relacionados con la seguridad,52 la Fiscalía a menudo decide llevar a cabo la investigación ella misma utilizando la Fiscalía Suprema de Seguridad del Estado, que se especializa en esos delitos y se encuentra bajo la supervisión directa del fiscal. Desde 1953, año en que un decreto del ministro de Justicia creó la Fiscalía Suprema de Seguridad, otros decretos han ampliado sus poderes.53 Sus miembros han recibido el mandato de investigar delitos relacionados con la seguridad en cualquier parte de Egipto, así como los delitos que le sean remitidos por el presidente. 48 Artículo 40 de la Constitución egipcia y artículo 14.1 del PIDCP. Este es el caso, por ejemplo, de la Ley Antiterrorista de 1992, que reformó el Código Penal, y de la Ley 95 de 2003, que abolió los Tribunales de Seguridad del Estado y reformó el Código de Procedimiento Penal. 50 El Código de Justicia Militar faculta a la Fiscalía Militar para investigar por sí misma una serie de delitos (delitos incluidos en la legislación ordinaria y que podrían pertenecer al ámbito de la jurisdicción militar, todos los delitos militares incluidos en la legislación ordinaria, y los delitos militares que le sean remitidos por las autoridades militares) (artículo 29) e iniciar y llevar adelante una causa criminal (artículo 30). Además, la Fiscalía Militar tiene todas las atribuciones del Ministerio Fiscal, del juez instructor y de la cámara de acusación, como se describe en el apartado siguiente, sobre los poderes especiales de la Fiscalía. 51 Artículos 64-67 del Código de Procedimiento Penal. 52 Estos se definen en el Código Penal principalmente como delitos que afectan a la seguridad nacional dentro o fuera del país, así como delitos relacionados con explosivos y malversación de fondos públicos. 53 Veáse Abdallah Khalil, Al-Huquq al-Madaniyya wa al-Siyassiya fi al-Tashri‘ al-Misri (Derechos civiles y políticos en la legislación egipcia), p.569. 49 Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 29 En virtud del artículo 10 de la Ley del Estado de Excepción, la Fiscalía, además de sus funciones normales, reúne las facultades de un juez instructor y las de un tribunal de apelación para delitos menores en sesión secreta (cámara de acusación). Éstas son las mismas facultades que la desaparecida ley que estableció los tribunales de Seguridad del Estado otorgaba a la Fiscalía. Tras la abolición de los Tribunales de Seguridad del Estado en 2003, estos poderes fueron otorgados a la Fiscalía en virtud del Código de Procedimiento Penal para tratar delitos relacionados con la seguridad.54 Con arreglo al artículo 206bis, añadido al Código de Procedimiento Penal, la Fiscalía también acumulaba las facultades de los jueces instructores y de la cámara de acusación al tratar delitos de terrorismo.55 La única diferencia entre el artículo añadido del Código de Procedimiento Penal y la legislación anterior es que, ahora, sólo los miembros de la Fiscalía con un rango mínimo de fiscal jefe pueden ejercer estos poderes. El hecho de otorgar a la Fiscalía los poderes judiciales del juez instructor y de la cámara de acusación anula en la práctica varios artículos del Código de Procedimiento Penal que exigen la autorización o supervisión judicial para ciertos procedimientos.56 También contraviene las Directrices de la ONU sobre la Función de los Fiscales, en especial, que “el cargo de fiscal estará estrictamente separado de las funciones judiciales.”57 En la práctica, el artículo 206bis del Código de Procedimiento Penal concede amplios poderes a la Fiscalía para detener a personas sospechosas de delitos de terrorismo. En cualquier caso de terrorismo, el fiscal puede ordenar la detención preventiva (“cautelar”) de las personas sospechosas durante 15 días, en calidad de fiscal. También puede ampliar el periodo de reclusión hasta un máximo de 45 días en calidad de juez instructor y continuar, como cámara de acusación, renovando la detención por periodos no superiores a 15 días cada uno (antes de 2006 este periodo era de 45 días). Esto significa que el fiscal está facultado para detener a una persona 54 Mediante la Ley 95 de 2003, que abolió los Tribunales de Seguridad del Estado y reformó el Código del Procedimiento Penal. 55 La Ley 95 de 2003, que abolía los Tribunales de Seguridad del Estado, añadió el artículo 206bis al Código de Procedimiento Penal. Este artículo establece que “los miembros de la fiscalía con un rango mínimo de fiscal jefe –además de las jurisdicciones prescritas para el Ministerio Público– tendrán las atribuciones del juez instructor para investigar los delitos prescritos en las Partes I [crímenes que afectan a la seguridad nacional desde el exterior], II [delitos que afectan a la seguridad nacional desde el interior del país], IIbis [explosivos] y IV [malversación de fondos públicos] del libro II del Código Penal. Además, tendrán los poderes de la cámara de acusación, como establece el artículo 143 de la presente ley, para investigar los delitos prescritos en la Sección 1 de la Parte II [terrorismo] aludidos anteriormente, siempre que el periodo de detención [“cautelar”] no exceda de 15 días cada vez [que se renueve]”. La reducción del periodo de detención “cautelar” a 15 días (antes 45 días) fue introducida por la Ley 145 de 2006 que enmendaba el Código de Procedimiento Penal. 56 Son los artículos 51-54, 77, 84, 92, 124, 125, 141 y 206, sobre registros en domicilios, interrogatorio en presencia de abogados, acceso de la defensa a los documentos de la investigación, acceso a asistencia letrada y expediente de la causa, incautación de material y vigilancia sin permiso del juez después de revisar los documentos de la causa. Véase Abdallah Khalil, Al-Huquq al-Madaniyya wa alSiyassiya fi al-Tashri‘ al-Masri (Derechos civiles y políticos en la legislación egipcia), p.136. 57 Directriz 10. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 30 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad hasta cinco meses (antes de 2006 podía hacerlo hasta seis meses) sin ninguna supervisión judicial independiente, en contra de lo exigido por los artículos 202 y 203 del Código de Procedimiento Penal y por las normas internacionales de derechos humanos. Por todo ello, las personas recluidas “cautelarmente” no gozan del derecho a comparecer sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales.58 También se les niega el derecho a impugnar su detención ante la autoridad judicial establecida por la ley para que decida sobre la legalidad de su detención.59 Falta de acceso a asistencia letrada En Egipto, las personas detenidas por razones políticas o de seguridad rara vez tienen acceso a asistencia letrada sin demora. El derecho de un acusado a contar con asistencia letrada es una de las garantías clave de un juicio justo consagradas por el derecho internacional60 y se aplica en todas las etapas del proceso judicial. El Comité de Derechos Humanos y otros órganos de derechos humanos han reconocido asimismo que el derecho a un juicio justo exige el acceso a un abogado durante la detención, el interrogatorio y las investigaciones preliminares. El derecho de las personas detenidas a ser asistidas por un abogado cuando son acusadas también está consagrado en los Principios Básicos de la ONU sobre la Función de los Abogados, cuyo principio 6 establece específicamente que las personas acusadas de delitos graves deben tener acceso a un abogado “con la experiencia y competencia que requiera el tipo de delito de que se trate”. Esa asistencia letrada se prestará de forma gratuita si el acusado carece de medios suficientes para pagar sus servicios. La Constitución egipcia garantiza el derecho a asistencia jurídica para todas las personas, incluidas las que carecen de medios económicos.61 El Código de Procedimiento Penal establece que toda persona detenida o recluida tiene derecho a asistencia letrada y que nadie será interrogado sin la presencia de su abogado (excepto en los casos en los que el sospechoso haya sido sorprendido en el momento del delito o cuando se corra el riesgo de perder pruebas).62 El artículo 125 permite a los abogados defensores acceder a los documentos de la investigación un día antes de que 58 Artículo 9.3 del PIDCP y principio 37 del Conjunto de Principios para la Protección de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de Detención o Prisión, de las Naciones Unidas. 59 Artículo 9.4 del PIDCP. 60 Por ejemplo, artículo 14 del PIDCP. 61 Artículo 69 de la Constitución. Con arreglo al artículo 124 del Código de Procedimiento Penal (enmendado por la Ley 145 de 2006): “el juez instructor en causas penales susceptibles de prisión no puede interrogar a un sospechoso o confrontarlo con otros sospechosos o testigos antes de que sus abogados hayan sido invitados a estar presentes, excepto en casos de flagrante delito o si hay una razón poderosa para creer que pueden perderse pruebas según lo declarado por el juez instructor en el informe […] Si el sospechoso no tiene abogado o su abogado no se presenta después de ser invitado, el juez instructor puede, por propia iniciativa, designar un abogado para él”. 62 Véanse artículos 139 y 124. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 31 la Fiscalía interrogue a la persona sospechosa y prohíbe que el abogado sea separado del sospechoso durante el interrogatorio. Sin embargo, y esto es crucial, este artículo también otorga al juez instructor y a la Fiscalía el poder de denegar ese acceso. El Decreto Núm.1, de 2002, de la Fiscalía da instrucciones a las oficinas de la Fiscalía para que permitan a los abogados obtener y examinar copias de los documentos de la investigación en cualquier etapa de la misma.63 Esta medida pretendía reforzar el derecho a la igualdad entre la defensa y la acusación. En la práctica, sin embargo, los abogados defensores se han quejado de su incapacidad para acceder a los documentos, especialmente cuando la investigación está en manos de la Fiscalía Suprema de Seguridad del Estado. Dada la gravedad de los cargos en casos de presuntos delitos de terrorismo, a Amnistía Internacional le preocupa profundamente que las personas acusadas de estos delitos no parecen haber tenido acceso a asistencia letrada cuando fueron conducidas inicialmente ante la Fiscalía para su interrogatorio. Por ejemplo, ninguna de las personas detenidas en relación con los ataques con bombas de Taba y Sharm al Sheikh contó con la presencia de un abogado durante su interrogatorio ante el fiscal. Además, la defensa no tuvo acceso a los documentos de la causa hasta después de la primera sesión ante el tribunal de excepción en Ismailia, en julio de 2005. Todo ello supuso una contravención del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del Código de Procedimiento Penal.64 Ausencia de investigaciones sobre las denuncias de tortura La responsabilidad de investigar las denuncias de tortura y otros malos tratos recae sobre el fiscal, que debe llevar a cabo una investigación en colaboración con la policía judicial y decidir si se entabla un proceso. En julio de 2005, la fiscalía creó una Unidad de Protección de los Derechos Humanos especial, con el mandato de investigar, identificar y hacer un seguimiento de las violaciones de derechos humanos o de los informes de tales violaciones.65 Esas disposiciones en la ley no han sido aplicadas en la práctica. En muchos casos, las personas acusadas han declarado en su primera comparecencia ante el fiscal que fueron torturadas en las instalaciones del SSI. Sus abogados han reiterado las denuncias. Sin embargo, el fiscal no ha ordenado que los acusados fuesen sometidos a un reconocimiento médico o no lo ha hecho de inmediato. En la mayoría de los casos, fue el juez instructor quien ordenó, a instancias de la defensa, que se practicase un reconocimiento médico a los acusados, a menudo varios meses después de que tuviesen lugar las presuntas torturas y cuando las marcas o lesiones se habían atenuado o habían desaparecido. 63 “EOHR ve con satisfacción el decreto de la Fiscalía de aplicar el derecho de la defensa ante el fiscal”, EOHR, 19 de mayo de 2002. 64 Aunque el Código de Procedimiento Penal faculta a la Fiscalía para impedir que un detenido reciba visitas o se mezcle con otros presos, el artículo 141 especifica que esto no debería afectar al derecho del detenido a acceder regularmente a su representante legal. 65 Decreto Núm.1221 de 2005. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 32 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Así ocurrió, por ejemplo, con la mayoría de los acusados en el juicio por los ataques de Taba. Uno de ellos, Usama ‘Abd al Ghani al Nakhlawi, que posteriormente fue condenado a muerte, denunció que lo habían torturado durante su interrogatorio y pidió al fiscal que lo reconociese un médico forense. Según los informes, le dijeron que la petición debía realizarla su representante legal. Sin embargo, no se le permitió acceder a su abogado hasta que compareció ante el tribunal en marzo de 2006 y este ordenó que fuese llevado ante un médico forense en mayo de 2006, nueve meses después de su detención. Al parecer, el fiscal dijo a otros acusados que denunciaron torturas que ya habían sido tratados de sus heridas y que no debían volver a mencionar la cuestión. Pero aún en el caso de que se presente una denuncia ante la Fiscalía, es probable que las víctimas de tortura, sus familiares y sus representantes legales no reciban información sobre si tal denuncia está siendo investigada o sobre los progresos de la investigación durante semanas, meses o incluso años. No es de extrañar que esto haya provocado una pérdida generalizada de confianza en el sistema por parte de las personas a quienes se supone que debe proteger y de sus representantes legales. El resultado es que en la actualidad muchas víctimas de tortura no presentan denuncias o no presionan para obtener información sobre las investigaciones de sus denuncias de tortura. Cuando Amnistía Internacional ha planteado casos de tortura ante las autoridades egipcias, en general éstas no han respondido, han negado los abusos o han afirmado que no había ninguna investigación porque no se había recibido ninguna denuncia oficial. Cuando han tenido lugar investigaciones sobre denuncias de tortura u otros malos tratos, normalmente se han prolongado durante años y rara vez han dado como resultado acciones judiciales. De hecho, sólo se ha procesado a presuntos torturadores cuando la tortura presuntamente ha causado la muerte del detenido o ha contribuido a ella y, en ese caso, sólo cuando el fallecido no estaba acusado de un delito relacionado con la seguridad. Amnistía Internacional no conoce ningún caso de torturas o muerte de una persona detenida por motivos de seguridad en que un miembro del SSI haya recibido una sentencia condenatoria. En el juicio más famoso contra varios agentes del SSI acusados de haber torturado a presuntos miembros de grupos islamistas entre 1981 y 1983, los 44 agentes del SSI y funcionarios de prisiones imputados fueron absueltos en 1989. El tribunal admitió que los detenidos habían sido torturados pero concluyó que los perpetradores no habían sido identificados adecuadamente –las víctimas tenían los ojos vendados cuando sufrieron las torturas–, por lo que los responsables de los abusos escaparon a la justicia. Varios impedimentos obstaculizan las investigaciones de las denuncias de tortura y otros malos tratos. El principal es la prolongada detención de los sospechosos en régimen de incomunicación antes de su comparecencia ante el fiscal y el juez competente, unida a la ausencia de un mecanismo de vigilancia independiente que supervise las condiciones de la detención preventiva y el trato recibido por el detenido. En consecuencia, cuando los acusados que denuncian torturas son finalmente sometidos a un reconocimiento médico, las señales corporales de tortura y Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 33 otros malos tratos pueden haber desaparecido y las pruebas forenses para fundamentar sus denuncias son débiles o inexistentes. La práctica habitual de vendar los ojos al detenido –que le dificulta o impide establecer la identidad de sus torturadores o reconocerlos con posterioridad– y el uso de centros de detención no oficiales, entre ellos dependencias del SSI y centros de detención militares de las Fuerzas de Seguridad Central, agravan el problema. De acuerdo con la legislación egipcia, una denuncia de tortura debe especificar dónde tuvo lugar la tortura e identificar a los presuntos perpetradores. Un problema adicional es que no existen salvaguardias en la ley o en la práctica contra posibles nuevas torturas o malos tratos, para proteger a las personas que denuncian las torturas. Esta ausencia de salvaguardias, y el temor a sufrir represalias a manos de las fuerzas de seguridad, al parecer disuaden a algunas víctimas de tortura de presentar una denuncia oficial o hacer público su caso en los medios de comunicación o a través de las organizaciones de derechos humanos. El derecho internacional obliga a los Estados a investigar las denuncias de tortura y otros malos tratos. La Convención contra la Tortura exige a los Estados Partes que siempre que haya motivos razonables para creer que se han infligido tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes procedan a una investigación pronta e imparcial. El artículo 12 deja claro que este deber no depende de que la persona detenida haya presentado una denuncia formal. El artículo 13 garantiza el derecho de toda persona “a presentar una queja y a que su caso sea pronta e imparcialmente examinado por sus autoridades competentes”. Esas investigaciones deberían permitir la identificación de los responsables y su castigo. Magdi Idriss Magdi Idriss, de 39 años de edad y presunto miembro de un grupo islamista armado conocido como Organización de la Promesa (Tanzim al Wa’ad), fue detenido el 8 de mayo de 2001. No compareció ante el fiscal hasta el 5 de junio y no lo interrogaron hasta el 12 de septiembre del mismo año. Durante 77 días permaneció recluido en las dependencias del SSI de la plaza de Lazoghly, en El Cairo, donde, según afirma, lo torturaron. Durante su primera comparecencia ante el fiscal declaró que había sufrido torturas. El fiscal tomó nota de que Magdi Idriss presentaba lesiones en la mano izquierda y el muslo derecho que, según el detenido, eran producto de la tortura. Otros acusados declararon ante el fiscal que habían visto cómo Magdi Idriss era torturado. Su abogado reiteró las denuncias de tortura y solicitó un reconocimiento médico. A pesar de ello, transcurrió casi un mes antes de que Magdi Idriss fuese sometido a un reconocimiento médico. Cuando por fin lo examinaron, el forense no pudo establecer la causa de sus lesiones ni en qué fecha se habían producido. Ni se inició siquiera una investigación completa sobre las denuncias de tortura. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 34 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Uso de pruebas obtenidas mediante tortura En muchos casos políticos o de seguridad, los tribunales aceptaron como prueba declaraciones presuntamente obtenidas mediante tortura u otros malos tratos, que finalmente sirvieron como base para la declaración de culpabilidad aunque ante el tribunal los acusados en cuestión se hubiesen retractado de dichas declaraciones. La Convención contra la Tortura prohíbe el uso en los tribunales de declaraciones obtenidas mediante tortura.66 El Comité de Derechos Humanos también ha declarado que el uso o la admisibilidad en los procedimientos judiciales de declaraciones o confesiones obtenidas mediante tortura u “otros tratos prohibidos” debe estar prohibido por la ley.67 En vista de las dificultades para probar que tuvieron lugar torturas u otros malos tratos si no se dispone de pruebas médicas precisas, el relator especial de la ONU sobre la cuestión de la tortura ha recomendado: “Cuando el acusado formule durante el juicio acusaciones de tortura u otros malos tratos, la carga de la prueba debería recaer en el ministerio público, a fin de demostrar, más allá de cualquier duda razonable, que la confesión no se obtuvo con medios ilícitos, incluida la tortura y malos tratos análogos”.68 El relator especial también declaró: “los fiscales y jueces no habrán de exigir pruebas concluyentes de tortura o maltrato físico, y menos una sentencia de culpabilidad del acusado de haberlos cometido, para decidir que no se servirán de ninguna confesión o información que se impute obtenida mediante tales tratos. Es en el Estado en el que recaerá la carga probatoria de que no hubo coacción”.69 Aunque la legislación egipcia no establece de un modo tan expreso que las declaraciones obtenidas mediante tortura o malos tratos no deben utilizarse como prueba en ningún procedimiento, el artículo 42 de la Constitución egipcia y el artículo 302 del Código de Procedimiento Penal establecen que las declaraciones extraídas bajo “coacción o amenaza” no deben tenerse en consideración en los procedimientos legales contra el acusado. Muchos acusados han negado los cargos que se les imputaban al comparecer por primera vez ante el juez de sala, normalmente varios meses después de su detención. También han declarado que sufrieron torturas cuando se encontraban bajo custodia del SSI y que “confesaron” después de ser sometidos a tortura y otros malos tratos. A menudo, a instancias de la defensa, el tribunal ha ordenado que los acusados fuesen sometidos a un reconocimiento médico. Informes posteriores presentados por la fiscalía durante las sesiones del juicio han negado las denuncias. En muchos de los informes forenses de los acusados en el juicio por los ataques con bombas de Taba, por ejemplo, se afirmaba que los cuerpos de los acusados presentaban señales compatibles con tortura, pero que no era posible determinar su causa debido al tiempo transcurrido desde que tuvo lugar la presunta tortura, en algunos casos hasta nueve 66 Artículo 15. Observación General 20, párr. 12. 68 A/56/156, párr. 39.j. 69 Informe sobre la visita a Turquía, doc. ONU, E/CN.4/1999/61/Add.1, párr. 113.e. 67 Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 35 meses. Según los informes, en algunos casos las denuncias de tortura fueron desestimadas porque los sospechosos no fueron capaces de nombrar a ninguno de sus presuntos torturadores. En ninguno de los casos destacados en este informe ordenaron los jueces investigación posterior alguna, y en todos ellos desestimaron las denuncias de tortura. Los tribunales militares y de excepción han condenado sistemáticamente a los acusados a largas penas de prisión y a muerte sobre la base de pruebas impugnadas extraídas mediante tortura u otros malos tratos. Tribunales militares y de excepción Durante muchos años se ha juzgado a civiles en procesos manifiestamente injustos ante tribunales militares o de excepción, especialmente en casos de presuntos delitos relacionados con la seguridad nacional o el terrorismo. Los juicios ante esos tribunales violan algunas de las exigencias básicas del derecho internacional, en particular: el derecho de toda persona a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial, establecido por la ley;70 el derecho a disponer del tiempo adecuado para la preparación de su defensa;71 el derecho a ser asistida por un defensor de su elección;72 y el derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal superior.73 El presidente egipcio o uno de sus representantes decide a qué jurisdicción pertenecen ciertos casos. El hecho de que el poder ejecutivo pueda designar jueces militares y decidir la remisión de casos a determinados tribunales permite dudar de la imparcialidad y la independencia de éstos. Las sentencias de los tribunales de excepción no pueden recurrirse y se convierten en definitivas cuando las ratifica el presidente, que puede decidir la conmutación o revocación de la sentencia u ordenar que se celebre un nuevo juicio ante otro tribunal de excepción.74 Si el tribunal ante el que se celebra el nuevo juicio se pronuncia a favor de la absolución, la resolución también ha de ser ratificada por el presidente.75 Esto viola el derecho de apelación ante un tribunal superior y el principio de prohibición de procesar más de una vez por el mismo delito.76 70 Artículo 14.1 del PIDCP. Artículo 14,3.b del PIDCP. 72 Artículo 14.3.d del PIDCP. 73 Artículo 14.5 del PIDCP. 74 Artículos 12, 13 y 14 de la Ley del Estado de Excepción. 75 Para más información sobre la postura de Amnistía Internacional sobre los juicios ante tribunales de excepción, véase Egypt: Arbitrary detention and torture under emergency powers (Índice AI: MDE 12/001/1989), pp. 14-16. 76 El artículo 14.7 del PIDCP establece: “Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya sido ya condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo con la ley y el procedimiento penal de cada país”. 71 Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 36 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad De un modo similar, las personas declaradas culpables por un tribunal militar no tienen derecho a recurrir ante un tribunal superior. Todas las sentencias dictadas por tribunales militares están sujetas únicamente a la revisión del Departamento Militar de Apelaciones, un órgano compuesto de jueces militares, cuya decisión ha de ratificar el presidente. Las violaciones citadas supra, junto a la falta de independencia e imparcialidad del poder judicial, son especialmente preocupantes teniendo en cuenta la complejidad y gravedad de los delitos de que se ocupa este procedimiento, y el hecho de que algunos se castigan con la pena capital. En julio de 1993, el Comité de Derechos Humanos de la ONU expresó su profunda preocupación por que los tribunales militares juzgasen a civiles. El Comité concluyó que “los tribunales militares no deben estar facultados para juzgar asuntos que no se refieran a delitos que hayan sido cometidos por miembros de las fuerzas armadas en el desempeño de sus funciones”.77 En 2002, el Comité reiteró su preocupación, manifestando que “observa con inquietud la competencia que se concede a los tribunales militares y a los tribunales de seguridad del Estado para juzgar a civiles acusados de terrorismo, siendo así que tales tribunales no ofrecen garantías de independencia y que no es posible apelar contra sus decisiones ante una jurisdicción superior (artículo 14 del Pacto)”.78 Amnistía Internacional ha instado en repetidas ocasiones al gobierno egipcio a poner fin a la práctica de juzgar a civiles ante tribunales militares. El gobierno continúa afirmando que esos juicios son justos y que el presidente está facultado legalmente para remitir delitos a la jurisdicción militar. El 6 de febrero de 2007, el presidente Mubarak remitió a 40 miembros de la organización prohibida Hermandad Musulmana a un tribunal militar, acusados de blanqueo de dinero y pertenencia a una organización ilegal. El 28 de febrero de 2007, un tribunal de El Cairo confirmó la decisión tomada en enero de 2007 por la Fiscalía de congelar los activos de 29 de los acusados. Tribunal militar: el juicio de la Organización de la Promesa (Tanzim al Wa’ad) El juicio de 94 personas acusadas de pertenecer a la Organización de la Promesa (Tanzim al-Wa’ad), siete de ellas juzgadas in absentia, dio comienzo ante el Tribunal Supremo Militar en el campamento de Heikstep, al norte de El Cairo, el 18 de noviembre de 2001. Los abogados defensores se quejaron de que las transcripciones de los interrogatorios habían sido alteradas y que las autoridades habían eliminado algunas palabras y párrafos específicos con el fin de ocultar pruebas que indicaban que los acusados eran un grupo de personas que simplemente pretendían proporcionar ayuda a palestinos y chechenos y que no estaban implicados en la financiación de “grupos terroristas”, como afirmaba la acusación. Un abogado informó de que un 77 78 Doc. ONU, CCPR/C/79/Add.23, párr. 9, julio de 1993. Doc. ONU, CCPR/CO/76/EGY, párr. 16.b, 28 de noviembre de 2002. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 37 agente de las fuerzas de seguridad responsable de las investigaciones iniciales lo había amenazado, al parecer porque había cuestionado las conclusiones de estas investigaciones ante el tribunal. Setenta y cinco de los 94 acusados habían sido detenidos en el curso de redadas realizadas al amanecer en domicilios particulares a principios de mayo de 2001, principalmente en El Cairo, Alejandría, Al Qalyubiyah, As Suways y Giza. La mayor parte permanecieron recluidos al menos 70 días en distintas secciones del SSI y, según los informes, en este tiempo fueron sometidos a torturas tales como descargas eléctricas. En junio y julio de 2001 comparecieron ante la Fiscalía Suprema de Seguridad del Estado. A los detenidos no se les permitió estar acompañados de sus abogados durante las sesiones iniciales de interrogatorio ante la Fiscalía Suprema de Seguridad del Estado. Al menos 24 de ellos declararon ante el fiscal que los habían torturado. Aunque algunos fueron remitidos a médicos forenses, debido al tiempo transcurrido los exámenes resultantes no pudieron establecer las causas de las marcas que presentaban sus cuerpos, ni cuándo ni cómo se habían producido. En un principio, la Fiscalía Suprema de Seguridad del Estado los acusó en 2001 de reunir dinero ilegalmente para apoyar la Intifada palestina y a los chechenos que luchaban contra las fuerzas armadas rusas. Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, se formularon cargos adicionales y más graves, entre ellos intento de derrocar al gobierno egipcio y de asesinar a altos funcionarios gubernamentales, sabotaje y destrucción premeditados, amenaza contra la paz y la seguridad pública y posesión de armas de fuego, munición y explosivos sin licencia. El 12 de octubre de 2001, el presidente Mubarak emitió un decreto mediante el cual remitía el caso a un tribunal militar.79 El 9 de septiembre de 2002, el tribunal condenó a 51 de los acusados a penas de entre 2 y 15 años de prisión, y absolvió a otros 43, entre ellos uno de los siete hombres juzgados in absentia. Entre los condenados había estudiantes, ex funcionarios del gobierno, un ciudadano yemení, tres hombres de la República Rusa de Daguestán y tres egipcios con doble nacionalidad. El presidente ratificó las sentencias el 17 de octubre de 2002, convirtiéndolas en definitivas. Algunas de las 43 personas absueltas no fueron liberadas sino que continuaron detenidas en virtud de órdenes dictadas por el ministro del Interior. Entre ellos se encontraba Fawzi al Said, entonces imán de la mezquita de Tawhid, en la plaza de Ramsés, El Cairo. Según los informes, fue liberado en abril de 2005. 79 “Qarar jumhuri bi-ihalati 83 irhabiyan misriyan wa ajnabiyan ila al-qadha’ al-askari” (Decisión presidencial de remitir 83 terroristas egipcios y extranjeros a la justicia militar), Al-Ahram, 14 de octubre de 2001. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 38 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Tribunal de excepción: el juicio de Monoteísmo y Guerra Santa (Tawhid wal Jihad) El 2 de julio de 2005 comenzó ante el Tribunal Supremo de Seguridad del Estado (de excepción) de Ismailia el juicio contra tres presuntos miembros del grupo Monoteísmo y Tierra Santa (Tawhid wal Jihad ), acusados en relación con los ataques con bombas perpetrados en octubre de 2004 en Taba y Nuweiba. Una delegación de Amnistía Internacional asistió a esta sesión como observadora. En el banquillo se sentaban Muhammed Abdallah Rabaa, de 41 años y propietario de un taller metalúrgico y Muhammed Gayiz Sabbah, de 25 años y empleado de una empresa de riegos. El tercer acusado, Muhammed Ahmed Saleh Falifel, se encontraba en libertad en ese momento y posteriormente murió durante un enfrentamiento armado con la policía. En marzo de 2006, tras las investigaciones en relación con los ataques con bombas en Sharm al Sheikh de julio de 2005, otras 13 personas fueron imputadas en el juicio. Una de las 13, que en ese momento se encontraba huida, según los informes también murió posteriormente durante un enfrentamiento armado con la policía. Muhammed Abdallah Rabaa y Muhammed Gayiz Sabbah fueron detenidos en sus domicilios de Al ‘Arish el 22 y 23 de octubre de 2004, respectivamente. Sus familias no fueron informadas de la razón de su detención ni de dónde los recluirían. Los familiares solicitaron reiteradamente información en la oficina del SSI en Al ‘Arish y en la oficina de la Fiscalía, pero no obtuvieron respuesta. Cuando las familias descubrieron el paradero de los hombres a través de otros detenidos liberados, no consiguieron permiso para visitarlos. Posteriormente, sólo se autorizaron visitas de familiares en las festividades nacionales más señaladas. Durante la sesión inicial del juicio, celebrada el 2 de julio de 2005, no se autorizó a los familiares de los dos acusados la entrada a la sala. Sin embargo, el tribunal ordenó que se permitiese a los acusados recibir visitas de sus familiares y, poco tiempo después, Muhammed Abdallah Rabaa recibió la primera visita oficial de su familia, 10 meses después de su detención. En el juicio, Muhammed Abdallah Rabaa y Muhammed Gayiz Sabbah negaron los cargos que se les imputaban y declararon que habían sido obligados mediante tortura a confesar mientras estuvieron bajo custodia del SSI. A instancias de sus abogados, el tribunal ordenó que les fuera practicado un reconocimiento medico. Un informe posterior, presentado por la fiscalía durante la vista del 14 de agosto de 2005, rechazó sus denuncias alegando que el examen médico no había encontrado pruebas forenses de tortura. Muhammed Abdallah Rabaa y Muhammed Gayiz Sabbah no contaron con asistencia letrada durante el periodo que pasaron en detención preventiva. La primera vez que tuvieron acceso a sus abogados fue cuando los llevaron a la sala de juicios, pocos minutos antes del comienzo de la sesión inicial. Posteriormente los dos hombres contaron a sus abogados que cuando fueron llevados por primera vez ante el fiscal para ser interrogados habían solicitado un Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 39 reconocimiento médico y asistencia letrada, pero sus solicitudes fueron denegadas. En sus expedientes no había constancia de tal solicitud. Los abogados defensores comunicaron a Amnistía Internacional que habían pedido al fiscal que les permitiese estar presentes cuando los sospechosos comparecieran ante él. Su petición fue denegada y en el sumario sólo se incluyó parte de su comunicación con la oficina de la fiscalía. Además, no se informó a los acusados de que algunos abogados se habían ofrecido para defenderlos. Cuando Usama ‘Abd al Ghani al Nakhlawi y Mustafa Hussein Muhammed, dos de los 13 nuevos inculpados, comparecieron ante el tribunal en marzo de 2006 declararon que los habían recluido en detención secreta, les habían vendado los ojos y los habían torturado para obligarlos a “confesar”. En mayo de 2006 Mustafa Hussein Muhammed enseñó al tribunal su espalda, en la que se apreciaban múltiples contusiones y quemaduras. Los informes forenses ordenados por el tribunal no fueron concluyentes, y sobre esa base el tribunal no ordenó nuevas investigaciones sobre sus denuncias de tortura. En septiembre de 2006, el tribunal condenó a muerte a Muhammed Gayiz Sabbah, Usama ‘Abd al Ghani al Nakhlawi y Yunis Muhammed Abu Gareer y remitió la sentencia a la oficina del muftí (autoridad religiosa suprema) para su aprobación.80 El 30 de noviembre de 2006, una vez obtenida la aprobación, el tribunal confirmó las sentencias. El resto de los acusados fueron condenados a penas de entre cinco años de prisión y cadena perpetua. Muhammed Abdallah Rabaa fue condenado a cadena perpetua. En diciembre de 2006, la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos solicitó al gobierno de Egipto la suspensión de la ejecución de los tres condenados a muerte, hasta que considerase en su periodo de sesiones de 2007 una queja que le había sido remitida.81 Los tres hombres continúan recluidos en la prisión de Tora. Pena de muerte Numerosas personas declaradas culpables de delitos relacionados con el terrorismo han sido condenadas a muerte en juicios injustos, algunos de ellos ante tribunales militares. En virtud del derecho internacional de los derechos humanos, las personas sospechosas o acusadas de delitos punibles con la pena capital tienen derecho a la más estricta observancia de todas las garantías de justicia procesal en todas las etapas de los procedimientos judiciales, incluida la etapa de investigación, así como a algunas 80 Antes de pronunciar una sentencia de muerte, los tribunales han de enviar su decisión con la documentación de la causa al muftí, la máxima autoridad religiosa de Egipto, para conocer su opinión. Si el muftí no responde en el plazo de 10 días, el tribunal puede pronunciar la sentencia de muerte. Sin embargo, la opinión del muftí no es legalmente vinculante. 81 La queja fue presentada ante la Comisión por la Iniciativa Egipcia por los Derechos de la Persona y la organización no gubernamental INTERIGHTS. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 40 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad salvaguardias adicionales. Por ejemplo, el Comité de Derechos Humanos de la ONU ha declarado que “la pena de muerte debe constituir una medida sumamente excepcional” y sólo debe imponerse tras un juicio que respete todas las garantías de procedimiento para un juicio justo.82 Cualquier sentencia de muerte impuesta tras un proceso que no cumpla todas las garantías para un juicio justo equivaldría a la privación arbitraria del derecho a la vida. Como ha mostrado este informe, las autoridades no han garantizado la aplicación de las salvaguardias básicas durante las distintas etapas de las investigaciones y los juicios de casos de pena capital. Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todos los casos, sin excepción, por considerarla una violación del derecho a la vida y el exponente máximo de pena cruel, inhumana y degradante. Entre los crímenes punibles con la muerte en Egipto se encuentran delitos considerados como tales por la actual legislación antiterrorista, el asesinato con premeditación, el incendio provocado con resultado de muerte, la violación y delitos relacionados con las drogas.83 Durante los últimos diez años se han pronunciado sentencias de muerte por todos los delitos citados. Tanto los tribunales de excepción como los tribunales penales dictan sentencias de muerte. Desde que se introdujo la Ley Antiterrorista y se otorgó al presidente la capacidad de remitir a civiles ante la justicia militar, los tribunales militares y de excepción han condenado a muerte a unas 137 personas, 94 de ellas ante tribunales militares (incluidas 13 personas in absentia), en relación con acusaciones de “terrorismo”.84 Se sabe que al menos 67 de las condenas de muerte dictadas por tribunales militares han sido ejecutadas. En los casos de tortura el derecho egipcio garantiza a la víctima que una autoridad judicial independiente que goce de inmunidad, concretamente el Ministerio Fiscal, realizará una investigación de inmediato.85 5. Traslados ilegales a la tortura: cinco casos No está claro cuántas personas a las que las autoridades egipcias o estadounidenses consideran sospechosas de delitos terroristas o de mantener vínculos con el terrorismo han sido devueltas a Egipto desde el 11 de septiembre de 2001. Lo que sí está claro es que aquellas de las que se sabe que han sido devueltas ilegalmente han sufrido una amplia variedad de violaciones de derechos humanos, tales como desaparición forzada, tortura o malos tratos. Entre las víctimas ha habido personas con la ciudadanía egipcia, otras con doble nacionalidad, y personas con ciudadanía extranjera. 82 Observación general núm. 6 sobre el derecho a la vida, párr. 7. La legislación egipcia también prevé la pena de muerte para otros delitos contra la seguridad exterior del Estado, como el espionaje en tiempos de guerra. El Código de Justicia Militar enumera una serie de delitos punibles con la pena capital para los miembros en activo de las fuerzas armadas. 84 Protecting Human Rights in the Fight Against Terrorism in Egypt, EOHR, 2004, Apéndice 1. 85 Doc. ONU, CAT/C/34/Add.11, párr. 108. 83 Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 41 La mayoría de las personas de esta última categoría que han podido hablar sobre sus experiencias afirman que, a su llegada al aeropuerto de El Cairo, las esposaron, les vendaron los ojos y las llevaron a un centro secreto de detención que, según se cree, está gestionado por el Departamento General de Inteligencia. Allí permanecieron meses o semanas en régimen de incomunicación antes de ser trasladadas a las instalaciones del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado y más tarde a prisión. Durante toda su detención, estuvieron fuera del alcance de la ley. Todas ellas afirman haber sido torturadas mientras estuvieron en Egipto, pero no se tiene constancia de que las autoridades egipcias hayan investigado ninguna de sus denuncias. Asimismo, las autoridades egipcias han trasladado ilegalmente a personas privadas de libertad a países en los que corrían un claro peligro de sufrir tortura y otras violaciones graves de derechos humanos. Abdul Rahman Muhammad Nasir Qasim al-Yaf’i Abdul Rahman Muhammad Nasir Qasim al-Yaf’i, ciudadano yemení que ahora tiene 38 años, habló con Amnistía Internacional en febrero de 2006 sobre su traslado ilegal de Egipto a Jordania en 2001. Al igual que en el caso de la mayoría de las personas trasladadas ilegalmente con las que Amnistía Internacional se ha entrevistado, sus interrogatorios no parecían dirigidos a investigar un delito específico, sino a obtener información sobre las actividades de otras personas. Al parecer, Abdul Rahman alYaf’i estuvo recluido durante meses simplemente por haber admitido que había visitado Afganistán. Abdul Rahman al-Yaf’i, que vive en Saná, Yemen, con su esposa e hijos, cuenta que en octubre de 2000 llevó a su tía y a su hermano a El Cairo, en Egipto, para que recibieran tratamiento médico. Cuando, en respuesta a una pregunta, dijo a los funcionarios de inmigración del aeropuerto que había visitado Afganistán diez años antes, lo detuvieron en el aeropuerto durante unas 13 horas y luego le dijeron que tenía que regresar a por su pasaporte. Cuando lo hizo dos días después, un policía egipcio lo esposó y le vendó los ojos, y lo llevó a un edificio donde lo encerraron en una celda tan pequeña que no podía ponerse de pie del todo. Cuando preguntó por qué lo retenían, afirma que le dijeron: “sólo queremos algo de información general”. Al cabo de unas horas se lo llevaron para interrogarlo. Según afirma, los individuos que lo interrogaban empezaron a insultarlo y a obligarlo a ponerse de pie y sentarse una y otra vez. Le preguntaron repetidamente qué lugares de Afganistán había visitado y con quién se había reunido. También le preguntaron por atentados con bombas en Kenia, Tanzania y Arabia Saudí. Según asegura, al ver que no respondía trataron de estrangularlo, mientras insultaban sin cesar a su padre, su madre, su esposa y su religión. Lo interrogaban de esta manera tres veces al día. “Me acusaban de todo lo que hubiera sucedido alguna vez en el mundo [...] quizá es el precio que tienes que pagar por haber estado en Afganistán”. Le pidieron que colaborara con ellos y se ofrecieron a ingresar a su tía y su hermano en los “mejores hospitales de El Cairo”. Él se negó, y ellos le dijeron que iban a entregarlo a Estados Unidos. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 42 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Cuatro días después, los funcionarios egipcios lo llevaron de vuelta al aeropuerto, donde lo condujeron, por la entrada VIP, derecho a un avión que esperaba. El aparato estaba “lleno de militares, podías sentir la presencia del ejército, a pesar de que era un avión civil”. Según su relato, Abdul Rahman al-Yaf’i no paraba de preguntar qué le estaba sucediendo y dónde lo llevaban, pero finalmente “dejé de hacer preguntas porque nadie me respondía”. Según dice, se sorprendió cuando el avión lo llevó al aeropuerto de Ammán, en Jordania. Allí, sus guardias lo entregaron a agentes de seguridad jordanos. En Jordania, afirma, fue torturado constantemente durante las primeras una o dos semanas de interrogatorios, y luego la frecuencia disminuyó. Abdul Rahman alYaf’i asegura que, unas dos veces al mes, cuando las delegaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja visitaban el centro de detención, él y decenas de detenidos más eran escondidos en celdas subterráneas, donde los detenidos escribían sus nombres en la pared. En marzo de 2001 fue devuelto a Yemen, donde estuvo detenido casi dos meses para finalmente quedar en libertad sin cargos. Mamdouh Habib Mamdouh Habib, ciudadano australiano de origen egipcio, ha contado a Amnistía Internacional que, el 5 de octubre de 2001, lo detuvieron en Pakistán, donde permaneció recluido casi un mes. En el transcurso de ese tiempo lo golpearon y amenazaron para que firmara una confesión. Luego lo entregaron a unos 15 agentes estadounidenses que lo desnudaron, lo fotografiaron, lo sedaron y lo llevaron en avión a Egipto, donde permaneció recluido unos seis meses antes de ser llevado a Afganistán y luego a Guantánamo. Lo dejaron el libertad sin cargos en enero de 2005. Durante el vuelo de Pakistán a Egipto, según afirma, unos agentes de seguridad egipcios le impidieron intencionadamente dormir. A su llegada al aeropuerto de El Cairo, lo esposaron, le vendaron los ojos y lo llevaron a un edificio rodeado de altos muros. El vehículo en el que lo trasladaban circuló durante unos 10 o 15 minutos antes de descender a lo que parecía una instalación subterránea dentro del edificio. Le quitaron la ropa, lo fotografiaron y lo metieron en una sala. Un médico comprobó su estado cardiaco antes de que comenzara su interrogatorio. Según su relato, dos agentes de alta graduación de los servicios de seguridad egipcios lo visitaron y le pidieron que cooperara y confesara que planeaba secuestrar un avión para cometer actos terroristas. Cuando él se negó a cooperar, lo drogaron y lo encerraron en una celda diminuta con una tenue luz ámbar y un agujero en el techo por el que no se veía el exterior. Durante el interrogatorio, según asegura, lo colgaron del techo por unos ganchos, lo golpearon, le aplicaron descargas eléctricas y lo amenazaron con violarlo y matarlo y con matar a sus familiares. También ha denunciado que lo metieron a la fuerza en cámaras de tortura, una de las cuales estaba tan llena de agua que tuvo que mantenerse de puntillas durante horas para no ahogarse. Una segunda cámara tenía el techo muy bajo y estaba llena de agua hasta una altura de unos 60 cm, lo que lo obligaba a mantenerse agachado, en una postura dolorosa. En una tercera cámara Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 43 había varios centímetros de agua y un generador eléctrico con el que sus captores le dijeron que iba a electrocutarse. En esas condiciones, confesó que había ayudado a adiestrar en artes marciales a los autores de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Más tarde retiró su confesión. En su relato asegura que el uso sistemático de drogas y descargas eléctricas le paralizó temporalmente el costado izquierdo. Sangraba por los ojos y los oídos, y a menudo orinaba sangre. Ante el deterioro de su salud, lo trasladaron a una sala en una planta superior, donde un médico lo visitó regularmente, al parecer para tratarlo antes de dejarlo en libertad. Entonces, unos agentes de seguridad egipcios le dijeron que ya no lo necesitaban en Egipto. Una mañana, temprano, le vendaron los ojos, lo encadenaron, le cubrieron la boca y los ojos con cinta adhesiva y lo metieron en un furgón que lo llevó al aeropuerto. Una vez allí, en un segundo furgón, un agente de seguridad lo filmó mientras lo desnudaban; luego le quitaron la cinta de la cara y la boca y lo fotografiaron antes de volver a vendarle los ojos, amordazarlo y meterlo en un avión. Desde Egipto, Mamdouh Habib fue trasladado a Afganistán, y de allí a Guantánamo, donde permaneció recluido casi tres años. Dijo a Amnistía Internacional que, en todas las etapas de su detención, tuvo que soportar torturas físicas y psicológicas y otros malos tratos, desde una patada “que casi me mata” hasta descargas eléctricas y amenazas de no volver a ver a su familia. Ahmed Agiza y Muhammed El-Zari Dos ciudadanos egipcios, Muhammed Muhammed Suleiman Ibrahim El-Zari y Ahmed Hussein Mustafa Kamil Agiza, fueron devueltos ilegalmente de Suecia a Egipto el 18 de diciembre de 2001. Muhammed El-Zari quedó en libertad sin cargos en octubre de 2003, tras casi dos años detenido sin cargos ni juicio. Ahmed Agiza fue condenado a 25 años de cárcel el 27 de abril de 2004 tras ser juzgado sin las debidas garantías ante un tribunal militar. Su condena fue reducida a 15 años por el presidente Mubarak en junio de 2004. Antes de devolver a los dos hombres a Egipto, las autoridades suecas obtuvieron de las egipcias garantías de que no serían torturados ni sometidos a otro tipo de malos tratos, y de que tampoco serían condenados a muerte en Egipto. Sin embargo, los dos hombres han denunciado que, a su regreso a Egipto, permanecieron más de un mes en régimen de incomunicación y fueron torturados. Ahmed Agiza ha dicho a su familia que lo torturaron con descargas eléctricas, lo recluyeron en régimen de aislamiento en condiciones penosas y lo amenazaron con agredir sexualmente a su esposa y a su madre en su presencia. En julio y diciembre de 2004, las autoridades egipcias, según los informes, rechazaron por infundadas las denuncias de tortura de los dos hombres, remitiéndose a una investigación egipcia sobre la que no se proporcionó ningún detalle. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 44 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad En 2003 –principalmente a través de una denuncia contra Suecia presentada el 25 de enero de 2003 ante el Comité de la ONU contra la Tortura– salió a la luz información más detallada sobre el trato recibido por Ahmed Agiza. El Comité concluyó que Suecia había violado la Convención contra la Tortura al devolver a este hombre a un país en el que corría peligro de ser torturado.86 Muhammed El-Zari afirma que fue interrogado mediante tortura: entre otras cosas, le aplicaron descargas eléctricas en los genitales, las tetillas y las orejas. Manifiesta que su tortura era supervisada por médicos que se aseguraban de que no dejaba cicatrices visibles. Según su relato, finalmente lo obligaron a confesar delitos que no había cometido. En noviembre de 2006 –principalmente a través de una denuncia contra Suecia presentada en julio de 2005 ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU– salió a la luz información más detallada sobre el trato que sufrió. El Comité también concluyó que Suecia había violado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.87 Ahmad Abu al-Maati Ahmad Abu al-Maati, camionero y ciudadano canadiense de origen egipcio, fue detenido en Siria el 12 de noviembre de 2001. Afirma que permaneció recluido 12 semanas en la Sección Palestina de los servicios secretos militares sirios y que fue torturado. Según su testimonio, el 25 de enero de 2002 lo encapucharon, lo esposaron y lo llevaron en automóvil hasta un avión que lo trasladó a Egipto. Todavía esposado y con los ojos vendados, lo llevaron a un furgón que lo condujo al edificio del Departamento General de Inteligencia en El Cairo. Sólo le quitaron la venda de los ojos para fotografiarlo. Alguien, presumiblemente un médico, le tomó la tensión arterial y el pulso. Luego lo llevaron a una sala de interrogatorios, donde lo golpearon por todo el cuerpo. Lo amenazaron con violarlos a él y a su hermana, que vive en Egipto y a quien sus torturadores aseguraron tener en la sala junto a él. Durante todas las sesiones de interrogatorio lo mantuvieron con los ojos vendados y con las manos esposadas a la espalda, lo que le causaba un fuerte dolor en los hombros. Le propinaron golpes y patadas y lo obligaron a firmar una confesión en la que decía que había destruido deliberadamente su pasaporte canadiense. Permaneció recluido en el edificio del Departamento General de Inteligencia durante cuatro meses y medio. En junio de 2002 fue trasladado a la sección del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado en Ciudad Nasr. Lo encerraron en una celda de 1,5m x 2m, y todo el tiempo permaneció con los ojos vendados y las manos esposadas a la espalda. Sólo lo esposaban por delante cuando le daban comida o le permitían ir al cuarto de baño. Lo interrogaron durante periodos de más de 10 horas 86 Agiza v. Suecia, Comité contra la Tortura, Comunicación Nº 233/2003, doc. ONU CAT/C/34/D/233/2003, 24 de mayo de 2005. 87 Alzery v. Suecia, Comité de Derechos Humanos, Comunicación Nº 1416/2005, doc. ONU CCPR/C/88/D/1416/2005, 10 de noviembre de 2006. El-Zari es la transcripción del árabe que ha elegido Amnistía Internacional; el Comité de Derechos Humanos utiliza Alzery. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 45 seguidas. Durante los interrogatorios lo torturaron, aplicándole entre otras cosas descargas eléctricas en las manos, los hombros, las piernas, el estómago y los genitales. Unas seis semanas después, lo llevaron a la jefatura del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado en la plaza Lazoghly, donde pasó otras dos semanas esposado y con los ojos vendados en una sala lateral con otros detenidos. Luego le quitaron las esposas y el vendaje de los ojos y lo metieron en una celda abarrotada. Fue la primera vez que tuvo contacto con otros detenidos. A finales de julio de 2002 lo llevaron a la prisión de Tora, donde permaneció detenido en virtud de unas órdenes emitidas por el Ministerio del Interior según la legislación de excepción. El 12 de agosto de 2002, en presencia de agentes del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado, recibió la visita de funcionarios consulares canadienses. Empezó a decirles que había sido torturado y obligado a firmar confesiones falsas, pero un agente egipcio lo hizo callar. Al mes siguiente fue trasladado a la prisión de Abu Zaabal, donde permaneció en régimen de aislamiento dos semanas. El 15 de octubre, Ahmad Abu al-Maati recibió su primera orden de libertad de un tribunal de excepción. Pese a ello, lo llevaron a la jefatura del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado en la plaza Lazoghly, donde permaneció detenido cinco días antes de ser devuelto a la prisión de Abu Zaabal con una nueva orden de detención. El 3 de noviembre de 2002 recibió una segunda orden de libertad, pero de nuevo lo llevaron a la plaza Lazoghly durante unos días hasta que se dictó otra orden de detención y lo devolvieron a la prisión de Abu Zaabal. A finales de noviembre de 2002 fue trasladado a la prisión de Tora. Después lo llevaron a la sección del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado en Ciudad Nasr, donde estuvo recluido en régimen de aislamiento y fue interrogado y torturado con métodos tales como descargas eléctricas. Ahmad Abu al-Maati fue trasladado varias veces entre la prisión de Tora, la prisión de Abu Zaabal y la sección del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado en Ciudad Nasr hasta que el ministro del Interior ordenó su libertad el 11 de enero de 2004. Pudo regresar a Canadá en marzo de 2004. Abu Omar El 17 de febrero de 2003, Usama Mostafa Hassan Nasr, ciudadano egipcio conocido como Abu Omar, fue secuestrado en Milán, Italia, y trasladado a El Cairo en un avión que se cree que había fletado la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Tras su llegada a El Cairo, y durante 14 meses, no se tuvo noticia de la suerte y el paradero de Abu Omar. Fue puesto en libertad a finales de abril de 2004 tras recibir instrucciones de que no revelara lo que le habían hecho. Fue detenido de nuevo 23 días después por telefonear a familiares y amistades en Italia y hablarles de la tortura y los malos tratos a los que había sido sometido durante esos 14 meses. Permaneció en prisión hasta que, inesperadamente, el 11 de febrero de 2007 fue puesto en libertad sin cargos. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 46 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Una delegación de Amnistía Internacional se entrevistó con él en su casa de Alejandría dos meses después, y él les relató su secuestro, su traslado a El Cairo, su encarcelamiento en Egipto y la tortura y los malos tratos que había sufrido durante todo ese proceso. Según su relato, el 17 de febrero de 2003, a mediodía, cuando se dirigía a una mezquita, fue interceptado por un hombre que le mostró su identificación desde lejos, “como hacen en las películas”. El hombre le dijo que era policía y le pidió su permiso de residencia. Luego hizo unas llamadas telefónicas dando los datos de Abu Omar. Éste cuenta que, de repente, lo levantaron del suelo y lo empujaron al interior de una furgoneta blanca, donde lo golpearon en el estómago y por todo el cuerpo, hasta el punto de que se orinó involuntariamente. Lo encapucharon y le ataron los pies y las manos. Mostró a Amnistía Internacional una cicatriz en la rodilla que, según asegura, es consecuencia de las heridas que sufrió al ser empujado a la furgoneta. Según el relato de Abu Omar, cuando sus secuestradores vieron que le salía espuma de la boca le rasgaron la ropa y le dieron un masaje cardiaco. Uno de ellos le quitó la capucha y le miró los ojos con una pequeña linterna, “como hacen los médicos”. Cuando vieron que seguía vivo, le volvieron a poner la capucha y lo dejaron en el suelo de la furgoneta. Tras un trayecto de unas cuatro horas, lo metieron en un vehículo diferente y lo llevaron al aeropuerto. Afirma que siete u ocho personas le quitaron la ropa cortándosela y le retiraron la capucha, luego lo fotografiaron y le pusieron nuevas esposas de plástico en las manos y los pies. También le cubrieron la cara con cinta adhesiva, dejándole orificios en la nariz y la boca para que pudiera respirar. Además, le dieron un uniforme de tejido fino para que se lo pusiera. Según ha contado, a su llegada a El Cairo agentes de seguridad egipcios le vendaron los ojos y lo llevaron al Departamento General de Inteligencia. Asegura que, cuando se negó a la demanda de dos agentes egipcios de alta graduación de que trabajara como informador en Italia para los servicios secretos de Egipto, lo torturaron y lo mantuvieron en las instalaciones del Departamento General de Inteligencia durante unos siete meses. Su relato continúa describiendo cómo entonces lo trasladaron a un edificio del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado, donde lo tuvieron recluido otros siete meses, en el transcurso de los cuales lo torturaron con métodos tales como descargas eléctricas en partes delicadas del cuerpo. También ha hablado de otros métodos a los que sus torturadores llamaban “la novia” y “el colchón” (véase infra). Lo interrogaron sobre una visita que había hecho a Afganistán y sobre sus presuntos vínculos con Al Qaeda, y lo torturaron para obligarlo a declarar que había regresado voluntariamente a Egipto a bordo de un vuelo de EgyptAir. Justo un año antes de la liberación de Abu Omar, el 5 de enero de 2006, un funcionario del Ministerio del Interior egipcio negó las denuncias de tortura formuladas por éste y dijo que había sido detenido por motivos de seguridad por ser uno de los dirigentes del grupo Guerra Santa Islámica en Egipto. El funcionario, que respondía a los informes internacionales sobre la cooperación de Egipto con los Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 47 servicios secretos estadounidenses en la tortura de sospechosos de terrorismo, añadió que Abu Omar había regresado voluntariamente a Egipto porque “estaba cansado de huir”. En septiembre de 2006, la secretaria general de Amnistía Internacional planteó el caso de Abu Omar directamente al ministro del Interior, Habib El Adly, quien dijo que las autoridades egipcias no tenían información sobre su paradero. En julio y diciembre de 2005, las autoridades italianas dictaron órdenes de detención contra 22 agentes de la CIA presuntamente implicados en el secuestro de Abu Omar.88 Tras una petición del fiscal italiano que investigaba el secuestro, Abu Omar compareció ante la Fiscalía en El Cairo el 28 de marzo de 2006 para ser interrogado sobre su secuestro. Según los informes, se negó a que lo interrogaran sin la presencia de su abogado, por lo que fue devuelto a la prisión de Tora. Volvió a comparecer ante la Fiscalía el 6 de abril, y entonces describió su secuestro y su traslado ilegal a Egipto por agentes de los servicios de inteligencia estadounidenses. Era la primera vez desde su secuestro en Italia que le permitían contar con un abogado durante un interrogatorio. Según los informes, denunció haber sido torturado por el Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado a su regreso a Egipto, y declaró que lo habían mantenido recluido en régimen de aislamiento. La Fiscalía no dio ningún indicio de que las autoridades egipcias hubieran investigado las denuncias de tortura y malos tratos realizadas por Abu Omar. Éste permaneció en una prolongada reclusión en régimen de aislamiento por orden del Ministerio del Interior en virtud de la legislación de excepción, y, según los informes, su estado de salud era malo. Intentó suicidarse en tres ocasiones y organizó varias huelgas de hambre para protestar contra su prolongada detención, una detención que se mantenía pese a haber recibido al menos 16 órdenes de libertad de los tribunales de excepción. La segunda detención de Abu Omar, en mayo de 2004, se llevó a cabo en virtud de la legislación de excepción, en su casa de Alejandría. Permaneció recluido en la sección del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado de Ciudad Nasr durante casi un mes antes de ser trasladado a la prisión de Tora, donde permaneció cuatro meses sin acceso a su familia o su abogado. Sus familiares no pudieron visitarle hasta que no fue trasladado a la prisión de Damanhour, cerca de Alejandría. Cuando, tres días después de su visita el 21 de febrero de 2005, sus familiares regresaron a la prisión, les informaron de que Abu Omar había sido trasladado a la prisión de Tora. No pudieron volver a verlo hasta octubre de 2005. Tras esta visita, no tuvieron contacto directo con él hasta el 24 de agosto de 2006; todos sus contactos durante el periodo intermedio fueron a través de la Fiscalía y, después de abril de 2006, a través de su abogado. Aunque más tarde a Abu Omar se le permitió recibir visitas periódicas de sus familiares, en ocasiones estas visitas eran restringidas a causa del interés de los medios de comunicación internacionales en el caso. 88 Orden de detención del 20 de julio de 2005, Tribunale Ordinario di Milano, Section XI Criminal Court as Review Judge, No. 1413/2005 RG TRD [53]. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 48 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Testimonio de Abu Omar Amnistía Internacional obtuvo una copia del relato de 11 páginas, sin fechar y escrito a mano, que el fiscal italiano confirmó que pertenecía a Abu Omar. 89 Durante la entrevista de la organización con Abu Omar en marzo de 2007, éste dijo que su carta original tenía 16 páginas; las cinco que faltaban hablaban de sus malos tratos en prisión después de ser detenido por segunda vez. La carta, sacada clandestinamente de la prisión de Tora, describe gráficamente la tortura que Abu Omar afirma haber sufrido primero en el edificio del Departamento General de Inteligencia y luego en las oficinas del Departamento de Investigaciones de Seguridad del Estado. Entonces me dieron algo de comida y, aproximadamente una hora después, abrieron la puerta de la celda, me vendaron los ojos, me ataron las manos y me llevaron a una oficina, donde comenzaron los interrogatorios y la tortura; me quitaron toda la ropa, y me quitaron también las ataduras de las manos, que sustituyeron por [...] dos sujeciones en las manos, con las manos a la espalda, y otra sujeción que me ataron alrededor de un pie, de manera que me mantenía sobre un solo pie y me caía al suelo desnudo, y ellos se reían y me volvían a poner de pie una y otra vez; y empezaron las descargas eléctricas y los golpes con las manos y las amenazas de violarme si me negaba a hablar y si ocultaba algo de lo que sabía [...] Mis interrogatorios duraron siete meses completos [...] Siete meses que parecieron siete años. Sufría dolor y tortura, y la lectura de periódicos y revistas estaba totalmente prohibida, así como la radio y la televisión o ver a tu familia; todo estaba prohibido, un infierno insoportable [...] Al principio del proceso de interrogatorio, el guardia abría la puerta de mi celda y se aseguraba de vendarme bien los ojos y de cambiarme las ataduras de las manos para atármelas a la espalda, para que no pudiera quitarme la venda y ver al agente que me interrogaba y me torturaba. Me dejaban los pies atados, y me arrastraban a la sala de interrogatorios. Luego me quitaban toda la ropa (me dejaban tal como mi madre me trajo al mundo) y los encargados del interrogatorio les ordenaban que jugaran con mis genitales para humillarme, y empezaba la brutal tortura [...] Me expusieron a todas las formas de crucifixión. Me crucificaron sobre una puerta de metal, y sobre un aparato de madera al que llaman “El Arousa” o “la novia”, con las manos en alto, a la espalda o hacia los lados, y los pies fuertemente atados, y durante la crucifixión me torturaban con descargas eléctricas, patadas y golpes con cables eléctricos, mangueras y látigos [...] Me torturaron con lo que llaman “el colchón”: un colchón sobre el suelo de baldosas de la sala de torturas, empapado de agua y con unos cables eléctricos. Me ataban las manos a la espalda y también los pies, y alguien se sentaba en una silla de madera entre mis omóplatos, y otro se sentaba en una silla de madera entre mis piernas, y conectaban la electricidad; la fuerza de la descarga me hacía saltar hacia arriba, pero las sillas de madera me sujetaban; luego desconectaban la electricidad y el que 89 Traducción del Chicago Tribune. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 49 me interrogaba me torturaba con descargas eléctricas en los genitales mientras me insultaba y me decía: “Que Italia te beneficie” [...] Me mantenían cerca de las salas de tortura durante largos periodos para que oyera los gritos de los torturados, sus gemidos y aullidos, con el fin de que me derrumbara psicológicamente, y estoy seguro de que tuve episodios de epilepsia y desmayos. Me sometieron a abusos sexuales y me sodomizaron dos veces, y eso fue lo peor, porque las señales de tortura física terminan por quitarse y el dolor se va, pero la repercusión psicológica y la amargura y la vergüenza de la violación sexual permanecen. La violación ocurrió dos veces, en las que me ataron las manos a la espalda y también los pies, me tumbaron sobre el estómago, desnudo, y alguien se tendió sobre mí e intentó violarme, y yo grité tanto y tan fuerte que me desmayé, y no sé si me violó o si sólo me estaba intimidando y amenazándome. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 50 6. Recomendaciones Amnistía Internacional insta a las autoridades egipcias a derogar todas las disposiciones de la legislación de excepción que permiten violaciones de derechos humanos, incluidas las disposiciones excepcionales que han sido reinstauradas como legislación ordinaria, y a garantizar que la nueva ley antiterrorista prevista respeta plenamente el derecho y las normas internacionales de derechos humanos. En particular, el gobierno egipcio debe: Condenar la tortura y otros malos tratos - Condenar públicamente la tortura y otros malos tratos, garantizar el cese de estas prácticas y dejar claro a todos los funcionarios que intervengan en la detención, reclusión e interrogatorio de personas –en especial al personal del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado (SSI) y del Departamento General de Inteligencia– que en ninguna circunstancia se tolerarán la tortura y otros malos tratos. Poner fin a la detención secreta y en régimen de incomunicación - Abolir la detención en régimen de incomunicación y garantizar que las personas detenidas tienen acceso inmediato –en la ley y en la práctica– al mundo exterior, en especial a sus abogados y familiares, así como a asistencia médica independiente. - Poner fin a la detención secreta en las instalaciones del Departamento de Investigaciones de la Seguridad del Estado y en cualquier otro lugar donde los detenidos corren riesgo de sufrir tortura y otros malos tratos y donde las condiciones de detención pueden constituir en sí mismas una forma de trato o pena cruel, inhumano y degradante. - Publicar listas actualizadas de todos los lugares de detención, de una forma fácilmente accesible a los abogados y al público en general. - Crear y mantener un registro central de personas detenidas, para garantizar que todas pueden ser localizadas sin demora. Imponer sanciones apropiadas a los funcionarios responsables de la detención ilegal de personas; esas sanciones deben imponerse también por no llevar un registro adecuado de detenidos. - Hacer públicos los nombres de todas las personas detenidas que han sido trasladadas a la custodia de Egipto desde 2001, las circunstancias de su traslado, su paradero actual y las razones por las que siguen detenidas; facilitar toda la información a sus familiares y abogados y al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). - Permitir a la Fiscalía que inspeccione todos los lugares de detención, incluidos los que utiliza el SSI. - Permitir que expertos independientes nacionales e internacionales realicen visitas de inspección regulares, independientes, sin restricciones y sin previo Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 51 aviso a todos los lugares donde hay o puede haber personas privadas de libertad. Poner fin a la detención administrativa - Poner fin al uso de la detención administrativa. - En espera de la derogación de la Ley del Estado de Excepción, estudiar y modificar sus disposiciones sobre la revisión judicial de la legalidad de la detención, con el fin de garantizar que toda persona detenida por orden del ministro del Interior comparece ante un tribunal sin demora después de haber sido puesta bajo custodia; ninguna autoridad gubernamental debe poder anular la potestad de este tribunal para ordenar la liberación de individuos detenidos ilegalmente. - Liberar de inmediato a todas las personas detenidas en virtud de la Ley del Estado de Excepción cuya liberación haya sido ordenada por un tribunal competente. Reforzar la protección durante la detención - Garantizar que todos los agentes que llevan a cabo detenciones se identifican ante las personas detenidas y les notifican por escrito las razones de la detención, la autoridad que la ordena y el lugar donde serán recluidas. - Garantizar que las familias de las personas detenidas son informadas sin demora de lugar de detención de sus familiares y de los traslados posteriores que puedan producirse. - Permitir que las personas detenidas sean examinadas por un médico independiente tan pronto como son aprehendidas y tras cada periodo de interrogatorio, y vigilar la calidad de los informes médicos. - Garantizar que las personas que presentan una denuncia de tortura u otros malos tratos y cualquier testigo de tortura o malos tratos reciben protección adecuada frente a posibles represalias, intimidación u hostigamiento, y actuar con firmeza si se producen ese hostigamiento u otros abusos. - Modificar la definición del delito de tortura en la legislación egipcia, para que esté plenamente de acuerdo con la definición incluida en el artículo 1.1 de la Convención de la ONU contra la Tortura. Todas las formas de trato o pena cruel, inhumano o degradante deben prohibirse explícitamente. También debe afirmarse con claridad que la prohibición es absoluta y no puede suspenderse en ninguna circunstancia, ni siquiera durante un estado de guerra u otra situación de emergencia pública. - Revisar sistemáticamente las normas, instrucciones, métodos y prácticas de interrogatorio para prevenir cualquier caso de tortura o malos tratos, de conformidad con las disposiciones de la Convención de la ONU contra la Tortura. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 52 Abordar los juicios injustos y la pena de muerte - Poner fin a la práctica de remitir civiles a tribunales militares, interrumpir de inmediato todos los juicios pendientes de civiles ante tribunales militares, y transferir los casos a tribunales civiles para que celebren nuevos juicios. - Ordenar la repetición de los juicios, en procedimientos que cumplan las normas internacionales sobre juicios justos, de todas las personas declaradas culpables sobre la base de pruebas que fueron o se sospecha que fueron obtenidas mediante tortura u otros malos tratos. - Conmutar todas las condenas de muerte y anunciar una suspensión de las ejecuciones con vistas a la abolición de la pena capital. Protección contra los traslados ilegales - No entregar ni transferir a la custodia de otro Estado a ninguna persona sospechosa o acusada de delitos contra la seguridad, salvo que dicha transferencia se lleve a cabo bajo supervisión judicial y respetando plenamente el debido procedimiento legal. - Garantizar que toda persona que en Egipto se enfrente a un traslado tiene derecho a impugnar la legalidad del traslado ante un tribunal independiente, tiene acceso a un abogado independiente y puede ejercer realmente su derecho de apelación. - No recibir bajo custodia a ninguna persona sospechosa o acusada de delitos contra la seguridad, salvo que su traslado se haya realizado bajo supervisión judicial y respetando plenamente el debido procedimiento legal. - Llevar a todas las personas detenidas ante una autoridad judicial sin demora, una vez que se encuentran bajo la custodia de Egipto. - Garantizar que las personas detenidas pueden acceder sin demora a asistencia letrada y ver a sus familiares, y que se mantiene informados a los abogados y familiares de su paradero. - Garantizar que las personas detenidas que son de nacionalidad extranjera tienen además acceso a representantes diplomáticos o de otro tipo de su país de nacionalidad o del que fuera su residencia habitual. - Colaborar plenamente con las investigaciones que otros Estados lleven a cabo sobre los traslados ilegales, en el contexto de la “guerra contra el terror” liderada por Estados Unidos, de personas sospechosas de tener vínculos con organizaciones o grupos terroristas. Poner fin a la impunidad - Garantizar que todas las denuncias de tortura y otros malos tratos son investigadas sin demora y de forma exhaustiva e imparcial, que los funcionarios responsables de la tortura u otros malos tratos a presos comparecen ante la justicia y que las víctimas reciben reparación plena. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad - 53 Adoptar todas las medidas penales o administrativas apropiadas contra los funcionarios que no respeten las salvaguardias contra las violaciones de derechos humanos. Cooperar con las Naciones Unidas para poner fin a la tortura - Poner en práctica las recomendaciones de los órganos de vigilancia de los tratados y de los Procedimientos Especiales de la ONU. - Cursar una invitación permanente a todos los expertos en derechos humanos de la ONU y facilitar de inmediato las visitas solicitadas por los relatores especiales de la ONU, especialmente el relator especial sobre la cuestión de la tortura y el relator especial sobre la promoción y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo. - Remitir los informes pendientes al Comité de Derechos Humanos y al Comité contra la Tortura de la ONU como cuestión prioritaria. - Ratificar el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 54 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Apéndice Programa de 12 Puntos para la Prevención de la Tortura La tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (en adelante, otros malos tratos) son violaciones de los derechos humanos, condenadas por la comunidad internacional como una ofensa a la dignidad humana y prohibidas en toda circunstancia por el derecho internacional. A pesar de ello tienen lugar, de forma cotidiana y en todo el mundo. Es necesario adoptar inmediatamente medidas para hacer frente a estos abusos dondequiera que se produzcan, hasta conseguir su erradicación. Amnistía Internacional formula un llamamiento a todos los gobiernos para que pongan en práctica el siguiente Programa de 12 Puntos, e invita a todas las personas y organizaciones interesadas a aunar sus esfuerzos para garantizar que así lo hacen. Amnistía Internacional está convencida de que la aplicación de estas medidas será una indicación positiva del empeño de los gobiernos en poner fin a la tortura y otros malos tratos en sus países y en erradicarlos en el resto del mundo. 1. Condena de la tortura y otros malos tratos Las máximas autoridades de cada país deben demostrar su total oposición a la tortura y otros malos tratos. Deben condenar estas prácticas sin reservas dondequiera que se produzcan, dejando claro a todos los miembros de la policía, el ejército y otras fuerzas de seguridad que la tortura y otros malos tratos no se tolerarán bajo ninguna circunstancia. 2. Acceso a los detenidos Con frecuencia, la tortura y otros malos tratos tienen lugar mientras las víctimas se encuentran en régimen de incomunicación, incapacitadas de entrar en contacto con aquellas personas del mundo exterior que podrían ayudarlas o averiguar qué les está ocurriendo. Hay que acabar con la práctica de la detención en régimen de incomunicación. Los gobiernos deben garantizar que a todas las personas detenidas se las hace comparecer ante una autoridad judicial independiente sin demora tras haber quedado bajo custodia, y que se permite a sus familiares, abogados y médicos acceso pronto y regular a ellas. 3. Eliminación de las detenciones secretas En algunos países, la tortura y otros malos tratos se llevan a cabo en centros secretos, a menudo después de haber hecho “desaparecer” a las víctimas. Los gobiernos deben garantizar que las personas detenidas son recluidas exclusivamente en lugares oficialmente reconocidos a tal efecto y que se proporciona información inmediata y precisa sobre su detención y el lugar en que se encuentran a familiares, abogados, tribunales y otras partes que tengan un interés legítimo, como el Comité Internacional de la Cruz Roja. Los familiares y los abogados deben en todo momento tener a su disposición unos recursos judiciales efectivos para poder determinar sin demora el paradero de la persona detenida y qué autoridad la mantiene recluida, y para garantizar su seguridad. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad 4. 55 Salvaguardias durante el periodo de detención y los interrogatorios Todas las personas detenidas deben ser informadas sin demora de sus derechos, incluido el de presentar quejas relativas al trato que reciben y el derecho a que un juez establezca sin dilación la legalidad de la detención. Los jueces deben investigar cualquier indicio de tortura u otros malos tratos y ordenar la puesta en libertad si la detención es ilegal. Durante los interrogatorios debe estar presente un abogado. Los gobiernos deben garantizar que las condiciones de reclusión cumplen las normas internacionales para el trato a los reclusos y tienen en cuenta las necesidades específicas de los miembros de grupos especialmente vulnerables. Las autoridades encargadas de la detención deben ser distintas de las encargadas del interrogatorio. Deben llevarse a cabo visitas de inspección periódicas, independientes, sin previo aviso y sin restricciones a todos los lugares de detención. 5. Prohibición legal de la tortura y otros malos tratos Los gobiernos deben promulgar leyes que prohíban y prevengan la tortura y otros malos tratos y que incorporen los elementos básicos de la Convención de la ONU contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (Convención contra la Tortura) y otras normas internacionales pertinentes. Deben abolirse todos los castigos corporales impuestos como sanciones administrativas o como penas judiciales por los tribunales. La prohibición de la tortura o otros malos tratos y las salvaguardias esenciales para prevenirlos no deben suspenderse en ninguna circunstancia, ni siquiera en tiempo de guerra u otra emergencia pública. 6. Investigación independiente Todas las denuncias e informes sobre torturas u otros malos tratos deben ser objeto de una investigación inmediata, imparcial y efectiva a cargo de un órgano independiente de los presuntos responsables. El ámbito, los métodos y las conclusiones de estas investigaciones deben hacerse públicos. Debe suspenderse del servicio activo a todo agente sospechoso de haber cometido torturas u otros malos trato mientras se llevan a cabo las investigaciones. Los denunciantes, los testigos y otras personas que se encuentren en peligro deben recibir protección frente a la intimidación y las represalias. 7. Enjuiciamiento de presuntos torturadores Las personas responsables de actos de tortura u otros malos tratos deben ser enjuiciadas. Este principio se aplica dondequiera que se encuentren los sospechosos de estos crímenes, sea cual sea su nacionalidad o su cargo, independientemente del lugar donde se cometió el delito o de la nacionalidad de la víctima, y sin importar el tiempo que haya transcurrido desde que se cometió el crimen. Los gobiernos deben ejercer la jurisdicción universal sobre los responsables de estos crímenes, extraditarlos o entregarlos a un tribunal penal internacional, y deben cooperar en estos procedimientos penales. Los juicios deben celebrarse con las debidas garantías. No podrá invocarse jamás una orden de un funcionario superior como justificación de la tortura u otros malos tratos. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007 56 8. Egipto: Abusos sistemáticos en nombre de la seguridad Invalidez de declaraciones obtenidas mediante tortura u otros malos tratos Los gobiernos deben garantizar que las declaraciones y demás pruebas obtenidas mediante tortura u otros malos tratos no puedan ser utilizadas jamás en procedimientos judiciales, salvo en contra de una persona acusada de tortura u otros malos tratos. 9. Procedimientos de formación efectiva En la formación profesional de todos los funcionarios que participen en la custodia, el interrogatorio o el tratamiento médico de personas privadas de libertad debe ponerse en claro que la tortura y otros malos tratos son actos criminales, y debe informárseles de que tienen el derecho y el deber de desobedecer todas las órdenes que reciban de infligir torturas u otros malos tratos. 10. El derecho a recibir una reparación Las víctimas de tortura u otros malos tratos y las personas a su cargo deben tener derecho a recibir del Estado una reparación inmediata, que incluya la restitución, una indemnización justa y adecuada y la atención y la rehabilitación médica apropiadas. 11. Ratificación de los tratados internacionales Todos los gobiernos deben ratificar sin reservas los tratados internacionales que contengan salvaguardias contra la tortura y otros malos tratos, incluidos el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su primer Protocolo Facultativo, y la Convención de la ONU contra la Tortura, con las declaraciones contenidas en ella que permiten la presentación de denuncias a título individual y entre Estados, y con su Protocolo Facultativo. Los gobiernos deben poner en práctica las recomendaciones para prevenir la tortura y otros malos tratos formuladas por órganos internacionales, así como las formuladas por otros expertos. 12. La responsabilidad internacional Los gobiernos deben utilizar todos los canales disponibles para interceder ante los gobiernos de los países de los que se han recibido informes de tortura u otros malos tratos. Deben asegurarse de que las transferencias de material y formación militar, policial o de seguridad no se utilizan para facilitar la tortura u otros malos tratos. Los gobiernos deben garantizar que nadie es devuelto o entregado a un país en el que pueda correr peligro de ser sometido a torturas u otros malos tratos. _______________ Este programa de 12 puntos establece medidas para prevenir la tortura y otros malos tratos contra personas que se encuentran bajo custodia del Estado o en manos de sus agentes. Fue adoptado por primera vez por Amnistía Internacional en 1984, revisado en octubre de 2000 y revisado de nuevo en abril de 2005. Amnistía Internacional insta a los gobiernos a que cumplan las obligaciones contraídas en virtud de las normas internacionales para prevenir y sancionar la tortura y otros malos tratos, ya sea infligidos por agentes del Estado o por particulares. Amnistía Internacional también se opone a la tortura y otros malos tratos que cometen los grupos políticos armados. Amnistía Internacional, abril de 2007 Índice AI: MDE 12/001/2007