De cómo la industria aérea aumenta sus tarifas sin que lo parezca T Los fees, lo más antipático y rentable de una aerolínea El servicio a bordo ha pasado a la historia, a menos que se pague cada uno de los servicios que antes incluía el billete. Los pasajes de avión, en vez de un contrato de transporte aéreo, han pasado a convertirse en sólo el derecho a un asiento en un avión, y punto. L a nueva tendencia a la separación de los servicios que tradicionalmente, algunos por ley al menos en España, estaban incluidos en el importe del billete, como el traslado del equipaje, la reserva de plazas, la posibilidad de pagar con tarjeta de crédito o facturar en el aeropuerto online son ya cosa del pasado. Últimamente, el pasajero hasta tiene que pagar sencillamente por facturar. Los beneficios para la compañía son claros: la aerolínea ofrece una tarifa y va añadiendo extras y extras que luego aumentarán el precio final, un subterfugio para incrementar las tarifas en medio de una recesión y guerra de precios. Un invento rentable Son los ‘ancillary revenue’, o ingresos auxiliares que no proceden del cobro del billete. Un movimiento emprendido por Ryanair que se convirtió en un importante componente financiero de las compañías de bajo coste (CBC) en Europa y ahora está siendo adoptado por todos los tipos de compañías de todo el mundo, sólo que las tarifas de algunas de ellas triplican las de las low cost, debido a que su modelo de negocio, no tiene los bajos costes operativos de las CBC. Y para muestra de la rentabilidad de este ‘invento’, basta con ver el resultado del último ejercicio de Ryanair. La polémica aerolínea irlandesa logró unos beneficios netos de 319 millones de euros entre marzo de 2009 y 2010, revirtiendo la tendencia del ejercicio anterior. La compañía, aparte de la incidencia de un aumento del 14% de sus pasajeros y de la bajada del 29% del precio del combustible más lo que obtiene en subvenciones, ingresó además 664 millones de euros, un 11% más que hace un año, sólo de ingresos auxiliares por los fees que cobra por equipaje, comida y bebidas, entre otros, que han supuesto el 22% de sus ingresos totales. EasyJet contabilizó por el mismo concepto 608 millones de euros, el 19,4% de sus ingresos. Recargo sobre recargo En la mayoría de los casos, estos fees son aplicados primero por una o dos compañías y sus competidores sólo esperan un tiempo para ver la reacción del público. Si no hay un escándalo mediático y una revuelta entre la clientela, adoptan la misma medida. Por ejemplo, US Airways y United lanzaron un recargo a los pasaje- ros que facturasen su equipaje en el aeropuerto y no online (¿suena a la polémica low cost europea?) United lo implementó desde junio y US Airways al mes siguiente. AirTran cobró primero por seleccionar una fila de asientos con espacio extra para las piernas. Ryanair carga a todos sus pasajeros por la facturación online y el doble en el aeropuerto. Vueling carga un fee por elegir un asiento en las filas delanteras y por elegir un asiento de pasillo o ventanilla y garantizar que el asiento del medio se queden vacíos (la plaza XL). Los fees ocultos cargados por las compañías aéreas en sus webs ahora compiten con el coste de los propios billetes, casi equiparándose a la tarifa base En España, el cobro de la segunda maleta, 50 euros facturada online y 60 en el aeropuerto, puesto en práctica por Iberia, siguiendo a sus socias American y British Airways, causó un verdadero revuelo que, pasado el malestar inicial, fue seguido por Air Europa. Mundialmente es una política que ya se aplica en la mayoría de los países. Entonces, la secretaria de Estado de Transportes de España, Concepción Gutiérrez, aclaró que el nuevo reglamento aprobado por la Unión Europea (UE) deja a las compañías aéreas la libertad de establecer su sistema tarifario, por lo que no impide que las aerolíneas cobren a los pasajeros por facturar una segunda maleta, si bien advirtió de que el Gobierno insistirá en que las compañías informen y sean transparentes. En general, en la actualidad existen recargos por: facturar las maletas, obtener la tarjeta de embarque en el aeropuerto, comer o beber a bordo, comunicarle incidencias de su vuelo a través del móvil, pagar con tarjeta de crédito y de débito, elegir asiento, acceder los primeros al avión, viajar determinados días de la semana y a ciertas horas del día y, si fuera por Ryanair, por viajar sentado e ir al baño. Ganancias versus malestar Al lado del gran malestar que estos fees auxiliares han generado en los usuarios, para la industria aérea ha resultado un alivio financiero. La Asociación de Transporte Aéreo de América (ATA, por sus siglas en inglés) informó el mes pasado que los ingresos por pasajero habían aumentado en el primer semestre del año en un 25% frente al mismo lapso del ejercicio anterior, una mejora que se atribuye en gran parte a estos fees extraordinarios. El portavoz de ATA, David Castelveter, precisó que este incremento de ingresos provino de “una combinación de la mejora de las condiciones económicas, aumento de los viajes de negocios y los ingresos procedentes de los ingresos auxiliares”. T Un informe de la Oficina de Estadísticas del Departamento de Transporte EE UU (DOT) divulgado el pasado mes de abril reveló que estos recargos que cobran las aerolíneas por equipaje, transporte de mascotas, agua, venta de millas de viajeros frecuentes a aerolíneas socias y servicios en tierra o a bordo, algunas inclusive hasta por el uso de mantas y almohadillas, el año pasado permitieron ingresos a las principales compañías del país por el orden de los 7.800 millones de dólares (unos 6.450 millones de euros) que, sin duda, encarecieron subrepticiamente las tarifas aéreas. Las compañías Delta y Northwest se han colocado a la cabeza con un total de 2.400 millones de dólares (unos 1.900 millones de euros) en ingresos por fees auxiliares. American Airlines ocupó la segunda posición con 1.000 millones (815 millones de euros), seguida por US Airways, con 912,1 millones de dólares (740 millones de euros); Southwest con 617,1 millones de million(501,6 millones de euros), United con 619,5 millones de dólares (503,55 millones de euros), Continental con 539.7 millones de dólares (438, 7 millones de euros) y AirTran con 249,7 millones de dólares (203 millones de euros). De todas, Spirit Airlines registró, con diferencia, el mayor porcentaje de ingresos auxiliares sobre el total de sus ingresos de explotación, con un 20,9%. De las grandes compañías, Delta obtuvo el mayor porcentaje en 9,1%, sin incluir el de Northwest, con la que está fusionada. El malestar del pasajero fue justificado por la Alianza del Consumidor de Viajes (CTA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, que recientemente realizó una investigación encontrando que las tasas ocultas cobradas por las compañías aéreas en las rutas más transitadas pueden aumentar el coste base de un billete de avión en un promedio del 54% para un viajero regular, con dos maletas facturadas y espacio extra para las piernas, o en una media del 26% para un viajero con una sola maleta. “Los fees ocultos cargados por las compañías aéreas en sus webs ahora compiten con el coste de los propios billetes, casi equiparándose a la tarifa base en el momento de la compra”, afirma el director de la CTA, Charles Leocha. En España, la mayoría de unas y otras todavía muestra ofertas de vuelos a 28 euros que luego se convierten en 63, al sumarle 25 euros de ‘gastos de gestión’ y 10 euros por pagar con tarjeta de crédito. Diana Ramón Vilarasau Ahora hasta la fila de asientos donde se vuele ha pasado a ser un ‘nuevo servicio’. Los fees más insólitos D esde el 1 de mayo, American Airlines dejó de ofrecer a sus clientes mantas y almohadillas inflables en los vuelos nacionales, aplicando un recargo de 8 dólares (casi 6,5 euros) por el kit de descanso a sus clientes de la clase económica en rutas domésticas que, en ocasiones tienen una duración de cinco horas. También lo aplica en vuelos a Canadá, México, Hawai, el Caribe y América Central. La idea ya había sido lanzada por JetBlue Airways en 2008 y US Airways, el año pasado. La low cost estadounidense Spirit anunció este año una nueva tasa de de 45 dólares (33 euros) por trayecto por el equipaje de mano que no quepa debajo del asiento del pasajero. Los pasajeros que quieran colocar su equipaje de mano en los gabinetes sobre los asientos donde tradicionalmente se guarda durante el vuelo tendrán que pagar la tasa establecida de 45 dólares, con descuentos de más de un 50% para los que reserven online. Recientemente, American Airlines aún descubrió una nueva forma de cobrar a los pasajeros por un concepto que antes obtenían de forma gratuita y no constituye en sí servicio alguno: ir sentado en los primeros asientos de la cabina para los pasajeros que utilizan las máquinas de auto check-in en el aeropuerto. Así ha lanzado su “asiento express”, una iniciativa que le permitirá hacer pagar un extra a los pasajeros por sentarse en las primeras filas, más cercanas a las puertas de salida de la aeronave, ‘introduciendo’ la idea de que se está vendiendo un embarque y desembarque más expeditos. La cuantía de la tasa depende del vuelo: en trayectos más largos se carga más. Sin duda, el fee más insólito ha sido la iniciativa asomada el año pasado por el controvertido presidente ejecutivo de Ryanair, Michael O’Leary, cuando aseguró que estaba considerando colocar en un área del avión barras para que algunos pasajeros, los que quisieran las tarifas más baratas, viajaran de pie -una idea que había sido planteada por una aerolínea china- y, posteriormente, aplicar un recargo a sus clientes por utilizar el baño a bordo. Según fuentes de la aerolínea, la implantación de sanitarios que funcionan con monedas en sus aviones animaría a la gente a utilizar las instalaciones de este tipo disponibles en los aeropuertos antes de embarcar, permitiendo a la compañía eliminar dos de cada tres baños en sus aeronaves, un espacio que ganaría para incorporar más asientos y, con ello, obtener mayor rentabilidad en cada vuelo. Portavoces de la compañía explicaron luego que su presidente suele emocionarse cuando lo entrevistan “y va inventando mientras va hablando”. Lo más insólito es que directivos de la industria han señalado que algunas de estas prácticas no serían permitidas por las autoridades pero no hay prohibiciones específicas en algunas legislaciones aeronáuticas. Diana Ramón Vilarasau