Paul Gauguin

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Paul Gauguin
Eugène Henri Paul Gauguin
Autorretrato, (1893)
Museo de Orsay, ParÃ-s
Nacimiento:
Fallecimiento:
Ocupación:
7 de junio de 1848
ParÃ-s, Francia
9 de mayo de 1903 (54 años)
Atuona, Islas Marquesas
Pintor postimpresionista
Introducción.
Eugène Henri Paul Gauguin (ParÃ-s, 7 de junio de 1848 − Atuona, Islas Marquesas, 9 de mayo de 1903)
fue un pintor post−impresionista. Jefe de filas de la Escuela de Pont−Aven e inspirador de los Nabis, su obra
está considerada entre las más importantes de entre los pintores franceses del Siglo XIX. Se acercó al
mundo del arte, primero como comprador, y luego pintando como hobby.
Lentamente, se fue perfeccionando y se convirtió en un pintor académico que mereció exponer en el
Salón de ParÃ-s; pero Paul Gauguin se interesarÃ-a luego por el Impresionismo, y se unió a este grupo en
1879. Al año siguiente, expuso siete cuadros en la muestra anual de los impresionistas.
Paul Gauguin, cuyas inquietudes tampoco llegaron a culminar en su deseado taller del Trópico. No es de
extrañar que el estudio del Sur no cuajara pese al encuentro entre ambos artistas, dadas las enormes
diferencias que les separaban, tanto en el ámbito artÃ-stico como en el profesional. Si Van Gogh buscaba en
la pintura la expresión de la vida, lo insondable del sentimiento humano traducido en la naturaleza, Gauguin
utilizaba el arte desde su faceta más racional para construir desde la pintura un universo simbólico más
allá de lo real, su interés es la creación de una mÃ-stica propia. Tal como expresan sus cartas, para
Gauguin la pintura es un ejercicio de inteligencia.
El artista es capaz de aprehender los sentimientos, de realizar las traducciones más delicadas, que luego se
convierten en las más invisibles del cerebro.
AsÃ- pues, la pintura de Gauguin posee un trasfondo sensible, pero buscado a partir de complejos
mecanismos mentales, alegorÃ-as.
Gauguin considera el cuadro como un poema simbólico, un relato codificado para adquirir un sentido
mÃ-stico en algún lugar mas allá. De ahÃ- su interés por culturas exóticas alejadas de la civilización
europea, cuya forma de vida considera estúpida:
Ojala llegue el dÃ-a en que iré a desaparecer a los bosques en una isla de OceanÃ-a a vivir de éxtasis,
de calma y de arte. Rodeado de una nueva familia, lejos de esta lucha europea por el dinero
Una de las principales singularidades del fin del siglo XIX, el rechazo a la vida cotidiana y a la realidad
burguesa, se resuelve por una doble vÃ-a: la torre de marfil, en la que se recluye el artista o la huida hacia lo
primitivo, hacia lo salvaje. Únicamente fuera de la caduca y limitada sociedad occidental podÃ-a el hombre
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encontrar su liberación. El exotismo puede ser sólo un artificioso refugio de esteticistas y decadentes, pero
para Gauguin era la única solución para sobrevivir.
Quizás esta búsqueda de paraÃ-sos exóticos proviene de su infancia en Perú y, de su abuela, Flora
Tristán, que le emparentaba con antepasados españoles que él mismo cubrió de un carácter
enigmático.
Cuyos colores exuberantes, formas bidimensionales planas y temáticas contribuyeron a dar forma al arte
moderno. Su pintura era fruto de largos razonamientos, un intento consciente de simplificar las formas y el
color en aras de una expresión más vigorosa. Sus experimentos sobre el color, sus formas bidimensionales
planas y temáticas contribuyeron a dar forma al arte moderno en especial sobre el fauvismo, movimiento que
se desarrolla entre 1898 y 1908. La fuerza de sus formas sus obras respecto a la descripción del paisaje
tahitiano nos dejan volar con la imaginación de estar en lugares maravillosos. Sin embargo, influido por el
ambiente tropical y la cultura polinesia, su obra fue cobrando fuerza expresiva a medida que el tema se fue
haciendo más caracterÃ-stico, la escala de sus cuadros mayor y sus composiciones más simples.
De un espÃ-ritu inquieto y poco sociable, en su rechazo a occidente emprende viaje a TahitÃ- y llega en 1891
donde comienza sus famosas pinturas tahitianas llenas de primitivismo y simbolismo que demuestran su alma
bohemia: "La mujer con la flor", "Tierra deliciosa", "Diversiones", "MarÃ-a"..., Gauguin es el ejemplo que
representa el mito del bohemio y del primitivismo. Él encarna la necesidad de unir arte y vida. Esta es una
utopÃ-a presente en la vanguardia. Rechaza lo académico, valora la máscara africana, el arte románico y
todas aquellas tendencias que estaban fuera de lo habitual. Él valora este tipo de arte no por lo que tiene de
curioso y diferente, sino por su autenticidad. Él ante todo busca el encontrarse a sÃ- mismo. Al refugiarse
en mundos diferentes, encuentra la paz. En cambio; otros han dicho que sólo viajó a TahitÃ- en busca de
mujeres mulatas y sexo.
Paul Gauguin empezó a desarrollar un fuerte interés por el arte que le condujo a tomar clases de pintura y
a reunir una impresionante colección de obras impresionistas que comprendÃ-a trabajos de Manet,
Cézanne, Monet y Pissarro. En 1875 trabó conocimiento personal con este último y empezó a trabajar
con él; resultado de tan fecunda colaboración fue la invitación a participar en la quinta Exhibición
Impresionista de 1880, que serÃ-a reiterada en los dos años siguientes.
Gauguin de regreso a ParÃ-s, donde su interés por las formas del arte popular se acrecentó por vÃ-a de su
amistad con el joven artista Émile Bernard. De resultas de sus propias experiencias en la Martinica y del
aporte teórico de Bernard iba a surgir el sintetismo, estilo personal caracterizado por la representación no
imitativa y la separación de la imagen pictórica en zonas de color fuertemente contrastadas y a menudo
delineadas en negro.
En 1885 abandona definitivamente su carrera para dedicarse por completo al arte, para abocarse
completamente a la pintura. Incapaz de mantener a su familia, abandona a su mujer en Dinamarca y se
traslada junto a su hijo mayor a Ruán, en NormandÃ-a, donde estaba instalado su primer maestro, Pissarro.
Primero se movió en el Impresionismo, pero pronto evidenció un marcado antinaturalismo más sensible al
poder evocador de los objetos y su carga emocional. Su pintura es casi un misticismo, ya que intenta
desentrañar el sentido verdadero de la realidad. Es un pintor de contenidos, de enigmas del ser humano; él
siempre se preguntó ¿Quiénes somos?, ¿Dónde vamos?
A principios de la década de 1890, en la vida y en la obra de Gauguin surge cada vez con más fuerza el
deseo de renunciar a los valores básicos de la civilización; por este motivo, acabará por marcharse de
Francia y partir hacia lugares remotos en busca de formas de vida puras y primitivas.
LA MIRADA DE UN SALVAJE
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Su empeño por encontrar equivalentes plásticos a los misterios de las islas se tradujo en complicadas
composiciones en las que cada detalle tiene un significado preciso. Este es el caso de Manao Tupapaú (El
espÃ-ritu de la muerte vigila, 1892), una de sus obras más importantes.
Basándose en elementos del folklore de la isla, obsesionado por las cosas que observaba pero intentando ir
más allá de ellas, Gauguin crea un vocabulario personal de colores y lÃ-neas, un estilo complejo que
compone un simbolismo pictórico de nuevo cuño.
Cuando Gauguin murió en las lejanas islas Marquesas, pocos se dieron cuenta del alcance de su obra. Entre
ellos se encontraba el poeta simbolista Charles Morice, que habÃ-a colaborado en la publicación del primer
manuscrito de Noa−Noa (uno de los libros de Gauguin sobre TahitÃ-). Sus artÃ-culos movieron a los
patrocinadores del recién fundado "Salon d'Automne" a organizar en 1906 una retrospectiva del pintor. La
coincidencia de dicha muestra con la primera exposición de los fauves dio pie a la influencia de Gauguin
sobre toda una nueva generación de artistas. Desde los lejanos Mares de Sur, Gauguin habÃ-a sentado las
bases de un estilo nuevo, vigoroso y original que traspasarÃ-a su época.
BiografÃ-a
Sus inicios
De familia liberal, era hijo de Clovis Gauguin, un periodista antimonárquico, y de Aline Marie Chazal, hija
de la célebre socialista y feminista Flora Tristán. Ella era descendiente de terratenientes españoles de
América del Sur y del virrey del Perú.
Cuando Paul contaba sólo con un año, la familia tuvo que huir a América tras el golpe de Estado de
Napoleón III en 1851. Durante el viaje su padre murió y su madre tuvo que recurrir a la hospitalidad de sus
parientes en Lima (Perú). En esta ciudad pasó sus primeros años de infancia.
En 1855 regresan a Francia, a Orleans y se instalan en casa de un tÃ-o de Paul, Isidore. En 1861 se trasladan a
ParÃ-s donde la madre trabaja como modista para sacar a la familia adelante. Paul se prepara para ingresar en
la Escuela de Náutica, pero suspende y se enrola en la marina con 17 años, hasta 1871. Luego en la
Armada Francesa, en la que sirve a bordo de la corbeta Jerôme Napoleón.
Cuando murió su madre en 1868, Gustave Arosa, un rico banquero, se convirtió en su protector legal.
Gracias a él, a su regreso a Francia en 1870, se convirtió en agente de cambio para la empresa Bertin en la
Bolsa de ParÃ-s, teniendo bastante éxito en sus negocios. Se casó con Mette Sophie Gad, una joven
danesa de familia acomodada, tuvieron cinco hijos (Émile, Aline, Clovis, Jean−René y Paul−Rollon) y
llevaron una confortable vida burguesa y acomodada.
Su tutor, Gustave Arosa gran amante del arte, introdujo a Gauguin entre los impresionistas. En 1874, conoce
la obra del pintor Camille Pissarro y visita por primera vez una muestra de pintura impresionista. Al igual que
su tutor, se aficiona al arte, lo que le lleva a tomar clases de pintura y a hacer sus primeros intentos de
creación en este terreno. Expone sus obras junto a los impresionistas en 1876, 1880, 1881, 1882 y 1886 y
reúne una colección personal con obra de Manet, Cézanne, Monet y el ya mencionado Pissarro.
Sus primeras pinturas, como ocurrÃ-a en el caso de Van Gogh al acudir a ParÃ-s sobre las mismas fechas,
cuentan con la influencia del movimiento impresionista, si bien Gauguin nunca compartirÃ-a sus intereses por
la observación retiniana de lo natural; su influencia se traduce en el color y en algunos cuadros la pincelada.
Pero Gauguin combinarÃ-a este estilo con su propia concepción de le pintura, muy vinculada a los
simbolistas del género literario.
Ya en los primeros años Gauguin aparece preocupado por las correspondencias entre la pintura y la
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música, su interés se centraba en la consecución de armonÃ-as derivadas de la propia expresividad de la
pintura, ajeno a los estudios de luz de sus contemporáneos.
Su carrera financiera quedó interrumpida en 1882 por la crisis bursátil y decide entregarse por completo a
la pintura. Pasan dos años en los que Paul no sabe muy bien qué hacer, llegando a trabajar como
representante de toldos, viajando entre Rouen, ParÃ-s y Copenhague hasta que en 1886, viéndose obligado
a llevar una vida más modesta donde su esposa cuenta con el apoyo de su familia. Pero el fracaso es
absoluto, ya que no encuentra clientes para sus cuadros. Al cabo de unos pocos meses, decide regresar a
Francia en compañÃ-a de su hijo Clovis, mientras que su mujer se queda en Copenhague con los demás
hijos. Este es el comienzo de una época llena de miserias y deudas. A pesar de su precaria situación
económica, ya en 1885 puede sobrevivir gracias a la ayuda de Paul Schuffenecker.
El artista se dedica a explorar la técnica de la cerámica y en 1886 pasa el verano en la localidad bretona de
Pont−Aven. Durante la década de 1880, Gauguin comienza a elaborar un estilo más personal y maduro,
resultante también de la influencia de otros artistas de su época, abandonando el Impresionismo e
iniciando un camino más personal con un colorido más intenso y un mayor simbolismo.
Su estilo empezará a transformarse desde las cercanÃ-as del impresionismo hasta un estilo mucho más
personal. Por influencia de uno de sus jóvenes discÃ-pulos, como Cézanne y Van Gogh, con los que tuvo
ocasión de trabajar en épocas diferentes (con Cézanne en Pontoise, en casa de Pissarro, en 1881; y con
Van Gogh, en Arlés, de octubre a diciembre de 1888).
UNA VOCACION TARDÃA
El deseo de conocer otras tierras fue en él una constante. En su juventud recorrió el
mundo como piloto de un mercante, aunque luego terminarÃ-a asentándose como próspero agente de
cambio y bolsa en ParÃ-s, casado con una danesa y padre de cinco hijos.
Aficionado al arte y coleccionista (poseÃ-a obras de Manet, Cézanne, etc.), la pintura se fue convirtiendo
cada vez más en su pasión central.
DiscÃ-pulo del pintor impresionista Camille Pissarro, Gauguin fue invitado a participar en las exposiciones
del grupo a principios de 1879. En 1883, con 35 años, dejó definitivamente su profesión para dedicarse de
lleno a la pintura: el resto de su vida será un continuo
abandono de familia, patria, amigos, comodidades y de todo aquello que no fuese su gran obsesión.
Cada vez más tentado por llevar una vida bohemia, aprovecha una crisis en la Bolsa que le hizo perder su
puesto de trabajo, para entregarse de lleno a su faceta de inconformista frente a la sociedad y dedicarse de
lleno a la pintura, su gran devoción. La penuria económica le h5izo abandonar ParÃ-s en 1886 y marcharse
a Pont−Aven, un pueblecito de la Bretaña francesa muy frecuentado por artistas nacionales y foráneos que
iban en busca de pintores. AllÃ- conoció a Emile Bernard, un joven pintor que habrÃ-a de convertirse en el
interlocutor idóneo de sus reflexiones artÃ-sticas.
"Gauguin y Bernard hablan ahora de pintar como niños", escribió Van Gogh a su hermano. Sin embargo,
ese intento de pintar como niños tenÃ-a poco de ingenuo. Gauguin y su amigo estaban muy lejos del
primitivismo conmovedor del Aduanero Rousseau.
Vida de artista en Francia.
De regreso a Francia y tras un breve paso por ParÃ-s, se instala de nuevo en Bretaña, concretamente en Le
Pouldu. En 1888 el artista regresa a Pont−Aven, donde puede estudiar los experimentos pictóricos de
Émile Bernard. Ese mismo año Gauguin conoce al pintor Paul Sérusier donde se convierte en el centro
de un grupo de pintores experimentales conocidos con el nombre de Escuela de Pont−Aven, en donde tuvo
como discÃ-pulos a Émile Bernard, Paul Sérusier, Seguin y Chmaillard que se conocen como
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cloisonnisme, cuyo punto de partida es la gran admiración que sienten por la obra de Gauguin. Tendencia
que adopta durante cierto tiempo, aunque imprimiéndole su sello personal de simbolismo; ejemplo de esta
etapa es el cuadro titulado Visión después del sermón: la lucha de Jacob contra el ángel (1888,
Edimburgo, National Gallery of Scotland).
Su estilo de pintura empezará a transformarse desde las cercanÃ-as del impresionismo hasta un estilo mucho
más personal. Su estilo evoluciona a lo que se ha dado en llamar sintetismo, un modo de pintar más natural
y sintético. Busca inspiración en el arte indÃ-gena, en las vidrieras medievales y en las estampas
japonesas. Estas últimas las descubre gracias al holandés Vincent Van Gogh en 1888 en los dos meses en
los que viven juntos en Arlés, en el sur de Francia, dedicándose ambos a pintar. Gauguin habÃ-a conocido
a Vincent y a Theo Van Gogh en ParÃ-s en 1886, Theo se convirtió de hecho en el representante de
Gauguin, y durante un tiempo le dio al pintor la ansiada estabilidad económica que tanto necesitaba.
Gauguin habÃ-a quedado impresionado por la expresividad de Vincent. Trabajan juntos y pintan la serie de
vistas de Alyscamps.
Gauguin se traslada a Ruán, en NormandÃ-a, en donde se ha instalado Pissarro, pero en 1887−88 viaja junto
a su amigo Laval a Panamá y la Martinica este viaje resultará fundamental para el futuro artÃ-stico, puesto
que le mostrará la sensualidad del color y se interesará por una naturaleza primitiva capaz de acentuar las
relaciones humanas.
Entre 1889 y 1891 vivió principalmente en la Bretaña, donde era el centro de un pequeño grupo de
pintores experimentales conocidos como la escuela de Pont−Aven.
Después de seis años como artista profesional, está sin dinero, ha vendido su colección de pinturas
impresionistas y apenas vende sus pinturas. Para conseguir clientes organizó con Bernard y otros artistas
jóvenes una exposición en el Café Volpinf de ParÃ-s. Esta fue la primera muestra pública del "Groupe
impressionniste et Synthétiste" que, desgraciadamente, llamó muy poco la atención.
Bajo la influencia del pintor Émile Bernard, se alejó del impresionismo y adoptó un estilo menos
naturalista, al que denominó Sintetismo. Halló inspiración en el arte indÃ-gena, en los vitrales medievales
y en los grabados japoneses.
Su nuevo estilo, marcado por la absorción de influencias del arte primitivo bretón, se caracterizó por la
utilización de amplias zonas planas de colores encendidos, como en el Cristo amarillo (1889, GalerÃ-a
Albright−Knox, Buffalo, Estado de Nueva York, Estados Unidos).
A partir de ese momento Gauguin vivió en la penuria, rechazado por una sociedad que con anterioridad le
habÃ-a abierto los brazos y que en breve iba a aborrecer. Entre 1886 y 1888 su obra experimentó un giro
radical, cuyo origen cabe buscar en dos experiencias vitales de gran importancia: su encuentro con Van Gogh
y su primer viaje a la Martinica.
Gauguin conoció al pintor holandés en ParÃ-s y quedó fuertemente impresionado por el modo en que
éste conseguÃ-a plasmar sus inquietudes vitales en unos lienzos rebosantes de expresividad. En 1888
incluso se desplazó a Arles con la intención de trabajar conjuntamente, pero las incompatibilidades de
carácter dieron espectacularmente al traste con el proyecto al cabo sólo de pocas semanas.
Poco antes, Gauguin habÃ-ase trasladado durante un tiempo a la colonia francesa de la Martinica, Buscando
al salvaje que lleva dentro, busca una libertad casi animal y para ello debe confundirse con la naturaleza, con
la inocencia de lo primitivo. Para él, ser un salvaje consistÃ-a en volver al origen. En la Martinica
consiguió liberarse de las ataduras impresionistas; sus colores se hicieron luminosos, contrastados,
extendidos en amplias zonas de la superficie del cuadro: lo oriental se iba introduciendo tÃ-midamente en su
pintura. Entró en contacto con un paisaje repleto de sensual colorido y una sociedad, la indÃ-gena, en
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estrecha convivencia con la naturaleza. Ambos factores se unieron para despertar en el artista una aguda
nostalgia por lo primitivo, cauce en el que iba a encontrar una vÃ-a idónea para expresar una emotividad no
contaminada por el naturalismo propio del arte refinado.
No hubo entendimiento entre Vincent y Paul ni en lo humano ni en lo profesional, sobre todo por parte de
Gauguin. "es extraño −escribirÃ-a éste a Bernard−, Vincent encuentra aquÃ- inspiración para pintar
como Daumier, mientras que yo, por el contrario, encuentro una combinación del arte japonés con un
Pubis lleno de color".
El famoso episodio de la oreja de Van Gogh
Vincent Van Gogh conoció al también pintor Paul Gauguin en ParÃ-s y, después de un tiempo, en
1888, Gauguin se estableció en la casa que Vincent tenÃ-a en Arlés, un pueblo del sur de Francia. AllÃel holandés querÃ-a establecer una comunidad de artistas. Pero, tras pasar dos meses juntos, la relación
entre Van Gogh y Gauguin se comenzó a deteriorar debido a sus enfrentamientos por los gustos pictóricos.
A tal punto llegaron las diferencias de ambos que incluso Paul Gauguin pensó varias veces en abandonar el
hogar de Arlés.
La tensa situación que existÃ-a entre los dos pintores acabó en una pelea la noche del 23 de diciembre de
1888, pues estando bastante ebrios, en plena discusión, Van Gogh amenazó a Gauguin con una navaja de
afeitar, hecho que motivó que Gauguin abandonara la casa y se marchase inmediatamente a un hotel.
Entonces Vincent, arrepentido de su comportamiento ante su amigo, resolvió la situación arrancándose el
lóbulo de su oreja derecha, el cual dio a una prostituta para que se lo llevara a Gauguin como prueba fÃ-sica
de su arrepentimiento. Este escandaloso acontecimiento no tardó mucho en difundirse por Arlés y parece
ser que llevó a la policÃ-a a acordonar la casa y a internar a Vincent en un hospital durante unos dÃ-as,
donde fue tratado por tener sÃ-ntomas de una severa enfermedad mental. DÃ-as más tarde, a pesar del
suceso, Paul y Vincent recuperaron su amistad, mientras que en Arlés las extravagancias de Van Gogh
seguirÃ-an siendo muy mal vistas. Anécdota que pude ser real o un mito.
Vida en Polinesia Â
Su primera incursión en el exotismo la tuvo en 1887. En abril de ese año se marchó
con su amigo Laval a Panamá, donde trabajó en la perforación del canal, se enferma de disenterÃ-a y
paludismo.
De regreso a Francia y tras un breve paso por ParÃ-s, decidió fijar su residencia en Pont−Aven, una aldea
bretona rodeada de montañas en la que se podÃ-a vivir lejos del sofisticado ambiente parisino. Bosques
legendarios con ecos de las primeras aldeas celtas, impresionantes cruceros de piedra donde se leÃ-a la
primitiva cristiandad medieval, mujeres ataviadas con primorosos trajes, delantalitos y cofias intemporales.
"Amo la Bretaña −dirÃ-a Gauguin−, encuentro en ella lo rústico, lo primitivo".
Las pinturas de esta etapa bretona se caracterizan por configuraciones planas, amplias, planos sólidos y
lÃ-neas muy nÃ-tidas. PretendÃ-a liberarse de todo contacto directo con la naturaleza. Y además confiar en
la idea, en el recuerdo.
La llegada de un buen puñado de artistas a Pont−Aven llevó a Gauguin a buscar un pueblo más primitivo.
Lo encontró en Le Pouldu, una aldea cercana donde trabajó junto a Serusier.
Gauguin exploraba desasosegado, buscaba lo desconocido y seguÃ-a obsesionado por evitar toda relación
con el modelo y con la naturaleza. Su pintura oscila entre el culto al Japón, la influencia de las tradiciones
locales bretonas y una influencia importante de Cézanne. Para Gauguin, la visión de un tema despertaba
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unas sensaciones, una forma y un color que luego reconstruirÃ-a en sus cuadros. Donde Gauguin pintó los
primeros paisajes que manifiestan de una manera clara lo que serÃ-a su estilo caracterÃ-stico.
La enfermedad le obliga a repatriarse en noviembre de 1887. Arruinado y enfermo, Gauguin se embarca en
1891 hacia la Polinesia, con el dinero conseguido en una exposición en el Hotel Brouot, éxito alcanzado
gracias a las crÃ-ticas favorables de Octave Mirbeau.
Se establece en TahitÃ-, tratando de huir de la civilización europea y de todo lo artificial y convencional.
Donde su primitivismo fue atemperándose al abrirse a la influencia de neoclásicos como Ingres o
contemporáneos como el nabi Puvis de Chavannes. Este proceso corrió de la mano de un creciente
refinamiento tonal y de la presencia en su producción de un aura onÃ-rico−poética que en modo alguno
parece reflejar la enfermedad y los conflictos personales (particularmente sus enfrentamientos con las
autoridades locales en defensa de las comunidades indÃ-genas que marcaron los últimos años de su vida).
Empieza también a redactar un relato autobiográfico: "Noa".
Sin embargo, una enfermedad en los ojos, la soledad y la falta de dinero le obligan a regresar a Francia junto a
su compañera javanesa Ana. En Francia recibe la inesperada herencia de su tÃ-o Isidoro, y consigue vender
unos pocos cuadros, por lo que regresa ya de modo definitivo a Polinesia.
La Polinesia, es su nuevo destino. Las caracterÃ-sticas esenciales de su pintura (en la que sigue usando
grandes superficies de colores vivos) no experimentan demasiados cambios. Su primitivismo se atempera por
la influencia de algunos pintores neoclásicos como Ingres o contemporáneos como Puvis de Chavannes.
Cuida especialmente la expresividad de los colores, la búsqueda de la perspectiva y el uso de formas plenas
y voluminosas. Influido por el entorno tropical y la cultura polinesia, anticipa al arte abstracto: simplifica
aún más las composiciones dando preponderancia al color y a la idea que el color puede sugerir, su obra
adquiere fuerza, lleva a cabo esculturas en madera y pinta sus cuadros más bellos.
Su eterno sueño de viajero lo lleva a TahitÃ-, donde llega en 1891. Piensa en trabajar haciendo retratos pero
decide alejarse de la civilización junto a una joven mestiza.
En TahitÃ-, conocerá a Tehura, que se convertirá en su modelo. Llegando Gauguin va al trópico para
encontrarse con las verdades eternas: el misterio de la vida, el amor, la muerte, el erotismo como único modo
de escapar a Thanatos. El primitivismo y el simbolismo marcan su pintura de esta etapa, como se pone de
manifiesto en Yo te saludo, MarÃ-a; La mujer con la flor; Tierra deliciosa o Diversiones. Demuestra que el
color, al mismo tiempo que crea un sistema espacial, incluso para abrir un espacio más imaginativo,
también es vibración, como lo es la música.
Problemas administrativos y personales (su hija preferida Aline muere) le hunden. También tiene
problemas de salud: una herida en la pierna que no consigue curar desde 1894, una crisis de sÃ-filis, etc.
Hacia los últimos años de su vida formó pareja y tuvo un hijo, Émile con Pau'ura, una joven de las
islas Marquesas, pero también contrajo lepra. En junio de 1895 se traslada de nuevo a OceanÃ-a,
desesperado, enfermo, alcohólico y solo.
En 1897 intenta suicidarse, luego sobrevive prácticamente en la miseria con una pequeña pensión que
desde ParÃ-s le enviaba un marchante.
Decide entonces establecerse definitivamente en las Islas Marquesas para volver a encontrar la inspiración.
En 1901, llega a Atuona (en la isla de Hiva−Oa), en las Islas Marquesas donde intenta aislarse lo más
posible con una muchachita muy joven y en una cabaña confortable. AllÃ- hará sus obras más famosas:
Never more, Los jinetes, Joven con el abanico, Cuentos bárbaros, ¿De dónde venimos, Qué somos,
Adónde vamos? o Y el oro de sus cuerpos, obras en las que pone de manifiesto su intención de romper
absolutamente con la tradición realista. Cree estar en el paraÃ-so. Gauguin empieza una importante
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campaña a favor de los indÃ-genas y al tener dificultades con las autoridades de TahitÃ-, abandona la isla y
se traslada a Atuana, donde intenta aislarse lo más posible con una muchachita muy joven y en una cabaña
confortable. Pronto se dará cuenta de su error al conocer los abusos cometidos por las autoridades y al tratar
de defender a los indÃ-genas. Se dedicó a realizar esculturas "primitivas" (principalmente tallas y
bajorrelieves en madera).
Gauguin empieza una importante campaña a favor de los indÃ-genas y, al tener dificultades con las
autoridades de TahitÃ-, abandona la isla y se traslada a Atuana, donde intenta aislarse lo más posible con
una muchachita muy joven y en una cabaña confortable; morirá, al parecer de un ataque cardÃ-aco, el 8 de
mayo de 1903, soñando con regresar a Europa y volver a empezar, esta vez en España. La fuerza de sus
formas pictóricas influyó en el pintor noruego Edvard Munch y en la posterior escuela expresionista.
En la actualidad el profesor de la universidad de Chicago Stephen Elisenman, ha reunido más de 150 obras
entre cuadros, bocetos, dibujos y esculturas. Muestra a través de estas obras las ligas entre el artista y
Roma, además de hacer un repaso enorme por su obra y vida. Su carácter y su visión del mundo y del
arte.
Escritos de Gauguin:
• Escritos de un salvaje. Daniel Guerin. Ed.Debate, 1995.
• Noa Noa. (1893−1895)
• Avant et Après. (1902−1903)
• Paul Gauguin. Guillermo Solana. Historia 16, colección el Arte y sus creadores.
• Gauguin sin leyendas. Charles Chassé.
• El Postimpresionismo. De Van Gogh a Gauguin. John Rewald. Madrid, Alianza, 1992.
Obras de Gauguin.
• El lago en la llanura, (1873), Museo Fitzwilliam, Cambridge
• El Sena en el puente de Jena, (1875), Museo de Orsay, ParÃ-s
• Paisaje de otoño, (1877), Colección particular.
• Mette Gauguin cosiendo, (hacia 1878), Colección Bührle, Zúrich
• JardÃ-n bajo la nieve, (1879), Szépmûvészeti Múzeum, Budapest
• Los hortelanos de Vaugirard, (1879), Smith College Museum of Art, Northampton, Massachusetts
• Estudio de desnudo o Susana cosiendo, (1880), Ny Carlsberg Glypotek, Copenhague
• Interior del artista en ParÃ-s, rue Carcel, (1881, Nasjonalgalleriet, Oslo
• JardÃ-n en Vaugirard, (1881), Ny Carlsberg Glypotek, Copenhague
• Ruán, tejados azules, (1884, Colección particular, Winterthur, Suiza
• Mette Gauguin con traje de noche, (1884), Ny Carlsberg Glypotek, Copenhague
• La visión tras el sermón, (1888), National Gallery, Edimburgo
• Lavanderas de Arlés (1888), Museo de Bellas Artes de Bilbao
• El Cristo amarillo, óleo sobre lienzo de 92 x 73 cm, pintado en 1889. Se encuentra en el Museo
Albright−Knox[1] de Buffalo (Nueva York).
• La bella Angela, óleo sobre lienzo de 92 x 73 cm, pintado en 1889. Se encuentra en el Museo de
Orsay, ParÃ-s.
• Mujeres de TahitÃ- (En la playa), (1891), Museo de Orsay, ParÃ-s
• Manao Tupapau, (1892)
• Ta Matete (1892), Museo de Orsay, ParÃ-s
• Mata Mua (1892), Colección Carmen Thyssen−Bornemisza
• Yo te saludo, MarÃ-a (Ia orana Maria), óleo sobre lienzo de 113,7 x 87,7 cm, pintado en 1892. Se
encuentra en el Metropolitan Museum[2] de Nueva York
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• Arearea, (1892), Museo de Orsay, ParÃ-s
• Autorretrato con sombrero, (1893)
• Campesinas bretonas, (1894), Museo de Orsay, ParÃ-s
• Vairumati (1897), Museo de Orsay, ParÃ-s
• Never more, óleo sobre lienzo de 68 x 116 cm, pintado en 1897. Se encuentra en Courtauld Gallery,
Londres.
• Joven con abanico, óleo sobre lienzo de 92 x 73 cm, pintado en 1902. Se encuentra en Museo
Folkwang[3] en Essen, Alemania.
• Cuentos bárbaros, (1902), Museo Folkwang, Essen
• Dos mujeres o La cabellera florida
Breve análisis de sus obras más famosas y exuberantes
Mujeres de TahitÃ- (1891), de Paul Gauguin
Dicho estilo, con su rechazo frontal al uso de trucos formales para recrear la percepción visual, significó
una ruptura absoluta, desde el punto de vista conceptual, con el impresionismo que otrora habÃ-a abrazado,
razón por la cual es categorizado por la moderna historiografÃ-a del arte como postimpresionista (junto con
Van Gogh y Cézanne).
Gauguin es un gran amante de la mujer, siendo la protagonista absoluta de sus composiciones. En el primero
de los cuadros Pese a estar casado con la danesa Mette Gad (de cuyo matrimonio nacerán cinco hijos)
mantendrá relaciones y convivirá con varias muchachas tahitianas durante su estancia en la Polinesia.
Simplificando las formas y con trazos gruesos su pintura se aleja de la realidad y es más simbólica hasta el
punto que llegó a crear escuela "El Sintetismo o Simbolismo". La luz pierde en Gauguin su centro absoluto
en aras de una exaltación del color. La luz en ambos cuadros no procede especÃ-ficamente de ningún
punto. La fascinación de sus cuadros radica en la calma de las zonas anchas de colores (sobre todo en el
primer cuadro), como si realizara vidrieras, y en sus figuras grandes, contorneadas de manera nÃ-tida, cual
tallas de madera. Al mismo tiempo renuncia a la perspectiva, suprime el moldeado y las sombras e identifica
la sensación de plano igual que en las pinturas japonesas. AsÃ- se unen lo que ve y lo que imagina y
adquiere el color una intensidad poética excepcional.
Posiblemente sean éstas las imágenes más bellas entre las pintadas por Gauguin durante su
estancia en TahitÃ-. Las dos jóvenes que nos ofrecen las flores están captadas con enorme
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naturalidad y realismo, muestra de la alegrÃ-a que anima el corazón de un artista necesitado de esos
momentos de felicidad. Los hermosos rostros están perfectamente dibujados − realizando para ello
varios dibujos y xilografÃ-as preparatorias − incluso ambas figuras no resultan tan planas como otras
de estos momentos, colocando la mano que sujeta la bandeja en escorzo, al igual que la cabeza de la
joven de la derecha. El conjunto de colores o gama cromática utilizada resulta muy llamativo al
realzar el ocre y la piel tostada de las muchachas con el color rojo de las flores, el azul del vestido o el
verde del fondo.
Visión después del sermón
Visión después del Sermón constituye la culminación de todo el proceso de autoformación que
Gauguin habÃ-a labrado para conseguir toda la expresividad que él concebÃ-a en la pintura. Este cuadro se
ha desprendido ya de todas las investigaciones impresionistas para utilizar un lenguaje simplificado en lo
formal pero cargado de simbolismo. Cada lÃ-nea es ya un signo, y cada color una expresión abstracta, una
alusión a otro nivel de realidad, la acción se sitúa entre lo real y lo imaginario.
Los cuadros de Gauguin en TahitÃ- serán una evolución que parte de esta obra realizada en Bretaña,
justo en el momento previo a las semanas de convivencia en Arles con Van Gogh, que no cambiaron la
trayectoria de sus teorÃ-as en cuanto al arte como abstracción en adelante.
Se trata de un cuadro de dimensiones considerables: 73cm x 92cm. Su técnica ha sido al óleo sobre lienzo.
En la exposición del museo Thyssen−Bornemisza encontramos esta obra en una de las salas interiores, ocupa
una pared individual junto a un fragmento de una carta enviada a Van Gohg en septiembre de 1888 en la que
Gauguin explica lo que opina sobre el cuadro, la impresión favorable que le transmite. El cuadro se
encuentra iluminado con una luz adecuada, para que destaque pero sin llegar a modificar de alguna manera el
color a causa de la excesiva iluminación. En las zonas contiguas podemos observar obras de otros artistas
como Émile Bernard que también tratan de mujeres y paisajes bretones. El tema principalmente es
religioso: la lucha de Jacob con el ángel en presencia de unas campesinas bretonas que salen de escuchar el
sermón como su propio nombre indica. El lienzo se encuentra dividido diagonalmente por un árbol, debajo
del cual se coloca una vaca de pequeñas dimensiones proporcionalmente al resto de los elementos. Los
protagonistas (Jacob y el ángel) se sitúan en la esquina superior derecha mientras estas campesinas vestidas
con el atuendo tÃ-pico de la época parecen rezar arrodilladas en el primer término de la obra. Los
colores son planos, intensos y vibrantes. Se distribuyen de forma yuxtapuesta contrastándose violentamente
sin sombras ni luces. Destaca en concreto el predominante rojo bermellón, aunque también se ha de
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destacar el amarillo de las alas del ángel y el blanco de las cofias. Esta obra fue simple y llanamente la
culminación de la sÃ-ntesis que Gauguin llevaba buscando toda su vida.
En el libro de John Rewald El postimpresionismo: de Van Gogh a Gauguin consideran esta obra como el
resumen de su nuevo estilo, en definitiva, una obra innovadora. La sÃ-ntesis que encontramos en este libro
respecto al la mÃ-a no distan mucho en el sentido puramente descriptivo. Nos informa de que obviamente el
escenario es un paisaje bretón. La técnica de Gauguin a la hora de dividir el cuadro diagonalmente
proviene del estilo japonés en los grabados. También notifican el testimonio de Gauguin, lo que él
opina del cuadro; para mÃ- lo más relevante es lo siguiente: Creo que en estas figuras he logrado una gran
simplicidad rústica () Para mÃ-, en esta pintura tanto el paisaje como el combate sólo existen en la
imaginación de estas mujeres que rezan, todo es un resultado del sermón () Se ve que estaba muy satisfecho
con el resultado.
En el dossier también viene descrito este cuadro, en concreto en la obra de Charles Harrison, Francis
Frascina y Gill Perry Primitivismo, cubismo y abstracción en la que es considerado innovador porque marca
una ruptura con sus temas bretones seudo impresionistas anteriores simplificando y distorsionando las figuras.
Citando palabras textuales de Gauguin, existe un contraste entre la gente real y la lucha que se produce en un
paisaje, desprovisto de naturalismo y fuera de proporción. Consideran que el estilo decorativo es
esquemático, y lo comparan con Mujeres bretonas en un Perdón de su gran amigo Émile Bernard. Se
destaca el hecho de que los recargados tocados de las mujeres del primer plano y sus vestidos regionales
contribuyen a la distorsión de las figuras y al fomento del primitivismo. Puede advertirse la influencia
japonesa en la forma en que las figuras están cortadas por el marco, en la estilización de los tocados y en la
ausencia de perspectiva. La forma en la que se comenta en este libro el cuadro, está enteramente relacionada
con el primitivismo. Por lo que la sencillez, la intensidad y la ausencia de naturalismo caracterÃ-sticos de La
Visión se achacan a la búsqueda de Gauguin de lo salvaje. De esta forma también se comenta que
aunque presenta un tema religioso, no está fomentando una devoción o piedad religiosa. Y que la lucha
puede hacer referencia a los combates y bailes de los Perdones bretones.
En la sección Gauguin y los orÃ-genes del simbolismo, también del dossier, hacen destacar la
deslumbrante tierra bermellón definiendo a Gauguin como el iniciador de un nuevo arte que lee la
abstracción de la naturaleza.
Vincent Van Gogh pintando los girasoles, 1888, Ãmsterdam, Museo Van Gogh
En una de sus cartas, Gauguin se dirige a Van Gogh en estos términos:
SÃ-, tiene usted razón en querer una pintura con una coloración sugestiva de ideas poéticas y en ese
sentido estoy de acuerdo con usted, con una diferencia: no conozco ideas poéticas y es probablemente un
sentido que me falta. [...] Las formas y los colores conducidos en armonÃ-a producen por sÃ- mismas una
poesÃ-a. Sin dejarme sorprender por el motivo, siento ante un cuadro otra sensación que me lleva a un
estado poético según si las fuerzas intelectuales del pintor se desprenden de él
Es evidente que Gauguin ya se inscribÃ-a en una lÃ-nea al margen del naturalismo, y concebÃ-a la pintura
como un lenguaje simbólico basado en la expresividad de contornos y colores para formar un "poema" por
sÃ- mismo, y no por el motivo reproducido.
Junto a Van Gogh, Gauguin pintará algunos paisajes al natural, y su colorido se hará más vivo. Por su
parte, Van Gogh tratará de pintar desde imágenes mentales, e imitará el simbolismo presente en las obras
de Gauguin que el holandés consideraba tan misterioso. Ambos pintarán Les Alyscamps, presentes en la
exposición, y los célebres retratos de Madame Ginoux y Madame Roulin convertidos casi en tapiz por su
enfatizado valor decorativo.
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Pero las divergencias entre los dos artistas les llevarÃ-an a terrenos cada vez más alejados; Van Gogh
continuarÃ-a con la reproducción directa de la realidad, mientras que Gauguin avanzarÃ-a hacia la
creación de otra realidad lejana. La relación artÃ-stica serÃ-a, no obstante, enriquecedora para ambos, pero
la convivencia se hizo insoportable. Gauguin plasmó el estado de tensión de la relación en su Retrato de
Van Gogh pintado Girasoles; Van Gogh aparece como trastornado, pintando la obra con la que Gauguin le
identificaba. Todo terminó con el incidente de la oreja, y Gauguin se marchó sin auxiliarle, escapando del
proyecto que él habÃ-a desechado en favor de su anhelo de tierras exóticas. Ambos seguirán en contacto
por algún tiempo, hasta el suicidio de Van Gogh en 1890.
Faa Iheihe
En 1891 Gauguin se marcha a TahitÃ-, como habÃ-a planeado tantas veces, y será en aquel entorno donde
desarrolla plenamente sus teorÃ-as pictóricas. Los cuadros de este periodo son los más representativos de
su producción. La superficie pictórica se convierte en una evocación. La belleza plástica remite a su vez
a una belleza lejana, creada asimismo por Gauguin, que representa una mitologÃ-a perteneciente a la mente
del pintor, encerrando una explicación de la muerte y la vida, la vida como erotismo, erotismo como belleza,
y belleza en el exotismo.
Como analiza Guillermo Solana, los cuadros del periodo polinesio constituyen un universo hermético,
cerrado, donde se incluyen diferentes niveles de realidad al expresar el interior y el exterior de los personajes,
al expresar sus miedos, sus rituales y su religiosidad, que lleva a un ámbito sobrenatural. Cuadros como
Manao Tupapau, Vairaumati Tei Oa, o el sublime Mata Mua, representan complejas articulaciones en las que
los personajes son tomados de cuadros anteriores y se mueven entre lo real y lo imaginado. A partir de sus
figuras aisladas, y la belleza de los colores saturados, Gauguin crea una mitologÃ-a propia situada en algún
paraÃ-so de su invención. El valor estético de los cuadros es la recreación poética de los sÃ-mbolos
que explican la teogonÃ-a concebida por el artista.
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Mata Mua
Sus obras son evocaciones; recreaciones simbólicas de una lejanÃ-a grave, evocaciones de otro mundo.
Gauguin expresaba en otra de sus cartas:
Mi centro artÃ-stico está en mi cerebro y no en otra parte y soy fuerte porque jamás me desvÃ-an los
demás y porque hago lo que hay en mÃ-. Beethoven estaba sordo y ciego, estaba aislado de todo, y asÃ- sus
obras revelan al artista que vive en su propio planeta.
Cristo Amarillo
AsÃ- es, al marcharse a TahitÃ- Gauguin consolidó todo lo que habÃ-a ideado anteriormente. Tiene las
mismas inquietudes, el mismo lenguaje simbólico expresado desde la belleza plástica. La esencia es la
misma, sólo el sabor es diferente. La religiosidad de Visión después del Sermón o del Cristo Amarillo,
esa devoción soñada, ahora se viste de rituales y dioses asiáticos en un paraÃ-so ausente.
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¿De dónde venimos, Qué somos, A dónde vamos?
La culminación de todas sus ideas se encuentra en su cuadro−testamento: ¿De dónde venimos, Qué
somos, A dónde vamos? , del año 1897, conservado en el Fine Arts Museum de Boston, realizado durante
su segunda estancia en TahitÃ-. Se trata de la plasmación de ese paraÃ-so soñado, un paisaje edénico
donde las figuras exóticas, tomadas de cuadros anteriores, escenifican las tres edades de la vida: la inocencia
de la infancia, el desarrollo de la madurez entre el conocimiento cientÃ-fico y la religiosidad que nos vincula
al más allá, aquÃ- representada por la estatua del Ã-dolo Hina, y el paso final de la vejez que lleva a la
muerte cerrando el cÃ-rculo simbólico.
Tras la ejecución de esta obra, como eclosión de todo su pensamiento y su estética, Gauguin trató de
suicidarse, aunque su muerte no llegarÃ-a sino años más tarde, en 1903, dedicándose en el transcurso de
esos años a pinturas de enorme belleza centradas en al idea del ParaÃ-so y ya liberadas de las preguntas que
escondÃ-an las obras anteriores a su composición: ¿De dónde venimos, Qué somos, A dónde vamos?
Desde los primeros titubeos impresionistas al simbolismo, el desarrollo del cuadro como poema, la belleza
como signos y las alusiones a una religiosidad del más allá, Gauguin consiguió traducir las dos
naturalezas que él consideraba tener: la india y la sensitiva, en un estilo pictórico propio donde expresar su
mÃ-stica deliberadamente lejana, creada sólo en su mente, como un universo enigmático para volver a un
estado perdido.
El nacimiento de Cristo
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En el Nacimiento de Cristo de Paul Gauguin percibimos el primitivismo, el vigor, la cotidianeidad,
cruda y, en ocasiones, brutal, que caracterizaron toda su obra. La tela es una original conjunción de
elementos devotos y profanos. La iconografÃ-a navideña cristiana, matizada por la tradición
religioso−mágica polinesia, comparte escena con la imagen terrenal, encarnada en esa figura de mujer
yaciente, en actitud de natural abandono, humanizada y, tal vez, alejada de la condición de elegida.
Este torturado artista, demonizado en Europa, koke en sus pretendidos paraÃ-sos isleños, padeció
un verdadero catálogo de enfermedades. Su correspondencia privada está salpicada de referencias a
sus penurias sociales y a su precaria salud. Sufrió varias enfermedades tropicales (amebiasis, malaria)
y una sÃ-filis, que llenó de amargura sus últimos años.
Nevermore, 1897
Aunque Gauguin transformó a las mujeres polinesias en figuras divinas −obedeciendo a las reglas de su
imaginación− conocÃ-a bien la triste depravación de su vida real, y creó algunas imágenes oscuras en
respuesta a lo que vio. La muchacha plasmada en este cuadro, pintado después de haber vivido en los mares
del sur durante varios años, muestra cómo llegó a entender la obsesionada diferencia de la vida interior
que llevaban las mujeres. La muchacha está tendida ante nosotros, su cuerpo dorado de un siniestro verde,
mientras medita sobre el misterio de su existencia. Un cuervo ciego cuelga de su ventana como un simbólico
"pájaro de la muerte" (inspirado por el poema El cuervo de Allan Poe, uno de los autores preferidos de los
simbolistas). Dos mujeres hablan con urgencia mientras la muchacha yace aislada y asustada sobre su
espléndido almohadón amarillo.
Los motivos semiabstractos que vemos en las pinturas de este tipo son expresiones de los ritmos internos,
psicológicos, más que de sucesos externos. La habilidad de Gauguin radica en su negación a dar una
explicación a este complejo misterio, a pesar de que sugiere que puede haber una respuesta. No importa el
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tiempo que contemplemos Nevermore; mantiene, y de hecho profundiza, su misterio ante nosotros.
Mujer con abanico, 1902
En esta pintura el artista se sirvió de una fotografÃ-a, aunque acentuó la expresión triste y melancólica
de la mujer. Paul Gauguin (1848−1903) es famoso por los cuadros que pintó tras su marcha a los mares del
sur, pero la inspiración de su obra partÃ-a de su interior. Aunque se dedicó a la pintura como profesional
bastante tarde, sus primeros pasos como aficionado estuvieron influidos por los impresionistas, especialmente
Pissarro, cuyas pinceladas rotas y sistemáticas adoptó Gauguin. PretendÃ-a eliminar de su arte todas las
convenciones. Los impresionistas estaban influidos por la naturaleza; Gauguin por su propia versión de la
naturaleza.
Jinetes en la playa, 1899
Gauguin escapó a los mares del sur en busca de una forma de vida primitiva donde su arte pudiese florecer.
A pesar de la repugnancia que le producÃ-a la atrincherada sociedad colonialista que allÃ- encontró, pintó
a los polinesios como imágenes en un estado celestial de libertad total. Gauguin nos inculcó su propia
versión de la naturaleza, con formas estilizadas y planas y con la utilización de colores intensos y exóticos
en lo que puede parecer un abandono temerario, pero que están cuidadosamente calculados para conseguir
los efectos más espectaculares. en Jinetes en la playa pinta la arena rosa no porque la viese de ese color, sino
porque solamente la arena rosa podÃ-a expresar sus sentimientos. El amarillo hubiese resultado demasiado
real: no se trata de una escena lógica, sino mágica y la paz y la alegrÃ-a son simbólicas, no literales. Es un
cuadro sobre un estado de vida idÃ-lico; personas amables y radiantes controlan sin esfuerzo a sus caballos, la
libertad se encuentra en cada punto del paisaje marino, los cielos amplios y cubiertos de nubes, el hombre y la
mujer en perfecta armonÃ-a.
Algunos de sus autorretratos
Paul Gaug
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Anticonformista, original, inspirado, valiente, inquieto: Paul Gauguin es uno de los pintores más fascinantes
de finales del siglo XIX. A las dificultades y las amarguras de la vida diaria, Gauguin contrapone la
búsqueda sublime de la pureza y de la belleza, por las que está dispuesto a dejarlo todo y embarcarse en un
viaje al otro extremo del mundo. Desde Bretaña a TahitÃ-, desde los campos franceses a la Polinesia,
Gauguin nos lleva por un itinerario sorprendente y maravilloso.
Con su arbitrario sentido del color y sus formas sintéticas y planas, Paul Gauguin, atraÃ-do por los mares
del sur y el primitivismo, es uno de los pintores postimpresionistas que mayor repercusión tuvieron en la
evolución del arte. El color representado por Gauguin. Él libera al color en su labor de ser local. Es un
pintor aliado con la música Impresionista. El mismo dice que su pintura entra en una etapa musical. El
segundo tipo de color es el expresivo, representado por Van Gogh. El color es bastante más local que en
Gauguin.
Su primera etapa pictórica, está dentro de la pintura tradicional, pero su pintura va a ser de la lejanÃ-a.
Cuando está en la isla de la Martinica pinta más la cercanÃ-a y los colores van tomando importancia en la
pintura de Gauguin. Tras esta etapa de la Martinica, sus cuadros parecen ya esmaltes. Pasando por estas tres
etapas de Gauguin, llegamos al verdadero Gauguin. Las figuras entre sÃ- no guardan relación ni en espacio,
ni en tamaño. Los colores pierden totalmente su localidad y sus planos.
El cuadro se comporta como una vidriera; esto es lo que se llama un SINTETISMO. Como los colores son
planos y además están delimitados por una frontera, el sintetismo también se llama CROISSONISMO.
El cuadro se convierte en algo no realista, el color pretende evocar algo cálido y la pintura cobra
musicalidad. Esto pertenece ya al verdadero Gauguin. En la etapa en que Gauguin y Van Gogh viven juntos
hay cierta influencia de Gauguin en Van Gogh y viceversa. A Gauguin no se le incluye entre los
impresionistas porque por un lado el Impresionismo es como un realismo de retina y Gauguin dice que el
Impresionismo es una tonterÃ-a el no es impresionista. Por otro lado, el Impresionismo tiene un color local y
Gauguin dice que el color tiene que ser libre, no local.
Lo fundamental para Gauguin no es el tema, sino el acorde mágico de los colores. Este pintor sabe muy bien
que el color impacta; de ahÃ- que le de tanta importancia al color, porque es capaz de sacar los sentimientos,
la musicalidad,...
Gauguin crÃ-tica a Van Gogh en cuanto a la musicalidad de los cuadros de éste segundo, porque es
estridente y cortante (en contraposición a la suya que es armoniosa). La realidad visible en este pintor en su
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etapa de mayor esplendor, consiste en convertir el cuadro en algo no realista, el color pretende evocar algo
cálido y la realidad cobra musicalidad. Gauguin en cierto modo subjetiviza el color, los colores tienen un
lenguaje y cada uno evoca un sentimiento.
Este pintor para resaltar la solemnidad de lo que esta pintando, sacrifica el movimiento de las figuras y les
aporta rigidez e hieratismo. Gauguin rechaza radicalmente el realismo, hay que partir del espÃ-ritu, en sus
cuadros el tema pierde importancia. El mismo pintor escribÃ-a "La aspiración de querer reproducirlo todo
sólo da origen a una pintura inferior. La impresión, en cambio, que se desprende de la simple distribución
de colores, luces, y sombras es la música del cuadro".
Algunos de sus cuadros son:
"Las viejas de Arlés"; parece más un cuadro de Van Gogh que de Gauguin y ello se debe a que lo pintó
en 1888, cuando vivÃ-a con este pintor en el Sur de Francia,
"La oración el huerto"; es un cuadro como autobiográfico. Se siente solo y de hecho lo está, porque ha
abandonado a su familia (mujer y cuatro hijos).
"El autorretrato"; no hay realismo. Refleja rasgos fÃ-sicos, que él mismo dice que son de sus antepasados.
La Anunciación"; el colorido tiene gran calidad. Es un cuadro extraño, pues la virgen (mujer exótica de
las islas), sostiene ya al niño en el hombro.
"Tamatete" (El mercado); en él los colores van cambiando. Coloca algo en función del todo. Este cuadro
recuerda a las figuras egipcias.
"Las flores rojas de los senos"; en él, el azul y el rojo resaltan. Se comporta como una vidriera. Tiene todo
un festÃ-n de colores.
Gauguin utiliza los colores de un modo subjetivo, es decir, como él quiere. Juega con elementos subjetivos,
pero que producen efectos objetivos. Por ejemplo: El color azul se coloque donde se coloque, siempre aleja; el
rojo acerca; el amarillo y el naranja excitan; Los colores tiene un contenido que no sabemos porque, de una
manera o de otra no influyen.
Postimpresionismo o neoimpresionismo.
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Gauguin, Salve MarÃ-a, "La Orana MarÃ-a", 1891, óleo sobre lienzo, 113´7 x 87´6 cm, NY.,
Metropolitan Museum of Art.
Gauguin, es un claro ejemplo del postimpresionismo, debido a que fue un movimiento con gran inferencia de
diferentes corrientes orientales, que representa el mito del bohemio y del primitivismo. El rechaza la cultura
de Occidente y abandona la civilización en pro de los pueblos primitivos. Rechaza lo académico, valora la
máscara africana, el arte románico y todas aquellas tendencias que estaban fuera de lo habitual. Él valora
este tipo de arte no por lo que tiene de curioso y diferente, sino por su autenticidad.
Este movimiento adopto nuevas técnicas de representación, por eso fue un movimiento innovador, ya que
era la primera ves en Europa que se hacia esto.
En esta pintura se ve representadas las caracterÃ-sticas del pintor y del movimiento claramente, ya que es una
pintura de de una mujer indÃ-gena con un niño y atrás otras mujeres. También se da la aparición de
vegetación y frutos autóctonas del lugar, como paleras y otras diferentes variedades de árboles y arbustos.
Diferentes tipos de frutos como las bananas, cocos y demás.
En cuanto a los colores hay una gran variedad de colores, como el verde, el rojo, el amarillo y el azul.
No hay una luz definida, hay carencia de sombras y hay una sutil diferencia de claros y oscuros en los
cuerpos.
Hay una clara aparición de lÃ-neas bien marcadas en las figuras.
Aparece, por medio de la diferenciación de tamaños en las personas y las chozas de atrás una sensación
de perspectiva.
También es una pintura sintética, resuelve por medio de la simplificación de formas como la del cielo
por ejemplo, no es un cielo real pero se entiende como esta expresado que es un cielo.
La Leyenda Negra de un Pintor Maldito: Paul Gauguin
¿A qué he llegado? A un completo fracaso. Los enemigos y la mala suerte me han perseguido sin cesar...;
cuanto más avanzo más me hundo; muchas personas encuentran protección porque se manifiestan
débiles y saben cómo pedir ayuda. A mÃ- nadie me ha protegido porque me consideraban fuerte y porque
he sido demasiado orgulloso.
Paul Gauguin.
En el año 2003 se ha celebrado el centenario de la muerte del pintor francés Paul Gauguin (ParÃ-s, 1848
− Islas Marquesas 1903), por lo que se han preparado grandes eventos expositivos sobre la vida y obra de este
artista, cuya existencia estuvo marcada por los escándalos sexuales, enfermedades, problemas judiciales,
incapacidad de adaptación con las comunidades europeas y una genialidad que abrió numerosas puertas
para el arte del siglo XX.
Durante su estancia en Pont−Aven, sus cuadros asumen una temática bretona. Pero, su verdadera obsesión
es ir más allá de cualquier convencionalismo artÃ-stico y social y, para ello, decide dar el primer paso
hacia una aventura que marcará el arte del siglo XX: su marcha a Panamá y las Antillas francesas,
instalándose especialmente en Martinica, en el año 1887, donde aparecen sus primeras propuestas
marcadas por el indigenismo. La estancia en estas tierras favorece el incremento de la luminosidad en los
colores de sus lienzos. Antes de su marcha a Panamá, ya se encuentra tÃ-sico, aspecto que reforzarÃ-a esa
fama de artista maldecido. Sus problemas económicos son una constante, asÃ- como la dificultad a la hora
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de vender sus cuadros, que no son entendidos ni por el público ni por la crÃ-tica, ajena a toda esta
exaltación de indigenismo.
El investigador David Sweetman (1998, p.562) afirma lo siguiente de Paul Gauguin:
Mas que sentirse irritado por una situación concreta, es posible que la principal razón para que decidiera
abandonar Francia para siempre residÃ-a en que se habÃ-a convertido en vÃ-ctima de su propio mito.
Considerándose a sÃ- mismo como un salvaje, siempre deseoso de irse hasta los confines de la tierra en
busca de su arte, era imposible que se estableciera en medio de la rutina del mundo del arte parisino, que se
convirtiera simplemente en otra figura en lucha por hacerse con un espacio para exponer y conseguir llamar
la atención de crÃ-ticos todavÃ-a más jóvenes que él.
(2003, p. 43) reconstruye en su última novela como podrÃ-a haber sido este suceso:
ConfesarÃ-as a Teha'amana tus planes de retorno a Francia sólo en el último momento. Eso se terminaba,
también. DebÃ-as estar agradecido a esta chiquilla. Su cuerpecito joven, su languidez, su espÃ-ritu
despierto, te habÃ-an hecho gozar, rejuvenecer, y a ratos sentirte un primitivo. Su viveza natural, su
diligencia, su docilidad, su compañÃ-a te hicieron la vida llevadera. Pero el amor estaba excluido de tu
existencia, obstáculo insalvable para tu misión de artista, pues aburguesaba a los hombres. Ahora, con esa
semilla tuya en las entrañas, la chiquilla comenzarÃ-a a hincharse, se volverÃ-a una de esas nativas
adiposas, monstruosas, por la que tú, en vez de afecto y deseo, sentirÃ-as repulsión. Mejor cortar esa
relación antes que terminara de mala manera. ¿Y el hijo o la hija que tendrÃ-as? Bueno, serÃ-a un
bastardo más en este mundo de bastardos.
Posteriormente, entra en su vida Annah, una exótica javanesa, que es presentada por el marchante Ambroise
Vollard. Según David Sweetman (1998, pp. 525−526), "como es lógico, Gauguin afirmaba que Annah
tenÃ-a trece años, la edad mÃ-stica que parece haber representado para él, más que un momento
cronológico preciso, el instante sagrado en que una muchacha se siente mujer."
El artista tenÃ-a la costumbre de mostrar una colección de postales pornográficas a las adolescentes
muchachas tahitianas. De hecho, fueron abundantes en número los cuadros de pubescentes amantes
tahitianas, lo que demuestra, guste o no, su tendencia pederasta, hablamos de amantes de 13 y 14 años,
actitud que en la época desató numerosas polémicas, pero que incluso, hoy en dÃ-a, el escándalo
hubiera sido mucho mayor, debido a la mayor sensibilidad ante este problema. Hoy Gauguin posiblemente
hubiera sido enjuiciado, ya que realmente tenÃ-a una clara tendencia hacia la pederastia.
No obstante y aportando algo de luz sobre el tema, debemos afirmar que su precaria salud tampoco le
permitió hacer grandes hazañas sexuales ni excesos, eso sÃ- contagió la sÃ-filis a muchas de sus
amantes, ingresando en la lista de los personajes sifilÃ-ticos de la historia, entre los cuales podemos encontrar
al Marqués de Sade, Franz Schubert, Lord Byron, Arturd Rimbaud, Paul Verlaine, Charles Baudelaire,
Nietzsche, Oscar Wilde y los pintores Francisco de Goya y Vicent Van Gogh, entre otros muchos.
Posteriormente, en el transcurso de una breve estancia en Bretaña, en 1894, en el trascurso de una refriega
en el puerto pesquero de Concarneau, a trece kilómetros de Pont−Aven, sufre fuertes heridas en una pierna,
para mitigar los dolores posteriores y conciliar el sueño abusa de la morfina con el alcohol. Por otra parte,
durante estos años, su técnica está muy asentada, de hecho, la autonomÃ-a del color se presenta
totalmente establecida y la temática asume una nueva realidad totalmente alejada del convencionalismo
occidental.
En 1895, de vuelta a Papete y sin su amante Annah, que se habÃ-a escapado, al no poder aguantar el
carácter avinagrado del artista, recibe la noticia de la muerte de su madre, lo que le produce una absoluta
dependencia del alcohol. Durante este año, se plantea que si su vida no mejora se quitarÃ-a la vida,
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situación que se repetirá en varias situaciones en el futuro. Por suerte, obtiene un trabajo en el catastro, pero
su situación económica sigue siendo lamentable, viviendo en una choza con una gran pobreza y donde las
ratas realizan diversos destrozos en cuadros y dibujos.
La posterior noticia de la muerte de su hija de 20 años, Aline, le producen fuertes problemas alucinatorios y
paranoicos. Su situación vital se hace insoportable, uniendo a todo esto la tuberculosis, sÃ-filis, blenorragia,
asma, fiebres, alteraciones gastrointestinales y complicaciones de piel y vista.
En 1901, marcha a las islas Marquesas, a 1.400 kilómetros al nordeste de TahitÃ-, en busca de nuevos
estÃ-mulos para su arte, donde nuevamente vuelve a tener relaciones con una joven de catorce años,
llamada Marie Rose Vascho, de la que tiene un hijo. Hoy en dÃ-a, en estas islas se siguen contando
numerosas historias y leyendas del artista, con el nombre de Koké, tal y como se le conocÃ-a en la zona.
Entre los diferentes artistas con los que entabló relación destacan Edgar Degas, Eduard Monet, Ignacio
Zuloaga, Camille Pisarro, Paul Cezanne, Emile Bernard y Paco Durrio, pero especialmente significativo fue
su encuentro con Vicent Van Gogh.
Entre los diferentes escritos del artista francés, debemos destacar los de carácter religioso marcados por
una visión revolucionaria y un cristianismo anticatólico (tal y como aparece en el panfleto"El espÃ-ritu
moderno y el catolicismo"), sus descripciones de soledad e incomprensión por parte de sus colegas y
crÃ-ticos ("Historias de un pintamonas"), asÃ- como otros escritos "Noa, Noa, la isla feliz", "Escritos de un
salvaje", "Avant et Aprés" y "Cartas a Georges Daniel Monfried", entre otros.
Exaltaba las civilizaciones primitivas, no corrompidas por el abuso de la razón occidental y las normativas
eclesiásticas. En definitiva, buscaba una sociedad inundada por la felicidad, alejada de restricciones sociales
y de pensamiento. Estas islas le parecieron uno de los pocos lugares del mundo donde se podÃ-a ser libre. Un
ideal que fue perseguido por otros intelectuales occidentales, como el escritor escocés Robert Louis
Stevenson, autor de "El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde", "La isla del Tesoro" y "La flecha
negra", quien también acabó en los Mares del Sur, convirtiéndose en una leyenda para los indÃ-genas
por su poder de inventar historias, de hecho, fue apodado "Tusitala", el contador de cuentos.
Sus primeros cuadros importantes son pintados cuando tenÃ-a más de 30 años, exactamente podrÃ-amos
situar su periodo más productivo entre los 40 y 50 años. En este sentido, la influencia pictórica de
Gauguin ha sido muy notable, de hecho, ha marcado como discÃ-pulos suyos a los pintores de la escuela de
Pont−Aven y a los nabis; igualmente Pablo Picasso se sintió impresionado por la energÃ-a de su arte
primitivo, inspirándose en la escultura Oviri para la realización de "Las Señoritas de Avignon"; Henri
Matisse y otros pintores fauves se quedaron fascinados con la exaltación cromática de sus cuadros y su luz
cálida y notable; los expresionistas alemanes compartieron el interés del artista por los Ã-dolos, los ritos
paganos y la estatuaria primitiva; incluso, el arte abstracto también puso sus ojos en las propuestas del
artista francés, ya que este proclamó la superioridad del color sobre el dibujo y la fuerza del gesto creativo
e instantáneo. Consiguió con su pintura una superación de la mera realidad descrita, convirtiendo la
naturaleza en expresión libre de emociones y en un medio para la imaginación del artista.
Comienza la quinta Bienal Paul Gauguin con música clásica
Iguala, 25 de octubre. Entre música clásica de Mozart y Beethoven a cargo del grupo de pianos Claro de
Luna, y un mensaje de que la UAG no sólo es marcha y protesta, sino también investigación, arte y
cultura, fue inaugurada la quinta Bienal del PacÃ-fico de Pintura y Grabado Paul Gauguin 2007, exposición
colectiva de reconocidos artistas de siete estados. El director de la Casa de la Cultura, Mario RodrÃ-guez
DÃ-az, indicó que en esta bienal se conjugan formas y estilos de trabajo, algunas figuras con abstracciones
muy intensas, mientras que en otras hay una expresividad muy grande con cuadros de la figura humana un
tanto deteriorada y algunos trÃ-pticos.
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