EL PRO YECT O DE DIOS PROYECT YECTO Y SU ENCARNA CION EN LLA A HIST ORIA HISTORIA ENCARNACION João Batista Libanio, SJ Profesor de Teología Facultad Jesuita de Filosofía y Teología Belo Horizonte, MC, Brasil l apostolado intelectual pertenece a la misión de la Compañía desde los comienzos de la Orden. Está configurado por la espiritualidad ignaciana. Ésta tiene una gran afinidad con la integración de la fe y de la justicia así que la teología producida por los jesuitas lleva ese sello. Los Ejercicios Espirituales educan al jesuita a mantener la mirada tanto en Dios (la fe) como en la encarnación en la historia (justicia). La presencia de la Trascendencia de Dios desde la primera frase del Principio y Fundamento, la precedencia absoluta del designo divino y la mirada trinitaria sobre el mundo en la meditación de la Encarnación, la iniciativa de la llamada por parte del Señor en la meditación del Reino, el sentido absoluto de Dios relativizando, en profunda indiferencia, la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, la contemplación final del amor de Dios en todas las cosas, en fin, deciden la prioridad y el primado de la acción de Dios. De nuestra parte no hay otra actitud que la de la fe que acoge, acepta, reconoce. E La mirada teológica trata de desvelar la iniciativa y la presencia de Dios en todo lo que ve, analiza, juzga y propone. Agudiza la perspectiva de la fe. No interesa en la teología aquello que no lanza a la experiencia fundante y última de Dios. Los procedimientos teóricos y metodológicos adquieren importancia en la medida que contribuyen a captar el designio del amor de Dios. Realiza el proyecto agustiniano y anselmiano de “creo para entender” y “fides quaerens intellectum”. 36 Revista de Espiritualidad Ignaciana - XXXVIII, 2/2007 João Batista Libanio La espiritualidad de los Ejercicios tiene otra vertiente importante y necesaria como la primera. El acto creativo de Dios lleva el ser humano a la responsabilidad. El lenguaje con que se afirma todavía responde a la teología de antes: “El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima”. En términos actuales, ¿cómo se alaba, se hace reverencia y se sirve a Dios en una sociedad conflictiva, injusta, explotadora, marcada por la lucha por la justicia? ¿Cómo se salva la propia alma, si no se cuida de la justicia soñada y deseada por Dios? La dimensión del compromiso de la espiritualidad ignaciana aparece más claramente en la contemplación de la Encarnación, en la lenta y continuada meditación de los misterios de la vida de Jesús, en el compromiso con el Señor en la pobreza, en la entrega para trabajar por el Reino, en el Tercer grado de humildad. La espiritualidad juega fundamentalmente con la dialéctica entre trascendencia e inmanencia, entre el proyecto de Dios y su encarnación en la historia. La teología de la liberación se alimenta de tal articulación hasta el punto que uno de sus principales defensores, Gustavo Gutiérrez, ha dicho que en su base está la espiritualidad ignaciana. La experiencia teológica de la articulación entre fe y justicia se enraíza en el juego entre lo pequeño de las prácticas libertadoras, de las mediaciones históricas y lo infinito de la presencia de Dios en ellas. La fe no sólo La espiritualidad juega motiva la práctica de la fundamentalmente con la dialéctica justicia. La constituye. entre trascendencia e inmanencia, Ofrece lo trascendental de aquello que las categorías entre el proyecto de Dios humanas de justicia son, lo y su encarnación en la historia categorial. Y en último análisis está el modelo de la Encarnación. Como lo divino se manifiesta en lo humano, así la fe acontece en las prácticas de la justicia. Parafraseando la afirmación sobre la humanidad de Jesús - “Así de humano sólo lo puede ser Dios mismo” (L. Boff) – se puede decir: “Así de justa sólo lo puede ser la fe misma”. NUMERO 115 - Revista de Espiritualidad Ignaciana 37 EL PROYECTO DE DIOS Y SU ENCARNACION EN LA HISTORIA La fidelidad al sensus fidelium y al magisterio La fidelidad al sensus fidelium y al magisterio reproduce otra tensión básica de la teología del jesuita. Traduciendo en lenguaje de América Latina, significa ser fieles al pueblo pobre y al magisterio. Al interpretar a las comunidades eclesiales de base, forjamos el dicho: “La Iglesia que nace del pueblo por la fuerza del Espíritu”. Vimos en las CEBs la manifestación de la obra del Espíritu. Una de las señales era la presencia en ellas de obispos, de agentes pastorales y de una inmensa base popular. No eran células de partidos, ni grupos rebeldes, sino comunidades intensamente eclesiales. La eclesialidad se manifestaba por el primado de la Palabra, por la sed de Eucaristía, por la comunión con los pastores, por el vínculo entre sí. Y allí dentro, el teólogo se sentía como viviendo una doble realidad de fidelidad al sentido de los fieles y al magisterio. No se trataba de ninguna alienación externa, automática, voluntarista al magisterio en el seguimiento ciego de sus palabras. Su fidelidad pasaba por la criba del discernimiento evangélico, experiencia bien jesuítica. En última instancia, los criterios se remontaban a San Pablo, que propone el misterio pascual como decisivo. La teología de la liberación tiene preferencia por este misterio, porque en él aparece como el sufrimiento y la humillación última del Señor terminan en la vida, en la resurrección. No se salta el momento de la muerte, como hace cierto espíritu carismático superficial, pero tampoco se detiene en la muerte en un teología dolorista, maniquea. El pueblo que sufre vive de la esperanza de la resurrección, anticipada por las pequeñas liberaciones. La opción por los pobres La opción por los pobres surge connatural con nuestra espiritualidad. La percepción profunda que Ignacio tiene del valor positivo de la pobreza y su sospecha de la riqueza y de la vanagloria, despiertan, en el teólogo jesuita una sensibilidad, no ya por la pobreza como simple virtud, sino por los pobres. Y ellos se convierten en maestros y de ellos aprendemos la pobreza. Y además la teología de la liberación elaboró una categoría de “lugar social” que iluminan bien la relación entre la opción por los pobres y la actividad intelectual teológica. Lugar social significa que el teólogo se despoja de los intereses, del sesgo de la observación y del análisis propios 38 Revista de Espiritualidad Ignaciana - XXXVIII, 2/2007 João Batista Libanio de los intelectuales del sistema, que piensan la realidad para mantener, mejorar el juego de las relaciones del poder dominante. La teología de la liberación trata, por su parte, de percibir esas mismas relaciones a partir de otros intereses, desde otro ángulo: los pobres. Esa conversión de intereses no se hace de manera abstracta en los despachos o durante un retiro espiritual. Sería poco. Faltarían objetividad, consistencia y percepción. Supone de parte del teólogo un mínimo de presencia física al lado del pobre. Se sugiere dos modelos. Uno más radical: vida de inserción y desde allí realizar la labor intelectual. Este modelo para muchos no fue posible a causa de las exigencias académicas y por el tipo de producto intelectual. El modelo más común fue el de la intermitencia. El teólogo asumía, además de las tareas estrictamente académicas, la presencia física, en determinados tiempos, con los pobres, y allí encontraba inspiración, materia prima para su pensar y lugar para poner a prueba la teología. De esa forma se vivía con cierto equilibrio la tensión entre la seriedad académica, típica del producto teológico, y un compromiso pastoral popular inspirador y de puesta a prueba. La Compañía de Jesús se prepara para enfrentarse con los desafíos del siglo XXI. Y lo hará desde los diversos ministerios. Uno de ellos es el intelectual teológico. Ya ha pasado el tiempo del reinado solitario de la teología. La Compañía reúne las condiciones para promover un intenso trabajo interdisciplinar en el que la teología participa con su colaboración específica. la teología de la liberación Necesita enormemente de elaboró una categoría de “lugar los aportes de las otras ciencias que anuncian el social” que ilumina bien la mundo futuro. Entre ellas, relación entre la opción por los está la biología con sus progresos asustadores de la pobres y la actividad biotecnología, las teorías de intelectual teológica comunicación y su impacto sobre la conciencia, los valores, la cultura mundial. La economía altamente vinculada al sistema del capitalismo adolece de pensar alternativas para ofrecer consistencia a la opción por los pobres. Y esta opción corre el riesgo de deslizar hacia idealismos vacíos acabando NUMERO 115 - Revista de Espiritualidad Ignaciana 39 EL PROYECTO DE DIOS Y SU ENCARNACION EN LA HISTORIA por ser más un “opio del pueblo” que la encarnación de la Buena Nueva de Jesús. En el campo mismo de la teología, la Compañía posee una enorme diversidad de concepciones, de métodos, de producción. ¿Cómo pensar una interteologización en la Compañía de tal modo que nos enriquezcamos mutuamente? Predomina todavía la búsqueda de los grandes centros euronorteamericanos para la formación de profesores de teología de la Compañía. Puede ser beneficioso un contraflujo hacia Asia, hacia el Tercer Mundo, en general, no sólo como lugar de enseñanza, de oferta, sino también como lugar de aprendizaje, de captación de la problemática, de diálogo interteológico. 40 Revista de Espiritualidad Ignaciana - XXXVIII, 2/2007