Criterios Básicos para la Ordenación de Espacios Urbanos

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Resumen: T-081
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDEST E
Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2005
Criterios Básicos para la Ordenación
de Espacios Urbanos Vulnerables del AMGR
Scornik, Marina - Barreto, Miguel A. - Pelli, Víctor S.
Instituto de Planeamiento Urbano y Regional (IPUR) - Facultad de Arquitectura y Urbanismo- U.N.N.E.
Av. Las Heras 727 – (3500) Resistencia – Chaco – Argentina.
E-Mail: [email protected] / [email protected] - Teléfono: +54 (3722) 425573
ANTECEDENTES:
Los procesos de urbanización producidos en los últimos 30 años especialmente en ciudades capitales del Nordeste
Argentino son fruto del crecimiento demográfico y los cambios de comportamiento de la sociedad que han desbordado,
en la mayoría de los casos, la capacidad de conducción, regulación y mantenimiento de los gobiernos locales, en
importantes sectores urbanos, especialmente con la ocupación indiscriminada de áreas de alto riesgo tanto hídrico como
ambiental. Esta modalidad de expansión territorial tiene implicaciones negativas adicionales para el ecosistema urbano,
por lo cual es necesario avanzar con el aporte de investigaciones básicas y aplicadas que sirvan para un apropiado
ordenamiento, la revitalización y renovación del medio urbano.
La situación de deterioro urbano progresivo de las áreas con vulnerabilidad hídrica, ambiental del Gran Resistencia, es
un hecho que agrava los riesgos de la población marginal, además de limitar y obstruir su desarrollo y funcionamiento
eficiente.
Con tal motivo considero necesario contar con un estudio que contemple estos usos del suelo y su estructuración en el
espacio, que defina las características de sus elementos y de esta manera aportar racionalidad al conjunto urbano,
mejorando las condiciones de vida y llegando a satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos más carenciados.
El proceso de asentamiento humano del Área Metropolitana del Gran Resistencia (AMGR), tiene características
muy particulares. Las condiciones de vulnerabilidad del sitio en el que se emplaza, están dadas por las características
topográficas, ocupando la terraza de inundación del río Paraná, compuesta por una llanura surcada de cursos indecisos
de agua como ser el Riacho Arazá y todo el sistema Fluvio Lacustre del Río Negro (formado por un río meandroso y
una serie de lagunas). A su vez las condiciones climáticas típicas de una zona subtropical, hace que se presenten con
frecuencia precipitaciones de gran envergadura. (SÁNCHEZ GUZMÁN, 1995)
La vulnerabilidad hídrica y ambiental del territorio, está dada no sólo por las características topográficas mencionadas,
sino también por las relaciones sociales, culturales, económicas y políticas que nos conducen a la forma y modalidad de
ocupación y crecimiento urbano que tenemos hoy.
Sin embargo, el abordaje de alternativas más eficientes y más útiles, que contribuirían a optimizar el uso del espacio, la
infraestructura, la energía y esfuerzo que se insumen actualmente en la ocupación de espacios es uno de los principales
desafíos que nos provoca esta situación. Es por ello que nuestra primera preocupación es cómo lograr que la ciudad se
transforme en un lugar “vivible” y sustentable.
Con el presente trabajo, se pretende ofrecer una herramienta, apropiada a las condiciones de la región, para ser utilizada
como guía al planificar nuevos asentamientos, reordenar los existentes o completar los sectores deficitarios.
Por lo tanto, es necesario intervenir en una ciudad con estas particularidades, proponiendo otras vías de desarrollo y
optimizando la ocupación de las áreas de riesgo sin incrementarlo, tratando de minimizar la vulnerabilidad de las
mismas, a través del desarrollo de modelos de urbanización sustentables acondicionados a las particularidades del sitio,
a las características de la sociedad, la economía y las instituciones, teniendo presente lo señalado por Michael Hough
(1995), que “...es imprescindible que los alterados procesos naturales dentro de las ciudades se conviertan en un tema
central, utilizando la ecología como base indispensable para la planificación del gran paisaje regional...”.
MATERIALES Y MÉTODOS:
El trabajo de investigación se desarrolla en cuatro etapas.
La primer Etapa de Conceptualización del Tema, consistió en la recopilación de información bibliográfica sobre
Ordenación Territorial, Planeamiento Urbano, Formas de crecimiento urbano, Vulnerabilidad Urbana con la cual se
realizó un resumen de interés conceptual para el trabajo. También se logró registrar información bibliográfica específica
sobre Planificación de Sitios Vulnerables (un trabajo del American Planning Association muy completo), Ordenación
de Áreas Fluviales Urbanas y Diseño Urbano, entre otras.
Se buscó también información sobre el Área Metropolitana de Gran Resistencia (AMGR), las tendencias de ocupación
del territorio y los problemas que esto trae aparejado, en diferentes entidades y trabajos realizados sobre el tema.
En la segunda Etapa de Análisis, se realizó una caracterización del AMGR haciendo hincapié en la ocupación del
territorio y los distintos problemas que esto trae aparejado, para luego seleccionar sectores urbanos a ser intervenidos.
Todo esto fue acompañado por una primera observación y relevamiento en terreno de los sectores elegidos.
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La segunda parte de esta etapa, comprende el análisis propiamente dicho y la valoración de las condiciones físicas y
sociales del área. Se seleccionaron las variables a analizar, para luego ser constatadas, ellas son: criticidad del territorio,
estructura general del asentamiento, modelo de crecimiento, sus perspectivas de crecimiento, su ocupación y uso del
suelo (áreas residenciales, comerciales, y espacios libres), grado de urbanización (infraestructura, equipamiento,
servicios, tráfico y redes), situación socioeconómica y características demográficas. Se realizó también el análisis del
contexto que consistió en percepción, observación directa e indirecta, a través de entrevistas a informantes claves y
encuestas, sobre las viviendas, el loteo, calidad de la infraestructura y los servicios, equipamiento existente y áreas de
esparcimiento, a efectos de comparar con standards de equipamiento nacionales y/o extranjeros; también sobre la
modalidad de ocupación, antigüedad del barrio preconcepciones de la población sobre el uso del suelo.
La etapa denominada Diagnóstico, nos muestra el estado de situación de las diferentes áreas de estudio, con los rasgos
más significativos de la organización territorial, su grado de vulnerabilidad y sus posibilidades de intervención. Para
obtener los rasgos dominantes de la organización territorial y delimitarlos en el espacio se construyeron patrones
territoriales, en coordinación con las pautas definidas en la Red de Políticas Urbanas, Estrategias Regionales y
Desarrollo Local (PICT Nº009), combinando las variables analizadas en el punto anterior. Luego de este cuadro de
situación se detectaron y marcaron espacialmente las zonas más vulnerables, de acuerdo a la criticidad y a la cantidad
de población afectada.
La última etapa de Propuestas de Ordenación, está dedicada al planteo de pautas de planificación apropiadas a las
condiciones de las áreas urbanas de estudio, a través de políticas urbano-ambientales de corrección, mantenimiento y
mejora de estos procesos de urbanización, y de estrategias factibles para lograr diferentes tipologías de densificación, de
ordenamiento de las áreas libres y equipamiento compatibles con la dinámica de las áreas analizadas para luego
poderlas aplicar, si es necesario, al resto de la ciudad.
DISCUSIÓN DE RESULTADOS:
En la primera parte del análisis se logró clasificar los territorios con vulnerabilidad hídrica del Gran Resistencia,
diferentes situaciones de criticidad territorial y características tipológicas de los asentamientos, en los cuales se podrá
proponer modelos para ordenar dichas áreas. Es por ello que se definió el análisis de sectores de la ciudad con diferentes
características sociales, económicas y espaciales prototípicas, porque se pudo enfocar una variedad de situaciones, y de
esta manera facilitar el análisis comparativo de las mismas.
Estos sectores fueron seleccionados entre varias alternativas, teniendo en cuenta criterios como: el grado de criticidad
del territorio, el proceso de urbanización del sector, el modelo de ocupación del mismo (tradicional, planificado o
informal), y por último, disponibilidad de información básica. Los sectores elegidos corresponden a los barrios de: Villa
Río Negro, Miranda Gallino, Villa La Isla del Río Negro y El Bolsón. Los mismos cumplen con las condiciones
establecidas y reúnen las distintas características.
En estos barrios se logró estudiar primero las condicionantes del soporte. Los estudios del medio físico sirvieron
principalmente para localizar aquellas zonas de los barrios mencionados que son más críticas y por lo tanto, más
susceptibles a sufrir inundaciones, ya sea de origen fluvial o por grandes precipitaciones, con la finalidad de prever
diversos escenarios de estrategias de intervención. Se clasificaron en tres categorías: zonas de inundación frecuente,
zonas inundación ocasional, y zonas de inundación excepcional. Los criterios utilizados para definir qué parte del
territorio se incluye en cada una de estas categorías, de acuerdo a la información recopilada, tiene que ver con
zonificación de la Resolución Nº 1.111/98, de la Administración Provincial del Agua que regula el uso de la tierra en
las áreas inundables en jurisdicción del Gran Resistencia, como así también otros estudios de la misma dependencia en
base a las zonas afectadas por las grandes precipitaciones.
Se estudiaron los usos del suelo dominante, su modelo de ocupación, el grado de urbanización (cobertura de servicios e
infraestructura), características demográficas, la situación socioeconómica y las características demográficas. Con estos
datos se construyeron patrones territoriales y con ellos se identificaron y delimitaron en el espacio los rasgos
dominantes de la organización territorial que involucran la ocupación física o funcional del espacio, y a partir de ello las
condiciones del medio natural. Como resultado de la evaluación realizada se logró la caracterización del territorio a
través del reconocimiento de unidades espaciales con cierto grado de homogeneidad. Se identificaron catorce patrones
territoriales. En cinco de ellos, el factor dominante es el uso residencial (I: Residencial consolidada de media densidad,
II: Residencial consolidada de baja densidad, III: Residencial de baja consolidación de media densidad, IV: Residencial
en transición, y V: Asentamientos en condiciones marginales y en territorios vulnerables); en otros destaca la existencia
de actividades terciarias (VI: Áreas Centrales y VII: Corredores Circulatorios Comerciales). El uso productivo tanto
industrial como agrícola, caracteriza a los patrones VIII: Área Industrial y Productiva y IX: Área de producción
Agrícola; los patrones X: Grandes Equipamiento y XI: Usos Específicos de Servicio Público (equipamientos sociales y
de servicios, tanto públicos como privados); mientras que los tres últimos corresponden a grandes espacios abiertos
prácticamente no ocupados (XII: Espacios Abiertos, XIII: Bajos Inundables y XIV: Bosque en Galería).
Se pudo detectar que en las situaciones más críticas de vulnerabilidad, las tendencias de ocupación y uso del suelo están
relacionadas con inmuebles de escaso valor económico, generalmente ocupación ilegal, sin infraestructura ni
equipamiento aceptables, de difícil accesibilidad, etc. y en general están en las zonas más bajas y con mayores
posibilidades de inundación.
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Es así como se consideran áreas muy críticas en lo territorial, pero la ocupación todavía no alcanza una densidad que la
hace de mucho riesgo (como el Bolsón), es justamente en ellas en las que hay que planificar para que los nuevos
asentamientos no se encuentren en las situaciones antes mencionadas. Hay otros sectores en los que ocurre lo contrario
(Villa Río Negro o La Isla, por ejemplo) la alta densidad y la criticidad territorial hacen que sea necesario un
reordenamiento de lo existente o completar los sectores deficitarios para no empeorar la situación.
CONCLUSIONES:
La tendencia de la población en nuestra ciudad de asentarse en las zonas bajas va acrecentando los problemas
ambientales, agudizando la vulnerabilidad del sitio en el cual está emplazada y transformando a importantes sectores de
la misma en áreas de alto riesgo.
Luego del análisis a que fueron sometidos los distintos barrios, se pudo determinar que el crecimiento y la ocupación
hacia el norte de la ciudad, en territorio del sistema fluvio lacustre, aumentaron las áreas impermeables y la ocupación
no planificada del suelo (sujeta a reglas del mercado inmobiliario y a estrategias de localización de sectores sociales de
bajos recursos), hecho que aumenta también la vulnerabilidad hídrica de dichos sectores urbanos. Todo es producto de
constantes invasiones u ocupaciones progresivas, con una realidad heterogénea de barrios consolidados y marginales,
donde la falta de conocimiento preciso del territorio ha implicado un deterioro de la calidad de vida de las comunidades
allí establecidas y por ende del resto de la ciudad.
El proceso de urbanización plantea situaciones irregulares, de deterioro, déficit en infraestructura y equipamiento, entre
otras cosas, que reclaman un cambio en los mecanismos de ocupación del territorio. Existen normativas que regulan el
uso del suelo en áreas inundables para Resistencia y su Área Metropolitana (como la Res. Nº 1.111/98, de la A.P.A. y el
Código de Planeamiento Urbano), pero no han resultado suficientes para contrarrestar el proceso señalado
precedentemente.
Con el análisis se pudo detectar que si bien para la mayoría de los habitantes de los barrios las condiciones de sus
viviendas son las que más inciden sobre su calidad de vida, por otra parte hay otro tipo de condicionantes, más
generales, del contexto o entorno en el que se encuentran insertos, que también los afectan y que tienen que ver con la
vulnerabilidad hídrica y ambiental del territorio en el cual están asentados.
Para poder ordenar estas áreas vulnerables es necesario conocer los caracteres y dinámica de su territorio (tanto lo que
está por debajo de la línea de ribera como la llanura de inundación) y establecer sus usos antrópicos que sean
compatibles con esa dinámica y con el destino que el sistema fluvial les ha asignado. Por lo que resultó importante
estudiar los usos del suelo y su relación con la vulnerabilidad del territorio, ya que nos sirve para poder plantear como
deberían ser las prácticas cotidianas de planificación de uso del suelo y la definición administrativa de los ríos y lagunas
para asegurar el mantenimiento de sus características y dinámica en las áreas urbanas.
Se pueden sugerir algunos criterios básicos para ordenar estos espacios, a través de políticas urbano-ambientales de
corrección, mantenimiento y mejora de estos procesos de urbanización, que podrían ser los siguientes:
1. Considerar la ordenación globalmente, con líneas prioritarias de actuación orientadas a respetar las condiciones
naturales del territorio. Por lo tanto, una primera parte será el análisis de todos los condicionantes del medio
natural, especialmente la topografía, el clima, la hidrografía, la vegetación y las características del subsuelo, de forma
que la ordenación esté realmente equilibrada con su medio.
2. Delimitar los espacios significativos: zonas de inundación frecuente, zonas inundación ocasional, y zonas de
inundación excepcional, tanto en los planes municipales de usos del suelo como en el terreno, como paso previo a
cualquier ordenación de uso del suelo con criterios compatibles con la dinámica del sistema fluvial y la protección
del carácter público de los cauces.
Ajustar el concepto de Zona Prohibida como un espacio de dimensiones fijas, por otros espacios adaptados a la
dinámica fluvial y con criterios de mantenimiento de las características y dinámicas naturales del río o laguna,
estableciendo mecanismos para que los propietarios ribereños estén interesados en permitir la dinámica fluvial y
poder restaurar las ocupaciones que forman parte de ese espacio, reduciendo los espacios fluviales artificiales a los
mínimos necesarios. A partir de estos criterios se plantea ordenar los espacios fluviales mediante la definición de un
Dominio Fluvial, la Zona Prohibida y otros de mayor flexibilidad.
3. Integrar, ampliar y diseñar convenientemente los espacios libres urbanos adaptados a este territorio, como un
sistema capaz de corregir y moderar el microclima local, además de servir como importantes espacios de relación y
uso social. Proponer diversos usos recreativos alternativos complementarios con las zonas verdes, potenciando las
actividades relacionadas a los recursos naturales, tanto los bordes del río como de las lagunas, fomentando los
recorridos peatonales y la fácil accesibilidad.
Preservar todas las zonas actuales en las que ya existe presencia de agua superficial en cavas o pequeñas lagunas en el
territorio urbanizado para destinarlas a usos de espacios libres y zonas verdes, combinadas con usos de ocio,
deportivos, recreativos, etc. adoptando los criterios recomendados por la Comisión RAMSAR.
4. El diseño de las áreas residenciales, no se reduce, como con frecuencia parece entenderse, a resolver un problema
arquitectónico o proyectar satisfactoriamente edificios para viviendas dentro de un espacio determinado, sino que el
diseño de esos edificios debe ser concebido integralmente con los determinantes del soporte sobre el que se asientan.
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Planificar con densidades bajas en las zonas de más riesgo y moderadas en las zonas de menos riesgo, aunque la baja
densidad de viviendas unifamiliares dispersas implique costes de infraestructuras, energéticos e impacto sobre el
medio circundante.
Para compatibilizar la moderada y la baja densidad, la ordenación se debería estructurar en barrios, en cada uno de los
cuales, aparezcan diferentes tipologías edificatorias. Es decir, distintas tipologías de agrupamiento residencial, como
por ejemplo viviendas adosadas, apareadas y aisladas formando un conjunto integrado con determinados
equipamientos asociados.
Aprovechar los recursos naturales (sol, viento, agua de lluvia) para establecer las orientaciones más favorables de
acuerdo con este clima, recogida del agua de lluvia para el riego y el control ambiental, recuperación de los residuos
sólidos urbanos, etc. Diseñar, si es posible, viviendas con técnicas de acondicionamiento pasivo, para el ahorro
energético, desde la composición de los muros, la distribución interna de las habitaciones, el diseño de la cubierta, los
cerramientos, las instalaciones, los sombreamientos, etc.
5. Estructurar y articular socio-espacialmente los equipamientos. Es decir, la ordenación de varias viviendas
constituyendo un vecindario que forme parte de un barrio con una serie de equipamientos asociados de acuerdo con
su población y estructura. A su vez, varios barrios forman el barrio-ciudad, en el cual aparecen otra serie de servicios
necesarios para todo el conjunto de la ordenación de la ciudad
Resulta imprescindible actuar a través de estrategias de expansión u ordenamiento urbano, especialmente cuando se
debe trabajar en actuaciones locales a nivel de barrios y cuencas hídricas urbanas, desarrollando modelos de
urbanización acondicionados a las particularidades físicas de nuestra ciudad y a otras características, como ser sociales,
económicas o institucionales. Con estructuras apropiadas de ocupación y uso del espacio urbano en zonas residenciales,
con densidades y tipologías de distribución acordes con el tipo de territorio, se puede conseguir eficientes
funcionamientos, morfologías satisfactorias, así como mejores condiciones de habitabilidad y calidad ambiental.
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