SEÑORA JUEZA QUINTA DE LO CIVIL DE PICHINCHA

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SEÑORA JUEZA QUINTA DE LO CIVIL DE PICHINCHA:
Juan Carlos Calderón Vivanco y Christian Zurita Ron, en relación al juicio
ordinario N° 265 - 2011 LS, que por inexistente daño moral sigue en nuestra
contra el señor Rafael Vicente Correa Delgado, ante usted respetuosamente
comparecemos, decimos y solicitamos:
I
Hemos sido notificados con su providencia de viernes 28 de Octubre del 2011, a
las 15h09, en la cual expresa: "En virtud de que la providencia expedida con fecha
veinticuatro de Octubre de dos mil once, a las 15:49 min es de mero trámite, y no
causa gravamen irreparable alguno, de conformidad con lo que dispone el artículo
326 del Código de Procedimiento Civil, niégase el recurso de apelación vertical
solicitado. De persistir en el entorpecimiento sistemático, el desarrollo normal del
presente enjuiciamiento se le previene en los términos dispuestos en el Art. 293
del Código de Procedimiento Civil".
II
El Art. 365 del Código de Procedimiento Civil, dispone que:
"Denegado por la jueza o el juez o tribunal el recurso de apelación, podrá la
parte, dentro del término de tres días, proponer ante la misma jueza o juez
o tribunal, el recurso de hecho".
III
Amparados en la norma contenida en el Art. 365 del CPC citado, estando dentro
de término, interponemos RECURSO DE HECHO, de su negativa a conceder el
recurso de apelación que hemos solicitado oportunamente.
De conformidad con lo que dispone el Art. 366 del Código de Procedimiento Civil,
se servirá, sin más trámite, elevar el proceso al Superior.
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IV
Notificaciones ante la Sala de lo Civil de la Corte Provincial de Justicia de
Pichincha, que conocerá por sorteo nuestro recurso de hecho y la apelación, las
recibiremos en el casillero judicial N° 1140 de Quito, ya señalado.
V
CONSIDERACIONES ADICIONALES:
Usted no puede calificar al uso legítimo de recursos previstos en la Ley como
"entorpecimiento sistemático" o como actos que pretenden impedir el
"desarrollo normal" de este enjuiciamiento; y mucho menos, amenazar a una de
las partes por usar estos legítimos recursos.
Señora Jueza, usted dictó una providencia nula, cuya ausencia de enmienda
genera una grave violación de trámite que produce gravamen irreparable; y,
obviamente, puede influir en la decisión de la causa. Esta grave violación de
trámite produce la nulidad del proceso.
Este es el motivo de nuestra apelación y de nuestro recuso de hecho.
Díganos señora jueza: ¿hay desarrollo normal de un proceso judicial, cuando una
de las partes se inventa un auto juramento no previsto en la ley y usted lo permite?
Hablando de entorpecimientos, por cierto palabra suya, no nuestra. ¿No parece
extremadamente torpe violar el principio de legalidad previsto en el numeral 3 del
Art. 76 de la Constitución de la República e ir construyendo un proceso ad hoc, de
acuerdo a los berrinches procesales del actor?
Solamente para que usted ilustre su criterio y no suponga que es simple
empecinamiento nuestro el que el actor no "auto defiera su juramento", permítanos
citar una importante posición doctrinaria respecto al juramento auto deferido y sus
consecuencias en la validez del proceso.
Decía el doctor Víctor Hugo Bayas Valle:
"3. El juramento decisorio y el juramento estimatorio.
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a) Concepto y efectos del juramento decisorio o deferido.
Según la Academia de la Lengua, juramento decisorio o deferido es aquel que una parte
exige de la otra en juicio o fuera de él, obligándose a pasar por lo que ésta jurare.
Dn. Joaquín Escriche afirma que el juramento se llama decisorio, porque la parte que lo
defiere o convida con él, consiente en que este juramento decida la contestación tomando
a su adversario por juez de ella, y sometiéndose a tener por cierto lo que con juramento
afirme o declare.
Eso mismo expresa el derecho positivo patrio en el Art. 152 del Código de Procedimiento
Civil: "Cualquiera de las partes puede deferir a la confesión jurada de la otra, y convenir en
que el juez decida la causa según esa confesión."
Según el Art. 152, no hay juramento deferido, si una de las partes pide que se le fije día y
hora para declarar con juramento; esta prueba sólo es admisible, si una de las partes
demanda de la otra, que jure sobre determinada materia, sometiéndose a los resultados de
la declaración; así por ejemplo, si Pedro conviene con Juan, que acepta lo que éste diga
con juramento respecto de la existencia de la deuda que se controvierte, esa convención
de las partes termina la disputa, tiene fuerza vinculante, porque uno de los litigantes acepta
pasar por lo que el otro jure. Ese es el efecto del juramento decisorio: terminar el pleito
según lo que diga el adversario; eso mismo establece el Art. 163 del Código de
Procedimiento Civil: "El juramento decisorio termina el pleito. El juez fallará interpretando
dicho juramento."
En las circunstancias excepcionales que prevé el Art. 56 del Código de Comercio, el juez
puede deferir al juramento de una de las partes, si el otro litigante se niega a exhibir la
contabilidad. El texto confirma lo dicho: "si uno de los litigantes ofrece estar y pasar por lo
que constare de los libros de su contendor, y éste se niega a exhibirlos sin causa suficiente
a juicio del juzgado, éste podrá deferir al juramento de la otra parte, o decidir la
controversia por lo que resulte de los libros de ésta, si fuere comerciante, en los términos
prescritos por el Art. 48".
Si el legislador no hubiese establecido el juramento deferido cuando un litigante rehúsa
exhibir su contabilidad, qué fácil sería burlar el mandato de los jueces, cuando éstos
ordenaran la exhibición de libros, que es una de las pruebas que la ley determina. Para que
no impere el ocultamiento de los hechos a la judicatura, la ley establece, razonablemente,
que el juez puede deferir al juramento de la parte que pidió la exhibición, en cuyo caso,
como ya se dijo, este juramento termina el pleito conforme al mandato del Art. 163 del
Código de Procedimiento Civil.
b) El juramento estimatorio y sus efectos.
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Dice Escriche: "en el Derecho Romano, el juramento estimatorio se llama juramentun in
litem, que es aquél que por falta de otra prueba exige el juez al actor sobre el valor o
estimación de la cosa que demanda, para determinar la cantidad en que ha de condenar al
reo. Diferénciase este juramento del decisorio del pleito, en que por este último se decide
el negocio principal que se ventila, y por aquél sólo el incidente o circunstancia de lo
estimación de lo demandado".
En el Código de Procedimiento Civil, el juramento estimatorio está regulado por el Art. 166
del Código de Procedimiento Civil que dispone lo siguiente: "Si constando de los autos
probada la obligación, no hubiere medio de acreditar la estimación o importe de ella, o el
valor de los daños y perjuicios, el juez podrá deferir al juramento del acreedor o
perjudicado; pero tendrá en todo caso, la facultad de moderar la suma si le pareciere
excesiva".
A la luz del Art. 166, el juez podrá deferir al juramento del acreedor, exclusivamente,
cuando se reúnen las siguientes condiciones que dicho artículo expresa: 1. Que conste de
los autos que está probada la obligación; consecuentemente, si se trata de la reclamación
de daños y perjuicios, las tablas procesales tiene que revelar, cuáles son las pruebas que
acreditan la existencia de los mismos; 2. Que no hubiere medio de acreditar la estimación o
el valor de los daños y perjuicios.
Si existen los requisitos antes enunciados, el Juez podrá deferir al juramento; en todo caso,
el juez tendrá la facultad de moderar la suma si le pareciere excesiva.
Si se recibe el juramento estimatorio con prescindencia de los requisitos que exige
la ley para su admisibilidad, esa diligencia está indebidamente actuada, no hace fe
en juicio; consecuentemente, el juzgador tiene que rehusar la diligencia, conforme a
lo previsto en el Art. 121 del Código de Procedimiento Civil, que determina el siguiente
criterio de valoración de la prueba: "Sólo la prueba debidamente actuada, esto es,
aquella que se ha pedido, presentado y practicado de acuerdo con la Ley, hace fe en
juicio". (Primera negrita y subrayado son nuestros)
Si el demandante acredita los perjuicios, la Corte Suprema admite el juramento estimatorio;
así consta en el fallo de 9 de Marzo de 1911, que fue confirmado en última instancia, en la
causa que promovió Ricardo F. Vivar, por daños y perjuicios ocasionados a su
establecimiento de mercaderías, mediante el saqueo del Batallón Vargas Torres, caso en
el cual los autos demuestran la existencia de los siguientes hechos: a) Que en Loja hubo el
saqueo a mano armada en diciembre de 1906; b) Que el establecimiento de comercio de
Ricardo Vivar fue destruido por el saqueo; c) que las mercaderías robadas preexistían en
el establecimiento comercial a la fecha del saqueo.
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El fallo admite que los perjuicios están probados; consiguientemente, es procedente el
juramento estimatorio respecto del monto de los perjuicios, porque así lo prevé el Art. 293
del Código de Enjuiciamientos Civiles del año 1907.
c) El juramento estimatorio de la demandante.
Si no están probados los perjuicios, imposible es determinar la magnitud de lo que no
existe; en efecto ¿cómo puede estimarse el valor de los perjuicios que no están
acreditados en el proceso? Si se pretende apreciar el daño causado, previamente hay que
establecer que el daño existe; sólo entonces puede señalarse la cuantía del perjuicio, si
éste se halla suficientemente abonado en las tablas procesales.
No aparecen en la presente disputa las evidencias que acrediten la existencia de
perjuicios; consecuentemente, no puede ponerse precio a lo que es ilusorio; no obstante, el
personero de la demandante, sin rubor alguno cuantificó la indemnización de daños y
perjuicios, en la suma de un mil doscientos cincuenta millones de sucres.
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Tal cuantificación es como querer "ganar la gorda " sin adquirir el boleto de sorteo; por
supuesto, la maniobra de la actora no tiene hogar legal, porque, según el Art. 166 del
Código de Procedimiento Civil, si no consta de autos que está probada la obligación,
ciertamente que la nada no tiene precio; si a pesar de ello se cuantifican perjuicios no
establecidos, el juramento carece de significación jurídica, se trata de una prueba
indebidamente actuada, que no hace fe en juicio, que no puede aceptarse en los
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tribunales de justicia" .
Señora Jueza: usted puede temer las sanciones o amenazas del actor - presidente
de la República, Rafael Correa Delgado. Nosotros, no.
Ponga usted en conocimiento de quien guste nuestras legítimas pretensiones y
recursos procesales; ya veremos, con los años, recursos y con lo que diga
finalmente el Sistema Interamericano de los Derechos Humanos, de qué madera
estuvo hecha usted.
Que, a pesar de la razón y la ley, el actor-presidente jure en una diligencia nula,
sin valor; y a solas con usted, la seguridad presidencial, los fotógrafos y cámaras
de los medios públicos; pero nosotros no podemos avenirnos a semejante
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Lotería
Víctor Hugo Bayas Valle, PRESCRIPCIÓN E IMPROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE PERJUICIOS, Corporación de
Estudios y Publicaciones, Quito, 1995, Págs. 41 a 45.
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violación de la Constitución y de la Ley. Así veremos de qué madera está hecho el
actor-presidente (auto candidato a millonario).
Nosotros insistiremos, sin miedo, en los recursos a los que tenemos derecho, para
que seamos sometidos a un juicio justo donde se respete nuestro derecho al
debido proceso y el principio de legalidad. Así probaremos, al final de cuentas, de
qué madera estamos hechos nosotros también.
Por los comparecientes y como su abogado defensor.
Ramiro Aguilar Torres
Mat N° 17 - 1992 - 4 Foro de Abogados
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