Núm. 338 Cartagena 4 Noviembre Í921 _ A ñ a X Í V Periódico Católico de propaganda CON CENSURA ECLESIÁSTICA Director: DON J O A Q U Í N Costea io j)()r bieiiliechores I REDACCIÓN y ADMINISTRACIÓN: P. TRES REYES, 2. 4> Hienas con chilaba Reproducen los periódicos, de un moro qae presenciaba el eepectáoulo horripilante de Monte-Arruit, est a s palabras: — ú Eapaña «ver» Monte-Arruit, no «perdonar» janaáa moro...» España ha visto MonteArruit con espanto maternal y con indignación prótundamente humana, porque aunque aquellos cadáveres «autilados y putrefactos, no fueran de eoldados españoles, los testigos del odioso espeo' •tádoló' habrían sentido algo glacial én las yenás y ésa «acudida nerviosa que en todo hombre de espíritu cristiano produce la profanación •de los muertos. ¿Cuál no habrá sido la pesadumbre de los sotóados y periodistas de Espsiia que han ooptemplado «I íinal macabro de la tragediftde Mjon te-Arruit? No tratemos, d t» finalizarla. Nosotros, que hemos visto d e cerca la guerra grande, q u e hemos estado en Reims y en Verdun, no encontraremos nada coüiiíarable! a ese osario salvaje de MonteArruitr, S Í Q dttd», ©1 ÍBBT arrastró millares de cadáye duda sobre el írente res; sin ¿e.DonaumoQt no hay una -vara de Iferra^in trÓ^ós ¡de viOsamenta humana; sin duda l a ,vi¿óo.. de las trincheras barridas por artillería y ^ a -de las oiadad«s arrosadas—' A r m e , E6Jlms^Verduij,Ipr48, jtf ntf.3 cirH'\ —eraangustio- sa y horrible. Pero lo que no existió en la guerra grande taé el ensañamiento sistemático sobre el cadáver, la mutilación bárbara del cadáver, el odio al cadáver. El hombre que sacia su venganza en el cadáver de su enemigo es un infrahombre, está entre la fiera y el honjbre. Es el caso de los riíeños. No son hombres son hienas con chilaba. Hay, pues que dejar de considerarles como seres de nuestra misma especie. Nadie se venga de las fieras, ni las castiga ni las hace expiar, 8e a s ^ u r a uno contra ellas, extirpándolas, confinándolas en un espacio de tierra o domesticándolas. No hay que vengarse del moro. Hay que hacer con ól lo que se hace coa las ser' pj^^jes de la Indi», con los j ^ ^ ^ g ^ g j j ^ g i g y j^g jeo^gg ^^^ ^ ^ ^ g . pj-ecaverse contra ellos. BPplaa de España en Alrica no paede consistir en batirse con el rifefio cara a cara, cencediéndole beligerancia moral, sino en acorralarle y dejarle inútil para nuevos asaltos. Después vendrá obra que al ui« la *«^M«.« v,->^ incumbe .-^^^ ^ domador, al Civüizador, al humanizador. Pero, por de pronto, los moros del Rif no son t^ornbres. Sen hierbas coa chilabíi. Cémajivín ios pilsloaeros X Se |iB recibidjl ófirla de .u% oüolal |>rieiÍQQe[e ea ^ydir, Ssta ' owrta-ha lleudo r pot' cettdtioto ítpguro, y contiene nuevos pór- i MATEO Se reparte gratis meoorea do la vida que llevan de Ingenieros Aguirre, úniao del aquellon militaren que, ooa «I Cuerpo entre nosotio^, recibió geoerkl Navarro, siguen en manos nuestro abrazo: eo él »)ira2ibaBaoa lie Abd el Erim. a los bravos ingenieros que deci«Nuestro campamento—dice dieron aquella victoria. —ea bien pequefio: fórmanlo dos Y asi van deilitindose naettiendas; que por un menguado tro* tíias, entre el trftbajo itaeoi« paaillo oomunioan con dos habi- nico, que extendemos fuera del taciones, obscuras y mal venti- campamento para higienisat Í M ladas. alrededores, y la vivn esperMl» Nos levantamos casi al amane- da recobrar nuestra libertad.» cer, y cada cual cuida seguidaLa.oarta termina «logiAnd^ »l mentu ÚH recoger y de doblar »u médino Serrano que vOJiefoe—dicama. Después entregamos los ce—de módico, deepraqtioaote^ vales que se envían a Alhucemas de enfermero, todo * la vez, y para el aprovisionamiento de vi- en el cuidado y en ««I consuelo • vero». Nuestra comida se condi- los enfermos, es un heriraao. I ' I'"" llalli" I :mmm»mtmmm-. menta casi siempre a base de hue- I i n ' I vos y patatas. Traía antes los comestibles, las cartas y algunos periódicos un moro ai qva apodábamos-Putoi^, porque #e presfntaba d« .«o«iti~ En este debate acerca da Maouo ante n,08t tros empanando una rruecos está repiliéndosft ei .ua«o pistola. Traía loa encargos de que imbimcM de lamentar ouaado nuestras familias, pero iotervl- el CNDitgreso disouH», l-li'dlant^Qte nióndolo todo con actitud. Por también, ei terrorisnao baroeiotois. f )rtuna, «PtB eonnwééro ha sido £u eHte debate ha surgido tie eibreemplazado por otro moro me- mentó terriblemObte eoporlfinrv nos hosco y más servicial. y eégorroso: el tesiígo presenoiáU £l %anünero que era de la posi- Tenemes al|ora que Soportar I» ción de Afrau, prisionero hoy coa perorata trivial del «homlife n a t . nosotros, sirve el desayuno y \^ )»BUim> en MéltÉi. ooifto eQtoÍoe| comidas eontode solicitud. í |iu^ímo8 de ^slgn^é)» il Í i o | Cada t^nda y habitación ttené 'tamtm del thooalte qae esilcri) eol^ su nombré: alguno de estos cali- Barcelona»... El toriate se ooo* fica la inóomodidad del aposento vi<e^te »|i •& ÍD fadLof orHioo, de como la Pulguera; otras l»i lla- p.edeateria inagaantables, y hemamios la Haroa, el Sanatorio, %1 mos de asislic con peoienoia %1 Consejo de Ancianos... Oootituí- desfile dei9StÓs viajeros que no dos los primeros grupos, cada uno di* se l^ei^eo ua «bock> en una de éstos ouida.de una parte de la »,oacvfiafttí».de Jbs Ramliles y lae« limpieza; y como todo escasea, go vieneD bablaadp eon éelMie hay que formar cola Rara'o^er* drtl ltoi>af 'Wf0if!»f fIfWIIrtt» y ;,g„, p . , . obtener une silla y otro 1 . ^ ¿ í a S ^ y polaSas. hasta para leer un trozo de perió- se pesean por los alrededprea de dioo. Los periódicos y las pi^rtas Melilla para venir después al Con^ el' gran consuóró y gresó a examlntiV, en latos disnos 'han iraido ta inmenoa alegfla de óoiiooer las omsós qae Bfedie esouelié, pere victorias de nueatro Ijéircito. que ooosumen joVnadá tria foVbeArrastrando el enojo de los mo- d«,.el arduo probletña 'ttarroqui, ros guardianes, festejamos ooo relaoÍQnando ibooherentemeote cantos y vítores la- Aoupaoión del el, aota^ de i Aige^iMt \ eon «igtíit., TOoo de Arbaa, de Nador, de . Zo- que otro relato de eieriA .«osa loá:T, y ooo vttíkñ botellas de si- mtnéso«l« que el preopioeate éfé- i dra el episodio de Tizza y la,ha- deoir* naos buenos müiUiea {^mlv Kftfia de Óavaloai^U. Bl oapit&rt lontalbtt'ri café eo la ptktá... ^' Los señores diputackMt