el poblamiento del “nuevo mundo”

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JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
EL POBLAMIENTO DEL “NUEVO MUNDO”
LOS PRIMEROS POBLADORES AMERICANOS (UN VACÍO
CONTINENTAL)
Con el exterminio en masa de los nativos, el «Nuevo Mundo» se había
reducido poco a poco a un simple ser natural, convirtiéndose en un
receptáculo prodigioso, pero desprovisto de significación humana: un
vacío moral e histórico se abría en la medida exacta en que se
amplificaban el expolio material y los conocimientos geográficos. Hacia
la mitad del siglo XVI, la naturaleza irracional del americano, sobre la
cual legisladores y pensadores de la Edad Media fundaban la
justificación de la sujeción de los infieles, su privación de todo bien
y de todo derecho se había convertido en una realidad irrefutable.
Ahora bien, precisamente cuando las masas autóctonas acabaron por
ser convertidas en rebaños famélicos, desposeídos de tierras y de casa
y privados del más mínimo cuidado; cuando los sobreviventes vieron
desaparecer hasta la última célula de su estructura social y cultural;
cuando la finalidad pretendida fue alcanzada, empezó a hacerse sentir
la necesidad de llenar el vacío tan radicalmente establecido. El ímpetu
de la corriente destructora no había podido impedir que la conciencia
no sólo se hiciera oír, sino también que pudiera emprender la valiente
búsqueda de las fuentes, ese arduo remodelado de un continente que
todavía está lejos de haber llegado a su fin: la reconstrucción
histórica, tarea de una envergadura inimaginable, debía lógicamente
desbordar cualquier esfuerzo individual y recaer hasta el infinito en
las futuras generaciones.
Basada únicamente en la convicción de la dignidad de unos seres
humanos ya condenados, en la negación a aceptar una injusticia de
proporciones cósmicas, esa mancha contra la corriente fue y es todavía
en extremo lenta: su ritmo sigue el de la adquisición de los
conocimientos necesarios para la reintegración de un continente al
seno de la humanidad; el del ensamble de las pruebas susceptibles de
demostrar que los razonamientos que sostenían la inferioridad
congénita de los pueblos americanos eran una calumnia. El menor
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EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO
paso dado en ese sentido debe tener en cuenta escrupulosamente a
los presedentes y ni una teoría ni un descubrimiento podrán ser válidos
sino se inscriben en el esfuerzo centenario emprendido con el fin de
llenar ese vacío con la misma sustancia que en otro tiempo le fue
quitada.
Se puede tener una idea de los obstáculos contra los cuales tropieza
el restablecimiento de la antigua realidad, si se piensa que ninguna de
las magníficas investigaciones del siglo XVI logró ver la luz sino hasta
finales del siglo pasado; que algunas acaban de ser publicadas
recientemente y que otras, fundamentales, están todavía esperando
en la sombra de los archivos. Durante más de trescientos años los
conocimientos se limitaron al principio a narraciones de los
descubridores, seguidas por los historiadores de la corte que, muy a
menudo, ni siquiera habían salido de España. El número de libros
inspirados por América es sorprendente, pero a pesar, o a causa, del
enorme éxito internacional inmediato que obtuvieron los que fueron
editados, las obras básicas permanecieron prácticamente desconocidas
hasta nuestros días, en que su aparición coincidió con los primeros
pasos de la arqueología. Si eliminamos las obras basadas en una larga
coexistencia con los nativos —tan sólo la de Garcilaso de la Vega
apareció en 1809—, América no ofrece más que una imagen humana
inconsistente y pueril. En efecto, ¿qué sabríamos del «Nuevo Mundo»,
su suprimiésemos los fogosos testimonios y la insaciable búsqueda
de información de Fernández de Oviedo, las vibrantes defensas de De
las Casas o la emocionante indagación del mundo perdido a la cual
Bernardino de Sahagún consagró su existencia? Mucho sobre la
naturaleza, bastante sobre vestidos y costumbres aborígenes,
demasiado sobre religión.
El fárrago de incomprensión y de calumnias transmitido entonces y
erigido enseguida con más o menos mala fe en cuerpo de doctrina,
representa un grave obstáculo para el conocimiento, pues más que
ningún otro factor influyó en que hasta la más pequeña huella de
espiritualidad fuera suprimida de este universo que, reducido así a
simple pedazo de la naturaleza, iba a ser despojado para siempre de
todo valor (Sejourne: 1975).
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
HIPÓTESIS SOBRE POBLAMIENTO DE AMÉRICA
En el momento de la conquista, la población indígena se hallaba
repartida de manera muy desigual a lo largo y ancho del continente.
Unas zonas lucían densidades elevadas, mientras que sólo habían
puñados de hombres en otras prácticamente desiertas. El asentamiento
se concentraba en las sierras y costas de la vertiente del Pacífico. Las
grandes plantaciones que bordean el litoral Atlántico albergaban, en
cambio, pocos habitantes. Los indígenas llevaban habitando el
continente millares de años y, en su transcurso, habían modificado a
su conveniencia la capacidad productiva del suelo por medio de técnicas
de complejidad creciente.
Se supone que la presencia del Hombre en América es relativamente
reciente, sobre todo si se le compara con la antigüedad que tiene en
Asia y Africa.
Un continente vacío acogió, pues, hace decenas de milenios, a los
primeros individuos que pisaron el suelo americano. Las hipótesis del
poblamiento de América surgen sobre la pregunta del origen del hombre
americano, por un lado, como resultado del proceso histórico del
descubrimiento, y por la racionalidad que dominaba a Europa en el
momento de la conquista. Es así como las respuestas son tardías y
todas ellas se inscriben en la postura metodológica que nace con el
mismo descubrimiento y que se constituiría en la piedra angular de las
diferentes teorías antropológicas.
1. La hipótesis bíblica: Surge el interrogante: ¿de dónde procedían
esos pobladores de un mundo nuevo que no era conocido ni siquiera
en las Sagradas Escrituras? ¿Eran en realidad seres racionales esos
indios, y formaban parte de la Humanidad? En caso positivo, ¿cómo
habían llegado aquí? De acuerdo con el espíritu de la época, lo que
primeramente interesaba establecer era si desde el punto de vista
teológico los americanos eran o no seres racionales.
Dos tesis distintas aparecieron desde un principio. Los unos sostenían
la buena doctrina de que todos los hombres eran iguales, pues todos
son hijos de Dios. Los otros, en cambio, defendían la tesis de la
desigualdad humana, de que los indios carecían de racionalidad, que
eran poco menos que unos brutos, y que apenas sí en algunas cosas
se diferenciaban de los animales. Señalaban los segundos en favor de
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EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO
su tesis el estado de evidente inferioridad cultural, de incultura de que
la mayoría de indios hacían gala al ser comparados con los europeos.
Mientras que los primeros argüían que los «bárbaros» del Nuevo Mundo
estaban lejos de ser unos brutos, pues era indudable que tenían uso
de razón, si bien a su manera. Se quería demostrar esto último alegando
que los indios de ciertas partes de América no sólo vivían en ciudades,
sino que también tenían sus señores, sus magistrados y otras
instituciones parecidas a las que existían en el «Viejo Mundo».
En realidad, estas discusiones venían planteadas en forma teórica
desde la antigüedad clásica. Los pensadores griegos, como Platón y
Aristóteles, habían defendido la inhumana tesis de la existencia de
una servidumbre natural entre los hombres, esto es, la doctrina de que
hay hombres que por naturaleza son libres, y por tanto hombres
verdaderos, y que otros, encontrándose en un nivel infrahumano, eran
por naturaleza esclavos. En cambio, otros pensadores, como Séneca
y Cicerón, admitían ser convencional toda distinción entre libres y
esclavos, y estaban convencidos de que no existía una diferencia natural entre los hombre. Más adelante, al tomar auge el cristianismo, los
Padres de la Iglesia aceptaron esta tesis de la libertad natural humana,
y se declararon en contra de la servidumbre aristotélica.
Pues bien, los autores de la época del descubrimiento tuvieron que
enfrentarse de nuevo con el viejo problema de la libertad o la
servidumbre natural de los hombres. Es que en el sentir de la época
habían serios indicios que hacían aparecer la situación de inferioridad
cultura de los indios frente a los europeos, como el producto de una
supuesta irracionalidad. Era este un problema de la mayor
trascendencia, tanto para los españoles como para los indios. Porque
si nuestros aborígenes llegaban a ser considerados como irracionales,
si se les despojaba de su calidad de humanos, se hubiesen entonces
encontrado realmente en estado de potencial servidumbre, y nada
hubiese podido impedir el ser legalmente esclavizados. Mientras que
de reconocérseles calidad de seres racionales, la esclavización era
difícil.
La bula papal del Papa Paulo III, de fecha 9 de junio de 1537, zanjó
definitivamente la cuestión al declarar que los indios no eran
irracionales, sino «verdaderos hombres», y que todos los hombres eran
racionales, ya que todos son capaces de recibir la fe. Y es a
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consecuencia de esta declaración de la Iglesia que los soberanos
españoles prohibieron terminantemente la esclavización de los indios,
recomendando al mismo tiempo se les otorgara buen trato y que se
procurara la salvación de sus almas.
Para los escritores de aquellos siglos, cuyas preocupaciones eran muy
distintas de las nuestras, era cuestión de vida o muerte establecer la
ascendencia y la genealogía bíblica de los americanos. Influía en ello
la idea de que si, como había declarado el Papa, los indios eran también
hombres, entonces tenían forzosamente que pertenecer a la misma
Creación que los demás hombres, pues ninguna tradición hablaba de
creaciones distintas y sucesivas. De pronto importaba demostrar que
los americanos, siendo de la misma Creación que los demás grupos
humanos, eran también hijos de Noé. No tendría ello mayor importancia
si se hubiese reconocido ese origen como tesis general. Pero lo serio
es que aquellos tratadistas del siglo XVI y XVII nos e contentaban con
esto, sino que querían determinar de manera concreta cuál de los hijos
de Noé había sido el antepasado directo de los aborígenes americanos.
Lo cual equivaldría a querer establecer el origen de los indios.
La pluralidad y la diversidad de ideas y pareceres son los rasgos que
prevalecen en los primeros intentos de explicar, con los elementos
disponibles, el poblamiento primitivo de América.
2. La hipótesis de origen autóctono: La producción de teorías
destinadas a explicar el hecho del poblamiento primitivo de América o,
lo que es lo mismo, el origen de los indios americanos, siguió con el
mismo ritmo en los tiempos posteriores. Ni siquiera en la actualidad se
ha conseguido unificar pareceres sobre problema tan importante. Mas,
pese a la evidente disparidad en que se mueven todas esas teorías,
en uno de sus aspectos son todas de índole similar: en que todas se
basan en el supuesto de que nuestro doble continente ha sido poblado
partiendo del «Viejo Mundo». La suposición se justifica, ya que la
tradición halocalizado siempre en Asia el origen del Hombre, y la
moderna investigación científica no ha podido hacer otra cosa que
apoyar con datos científicos la probabilidad de aquella tesis.
En los últimos tiempos han surgido algunos autores que pensaron de
manera distinta. Son, sin duda, las dificultades que se presentan para
hacer venir del «Viejo Mundo» a los primitivos pobladores del «Nuevo»,
lo que indujo a aquéllos a buscar por otro camino e invertir los
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EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO
términos del problema. Y en el fondo de las discusiones que luego se
entablaron se halla inmanente el razonamiento siguiente: si hay
dificultades, geográficas o de otra índole, para admitir un poblamiento
desde el «Viejo Mundo», ¿por qué no suponer que el Hombre y sus
culturas se hayan engendrado en América y desde ahí difundiéndose
por el resto del globo?
En realidad, es poco lo que se gana localizando el advenimiento del
Hombre en América. Pues si hay inconvenientes que impidan explicar
satisfactoriamente el poblamiento de este continente desde el «Viejo
Mundo», los mismos, o parecidos se han de presentar al pretender
explicar el origen o la difusión de culturas del «Viejo» desde el «Nuevo
Mundo». Las distancias y las dificultades habrán de ser las mismas
yendo de aquí para allá que de allá para acá.
Dejando de lado estos razonamientos, lo cierto es que ya en la segunda
mitad del siglo anterior, autores como Brasseur de Bourbourg,
sostuvieron la posibilidad de que los egipcios eran una derivación de
las culturas mesoamericanas, tesis que sostiene en la actualidad
Máximo Soto Hall. Pero el autor principal representante de esta
tendencia, que ya no se limita a admitir migraciones de hombres y
culturas de América hacia el «Viejo Mundo», sino que partía de la base
de que el Hombre había surgido en América, fue Florentino Ameghino.
En 1880, este argentino público en París un libro de dos tomos, que
totalizaban más de 700 páginas, titulado Antigüedad del hombre en La
Plata. De manera general, sus ideas sobre antropogénesis son
estrictamente monogenistas y sólo admite un origen para la Humanidad.
Esta habría surgido en un solo lugar, en un solo momento y de un solo
precursor. El lugar sería la parte austral de Sudamérica; el momento,
mediados de la Era Terciaria; el precursor, una forma animal de pequeño
tamaño que Ameghino denominara Homununculos patagonicus.
En definitiva, el sistema elaborado por Ameghino es el siguiente:
Partiendo de unos hominideos primitivos, descendientes de los
mencionados humunculídeos y precursores por igual de los monos
antropoides y del Hombre, la rama cuyo eslabón final es la Humanidad
actual estaría compuesta por una serie de antecesores ya
desaparecidos, que el autor bautizó con el nombre de «Prothomos».
La sucesión de estos antecesores, con el valor de géneros cada uno
de ellos, sería: Tetraprothomo, Triprothomo, Diprothomo y Prothomo.
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. E
A este último habría sucedido el género Homo, al que pertenecemos
nosotros.
3. La hipótesis de origen asiático (Ales Hrdlicka): Su tesis y la
de los demás autores que podemos incluir en su escuela, se mantienen
dentro de los puntos de vista tradicionales respecto de que la cuna de
la Humanidad ha estado en el «Viejo Mundo». Y que es viniendo de
Asia como en varias oportunidades, aunque siempre en época
relativamente reciente, grupos de hombres dotados de una sencilla
cultura de cazadores y recolectores pasaron por el Estrecho de Bering
y se difundieron por el continente americano. La región de origen de
esos primitivos pobladores no es sino la que se hallaría cerca de la
puerta de entrada, esto es, el este y norte asiático. En consecuencia,
en el poblamiento primitivo de América no se debe ver la consciente
intención de querer poblar un continente nuevo, sino una simple difusión
por territorio americano de aquellos grupos humanos que le eran
vecinos.
La doctrina sustentada por los partidarios de esta hipótesis puede
reducirse en lo esencial a estos cuatro postulados:
a) El hombre americano, pese a las pequeñas diferencias de detalle
que
puedan existir entre los distintos grupos, es racialmente uniforme;
b) los primeros pobladores de América procedían en su totalidad de
Asia;
c) la entrada se efectuó por la sola ruta del Estrecho de Bering;
d) al llegar esos asiáticos a América eran portadores de sólo una
cultura de tipo inferior, habiéndose producido el ulterior desarrollo y
la subsiguiente diversificación cultural en este continente.
4. Las relaciones interoceánicas (Paul Rivet): Entre 1924 y
1926, en una serie de publicaciones, en donde planteaba haber logrado
romper «elcerco que rodeaba América, y levantado el velo que cubría
el misterio de su origen», en ellas demostraba la existencia de relaciones
entre Oceanía y América. En suma, la nueva tesis defendía la idea de
que el poblamiento de América, lejos de haberse realizado sobre la
base de migraciones asiáticas solamente, había contado con la
colaboración de elementos procedentes de diversas partes del mundo,
una de las cuales era indudablemente Oceanía.
Pues buen, los aportes nuevos de Rivet al viejo problema son
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esencialmente dos, elaborados ambos sobre la base de numerosas
comparaciones antropológicas, etnográficas y lingüísticas, demuestra
que un elemento, que él llama austriano y que aún estaría presente
entre Tehuelches y Onas de Patagonia y Tierra de Fuego, ha intervenido
activamente e el poblamiento primitivo de América. Y un segundo
elemento, que Rivet denomina malayo-polinecio, y que es reconocible
en numerosas partes del continente, habría hecho lo mismo.
En definitiva, la tesis de Rivet comporta el reconocimiento de que
cuatro elementos étnicos distintos han intervenido en la formación de
los pueblos americanos aborígenes, a saber:
a) Un elemento australiano;
b) otro hablamalayo-polinesia, relacionado por sus caracteres físicos
con los Melanesios;
c) un tercer elemento asiático, que resulta mucho más importante que
todos, y el que impuso al conjunto de habitantes indígenas de América
una cierta uniformidad en el aspecto externo;
d) un último elemento de origen uraliano, representado por los
Esquimales.
Si se prescinde de los detalles del proceso interpretado por Rivet, la
posición de este autor frente al complejo problema del poblamiento
primitivo de América es clara y sencilla. Pues bien, establecida la alta
probabilidad, de que en el proceso que estudiamos han intervenido
otros elementos además del asiático, por nadie discutido, y
desaparecido el miedo a las distancias, han sido muchos los autores
que se han propuesto explotar las posibilidades que la hipótesis de
origen multilateral ofrecía.
Son muchos los que creen o han creído que esos hechos existen. Sin
embargo, sería necesario replantear el problema partiendo de que el
estado del conocimiento en la época en que escribían esos
investigadores
hacía por fuerza que su manejo de datos arqueológicos fuera mínimo
y genérico. Sus razonamientos consistían casi exclusivamente en la
evaluación de datos de índole etnográfica y en diacronizaciones que
hoy resultan difícilmente persuasiva, obtenidas casi siempre mediante
mecanismos ingenuos.
La búsqueda dentro de esta problemática del primer poblamiento de
América continúa, a través de preguntas que giran en torno a determinar,
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en primer lugar, si hubo o no incorporación de bienes e ideas traídos
por grupos numéricamente reducidos y, en segundo término, en el
supuestode aceptar esa incorporación, cuál había sido su importancia
y calidad.
Las anotaciones anteriores con respecto al poblamiento de América,
nos habilita de cierta manera a presentar los desarrollos, donde más
se ha estudiado como es el caso del «Viejo Mundo» respecto al manejo
del espacio en el mundo primitivo haciéndolos extensivos al mundo
precolombino, puesto que los documentos paleontológicos y
arqueológicos hallados en el continente americano testifican que con
respecto a estado tecnoeconómico no se diferencia del presentado en
el «Viejo Mundo».
EL MANEJO DEL ESPACIO EN EL MUNDO PRECOLOMBINO
La civilización de esta parte del mundo hunde sus raíces en el pasado
amerindio. No ha sido fácil para las ciencias sociales precisar con toda
exactitud la aparición de los primeros usos sedentarios plantados en
el espacio americano que permitan reconocer la existencia de un hábitat
duradero. Ya se ha insinuado como la arqueología y la antropología se
han encargado, especialmente en el presente siglo, de develar los
diversos y complejos componentes culturales implícitos en el
apasionante proceso de la primera ocupación de la tierra americana.
No obstante, quedan todavía en pie numerosos enigmas e interrogantes
que deberán ser dilucidados por los estudiosos de la historia
precolombina.
Lo significativo para los propósitos del tema que nos preocupa
constituirá en resumir algunas de las características más relievantes,
objetivas y hasta comunes de la civilización americana precolombina,
sea como legado o patrimonio arqueológico o cultural, sea como
respuesta de un sistema social y económico a un medio
deliberadamente elegido o dramáticamente impuesto, sea como
comunidades humanas testimonio proyectadas en el presente.
Es un hecho suficientemente establecido que el poblamiento americano
data por lo menos de unos cuarenta mil años a de C. A partir de entonces
ocurren diversas migraciones de pueblos recolectores y cazadores
transcontinentales.
Un acontecimiento fundamental por la plenitud de consecuencias para
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EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO
la definición de los asentamientos humanos estables o de un paisaje
cultural se plantea lentamente en el continente americano entre los
años 7000 y 3000 a. de C. Es el proceso de domesticación de plantas
cultivadas americanas (zapallos, calabazos, fríjoles, maíz, papas y
mandioca), que tienen lugar en diversos focos geográficos
independientes (norte y meso América, cuenca Amazónica, Andes
centrales y área de Chile). El fenómeno tiene tanta trascendencia cultural que marca el origen de la agricultura precolombina, crea la
solidaridad sedentaria de los grupos de población migrante con un
territorio productivo, provoca el crecimiento demográfico ligado a una
base estable y deteriorable de recursos de subsistencia y, por último,
genera diversas estructuras económicas y sociales absolutamente
inéditas en el medio ambiente americano. La nueva coyuntura culmina
con todos sus efectos en lo que los prehistoriadores identifican como
el período formativo, que se extiende entre el año 2000 y 800 a. de C.
Cumplidas estas precondiciones, surgen las primeras evidencias de
asentamientos urbanos en los siglos que anteceden a la era cristiana:
aldeas circulares y cuadrangulares, centros fortificados y centros
ceremoniales. De esta estructura urbana incipiente se pasa, en los
últimos siglos precristianos y en los primeros de nuestra era, a las más
notables creaciones de la urbanización amerindia. Es el caso, por
ejemplo, de Teotihuacán, sede de la civilización clásica del altiplano
mexicano (200 a de C. hasta 650 d. de C.); de Monte Albán, centro de
la cultura zapoteca de Oaxaca, con varios períodos de desarrollo entre el 900 a. de C. hasta su declinación en 1250 d. de C.; de Tikal,
Piedras Negras, Palenque y Copán, todas creaciones urbanas que
florecieron durante el período clásico de la cultura Maya, culminando
hacia el 850 d. de C. Sin embargo, el gran hecho urbano, monumental,
planificado y nodal que encontraron los españoles culmina en la fase
postclásica de las altas culturas precolombinas (Chan Chan, Tula,
Tenochtitlán y Cuzco).
Los asentamientos humanos derivados de esta dinámica inicial de la
ocupación de la tierra reflejan la distribución disimétrica del
poblamiento amerindio (vertiente occidental de la región), y se
distinguen por los siguientes rasgos más o menos comunes y
representativos:
Fueron geográficamente puntuales en la medida en que la
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transformacióndel espacio que ocuparon afectó sólo algunas áreas
territorialmente bien delimitadas del subcontinente: altiplanicie
mexicana, tierras bajas del Yucatán y del Petén, oasis costeros y sierras del alto Perú, altiplanos de Bolivia y Atacama, meseta Cundiboyacense y Sierra Nevada de Santa Marta, etc. En contraste marcado
con esta situación, los bastos espacios orientales de Suramérica
precolombina hicieron figuras de áreas de baja densidad de población.
Los asentamientos humanos precolombinos constituyeron verdaderas
creaciones internas sin vinculaciones funcionales con el mar y con
una evidente inercia para establecer conexiones regulares de índole
suprarregional susceptibles de desbordar el centralizado marco de los
encuadramientos políticos, administrativos, religiosos, económicos y
sociales donde se generaron.
Sin perjuicio de las conocidas limitaciones técnicas de las sociedades
que los elaboraron, los asentamientos precolombinos, tanto rurales
como urbanos, alcanzaron un alto nivel de complejidad y desarrollo,
especialmente durante los períodos clásico y postclásico de las altas
culturas.
Los paisajes rurales, por ejemplo, implicaron en ciertas áreas, el
desarrollo de cultivos de temporal o secano, el cultivo itinerante en
tierras calientes (milpas o conucos), el manejo minucioso de los
recursos de agua mediante delicadas técnicas y obras de riego (oasis
costeros del Perú, cenotes Mayas del Petén y Yucatán, los canales de
riego de la cultura Zenú en Colombia), el arreglo de cultivos de terraza
en las pendientes andinas, la conquista de suelos sobre zarzos y
estructuras de madera en los bordes de los lagos (por ejemplo, cultivos
en chinampas en torno al lago Tezcoco en la altiplanicie de México),
etc. El uso bastante intenso del espacio agrícola a partir del
repertorio de plantas cultivadas de origen americano (calabazo, fríjol,
maíz, papa y yuca), así como de una ganadería representada por la
fauna autóctona (llamas, alpacas y vicuñas en el altiplano peruano y
boliviano; conejillos de indias en otras regiones), permitió contar con
la base alimentaria indispensable para sostener altas densidades de
población rural y urbana que coexistieron entonces en la meseta central mexicana, en las montañas de Oaxaca, en la península de Yucatán,
en el Petén guatemalteco y en las sierras y altiplanicies tropandinas.
259
EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO
Los asentamientos urbanos demuestran, por su lado, una enorme
capacidad constructiva, cuya compleja causación no es puramente
demográfica ni tecnológica, puesto que está ligada estrechamente con
las necesidades espirituales y de expresión intelectual, logro de un
nivel de desarrollo agrícola, la progresiva división del trabajo (aparición
del sector artesanal de ceramistas, tejedores de algodón y de maguey),
y la creciente centralización del poder religioso, político y económico
que se utilizó para reunir y organizar estacionalmente a contingentes
de mano de obra en número no conocido hasta entonces.
Por esto, los asentamientos humanos urbanos y rurales precolombinos
fueron elaboraciones materiales y funcionales representativas de
sociedades extraordinariamente jerarquizadas y estratificadas en todos
los aspectos de su organización. Sus contrastes internos derivados de
la dominación sacerdotal, política y militar, del prestigio social y del
poder económico constituyen un hecho objetivo particularmente de
morfología urbana de los núcleos de aglomeración amerindia y de las
estructuras tributarias del entorno agrario.
Las creaciones de la civilización precolombina determinaron también
los primeros deterioros antrópicos de los recursos renovables de nuestra
región. En diversas áreas, y especialmente en el ámbito de las culturas
mexicanas y Mayas, se ha planteado como hipótesis que a raíz de las
altas densidades indígenas y de tendencias positivas de crecimiento
de la población en algunos períodos, se recurrió a la tala de recursos
forestales y al uso intensivo del suelo agrícola, lo que desencadenó
diversos procesos de erosión (preclásico superior en el valle de
México). En algunos casos, estas acciones destructivas parecen no
ser ajenas al colapso o a la migración de algunos desarrollos culturales
amerindios (por ejemplo, abandono y destrucción de la ciudad de
Teotihuacán y abandono y decadencia de las ciudades Mayas del Patén
durante el período clásico mesoamericano.
En síntesis, el manejo espacial generado pro las culturas
precolombinas, tanto de Mesoamérica como de Sudamérica, se
caracterizó por ser esencialmente interior su asentamiento urbano,
estructurada en cada caso en función de la capacidad productiva del
suelo y de la tecnología empleada en los cultivos y sujeta a factores
primarios de la localización. Se realizó exclusivamente con los recursos
humanos del continente. La disponibilidad del agua para el consumo e
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irrigación y de tierras aptas para la agricultura, la distancia a los campos de cultivo y la disponibilidad de materiales de construcción fueron
factores fundamentales tenidos en cuenta en la agrupación de sus
asentamientos humanos.
Las culturas precolombinas controlaron sus territorios desde el interior
hacia la periferia con una perspectiva regional. Estaban muy vinculadas
a la producción del suelo; una adecuada base de sustentación agrícola
fue siempre esencial para la aparición y desarrollo de las ciudades. El
comercio interregional era casi exclusivamente en artículos suntuarios.
Las áreas rurales producían para sí y para una población concentrada
en aldeas y caseríos. Tributaban en productos del suelo, de su artesanía
y en servicios a los centros urbanos. Los grupos dirigentes urbanos
controlaron y ordenaron los grandes aspectos de políticas territoriales;
el Estado se preocupó así de asegurar la subsistencia de sus súbditos.
Siendo el indígena esencialmente un agricultor y en cierto grado un
artesano que producía para sí, su familia y su comunidad, una política
de subsistencia parecería relativamente simple. A medida que crecía
la población urbana, coincidiendo con una mayor centralización política
y administrativa y un acentuado centralismo religioso, aumentaron las
diferencias entre las formas de vida rural y urbana. Las ciudades
contaban con mercados diarios, numerosos templos y edificios que
alojaban a instituciones de diverso orden y a la clase dirigente.
EL MANEJO DEL ESPACIO EN EL PROCESO DE COLONIZACION
COLONIAL
Un nuevo manejo del espacio empezó a dibujarse en América en las
últimas décadas del siglo XV y primeras del XVI, cuando el mundo
americano recibió frontalmente el impacto de la ofensiva conquistadora.
Entonces los asentamientos urbanos que se habían constituido a partir
de los desarrollos precolombinos comenzaron a constituirse en el punto
de partida para el proceso colonizador, ciertamente el territorio y las
poblaciones americanas impusieron ciertos rasgos a la ocupación
primero, y a la colonización después. Las distancias, los accidentes
geográficos, la sorprendente novedad de la fauna y la flora, las
particularidades climáticas y, sobre todo, los insospechados caracteres
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EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO
de las culturas amerindias, sorprendieron a los conquistadores y les
impusieron cierto tipo de conducta.
La desintegración de la economía y de las sociedades indígenas
precolombinas se produjo en un lapso de pocas décadas. Los españoles
procuraron mantener la organización rural que encontraron para
aprovechar los sistemas de abastecimiento y tributario. Las numerosas
ciudades fundadas por los colonizadores españoles constituyeron
núcleos destinados a concentrar todos sus recursos con el fin de afrontar
no sólo la competencia por el poder, sino también la competencia étnica
y cultural entablada con las poblaciones amerindias en el marco de la
tierra conquistada y por conquistarse. Los nuevos asentamientos
urbanos fueron formas jurídicas y físicas que habían sido elaboradas
en Europa y que fueron implantadas sobre la tierra americana,
prácticamente desconocida.
Como todo colonizador tiene que pactar con su situación objetiva y las
relaciones humanas que se derivan de ella, el conquistador español
no suprimió las dificultades objetivas sólo por haber confirmado el hecho
colonial. La situación colonial impone a todo colonizador datos
económicos, políticos, religiosos, contra los que puede revelarse, sin
llegar nunca a eludirlos, porque forman la esencia misma del hecho
colonial. De hecho, este colonizador se inscribe en las condiciones
históricas que lo hicieron posible, esto es la consolidación del imperio
español, en la unificación de los reinos de Castilla y Aragón.
El imperio estaba compuesto por dos partes interdependientes. Una
era un mosaico geográfico de regiones económicamente autónomas,
cada una con su economía y sociedad regional integrada. La otra
consistía en una serie de instituciones interrelacionadas. Por un lado,
concentraban riqueza, autoridad política, información, órdenes y
sanciones religiosas en manos de los representantes de la autoridad
central, que residían en cada sociedad regional del imperio. Por otro
lado, esas institucionales también unían estos centros regionales a
través de largas distancias. En el imperio español, las estructuras
mercantiles y comerciales, por un lado, y las políticas y administrativas
por otro, estaban estechamente entrelazadas. Ambas eran el coto
privado de un número relativamente pequeño de familias que mantenían
relaciones a lo largo de grandes distancia y períodos de tiempo. En
parte, esas familias procedían de la hidalguía provinciana y colocaban
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a sus hijos en cargos gubernamentales en el imperio. Esto a su vez les
permitía extender los contactos y recursos familiares en el imperio, al
tiempo que hacían carrera en la burocracia. En parte, la red de familias
que se extendía por todo el imperio provenía de las casas de
comerciantes de Sevilla y, posteriormente, de Cádiz. Estas familias
eran una combinación de casas comerciales españolas, italianas y
francesas, y buscaban un estatus hidalgo.
Así mismo, otro elemento significativo en la postura del colonizador
europeo, debía experimentar la extraña sensación de quien espera el
prodigio de la creación surgida de la nada. Eran europeos sobre un
continente desconocido, y la creación estaba prefigurada en sus
mentes.
Porque esa aventura no ra, en verdad, sino un paso más en esa
aventura europea de su expansión, que había comenzado cuatro siglos
antes. La tierra que ahora ocupaban —una tierra real, con ríos, llanuras,
lagos y volcanes— debía ser una prolongación de la tierra que dejaron
el día que se embarcaron en los navíos.
En rigor, esta actitud suponía la vigencia incuestionable de una
concepción que movió a la Europa cristiana desde que comenzó su
expansión: La Europa cristiana constituía el único mundo válido, en
medio de mundos inferiores y sumidos en la oscuridad. Esta concepción
etnocétrica no era única ni original: ciertamente, los musulmanes la
poseyeron y por eso desencadenaron la guerra santa; y la Europa
cristiana, que la sintió arraigada en la romanidad y la robusteció con
la fe, aprendió en el ejemplo musulmán que tenía el derecho a imponerla
a los mundos inferiores u oscuros. Desde las cruzadas la catequesis
concebida como mensaje espiritual, fue reemplazada por la guerra
contra el infiel presedida por la siempre entrevista imagen del apóstol
Santiago, antes mata-moros, luego mata-indios. Era una guerra sin
cuartel porque era la guerra del bien contra el mal.
La mentalidad colonizadora fue la mentalidad de la expansión europea
presidida por esa certidumbre de la absoluta e incuestionable posesión
de la verdad. La verdad cristiana no significaba solamente una fe
religiosa; era, en rigor, la expresión radical de un mundo cultural. Y
cuando el colonizador obraba en nombre de esa cultura, no sólo
afirmaba el sistema de fines que ella importaba, sino el conjunto de
medios instrumentales y de técnicas de esa cultura. Los grupos
263
EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO
colonizadores expresaban así esa interpretación que en el imperio
español iba ajustando las relaciones entre clases y también entre los
fines y los medios.
Desde 1492 hasta el descubrimiento de las grandes culturas
precolombinas, treinta años después, los colonizadores españoles y
portugueses no conocieron sino poblaciones escasas sobra las vasta
extensiones que exploraron. Así se constituyó, fundamentalmente, una
imagen de las nuevas tierras que tendría importancia decisiva en
adelante. América apareció como un continente vacío, sin población,
sin cultura. El vacío no era total en cuanto a población; pero dentro del
sistema de ideas de los colonizadores, el escaso número y su nivel de
civilización significaba un valor desdeñable; y en cuanto a cultura, la
sensación predominante fue resueltamente negativa. Esta imagen del
continente vacío se conjugó con la del tropicalismo para construir un
estereotipo indestructible por mucho tiempo, aún después de haber
descubierto las grandes culturas precolombinas de las mesetas y las
zonas templadas y frías del continente americano.
Este estereotipo nació de una primera experiencia real; pero no sólo lo
sustentó la inercia sino que resultó consolidado por los designios de
los colonizadores. América siguió siendo un continente tropical, porque
eran productos tropicales los que los colonizadores tenían en la
imaginación, además del oro y la plata imaginarios que sólo el azar
transformó en realidad. Y siguió siendo un continente vacío porque lo
que encontraron fue descalificado a partir de aquella idea de la
cristiandad europea como único mundo válido. Cuando la realidad
insurgió ante los ojos de los colonizadores, o la negaron o la
destruyeron.
Así se constituyó esa tendencia de la mentalidad colonizadora, sobre
estas premisas se realizarían las fundaciones. Se fundaba sobre la
nada. Sobre una naturaleza que se desconocía, sobre una sociedad
que se aniquilaba, sobre una cultura que se daba por inexistente. El
acto fundacional colonizador era un reducto europeo en medio de la
nada. Dentro de lo que se fundaba debían conservarse celosamente
las formas de vida social de los países de origen, la cultura y la religión
cristianas y, sobre todo, los designios para los cuales los colonizadores
cruzaban el mar. Una idea resumió aquella tendencia: crear sobre la
nada una nueva Europa.
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
Nueva España, Nueva Andalucía, Nueva Granada, Nueva Castilla,
Nueva Toledo fueron nombres regionales que denunciaron esa
tendencia, como las ciudades que se llamaron Medellín, Cartagena,
Córdoba, León, Valencia, Trujillo, o antepusieron el nombre de un santo
al viejo nombre indígena:
Santiago, Santa Fe de Bogotá, San Sebastián. No sólo por su gusto
remedaba el colonizador lo que dejaba en el imperio español. Estaba
instruido para que estableciera el sistema político y administrativo del
imperio, los usos burocráticos, el sentido arquitectónico, las formas de
vida religiosa, las ceremonias civiles, de modo que la nueva ciudad
comenzará cuanto antes a funcionar como si fuera una ciudad europea,
ignorante de su contorno, indiferente al oscuro mundo subordinado al
que se superponía.
El ciclo de las fundaciones es, precisamente, el del dibujo del nuevo
mapa en el nuevo mundo, un mundo urbano interconectado, como no
lo había sido. Es, también, el del primer encuadramiento creado por
ese mundo urbano: lo que le negaba la realidad de un mundo sociocultural inequívocamente existente para proponer la creación de otro
nuevo según el modelo de la metrópoli. Pero si este encuadramiento
perduró y cobró significación fue porque introdujo en el modelo variantes
adecuadas a las nuevas situaciones. Por entre los resquicios del imperio cristiano se dibujó el esquema de una sociedad escindida de
colonizados y colonizadores donde estos últimos constituyeron un grupo
fluido de aspirantes al ascenso económico y social.
265
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
CONTACTOS TRANSPACÍFICOS
tomado de Gordon F. Ekholm(1976) problemas culturalñes de la america
precolombina . nueva vision
El problema de los contactos transpacíficos ocurridos en tiempos
precolombinos –hayan sido las culturas del Nuevo Mundo influenciadas
o no en su origen y desarrollo por las del Viejo Mundo – es uno de los
más importantes y desafiantes problemas de la arqueología americana.
Esta cuestión, como es obvio, ha sido uno de los objetivos más
importantes de los arqueólogos americanos: La reconstrucción tan
profunda en el tiempo como sea posible de la historia de los indígenas
americanos. Pero es posible que más significativas sean las
implicaciones que el problema presenta respecto de algunas
consideraciones teoréticas sobre los procesos culturales –los factores
a tomar en cuenta en el progreso de las culturas- y de la eclosión
ecuménica del progreso cultural de la humanidad ocurrido durante los
últimos ocho o diez milenios.
Está ya demostrado que los diversos centros de crecimiento cultural
de las primitivas civilizaciones del Viejo Mundo –Egipto, el Cercano
Oriente, India y China- estuvieron estrechamente relacionados. Cada
una de estas civilizaciones es singular en diversos aspectos, y hasta
cierto punto se desarrollaron obviamente independientes, creando sus
propios estilos distintivos no sólo en arte sino también en sus formas
de pensamiento, religión y estructura social. Sin embargo, es indudable
que un fértil y extenso intercambio de ideas se produjo entre una y
otra. Se puede también suponer que esta situación puede de hecho
haber sido la condición necesaria para la emergencia de la civilización.
Se puede pensar en estas regiones de Europa, Asia y Africa como
grandes reservorios de población, compuestos por varios centros
culturales establecidos en diversos ambientes y que reaccionaron ante
los problemas de la existencia de diversas maneras. Las ideas que
269
F.EKHOLM
nacieron en un centro se habrían desarrollado plenamente sólo cuando,
transferidas a otro, cayeron en lo que (por razones simples o sutilmente
complejas) era campo más fértil.
Esta unidad parcial de las primeras civilizaciones de Eurasia otorga a
las antiguas culturas de América sobresaliente importancia para los
teóricos, en especial si, como es común, se sostiene que no ha habido
contactos transoceánicos. Sin duda, sería muy afortunado el
antropólogo que pudiera demostrar (o, por lo menos, continuar
suponiendo) que las culturas de Eurasia y de América tuvieron
desarrollos separados y no relacionados entre sí. En este caso,
tendríamos dos ejemplos de uno de los más importantes fenómenos
de la historia cultural del hombre, y –aunque dos ejemplos difícilmente
alcancen valor como prueba estadística- siempre sería mejor que contar
con uno solo.
En esto radica el valor último del problema que estamos considerando.
Tanta es su importancia, que debemos prestar muy seria atención a la
cuestión básica de si realmente ocurrieron contactos. ¿Llegaron a
América ideas u hombres provenientes de China, India u otros lugares?
Si así hubiera ocurrido, ¿influyeron de manera sustancial sobre las
culturas indígenas de América, en particular sobre las altas culturas o
civilizaciones de América Nuclear que se extendieron desde el norte
de México hasta el sur de los Andes, las que a su turno habrían influido
sobre las culturas de otras partes del continente? Si ocurrieron dichos
contactos, ¿fueron las influencias recibidas lo suficientemente fuertes
como para provocar el crecimiento de las mencionadas civilizaciones,
o como para haber modificado o determinado de alguna manera su
contenido o su forma?
Debe quedar en claro que el problema que nos ocupa no es el del
origen de los indígenas americanos. Los estudios realizados en materia de Antropología Física, Paleontología y Arqueología del hombre
primitivo han demostrado que la población aborigen del Nuevo Mundo
es, en sentido racial, básicamente mongoloide, y que llegó desde Asia
a través del estrecho de Bering. La migración comenzó en fecha por
el momento desconocida, pero ciertamente muy anterior al comienzo
de la vida agrícola en ambos hemisferios. Pese a que estas migraciones
pueden haber continuado hasta tiempos recientes, fueron movimientos
de gente que necesariamente estaba adaptada a condiciones
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
subárticas, culturalmente poco diferente a los siberianos y esquimales
que hoy en día viven en el área. Estos movimientos migratorios a lo
largo de esta ruta no pueden estar totalmente separados de lo que
llamamos contactos transpacíficos, pero en lo sustancial son diferentes.
Estamos aquí interesados en posibles contactos entre altas culturas, o
en la posibilidad de que influencias provenientes de las altas culturas
de Asia hayan estimulado el crecimiento de sus similares en el Nuevo
Mundo.
La historia del pensamiento acerca de los contactos transpacíficos
también interesa a nuestra investigación. Desde que los europeos
descubrieron y conquistaron América, al finalizar el siglo XV, el problema
ha provocado mucho interés y controversia. En los primeros tiempos
hubo quienes correctamente pensaron que el origen de los indígenas
americanos estaba en Asia, pero hubo también quien creyó necesario
añadir la entonces universal creencia en la historia bíblica e identificó
a los indios americanos con una u otra de las tribus perdidas de Israel.
Esto ha continuado hasta nuestros días. Otro tema que ha consumido
enormes cantidades de papel y tinta ha sido el de los imaginados
puentes terrestres, los continentes perdidos en el Atlántico y el Pacífico
considerados como medio a través de los cuales los propios indígenas
y las civilizaciones del Viejo Mundo habrían alcanzado al Nuevo. Robert Wauchope (1962) ha revisado y resumido la larga historia de estas
fantasiosas especulaciones históricas.
Sin entrar en los detalles de esta controversia multifacética, es
importante destacar que durante el crecimiento de la arqueología
científica –quizá desde los tiempos de Thomas Jefferson y de John
Lloyd Stephens- la tendencia general de los estudiosos más importantes
del tema de los orígenes americanos ha sido considerar a las culturas
indígenas de América como evoluciones independientes. Esta gradual
tendencia hacia el firme convencimiento de la independencia de las
culturas del Nuevo Mundo no ha sido, a mi entender, resultado de un
juicio completamente desapasionado sobre el hoy rápidamente
acumulado conjunto de conocimientos que es la arqueología americana.
Yo podría ser acusado de exagerar al hacer ciertas afirmaciones, pero
me pregunto si no han existido factores subconscientes diversos que
hayan influido en esta tendencia, de los que no nos hemos precavido
bien. Uno de ellos ha sido la mera necesidad de oponerse frontalmente
271
F.EKHOLM
a las exorbitantes especulaciones acerca de tribus perdidas y
continentes hundidos que tanto se han divulgado a nivel popular, así
como también contra los esquemas hiperdifusionistas de la escuela
de la Kulturkreis1. Se ha polemizado tanto sobre esto, y durante tanto
tiempo, que se ha convertido en un hábito.
Otras causas de la tendencia aislacionista pueden indudablemente ser
encontradas en la historia de la teoría antropológica que más ha influido
sobre la arqueología americana desde comienzos de siglo. Sea por lo
que fuere, puede decirse en términos sencillos que esa teoría produjo
gran énfasis en el enfoque “científico” de la arqueología. Con esto, no
entiendo a la ciencia como cuerpo integrado de teoría y conocimiento,
sino como “práctica de la ciencia”, lo que parece incluir un acuerdo
primario con el acercamiento inductivo y la inclinación desfavorable a
especular más allá de los indicios concretos que pueden estar
disponibles por el momento. Los datos de la arqueología se van
acumulando muy lentamente y con gran trabajo, y la complejidad
de la investigación hace que la mayor parte de los investigadores
se tornen especialistas en una u otra región. Esto, a su vez, ha
producido el efecto de suprimir el interés en ciertos problemas mayores,
como el de las interrelaciones regionales.
Junto con este énfasis en la prueba científica y en la especialización
regional, los arqueólogos no siempre han sido inocentes de exagerar
la importancia histórica de sus propias áreas. Es algo que puede
llamarse “arqueocentrismo”, que lleva a proclamar que el Valle de
México, o Veracruz, o cualquier región que casualmente es aquella en
la que el investigador está trabajando, es probablemente el centro de
todas las cosas. Afortunadamente, este “arqueocentrismo” está
desapareciendo rápidamente, pero estoy seguro de que en alguna
medida se aplica al pensamiento de los arqueólogos americanos
respecto del Nuevo Mundo en general. Todos naturalmente desean
que su trabajo sea importante, y pienso que hay algo de emocional en
la oposición a las ideas sobre contactos transpacíficos, ya que ellas
podrían relegar a “su cultura” a un status periférico.
En oposición a esta convicción, ampliamente sustentada, de la
independencia completa o casi completa de la evolución de las culturas
americanas, durante los últimos años ha surgido una contracorriente
de cuestionamiento y duda. Por fuerza ha debido adoptar la misma
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
forma que los primeros y desacreditados intentos por demostrar la
dependencia cultural respecto de Asia: la de poner manifiesto diversas
similitudes culturales entre las dos ´reas como evidencias de contactos
históticos. Hay una diferencia: creo –o al menos quisiera creer – que
los estudios recientes han sido algo más cautelosos y razonables que
los primeros, por lo tanto están menos expuestos a rechazo inmediato
y total. Como podía esperarse, no obstante, han producido reacciones
bastante diversas: Muchos han aceptado con avidez la idea de los
contactos transpacíficos; para otros se tornó necesario consolidar su
posición, atacar y oponerse a toda sugerencia que aparece. Pero en
la mayoría se advierte una actitud de “esperar y ver”, y un creciente
interés en el problema; día a día se está haciendo más respetable
pensar y opinar acerca de los contactos transpacíficos.
Cuando por primera vez pensé en este simposio, mi intención fue la de
presentar una exposición lo más objetiva posible del estado actual del
pensamiento acerca del problema de los contactos transpacíficos.
Pronto advertí que ello no iba a producir una exposición demasiado
significativa. Todos sabemos que la posición difusionista es exploratoria
y tentativa, y que hasta ahora no se ha descubierto un conjunto muy
sólido de indicios indiscutibles. Estamos muy interesados, empero, en
conocer de manera más completa qué es lo que puede ofrecerse en
apoyo de la posible existencia de los contactos transpacíficos, y me ha
parecido que éste era el curso indicado de investigación. En efecto:
¿qué mérito tiene en realidad la defensa de las relaciones
transpacíficas?
He elegido encarar el problema examinando algunos razonamientos
referentes a los contactos transpacíficos. Esto puede ser de interés,
porque el asunto de las influencias asiáticas en América gravita
pesadamente por el momento sobre la manera de enfocar ciertos
indicios arqueológicos y las aisladas pero especiales evidencias que
atañen al problema. La discusión de los contactos transpacíficos lleva
a encarar cantidad de dificultades en lo que hace a la teoría y la práctica
de la antropología. Todo ello está estrechamente relacionado, y resulta
difícil separar los diversos aspectos. En mérito a la claridad, empero,
serán analizados por separado.
273
F.EKHOLM
EL ENFOQUE DIFUSIONISTA
Una de las consecuencias de comenzar a interesarse por los contactos
transpacíficos es la de ser catalogado como difusionista. En la hace
mucho tiempo famosa confrontación entre difusión e invención
independiente, se es automáticamente ubicado en la primera de esas
posturas. Esto implica en algunos casos ser identificado con extremistas
tales como Elliot Smith, quien hacía provenir toda la civilización de
Egipto, o aún con Le Plongeon, que con algunos pases mágicos hacía
trasladar los rasgos culturales de una parte a otra del mundo.
Si bien estoy en completo desacuerdo con tales extremos, creo que la
difusión es un factor mucho más importante en el proceso de formación
y cambio de la cultura que cuanto lo han considerado los arqueólogos
americanos. Más aún: cuando se debe elegir entre la difusión y la
invención independiente para explicar el origen de alguna semejanza
cultural, tiendo a elegir la primera. Pero como lo he de destacar más
adelante, no creo que ella sea la explicación de todas las semejanzas.
De todos modos, debe otorgarse mayor importancia a la difusión como
enfoque particular o modo de encarar los problemas de la arqueología
americana. Hay diferencias entre pensar como difusionista y pensar
como partidario de la invención independiente, que pueden ser mejor
comprendidas si observamos un ejemplo concreto.
Hace aproximadamente veinte años, antes de interesarme en el
problema de las relaciones extra-americanas, se descubrió en el sitio
huasteca de Panuco –donde acababa de completar una temporada de
excavaciones- un pequeño animal hueco de cerámica, equipado con
ruedas de arcilla. Al mismo tiempo, Matthew Stirling y su equipo
encontraron objetos similares en Tres Zapotes. Estos hallazgos
llamaron la atención sobre varios ejemplos anteriores que se
encontraban registrados en la literatura y los museos. Todo esto me
llamó poderosamente la atención, debido a que era algo que requería
una explicación y quizá necesitara un trabajo especial (Ekholm, 1946).
Investigué acerca de todo lo conocido sobre la historia de la rueda en
el Viejo Mundo, y todas las teorías existentes sobre su origen. Me
interesé también ampliamente sobre otros hallazgos similares en los
que un juguete o miniatura incluyera algún principio mecánico
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
importante no puesto en uso práctico en esa cultura. Nada de lo que
consulté fue de mucha ayuda, y concluí que, pese a los inesperados
hallazgos de juguetes con ruedas de México, sólo podía sugerir que
podría tratarse de un ejemplo de pura invención aislada en el Nuevo
Mundo (o sea el nacimiento de una idea y la confección de su modelo).
Hacia la misma época, Caso reunió y publicó con gran entusiasmo los
comentarios de varios especialistas sobre los descubrimientos de
juguetes con ruedas en México (Caso y otros, 1946 ). Es probable que
al solicitar trabajos para ese simposio, Caso esperara alguna
controversia aguda sobre las relaciones entre Viejo y Nuevo Mundo.
Indudablemente había escuchado con regularidad que las civilizaciones
americanas no podían haber sido influidas por las del Viejo Mundo
precisamente porque, entre otras cosas, en las culturas americanas
no se conocía el principio de la rueda. Nadie encaró el problema, aun
cuando un relator se refirió en general a la improbabilidad de relaciones
extraamericanas.
Hacia esa época, mi reacción ante el descubrimiento de juguetes con
ruedas fue coherente con mi formación y con la opinión aceptada y
corriente. Fue sólo después que me interesé el problema de las
influencias asiáticas en el Nuevo Mundo, y me convertí en lo que
comúnmente es llamado un “difusionista”, que cambió mi opinión acerca
del origen de los juguetes con ruedas mexicanos. Me parece ahora
que la explicación más lógica y económica es la que se basa en la idea
de que estos juguetes con ruedas provinieron de Asia. Esto no puede
probarse de manera decisiva, pero a mi manera de ver es una buena
hipótesis. Al reunir materiales para un estudio completo del tema, he
encontrado, por ejemplo, que vehículos en miniatura con ruedas (
llamados “carros culturales “) fueron ampliamente usados en regiones
de Europa y el Cercano Oriente durante y después de la Edad de
Bronce. La práctica llegó hasta China en la época Han – en que se
hizo común el uso de formas de ave con una rueda a cada lado – y ha
continuado en uso hasta la actualidad. Las miniaturas de pequeños
animales con ruedas tienen también larga historia en India, y han sido
encontrados etnográficamente en Japón y Siberia. Hay algunas
diferencias de opinión entre quienes han estudiado los vehículos
ornitomorfos chinos en cuanto a sí originalmente fueron confeccionados
con fines ceremoniales o si siempre fueron simples juguetes. Creo por
275
F.EKHOLM
el momento que, probablemente, tuvieron uso ceremonial: tanto porque
estaban moldeados en bronce por su amplia distribución. Sospecho
también que es erróneo referirse a los juguetes con ruedas mexicanos
como juguetes, pues parecen haber sido encontrados en tumbas o
escondrijos ceremoniales, y por lo general los juguetes no aparecen
en esos contextos.
Desde un punto de vista difusionista, se me hace difícil encontrar algo
que se parezca a una explicación similar para gran número de rasgos
culturales que aparecen en el Nuevo Mundo. El arte o el oficio de la
alfarería es uno de ellos. Hace mucho tiempo que se supone que la
alfarería fue inventada en el Nuevo Mundo, y aun que ha sido inventada
en una serie de sitios diferentes. Sin embargo, se trata de un proceso
técnico complejo que, de acuerdo a cómo visualizó la potencialidad
inventiva de las antiguas culturas, no es probable que haya sido
inventado más de una vez. En realidad, hay indicios que sugieren que
algunos de los más antiguos complejos cerámicos conocidos –el tipo
Woodland con impresión de cuerdas del nordeste de América del Norte
y la cerámica temprana de Valdivia, Ecuador- serían trasplantes
provenientes de Asia. En todos estos problemas se está trabajando
mucho, y es probable que eventualmente pueda llegarse a dar sobre
ellos la historia completa. Mientras esta historia sea desconocida, me
inclino a pensar que la difusión del arte alfarero desde Asia a América
explica mejor esta aparición que la hipótesis de una invención
independiente.
Hay muchas otras cosas de naturaleza arqueológica que, por diversas
razones, sospecho deben haber sido traídas desde el Viejo Mundo.
Los sellos de cerámica que han sido encontrados en algunas de las
más antiguas altas culturas de México y Perú son un ejemplo. Aparecen
un poco fuera de lugar en estas tempranas culturas preclásicas, en las
que aparentemente no tuvieron función específica visible como la que
tuvieron los sellos que aparecen en los períodos tempranos del Cercano
Oriente o India. En estas últimas culturas, los sellos de cerámica se
desempeñaban como marcas identificatorias en relación con un sistema
de escritura. Existe aún otro paralelo que no puede descartar como
accidental: Es el complejo de espejos de pirita de hierro que aparece
en Mesoamérica.2 Los espejos de ningún modo son un desarrollo
“necesario”, y sus paralelos con los espejos de bronce de China los
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
hacen aparecer como emparentados con estos últimos. Por la misma
razón, las finas hachas de cobre que fueron usadas como circulante
en el período Azteca de México, y que aparecen también en Ecuador,
deben haber tenido alguna conexión con las hachas y cuchillos moneda
de China.
En el dominio no arqueológico hay también, por supuesto, gran cantidad
de rasgos que atraen la atención de los difusionistas. La cerbatana, la
confección de telas de corteza, las flautas de Pan y la masticación de
coca son rasgos que pueden ser mencionados como ejemplos entre
otros muchos que muestran diversas características arbitrarias y
semejanzas con objetos del Viejo Mundo, y que señalan conexiones
históricas. Pero de ninguna manera pretendo que estos rasgos o los
que de naturaleza arqueológica he mencionado tengan necesariamente
origen extraamericano. Son interesantes en tanto cosas que pueden
haber sido importadas, y merecen un estudio cuidadoso sobre base
ecuménica antes que pretender reconstruir su historia. Al mismo tiempo,
se trata del tipo de cosas que en el estado actual de nuestros
conocimientos me impiden estar de acuerdo con la doctrina que postula
la completa independencia de las civilizaciones del Nuevo Mundo.
No todo en América es producto de difusión desde el Viejo Mundo
Aquellos que se han negado a aceptar cualquier tipo de intrusiones
desde Asia generalmente han rechazado los argumentos de los
difusionistas de manera terminante, afirmando que éstos pretenden
referir “todo” a fuentes externas, y que esto mismo demuestra lo absurdo
de su tesis. Es cierto que se ha llegado a sostener exorbitantemente
la difusión desde Asia de rasgos culturales al por mayor, pero ello no
debe obstaculizar la consideración de los más modestos y razonables
esfuerzos realizados para encontrar conexiones históricas entre las
dos áreas. Es obvio que las civilizaciones del Nuevo Mundo, como
las culturas de todo lugar, están sujetas a regularidades que pueden
gobernar su crecimiento y sus cambios.
Para ser más específico, hay cantidad de rasgos culturales en el Nuevo
Mundo que no aparecen en otras partes, por lo cual podemos estar
seguros de que tuvieron aquí su origen. Uno de ellos es el uso del
caucho; el valor de sus propiedades fue descubierto y aplicado a usos
diversos, como para impermeabilizar, para confeccionar pelotas y
siringas. Se trata de un desarrollo exclusivo del Nuevo Mundo. El
277
F.EKHOLM
fumar, o sea la inhalación directa de humos provenientes de la
combustión de ciertos materiales por medio de pipas, cigarrillos o
cigarros, es también exclusivo del Nuevo Mundo. Recién se están
comenzando a conocer nuevos descubrimientos en México que
demuestran que los estadios iniciales de la agricultura se desarrollaron
independientemente en América. Si retrocedemos en el tiempo hasta
5000 ó 6000 A.C, hay poca posibilidad de que influencias externas
puedan ser responsables de su introducción, pues en el oriente de
Asia la práctica de la agricultura no es tan antigua.
Reiteradamente se ha señalado que la utilidad de cantidad de plantas
alimenticias específicas, y la posibilidad de su cultivo, fueron
descubrimientos efectuados en América, pues las plantas a las que
nos referimos son exclusivamente americanas. Existen también
muchos desarrollos especiales de formas y motivos particulares que
tienen clara y completamente origen americano: por ejemplo, el vaso
silbador es una modificación o invención específicamente americana,
que por lo que yo sé no aparece en el Viejo Mundo. No hay ejemplos
extraamericanos de grecas escalonadas: un motivo decorativo que
por alguna desconocida razón tuvo amplísima distribución y larga
historia en Mesoamérica y los Andes. Muchos otros ejemplos de esta
clase pueden ser enumerados.
Es verdad que en América han tenido lugar desarrollos estrechamente
paralelos a algunos ocurridos en otras partes del mundo. Esto es inevitable, porque siempre existe limitación de posibilidades culturales.
Hay, por ejemplo, escasa cantidad de formas básicas para los
recipientes de alfarería, y lo mismo puede decirse de la planta de las
habitaciones, las clavas, los recipientes de corteza y los diversos
diseños escalonados de la cestería o los textiles, para citar sólo unos
pocos ejemplos. Vemos entonces que en los intentos por definir el
papel de la difusión desde el Viejo Mundo, para que la selección de
rasgos sea significativa debe ser realizada sobre la base de su
probabilidad de pertenecer al tipo de elementos que, en el curso de
una evolución cultural normal, no podrían haberse desarrollado en forma
repetida.
CRONOLOGÍA
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
ab
cd
Fig. 1: Vehículos en miniaturas, con ruedas de Asia y América: a) fenicio,
Siria, b) Panuco, Mexico, c) China, D. Han, d) Tres Zapotes, Mexico
279
F.EKHOLM
En todo intento para demostrar la existencia de contactos transpacíficos
es esencial, por supuesto prestar atención extrema a la cronología.
Difícilmente puede sostenerse la difusión de un área cultural a otra de
un elemento dado, si antes no puede demostrarse que existía al mismo
tiempo, o al menos que había alguna posibilidad de ello. De hecho, el
perfeccionamiento de cronologías precisas de las culturas americanas
y asiáticas puede adquirir importancia crucial para el éxito final de
cualquier estudio sobre contactos entre ambas áreas. Si puede
demostrarse que las formas culturales tienen un patrón de aparición
regular, ligeramente anterior en el Viejo Mundo que en el Nuevo,
tendremos presuntos indicios de la relación entre las dos secuencias;
si lo opuesto es lo cierto, tendremos una prueba de que no estaban
relacionadas.
Los intentos por coordinar los dispersos indicios sobre contactos
transpacíficos estan continuamente bloqueados por complicados
problemas cronológicos, y se deben efectuar ajustes y suposiciones
especulativas con diversos grados de validez probable. Al intentar
desarrollar el concepto de lo que yo llamé “complejo A” –que consiste
en una serie de motivos artísticos que aparecen en el período Clásico
Tardío de la cultura Maya, alrededor del 700 D.C., que presentan
parecidos con objetos del arte hindúbudista del sudeste asiático- he
debido luchar, con ayuda de Robert Heine Geldern, con muchos de
esos problemas. Un elemento de posible gran importancia es el motivo
en cruz que aparece en los templos de la Cruz y de la Cruz Foliada de
Palenque. No pudimos encontrar un buen ejemplo comparativo del
sudeste de Asia, por lo que debimos conformarnos con un oscuro motivo
moderno proveniente de Balí y con un ejemplo arqueológico incompleto
de Camboya.
Esto probablemente se justifica por cuanto sabemos que en esa área
el complejo total de ideas que implica el arte hindú-budista cuenta con
larga tradición. Aún cuando no hemos podido encontrar un buen
ejemplo de ese motivo que tuviera antigüedad apropiada, creemos
justificado pensar que en este tiempo el motivo probablemente estuvo
en uso.
Semejantes inconvenientes podrían por supuesto simplificarse mucho
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
si pudiera disponerse de historias completas para cada área de cada
elemento usado en la comparación. Debemos avenirnos no sólo a las
diferencias de conservación, sino también al conocimiento arqueológico
incompleto y a las lagunas de publicación, a más de las dificultades
para ubicar las publicaciones realizadas.
Problema algo diferente es el que se plantea cuando se dispone de
elementos comparables que en la cultura supuestamente donante
aparecen demasiado temprano. Por ejemplo, encontramos que hay
notables semejanzas entre el estilo decorativo Tajín, o Veracruz clásico,
de 500 a 1000 DC, y el estilo Chou tardío de China, de 700 a 200 A.C.
¿Debemos rechazar tales semejanzas a causa de la diferencia
cronológica? Pienso que no, ya que hay diversas explicaciones
posibles. Los contactos podrían haberse realizado más intensamente
cuando el estilo estaba en su máximo esplendor en Asia, y pudo
haberse conservado en el tallado de madera por cientos de años antes de aparecer en piedra en Veracruz. O, como sabemos que es
parcialmente cierto, elementos del estilo Chou tardío que se
conservaron durante períodos dinásticos posteriores pudieron haberse
difundido en esta época. Más aún: los contactos efectivos pueden
haber sido realizados con un estilo periférico de China que conservara
el modelo Chou tardío pleno por más tiempo que en China central,
donde se obtuvo la secuencia que conocemos. Muchos complejos
problemas, por supuesto, surgen cuando se intenta equiparar rasgos
conocidos etnográficamente que no dejan rastros arqueológicos. Debe
entonces inferirse una relativa profundidad cronológica de indicios a
menudo muy escasos.
INDICIOS ARQUEOLÓGICOS E HISTORIA NATURAL
En nuestras especulaciones sobre el posible papel de los contactos
transpacíficos y su efecto sobre las culturas indígenas americanas,
parece tener especial importancia estar al tanto de las graves
discrepancias que siempre existen entre los indicios arqueológicos y
los acontecimientos de la historia cultural. En otras palabras: la
naturaleza de los indicios arqueológicos es tal que, a partir de los restos
de una cultura sólo se puede reconstruir una pequeña porción de la
historia de esa cultura. Esto se hace claro cuando observamos la
historia de ciertas civilizaciones tempranas, como las del Mediterráneo
281
F.EKHOLM
o del Cercano Oriente, donde disponemos de datos escritos. A través
de estos documentos sabemos que los egipcios mantuvieron constante
relación comercial con otros centros, pero son relativamente pocos
los indicios arqueológicos precisos de esas relaciones. Si no
tuviéramos los documentos escritos, no podríamos tener noción
correcta de muchos acontecimientos específicos en los cuales debieron
haber ocurrido intercambios de ideas.
Volvamos a nuestros juguetes con ruedas, para usarlos como ejemplo
de las implicaciones que puede tener el principio enunciado.
Supongamos que por medio de un cuidadoso estudio se puede
comprobar fehacientemente que los juguetes con ruedas mexicanos
sean un rasgo de alguna manera transferido desde Asia a América.
Esto podría tener un gran interés para todos nosotros, pero en ciertos
círculos sería considerado como de valor meramente esotérico. Los
juguetes con ruedas –hay que reconocerlo - no tienen importancia
cultural muy grande; sería diferente si lo que se hubiera introducido
fuera la idea de la rueda junto con las técnicas para poner este
dispositivo en práctica como medio de transporte. La introducción de
los juguetes con ruedas no tiene importancia en sí misma por no haber
modificado la naturaleza y ritmo de crecimiento de la civilización
mexicana.
Todo esto puede ser verdad, pero podría haber otra explicación. Si
ocurrieron contactos suficientemente profundos como para haber
introducido la idea de los juguetes con ruedas, es muy probable que
hayan sido introducidas otras ideas, de las cuales no podemos esperar
encontrar indicios arqueológicos. Es posible que mediante los mismos
contactos –que podrían haberse producido a comienzos del período
Clásico (circa año 1) - Mesoamérica pudo haber recibido un complejo
de ideas sobre el culto de la serpiente, que parece haber reemplazado
en popularidad general el papel que jugaba el jaguar en el arte
Preclásico anterior. Quizá se hayan introducido importantes ideas sobre
regadío, o astronomía, o medición del tiempo mediante calendarios.
También pueden haberse introducido algunas ideas sobre la majestad
divina, definitivamente perdidas para nosotros salvo en cuanto lo que
parecen ser elementos asociados (como el uso del quitasol o la litera
como insignias de rango).
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
Si se insiste en ser completamente objetivos en nuestra interpretación
de los restos arqueológicos, no podremos ir más allá del concreto indicio
de la introducción de un rasgo particular, cual es el juguete con ruedas.
Si vamos más allá, entramos en el campo de las especulaciones, que
pueden fácilmente conducirnos a extremos. Debemos convenir, sin
embargo, que en cierta medida este tipo de especulaciones son parte
necesaria de la actitud científica frente a los indicios arqueológicos.
Los rasgos mencionados son ejemplos de grandes segmentos de toda
cultura que nunca pueden ser reconstruidos completamente por la
arqueología. Se torna entonces evidente que de ninguna manera es
frívolo o intrascendente hablar acerca de juguetes con ruedas como
posibles indicios de contactos transpacíficos.
En este acápite debemos también considerar el tema del comercio de
objetos como indicadores de contactos culturales. Los críiticos de la
idea de la posibilidad de los contactos transpacíficos, son propensos a
destacar que no se han encontrado en América objetos asiáticos. Esto
es realmente cierto, pero simplemente basándonos en las leyes de la
probabilidad no podemos esperar hallarlos; su descubrimiento sería
debido sólo a una gran casualidad. Puede argüirse que pese a los
abundantes indicios que están acumulándose sobre la frecuencia de
contactos entre Perú y Mesoamérica, no se han encontrado objetos
de comercio de ninguna de las dos áreas en el área opuesta. Lo mismo
es válido para el Sudeste de Estados Unidos, donde hay abundantes
indicios de influencia mexicana pero en el cual hasta ahora no ha
aparecido un solo objeto de clara manufactura mexicana.
Por último, debemos mencionar que en toda área cultural poco conocida
arqueológicamente, resulta bastante fácil pensar que nos encontramos
ante un caso de desarrollo local. Así se había pensado antes que la
cultura del sudoeste de Estados Unidos había evolucionado de manera
casi completamente independiente, y que Mesoamérica y los Andes –
con excepción de algunas plantas cultivadas comunes – habían estado
ampliamente separadas. A medida que aumenta nuestro conocimiento,
empero y se ajustan las cronologías con mayor precisión, comenzamos
a ver que muchas transferencias ocurrieron entre ambas áreas.
Debemos recordarlo y procurar desconfiar de lo que parezca ser un
desarrollo independiente, pues algunos rasgos que parecen ser
resultado de tendencias evolutivas pueden en realidad ser fruto de la
283
introducción de ideas desde el exterior.
El problema de las ausencias
Otra de las críticas que se escuchan a menudo, y que quizá sea uno
de los más importantes argumentos contrarios a la posibilidad de los
contactos transpacíficos, es la que se refiere a las “ausencias llamativas”
de ciertos rasgos del Viejo Mundo en las culturas del Nuevo Mundo.
Entre ellas podemos mencionar la ausencia de la rueda, del arco
verdadero (en la arquitectura), de la metalurgia en Mesoamérica en el
período temprano y del hierro en todo momento, y de cantidad de otros
rasgos especiales. Existe también el problema de la no introducción
de todas las plantas alimenticias asiáticas importantes y de los animales
domésticos. Estas ausencias son sin duda significativas, pero en mi
opinión han sido considerablemente exageradas.
Ellas significan que no hubo migración masiva desde Asia, y que los
contactos no fueron continuos, de larga duración o de gran intensidad
pero no sirven para probar que tales contactos no habrían ocurrido.
Al analizar estas ausencias es muy importante recordar que el proceso
de difusión es principalmente un proceso en el que una cultura realiza
una selección entre las porciones de otra cultura que el contacto torna
disponibles. Para que este proceso sea completo, los rasgos
seleccionados deben ser absorbidos y adaptados a los fines de la cultura
receptora. Lo que se selecciona de una cultura extraña depende de
multitud de factores que se combinan de innumerables maneras, de
modo que no pueden extraerse reglas generales que nos guíen en
casos concretos. Es cierto, empero, que la selección que se hace de
rasgos de una cultura extraña será más restringida si las culturas
donante y receptora se encuentran distantes una de otra, y si los
contactos son intermitentes. Un factor muy importante es, por supuesto,
la relativa complejidad o el grado de evolución generalde cada una de
las culturas interactuantes. En este caso de las influencias
transpacíficas debemos también considerar el problema práctico del
transporte de cosas tales como semillas de plantas comestibles o
animales domésticos y – en el caso que alguna de esas cosas haya
podido llegar- el de su aclimatación en el Nuevo Mundo.
Debido a la dificultad de establecer reglas para aplicar a lo que podría
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
haber ocurrido en un proceso de difusión a larga distancia hacia el
Nuevo Mundo, me parece absurdo insistir en la ausencia de rasgos
como los que han sido mencionados como prueba de que América no
estuvo influida desde el exterior. Nuevamente debemos prestar especial atención a ciertos ejemplos. Seguramente, el arco arquitectónico
verdadero fue conocido por los pueblos Khmer de Camboya, debido a
sus conexiones con India y el Occidente, o de lo contrario por las tumbas
de ladrillo del período Han. Aún así, los Khmer en sus templos de
Angkor eligieron utilizar el arco falso o en saledizo, tal como lo hicieron
los Mayas en Mesoamérica. Sabemos que existieron estrechos
contactos entre los Maya clásicos y Teotihuacán, así como entre muchos
otros centros de las tierras altas y las tierras bajas de México. Pero el
arco falso de los Mayas fue rechazado en México, como lo fue en
muchos lugares, para la erección de estelas jeroglíficas. Las relaciones
entre México y el sudoeste de Estados Unidos fueron bastante
estrechas, pero el uso de templos piramidales no se difundió en esta
dirección. Son simples ejemplos pero dejan establecido que las
ausencias citadas como prueba de la independencia de las culturas
americanas deben ser examinadas tan cuidadosamente como las
sugerencias acerca de la existencia de influencias asiáticas.
En las discusiones sobre lo que debe esperarse que suceda en
situaciones de difusión, se pretende por lo general que los rasgos que
tienen aplicación obviamente práctica o económica son aceptados más
rápidamente que los elementos del campo de la religión o las formas
artísticas que son expresiones religiosas. Esto puede ser verdad en
muchos casos, pero es probable que haya muchas excepciones, y las
culturas del Nuevo Mundo pueden haber estado especialmente
predispuestas a dirigirse en esta última dirección. Me llama mucho la
atención, por ejemplo, que la introducción de las técnicas metalúrgicas
en cualquier lugar del Viejo Mundo haya conducido al uso de utensilios
y armas de metal, y producido un tipo de revolución económica, mientras
en el Nuevo Mundo durante siglos los metales continuaron siendo
usados casi exclusivamente en la confección de ornamentos. De un
modo muy extraño, estas culturas fueron marcadamente conservadoras
cuando tuvieron que adaptar o desarrollar principios mecánicos.
Parecería entonces coherente con este carácter que no hubieran hecho
uso de la rueda, aún conociendo su principio, o estuvieran en algún
285
F.EKHOLM
momento expuestos a la idea de su aplicación al transporte.
COMPLEJOS DE RASGOS COMO EVIDENCIA DE CONTACTOS
TRANSPACÍFICOS
Un argumento esgrimido durante mucho tiempo contra las sugerencias
de influencias transpacíficas sobre América ha sido afirmar que las
diversas semejanzas culturales que encontramos aparecen dispersas
en el tiempo y en el espacio, no pareciendo formar complejos o modelos
culturales que, de haberse producido esos contactos, tendrían que
existir. Por ejemplo: Si en algún lugar se estableció una cabecera de
puente de viajeros transpacíficos, deberíamos encontrar allí una
concentración de rasgos asiáticos adscribibles a un horizonte particular, lo que se pretende sería suficiente para comprobar la existencia
efectiva de esos contactos. Debemos convenir que éste sería uno de
los mejores medios para demostrar la existencia de contactos, y que
sería conveniente investigar y tratar de ver dónde podrían estar
localizados estos complejos.
A pesar de ser el procedimiento correcto, no podemos esperar encontrar
estas localizaciones precisas, porque a menos que los contactos hayan
sido mucho mas intensos y prolongados que cuanto por el momento
puede advertirse, es poco probable que en América se hayan formado
colonias asiáticas. Es mucho más probable que pequeños grupos de
gente (la tripulación de una embarcación, si se quiere) hayan pisado
tierra en diferentes lugares y hayan penetrado hasta algunos de los
grandes centros de culturas. Sea cual fuere la influencia que hayan
ejercido sobre esas culturas locales, desde esos centros pudieron
haberse difundido de diversas maneras. Si suponemos, como pienso
que debemos hacerlo, que hubo contactos regulares y estrechos entre
la mayoría de los diversos centros centros de cultura del continente,
es posible que algunas ideas o rasgos introducidos hayan arraigado
mejor en algunos centros bastante distantes del lugar en el que ocurrió
el primer contacto. Se puede entonces fácilmente concebir la existencia
de un registro de contactos transpacíficos más difuso que cuanto hemos
estado esperanzados en hallar.
Una vez más para ilustrar el punto debemos utilizar un ejemplo.
Conocemos por documentos históricos referentes a China y Europa
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
que, desde los tiempos de Cristo hasta el siglo XVIII, entre esas dos
áreas los viajeros fueron y vinieron con creciente regularidad, lo cual
produjo la transferencia de muchas ideas culturales. Needham (1954)
señala cantidad de implementos mecánicos y técnicos, tales como la
brújula, el papel, los tipos móviles para imprenta y la ballesta, que
fueron hacia Occidente. Es probable que haya habido otros muchos
rasgos de otras clases que tomaron el mismo camino. Tenemos de
todo esto un conocimiento histórico, pero si no existieran documentos
sería muy poco probable que pudiéramos reconstruir la historia de esta
difusión por medio de una reconstrucción arqueológica. Este ejemplo
se aplica muy bien a nuestro análisis previo sobre la relación entre
indicios arqueológicos e historia cultural, pero aquí queremos señalar
en particular que puede ser extremadamente difícil -y quizás imposiblelocalizar cualquier centro o complejo en el mundo de Occidente que
pueda demostrar el origen chino de aquellos diversos rasgos.
Así, en tanto no podemos esperar encontrar con precisión complejos
comparables en el Viejo y el Nuevo Mundo que prueben de manera
inmediata la existencia de contactos transpacíficos, debemos
considerarnos suficientemente afortunados si encontramos algo que
se le asemeje. El tipo de ceramica localizado por Estrada, Meggers y
Evans (1962) en Valdivia, Ecuador, muy semejante a la alfarería Yomon
de Japón, conforma en realidad un complejo de elementos que incluye
formas, rasgos decorativos y terminación de la superficie que pueden
demostrar la existencia de contactos. También el complejo de rasgos
asiáticos que aparece en la costa de Manabí, Ecuador, registrado por
Estrada y Meggers (1961) y cronológicamente ubicado en las fases
Jama-Coaque y Bahía, próximas al comienzo de la era cristiana,
representa también un excelente punto de partida para dilucidar un
contacto concreto.
Para Mesoamérica hasta ahora no se ha descubierto nada de la misma
naturaleza, a pesar de haberse hallado gran número de rasgos
individuales, motivos y procesos técnicos que tienen diverso grado de
parecido con objetos asiáticos y que aparecen en diferentes momentos.
Puede advertirse en esos hallazgos, empero, ciertas pautas referentes
al momento de su primera aparición, las que sugerirían una secuencia
de relaciones con Asia.
Hasta ahora nadie ha sugerido con seriedad un origen asiático para
287
F.EKHOLM
muchos de los elementos principales que componen el complejo
Olmeca, pero es un tema interesante, que debería ser estudiado en
detalle. Es de especial interés porque la cultura Olmeca, en el estado
actual de nuestros conocimientos, parecen haber sido la más antigua
de las altas culturas de Mesoamérica, y presenta algunas características
extraordinariamente sofisticadas, para las cuales no se ha encontrado
aún una secuencia previa de desarrollo. En términos generales, la
cultura Olmeca aparenta haber mantenido antiguas relaciones con la
edad del bronce temprana en China: en especial con las culturas de la
dinastía Shang que datan desde el siglo XVI hasta el 1027 A. C. No se
han encontrado muchos rasgos similares, pero se debe mirar con
atención la gran importancia atribuida al motivo del tigre tanto en el
arte Olmeca como en el Shang. Es de interés, como lo ha demostrado
en detalle Heine-Geldern (1959 b), que algunos de los paralelos mas
específicos en la forma de representar el tigre en el arte Shang están
también presentes en el arte Chavín de América del Sur, y que el arte
Chavín y el Olmeca están indudablemente relacionados. Encontramos
además tanto interés y eficiencia técnica en el trabajo del jade en
Olmeca y en Shang, que bien puede suponerse que constituya un indicio
de relaciones (pese a que no hay mas que semejanzas generales,
con excepción quizá de unas pocas formas de implementos
ceremoniales).
Un segundo posible complejo de asociaciones con China que tiendo a
ver en Mesoamérica es el que aparece a comienzos del período Clásico,
aproximadamente a principios de la era cristiana. He comparado con
algún detalle la cerámica cilíndrica trípode de Teotihuacán y otros sitios
relacionados con los bronces y vasijas de alfarería de forma similar
característicos del contemporáneo período Han de China. El parecido
en las formas (que incluye una tapa cónica con el ocasional ornamento
de un ave en la parte superior), la distribución de los diseños y el uso
de adornos moldeados son, en mi opinión, altamente sugestivos de
relaciones. Sostengo que este fue también el momento en el cual se
introdujo la técnica de moldear la cerámica, que luego fue ampliamente
usada en la confección de figurinas.
Otro elemento que pudo haber llegado junto con la forma de la cerámica
Teotihuacán es el diseño entrelazado llamado Veracruz clásico o Tajin,
que probablemente apareció en Teotihuacán por primera vez –como lo
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
ha demostrado Heine Geldern (1959 a ) durante el periódo Teitihuacán
II. Es éste uno de los rasgos mas convincentemente asiáticos en
Mesoamérica. Sugiero también que la técnica del fresco para la
decoración de paredes, cerámica, y quizá cantidad de elementos
perecederos puede haber derivado de la técnica del lacado
ampliamente utilizada en el período Han de China. Finalmente,
agregaría yo que los juguetes con ruedas hicieron su primera aparición
en México probablemente en esta época.
El tercer complejo mesoamericano de posible filiación asiática es el
que he descripto como “complejo A” (1953). Consiste en cantidad de
motivos y elementos escultóricos y arquitectonicos que aparecen en el
periodo Clásico tardío en Palenque y otros sitios mayas del norte, y
que continua en el Post-clásico de Chichen Itza y en México central.
En este complejo se incluyen elementos tales como paneles con lotos,
tronos de tigres, el motivo del “árbol de la vida”, esculturas fálicas, y
cantidad de otros. Nada de esto parece estar relacionado con objetos
chinos; la dirección de las relaciones ha cambiado hacia el foco de
civilización hindú –budista de India y el sudeste de Asia.
Podemos observar, por consiguiente, un tipo de institucionalización en
Mesoamérica de rasgos diversos que parecen estar relacionados con
Asia. En los períodos Preclásico y Clásico temprano, las influencias
pudieron provenir desde China, pero en el Clásico tardío y el Postclásico podrían haberse originado en el área Hindú-budista de mas al
sur. Esto es extremadamente hipotético, y debe ser considerado como
una sugerencia, que sólo luego de realizado mayor número de estudios
comparativos que cuantos se han intentado hasta el presente, podrá
adquirir validez.
¿CÓMO PUDIERON EFECTUARSE LOS CONTACTOS
TRANSPACÍFICOS?
Una bien establecida regla de antropología que se aplica a la
controversia entre difusionismo e invención independiente afirma que
289
F.EKHOLM
ab
Fig. 2; Vasijas cilíndricas trípodes de Asia y América: a)Dinastía Han, China
Bronce y b) Tikal, Guatemala, cerámica.
ab
Fig. 3:Figuras jerárquicas de Asia y América, donde se observan posturas
similares y plantas de loto: a) India, b) Palenque Mexico.
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
la difusión puede ser inferida cuando las semejanzas culturales son
complejas y convincentes, y cuando se advierte la oportunidad para la
producción del contacto. Esta última parte de la regla constituye, por
supuesto, un gran escollo para las teorías que propugnan los contactos
transpacíficos. El Océano Pacífico es sin duda una gran barrera para
los viajes humanos y la difusión de las culturas. Si nuestras
comparaciones culturales parecen ser significativas, queda por explicar
cómo hicieron las culturas de Asia para ponerse en contacto con las
de América. Hay tres posibilidades:
1)
Navegación transpacífica directa;
2)
Navegación costera alrededor del norte del Pacífico; y
3)
Viaje por tierra a través del estrecho de Bering y luego por
América del Norte.
Muy pocos indicios se pueden aducir a favor de la navegación
transpacífica. Sólo puedo señalar (como ya lo hemos hecho junto con
Heine-Geldern) que existen documentos escritos chinos que se refieren
en diversas ocasiones a viajes bastante largos en veleros por el área
del sudeste asiático alrededor del año 400 D.C. Hubo también considerable tráfico comercial entre los puertos romanos e India en los siglos
inmediatamente anteriores y posteriores al comienzo de la era cristiana,
pero al parecer hasta tiempos muy tardíos no existen indicios escritos
sobre viajes de comercio largos realizados por los chinos.
Sobre este tema especial de las navegaciones transpacíficas, sólo se
puede poner de manifiesto un indicio algo tangerial y proyectar una
especulación razonable acerca de lo que pudo haber ocurrido en
tiempos antiguos. La brújula magnética fue inventada en China, pero
la época de su aplicación a la navegación es aún materia de conjeturas.
Es famosa la habilidad de los pueblos oceánicos –en especial de los
polinesios –para realizar extraordinarios viajes a lejanas islas, y esto
puede reflejar el origen de una tradición de navegación mucho más
compleja en algún lugar de las costas de Asia. También tiene gran
importancia la reciente afirmación de Edwards (1960), según la cual
en tiempos precolombinos las balsas o almadías de Perú y Ecuador
contaban con aparejos marinos con velas que posibilitaban navegar
291
F.EKHOLM
contra el viento: este tipo de aparejo es un mecanismo complejo, que
por sí mismo constituye ya evidencia de contacto transpacífico; nada
digamos acerca de su aprovechamiento en las navegaciones
transpacíficas. También es interesante la semejanza entre las almadías
sudamericanas y las de la isla de Formosa, señalada por Estrada y
Meggers (1961).
Finalmente, si podemos estar de acuerdo con Michael Coe en cuanto
a que los viajes entre Guatemala y Ecuador constituyen la mejor
explicación posible de las conexiones culturales entre esas dos
regiones, podemos suponer que en algunas partes de América la
navegación marina estuvo más adelantada en tiempos más antiguos
que en el siglo XVI. Afirmar esto último, empero, es un tanto peligroso,
porque puede pretenderse que estamos haciendo hincapié en la
desaparición de la navegación para cimentar nuestros argumentos
sobre producción de contactos transpacíficos. Pienso de todos modos
que la capacidad de navegación pudo muy bien haber declinado, por
motivos económicos o históricos, antes de la conquista española.
Al especular con la posibilidad o imposibilidad de los viajes
transoceánicos directos, se piensa generalmente que dichos viajes
debieron haberse realizado recalando en una serie de islas intermedias,
de manera que debemos esperar encontrar indicios arqueológicos en
esas islas de tales detenciones, o recuerdo de tales viajes en la mitología
de los pueblos oceánicos. Sin embargo, si estos viajes fueron
acontecimientos únicos –la navegación de un solo barco desde Asia a
América- es bastante posible que no se haya recalado en ninguna
isla. La historia de la Urca de Manila es altamente instructiva al respecto
(Schurz 1959). Desde 1565 hasta 1815, durante un período de
doscientos cincuenta años, un velero navegó todos los años en ambas
direcciones entre Acapulco y las Filipinas. Estos navíos navegaban
bajo estrictas directivas de realizar el viaje directamente, y es destacable
el hecho de que no hayan tocado isla alguna de Polinesia. Conocían
algunas de las islas más occidentales, como las Carolinas y las
Marianas, pero poco contacto tuvieron con ellas.
La ruta de la Urca de Manila varió en diversas oportunidades. El viaje
de Acapulco hacia las Filipinas se hacía al oeste, pero desde Acapulco
se iniciaba hacia el sudoeste hasta alcanzar los 10 u 11 grados de
latitud norte, y luego proseguía directamente hacia el oeste. Cuando
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
la partida se efectuaba en la época apropiada del año, el viaje insumía
alrededor de tres meses y era relativamente fácil debido a los vientos
suaves pero constantes. El viaje hacia el este era más difícil: la ruta
seguía invariablemente rumbo nordeste hasta alcanzar
aproximadamente los 30 grados de latitud norte, y luego se ponía proa
al este singlando los vientos del oeste para tocar tierra a la altura de
California de la Baja California. El viaje hacia el este era más fácil de
realizar en estas latitudes septentrionales, pese a las dificultades que
implicaba. También lo comprueba el hecho de que vientos y corrientes
marinas han arrastrado a muchos maltrechos juncos japoneses hasta
la costa pacífica americana. Posibles viajes involuntarios de tal carácter
pueden haber sido la forma en que gentes orientales conocieran por
primera vez el Nuevo Mundo. Puede imaginarse que los sobrevivientes
de dichas travesías hayan podido encontrar el camino que los devolviera
a sus hogares, y una vez allá pudieron haber instigado viajes en esta
dirección.
El viaje costero alrededor del norte del Pacífico es otra posibilidad,
pero poco es lo que puedo aportar acerca de las dificultades prácticas
de esa ruta. Obviamente, sería mejor hecha con barcos cuya capacidad
fuera suficiente para no necesitar tocar tierra a intervalos frecuentes.
Una vez que se conociera la ruta y se determinara la forma de
reconocerla, no harían falta los adelantos técnicos en materia de
navegación que parecen ser necesarios para cruzar directamente el
Pacífico. La navegación costera era conocida desde tiempos
relativamente tempranos en Asia, y fue llevada a cabo por romanos,
hindúes y árabes; en algún sentido parece la forma mas probable de
contacto entre Asia y América, más que el cruce directo del Pacífico.
Al igual que en el caso del cruce directo, la navegación costera debió
haber dejado probablemente pocos indicios arqueológicos de su posible
realización efectiva, o por lo menos una evidencia tan débil que no
podemos esperar que haya sido encontrada. Es presumible que los
navegantes costeros deben haberse detenido en ciertos accidentes
geográficos especialmente convenientes, pero estas recaladas deben
haber sido realizadas sólo para aprovisionarse de alimentos y agua.
Tocar tan débilmente la costa y por períodos tan cortos no deja casi
señales que puedan ser arqueológicamente reconocidas, de manera
que esta misma inexistencia de indicios no prueba que los viajes no
293
F.EKHOLM
se hayan realizado.
En un trabajo anterior (1955) señalé que la travesía por tierra, a través
del estrecho de Bering y que se continuara luego hacia el sur a través
de Estados Unidos, no es tan imposible como pareciera, y que puede
explicar contactos entre China y Mesoamérica. Creo sin embargo que
tal viaje por tierra es mucho más improbable que los que pudieron
haberse realizado a través del Pacífico o navegando a lo largo de la
línea de la costa.
Los comentarios que he de hacer con el fin de discutir un argumento
particular dirigido contra la idea de los contactos transpacíficos, servirán
para cerrar esta exposición. Si los contactos transpacíficos hubieran
ocurrido – se sostiene – se podría esperar que su comprobación se
hubiera presentado más rápidamente que lo que tarda. Con todo el
trabajo realizado en arqueología americana, parecería que los indicios
de tales contactos tendrían que ser más evidentes y haber ocupado su
lugar con facilidad mucho mayor, pese a lo cual aún no existen pruebas
definitivas sobre la efectiva producción de los contactos transpacíficos.
En realidad, la finalidad de este trabajo ha sido contradecir esa opinión.
Estoy convencido de que no es probable que los indicios de contactos
transpacíficos aparezcan con facilidad. Es necesaria una búsqueda
intensa en muchos lugares y por muchos medios, lo cual requiere la
atención de muchos investigadores durante considerable período de
tiempo. Tal investigación, empero, será encarada sólo cuando
comencemos a analizar de manera más completa las premisas sobre
las que se basan las presunciones sobre independencia de las
civilizaciones del Nuevo Mundo. Creo que esto nos conducirá a un
examen más completo de los procesos de la difusión a larga distancia
y de los indicios ya disponibles que nos hacen pensar en la efectiva
producción de contactos transpacíficos.
NOTAS
1
En alemán en el original; se trata de la escuela de los ciclos culturales.
(N. del T.)
2
En el sitio Asia, en la costa del Perú, en un contexto de la etapa que
ha sido llamada “precerámico sin algodóm” (2500 a 1800 A.C.), Engel
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
encontró un espejo de pirita montado sobre un soporte de arcilla
endurecida. Este hallazgo opone serio obstáculo a la teoría del origen
asiático de los espejos de pirita mesoamericanos. Incidentalmente,
en Chatal Huyuk (Anatolia), en un contexto asimismo neolítico
precerámico, apareció un espejo de obsidiana montado sobre un marco
de estuco calcáreo: otra prueba de semejanza muy estrecha mas allá
de toda posibilidad de contacto directo. (N. del R.T.)
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295
F.EKHOLM
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JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
RELACIONES TRANSPACIFICAS DE AMÉRICA
PRECOLOMBINA
tomado de Osbaldo Meghin. revista Runa. Peru
El poblamiento de América se enfrentó en dos grandes siglos. El más
antiguo corresponde al fin del Pleistoceno y a la actualidad geológica
hasta el tercer milenio a C., el segundo comienza este milenio,
probablemente entre 3000 y 2500 años antes de nuestra era. Las
teorías de Florentino Ameghino que postularon una inmensa edad del
hombre americano y hasta el origen del hombre en América, nunca
fueron aceptadas por la mayoría de los especialistas y están en hoy en
día completamente abandonadas, pero tampoco las de sus adversarios
sobre un poblamiento de América muy reciente, es decir alrededor de
unos 10.000 años a.C., tenían éxito. Sabemos hoy sobre la base de
las modernas investigaciones geológicas y radiocarbónicas que el
hombre existe por lo menos desde unos 40.000 en nuestro continente,
pero puede ser mucho más.
Sin embargo, no son estos los problemas que quiero tratar aquí: mi
intención es más bien exponer las modernas ideas sobre los contactos
de América con el Viejo Mundo y ante todo con Asia Oriental que se
realizaron desde el tercer milenio a.C., época en la cual América
comenzaba a superar el estado primitivo de las culturas cazadoras y
desarrollaba ideas más progresivas: horticulturales, agriculturales,
urbanas y final imperiales. También sobre este proceso existen
opiniones diversas. Un grupo de científicos defiende la teoría de que
casi todos los adelantos que América hizo después del periodo de
salvajismo; o sea de las culturas cazadoras de tipo paleolítico, son el
resultado de una evolución interna, originándose en los aportes
culturales que recibió por el estrecho de Bering hasta 300 a.C., los
otros niegan rotundamente esta posibilidad y cuenta con fuertes
influencias transpacíficas y hasta inmigraciones por mar que cruzaron
las enormes latitudes del Océano. La primera opinión predominaba
durante los últimos 60 años en la ciencia norteamericana de tal manera
que casi parecía la única, aunque muchos investigadores europeos
299
MEGHIN
siempre quedaron escépticos. Hoy en día esta decayendo, ante todo
en razón de los mejores conocimientos que poseemos sobre historia y
la arqueología de Asia Oriental, y por el otro lado porque el cuadro
cronológico de la prehistoria americana ha cambiado
fundamentalmente. Culturas que hasta hace 15 años se han fechado
alrededor de 500 d.C., se evidencian hoy en una edad entre 1000 y
500 a.C. Es claro que esta rectificaciones cronológicas alteran
completamente la base para las comparaciones de los fenómenos
culturales entre los dos hemisferios.
No cabe duda que durante el tiempo que nos interesa penetraron pueblos a Norteamérica por el estrecho de Bering, como p.ej., los Atabasco
y los antepasados de los esquimales y trajeron consigo y nuevos y
progresivos rasgos culturales , a veces bastante avanzados y de origen
Chino y japonés, pero en época tardía ya era muy difícil que pudieran
penetrar hacia el sur y además eran adaptados a las condiciones de
la vida en la zona ártica y subártica. El cultivo p.ej. faltaba
completamente. Así el gran cambio cultural que se manifiesta desde
el tercer milenio a.C. , en América tiene que explicarse de otra manera,
es decir, o por el desenvolvimiento autóctono como quiere la escuela
más antigua o por intensivas conexiones con Asia oriental con el Pacífico
como se ha vislumbrado desde hace mucho y en la actualidad es posible
comprobar con argumentos muy fuertes.
Es de decisiva revelancia que el nuevo estado cultural de América se
desarrolló en América central y en la zona andina, franja geográfica
que por su enorme importancia histórico cultural se llama muchas veces
América nuclear. Esta zona mira hacia el Pacífico, ante todo en su
parte meridional. Es también la zona cuyos pueblos muestran los
fuertes caracteres mongólidos en América, mientras que los otros indios
más al norte y al sur contienen mucha sangre de otras razas, ante todo
de paleo-erópidos. Este cuadro racial es solamente explicable, si fuertes
inmigraciones de pueblos de raza mongólida invadieron las costas
pacíficas de América. A estos fenómenos raciales corresponde los
hechos culturales. Deponen en favor de la presunción de que este
tercer milenio hasta alrededor de 1000 después de Christo existió una
íntima relación entre América y Asia por el Pacífico, aunque tal vez con
ciertas interrupciones. Parece que disturbios políticos aniquilaron estas
relaciones a fines del milenio pasado de manera que en el tiempo de
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. E
la Conquista ya eran olvidadas. Por supuesto, se necesitan todavía
muchas investigaciones detalladas y profundas para aclarar el origen,
la cronología, el continente y los efectos de las respectivas corrientes
culturales que se desparramaron sobre América durante los cuatro
milenios en cuestión. No obstante ya podemos distinguir
preliminariamente tres grandes fases de estos movimientos y atribuirles
con mayor o menor probabilidad diversos elementos culturales.
Como ya dejamos expresado, la primera fase comienza después de
los 3000 años a.C. Coincide con el tiempo antes de la formación de las
altas culturas de carácter urbano, que principian alrededor de 1000
años a.C. (o ya en el segundo milenio). La segunda corresponde más
o menos al milenio anterior a nuestra Era, y probablemente a algunos
siglos más. La tercera se extiende desde el segundo o tercero siglos
de nuestra era hasta unos quinientos años de la conquista. De inmediato
consideraremos sucesivamente estos tres grandes periodos, sin intentar
ofrecer un tratamiento agotador de la materia.
Durante el primero llegarían a nuestro hemisferio todos aquellos rasgos
culturales que son propios a las más antiguas culturas neolíticas y sus
descendientes etnológicos de Asia suroriental y Melanesia y reaparecen
por otro lado entre los indios de las llanuras tropicales de Sur América
(Menghin). La llamada cultura amazónica de los etnólogos no es, como
suponían con anterioridad algunos investigadores, un pobre reflejo,
una estribación barbarizada de las altas culturas andinas y
mesoamericanas, sino que, a pesar de muchos enriquecimientos
alóctonos y más recientes, representa el último residuo, la moderna
expresión de las modalidades culturales de un Neolítico bastante
primitivo que floreciera en el tercer y segundo milenio a. C., en muchas
partes de sur y Centroamerica. Fue superado en la zona progresista,
o sea en América nuclear, donde, por lo tanto su existencia solamente
puede ser comprobada mediante medios arqueológicos. Naturalmente
esto debería ser factible también en la cuenca amazónica. Sin embargo, lamentablemente, en ninguna parte aún se ha consagrado
mucho trabajo a estas investigaciones tan importantes, indispensables
para el esclarecimiento de la prehistoria americana. Recién en los
años después de la segunda gran guerra se emprendieron empresas
sistemáticas al respecto. Entre ellas merecen especial interés las
excavaciones del malogrado Emilio Estrada en Ecuador, quien
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MEGHIN
desenterró en su patria culturas neolíticas cuya edad se remonta a
más de 2500 años a.C. Estos y algunos hallazgos no ofrecen
inapreciables fuentes sobre el patrimonio más antiguo de aquellos
inmigrantes transpacíficos a los cuales América nuclear agradece la
cerámica y muchos otros elementos culturales Contribuye a la
reconstrucción, desde luego, también el estudio de las modernas
culturas amazónicas, ante todo del material etnológico que poseemos
de varias pequeñas tribus rezagadas que residen en las pendientes
orientales de los Andes, pero lo mismo el cuidadoso análisis histórico
cultural de los clásicos representantes de la auténtica cultura amazónica
los Aruak, Guanarí y Caribe. Esto nos capacita para separar la original
y antiguo de lo más reciente en su acervo cultural, por lo menos con
cierta probabilidad.
Sobre la base de todos estos indicios podemos contar con que los
inmigrantes neolíticos introdujeron el cultivo en forma de la horticultura,
típica para los agricultores más primitivos de Indonesia y Melanesia,
dedicándose a la producción de tubérculos y raíces nutritivas, pero
también de algunos cereales y otras plantas. Asia oriental ya conocía
el arroz desde por lo menos del tercer milenio, el cual en América fue
sustituido por el maíz. Las fechas radiacarbónicas nos aseguran que
el maíz ya era cultivado varios milenios a.C., posiblemente primero en
México, y ya antes de la llegada de las corrientes neolíticas. Junto con
los porotos, ciertas especies de zapallos y algunas otras plantas
cultivadas, parecen productos de un primitivo cultivo preneolítico que,
sin embargo, también tendría sus raíces en el Viejo Mundo.
Sea eso como fuera, seguro que el maíz se incorporó en el complejo
horticultural y bastante temprano, pues aparece en Perú ya durante el
segundo milenio. Por de pronto, no es posible decir si la formación de
labrantío en terrazas o andenes y la irrigación, tan comunes en Asia
suroriental y América, llegaron en este período a nuestro continente o
algo más tarde, en conexión con aquellas corrientes que causaron el
desarrollo de las latas culturas, de todos modos parece un don de
Asia. Tampoco podemos decir mucho sobre la forma de los poblados,
pero es aceptable la presunción de que las casas construidas en laguna y orillas de los ríos, sobre andamios de palos, los llamados
palafitos, pertenecen a las dádivas transpacíficas. Su ocurrencia se
combina en todas partes, también en Europa, con la aparición de una
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
característica especie de hachas pulidas de sección más o menos
redondeada y contorno foliáceo, por lo cual se las llama cilíndricas o
petaloides. Son típicas para las culturas amazónicas. Otras hachas
pulidas con dos prominencias en su parte superior se hallan en las
más antiguas capas neolíticas de Ecuador y más tarde en muchas
otras regiones de Suramerica: tiene sus paralelos asiáticos como
también las hachas de hombros, en general groseramente retocadas,
que conocemos de Perú: representa una forma bastante antigua aunque
no la podemos fechar exactamente. Simultáneamente con todas estas
cosas se presenta otra creación de primerísima importancia, la alfarería.
La cerámica llegó parece a nuestro hemisferio por dos caminos: primero
por el Pacífico, y más tarde también por el estrecho Bering: las dos
áreas de difusión se tocaron al final en Norteamérica. Las excavaciones
de Emilio Estrada en ecuador comprueban que la más antigua cerámica
de este país se remonta a por lo menos 2500 años a.C., y muestra una
sorprendente semejanza con la industria alfarera japonesa de la misma
época. No cabe duda de que encontraremos también en México y
Perú productos cerámicos más antiguos que los conocemos hasta la
fecha, pues estos últimos muestran un tan alto estado de evolución y
tanta matización regional que presuponen inevitablemente un largo
desarrollo anterior. Probablemente descubriremos algún día también
en las llanuras amazónicas cerámicas de la misma alta edad que las
del Ecuador.
El arco no fue utilizado en los tiempos preneolíticos de América. En su
lugar se sirvió de otro instrumento para arrojar las fechas, es decir, del
propulsor, que se llama también tiradera o estólica. Es posible que el
arco aparezca primero en la zona subártica, introduciera por los
inmigrantes siberianos. Sin embargo, el arco suramericano tiene otro
origen y está emparentado con el arco melanesio que es un simple
palo elástico, de perfil más o menos chato. El arco compuesto y reflejo
de tipo ártico falta completamente en el sur. Podemos suponer que el
arco chato llegó muy tempranero a Ecuador y los países limítrofes, de
donde se difundió a todos lados de manera que en el tiempo de la
Conquista parece omnipresente, aunque existían algunos pueblos que
no lo conocían como los habitantes de la isla de Jamaica, los
Pehuenches, de la Argentina y los indios canoeros de la zona
magallánica. Otra arma que es un bien común de Indonesia, Melanesia
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MEGHIN
y Amazonas, es la cerbatana, o sea el tubo que sirve para arrojar flechas
envenenadas: pertenecería también a la más antigua oleada cultural
que tocó Suramérica.
Lo mismo valdría para uno de los más hermosos y característicos
productos de estas culturas: los géneros fabricados de cortezas de
árboles junto con los típicos instrumentos para su confección. Un
modesto representante de esta manufactura -que parece ser el más
antiguo que conocemos en el mundo- se halló en Huaca -Prieta,
yacimiento precerámico del tercer milenio a.C., situado en el norte de
Perú. No podemos afirmar su correncia se debe a influencias neolíticas
(como cree Canals Frau), o si se trata más bien de un precursor.
Casi es seguro que los principios de la tejeduría llegaron América en
este tiempo. Los cazadores conocen solamente la cestería y fabrican
sus vestidos de pieles y los hilos de tendones. Tejer es una artesanía
que todo el mundo parece en el Neolítico, es decir, en conexión con el
cultivo y la ganadería. La ganadería nunca tuvo importancia en América
precolombina, aunque es muy antigua, pues la llama ya se encuentra
en un yacimiento peruano de alrededor de 1500 a.C., su domesticación
también sería el efecto de sugestiones asiáticas. La costumbre de
fumar no es una invención americana como muchos suponen en virtud
del indudable origen americano del tabaco que se fuma hoy en día.
Las pipas de fumar primitivas, de morfología tubular cónica ya existían
en el Neolítico de Europa. En los campamentos del Imperio Romano
en Suiza se hallaron muchas pipas de forma casi moderna, es decir,
angulares con horno largo. En el oriente medieval también se fumaba
y la pipa era conocida desde muy antiguo Indonesia. Así, es muy
probable que la costumbre de se haya difundido en América desde el
Viejo Mundo, tal vez como un rito de carácter religiosos o mágico, pues
entre los primitivos, el fumar no fue como ahora un placer narcotizantes
añadiendo caliza, como, se hace tanto en Melanesia como en
Sudamérica. Allá es el betel, aquí la coca.
En el campo de la vida social, intelectual y religiosa son muchísimas
las analogías. No queremos hablar de ciertas instituciones que refieren
a los sistemas de parentesco -como el matriarcado- por las dificultades
que ofrece el estudio de su origen y su dispersión.
Mencionaremos solamente algunos ejemplos que se refieren al arte, a
la magia y a la religión. Son prácticamente idénticos ciertos motivos
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
laberínticos de América con correspondientes del arte rupestre del Viejo
Mundo (Menghin). Un caso contundente es la couvade o el puerperio
masculino, curiosa costumbre que se caracteriza por el hecho que
“después del nacimiento de un niño el padre ocupa la cama en el lugar
o al lado de la mujer, a menudo imitando las contorsiones y lamentos
de la parturienta, fingiendo enojo, recibiendo felicitaciones y a veces
protegiendo su cuerpo con esteras o pieles” (Carlucci), observando,
además, ciertos tabús contra alimentos y actividades. Para nuestros
fines no es menester entrar en difícil problema de la interpretación de
la couvade; es suficiente subrayar que la difusión casi universal de tan
extraño hábito no es explicable una invención espontánea en varios
lugares. Muy atinadamente dicen un autor francés (Maurel): “Los
grupos humanos más diversos han podido, sin tener comunicaciones,
llegar a vestirse, a fabricar sus viviendas y sus armas, pero ¿de qué
necesidad habría derivado la couvade?” Con estas palabras quiso
expresar la convicción del origen único del puerperio masculino en
todo el globo. Es frecuentísimo, precisamente, en las primitivas culturas
agrícolas de tipo amazónico y de Asia suroriental, de lo cual deriva un
testimonio de capital importancia para las conexiones transpacíficas.
Hay infinidad de otros ritos mágicos, creencias religiosas y mitos que
florecen en los dos lados del Pacífico y siempre en el conjunto de
culturas agrícolas de idéntico nivel. Citaremos solamente algunos de
los más indicados. El canibalismo mágico-ritual en sus varias formas,
cuyos vestigios aún se conservan entre culturas muy progresistas de
Surasia y de América, tenía enorme importancia entre los cultivadores
más primitivos de estas regiones. Lo mismo sucede con la curiosa
caza de cabezas y en el de matar hombres utilizando su carne o su
sangre para hacer productivos los labrantíos, mediante sus fuerzas
mágicas (Jensen). El trofeo de cráneos, tan frecuentemente
documentados en la arqueología americana, pertenece al mismo
conjunto de costumbres; por otra parte es completamente ajeno a los
cazadores superiores o inferiores. Los Tehuelches históricos de
Patagonia, por ejemplo, lo relativamente más puros representantes de
cazadores superiores de América que se habían mantenido durante el
transcurso de milenios, nada sabían de canibalismo, de sacrificios
humanos, de caza de cráneos y de trofeos de ellos, de instrumentos
musicales fabricados con huesos humanos, o cosas semejantes tan
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MEGHIN
comunes en las culturas agrícolas. ¿Cómo es posible creer que estos
ritos y hábitos tan idénticos pudieron haber evolucionado aisladamente
en ambos lados del pacífico?. Es imposible. Pero también lo es que
se difundieran por el estrecho de Bering, pues faltan o son muy
insignificantes cuanto más no alejamos hacia al norte. Se ve claramente
que irradiaron desde el sur, desde los trópicos. Traemos un último
ejemplo: la figura de la gran diosa de la tierra, venerada en todas las
culturas agrícolas del Neolítico del hemisferio Oriental desde Atlántico
hasta el Pacífico. En América se culto su evidencia por las estatuillas
femeninas que aparecen en el más temprano Neolítico de Ecuador y
también en el Preclásico más antiguo de México, es decir desde unos
1500 a.C. Aunque esculturas ostentan un definido sabor americano,
es difícil negar su pertenencia al gran grupo de la gran Diosa-Madre y
con eso su origen asiático.
Sin contemplamos ahora la segunda época, hallamos un suelo que
nos ofrece conocimientos aún más concretos y permite perspectivas
histórico culturales y etno-históricas de gran avergadura. Los estudios
respectivos los debemos principalmente a Roberto Heine-Geldern. Por
las fuentes históricas chinas, sabemos que alrededor de 800 a.C., se
libraron violentas luchas entre las fronteras occidentales del país
causadas por una imigración de pueblos que irrumpió desde la zona
norte del Mar Negro y los países colindantes, ante todo del Cáucaso.
Sus portadores pertenecían a muy distintas entidades étnicas, entre
ellas también indoeuropeas. Participaron probablemente los Tocarios
pueblo indoeuropeo cuya existencia recién se nos reveló hace unos
decenios por el hallazgo de manuscritos en su lenguaje, en la cuenca
del Tarim: otro grupo importante de invasores serían tribus escitas, o
sea Iranios septentrionales. En el año 771 a.C., uno de estos pueblos
conquistó la residencia occidental del reino de Chou y ocupó la zona.
El resulto fue la influencia de muchos elementos culturales procedentes
de Cáucaso y de Europa oriental, que no se limitó a las regiones del
Hoangho y Jangtsekiang, sino penetró -y con mucha fuerza- hasta
China meridional y el norte de Indochina. En la part septentrional se
formó alrededor de 500 a.C. , una gran cultura cuyo nombre se tomó
de importante yacimiento en el norte de Annam, llamado Dongson.
Esta cultura influenció a su vez sobre el sur de Indochina, Indonesia y
Melanesia.
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
Es de gran interés para el conjunto de nuestra exposiciones, que en el
tiempo entre 700 a.C., hasta 200 d.C., en toda la faja de territorio ubicado
entre Perú y México existían una serie de productos industriales de
asombrosa semejanza con formas caucásicas y de Europa oriental.
Este fenómeno ya había llamado la atención de algunos investigadores
perspicaces del siglo pasado, como el famoso Rodolfo Virchow; no
obstante quedó explicar mientras se pensó en el aislamiento cultural
de América. Si descartamos esta idea fija, se abre una grandioso cuadro
de las relaciones entre las altas culturas de ambos hemisferios.
Las influencias y sugestiones partieron primero de las entidades
políticas que florecían en las costas de Chía meridional. Después de
la destrucción de las mismas fue la cultura de Dongson la fuente de
estas corrientes que fecundaron América de las más variadas formas.
Se puede decir que la evolución de las altas culturas americanas se
funda en estas corrientes asiáticas, cuyas circulaciones occidentales
explican a la vez ciertas curiosas coincidencias entre América y Europa
oriental.
Son tantas, que al idea de analogías casuales no se pueden sostenerse.
De otra parte, tampoco puede pensarse en un desarrollo paralelo sobre
la base de la demasiado invocada identidad sicológica de todos los
hombres pues ésta difícilmente puede extenderse a detalles de
invenciones técnicas y particularidades decorativas.
La más antigua alta cultura sudamericana que merece esta
denominación es la de Chavín en Perú, que ya florecía alrededor de
700 a.C., y poseía un carácter expresadamente jerárquico-religioso.
Esto se deduce de sus monumentales construcciones al servicio del
culto. Lucen ornamentos muy complicados que los observadores no
especializados calificarán sin más como de origen chino. Hasta hay
vasos completos que repiten formas chinas. También tropezamos en
México con fenómenos similares en la última fase de la cultura
preclásica, es decir, en la segunda mitad del último milenio a.C., también
aquí se construyeron grandes templos, y ya con anterioridad aparece
el trípode, típica forma vaso en China desde tiempos muy antiguos.
La alta cultura aparece casi espontáneamente, ante todo en Perú, sin
precursores milenarios como el Mesopotamia y en Egipto. Desde un
principio se denominan técnicas difíciles, como la construcción en
piedras y la silleteria. La cultura de Chavín conoce una clase muy
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MEGHIN
desarrollada de tejeduría: en los vasos mochicas vemos pinturas de
telares de la misma morfología que los utilizados en Asia suroriental.
Es notable el número de instrumentos, armas y objetos de atavío e
invenciones técnicas comunes a las culturas de Dongson y del Perú.
Se hallan hachas, alfilere, brazaletes, hebillas para cinturones, espejos,
etc., casi idénticos. Hasta se debe suponer que la técnica metalúrgica
en general es un don de Asia a América. Si un procedimiento tan difícil
como la fundición en molde perdido se halla en ambos lados del
Pacífico, no puede haber sino inventado dos veces. En realidad, esta
técnica era conocida en la cultura de Dongson lo mismo que en la
Gallinazo en Perú, al que se fecha alrededor de 400 años a.C. Es la
primera cultura sudamericana peritar en la producción y fundición del
cobre, mientras que ya se encuentran objetos de oro en la cultura de
Chavín. También la técnica de la granulación del oro, arte que ejercían
los Mochicas, solamente puede derivarse de Asia. Una curisísima
costumbre que probablemente se origina en la cultura de Dongson y
se encuentra difundida en el Ecuador, es la decoración de los dientes
mediante incrustaciones de oro. Todavía es muy apreciado en Indonesia en tres distintas formas, todas aplicadas también en los tiempos
precolombinos de Ecuador. Este hecho hace improbable que pudiera
ser inventada independientemente en los dos lados del pacífico. En
Ecuador aparecen además la casa con techo naviforme, tan
característica para muchas regiones surestasiáticas y, según Vrocklage,
también una creación de la cultura Dongson, así como otros elementos
que se hallan en ciertas zonas del este asiático, como el apoyanucas y
la urna funeraria múltiple. Tan numerosas y específicas son las
coincidencias entre Ecuador y Asia oriental, que Estrada postula un
desembarco de un pequeño grupo de inmigrantes exclusivamente en
Ecuador.
Otros rasgos culturales transpacíficos que pertenecen a esta oleada y
se difundieron en muchas partes son la flauta de Pan, los instrumentos
ocarinoides, la balsa a vela con tablas de quilla (guares) y una forma
especial de palo para cavar, la cao de los mexicanos, con
ensanchamiento lateral en la punta.
El traslado de todos bienes no es explicable como algunos pretenden,
por desembarcos meramente fortuitos desde naves arrojadas a las
costas, sino solamente por la existencia de conexiones marinas
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
bastantes sólidas, tal vez regulares. Se puede en clase de Vikingos o
atrevidos comerciantes que presumiblemente ya en aquel tiempo
conocían la riqueza aurífera de Sudamérica y la explotaron de cualquier
manera. No es imposible que ciertos grupos se quedaran en el país y
se apropiaran del poder, sea por su influencia y prevalecías cultural,
sea mediante el uso de la fuerza. La repentina ocurrencia de centros
religiosos en Perú y en Méjico indica de todos modos el nacimiento de
poderes políticos, cuya creación difícilmente puede imaginarse sin la
intervención de acontecimientos extraordinarios como habrán sido la
llegada de extranjeros de poderosa fuerza civilizadora.
En este conjunto merecen mención especial los sistemas calendarios
mesoamericanos, que a pesar de su complejidad coinciden de manera
asombrosa con los de China e Indonesia. Debe excluirse
completamente que coincidencias tan extraordinarias se deban al azar;
lo que solamente puede entrar discusión es cuando entraron a
Sudamérica.
Lo más probable parece ser que hayan sido traslados conjuntamente
con los otros elementos chino e indochino; pero no se puede excluir
que llegaron más tarde. Sería extenderse demasiado hablar sobre
otras particularidades atinentes a la vida intelectual. Solamente
mencionaremos que los mitos que giran alrededor de una gran felino,
en América el jaguar y de los héroes gemelos, indudablemente tiene
su cuna en Asia.
Llegamos así a la tercera época, caracterizada por fuertes relaciones
con el mundo cultural Hindú; posiblemente afectaron en primer lugar
Mesoamérica, difundiéndose en la región andina en forma más indirecta
y atenuada. Al principio tal idea parece asombrosa, pero está fundada
en argumentos bastantes sólidos como mostraron Ekholm, HeineGeldern, Imbelloni y Krickeberg. Del budismo evolucionado irradiaron
fuertes movimientos religiosos hacia todos los países colindantes con
la India, en primer lugar a Indochina e Indonesia, que empaparon del
Espíritu hindú, mezclando lo nuevo con sus propias tradiciones. Para
nosotros este proceso se traduce especialmente en la recepción de un
característico concepto del cosmos y ciertas formas del arte plástico y
arquitectónico. En lo referente a lo del primer puntos trata de un matiza
especial de la llamada cosmología templaría, que forma parte de las
creencias indubudistas. Conforme a este ideario, el mundo se extiende
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MEGHIN
a los cuatro puntos cardinales, en cuyo centro se eleva al centro del
Mundo y el Cielo, llamado Meru. El disco de la tierra se divide en
cuatro cuadrantes separados pos los mares. Es te esquema primitivo
y sencillo, ya concebido por las antiguas culturas mesopotámicas del
milenio cuarto, fue elaborado y complicado por el Bramanismo y
Budismo más recientes. Alrededor del cerro Meru, se halla siete
montañas circulares, cuya altura disminuye desde el interior hacia el
exterior; están separadas por siete mares circulantes. Más allá de la
séptima y más externa montaña, se extiende el océano en el cual se
encuentran los cuatro continentes en forma de islas. El círculo más
interno, con el Meru como centro brillante como oro, es el hogar de los
dioses; tiene forma de flor cuadrifoliada, de lotos, de la cual se eleva
en varios peldaños el Cerro del Mundo y el Cielo. En cada peldaño
vive cierto número de dioses, alojándose los más importantes en la
cumbre.
Este cuadro cosmológico fue imitado en la planta de las capitales y
residencias del mundo indobudista: Indochina está llena de pirámides
escalonadas que simbolizan el Meru. Uno de los ejemplos más
grandiosos es Angkor, la capital del reino de los Kehmer, hoy en día
Cambodya.
Aquí se combina con el símbolo del cerro cósmico una avenida cruzada
de cuyo centro surge la pirámide escalonada. Tenochtitlán, la que
fuera capital del reino azteca, presenta exactamente el mismo plano.
La conexión genético-histórica es clara. Hay muchas otras pirámides
escalonadas en México, algunas de ellas con sorprendente parecido a
las asiáticas. El hecho de que las sudamericanas se remonten a una
edad considerablemente más antigua que las de Indochina no se opone
a su origen asiático, pues solamente trata de una gestión de
conservación: en India e Indochina existían muchas construcciones
en madera que perecieron. Además, ya indicamos que los fundamentos
espirituales, o sea que las ideas cosmológico-religiosa aludidas, poseen
una muy alta antigüedad en todo el sur de Asia. En Mesopotamia
aparece la pirámide escalonada ya en el cuarto milenio; piénsese en la
leyenda de la torre babilónica.
También se repiten en Mesoamérica otros elementos arquitectónicos
de los templos y monasterios budistas. Como las balaustradas de
serpiente, las columnas con pared de fondo, medias columnas como
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
decoración de fachadas. Dioses colocados con encima de figuras
humanas agachadas, el Macara mítico, monstruo marino del Budismo
con un ser humano en la boca, el árbol celeste con cara de demonio
en la cúspide del torneo y el friso de lotos, que a pesar de todas las
diferencias estilísticas aparece, con asombroso parentesco del motivo,
en Amaravati, templo de la costa suroriental de India y en Chitzén Itzá,
en Yucatán.
Agreguemos que el parasol en India y Asia surooriental representa
una insignia de rango real, lo mismo que entre los Mayas. En los
frescos de Chacmultun, en Yucatán, vemos este distintivo en las
idénticas formas que hasta la fecha existen en la India. Otro emblema
de la misma distribución son los abanicos de plumas en forma de
estandartes.
Un eslabón muy convincente entre Asia y América es el patolli de los
aztecas, juego de tablas de carácter cósmico-calendario, que en el
Viejo Mundo se conoce desde las islas Filipinas hasta Siria. Sería
posible aducir muchos ejemplos más en el campo de la religión, de la
mitología del arte, de la sociología y de las culturas técnica y económica.
Su cantidad no permite otra explicación que la de directa conexiones
entre el mundo indobudista y Sudamérica, aunque uno y otro elemento
puede haber arribado con las corrientes más antiguas. Mencionaremos
solamente un curioso hacho más: la aparición de una pequeña escultura
de barro en México representado una cabeza, que todos los
conocedores juzgan como obra de arte romana (Heine-Geldern).
En el final de nuestras exposiciones parece oportuno referirnos a dos
objeciones que se han alegado contra la posibilidad de inmediatos
contactos transpácificos. En primer lugar se dudaba que los pueblos
del tiempo precolombino, especialmente los neolíticos, ya poseyeran
embarcaciones y los necesarios conocimientos náuticos como para
poder atravesar el océano. Sin embargo, esta objeción no tiene
fundamento alguno. Las corrientes marinas y los vientos favorecen
considerablemente la navegación en el pacífico. La corriente ecuatorial
que se dirige hacia el este, toca la costa americana precisamente en el
punto donde las condiciones biográficas se presentan muy favorables
para la aclimatación y la difusión de culturas que procedían de la zona
tropical de Asia (Saber). No referimos a las actuales repúblicas de
Panamá y Colombia. También se puede pensar en la ruta que utilizaba
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MEGHIN
los españoles en sus viajes entre las islas Filipinas y América, desde el
siglo XVI. Aprovechando los vientos prevalentemente occidentales
del norte de Hawai, navegaban hacia California y después a los largo
de la costa hacia el Su; de vuelta tomaban una ruta más meridional,
favorecida por los vientos alisios. De otra parte, no debemos
menospreciar la capacidad navegadora de los pueblos primitivos,
incluso de los neolíticos y, por supuesto, menos de los posteriores.
Sabido es que los polinesios construían barcos más grandes y mejores
que los que Colón tuvo a disposición. También los conocimientos
náuticos de los Polinesios estaban muy desarrollados. Por cierto que
alrededor del año 2000 a.C., no existían aún los Polinesios como etnia
y en general, el pacífico oriental no estaría poblado en esa época.
Pero el mundo insular de Oceanía occidental es la patria de muy
antiguas culturas, en parte hasta preoneolíticas. Se de debe aceptar
que los pobladores de esta zona eran excelentes marinos ya en el
tercer milenio a.C., De otra manera no habrían podido realizar los viajes
a Polinesia, cuyo poblamiento- no obstante las equivocadas ideas de
Heyerdahl- no se realizó desde América, sino desde el oeste. También
sabían cómo volver de América. La difusión precolombiana de la papa
dulce de América en Oceanía, es tal vez un indicio en favor de esta
suposición.
El segundo argumento principal contra la posibilidad de influencias
neolíticas y más recientes del Viejo Mundo de nuestro continente, reside en la observación que varios de sus más importantes bienes
culturales no se hallan en el hemisferio occidental. Entre ellos
descuellan los cereales como el trigo y la cebada, tan antiguos en
oriente o como el arroz, cereal clásico del suroeste asiático y China
desde unos 500 años. Además, faltan en América los animales
domésticos asiáticos, excepto el perro y los dispositivos tan útiles como
la rueda y el carro. Pero estos hechos no pueden ser considerados
como decisivos si se observa la caprichosa manera como se realizo la
difusión de muchas invenciones, hasta el Viejo Mundo. La rueda y el
carro eran conocidos en Mesopotamia ya a finales del siglo cuarto a.C.
No obstante, no llegaron al cercano Egipto antes de más o menos
1600 a.C., es decir, con atraso de 1500 años. Por lo demás,
curiosamente existen en México antiguos juguetes sobre ruedas. El
traslado de animales domésticos a América por el Pacífico habrían
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
sido difícil problema de transportar por las condiciones primitivas, pero
los indios imitarían la ganadería, por lo menos en cuanto les era posible,
mediante la domesticación de la llama y algunos otros animales, para
no hablar del perro.
Si los cereales asiáticos no pasaron al Nuevo Mundo, fue tal vez, entre
otras causas, por el decisivo hacho que el maíz, los porotos, el mirasol
y muchos otros vegetales desde antiguo - en partes desde tiempos
preneolíticos -, ofrecían -, una alimentación satisfactoria. Además, es
conocida la reserva con la cual los pueblos primitivos y los más
desarrollados mantienen su tendencia contra innovaciones alimenticias.
En general, no sería un buen método apoyar el problema de las
relaciones entre ambos hemisferios sobre factores negativos en vez
de los positivos. La ausencia de un elemento cultural nada comprueba,
y muchas veces no es difícil explicarla; en cambio, la presencia prueba,
y muchas veces no es difícil explicarla; en cambio, la presencia de una
enorme cantidad de avanzados rasgos culturales, tanto económicos
como sociales como intelectuales, en parte muy particulares y
complicados, es un argumento absolutamente seguro en favor de las
relaciones íntimas a través del Pacífico. En el camino por el estrecho
de Bering tiene que ser descartado en la mayoría de los casos por
múltiples razones, ante todo por el carácter primitivo, o sea meramente
cazador, de las culturas subárticas de Norteamérica, y la evidente
dirección sur-norte de la irradiación de los pertinentes bienes en
América.
Por supuesto, América transformaba las dádivas y sugestiones
asiáticas, tanto las más antiguas del tiempo precerámico, como las
más recientes culturas agrícolas. Sobre su base desenvolvió entidades
culturales con su propio sello, aunque transparentan ciertas
coincidencias con el Viejo Mundo en el carácter básico de estas nuevas
unidades. Repiten esencialmente los grandes ciclos culturales del
hemisferio dador. Todo eso es natural, porque la evolución cultural,
vista universalmente, despliega que son: primero lo antiguo, lo
tradicional, lo anterior; en segundo término el ambiente natural cuyo
cambio, sea causado por procesos geológicos y climáticos o por
migraciones es un enorme estímulo de alteraciones: y en tercer lugar
el hombre mismo el hombre con su incansable empuje creador, su
impulso social y su libre fantasía. Así, tampoco la moderna América
313
MEGHIN
no es solamente la resucitación de la antigua ni la prolongación de
Europa; es otra cosa algo en cambio hacia nuevo futuro que no
podemos calcular.
Porque aunque tal vez podamos formular ciertas reglas de evolución,
conocer ciertas analogías en el desarrollo de la cultura y hasta
pronosticar ciertos acontecimientos, siempre queda un elemento incalculable: el espíritu humano, el vuelo de su libre voluntad.
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
CONEXIONES Y CONVERGENCIAS CULTURALES
ENTRE
AMERICA DEL NORTE Y AMERICA DEL SUR
tomado de Betty J. Meggers(1976 ) problemas culturales de la america
precolombina
En el verano de 1958, un pequeño grupo de arqueólogos se reunió
alrededor de una mesa en San José de Costa Rica, frente a un puñado
de tiestos que habían sido dispuestos para su comparación. Los restos
eran pequeños y no particularmente coloreados, pero ostentaban
tenues bandas de un dedo ancho que se destacaban por un brillo
iridiscente. Algunos provenían de la Costa de Ecuador, otros de la
Costa de Guatemala. Su semejanza llevó a los arqueólogos a concluir
que debió haber habido contactos directos entre los habitantes de estas
dos áreas, mil o más años antes del comienzo de la era cristiana. El
análisis de los elementos asociados en ambas áreas descubrió otros
paralelismos que sirvieron para verificar la corrección de la conclusión
(Coe, 1960). A pesar de que la inexactitud en las dotaciones autoriza a
los expertos a no estar de acuerdo en cuanto al sentido de las
influencias, pocos pueden negar el hecho de la existencia de los
contactos.
No todos los análisis comparativos obtienen resultados tan unánimes.
Los expositores -y en algunas ocasiones otros antropólogos -no tienen
en claro por lo general qué tipo de semejanzas puede ser interpretado
como indicador de relaciones, dado que no se han planteado las
premisas teóricas sobre las que debe basarse evaluación. Más aún:
factores extraños influyen a veces sobre decisión que debe estar
fundada sólo sobre la evidencia misma: tal es el caso de la oposición a
reconocer la realidad de los contactos transpacíficos debido a la
presunción de que el Océano Pacífico representa una barrera
infranqueable. Puede entonces aparecer una conclusión arbitraria, en
tanto el análisis comparativo está basado sobre un cuerpo de
información teórica y una serie de premisas no explicitadas, que el
317
MEGGERS
antropólogo utiliza para arribar una decisión. Sería más apropiado
resumir las más importantes de esas premisas en una introducción
previa al análisis de algunas conexiones y convergencias culturales
que pueden ser observadas entre América del Norte y América del Sur
en época precolombina.
Examinamos más detenidamente la cuestión de la pintura iridiscente
antes mencionada. Fue descubierta primeramente en la Costa de
Ecuador, donde aparece repentinamente en la secuencia arqueológica,
sin antecedentes visibles, en asociación con elementos cerámicos que
tienen amplia distribución en Mesoamárica y en Perú durante el
horizonte formativo. Se ha descartado la posibilidad de invención local porque las peculiaridades de la técnica y la excelencia de la
ejecución no parecen ser congruentes con esfuerzos experimentales.
Dado que este tipo de decoración es desconocido en el cercano Perú
-donde alfareros de gran destreza experimentaron con amplia gama
de métodos de decoración- , aquella conclusión parece segura, pues
no se trata de una técnica que pueda ser fácilmente descubierta durante la práctica del arte cerámico. La incisión, el punzonado y la pintura
roja, por oposición, parecen haber sido elaborados repetida e
independientemente por los antiguos ceramistas para embellecer sus
vasijas.
Tres criterios -unicidad del rasgo, ausencia de antecedentes locales, y
carencia de causalidad funcional- constituyen tres de las principales
consideraciones sobre las que deben basarse todo juicio sobre
relaciones entre uno o más hallazgos. Un cuarto criterio fue satisfecho
después del descubrimiento de la existencia de alfarería con la misma
decoración en la costa de Guatemala: es la presencia en común de
otros elementos. En otras palabras: se produjo una repetición de
complejos de rasgos que influyen no solo a la decoración de la cerámica
sino también a formas comunes de recipientes y otros tipos de
artefactos. Pese a que a veces se ha sostenido que la repetición de
rasgos aislados en dos áreas separadas por gran distancia puede ser
resultado de invenciones independientes, la coincidencia de
invenciones independientes, la coincidencia de un complejo de rasgos
similares generalmente inclina la balanza a favor de la presunción de
las relaciones concretas, pues la invención independiente en dos o
más lugares de varios rasgos únicos sin asociación funcional está más
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
allá de toda probabilidad razonable.
Técnicas complicadas de decoración de alfarería -como la pintura postcocción con variedad de colores, o el rellenamiento de incisiones con
pigmentos rojos o blancos- son fácilmente incluidas en la categoría de
elementos cuya presencia en dos regiones constituye probable
indicador de difusión, pero otros rasgos son menos fácilmente
evaluables. Cuando consideramos tipos de decoración como el
punzonado, la incisión o el corrugado, tendemos a disminuir su valor
como indicadores de relaciones, pues son simples y están ampliamente
distribuidos, y pueden ser interpretados también como invenciones
independientes. Esto puede ser correcto, pero puede también ser
demasiado conservador, y las técnicas pueden no ser tan obvias como
pretendemos que lo son.
La objeción funcional a la inferencia de relaciones culturales se observa
más claramente en la cultura no material. La organización sociopolítica,
por ejemplo, está en función de la densidad de población, seguridad
de la provisión de alimentos, y varios otros factores que no pueden
difundirse directamente. Tipos similares de estructura social como la
esclavitud, la monarquía o las organizaciones militares, se desarrollan
independientemente y, en apariencia, de manera inevitable (al igual
que otras cosas) cuando el contexto cultural es el adecuado.
Otros rasgos representan adaptaciones a ambientes similares, como
las casas-pozo del noroeste de Argentina y el sudoeste de Estados
Unidos, o las canoas de corteza de la cuenca del Amazonas y de los
Bosques Orientales de Estados Unidos. Los individuos que viven en
ambientes similares tienen similar necesidad de protegerse de los
elementos , y si están en posesión de grados comparables de desarrollo
técnico es probable que recurran a métodos similares para resolver
sus problemas de supervivencia. Esto provocan paralelos posiblemente
tan específicos como los que son considerados como indicadores de
difusión, pero en ,los que no se aplica el criterio de ausencia de
causalidad funcional.
Con esta introducción pasemos a examinar algunas de las semejanzas
culturales entre América del Norte y América del Sur. Entre ellas se
encuentran los indicios que utilizan los arqueólogos para reconstruir la
prehistoria del Nuevo mundo desde su primer poblamiento (marcado
por la difusión de industrias líticas desde América del Norte hasta Tierra
319
MEGGERS
del Fuego) hasta la introducción de la metalurgia en la costa occidental
de América del Sur en tiempos pre-europeos. Los criterios son
puramente arqueológicos, y las conclusiones dependen de la
distribución geográfica y la posición temporal relativa en las secuencias
locales de los diversos rasgos. En la mayoría de los casos, las áreas
investigadas son contiguas y las lagunas en la distribución de rasgos
pueden ser atribuidos con facilidad a diferencias de conservación o a
insuficiencia de la investigación de campo.
Otros dos tipos de paralelismo pueden ser distinguidos la duplicación
de constelaciones de rasgos entre los grupos primitivos que viven en
los confines opuestos del Nuevo Mundo, la repetición de elementos en
la evolución cultural de dos áreas muy alejadas unas de otra. Estas
dos formas de paralelismo competen la característica de que han tenido
lugar en el interior del continente y no en las costas marinas, y son
raras o están ausentes en las áreas intermedias, de manera que no
parecen encajar exactamente en el tipo de explicación que suelen dar
los antropólogos. Los rasgos son demasiado poco usuales como para
ser resultado de invenciones independientes, y están separados por
distancia demasiado grande como para ser fruto de difusión de un
centro hacia otro. De manera que debemos tenerlos en cuenta para
toda teoría coherente sobre la evolución cultural.
El primer tipo de paralelismo, aquel que incluye la presencia de cantidad
de rasgos únicos entre los grupos primitivos que perduran en el norte
de América del Norte y en el sur de América del Sur, fue objeto de
considerables investigaciones hace algunas décadas (Copper, 1941);
Ehrenreich, 1905; Nordenskiold, 1910, 1912 y 1931). Nordenskiold en
particular dedicó muchos esfuerzos a la identificación de rasgos
predominantes entre los grupos marginales no agricultores del gran
Chaco, Patagonia y Tierra del Fuego, en el extremo sur de América del
Sur, y entre las tribus nómadas del norte de América, porque aparecían
poco o nada en las áreas intermedias. La mayoría de los rasgos en
cuestión no son esenciales en lo que hace a la supervivencia, y por lo
tanto no son explicables como adaptaciones independientes a similares
independencias a similares exigencias de subsistencia o modelos
comunitarios. Dentro de los sesenta y cuatro rasgos tabulados por
Nordenskiöld (1931) se encuentran elementos tales como cuartos para
sudar, bordado sobre cuero, flechas con tres plumas, gelatina de
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
pescado, obtención de fuego por medio de pirita y pedernal, canoas
de corteza cosida, señales de humo, captura de cueros cabelludos,
diversos tipos de juegos (tales como una forma de hockey) y juegos de
azar que utilizan dados. Otros investigadores han señalado llamativas
semejanzas en los ritos de pubertad (Loeb, 1931), en los conceptos
religiosos (Schmidt, 1936) y en folklore (Métraux, 1939); estos últimos
incluyen aventuras de un burlador.
Las conclusiones a que han legado estos investigadores están bien
resumidas por Copper (1941):
Estas numerosas y específicas semejanzas culturales entre los
marginales del lejano norte y del lejano sur de América parecen no
satisfactoriamente explicadas por otra hipótesis que la de una
perduración desde días prehortícolas con parcial retención del modelo
de vida. Según esta hipótesis, en tiempos tempranos de ocupación
del continente-no necesariamente los más antiguos-podrían haber
prevalecido sobre toda o casi toda América una cultura prehortícola
con patrimonio común considerable y alto grado de uniformidad. Más
tarde, hace quizás unos dos mil quinientos años o más, surgieron en
las regiones centrales del continente la horticultura y otras artes
avanzadas que expandieron remplazando, desplazando y haciendo
desaparecer a la cultura arcaica temprana, pero difundirse por toda el
área continental. Las regiones norte y sus extremas quedaron fuera
de los límites de esta difusión, así como también cierto número de
enclaves remotos y aislados dentro de la gran área central. Aquí
persistieron, relativamente intacta, las culturas interna y externamente
marginales durante veinticinco o más siglos, conservando en parte su
antiguo modo de vida.
Si queremos garantizar la razonabilidad de estas conclusión, podemos
proyectar hacia atrás estos elementos de la cultura no material hacia
los complejos prehortícolas encontrados arqueológicamente en toda
América. Esta posibilidad no sólo aumenta enormemente nuestra
comprensión del modo de vida de escasa antiguas poblaciones, sino
que nos da una nueva visión de la estabilidad aparentemente sin
consecuencias que pueden tener los rasgos culturales, y plantea el
problema de por qué puede ser éste el caso. Relativamente poco
trabajo se ha realizado en este campo, pero algunos factores
explicativos parecen satisfactorios (cf. Swadesh, 1951). La
321
MEGGERS
supervivencia de rasgos se concentra en los aspectos no materiales
de la cultura, que alimentan la mente pero no fortalecen al cuerpo bajo
las exigencias de la vida nómada. Se ha demostrado que las formas
tradicionales de comportamiento proveen un sentimiento de seguridad
en las épocas de crisis, y que estos factores psicológicos pueden haber
favorecido la retención de elementos rituales. Los juegos son bien
conocidos escapa par ala agresividad que provoca la vida en común,
pero a la cual no se permite expresión directa. Otros elementos pueden
haber persistido porque estaban bien adaptados dentro del esquema
general del organismo cultural del que formaban parte, debido a
mecanismos de aprendizaje muy estrictos (Bruner, 1959). Todo este
problema es intrigante y significativo, y requiere atención mucho mayor
que la ha recibido.
Si dirigimos nuestra atención hacia regiones más cercanas de América
del Norte y de América del Sur, hallamos otro problema de conexión
cultural o convergencia. Porciones del sudoeste de Estados Unidos
tienen ambiente tan similar a porciones del noroeste de Argentina, que
las fotografías de cada una de ellas no pueden ser distinguidas. Los
montes aislados y mesetas, las bardas rocosas, las laderas abruptas
poco irrigadas, el clima semidesértico y aún la apariencia de la
vegetación son casi idénticos. Se ha afirmado que algunos cactos y
espinillos están estrechamente relacionados desde el punto de vista
botánico. Lo que es destacable, sin embargo, no es la semejanza
ambiental, sino el parecido ambiental. Por ejemplo, el siguiente párrafo
podría ser aplicado a parte del sudoeste de Estados Unidos:
Al comienzo de este periodo ... se usaron extensamente casas-pozo
comunales, sin paredes ni piso de piedra .... Más tarde se trasforman
en un tipo de habitación consistente en pequeñas casas retangulares
con pisos y/o paredes de piedra construidas sobre la superficie del
suelo. El estadio final se caracteriza por la aparición de pueblos de
doscientos cincuenta o más viviendas situadas sobre cerros más o
menos protegidos, con o sin murallas defensivas. Las habitaciones
tenían paredes de piedra y estaban ordenadas de acuerdo a un plan
variable pero típico en complejos irregulares aglutinados (González,
1963).
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. E
Fig. 1: Artefactos procedentes de sitios arqueológicos del Noroeste
argentino; a) hoja lítica; b d) puntas de proyectil, e) afilador de punzones,f)
hacha de piedra con surco, g) alizador de arenisca) h ) piedras de molienda
j) puñal de hueso, k) cuchara de cerámica, l) tortero de cerámica, m)
fragmento de cerámica con impresión de cesteria, n)fragmento de cerámica
con impresión de redes, o)figurina de cerámica, p) jarra de cerámica,
q)cántaro de cerámica con asas de cintas horizontales. Según Palavecinoy
Serrano.
323
MEGGERS
Fig. 2: Artefactos procedentes de sitios arqueológicos del Sudoeste de
Estados Unidos: a) hoja litica, b d) tipos de punta de proyectile) afilador de
punzones,f) hacha de piedra con surco, g) alizador de arenisca) h ) piedras
de molienda j) puñal de hueso, k) cuchara de cerámica, l) tortero de
cerámica, m) fragmento de cerámica con impresión de cesteria, n)fragmento
de cerámica con impresión de redes, o)figurina de cerámica, p) jarra de
cerámica, q)cántaro de cerámica con asas de cintas horizontales. Según
Judd, Mera, Kidder, Hough, Glawin.
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. E
Esto no se refiere en modo alguno al sudoeste de Estados Unidos,
sino a la región Valliserrana del noroeste de Argentina durante el periodo
Bélen-Santamaría. Los parecidos entre estas dos áreas se encuentran
también en el inventario ergológico: morteros y metales de piedra con
surco, pulidores de arsenisa, pequeñas puntas de proyectil
pedunculadas de piedra, punzones de hueso, campanas de cobre,
cestería en espiral y entretejida en damero, redes anudadas y figurinas
toscas de cerámica modelada con decoración punzonada en el tocado.
Estos objetos no son meramente similares: son prácticamente idénticos
en forma y construcción (figs. 1 y 2). Otros llamativos parecidos existen
también en la alfarería: en ambas áreas parecen decoraciones pintadas
policromas (negro y rojo sobre blanco) y en negro sobre blanco o negro
sobre rojo; también en ambas áreas encontramos dibujos geométricos
que utilizan líneas paralelas, motivos escalonados y zonas reticuladas.
Las formas comunes de vasijas incluyen tipos tan poco usuales como
una jarra con asa de cinta vertical que une un alto cuello de paredes
algo cóncavas con un cuerpo corto y redondo; una jarra globular en
forma de cantimplora, con asas redondas horizontales colocadas en la
parte inferior del cuerpo; y una cuchara o cucharón.
En vista de recientes argumentos acerca de contactos entre
Mesoaméricana y el occidente de América del Sur, o entre el Nuevo
Mundo y Asia, se puede preguntar por qué este notable paralelismo no
ha sido tan enfatizado como los nombrados. Los rasgos incluidos aquí
son tan singulares y complejos como aquellos que se utilizan para
realizar comparaciones interareales, y la mayoría de ellos tienen Cuanto más- distribución dispersa en el área intermedia. Sean las que
fueren las causas para justificar esta falta de atención, el hecho es que
en este caso no se ha tomado partido de manera definida. Puede
entonces ser expuestos de manera más objetiva que otros casos de
paralelismo, y las varias consideraciones contenidas en el análisis de
las instancias pueden ser examinadas desapasionadamente. No
intentaremos analizar exhaustivamente el material, y sólo habremos
de apuntar las explicaciones posibles o probables, no estudiarlas por
completo.
Comencemos con el ambiente. A pesar de que el ambiente no
determina los rasgos culturales, ofrece una serie de posibilidades,
que pueden ser explotadas de modo similar por hombres que tengan
325
MEGGERS
necesidades y capacidades similares. Por ejemplo: el calor y el frío
extremos de un clima semidesértico hacen deseables a los refugios y
también algún tipo de ropa. La poca cantidad de árboles y la abundancia
de rocas de forma y tamaño convenientes esparcidas en el terreno
canalizan la elección del material de construcción. Las formaciones
geológicas proporcionan ciertos tipos de minerales, como ser arcilla y
pigmentos para la alfarería. Hay tipos similares de fauna que producen
cueros que han de ser cosidos con ayuda de similares tipos de
punzones. Parecidos tipos de granos y semillas silvestres están
disponibles, y su preparación requiere formas semejantes de utensilios
de molienda. El problema del transporte y la conservación del agua se
resuelve mejor con la utilización de jarras globulares de cuello angosto
que combinan un máximo de capacidad con un mínimo de exposición
a la evaporación. Ante ambientes tan parecidos topográfica y
climatológicamente como los de noroeste de Argentina y el Sudoeste
de Estados Unidos, con limitaciones tan específicas para la explotación
humana, resulta inevitable que se produzca independientemente
cantidad de paralelos culturales.
Queda sin embargo otra cantidad considerable de rasgos que nos
parece ser fruto de adaptaciones ambientales, para los que debe darse
otro tipo de explicaciones. Dado que por lo general se presume que
rasgos ni adaptativos tan específicos como la pintura en negro sobre
rojo, por ejemplo, mientras no se pruebe lo contrario están relacionadas
por la difusión, es necesario buscar el camino por el cual ésta se realizó.
Debemos distinguir dos tipos de difusión: la derivada de la dispersión
de poblaciones preagrícolas por sobre todo el continente, ya
mencionada, y la que emanó de centros de alta civilización de América
nuclear. Algunas tecnologías básicas compartidas por el noroeste de
Argentina y el sudoeste de Estados Unidos, como ser puntas de
proyectil de piedra tallada, hachas con surcos, técnicas de cestería y
de confección de redes, son indudablemente atribuibles a un antiguo
patrimonio común, pues están ampliamente distribuidos en otras partes
de América y arqueológicamente están documentados como muy
antiguos.
Puede pensarse que algunos otros rasgos derivaron desde América
Nuclear. La técnica de la confección de cerámica es el más obvio de
los integrantes de esta categoría, porque aunque sea motivo de
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
incertidumbre el lugar exacto de origen se ha demostrado que la
confección de cerámica llegó al sudoeste de Estados Unidos desde
Mesoamérica, y que penetró en Argentina desde Bolivia y Perú. En el
área nuclear, el intercambio de información cerámica comenzó en el
periodo Formativo, antes del primer milenio A.C.; las técnicas de englobe en rojo y en blanco y la pintura en uno o más colores estaban
ampliamente difundes en época anterior a su aparición en ambas
regiones periféricas. Por lo tanto, lasa semejanzas en el estilo cerámico,
en lo que hace a la técnica y a las formas de decoración, pueden sin
dificultad ser atribuida a in fluencias paralelas procedentes de los
adyacentes centros de alta cultura.
Origen similar puede ser atribuido a las pequeñas campanas de cobre.
Se ha demostrado que los objetos de cobre llegaron al sudoeste de
Estados Unidos desde México, debido principalmente al comercio
interareal (Pendergast, 1962). En toda Mesoamérica, el trabajo de los
metales es tardío, y aparece en lugares y en contextos que implican
una introducción desde el sur. La metalurgia en el noroeste de Argentina proviene de Perú y Bolivia (González, 1963). Así, tanto la técnica
de trabajo del cobre como la forma del artefacto pueden ser rastreadas
hasta una fuente común. Esta pauta difusa es más tardía e
independiente que la dispersión de las semejanzas , y la reconvergencia
de las dos distribuciones es por lo tanto producto en laguna medida
del azar.
Otras pocas características comunes, que no pueden ser explicadas
ni por la adaptación ambiental ni por la difusión, son productos del
proceso de desarrollo de la cultura. En esta categoría entran las
similares pautas de aumento en el tamaño de los asentamiento, como
se evidencia en el paso desde pequeñas casas de piedra a estructura
habitacionales de múltiples cuartos. En ambas áreas, la experiencia
produjo técnicas agrícolas más eficientes, aumento de las cosechas y
obtención más segura y abundante de alimentos. Esto, a su turno,
permitió el aumento de la población e hizo posible el progreso de las
artes y artesanías y la aparición de formas de riqueza. Estos lujos
fueron advertidos por grupos vecinos nómadas y más pobres, y los
habitantes de ambas áreas debieron tomar medidas defensivas, que
se reflejan en la ubicación de los poblados en la cima de colinas y en
los muros defensivos. Si añadimos el hecho de que los materiales de
327
MEGGERS
construcción eran similares, todos estos factores comunes produjeron
construcciones de apariencia notablemente semejante.
La identificación de los paralelismos que son el resultado de la
adaptación ambiental, la difusión y las tendencias inherentes al proceso
de evolución cultural, dejan muy poco sin explicar. Dos excepciones
vienen a nuestro encuentro: las pequeñas figurinas de céramica y la
vasija en forma de jarra. Un examen detenido muestra que ambos
artefactos tienen una gama de variación en la que pocos especímenes
presentan todas las características comunes. Dada la relativa
complejidad cultural de las dos áreas que estamos considerando, no
resultaría abusar demasiado de las probabilidades sugerir que ambos
rasgos podrían haber sido inventados independientemente. Esta
conclusión está reforzada por el hecho de que nada por el estilo aparece
en las áreas intermedias, así como por la completa ausencia de todo
otro indicio de contactos directos entre el sudoeste de Estados Unidos
y el, noroeste de Argentina en periodos pre-hispánicos.
Al tocar el tema de las relaciones entre Mesoamérica y el noroeste de
América del Sur, conviene mencionar otro aspecto del caso Estados
Unidos -Argentina que puede servir para descartar la existencia de
conexiones directas. Nos referimos al hecho de que los rasgos que
muestran una similitud estrecha en general no aparecen asociados,
por el contrario, aparecen en momentos diferentes y en complejos
arqueológicos locales distintos. Este último factor fue suprimido en la
exposición anterior, aunque ha sido muy citado como prueba contraria
a la existencia de contactos directos, porque no es necesariamente
revelante (tal como va a demostrarlo el análisis de las relaciones entre
Mesoamérica y Ecuador).
Los primeros indicios de contacto directo entre Mesoamérica y Ecuador se advierten ya durante el periodo Formativo temprano (Coe, 1960;
Evans y Meggers. 1962), cuando el cultivo efectivo del maíz parece
haber sido introducido desde el norte. Luego de este lapso, durante el
cual se intercambió gran cantidad de formas de vasijas y tipos de
decoración, sobrevino un periodo relativamente largo de aislamiento;
en la actualidad, al menos, no contamos con indicios claros de la
introducción en la costa ecuatoriana entre 1200 y 500 A.C. de elementos
provenientes de Mesoamérica. Este fue el periodo en el que el cultivo
del maíz se difundió sobre la costa y en el interior, dando como
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
consecuencia la viuda en aldeas sedentarias. Sobre esta base se tendió
a una elaboración cultural y una diferenciación regional que
caracterizaron al periodo siguiente.
Alrededor del 500 A.C.; en la costa ecuatoriana los complejos locales
se habían diferenciado claramente en lo hace a la cultura material y al
nivel sociopolítico alcanzado. Los complejos más avanzados ocupaban
las costa central y norte, que corresponde a las provincias de Manabí
y Esmeraldas, donde hacia esa época comenzaron nuevamente a
aparecer rasgos mesoamericanos. En México puede observarse la
contrapartida de este contacto en forma de nuevos elementos de
apariencia sudaamericana (Borhegyi, 1959 -60; Evans y Meggers, Ms.).
No existe aún repuesta satisfactoria al problema de cuán intensa fue
esta intercomunicación y cuán extensos fueron sus efectos, no sólo
por lo incompleto de nuestros conocimientos sobre los complejos locales y sus secuencias en ambas áreas, sino también debido a las
transformaciones producidas en los elementos recibidos por las culturas
receptoras (las que a veces conducen a resultados que pueden ser
interpretadas como fruto de convergencias e invenciones
independientes).
Otro problema que debemos enfrentar al evaluar los indicios es la falta
de coincidencia en la distribución de muchos rasgos. Por ejemplo,
tumbas de cámara y de pozo ,las “hachas moneda” de cobre,las figurines moldeadas y las pipas acodadas son más tempranas en Ecuador que en México, pero en ninguna de escasa áreas aparecen todos
esos rasgos en un único complejo arqueológico, opuestamente, la
incrustación ornamental de los incisivos, los sellos de cerámica y la
construcción de montículos funerarios aparecen en México varios siglos
antes que en ecuador, pero nuevamente parecen estar distribuidos
independientemente en tiempo y espacio. Muchas otras semejanzas
han sido notadas entre las dos áreas, tal como la presencia de figuras
atadas a lechos, pintura post-cocción en verde, amarillo, negro y blanco,
incensarios tripulados, espejos de pirita y obsidiana máscaras realistas
o fantásticas de cerámica, figuras de guerreros con vestidos de plumas
y tocados de apertura romboidal para la cara.
Ninguno de estos elementos puede ser explicado como adaptación a
posibilidades ambientales similares, ni tampoco como forma particular
que satisfaga una necesidad humana universal. La difusión desde
329
MEGGERS
una fuente común en un área intermedia está excluida por el hecho de
que pocos de esos rasgos aparecen en América Central y Colombia, y
porque cuando aparecen son aparentemente posteriores tanto a los
mexicanos como los ecuatorianos. Una o dos semejanzas llamativas
pueden ser explicadas como convergencias o invenciones
independientes, pero varias docenas de rasgos no pueden ser así
interpretados sin que se destruya todo el armazón teorético dentro del
que operan los antropólogos. La conclusión que estas semejanzas
sugieren es, en consecuencia, que debió haber existido contacto directo
entre ambas áreas, que este contacto duro tiempo considerable, que,
los puntos de origen y recepción , y que las posibilidades de la difusión
cultural difirieron según los gustos de los individuos que realizaron los
viajes (cf. Willey, 1955, y Porter, 1953).
Otros rasgos ampliamente distribuidos en América del Norte y del Sur
cuentan otras historias de contactos, difusión y posibilidades de
convergencias o divergencias en la evolución cultural. El juego con
pelota de caucho es uno de los que han sido estudiados (Stern, 1948).
Otros, como el uso de telas de corteza o el uso de cerbatanas (Riley,
1952),requiere mayor investigación que la que ha recibido. Se ha
prestado atención a semejantes en complejos con distribución
discontinua ,tales como las que existen entre las artes Olmeca y Chavín
(Kidder II, Lumbreras y Smth, 1963),entre los estilado cerámicos del
amazonas medio y el bajo Missisipi (Parlmatary, 1939 y 1960) o entre
la configuración cultural general predomínate en el período pre-europeo
tardío entre el sudeste de Estados Unidos y la costa Caribe de América
del Sur (Steward, 1947). El significado de estos paralelos no estodavía
claro, como tampoco lo es la repetición de rasgos tales como las piedras
dentadas que aparecen en los cocheros costeros del Arcaico de California meridional y de chile (Irribarren, 1962); o las vasijas con borde
almacenado del noreste de Estados Unidos (Holmes, 1903; Mac Neish,
1952) y de la cultura Valdivia de la costa de Ecuador (Estrada, 1961);o
la cultura Anasazi del sudoeste de Estados Unidos. Sea que todo
represente desarrollos convergentes, influencias desde fuentes
comunes no contactos directos, la conclusión es importante para poder
alcanzar completa compresión de desarrollo cultural del Nuevo Mundo
(cf, Goggin, 1949)
La evaluación de las semejanzas culturales es una tarea dificultas en
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
tanto depende del peso que se asigne a gran variedad de factores.
Los juicios deben ser realizados frecuentemente sobre bases
irrelevantes; tal, por ejemplo, la objeción que los investigadores de
contactos traspacíficos están cansados de oír: ¿como puede explicarse
el hecho de que en toda América pre-europea no hubiese banda que
se pareciera aun vehículo con ruedas? (Means, 1916). O el comentario
muy frecuentemente escuchado, aun de parte de antropólogos “Siendo
optimista y humanista, prefiero creer que el genio puede surgir en
cualquier ambiente merced a la infinita variabilidad genética del hombre”
(Coon, 1962). Las pruebas consistentes en encontrar una serie de
sitios que relacione un hallazgo con otro, ni en la identificación de los
objetos realmente comerciados, pese a que esos indicios son útiles
para reconstruir la maenera en que se realizaron y mantuvieron
contacots. El análisis comparativo se funda en un cuerpo de principios
teóricos que deben ser objtivamente aplicados en cada caso. Es rara
la capacidad de aprovechar indicios significativos, la que permite a
algunos iindividuos suponer conexiones que sus compañeros de trabajo
pasaron por alto, sin que ello sea simple accidente o se deba a la
suerte (como tan frecuentemente cree el lego que ocurre). Dado que
esto parece tan fácil, la literatura está inundada por intentos
seudociéntificos por demostrar conexiones, y los antropólogos temen
más a lo necesario comrprometerse con estos análisis (cf. Wauchope,
1962).
Sin embargo, penetrar en las vidas de nustros predecesores es uno de
los desafíos más fascinantes que podemos afrontar. Estamos menos
interesados en los detalles acerca de cómo daban forma a sus utensilios
y construían sus casas que en conocwer algo de los horizontes, que
limitaban su mundo. ¿Cómo sentían, en qué creían, adónde iban, y
qué encontraban? Nuestra imaginación está atraída por la idea de que
gentes de Asia hayan tocado las playas del Nuevo Mundo varios
milenios antes de Cristo (Estrada, 1961) o que localizadores
proveniestes de los Andes Septentrionales bajaron a la cuenca del
Amzonas para afrontar los mimos problemas que hoy hoy encaran los
colonizadores europeso (Meggers y Evans, 1958), o que marinos
ecuatortianos realizaran largas expediciones comerciales no muy
diferentes a las de los fenicios del antiguo Oriente Medio ... No es
realmente importante que nuestro interés esté motivado por la
331
MEGGERS
necesidad de olvidar llas apabullantes complejidades del mundo de
nuestros días, por el deseo de rescatar del olvido a gentes como
nosostros que contribuyeron a formar una cultura que hemos heredado,
o por el deseo de saber si las gentes de todo tiempo y lugar - culesquiera
hayan sido su cultura po raza- estaban motivadas por necesidades y
aspiraciones similares. Resolver el misterio del pasado humano es
uno de los problemas afrontar, y la oportunidad de contribuir a su
solución es uno de los aspectos más gratificantes en la tarea del
antropólogo.
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333
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA
GEOGRAFÍA O UNA REFLEXIÓN SOBRE LAS
DIFERENTES POSTURAS DE LA DISCIPLINA
GEOGRÁFICA.1
GENERALIDADES
La geografía es una de las formas más antiguas de ejercicio intelectual y, pese a ello, los geógrafos profesionales no responden unánimemente a la pregunta de que es la disciplina ni siquiera a la de qué
debería ser. En los últimos dos mil años, la práctica de la geografía ha
variado sustancialmente y el ritmo de cambio se ha acelerado en los
dos últimos decenios. Como consecuencia de esta evolución, la imagen que tiene el público de la tarea del geógrafo suele estar muy apartada de la realidad. En este texto nos ocuparemos de examinar las
causas de este cambio, así como de la integración de la disciplina en
la sociedad que pertenece. Señalaremos lo referente a la producción
de conocimientos en la sociedad, argumentando que las verdades
aceptadas por una sociedad son el resultado de una serie de
interacciones entre intereses sociales, políticos, económicos e ideológicos, en otras palabras, pretendemos hacer una reflexión histórica
del nacimiento de una visión contemporánea de la geografía. encaminada a develar las conexiones subyacente entre el saber, el poder y el
interés de la humanidad. Esto es, entender que las disciplinas académicas no sólo existen porque los profesionales creen en su validez,
sino también porque las sociedades a las que pertenecen confían en
su utilidad.
Pese a los factores institucionales causantes de la evidente
inmutabilidad de las fronteras actuales entre las disciplinas, nada hay
de absoluto ni sagrado al respecto; todas las disciplinas son creaciones humanas y han sido objeto de discusiones, y no existe ningún
337
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
criterio único para el establecimiento de dichas fronteras. En términos
generales, las disciplinas se identifican y justifican bajo las siguientes
premisas:
1.- Una disciplina es la actividad colectiva de las personas que la practican. Este uso del término, como actividad dentro de la disciplina, se
califica de académico. En este sentido, está premisa hace hincapié en
la disciplina como fenómeno social reflejo de las estructuras
institucionales y políticas de las que procede.
2.- El distinguir una disciplina de otra haciendo referencia al objeto de
estudio o temática de cada una. Uso vernáculo. Ello implicaría que
existe cierto orden específico en el mundo de los fenómenos, dentro
del cual los practicantes de una disciplina concreta deben delimitar su
campo de estudio. Se produce así una competición entre las disciplinas por apropiarse de los diferentes objetos de estudio, donde las más
afortunadas se expanden absorbiendo a las más desafortunadas.
3.- Las disciplinas también se han descrito en términos de metodología o técnicas aplicadas. Una vez más, al igual de lo que ocurre con
las premisas basadas el las temáticas de estudio, tales justificaciones
pretenden delimitar las fronteras interdisciplinarias basándose en un
conjunto único de herramientas técnicas, que puede enseñarse y aplicarse a fenómenos diferentes. De esta manera, las disciplinas se expanden mediante la creación de nuevas técnicas o la apropiación y
desarrollo de métodos de otras disciplinas.
Las premisas basadas en el objeto de estudio y en la metodología
suelen apuntar hacia una imagen estática e invariable del mundo académico, justificada por la posibilidad de que algunos métodos y técnicas crean una disciplina concreta. Así, una persona se convertiría en
geógrafo tras aprender una serie de conocimientos teóricos y prácticos que comprenden ciertas verdades geográficas. Una cuarta y última premisa, trata de evitar esta postura repetitiva, centrándose en el
tipo de preguntas que se plantea cada disciplina y el modo de abordarlas. Aunque también estas posturas pretenden dividir el mundo académico en células -y a fin que lo logran- una disciplina definida según las
preguntas que se plantean los especialistas no permanecen estancadas ni invariables.
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
La ciencia, en los términos más generales posibles, se ocupa de la
búsqueda de la verdad, se trata en lo fundamental de una idea abstracta. Es una invención de la mente humana, que una vez creada
adopta la condición de verdad absoluta. Esta significa que necesitemos comprender la naturaleza de la verdad y el método por el que se
busca. En este apartado del texto se abordarán aspectos principales
de la relación entre la verdad y su búsqueda. Referidos en primer término a la génesis de la pregunta por el hombre y la constitución de la
distinción entre ciencia y ideología y, más concretamente, entre el
empirismo, según el cual la razón está subordinada a los sentidos, y la
metafísica, que se interesa por esas cuestiones acerca de la esencia
de las cosas que la ciencia no puede resolver. Se tratará en presentar
así sea de forma muy general la epistemología o teoría del conocimiento de las ciencias del hombre.
DE LA CIENCIA Y SUS DEFINICIONES
Los recuerdos de nuestros años de escuela nos proporcionan rápidamente algunas definiciones de ciencia: lo que se estudia en los laboratorios, precisa experimentos y las respuestas y las respuestas siempre son incorrectas porque nunca coinciden exactamente con la solución del libro. La ciencia está formada por asignaturas como física,
química y biología, por oposición a las asignaturas artísticas o
humanísticas como lengua castellana, lenguas clásicas -latín y griego, literatura, pintura y escultura, que en cierto modo son menos precisas
y están más relacionadas con la imaginación y la creatividad. La ciencia se encarga de proporcionar teorías generales que explican fenómenos concretos. En términos más formales, sus comentadores han
sugerido que el objetivo de la explicación científica es “establecer leyes generales que explican el comportamiento de los sucesos u objetos empíricos de los que se ocupa una ciencia concreta”. Los científicos proponen explicaciones o sistemas de explicaciones, que comprueban paso a paso. En el campo de las ciencias empíricas en concreto, construyen hipótesis o sistemas de teorías y las verifican experimentalmente mediante la observación y la experimentación.
339
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
En este modelo, cuya conceptualización de la ciencia tiene su origen
en el siglo XVII, las ciencias y las artes se diferencian tanto por el objeto
de estudio como por los métodos que utilizan. La antropología y la
geografía dos ciencias sociales, por interesarse tanto por el mundo
físico como por el humano, nunca se ha considerado como miembro
de pleno derecho de ninguna de las dos categorías. Si bien la antropología y la geografía no pertenecen al campo científico ni artístico, si
suele considerarse disciplinas puente que conecta la ciencia con las
letras, a través de la interacción entre el mundo humano subjetivo y el
mundo natural objetivo. Los historiadores de estas disciplinas se han
esforzado en plantear que ellas “tienden un puente entre los estudios
humanísticos y las ciencias físicas.
La opinión generalizada sobre la ciencia, según la cual se trata de
“una actividad altamente lógica y ordenada que intenta comprender
como es el mundo independientemente independientemente de nosotros” suele calificarse de racionalista. Esta ciencia se ocupa de la formulación de hipótesis derivadas de la observación, la posterior comprobación y el eventual ascenso al rango de teoría o ley. Un paso fundamental de la práctica científica es el desarrollo de la teoría ,que la
mayoría de los investigadores considera como “la meta de las proposiciones acerca de un tema, proposiciones tan estrechamente ligadas
unas a otras que unas pocas que unas pocas son básicas y el resto se
deriva de ellas”. “La validez real de la teoría depende de que las proposiciones derivadas estén conformes con los hechos. Si la experiencia y la teoría se contradicen, es preciso volver a examinar una de las
dos. Es posible que el científico no haya realizado una observación
correcta o que exista algún error en los principios de la teoría” . Dos
argumentos son fundamentales en esta percepción de la ciencia: que
los hechos existen independientemente del observador, y que pueden
identificarse a través de la observación y la experiencia.
En tiempos recientes este concepto de ciencia se ha replanteado en
las nuevas corrientes del empirismo, que establecen como criterio que
la demarcación fundamental de un sistema científico no es la
verificabilidad, sino la falsabilidad. La inducción, por ejemplo, basada
en la posibilidad de verificación no es fiable porque por muchos experimentos que se realicen para demostrar la hipótesis, no existe razón
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
lógica para suponer que el siguiente experimente dará el mismo resultado. El método científico debería proceder mediante el establecimiento
de sistemas refutables por la experiencia. La alternativa a la inducción
es la deducción, donde los enunciados singulares se derivan de los
universales. Este método, también presenta algunos inconvenientes,
pues puede considerarse que todas las teorías o hipótesis se han visto
influidas en cierto modo por nuestra experiencia. Por consiguiente, es
imposible seguir un método puramente inductivo o puramente deductivo, y nos hallamos ante la necesidad de encontrar una salida a esta
encrucijada.
Una solución consiste en rechazar completamente el enfoque racionalista de la ciencia, argumentando que no existe ningún método científico racionalista satisfactorio. Entre los que defienden esta opinión ven
la ciencia como una de las ideologías, las cuales “deben contemplarse con cierta perspectiva. No se deben tomar demasiado en serio, se
deben leer como si fuesen cuentos de hadas que narran muchas cosas interesantes pero también contienen mentiras descaradas, o como
prescripciones éticas que pueden ser reglas empíricas útiles pero fatales si se siguen al pie de la letra”. Estos historiadores de la ciencia
atacan esencialmente dos aspectos del enfoque racionalista de la ciencia. En primer lugar, nos dicen que la historia de la ciencia demuestra
que todas las reglas científicas se han infringido en un momento u
otro; y, en segundo, sugieren que el saber científico no es más importante que los demás tipos de conocimiento. Su advertencia esencial
es que, como todas las reglas o leyes científicas quedan revocadas
tarde o temprano es preciso tratarlas con precaución.
De esta manera, la ciencia puede concebirse y describirse de formas
muy distintas. De hecho, el término ciencia ha tenido significados muy
dispares en el pasado. Es por tanto importante determinar alguna estructura global dentro de la que poder contemplar esta evolución. En
este sentido, tomaremos como explicación la desarrollada en el pensamiento epistemológico surgido en el contexto de los desarrollos del
saber en las últimas décadas del siglo xx. En ningún caso se pone en
duda la visión básica del mundo, es decir, implícitamente, que el objeto y el sujeto pueden estar separados y que el proceso científico se
mide por el volumen de predicciones acertadas.Estos pensadores equi-
341
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
paran la ciencia a la verdad, pero no examinan los criterios que determinan el nacimiento social de ambas. El enfoque explicativo que asumiremos para la comprensión de la historia de la ciencia, consiste en
examinar “la situación de la ciencia y las funciones ideológicas que
podría desempeñar”. En ciertas formas de conocimientos empíricos,
como la biología, la economía política, psiquiatría, medicina, etc., el
ritmo de transformación no sigue los esquemas de desarrollo uniformes y continuos generalmente aceptados. En lugar de ello, estas ciencias viven períodos de cambios rápidos en lo que respecta al discurso
y la forma de conocimiento. La importancia de estos cambios, sin embargo, no estriba en su rapidez, sino en lo que reflejan “modificación
en las reglas de formación de los enunciados aceptados como científicamente verdaderos”. Una afirmación fundamental en este argumento
explicativo es que existe una conexión básica entre el poder, el saber
y la verdad.
La “Verdad” está unida por un vínculo circular a los sistemas de poder
que la producen y la sustentan, así como a las consecuencias del poder a las que induce y que las extienden. De este modo, “cada sociedad posee su propio régimen de verdad, una “política general” de la
verdad, es decir, los tipos de discurso que acepta y establece como
verdaderos”. Por tanto la verdad es un concepto relativo que depende
de las relaciones de poder vigentes en las sociedades que las producen. Es necesario pensar en los problemas políticos de los seres intelectuales, no en términos de “ciencia” e “ideología”, sino de “verdad” y
“poder”.
Michel Foucault coloca firmemente la ciencia en el interior de las sociedades que la producen y de las que forma parte. Con objeto de
interpretar los cambios que experimenta la ciencia, examina las variaciones entre las palabras y las cosas a lo largo de la historia moderna.
Se centra, en concreto, en las diversas ideas del mundo o estructuras
de pensamiento que han sostenido las personas y que denomina
episteme. Así, este pensador afirma que el SIGLO XVI la realidad se
encontraba en un solo plano, y que las palabras y las cosas se percibían en el mismo nivel. Sin embargo sugiere que esta episteme, o
sistema de pensamiento renacentista sucumbió en la primera mitad
del SIGLO XVII ante una episteme clásica, que estableció una separa-
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
ción entre las cosas y sus representaciones. El problema que se le
planteaba a la ciencia en ese período era encontrar un lenguaje que
reflejase el orden aparente del mundo. A principios del SIGLO XIX se
produjo un nuevo cambio de rumbo, en esta ocasión hacia la comprensión de la función y no del aspecto. En esta episteme moderna las
ciencias que estudiaban a las personas se encontraba en la nueva
posición de observadoras y observadas al mismo tiempo: Esta situación adquirió una importancia especial en el desarrollo de las ciencias
naturales, la lingüística y la economía política, interesadas por cuestiones relacionadas con la vida, el lenguaje y el trabajo.
Pretendemos señalar el estado de las investigaciones que se han realizado bajo la óptica generada por la imagen del hombre que aparece
en el contexto científico del siglo XIX, es decir, cuando el hombre aparece como: objeto de conocimiento y sujeto que conoce, lo que nos sitúa
en presentar así sea esquemáticamente los procesos de constitución
de las ciencias sociales, -tomando como ejemplo la geografía-,en el
sentido de señalar que la aplicación de los métodos y los modos de
objetivación característicos de las ciencias naturales rompería la
insularidad humanista reintegrando el hombre al seno del universo, y
que la filosofía del hombre sobrenatural sería uno de los últimos fantasmas, uno de los últimos focos de resistencia, que se opondría a la
creación de una autentica ciencia del hombre. De hecho, la unificación
ha tenido lugar en cuanto al método, pero no en cuanto a la teoría.
¿ QUÉ ES LA GEOGRAFÍA ?
La imagen que tiene de la geografía la mayoría de la gente procede
del tipo de enseñanza que han recibido. Al intentar responder el común de las personas a este interrogante la identifican con un repertorio de nombres de cabos, golfos, ríos, picos o con un catálogo de cifras
de población y producción de países; al geógrafo se le considera como
un archivo de datos o como la persona capaz de situar islas, capitales,
países, ríos etc. Otros piensan que la profesión del geógrafo es la
elaboración y empleo de mapas, o los encargados de redactar las guías
de viaje.
Esto es explicable en tanto que a manera contraria a lo que ocurre con
343
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
otras disciplinas, todo el mundo posee experiencias vivenciales de
carácter geográfico. En otras disciplinas lo más probable es que responda que “ no sabe “.
Todo lo anterior tiene su fundamento en tanto que el geógrafo hace
uso de nombres de lugares, utiliza y emplea mapas en sus estudios y
hace viajes para tomar datos y realizar observaciones. Ahora bien, los
nombres y localización de los lugares son hechos, en geografía, similares a las fechas para los historiadores, pero no son la geografía. El
mapa es una herramienta esencial pero tampoco es identificable con
la disciplina. Otro tanto ocurre con los viajes que permiten realizar observaciones e interpretaciones de un paisaje cultural o natural.
Durante mucho tiempo, la geografía tuvo como objetivo inicial la descripción y cartografía de los lugares, gozando de un peso específico
muy fuerte entre las restantes ciencias, y no por la posición académica
que gozaba -siglos xv y xix-, sino que respondía a imperativos sociales
que juzgaron que la localización de los lugares, su descripción, el trazado de rutas, etc., era una necesidad urgente. Y a esta tarea se dedicaron primordialmente personas que se pueden llamar geógrafos, pero
que no responden a la imagen actual de estos profesionales. En este
largo período la geografía apenas se vislumbraba como disciplina. Se
hará preciso esperar al último tercio del siglo XIX cuando se produce el
expansionismo colonial, el nacionalismo y la generalización de la educación primaria a amplios estratos sociales, para que se institucionalice
en la Universidad y figure como disciplina en las enseñanzas primarias
y secundarias, sin olvidar el papel jugado por las sociedades geográficas, los congresos nacionales e internacionales. En esta época
institucionalización, se le asignará a la geografía el papel transmisor
de los valores dominantes de la época: hegemonía de la civilización
europea, patriotismo, conocimientos de tierras para colonizar y explotar.
Pero pronto se va cubriendo los blancos del mapamundi; cada vez son
menos las tierras desconocidas; es decir, las preguntas de tipo ¿ donde ? y ¿ qué ? están ya complementadas. Los geógrafos dejaran de
recoger esa información, y será el estado, a través de sus institutos
especializados, el que desempeñara este papel. De tal manera que
puede afirmarse que, en el momento presente, cualquier geógrafo dis-
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
pone sobre un hecho geográfico de una información mil veces mayor
que la existente en tiempos de Humboldt.
Por ello, el geógrafo esta más interesado en la búsqueda de principios
y leyes generales de la distribución de los fenómenos de la superficie
terrestre, mediante el análisis del material recogido por otras personas, que en la recopilación directa de esa información.2
EL CONTENIDO DE LA GEOGRAFÍA.
Dejando, por el momento, en suspenso lo referente al debate generado en torno a las ciencias de la naturaleza y ciencias de la cultura
donde se inscriben lo atinente a la geografía física y la geografía humana. Señalaremos los presupuestos acerca del contenido de la geografía.
Como señalamos más arriba, una ciencia debe tener un campo de
estudio y un conjunto de conceptos específicos. Los comentadores de
la historia de la geografía, señalan, que está es una ciencia de síntesis. Unas ramas de la geografía ( geomorfología, climatología, etc. ),
tiene más afinidad con las ciencias de la naturaleza y otras, como geografía urbana, rural, de la población, etc., con las ciencias sociales, (
predicamentos del estado de las ciencias en el siglo XIX ).
El trabajo del geógrafo entra en contacto con fenómenos estudiados
por otras ciencias. Aquí encontramos posturas entre los geógrafos que
señalan que el objeto de la geografía es compartido con otras disciplinas; pero la geografía se diferencia de ellas en la forma de tratarlos.
Otros, en cambio, creen que el objeto de la geografía es exclusivo y
qué solo los geógrafos estudian la variación de los lugares sobre la
superficie terrestre, es decir, el enfoque geográfico esencial es la diferenciación del contenido del espacio de la superficie terrestre y el análisis del espacio dentro de la superficie de la tierra.
Supongamos por ejemplo, que abordamos es estudio de una región y
lo encargamos a un equipo de especialistas, en cada uno de los componentes de la región. De los componentes del medio natural se encargarían geólogos, edafólogo, botánicos, meteorólogos, etc., de la
acción humana sobre el medio, el demógrafo, economistas,
antropólogos, historiadores, etc. Este enfoque analítico dejaría de lado
345
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
un hecho esencial, la interacción de los fenómenos; la región es la
resultante de la convergencia y de la acción combinada de los componentes abióticos, bióticos, así como de la acción antrópica de los mismos. Esta síntesis se omitiría, lo que explica que muchos geógrafos
deduzcan que el fundamento de la geografía es el estudio de la región,
ya que en ella es donde se produce la interacción de múltiples fenómenos. Otros por el contrario, sin despreciar el enfoque regional, consideran que lo específico de la geografía es el espacio, y que aunque
otras disciplinas, como por ejemplo, la botánica o la economía estudian hechos relacionados con el espacio siempre lo hacen dentro de
un ámbito más limitado que el de la geografía.
Por consiguiente, dadas las diferentes concepciones existentes hoy
en geografía, no es de extrañar que su contenido y su campo hayan
sido diferenciados de manera distinta a lo largo del tiempo. Para no
pretender enumerar todas las divisiones que se han hecho incluiremos aquellas que han sido más generales y que siguen teniendo alguna vigencia.
Se diferencia la geografía general de la geografía regional como “ una
parte esencial de la geografía que reúne materiales que sirvan para
elaborar las reglas de geografía general, Y que responde a la preocupación de elaborar el conocimiento racional de los medios terrestres
físicos, humanos y biológicos”.
- elemental: afloramiento rocoso
Región natural
- estructural: Los
Andes
- climático; trópicos
Geografía
Regional
Región Humana
- Histórica, Antioqueña
Dominio de formas de actividad
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
Dominio de formas de vida
Física
Morfología
Climatología
Hidrología
Geografía
General
Demográfica y social
Humana
Geografía económica
Otra división, aunque no exenta de limitaciones, es la realizada por
Hagget (1979), que ofrece una nueva perspectiva y plantea de nuevo
el problema de síntesis de geografía que no todos los geógrafos admiten:
A._ Análisis espacial: trata de las variaciones de la localización y distribución de un fenómeno o conjunto de fenómenos. Las preguntas que
han de hacerse son:
¿ qué factores influyen en la distribución del fenómeno ? ¿ puede
modificarse esta distribución a fin de que sea más eficaz o más justa ?
B._ Análisis ecológico: trata de estudiarlas conexiones entre las variables humanas y las del medio natural. En este enfoque es preciso
determinar la unidad regional objeto de estudio.
C._ Estudios regionales complejos: Combina los resultados del análisis espacial y ecológico. Permite identificar unidades regionales, mediante una diferenciación espacial. Pueden observarse también líneas
y flujos entre regiones individuales.
En síntesis, podríamos plantear que la naturaleza de la geografía se
expresa en los siguientes términos:
a) La geografía explora la relación entre la Tierra y sus gentes a través
del estudio del lugar, espacio y medio ambiente. Los geógrafos se preguntan donde y qué, y también cómo y por qué.
b) El estudio del lugar pretende describir y comprender la posición de
las características físicas y humanas de la Tierra, pero también de los
347
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
procesos, sistemas e interrelaciones que crean dichas características
o que influyen en ellas.
c) El estudio del espacio pretende explorar las relaciones entre los
lugares y los patrones de actividad que surgen del uso que hacen los
actores sociales del entorno físico donde viven y trabajan.
d) El estudio del medio ambiente abarca tanto la dimensión física como
la humana. Estudia los recursos, a veces escasos y frágiles, que la
tierra proporciona y de los que depende toda la vida; el impacto de
estos recursos en las actividades humanas; y las amplias consecuencias sociales, económicas, políticas y culturales de la relación entre
ambos.
DEFINICIÓN DE LA GEOGRAFÍA
Ante este panorama sobre el contenido de la geografía, proponemos
una definición “ ecléctica “ que recoge los cuatro campos, que han sido
objeto tradicional en los estudios geográficos.
La geografía es la ciencia que estudia las variaciones de las distribuciones espaciales de los fenómenos de la superficie terrestre ( abióticos,
bióticos y antrópicos), así como las relaciones del medio natural con el
hombre y de la individualización y análisis de las regiones de la superficie de la tierra.
Esta definición a nuestro modo de ver, recoge las cuatro tradiciones en
geografía, estas son:
LA TRADICIÓN FÍSICA
Otros nombres la identifican como geo-científica, o de ciencia de la
tierra. La geografía, considerada como ciencia que abarca el estudio
del relieve, la atmósfera, las aguas y aspectos de la biosfera. Es la
tradición que sigue ininterrumpidamente desde el mundo clásico, pasando por Varenio, Kant, Humboldt y el momento actual. Es, sin duda
alguna, la tradición que tiene el enfoque más impreciso y que tiende a
confundirse con las ciencias naturales afines.
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
LA TRADICIÓN ESPACIAL
Ligada al pensamiento occidental, es el acto de separar los hechos de
la experiencia tales como distancia, forma, dirección y posición. Solamente en el siglo XVIII los filósofos consideraron si estos aspectos eran
propiedades de las cosas. Más tarde, Kant incluyó todos estos aspectos en la categoría espacial. Sin embargo, las preguntas de tipo espacial suscitaron problemas e intentos de respuesta antes de abordarlas
epistemologicamente. La localización de cosas fue una preocupación
de los griegos: registrando distancias, lugares singulares, formando
un material que recogería Ptolomeo en su Geographia en el siglo II
D.J.C.
Toda la geografía institucionalizada concedió gran importancia a los
aspectos espaciales y el mapa fue considerado como la herramienta e
incluso como el objeto mismo de la geografía. En las geografías recientes, esta tradición espacial se consagra y generaliza, puesto que
movimiento y la reducción del espacio a una geometría de líneas, puntos y planos, era la más congruente con el método deductivo y con la
aplicación de modelos y técnicas estadísticas, que posibilitan analizar
los aspectos geométricos del paisaje, el movimiento de bienes, hombres, e ideas sobre la superficie de la tierra y su cartografía.
LA TRADICIÓN REGIONAL
También este enfoque geográfico esencial arranca de la antigüedad, y
a él se dedicaron los geógrafos de aquella época. Destacado entre
todos Estrabon con su obra Geographía, dirigida a los estadistas de la
Roma Augusta. En ella intenta describir de forma sistemática las características de las áreas conocidas.
Este enfoque regional o corológico, que el determinismo intento barrer, se impuso con el posibilismo de la escuela francesa. Esta síntesis
espacial, que fue básica en la producción geográfica, sigue vigente.
349
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
LA TRADICIÓN ECOLÓGICA
La preocupación por establecer las relaciones del hombre con el medio fue muy fuerte en la antigüedad clásica. Son bien conocidos las
apreciaciones de Hipócrates contenidas en su libro Sobre los aires,
aguas y lugares. El Darvinismo social redujo el enfoque ecológico a
una relación simplista y causal que en el campo de la geografía, cristalizó en el determinismo radical que redujo al hombre a mero sujeto
pasivo, sometido implacablemente a las leyes del medio natural.
En resumen, la Geografía ha variado su contenido y enfoque a lo largo
del tiempo; sin embargo, se aprecia una tendencia general a reducir
su objeto de estudio que era desmesurado hasta el siglo XIX. Luego se
fue centrando cada vez más, y a ello contribuyo la institucionalización
de la Geografía en la universidad y la incorporación como disciplina en
la enseñanza primaria y secundaria. Sus enfoques han sido múltiples
y cambiantes a lo largo del tiempo, y algunas épocas ha habido tendencias mas o menos generalizadas, pero nunca dominantes de modo
absoluto.
A pesar de todos estos rasgos comunes del geógrafo, es preciso reconocer que la disciplina llamada geografía, a un nivel de investigación,
es un conjunto de saberes plurales con escasa conexión, pudiendo
hablar ya , como de hecho ocurre con otras ciencias naturales y sociales, de ciencias geográficas. Es decir de la misma manera que se conoce por el nombre de geólogo al que se dedica a geodinamica externa, cristalografía, prospecciones petrolíferas, sedimentologia etc., o
economista, al profesional dedicado al estudio de modelos micro y
macroeconómicos, desarrollo regional, prospección de mercados, estructura económica, etc., también es posible, sin que ello suponga una
evolución negativa, ni caída del interés, que se conozca como geógrafo, al que se dedica al estudio de los fenómenos de distribuciones del
suelo, procesos relacionados con clima y suelos, organización espacial, estudio de los asentamientos, teoría de la localización industrial
etc., por citar unos cuantos campos de la muy variada producción geográfica actual.
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CONSOLIDACIÓN Y SISTEMATIZACIÓN DE LA
GEOGRAFÍA
1. EL PROYECTO CIENTÍFICO DECIMONÓNICO
La modificación del espacio general del saber que se produce en torno
a los comienzos del siglo XIX aparece basada, según Foucault. en dos
hechos principales: por una parte, la asunción de la historia como
definidora de una empiricidad basada en el orden temporal de las cosas, de forma que la ininteligibilidad de las mismas se anuda a su
devenir, y, en consecuencia, la aceptación de una nueva positividad
que se refiere a las relaciones entre naturaleza y naturaleza humana.
( Foucault, M. 1982 ): “ las palabras y las cosas “. La inédita penetración de la historicidad y del hombre en el campo del saber occidental
es lo que caracteriza prioritariamente al nuevo sistema de positividades
decimonónico: el orden temporal y el orden humano - así como las
conexiones de este último con el orden natural - aparecen ahora como
el soporte positivo de los conocimientos. Y en el campo del conocimiento geográfico esas nuevas positividades van a desempeñar, como
veremos un papel fundamental.
El nuevo sistema de positividades configura el contexto en el que se
enraízan y se hacen posibles las sucesivas racionalidades
decimonónicas: esas racionalidades - y, entre ellas las geográficas adquieren sentido al procurar definir un orden cognoscitivo que ilumine y explique nacionalmente las modalidades del orden percibido y
aceptado que configuran el nuevo sistema de positividades. El conocimiento reflexivo y el saber científico definen así un orden cognoscitivo
que explica el orden implícito en el espacio general del saber. Y tanto
un orden como otro - el del sistema de positividades y el de las
racionalidades explicativas- se encuentran relacionados, en el siglo
XIX, con el ascenso del nuevo orden industrial y con la autoconciencia
fundacional de la nueva sociedad industrial. “ Las revoluciones científicas siguen de cerca las revoluciones políticas “.
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EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
Este es, en resumen, el tramado en el que hay que situar el proyecto
científico decimonónico y el orden cognoscitivo que proclama. Y uno y
otro se apoyan, por otra parte, en un conjunto de pretensiones y de
creencias básicas - que en ocasiones prolongan y reformulan algunos
de los ingredientes ya presentes en el pensamiento occidental anterior
- que pueden ser sistematizadas en torno a cuatro grandes apartados.
En primer lugar, la expresa pretensión de racionalidad entendida como
la adaptación de los medios y los fines tanto en los procesos de intervención sobre el medio natural como en las propias operaciones del
conocimiento; y los fines predominantes aceptados tienden a situarse,
de uno u otro modo, en la línea de producción y de la adquisición de
riqueza material.
En segundo lugar, culminada ya la dinámica de desacralización y
banalización de la naturaleza, que posibilita la intervención humana
en el orden natural y la constitución de la ciencia moderna ( Eliade,
1956 ), se potencia decididamente el sentido de dominación de la Naturaleza, que se concreta y se expresa a través de la valoración positiva del trabajo. La unión de dos aspectos, racionalidad y dominación
de la naturaleza, permite articular una de las pretensiones fundamentales del proyecto científico decimonónico que, además, expresa ejemplarmente las relaciones existentes entre ese proyecto y el nuevo orden industrial: la pretensión de conseguir la manipulación racional del
medio natural que acabase con la denominada “ idolatría de la Naturaleza “.
En tercer lugar y en estrecha relación con la anterior, hay que señalar
el relevante papel atribuido al pensamiento científico: la ciencia convertida en “ sustituto laico de la religión “, se concibe y se practica
como seguro eslabón entre racionalización y dominación de la naturaleza. Finalmente, el cuarto ingrediente básico del pensamiento científico y del orden cognoscitivo decimonónicos es la fe en el progreso. El
progreso se entiende como consecuencia ineludible de la intervención
racional del hombre sobre la naturaleza a través de la eficacia científica.
Sobre las premisas configuradoras descritas se articula el proyecto
científico decimonónico. Un proyecto que considera a la ciencia positiva como modelo universal de todo conocimiento válido.
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
La historiografía de las denominadas ciencias humanas y sociales suele
situar su fundación y el primer desarrollo de las mismas en el contexto
del proyecto científico decimonónico al que acabamos de referir. Pero
en el caso del conocimiento geográfico la delimitación de los orígenes
epistemologicamente fundacionales de su moderna configuración se
complica por la doble vinculación existente, con variable hegemonismo,
respecto de los dominios del saber natural y del saber humano y social. Además el decidido afloramiento de la historicidad y del hombre
en el campo del saber decimonónico, la aceptación consecuente de la
posibilidad de situar el mismo horizonte de positividades los fenómenos de la Naturaleza y los de la Naturaleza humana, entrababan, grandes dificultades conceptuales y metodológicas que, al menos en el
dominio del conocimiento geográfico, tardarían de ser resueltas coherentemente y motivarían un cierto retraso en la consecución de una
sistematización positivamente viable de la geografía humana.
El proceso de configuración de la geografía moderna desarrollado durante el siglo XIX no fue un proceso sencillo ni un proceso exento de
discrepancias internas. Porque si teóricamente las pretensiones fundamentales estaban relativamente claras en autores como Varenio,
Kant, Humboldt o Ritter, la vía para poner en practica esas pretensiones se encontraba obstaculizada por algunos problemas subyacentes
en la pretensión de ubicar la investigación natural y la investigación
humana -la geografía física y la geografía humana, si se prefiere- en
coordenadas de positividad similares y con tratamientos científicos
análogos. Detallemos algunas generalidades entorno a sus
modeladores.
2.- MODELADORES DE LA MODERNA GEOGRAFÍA.
En 1600, geografía era un término con varias acepciones que evocaba imágenes muy diferentes a aquellos que lo utilizaban. El significado más sencillo era el que equiparaba la geografía con los textos
topográficos que versaban sobre lugares concretos, incluyendo descripciones de tierras, costas y puertos lejanos. En realidad este tipo de
geografía era la corología de Ptolomeo, mientras que el concepto
ptolemaicos de geografía estaba englobado en el de cosmografía o
353
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
ciencia del globo. Estas descripciones requerían una precisa labor de
dilucidación y, desde la antigüedad clásica, ello significaba que se asociaban con cálculos matemáticos y astronómicos. La cartografía formaba pues una parte fundamental de la geografía, proporcionando
una base detallada sobre lo que efectuar viajes de “descubrimiento”,
tras los cuales se podía describir el “nuevo mundo”. Estos vínculos
con la matemática y la astronomía también crearon un estrecho lazo
con la astrología, que trataba de explicar los hechos humanos y ambientales haciendo referencia a los astronómicos.
Por encima de todo lo dicho, la geografía conservaba la importancia
práctica que le había atribuido el mundo clásico. Era esencial para
comerciantes y políticos por igual, al formar los pilares sobre los cuales las naciones occidentales dominaban la Tierra. La recuperación de
los trabajos geográficos griegos y romanos, revisados por autores árabes posteriores, había aportado nuevas visiones del mundo a los exploradores portugueses y españoles de los
siglo XV y XVI. Sus descubrimientos, a su vez, echaron por tierra tradiciones e imágenes bien arraigadas, y plantearon nuevos interrogantes
a las ciencias de los siglo XVII y XVIII. En pocas palabras, el conocimiento de primera mano del mundo, materia prima de la geografía, supuso
un inmenso desafío intelectual y cultural para la tradición.. Pero, no
por ello, se alcanzó a definir la geografía con mayor precisión.. No
había surgido aún el interés institucional por delimitar claramente las
fronteras disciplinarias, características del siglo XIX y todo aquel que
escribía acerca de la Tierra podía atribuirse el título de geógrafo. Hasta el siglo XVII - XVIII no empezó a gestarse una geografía oficial.
El mundo científico y el académico no existen independientemente del
contexto humano y, por ello, es esencial examinar la estructura intelectual y social en que surge una disciplina. Ahora bien, cuando centramos el desarrollo de una geografía oficial, elaborada por personas
que se consideran a sí mismas geógrafos, también es preciso examinar el cometido de los individuos sobre los que apoyó la formación de
la nueva temática. El rápido avance de los conocimientos que acerca
del mundo tenían los europeos, como consecuencia de los “descubrimientos” de los siglo XVI-XVI, sentó las bases para el nacimiento gradual
de una disciplina geográfica oficial en el siglo XIX
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
DE VARENIO A KANT, HUMBOLDT Y RITTER
En 1650, encontramos un intento firme y oficial de delimitar la naturaleza de la geografía sepárandola de la cosmografía en la obra de
Geographia generalis de Bernardo Varenio, (1622-1650). En la primera mitad del siglo XVII había nacido un nuevo tipo de ciencia empírica y
racionalista, a través de los textos de Bacon, Galileo y Descartes. Los
comentadores de la geografía, señalan que la obra de Varenio, fue el
primer esfuerzo real por relacionar la geografía con esos avances científicos.
Varenio, define la geografía como la ciencia que se ocupa exclusivamente de la Tierra, distinguiéndola claramente de los estudios
astronómicos de la bóveda celeste. La geografía, dice Varenio, “se
divide en dos partes: una general y otra especial. La primera estudia la
Tierra en su conjunto, explicando sus diversas partes y características
generales. La segunda, es decir, la geografía especial, respetando las
reglas generales, estudia las regiones concretas, su localización, divisiones, límites y otros aspectos dignos de ser conocidos. Pero todos
aquellos que han escrito hasta el momento sobre geografía sólo se
han dedicado, largo y tendido, a la geografía especial, prácticamente
sin excepción alguna, y han explicado muy poco con respecto a la
geografía general, despreciando y omitiendo muchos detalles necesarios, de modo que los jóvenes, mientras estudian lo especial de la
disciplina, desconocen en su mayoría sus fundamentos, y la geografía
apenas conserva el calificativo de ciencia”. (en Brown, pag, 227-228).
Varenio, deseaba elevar la geografía al rango de ciencia y, por ello,
colocaba el acento en la geografía general. De este modo, veía su
labor como de instalar principios generales o teorías en la disciplina.
En el plano metodológico, Varenio, estableció una importante distinción entre la geografía general y la especial. Alió la geografía generala
los métodos científicos clásicos y sostuvo que las pruebas debían conducirse mediante argumentaciones o demostraciones lógica, de forma
similar a lo que ocurría en las matemáticas y la geometría. Por el contrario, en la geografía especial, sugirió que todo se explica casi sin
necesidad de demostración, puesto que la experiencia y la observa-
355
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
ción, es decir, el testimonio de los sentidos, son suficientes para confirmar la mayoría de las cosas, que es es imposible de demostrar de otro
modo.
Varenio, falleció a los veintiocho años de edad, antes de que pudiese
escribir ningún tratado detallado acerca de la geografía especial equivalente al que sí escribió acerca de la general. La Geographia generalis
se tradujo a varios idiomas e Isaac Newton (1642-1727), matemático
y físico inglés, llegó a revisar dos ediciones de la obra en 1672 y 1681
para sus estudiantes de Cambridge. No obstante, los intereses teóricos de Varenio, con su enfoque global y completo de la disciplina, quedaron progresivamente relegados ante la creciente atención prestada
a las ciencias empíricas, en parte como resultado de la exploración
continua de la superficie terrestre y de la necesidad de describirla.
En la segunda mitad del siglo XVII floreció una nueva actividad científica, representada en Europa por la fundación en 1660 de la Royal Society
de Londres y, en 1666, de la Académíe des Sciences de París. Las
ideas de Bacon sobre el método científico ejercieron una importante
influencia temprana en ambas sociedades, pero muy pronto se vieron
desbancadas, sobre todo en Francia, por las de Descartes. Los campos de la ciencia que avanzaron más rápidamente fueron las matemáticas, física y astronomía, impulsadas especialmente por Galileo y
Newton. Posteriormente, también fue palpable el influjo de los enfoques empíricos muy dispares de John Locke (1632-1704) y de George
Berkeley (1685-1753). Desde el punto de vista filosófico, la cuestión
central que se planteaban, Locke, Berkeley, Descartes y Bacon era la
identificación de los elementos que formaban la base del conocimiento. Todos ellos buscaban unos cimientos que permitiesen conocerlo
todo a partir de las pruebas disponibles. Las respuestas a esta cuestión se dividían, a grandes rasgos. en dos campos: los racionalistas,
seguidores de Descartes y Leibniz (1646-1716), para quienes la clave
del conocimiento estaba en la reflexión racional y en toda investigación empírica subyacían principios metafísicos; y, por otra parte, aquellos que, como Locke y Berkeley y Hume, abogaban por el empirismo
y confinaban la comprensión a los límites de la experiencia humana.
Durante este proceso de fermentación intelectual de finales del SI-
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
GLO XVII y principios del XVIII, la geografía se mantuvo rezagada. En
este tiempo resurgió una historia natural revitalizada; historias naturales que tuvieron gran importancia por su influencia en obras geográficas posteriores y como intentos de combinar las nuevas ciencias empíricas con las enseñanzas religiosas de la iglesia. a literatura geográfica que perduraba estaba centrada en viajes de exploración y descripciones de viajes.
Fue de la Alemania de la segunda mitad del siglo XVIII de donde la
práctica y la teoría geográfica recibieron el siguiente impulso. En particular con la obra de Inmanuel Kant (1724-1804), calificado por los
comentadores de la geografía de”ejemplo sobresaliente en el pensamiento occidental de un filosofo profesional interesado en la geografía”.
Kant es más conocido por su serie de tres críticas, la crítica de la razón
pura, publicada por primera vez en 1781, la crítica de la razón práctica
(1788) y la crítica del juicio (1790). En estas obras quiso “mostrar que
la opción entre empirismo y racionalismo era irreal, que las dos filosofías estaban equivocadas por igual, y que la única metafísica concebible que podía encomendarse a un ser racional debía ser tanto empírica como racionalista”. Fue así como se convirtió en el padre del idealismo alemán del siglo XIX. No obstante, desde 1756 impartió clases de
geografía en la Universidad de Königsberg durante cuarenta años.En
1802 se público la edición oficial de sus ideas bajo el título de Physiche
Geographie (Geografía Física).
En su resumen de 1757, Kant sostenía que había tres formas de contemplar la Tierra: una matemática interesada por su forma, la doctrina
política que se ocupaba de la población y los tipos de gobierno, y la
geografía física que consideraba las condiciones naturales de la Tierra
y lo que está contiene. Co ya ocurriera con Varenio, esta clasificación
causó problemas relacionados con el modo en que debía tratarse el
aspecto humano, pues Kant lo incluía tanto en la geografía física como
en la doctrina política. Mas adelante, en la introducción de la Geografía Física, intento resolver está dificultad diciendo que la geografía física estudiaba el mundo tal como lo percibían los sentidos externos, por
oposición a la antropología, que se ocupaba de la experiencia consciente que proporcionaban los sentidos internos.. Otra distinción entre
357
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
las opiniones tempranas y las tardías de Kant acerca de la geografía
se refiere al modo en que contemplaba su relación con la historia.
Kant, parecía considerar la geografía como parte de la historia, pero
con la publicación de la Geografía Física había afinado esta opinión
hasta afirmar que todo saber estaba formado por la geografía y la historia, donde la primera era la descripción en términos del espacio y la
segunda era la descripción en términos del tiempo. Añadía que la geografía es la base de la historía “porque los acontecimientos deben hacer referencia a algo. La historia es un proceso incesante, pero las
cosas también cambian y a veces dan como resultado una geografía
totalmente distinta. La geografía es pues el substrato”. Kant había también revisado sus ideas acerca de la relación de la geografía física y
otros tipos de geografía, afirmando que al igual que la geografía física
era la base de la historia, también lo era de todas las demás geografías posibles.
Un último rasgo de la geografía de Kant que se debe considerar aquí
es el lugar que le atribuía en su concepción más amplia de filosofía de
la ciencia. Para ello, es necesario volver a sus ideas sobre el conocimiento racional y empírico expresadas en la Crítica de la razón pura.
Kant sostenía que el conocimiento científico empírico se basa en la
experiencia y se ocupa de asuntos de hecho; se trata de un a posteriori.
Sin embargo añadía que “descansa en determinados principios y máximas universales, que, debido a que su veracidad se da por sentada al
principio de cualquier investigación empírica, no puede ser el resultado de dicha investigación. Estos axiomas son, por consiguiente, a priori.
Estas proposiciones a priori pueden ser analíticas o sintéticas. Las
proposiciones analíticas son verdaderas debido a las palabras utilizadas para formularlas y son, específicamente, juicios donde el predicado forma parte del sujeto; por ejemplo, un hombre alto es un hombre.
En cambio, las proposiciones sintéticas son todas las que no son analíticas y transmiten un significado acerca del mundo empírico. Tales
verdades sintéticas a priori sólo se justifican, según Kant, a través de
la reflexión, y su verdad debe ser una verdad necesaria; forman la
materia propia de la metafísica. Kant afirmaba que los hechos de la
geografía y la historia eran a posteriori y empíricos, derivados del sentido de la percepción y de la experiencia, mientras que las matemáti-
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
cas eran a priori y racionales.
El espacio y el tiempo en Kant son formas de intuición y no conceptos;
son aspectos subjetivos de nuestra percepción. Son a priori, desde el
punto de vista metafísico y epistemológico. Los argumentos metafísicos de Kant relacionados con la intuición del espacio reposan en :
primero que el espacio sirve para referir las sensaciones a algo externo y, por consiguiente, no pueden tratarse de un concepto empírico
extraído de la experiencia externa. En segundo lugar, dice Kant que
“no podemos imaginar un mundo sin espacio, aunque sí un espacio en
el que no hubiese absolutamente nada”. En consecuencia, el espacio
es un a priori necesario, subyacente a la percepción externa. En tercer
lugar, consideraba que sólo existía un espacio y, por ello, dicho espacio no era un concepto general de las relaciones entre las cosas. En
cuarto lugar, pensaba que ese espacio era una magnitud infinita, que
contenía todas las partes, en oposición a las relaciones entre un concepto y sus ejemplos. Como resultado de todo lo anterior, para Kant, el
espacio era una intuición y no un concepto.
Surgen, sin embargo, grandes problemas cuando tratamos de combinar los modos en que Kant hablaba de la intuición del espacio y del
tiempo en la Critica de la razón pura, y el empleo de dichos términos
en la Geografía Física para referirse al ámbito de la geografía y de la
historia. Como punto de partida, podemos avanzar que en la primera
obra utilizaba los términos en un sentido teórico, mientras que en la
segunda los concebía empíricamente.
El vínculo que establece Kant entre la geografía y el espacio, por una
parte, y la historia y el tiempo, por otra, tuvo gran influencia en el futuro
de la disciplina.
Si bien Kant proporcionó una justificación teórica a la geografía, sus
demás intereses filosóficos indican que no puso en práctica esas ideas.
Esta tarea incumbió a otros dos alemanes, Alexander von Humboldt,
nacido en 1769, y Carl Ritter, nacido en 1779. Estos dos eruditos han
sido considerados casi universalmente como los fundadores de la geografía moderna. Ambos fallecieron en 1859, año en que se publicó el
Origen de las especies de Darwin. Su labor consistió en reunir el abundante material empírico recogido por todo el mundo como consecuencia de las políticas de exploración y colonización europeas. La combi-
359
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
nación de los nuevos métodos científicos con esta actividad política
formó el caldo de cultivo para el nacimiento de la geografía como disciplina académica oficial. El logro de Humboldt y Ritter fue tomar los
avances técnicos y conceptuales de los viajes por el pacífico, y organizar y ordenar los conocimientos con objeto de mostrar su coherencia e
importancia, Humboldt desde el punto físico y Ritter desde el histórico
y regional.
ALEXANDER VON HUMBOLDT ( 1769-1859 )
Se sitúa en la tradición racionalista del siglo XIX. Se sabe que tuvo una
formación extraña, primero enfocada hacia lo que en Alemania entonces se llamaba economía, y que no tenía nada que ver con la economía política que acababa de aparecer en Francia con los fisiócratas y
en Inglaterra con Adam Smith. Se trataba de una amalgama confusa
de contabilidad y de fórmulas técnicas que tuvieron influencia en su
curiosidad y le permitieron sin duda abordar todos los aspectos de una
sociedad cuando estuvo en América, pero que no tuvieron influencia
profunda en su personalidad. Su orientación filosófica la adquirió en
los salones judíos de Berlín, que se había convertido en el centro de la
vida intelectual berlinesa, así como de su corta estancia en la Universidad de Götinga.
Su formación científica hizo de él un físico y un naturalista. La adquirió
en la Escuela de Minas de Freiberg, que acababa de ser fundada. La
adquirió sobre todo por un inmenso trabajo personal que le permitió en
particular pasar de los terrenos de la física y de la mineralogía, en los
cuales había trabajado casi exclusivamente al principio, al terreno de
la botánica, que tanto influyó en su pensamiento geográfico.
Durante sus estudios había conocido a Georg Foster, un alemán que
había seguido a su padre en los viajes del capitán Cook. Este encuentro fortaleció el deseo que ya tenía Humboldt de lanzarse a la exploración científica, confirmo su vocación de geógrafo y contribuyó, en otro
terreno, a impulsarlo al liberalismo político, en el momento que la Revolución Francesa conmocionaba a toda la sociedad europea.
Las ideas de Humboldt empezaron a ser conocidas con la aparición de
los volúmenes en los que ordenaba el resultado de sus cinco años de
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
peregrinaciones americanas3 . Se trata de una suma cuya preparación lo absorbió durante los veinte años de su vida en París, e incluso
más, puesto que el último volumen fue publicado en 1836. En estas
obras contenía un poco de todo, y el lector contemporáneo no podía
sacar de ellas una idea exacta de lo que llegaría a ser la disciplina
geográfica. Por ejemplo, la parte consagrada a la física del globo es
considerable, y esto nos conduce lejos de nuestro concepto actual de
la geografía. Los métodos de presentación de los resultados, el empleo sistemático de las ilustraciones, la utilización de mapas de
isolíneas, que Humboldt había sistematizado a consecuencia de la lectura de las publicaciones del astrónomo Halley, fue lo que favoreció la
aparición de la geografía moderna.
Humboldt contribuyó más directamente al nacimiento de un ambiente
de geógrafos por su labor de creador de instituciones científicas. Su
inmensa correspondencia permite poner en contacto innumerables investigadores, pero durante toda su vida estuvo en contacto sobre todo
con físicos y botánicos. Se sabe de su participación en la creación de
la Sociedad de Geografía de París, la primera de todas y que sirvió de
modelo a la mayoría de las que fueron fundadas en los años siguientes.
Humboldt no empezó a enseñar hasta su regreso a Berlín. Aceptó entonces pronunciar cierto numeró de conferencias sobre la filosofía natural. Contenían lo esencial de los temas que más tarde debían animar el Cosmos. Este texto abarca todos los aspectos del cosmos, da
una gran importancia a la astronomía y a la física del globo, y trata de
los problemas de la geografía humana sólo en pasajes muy breves.
CARL RITTER ( 1779-1859 )
La personalidad de Ritter es completamente distinta a la de Humboldt.
Proviene de un ambiente modesto y su carrera fue más clásica que la
de su contemporáneo Humboldt. Estudió pedagogía con los métodos
de Rousseau y Pestalozzi; luego hizo cursos en La Universidad de
Halle. Fue más tarde preceptor de la familia de los banqueros
Bethmann. Esto le permitió viajar por Europa y por Italia en particular.
En 1804, se publicó la primera parte de su obra en dos volúmenes
acerca de Europa. En 1807, se publicó el segundo volumen, y en ese
361
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
mismo año conoció a Humboldt. En 1813 se traslado a Götinga, donde
continuó con sus estudios que culminaron con la publicación del primer volumen de su obra Erdkunde. En los cuarenta y dos años siguientes escribió 20 volúmenes más. Erdhunde llevaba el subtítulo de
“una geografía comparativa general” y, junto al Cosmos de Humboldt,
se considera una de las dos obras fundamentales de la geografía moderna. Los volúmenes publicados de Erdkunde se centraban en Africa
y Asia, y pretendía abarcar tres temáticas principales: la tópica, relacionada con las formas establecidas de los continentes; la formal, que
se ocupaba de las características variables de los continentes; y la
material, relacionada con las distribuciones localizadas de aspectos
concretos de la naturaleza.Las unidades principales utilizadas en el
análisis eran los continentes, que a su vez se subdividían en vastas
regiones físicas y, luego, en unidades más pequeñas alcanzadas a
partir de la configuración y contenido detallados de áreas determinadas. Ritter, por ello a sido considerado padre de la geografía regional
moderna, en oposición a Humboldt, padre de la geografía sistemática
moderna.
La mayor diferencia entre ambos autores estriba en su consideración
de lugar que ocupaba el ser humano en el mundo natural. Para
Humboldt, los hombres formaban parte de la naturaleza, mientras
que el acento teológico de Ritter, muy influido por la teología natural de
la época, consideraba que la Tierra había sido diseñada por Dios para
beneficio de la humanidad. Además influido por el idealismo de Kant,
Schellin y Hegel, Ritter contemplaba la historia de los continentes como
producto del designio divino; el mundo era un lugar donde las personas podían aprender a conocer a Dios. Combinando una metodología
empírica con sus creencias teológicas, Ritter pretendía presentar la
geografía como una ciencia que proporsionarse a las personas una
mayor comprensión de Dios. Por ello, se ha calificado de humano el
objetivo prioritario de la geografía regional de Ritter, en oposición a la
geografía ampliamente física y sistemática de Humboldt.
3.- GEOGRAFÍA Y FILOSOFÍA
Desde la muerte de Humboldt y Ritter ( 1859 ) hasta nuestros días,
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
puede afirmarse, al menos de un modo general, que están presentes
en la geografía dos grandes corrientes filosóficas que influirán de un
modo diferente, según los distintos períodos de tiempo, en el pensamiento geográfico: “el positivismo “ y el “historicismo “.
Sin entrar en matizaciones, por filosofía puede entenderse, al menos
aquí, diferentes cosas: 1, una actitud personal hacia la vida y el universo, esto es, una especulación que intenta hacer frente a la dificultad y
a los problemas de vida no resueltos; 2, un método de reflexión lógico.
El intento personal de comprender lógicamente un problema concreto
y un intento de desarrollar una visión global, un sistema.
En definitiva, la filosofía trata de dar una visión general de las cosas,
en tanto que la ciencia es una actividad más analítica. Filosofía, intenta combinar las cosas elaborando una síntesis interpretativa que permita descubrir el significado de las mismas.
A.- EL POSITIVISMO Y LA GEOGRAFÍA
El deseo de realizar una ciencia “ positiva “ Es una aspiración que
procede del siglo XVIII. La expresión “positivo“ se usó ya durante la
segunda mitad de este siglo como contrapuesta a “sistema“, valorando los datos de observación frente a los sistemas científicos típicos del
racionalismo de la ilustración.
En geografía, la pretensión de realizar una ciencia positiva aparece
también tempranamente, en ese momento. Los años de la segunda
mitad del siglo XVIII habían visto surgir diversos “sistemas geográficos,
en los cuales a partir de la aceptación de ciertos principios generales
podían deducirse la configuración orográfica y lacustre de continentes
o regiones poco conocidas ( por ejemplo, de ello es el sistema de Deslile
y de Buache sobre las cuencas hidrográficas, a partir del cual deducían las alineaciones montañosas, y se llegaba a la conclusión de la
existencia de un mar interior y del estrecho de Fuca en América del
Norte. (broc,numa,1975 ) ( revue de geographie de lyon ), frente a
ellos los datos “positivos“ mostraban la falsedad de esas especulaciones cartográficas y las hicieron caer en el descrédito. De la misma
manera, frente a las especulaciones de un naturalista como Bufón sobre la existencia del continente austral, basándose en consideracio-
363
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
nes acerca de la formación de los hielos australes por grandes ríos
procedentes del polo sur, las expediciones de Cook, la Perouse o
Malaspina hicieron avanzar la “geografía positiva“ mediante los descubrimientos y observaciones en mares poco conocidos.
La expresión “positivo“ es usada en todos estos casos como sinónimo
de “empírico “. Pero el positivismo del siglo XIX es algo mas que eso.
Ea la vez, una metodología científica y una concepción filosófica del
mundo y de la ciencia.
El positivismo puede definirse como un método científico y como una
concepción filosófica del mundo, aspectos ambos que están íntimamente ligados entre si. Como método científico el positivismo es un
empirismo inductivo racionalista y decididamente antimetafisico. A ello
va unida una posición naturalista y un reduccionismo científico en que
las ciencias de la naturaleza se convierten en el modelo de toda
cientificidad, lo cual, a su vez, deriva lógicamente de la concepción
monista del mundo, que es esencial en este movimiento. Sus reglas
básicas fueron enunciadas por August Comte (1884) y se reducen en
esencia a tres reglas fundamentales: la primera se refiere a la “verdadera observación“, que es la única base posible de los conocimientos.
A partir de ahí enuncia como real fundamental que toda proposición
que no pueda reducirse estrictamente al puro enunciado de un hecho,
particular o general, no puede ofrecer ningún sentido real e inteligible.
La imaginación pierde su antigua supremacía y queda subordinada a
la observación, y como de hecho, no es posible conocer más que las
conexiones naturales entre los fenómenos observados.
La segunda regla se refiere a la necesidad de reducir el estudio solamente a lo que es, es decir, a los fenómenos, “renunciando a descubrir
su primer origen y su destino final“. El conocimiento positivo rechaza,
así, el conocimiento absoluto y afirma que éste “debe permanecer siempre relativo a nuestra organización y a nuestra situación “, de modo
que la s especulaciones racionales “ no pueden tener nunca la fijeza
absoluta que los metafísicos han supuesto “.
La tercera regla, postula la previsión racional como destino de las leyes positivas. Frente al empirismo estrecho que se limita a “una estéril
acumulación de hechos incoherentes “, “ el verdadero espíritu positivo
no está menos lejos, en el fondo, del empirismo que del misticismo;
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
entre estas dos aberraciones, igualmente funestas, debe avanzar siempre “. Ello significa que en las “leyes de los fenómenos es en lo que
consiste, realmente, la ciencia, a lo cual los hechos propiamente dichos, por exactos y numerosos que puedan ser, nunca procuran otra
cosa que materiales indispensables “. La verdadera ciencia, por el contrario, “lejos de estar formada por meras observaciones, tiende siempre a dispensar, en cuanto es posible, de la exploración directa, sustituyéndola por aquella previsión racional, que constituye, por todos aspectos, el principal carácter positivo “. De esta forma, el verdadera
espíritu positivo consiste, ante todo en ver para prever, en estudiar lo
que es, a fin de concluir de ello lo que será, según el dogma de la
invariabilidad de las leyes naturales.
La base esencial del método positivista es siempre el razonamiento
inductivo, que parte de la observación y mediante clasificaciones y
comparaciones se eleva a conclusiones generales, al descubrimiento
de leyes. Pero lo esencial en este razonamiento es su encadenamiento lógico, que es denominado con frecuencia en la época como “ deductivo “. En cualquier caso, es importante señalar que el objetivo del
razonamiento es alcanzar la ley, y que los hechos aunque son el punto
de partida, por sí solos no indican nada. Para interpretarlos hace falta
disponer de teorías.
Para el científico positivista el modelo de cientificidad esta constituido
por las ciencias de la naturaleza y. en particular por la biología - en el
Ssiglo XIX - y. sobre todo, la física matemática. Incluso las ciencias
sociales se intentan construir de acuerdo con ese modelo - las físicas
sociales y las biológicas sociales -. Las raicees de esta pretensión son
variadas. No cabe duda de que los grandes avances de dichas ciencias durante el siglo XIX y el cientifismo dominante en este siglo tuvieron que influir en ella. Pero este reduccionismo científico deriva también de un postulado filosófico, el de la unidad profunda de la ciencia y
del método científico.
El monismo positivista se opone al dualismo de origen cartesiano, que
había distinguido entre mundo físico y moral, y. mas cercanamente al
dualismo Kantiano. Generalmente es un monismo de base materialista, según el cual existe una sola realidad natural de la que el mundo
físico y el psíquico son dos caras o manifestaciones distintas de la
365
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
misma realidad. Se intente reducir la vida a un complejo de fenómenos
fisicoquímicos y se llegan a considerar hechos psicológicos como funciones cerebrales, emanaciones del cerebro, de la misma manera que
el hígado segrega la bilis.
Lo que la biología, y en concreto la obra de Darwin, pudo aportar fue la
explicación del proceso a través del cual se produce la selección natural y la evolución. Se trata, en primer lugar, de la existencia de las
variaciones aleatorias que se produce en los organismos vivos y que
pueden transmitirse hereditariamente, permaneciendo aquellas que
resultan más aptas y dan a los individuos algunas ventajas en relación
a las condiciones del medio o a otros animales. En segundo lugar, la “
lucha por la vida “, que es un resultado de la tendencia de las especies
a multiplicarse en progresión geométrica, da a estas variaciones
aleatorias una importancia fundamental. La variación lenta pero permanente de las especies hace difícil la clasificación zoológica o botánica, debido a la existencia de numerosas variedades intermedias.
Las ideas de competencia y selección tuvieron un eco inmediato en
las ciencias sociales y fueron, además, ideológicamente utilizadas para
justificar el naciente orden social capitalista, exaltando, como algo inscrito en el orden natural, la competencia y el triunfo de los mas aptos.
Además el desarrollo de la biología evolucionista hizo que se modificaran las ideas que se tenían sobre el equilibrio de la naturaleza y
sobre una nueva perspectiva el problema de las relaciones entre los
seres vivos y el medio natural.
El evolucionismo se convirtió en una síntesis explicativa de toda realidad, una síntesis que permitiría enlazar los conocimientos científicos
particulares adquiridos inductivamente en las diferentes ciencias. El
principio evolutivo se extendió también a las ciencias sociales, e incluso autores como Heribert Spencer se aplicaron a la tarea de integrar
de una sola formula la evolución inorgánica, orgánica y “ superorganica
“ o social. La evolución de la sociedad se integra así en el marco general de la evolución universal, obedeciendo a sus mismas leyes, aunque aceptando que posee mayor complejidad. El principio fundamental de la evolución, a saber “el paso de un estado de homogeneidad
relativamente, definido e incoherente a un estado de heterogeneidad
relativamente definido y coherente” se extendió también a la compren-
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
sión de la evolución social.
Los geógrafos, quienes son los que nos interesan aquí, tampoco podían quedar al margen de este gran movimiento intelectual si quería
que se reconociera a su ciencia un carácter científico. El análisis del
pensamiento de los primeros maestros universitarios de la geografía
institucionalizada muestra claramente que sus concepciones científicas están intensamente modeladas por las concepciones positivistas
y evolucionistas.
B.- LA GEOGRAFÍA POSITIVA, DETERMINISMO GEOGRÁFICO, LA
OBRA DE RATZEL.
El impacto de las ideas positivistas y evolucionistas fue particularmente intenso en la geografía alemana, debido a la relativamente temprana institucionalización de esta ciencia en dicho país. Las criticas a la
obra de Ristre se hizo precisamente a partir de estas concepciones, y
supone una reacción contra las ideas románticas e idealistas dominantes en el primer tercio del siglo. En los escritos de los primeros
maestros de geografía universitaria de los años 1870 - Kirchhoff, Ratzel,
Richthofen - la influencia del positivismo y del evolucionismo es bien
patente. La obra de uno de ellos, Federico Ratzel, puede servirnos de
ejemplo del impacto de dichas concepciones en la geografía alemana.
La geografía humana empezó a definirse como rama científica mas en
la tradición de la etnografía que en la tradición de las descripciones
regionales. El interés por los pueblos primitivos - de raicees antiguas
como hemos visto antes, pero acentuado durante el siglo XIX como
resultado del nuevo empuje de la colonización europea y de la intensificación de las exploraciones-, provoco durante este siglo el desarrollo
de la etnografía y la multiplicación de las discusiones sobre la unidad
de la especie de la unidad humana y de la superioridad relativa de
unas razas respecto a otras. Geografía y etnografía eran en la segunda mitad del siglo XIX disciplinas muy relacionadas, hasta llegarse a
confundir las obras de los geógrafos y ser consideradas como obras
de etnografía. Como es el caso de Federico Ratzel.
Sus estudios de Zoología le hicieron familiarizarce muy tempranamen-
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EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
te con las ideas de Darwin, sobre las que incluso llego a publicar un
comentario en 1869, enterándose también durante el tiempo que duraron sus estudios en la Universidad de Jena por la obra de Haeckel,
profesor de Zoología de aquella universidad y creador de la ecología.
De el procedieron, sin duda, muchos planteamientos ratzelianos sobre
las interacciones entre los organismos vivos y el medio ambiente.
Ratzel sigue en diversos aspectos ideas que proceden de Carlos Ritter,
así mismo se separa de él y sigue caminos que enlaza sobre otras
preocupaciones y otras concepciones. Ratzel, sobre todo critica a Ritter
por no haber sabido dar un método a la geografía para estudiar problemas humanos: “a Ritter que dio al estudio de la antropogeografía notable impulso, le falto una sola cosa, pero importantísima: no indico prácticamente como estos problemas deberían abordarse”
En la base de la visión geográfica de Ratzel se encuentra su concepción orgánica de la tierra, que lo conduce a su planteamiento integrado
de fenómenos vitales - “concepción orgánica “ o “biogeografica” - y
que hace a Ratzel no solo el primer geógrafo que identifica geografía
con ecología humana. La concepción de la tierra que considera el elemento sólido, liquido y aéreo, al igual que toda forma de vida que de
ellos emane y en ellos florezca, como un todo inseparable, unido con
la historia y por acciones reciprocas ininterrumpidas. Ratzel se opone
al enfoque científico que conduce a considerar separadamente los diferentes aspectos de la vida en el planeta.
Ratzel constituye un buen esfuerzo por conjugar el enfoque positivista
por una parte y la necesidad de unir la geografía física y humana, a fin
de dar identidad y hacerle un sitio en el campo de la ciencia. Las ideas
esenciales en su obra Antropogeografia proceden fundamentalmente
de la convergencia entre su concepción orgánica o biogeografica, su
preocupación por los problemas de la difusión y migraciones.
La actitud positivista lo conduce a la transferencia de conceptos y teorías de las ciencias naturales a las ciencias humanas que encuentra
su más acabada expresión en la utilización que Ratzel hizo de conceptos biológicos y ecológicos para interpretar hechos de geografía política. Su punto esencial en este aspecto es la teoría del “ espacio vital “.
En su estudio de la distribución espacial de los seres vivos Ratzel observa que “ entre el movimiento de la vida, que nunca reposa, y el
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
espacio de la tierra, cuyo tamaño no crece, existe un claro contraste:
de ese contraste se origina la lucha por el espacio “.
La preocupación por el espacio vital lo conduce a ocuparse también
de los limites, de las fronteras de este espacio. Los limites se consideran no solo como las líneas que delimitan el espacio de un grupo de
individuos, sino también como un campo de lucha.
El espacio vital viene a ser así el área geográfica dentro de la cual se
desarrollan los organismos vivos. El territorio y la historia común son
los caracteres que contribuyen a unificar a los pueblos. Todo pueblo
da lugar a un estado. El estado, a su vez, se eleva por encima de todas
las clases sociales, que deben formar un frente común para defenderlo de los enemigos exteriores.
La potencia de los estados está en relación con diversos factores, entre los cuales las condiciones naturales y las aptitudes políticas. La
grandeza de los estados depende del área y de los habitantes que son
considerados dos fuerzas políticas decisivas; pero también depende
de la posesión de medios de dominio, de naturaleza material e intelectual, y especialmente la estabilidad de la institución política. Los limites marcan de una manera precisa a los grandes estados; los estados
de los pueblos civilizados mas avanzados son todos cerrados, circundados de limites exactamente conocidos.....los estados de los pueblos
que se encuentran en el escalón bajo de la civilización son pequeños,
débiles, faltos de todas las instituciones y también sin fronteras precisas.
En resumen , este entendimiento de la dinámica evolutiva, que Ratzel
expuso ampliamente en sus trabajos etnográficos, es el que subyace
y actúa como argumento básico en sus elaboraciones geográficas. En
los dos dominios en los que esas elaboraciones resultan más acabadas y fecundas - en los de la geografía humana y la geografía política
-, se encuentra siempre presente la idea Ratzeliana de que los procesos humanos, sociales y políticos que tienen lugar en el espacio geográfico responden a esquemas de determinación causal en los que las
condiciones naturales desempeñan un papel incuestionablemente decisivo. Y, junto a esa idea, el discurso ratzeliano incorpora una dimensión organicista que aparece así mismo vinculada a las perspectivas
biologistas dominantes en la época. Sobre esa doble base,
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EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
determinismo natural y organicismo, articula Ratzel sus planteamientos geográficos: las nociones de “ espacio “ y de “ oposición “, fundamentales en todo discurso, aparecen así cargadas de sentido en la
medida que interfieren continuamente en la dinámica evolutiva de sociedades o estados que se comportan como verdaderos organismos.
La dimensión espacial o geográfica se encuentra así congruentemente
integrada en la perspectiva evolucionista y organicista que articula el
razonamiento ratzeliano.
El discurso ratzeliano aparece así articulado como una construcción
rigurosamente consistente en términos conceptuales y metodologicos:
la perspectiva biologista permite edificar un razonamiento en el que
los procesos humanos, sociales y políticos responden siempre a una
dinámica evolutiva decisivamente determinada por las condiciones
geográficas.
Pero el pensamiento ratzeliano, bastante influyente en posteriores elaboraciones geográficas, no se encuentra exento de problemas y dificultades. El determinismo natural o ambiental, planteado en la obra
ratzeliana con generalizada inflexibilidad - y vinculado a una lectura
del evolucionismo próximo a la del darvinismo social -, conlleva tanto
una injustificada simplificación unilateral de las nociones darvinistas
como, por otra parte, una sensible y distorsionada reducción de la complejidad de las dinámicas espaciales - humanas, sociales y políticasanalizadas. Esa reducción, bastante generalizada en el contexto de
un conocimiento decimonónico empleado, como vimos, en descubrir
leyes universales garantes de un saber totalizador, aparece fuertemente
intensificada en el pensamiento ratzeliano, y ello supone una acentuada polarización naturalista en la caracterización de los esquemas de
determinación causal adoptados. Si el determinismo geográfico estaba presente en los planteamientos de Humboldt y Ritter, en el pensamiento de Ratzel ese determinismo aparece ya desprovisto de sus
anteriores connotaciones cosmogónicas o teleológica.
4.- EL HISTORICISMO Y LA GEOGRAFÍA:
El historicismo como corriente filosófica aparece a finales del siglo XIX
en reacción al positivismo. Esto es, en los últimos decenios del siglo
JORGE ISAAC RAMIREZ
XIX se
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acusan cambios importantes en el panorama científico y filosófico europeo. Hay una reacción neta contra el positivismo y el naturalismo,
y se ponen en cuestión de forma amplia principios aceptados antes
como indiscutibles. En geografía, ello coincide con el desarrollo de la
escuela regional y del paisaje, con la afirmación del carácter ideográfico de la ciencia, ( nota : carácter ideográfico, el que se propone la
descripción de los hechos particulares, sin la pretensión de formular
leyes universales de aplicación ), que acepta ahora facultades como la
intuición y desvía el objetivo hacia la comprensión de una realidad
considerada compleja. Todo ello da lugar a una modificación, en ocasiones muy perceptible, respecto a la etapa anterior; a un enfrentamiento que no deja de ser confuso debido a la aceptación de algunos
rasgos del periodo precedente y por la pervivencia latente de ciertas
actitudes positivistas.
La crisis del positivismo se refleja sobre todo, en lo que a nosotros nos
interesa, en la crítica del modelo naturalista de cientificidad y en la
afirmación de la especificidad de las ciencias humanas, derivada a su
vez, del rechazo del monismo y de la afirmación correlativa de la
antinomias naturaleza-historia. Ello tiene consecuencias metodologicas
importantes, como son el desplazamiento del objetivo del conocimiento científico desde la explicación a la comprensión y a la necesidad de
justificar teóricamente una ciencia de lo singular.
La división entre naturaleza e historia dio lugar a dos sistemas de ciencias diferenciadas igualmente validas: las ciencias de la naturaleza y
las ciencias humanas o del espíritu. Una y otras son distintas por la
especificidad de sus objetos y por la de los métodos o instrumentos a
emplear; por consiguiente, no puede aceptarse en las segundas una
simple transferencia de los métodos o conceptos de las primeras. La
originalidad de las ciencias humanas deriva del hecho que el investigados no estudia un objeto exterior a él, sino una realidad en que él
mismo está inmerso. Esta realidad puede ser abordada por una pluralidad de métodos, sin excluir los de la naturaleza, pero sin que sea
aceptable un reduccionismo naturalista.
Característica esencial de la realidad humana es su “ historicidad “, la
existencia de un desarrollo histórico en que los individuos y los grupos
sociales actúan movidos por una intencionalidad y aceptando unos
371
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
valores. Esta exaltación de la historia alcanza tal dimensión que la
expresión “ historicismo “ llega a designar a una de las más caracterizadas corrientes de la creación antipositiva.
A lo largo del siglo XIX la perspectiva histórica se había ido introduciendo en todas las ciencias, por lo que a veces puede hablarse de un
historicismo decimonónico. El historicismo romántico y positivista, pretendía simplemente reconstruir, exigiendo rigor en la determinación de
los hechos históricos, y aceptando que cada unidad histórica tiene un
valor propio e igualmente estimable. Pero el historicismo de fines del
siglo XIX planteo desde una perspectiva teórica el problema de la validez del saber histórico y elevo la historia a categoría explicativa de la
realidad social, al considerar que ésta es el resultado de un desarrollo
y, por consiguiente, la descripción de dicho desarrollo desde su origen
es esencial e indispensable para entender la realidad. “ toda acción
humana, lleva en si la historia, es fruto del devenir, y ella misma esta
sometida a cambio. Por eso la realidad social es siempre histórica, e
histórico es necesariamente todo objeto de las ciencias humanas. Por
tanto, las ciencias humanas, creadas históricamente, no hacen más
que dar cuenta de esta historicidad esencial de la realidad.
Naturalmente, la introducción de la historia como elemento esencial
en la misma naturaleza de algo, supone introducir una dimensión de
extraordinaria complejidad, ya que la historia esta compuesta por una
sucesión de acontecimientos singulares, realizados además,
intencionalmente. Uno de los principios básicos del historicismo, consiste “ en sustituir a una consideración generalizada y abstracta de las
fuerzas historico-humanas la consideración de su carácter individual “.
Esta singularidad se diferencia del carácter uniforme y repetible de los
fenómenos de las ciencia s naturales, que nos permite un conocimiento determinista de la naturaleza. Si se quiere entender la realidad humana, la historia ha de describirse en su totalidad, exhaustivamente y
no puede subsumirse en una teoría legalmente explicativa, necesariamente abstracta y, por ello mismo, reflejando insuficientemente la complejidad de la vida real. La aprehensión de la realidad social ha de
hacerse mediante un conocimiento comprensivo, que describa las
individualidades históricas y tenga en cuenta las intenciones que dirigen la acción individual o social, que parta de lo vivido en su totalidad,
JORGE ISAAC RAMIREZ
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que reconstituya lo individual y que capte los tipos, es decir, “el conjunto de caracteres constantes que tiene relación funcional uno con otro,
o sea que varían correlativamente y se acompañen constantemente”.
La oposición entre la explicación generalizante positivista - que ahora
se considera propia de las ciencias de la naturaleza, y que consistirá
en establecer la conexión causal entre los fenómenos de la experiencia sensible y la comprensión historicista, es un elemento básico de la
reacción metodología. Conduce a la aceptación en el conocimiento
científico de facultades que no serian admisibles para un positivista,
tales como la intuición, la sensibilidad o el sentimiento poético.
La introducción del desarrollo histórico como elemento esencial en la
realidad social de algo implica, la aparición de lo particular y de lo
singular como objetivo del conocimiento científico. De una manera
concreta, el objetivo de las ciencias humanas consistiría, pues, en aprehender lo singular, lo individual de la realidad historico-social, conocer
las regularidades que actúan en su producción, establecer fines y normas de su desarrollo.
Pero para que esta aprehensión de lo singular pudiera ser considerada científica con el mimo rango que la cientificidad generalizante de
las ciencias de la naturaleza, hacia falta justificar teóricamente la posibilidad de esa ciencia de lo singular.
Esta fue tarea a la que se dedico Wilhem Windelband ( 1894 ), resucitando la distinción kantiana entre clasificaciones lógicas y físicas, escribe, citando Kant:
“podemos referirnos a nuestras percepciones bien de acuerdo con
conceptos, bien según el tiempo y el espacio en que se encuentran
realmente. La clasificación de las percepciones según los conceptos
es lógica mientras la que se realiza según el tiempo y el espacio es
una clasificación física. Por la primera obtendremos un sistema de
naturaleza, tal como el de Linneo, y por la segunda una descripción de
la naturaleza “
Windelband clasifico las ciencias de la experiencia en nomoteticas e
ideográficas, Las primeras se preocuparían por la constante y permanente, y tratarían de descubrir las leyes de la naturaleza, mientras que
las segundas se interesarían por lo único o singular, por los hechos o
acontecimientos, por las condiciones circunstanciales en el tiempo y
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EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
en el espacio.
La oposición entre naturaleza y espíritu, correlativamente, la distinción
entre ciencias naturales y humanas planteaba a la geografía recién
institucionalizada un grave problema, por el peligro de disgregación
entre una geografía física, que tenía ya un fuerte arraigo en la disciplina, y otra humana, que iniciaba un rápido desarrollo tras el primer
intento de sistematización realizado por Ratzel. “este dualismo entre
lo físico y lo humano suponía una seria amenaza para la continuidad
de la disciplina “.
Frente a este dualismo “ amenazador “, la geografía se configuro como
la mas segura vía para la supervivencia de la disciplina. La propia
tradición geográfica, por un lado y las aportaciones teóricas del
historicismo, por otro, facilitaron los fundamentos para este camino
integrador. Y la afirmación del carácter ideográfico de la geografía permitió resolver los problemas del conocimiento que se presentaban.
La consideración de la geografía como una disciplina de los singular
era fácilmente aceptable porque, en este sentido, podía esgrimirse
explícitamente el pensamiento Cantina. Efectivamente, Kant había aludido a la geografía al exponer su distinción entre clasificaciones lógicas y físicas. Para el, según la clasificación física “las cosas se consideran de acuerdo a su localización sobre la tierra “, mientras que el
sistema ” hace referencia a su lugar en su clase, la descripción geográfica de la naturaleza muestra donde aparecen en la tierra “ se considera el marco de naturaleza, la tierra misma y los lugares en que las
cosas se encuentran realmente, en contraste con los sistemas en que
se pregunta no sobre el lugar de nacimiento, sino sobre la similitud de
las formas, geografía e historia aparecen hermanadas en el pensamiento Kantiano como ciencias aparte: la historia y la geografía podrían ser denominadas, por así decir, una descripción, con la diferencia de que la primera es una descripción según el tiempo y la segunda
una descripción según el espacio. De aquí que la historia y la geografía aumenten nuestro conocimiento respecto al tiempo y el espacio
......La historia, por consiguiente, difiere de la geografía solo respecto
al tiempo y al espacio. La primera es, como se ha señalado, una relación de acontecimientos que se suceden en el tiempo, la otra una relación de hechos que se dan unos juntos a otros en el espacio, La histo-
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
ria es una narración, la geografía es una descripción......
Geografía es el nombre para la descripción de la naturaleza y del conjunto del mundo. La geografía y la historia llenan el área entera de
nuestra percepción: la geografía, la del espacio, la historia, la del tiempo”. (Citado por Vila Valenti, 1984).
Al realizar estas consideraciones, Kant tenía presente, sin duda, la
geografía del siglo XVIII, que se había desarrollado esencialmente siguiendo la geografía especial de Varenio y había dado lugar a monumentales compilaciones de datos sobre reinos y países. Por ello, la
nueva valoración de la geografía regional a fines del siglo XIX podía
fácilmente remitirse al pensamiento Kantiano, integrando al mismo tiempo la idea de interpelación entre elementos heterogéneos que se combinan en el espacio, idea desarrollada por el ambientalismo naturalista.
La geografía trataría, de las diferencias localizadas en la superficie
terrestre, y describiría unidades espaciales, definiéndolas y comparándolas entre si. Los conceptos básicos son los de diferenciación y
asociación espacial. La geografía se ocuparía de solo aquellos fenómenos que dan cuenta del carácter variable de la superficie terrestre.
Cada lugar concreto aparece identificado por la particular asociación
de fenómenos que se da en el, distinta de la que se da en otros lugares. La geografía se separaba así esencialmente de las ciencias sistemáticas basadas en categorías separadas de fenómenos. y se aproximaba a las ciencias históricas, de las que, sin embargo, se diferenciaba por la dimensión cronológica que era inherente a éstas. Respecto a
las ciencias sistemáticas que también estudiaban distribuciones espaciales de fenómenos particulares (como plantas, animales y otros ) y
sus causas, la geografía se diferenciaba de ellas al insistir en la asociación espacial de fenómenos que contribuyen a dar el carácter particular a un territorio.
La asociación espacial suponía sobre todo, interpelación de los diversos fenómenos que coinciden en el espacio. El análisis regional adquiría una complejidad que no tenían los estudios realizados por la concepción ambientalista, que pondría énfasis en las relaciones hombremedio, los cuales se limitaban generalmente a estudiar de forma sucesiva e inconexa la relación de cada uno de elementos ( agua, aire,
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EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
plantas, animales, y hombre ) con el terreno.
Cada territorio había de estudiarse en sí mismo, en su integridad, sin
separar ni privilegiar unos fenómenos u otros, ya que naturaleza y hombre pertenecen al carácter propio de un territorio y esto de tal forma
que no pueden ser separados uno de otro. con ello se aseguraba el
carácter unitario de la disciplina y se evitaba el dualismo que supondría estudiar separadamente los aspectos físicos y humanos.
En Francia, por ejemplo, la geografía humana a partir de la simulación
de métodos y problemas de otras ciencias sociales, de la incorporación consciente de la herencia alemana, realizada por los geógrafos
de finales del siglo, en particular Eliseo Reclus y Paul Vidal de la Blache;
y de la reacción critica contra la antropogeografía de Ratzel en la que
intervinieron sociólogos (como Durkheim), historiadores (como, Lucien
Febvre), en relación sobre todo con el problema de la influencia del
medio físico en la evolución histórica. La figura de Vidal de la Blache (
1843-1918 ) es el punto de referencia insustituible en la formación de
la escuela geográfica francesa y en el desarrollo de una teoría de la
geografía humana.
Sus ideas esenciales son el estudio de la naturaleza y el hombre, destaca como el medio natural le proporciona una gama de posibilidades
que él desarrollara de acuerdo a sus deseos y capacidades, creando
así un hábitat. El hombre, por otra parte, establece relaciones con el
medio no de forma individual, sino a través del legado histórico de los
objetivos fijados por el grupo al que pertenece; por lo tanto, este enfoque vidaliano concede una gran importancia a la historia y a ella aconseja acudir para evaluar los “ marcos de vida “ y los “ objetivos cambiantes de los grupos humanos “.
Otro concepto esencial es el de “géneros de vida “, que son productos
y reflexiones de una civilización y el resultado integral de las influencias físicas, históricas y sociales que rodean la relación del hombre
con el medio en un espacio concreto. Vidal de la blache propone la
necesidad de estudiar la naturaleza y la sociedad de forma holistica, y
es preciso el dialogo establecido entre hombre y el medio del que resulta el abigarrado paisaje de un país.
El “genero de vida “ estaría integrado por tres componentes: producción material en relación a los recursos materiales, medios de nutri-
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
ción y combinación de actividades agrarias y no agrarias. Vidal relaciono la noción de genero de vida y medio natural con el concepto
medios de vida, es decir, con la adaptación de los recursos naturales
de los medios por diferentes pueblos.
Un concepto a su vez importante es el de “ región “ o “ la región “,
considerada globalmente, agrupando todos los rasgos de relieve, clima, suelos, vegetación, agricultura, minería, industria, comunicaciones y hábitat, rasgos unidos y ensamblados en un paisaje visible, formando un todo orgánico, y siendo sus partes interdependientes. Cada
región está influida, desarrollada y modificada por la acción del hombre, y, por tanto, el paisaje es el resultado de la acción sucesiva de
generaciones de pueblos.
Así pues, Vidal no separa el medio del hombre. Hombre y naturaleza
se interpenetran a lo largo del tiempo. Ambos constituyen un todo, un
amalgama que cristaliza y forma a lo largo del tiempo una región con
unos caracteres distintivos que la hacen única, puesto que toda región
tiene muchas de las circunstancias y características locales, y, así, lo
que es significativo en una de ellas carece de valor en otras.
Las ideas básicas son el enfoque claramente antideterminista y el subrayar que el objetivo no era establecer relaciones causales y leyes
sobre las relaciones hombre-medio, sino observar las mutuas relaciones del hombre y el medio físico a través del medio biótico ( agricultura
y ganadería ), y que estas relaciones no pueden entenderse señalando limites entre los fenómenos del medio natural y los culturales, sino
que deberían considerarse como íntimamente unidas e inseparables.
Cada comunidad se acomoda a través de unos géneros de vida a las
condiciones naturales dejando su impronta especial, y el resultado de
este sutil ajuste refleja siglos de actuación del hombre sobre el medio.
Por lo tanto, cada sociedad tiene características propias e irrepetibles;
incluso éstas pueden no producirse en otros territorios de condiciones
naturales semejantes. A lo largo del tiempo, el grupo humano y la naturaleza se adaptan de tal modo que sus relaciones son tan intimas y
sutiles que es inútil tratar de delimitar la influencia del hombre sobre el
medio y la de este sobre aquel. Ambas influencias se funden en un
todo que se cristaliza en un paisaje, en una región con su propia personalidad.
377
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
5. -LOS CONTEXTOS DE LA NUEVA GEOGRAFÍA
A partir de los años 1950 la geografía conoció una profunda conmoción en el mundo anglosajón, lo cual dio origen a la llamada revolución
cuantitativa, de la que surgió una nueva geografía. Factores diversos
incidieron en la crisis generalizada de las ciencias sociales, y provocaron la aparición de nuevas tendencias, que encuentran una sólida base
en el auge de las corrientes neopositivistas.
El triunfo de la reacción antipositiva a fines del siglo pasado y comienzos del siglo XX no había supuesto la desaparición total de aquella
corriente en las ciencias sociales. El positivismo continuo más o menos de forma soterrada, y actitudes naturalistas y evolucionistas pueden encontrarse de manera u otra mediante los decenios del siglo en
prácticamente todas las ciencias, incluida la geografía. De hecho, puede
afirmarse que la línea del positivismo nunca se interrumpió.
A partir de estas líneas de continuidad, el nuevo positivismo comenzó
a desarrollarse. Un rechazo esencial a la metafísica o del idealismo
era el cemento común del grupo de filósofos procedentes de diversas
ramas de la ciencia, y en particular de la física y de las matemáticas,
los cuales fueron desarrollando una concepción colectiva de la filosofía concebida como un “positivismo lógico“. Los objetivos de este movimiento filosófico aparecieron en el manifiesto del circulo de Viena.
Pretendían una ciencia unificada, para lo cual era necesario buscar un
lenguaje exento de contaminación subjetiva y de juicios ,de valor, un
lenguaje neutro, inspirado en el análisis lógico. En este ultimo caso en
lugar de propugnar un esquema explicativo determinista y un método
de investigación inspirado en las ciencias de la naturaleza y, más concretamente, en la biología de Darwin, estos científicos propugnan también, partiendo de la experiencia, el establecimiento de proposiciones
empíricas y proposiciones analíticas basadas en la lógica y las matemáticas. Sin duda alguna, la mayor diferencia entre el positivismo
determinista del siglo XIX y el nuevo positivismo es el rechazo a una
interpretación determinista y causal entre la relación de fenómenos.
Este hecho esta ligado a la evolución del espacio y tiempo en la física,
que rompe con el esquema Newtiano y aparece la concepción del espacio relativo y las leyes de probabilidad para explicar el comporta-
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
miento de las partículas elementales.
Aparece con ello el campo de la indeterminación, en el cual las realidades o, mejor, las pretendidas realidades que escapan al determinismo
de la ciencia y que, por consiguiente, abren el nuevo cauce teórico del
indeterminismo, son las que resultan de la combinación de dos mediciones exactas. El Universo de las partícula atómicas se halla regido
por un estatuto de objetividades de las que se conocen la mitad de los
datos; la otra mitad resulta desconocida.
Así pues, vemos como la probabilidad constituye la esencia del enfoque en la física y llega a considerarse como la raíz de la objetividad
física. Es, por tanto, el positivismo lógico del circulo de Viena la filosofía que proporciono la base de la nueva física y está, a su vez, fue el
modelo que inspiro a las ciencias sociales.
Además de la influencia filosófica del positivismo es preciso destacar
las insuficiencias del enfoque regional clásico, poco adecuado a la
problemática de una sociedad urbana e industrial. Por otra parte, Europa y Estados Unidos salían de la II guerra mundial con resultados
muy diferentes, ya que Europa, campo de operaciones militares, salía
destrozada, en tanto que Estados Unidos se consolidaba como potencia hegemonía en franca expansión económica. En ambos espacios
se considero necesario la organización territorial de la economía y del
desarrollo económico. Era necesario “domesticar el crecimiento“, siendo
necesario para ello buscar las “leyes“ que regían la organización del
espacio a fin de ordenar armónicamente el desarrollo económico a
través de una creciente intervención del estado.
A esta demanda social acudió la geografía tanto en los países occidentales como en los socialistas. Este hecho es importante, ya que
supuso romper con un aislamiento tradicional y diversificar su producción. A partir de la década de los 50, el espacio y su organización va a
ser la preocupación dominante en los países sajones, rivalizando con
economistas, arquitectos y otros científicos que crean toda una nueva
disciplina llamada “ ciencia regional “.
En este contexto filosófico y social, la comunidad de geógrafos no se
comporto uniforme, ya que las circunstancias eran diferentes; por ello,
mientras que en los países sajones hubo un fuerte debate sobre el
papel de la geografía en el campo científico, y se urgía formular nue-
379
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
vos conceptos y métodos mas acordes con los de la “ciencia“, en Francia, Alemania y países mediterráneos, el debate y la introducción del
paradigma cuantitativo fue mas tardío y no aparece hasta la década
de los años 70.
En relación con todo ello como aparece otra vez la propuesta explícita
de crear una “ física social “, vieja aspiración del pensamiento ilustrado
del siglo XVIII renovada, como ya vimos, por el positivismo decimonónico.
El físico J.Q. Steward emprendió un decidido esfuerzo para establecer
claramente las relaciones funcionales entre física y ciencias sociales,
Proponía que se analizaran las situaciones demográficas, económicas, políticas y sociológicas en términos de dimensiones puramente
físicas tales como tiempo, distancia, masa social, temperatura social,
deseo y numero de personas; estos factores convertían la estructura
dimensional de la física social en una estructura isomorfa con la física,
pero exigía una visión macrocósmica de los problemas.
Naturalmente la utilización de teorías físicas para explicar por analogía situaciones que se producen en el campo de la geografía humana
se hizo entonces una práctica común: la teoría newtoniana de la gravitación para explicar la configuración de las áreas de atracción de los
grandes centros comerciales, fue ampliamente usada en geografía
urbana; la disminución de la emigración a partir de un centro se comparo a la emisión de un rayo luminoso en el que la luz es absorbida
gradualmente por el medio en el que circula, disminuyendo con la distancia al foco emisor; el estudio del trafico por las autopistas se hizo
utilizando la teoría de los fluidos, y del comercio a partir de teorías
eléctricas. Los conceptos de la termodinámica, que están en la base
de la teoría general de sistemas, se hicieron ahora de uso general y
temas como el de la entropía pasaron a ser investigados con referencia a sistemas humanos.
UNA GEOGRAFÍA CUANTITATIVA.
La transferencia de teorías y conceptos de un campo a otro de la ciencia solo es posible con una lenguaje altamente formalizado y una base
matemática común. Además, existe ahora una aspiración general para
que las teorías científicas se presenten en forma clara, coherente y
JORGE ISAAC RAMIREZ
. E
rigurosa, que evite las contradicciones internas, lo cual solo puede
conseguirse presentando dichas teorías matemáticamente. (
Bunge,1962 ). Se resalta ahora que, puesto que la matemática es el
lenguaje de la ciencia, debe serlo también de la geografía.
Aquí radica - y no simplemente en la utilización de la estadística -, uno
de los motivos esenciales que conducen a la matematizacion de la
geografía, a la aparición de la geografía “ cuantitativa “. El uso de simulaciones y de juegos, el empleo de nuevas técnicas estadísticas
como el análisis factorial y la estadística no paramétrica se hace cada
vez mayor. Con ello, el lenguaje de la teoría de la probabilidad se convierte en un lugar común en geografía. Se afirma que “ las leyes no
tienen que ser necesariamente causales, y que desde el descubrimiento
de la indeterminación por Heisenberg se sabe que pueden ser también estocásticas; ley causal sería una ley estocástica con alto grado
de certeza “ ( Vila Valenti 1987 ).
El énfasis que se opone ahora en el espacio conduce, lógicamente, la
atención de los geógrafos hacia la geometría. Si la geografía es “ esencialmente morfológica “, son las formas espaciales las que hay que
investigar, lo cual supone un análisis geométrico. Y con ello apareció
la discusión sobre el carácter absoluto ( Newtoniano ) o relativo (
Eisteiniano ) del espacio, y sobre las geometrías apropiadas para el
tratamiento de los distintos problemas espaciales. Las geometrías noeuclidianas se consideraron mas aptas para los análisis que implicaban conceptos relativos del espacio, como ,por ejemplo, los relacionados con la medida de la distancia, la cual está “ determinada por la
actividad y la influencia de los objetos “. La teoría de grafos en el estudio de los distintos tipos de redes ( redes de transporte, redes fluviales
etc. ) se convirtió en una fuente de fecundas innovaciones.
La preocupación por la geometría, por lo que Harvey llamó “ el lenguaje de la forma espacial “, esta íntimamente relacionado con el énfasis
que ahora se pone en el espacio. La localización espacial de la población y de las actividades se convierten en el tema destacado de la
investigación. El espacio terrestre, la organización espacial, las distribuciones y asociaciones espaciales, las estructuras espaciales, las
regularidades en el espacio son cuestiones que pasan ahora a primer
término en las preocupaciones de los geógrafos.
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EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
Esta nueva formulación de hecho le dio un nuevo replanteamiento a
los problemas claves de la geografía, veamos:
El primero de ellos, el referido a, la comprensión del enorme sistema
de interacción que comprende toda la humanidad y su medio ambiente natural sobre la superficie terrestre; es tematizado ahora a partir del
enfoque de sistemas como el más importante esfuerzo metodológico,
por ejemplo Chorley, autor de una importante aproximación a la geografía física, señala que la geografía “ se ocupa y preocupa de las
manifestaciones espaciales tangibles del contacto e intercambio continuado que mantienen el hombre y su medio ambiente habitable”.
El concepto de ecosistema, ha sido, en particular, el que ha atraído la
atención de los geógrafos como “ modelo de realidad “, y lo han recomendado como marco conceptual para la investigación geográfica.
El otro problema clave esencial de la geografía, el cronológico - regional -, se ve también afectado por la crisis del historicismo. La critica se
fundamenta en desvalorizar el estudio regional, oponiéndose a la consideración de la región como un todo único, un todo que seria mas que
la simple suma de sus partes y que no podía ser explicado aplicando
los métodos científicos normales, sino solo aprehendiendo en su totalidad. La región no es más que un laboratorio donde se comprueba la
validez de las teorías propuestas por el geógrafo sistemático.
En este sentido desaparece así el problema de identificar unas regiones que el geógrafo posibilista suponía, según hemos visto, como realidades existentes que había que identificar y comprender. La
regionalización se desecha como un fin en si misma y pasa a se, considerada como una forma de clasificación. Con todo, el estudio de la
región no desaparece del todo, sino que se replantea ahora en términos diferentes. Las regiones polarizadas, es decir, organizadas por
una red urbana, pasan a ser consideradas como ejemplos de sistemas abiertos, y estudiados a partir de la teoría general de los sistemas.
La semejanza entre los sistemas abiertos y las regiones polarizadas
(o nodales o funcionales ) son ahora destacadas. Según indica Haggett,
los primeros poseen las siguientes características: necesidad de un
suministro de energía parta mantener y preservar el sistema; capacidad de llegar a un estado de equilibrio; autorregulacion mediante ajus-
JORGE ISAAC RAMIREZ
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te homeostáticos; el mantenimiento de magnitudes óptimas durante
períodos de tiempo, así como de su organización y su forma a través
del tiempo; y por último, la de comportarse de modo equifinal, en el
sentido de que condiciones iniciales pueden conducir a resultados finales semejantes. Muchas de estas características manifiesta Haggett
se encuentran también en los sistemas regionales. Vale la pena citar
sus propias palabras:
“La organización regional necesita de un constante movimiento de
gentes, bienes, dinero, información para mantenerse; un exceso de
movimiento hacia adentro puede verse compensado por cambios de
forma ( expansión de la ciudad y crecimiento urbano tentacular), así
como un movimiento disminuido puede llevar a la contracción y a las
ciudades fantasmas. Las dos primeras condiciones se cumplen claramente. De modo semejante, respecto a la tercera condición, la región
urbana obedece al principio de Le Chatelier en cuanto que su Hinterland puede expandirse o contraerse para hacer frente a flujos acrecentados o disminuidos...... Así mismo, cumple con los requisitos cuarto
y quinto, en cuanto que las formas de las relaciones ( urbanas ) entre
rango y tamaño urbanos tiende a ser relativamente constante en el
espacio y en el tiempo. Finalmente, la creciente convergencia de las
formas principales ciudades en distintos continentes, nos sugiere que
el sistema abierto urbano tiene la capacidad de comportarse de modo
equifinal “ ( Peter Haggett, 1974. La geografía y los modelos ).
Es, pues, un orden semejante al de la naturaleza el que ahora tratan
de hallar los geógrafos cuantitativos. La búsqueda del orden espacial
subyacente se convierte en una obsesión, y se realiza, bien de una
forma puramente empírica o inductiva, o bien a partir de teorías previamente formuladas.
NOTAS
1
El presente texto se elaboró a partir de los siguientes trabajos: Josefina Mendoza EL PENSAMIENTO GEOGRÁFICO, Vila Valenti INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO TEÓRICO DE
LA GEOGRAFÍA, Michel Foucault LAS PALABRAS Y LAS COSAS, Beltran Russel OBRA
COMPLETA, Horacio Capel FILOSOFÍA Y CIENCIA EN LA GEOGRAFÍA, Tim Unwin
383
EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA
EL LUGAR DE LA GEOGRAFÍA, Paul Claval EVOLUCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA.
2
TRES MOMENTOS ARTICULADORES EN TORNO A EVENTOS DE CARÁCTER GEOGRÁFICO.
1. - La de los descubrimientos de los limites del Mundo conocido ( la
ecumene ); 2.- La de la conquista de las cimas y los abismos de
regiones ecuménicas; 3.- De
la aplicación del factor tiempo.
Estos tres momentos independientes y a su vez interconectados
generaron un esquema de la concepción del mundo o de sus limites.
Cada civilización corresponde a un ámbito geográfico determinado:
Primera fase la civilización de los grandes ríos confinadas dentro de
los valles, por ejemplo el Nilo, Mesopotamia, Hoan-ho; segunda fase,
desarrollada dentro de un circuito de tierras costeras e islas - Orbis
terrarum -; tercera fase, la salida al Mediterráneo
( por las caleras de Cesar ) que allí comienza la incorporación del norte de Europa a través
del Atlántico y la asunción de que este océano lleva a las tierras del extremo oriente. Esto
es, que en cierto modo se le considera como un mar interior; cuarta fase: Los
descubrimientos que sobrepasan los Cabos de Hornos y Buena Esperanza y se verifica la
continuidad del orbe del Océano.
Otra visión de estos tres momentos se podría sintetizar con la siguiente caracterización: La
tierra es el mero escenario de la aventura política de las naciones, concentrando su interés
en describir como el relieve principalmente y los accidentes topográficos en general han
marcado cierto destino a las campañas militares, las migraciones de los pueblos en
expansión y el destino de las naciones.
3 Volúmenes de Humboldt: Ideen zu einer Geographie der Pflanzen mit Naturgemälde
der Tropeländer(1805). Vues des cordillères et monument des peuples indìgenes de
L’Amérique (1810). Essai politique sur le Royaume de Nouvelle Espagne (1811).
Examen critique de l’histoire et de la geographie du Nouveau Continent et des progrès
de l’astronomie nautique aux XV et XVI siecles (1814 a 1834). Voyage aux régions
équinoxiales du Nouveau Continet fait dans les années 1799 à 1804 .
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