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EL POPULAR
PERIOPXGO DC LA TARDE.
3fACBí/).--1,UNES 5 DE ENERO DE 1848.
A<iÍM» l o r c o r o .
DIARIO rounco s INBVSTIUAI..
Contiene articules sobra estas j
otras materias; variedad de noticias
nacionales y estrangeras, con notable adelanto; sesiones de Corles; buIclin 's comerciales; folletines etc,
Las leyes , decretos y demás disposiciones del gobiérnase daueu sul'lemenlos.
IMúm. 4 8 8 .
m
MAOBIS.
.
.
LU.NES 3 DB KNBBO.
Conellílulo «PELIGROS INMINENTES, nos da
ayere! Ec» dWConjíreío la cenlésima edición de un
artículo cuyo molde deia hecho sin duda para ajustarle de cuapdQ en cuando, «in intrpducir en éi mas
que ligeras variantes. Redüceae lodo el artículo á
supoÑciones de peligros que 8o!o el Eco ve con «u
oWaIejo pallliéo, y á vagas reticencias dela^ que tan
tohilmemte deslizan «n Ms eícriios los tllUrio^ progíéái^as, para dejar algo que adivinar y curiosísimas^
eipliéauo'nés y comentos que hacer i 9us correlir
gJQnário.s.cuando se retinen en los cafas ó en las
< Él fundamento de toda esa alarma no se descubre
en el medcionado artículo de nuestro apreciable colega,: á nS conceder muy grande importancia, ya
que no pueda concederse novedai alguna, á la posibilii[iad que el £co entrevé de que cualquier suceso desgraciado provoque lo qué llanían; los progresistas cu«$(»»n de sucesión, como si cuestión hubiera
estantío dispuesto por las íeye&el 6rdcn de sucesión
á la ooróqa.
. El cuidado del Eco, aunque preauíturo en dema<
sia, tiene su fundamento; piorque para los progresáti'
tas es pierto que se presenta un tanto cuanta do'fíi'
brío et. porvenir. S^fien ellos demasiado bien que
etitóncei isé vejriah'éñ la neeésidádde dplar entré;
la. revolución f Mbntiímblirt, sids que no venían
por ultimo refüigiarse en nuc^faj íi!as; y ao h ly íu-,
da,qu^^^i trapee eri^ dé;nasiádo diiro y la posición
hartoe^mb^biiaia/Lus progresistas se han enconlradp; p<»eo, ba«e ¥ÍQ..candidato i la mano de la. Rema;
y si tuviéde#(i$LJÍt<^feÉgrfi#4«Lq^u^ ^ese casd ^ue á
eltoa les. faqui^tH'illegaso^ aipareoérí'áu Umbíen sin
en 'Míeefjiot! qws'nropOMr'á la corcóa, ya qne no
qtiiefttn'adjnitir al.qne tas leyes designan.
' Lb hUéno (|ue hay en todo'esto es que por ahora
naidá autoriza tan marcado desasosiego ; ningún fundamento tienen los peligroi inminentes. S. M. la
REINA goza de éscejcnte salud, es bastante joven y
robusta para esperar con íiindamento qne dé un sucesor al 1 roño de S. Femando. Esas indisposic¡one$
que en tanto cutd^o ponen al Eco, son insignlGcantestdelaique.'todo el mundo sufre de vez en cuando;
y'piorotn parte lá vida de los reyes no están inasespoestas que las de los particulares cuando la lealtad
ítfs rodea y vela «obre ello».
El duque de Valencii cuenta con una esperieneia
hailo larga y provechosa para dejarse coger en la
torpe red que le tienden; conoce, euinplidamenle á
los partidarios del llamado progreso ; comprende
ha.«ta sus masociiUos pensamieiítos y sabrá-rtruy bien
interpretar Sus mas leves acciones.
.
Eso de disolver las corles podrá ser laüy bueno,
estamos lejos de negarlo, para los progresistas; pero
de seguro seria muy malo para el general Narvaez
y para el partido mudetatlo que le Que>)ta en su pri-^
mera fila: no hay pues que temer cusa semejante, de
los actuales ministros. Lo último que hace un hombre de razón, es apartarse de su bando político por
resentimientos y pequeneces; acto semejante acredita declarada locura y equivale al suicidio. ¿Qué
será nunca, por ejemplo, el señor Escosura en el
bando progre&iíla? Nada, mientras que habiéndose mantenido eo el moderado, con facÜiJaJ hubiera logrado rehabilitarse.
Guarden los diarios progresistas esas tretas para
gente mas ii\cauia ; que con los actuales miiiislns
de nada les pueden servir, por masjque agucen el
ingenio. Intiihaihénte unidos se han hallado siempre al partido molerado ; de sus filas salieron para
eievai'se al poder, y el dia que desciendan de los
9ÍtQl|v^?sÍos qué ocupan será sin duda para uonfun'dMlJl t^.ligoades en lus mismas filas de donde proce{l4É|(^#ti repiten con frecuencia sucesos como aljg^nio (ie los que últimamente hemos presenciado,
í ^ Hasta ahora el mtiñstorio aparece intimamente
unüdu á la mayoría ttne le sostiene compacta, y no
hay fundamento para dar crédito á lo<« rumores difundidos por nuestros colegas progresistas. Todo se
reduce á buenos deseos, y acaso no pasen de ahí en
largo tiempo los rumores que difunden.
Ya por fin hemos visto los primeros números del
Sigl», peñdiijco que por una anomalía ines-plieablc
ha recibido antes de cu aparición los mas crudos y
enérgicos ataqies de sus curreiigionarios, en cambio del apoyo que basta cierto pumo le ha prestado la prensa moderada; apoyo que consiHc en el
convencimiento de que solamente organizándose y
moralizándose el parlWo progresista, puede llegar
algún dia á ocupar digna y legalmente el miando.
En cstoio que han hecho los moderados-no ha sido
otra cosa que mostrarse tolerantes y conocedores
de la verdadera practica de los gobiernos representativos, sin tener en cuenta ese egoísmo ridiculo
A la España«ingun peligro la amenaza ni ai tro- de que maliciosamente le acusan sus (remendos adno tampoco. Para quiches no se presentan las cosas versarios.
tan ftien comoi apetecieran'es para ciertos hombres
Volviendo al i rincipal objeto de e.>tas línea«, dique,se prpAnelían n^cefjse dueños del país y domi- remos, que el Si^.'o no ha desmentido el juicio que
nar iil troho fiándose jBpib imprevisión, de algunos
de él anticipadamente habíamos formado. El Siglo
:¿A^^ adverarlos q sacando provechoso partido de
es un diario, como el misino se titula, progresirta,
Ip^k^eay^ejnemi^tades. Gonoceu que la situación se
pero progresista á juzgar por la templanza y modeVftafii^ni^tndo, y por eso temen, y por eso se inquic' ^ ^ 3f Pf^'^^^ui^^ producir una alarma impüsi- ración de sus primeros artículos, de discusión, de
bMjMHMiitiendo pelijtros que no existen ni probable- razonamier.to. Quiera Dios que en el calor de los
meiUfl oobwirifK'(Tarea vana há de finjir peligros debates no se separe de la senda que se ha trazado,
a^ni donde nadie né asu>ta de poco y se conoce á jr-vengamos á parar en que nb es pO'^ible otra cosa
en nuestros contrarios. Por ahora diremos francacAdh cual de que pié cojea 1
mente, que no creemos en semejante cosa: bastantes
desengaños ha sufrido, el nuevo colega antes de su
Entre todos los diarios progresistas se distingue el nacimiento, para que se deje llevar al resbaladizo
Ciamr Público pof la habilidad y sutileza de inge- terrerio de sus correligionarios.
El Siglo, aotao liemos estampado, es un perióJinJQ qi^ descubre estos dias. Nqestro colega parece
dÍM^|O::d0 Mf:. .Butwer e)ve»to de manejos di|do- co progresista, y con esto dicho <stá todo lo que
málwíw y:de fislucias para convertir á su fé hombres nene relación con las consideraciones que ha de
inojr. noUbles y comprometidos de. nuestro partido. merecernos. Para nosotros es un legítimo adversaComo fi^al; duque de Valencia fuese algún muchacho rio, pero hoy nos parece tan leal como cumple á
de la escuela f¿cH de engatusar; procura unas veces periódicos de distinto bando. Los primeros artículos
alhagarle para que se incline á su partido, otras se que ha publicado merecen todas nuestras simpatías
ocupa en aiiunciar Iranuis de ciertos personages por el objeta altamente moral y filantrópico que en
moderados conlro S iE-l|yn- el objeto de indisponer- ellos se propone : otros hay, como el consagrado á
le^ y otras en fm le dicéjton la mas sorprendente la milicia nacional, y como regularmente serán lo'
•WOÜléi que debe dejarsieie rodeos y disolver las dos los de partido, que habrán de ser objeto de nuestra oposición. Muy pronto pensamos, decir algo
^^1^.
iQae aprensionejpicoaietea. 4 los progre
I acerca de la noólicia..
"f
.Ja»&«:.:
Por lo que se vé, cstis líneas no vienen á otra
cosa que á saludar la aparición del Siglo, y á denotar el punto en que le consideramos colocado. Hemos dicho que según hoy se presenta, nos paceca
lodo un leal adversario, que lidia no solo con armas
de muy buena ley, sino que también ataviado de
lujosos arreo?, atendida la pureza y galanura de su
iíJióina.
Nosotros, soldados <le sus contrarias filas, otro
dia, que mal haríamos en hacerlo hoy, contestaremos á los tiros que nos ha dirigido al presentarse en
el campo eoarbolando su bandera.
El Clamor Público sigae en la noble tarea de ac-on*
sejar al gobierno , y en su último número lo hace
del siguiente modo : «SI EL DUQUE DE VALENGl\ TUVIESE BASTANTE ANIMO Y RESOLUCIÓN PARA-DISOLVER EL CONGRESO Y SEPARARSE DE LA M A Y O R Í A . . . . . ¿ Adonde ¡riamos
á parar si el gobierno disolviese e! Congreso y se
separase de la mayoría? ¿Pues qué, cree el Clumor
que tan impunemente puede un gobierno separarse
da la mayoría que suélenla su bandera? ¿Q'é scrk
de todo gobierno que se ponga en abierta oposición
con su pariido? ¿Si el gabinete Narvaez se separa
del gran partido monárquico-constitucional, á donde irá á buscar apoyo , alas filas progresistas?
Contesle el Clamar PAblito á estas preguntas que
surgen naturalmente de sus palabras, y entonces
veremos si acomoda al gobierno tanto como él supone esa especie de divorcio con su partido.
Al escribir estos renglones lo hacemos para decir
algo al periódico progresirta, no al gobierno, & quien
creemos muy distante de pen,<=ar como el C/onwr
PúbHco. El gabinete Narvaez sabe muy bien qtie e»
imposible un gobierno sin el apoyo de la prensa,
sin la mayoría en el parlamento, y sinestar íntima y
cordial mente ligado con la totalidad del pariido á
que pertenece. Esto debe también saberlo el C/amor
[h'iblico, y sino díganos porquo los hombres de su
bamlo han esplotado tanto las elecciones, y porqué
se han hundido en el momento mismo en que perdieron el apoyo de las cortes y rompieron el lazo que
los unía con la mayoría de su partido?
Ningún acto, chico ni grande, del gobierno ó de
los hombres mas notables del partido conservador
se libra de la censura de los diarios de la oposición.
Habían comenzado los rumores de que se entorpecerla el pago del semestre vencido de intereses de la
deuda con motivo del robo ocurrido en la caja de
amorlizacion, y no eran los adversarios al actual
drden de cosas los que menos sa afanaban por difundirlos. El miiiislro de hacienda se apresuró á
evitar loi mates que en los intereses del comercio
pudieran producir, advirtiendo que no obstante el
robo se pagaría con puntualidad desde el dia 5.
En e4o solamente puede hallarse motivo de alabanza, y nadie creerla que fuese la disposición del
ministro motivo de vituperio. Pero el E^ecíador ha
encontrado digno de censura, y aun procura deducir con admirable lógica, que el apresuramiento del
ministro hace temer el mismo mal que parecia
querer remediar. ¡Qué cosasl
Como si fuese cosa corriente y admisible ha
dado noticia, sin añadir siquiera una líne?, el Espectador de haber pasado el representante inglés
una nota al ministerio en que manifiesta el deseo
que anima á su gobierno de que se restablezca la
ley sálica en España.
Con razón advierte uno de nuestros mas caros
colegas, qne nendo tan qtiisquilloso el diario progresista en todo lo que afecta al honor nacional, pudiera muy bien haber aprovechado ocasion-tan oportuna para osten ar su indignación patriótica al ver
qtie Id Gran Bretaña-se ocupa nada menos que en
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