1 República restaurada en el Estado de México... República restaurada en el Estado de México: agitación política y avances económicos María del Carmen Salinas Sandoval* 36 1999 La colección Documentos de Investigación difunde los avances de trabajo realizados por investigadores de El Colegio Mexiquense, A.C., con la idea de que los autores reciban comentarios antes de la publicación definitiva de sus textos. Se agradecerá que los comentarios se hagan llegar directamente al (los) autor(es). Los editores han mantenido fielmente el texto original del presente documento, por lo que tanto el contenido como el estilo y la redacción son responsabilidad exclusiva del(de los) autor(es). D.R. © El Colegio Mexiquense, A.C., Ex hacienda Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec, México. 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El trabajo está dividido en dos partes, en la primera se trata la situación nacional, que se desarrolló con los gobiernos de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada; y en la segunda el acontecer estatal, con los principales sucesos ocurridos en el Estado de México. Las administraciones de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada se desenvolvieron entre: los problemas electorales, las ambiciones militares, la constante actividad legislativa, los requerimientos de infraestructura, la falta de comunicaciones, la necesidad de educación pública, las revueltas políticas en busca del poder y los levantamientos de indígenas. Estas problemáticas fueron atendidas en el Estado de México, como en otros estados de la República, principalmente en los siguientes puntos: la sucesión de las autoridades, los fundamentos para impulsar los cambios económicos, educativos y en infraestructura, la erección de los estados de Morelos e Hidalgo y las alteraciones de la paz pública. La República Restaurada fue una época de transición y agitación política, que buscó crear los fundamentos legales impregnados de derechos liberales, para terminar con los restos coloniales. La modernización impulsada durante esa época fue un objetivo de sumo interés, que se retomó en el régimen de Porfirio Díaz, alcanzando importantes logros; sin embargo el ideal republicano de aquel momento se vio opacado con las prácticas políticas de los gobiernos porfiristas. 2 3 República restaurada en el Estado de México... INTRODUCCIÓN E l fin de la guerra de intervención fran cesa y del imperio de Maximiliano de Habsburgo, en junio de 1867, representó un triunfo de la nación mexicana; no sólo por la derrota de un poderoso ejército europeo, sino por el predomino de las instituciones republicanas y por la comunión de diferentes voluntades, que habían estado dispersas en el país, para enfrentarse al enemigo extranjero. Con este triunfo se complementaron las ideas y leyes reformistas dadas por los liberales mexicanos, antes y después de la Constitución de 1857, dirigidas a edificar una patria nueva, tratando de derruir restos de un pasado colonial que detenía el progreso y la modernidad. Con la victoria de la nación sobre sus opresores franceses y los conservadores mexicanos, se confirmó la República y las ideas que la sustentaban, que habían estado en peligro. De ahí el nombre de «República Restaurada» como se conoce al periodo de gobierno que presidió al Imperio de Maximiliano, entre 1867 y 1876. Presentamos un breve recorrido sobre este importante periodo de nuestra historia. Iniciamos con un panorama a nivel nacional de las administraciones de Benito Juárez y de Sebastián Lerdo de Tejada, que marcaron la dirección del acontecer de la República; para después centrarnos en el rumbo que tomó el Estado de México. La pregunta que motivó este Documento de Investigación es ¿Qué representó la República Restaurada en el advenimiento del porfiriato? 1. ADMINISTRACIONES DE JUÁREZ Y LERDO En julio de 1867, el gobierno legalmente establecido representado por Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias e Ignacio Mejía entró triunfante en la ciudad de México, después de cuatro años de peregrinar por el país. El presidente Juárez, con la autoridad moral que tenía como defensor de la República y como Presidente Constitucional de la República Mexicana, dirigió a los mexicanos un manifiesto. En el cual, se comprometía a cooperar al bienestar y a la prosperidad del país e invitaba a los ciudadanos a respetar las leyes y a obedecer a las autoridades elegidas por el pueblo. Juárez había terminado de enfrentarse a los imperialistas, pero le esperaba una lucha igualmente importante, la difícil situación interna, económica, política y social. Si las armas habían desarticulado los baluartes reaccionarios, aún quedaban grupos descontentos que añoraban restaurar un régimen conservador, y junto a ellos muchas gavillas de asaltantes, secuestradores, malhechores que sin bandera alguna robaban. También existía una clase militar ambiciosa, ansiosa de recompensa y de mando. Los oficiales del país, en la mayor parte de los casos, tenían un influjo considera- María del Carmen Salinas Sandoval ble en sus provincias de origen o en las que habían actuado.1 Otra faceta importante a observar era la actitud de autonomía de los parlamentarios del Congreso, que se había disuelto durante la lucha, y que ahora reclamaban no sólo participar en el gobierno, sino decidir por sí solos cuanto debería hacerse. Una de las primera tareas de Juárez fue convocar a elecciones generales en las que el pueblo pudiera libremente elegir al presidente de la República, a los diputados federales y a los magistrados. Juárez y Lerdo propusieron una serie de reformas a la Constitución y a la ley electoral, en agosto de 1867. La polémica se centró en torno a si debían o no ser restringidas las atribuciones del poder Legislativo en favor del poder Ejecutivo. El primero se dividiría en dos cámaras, y el Presidente podría poner veto suspensivo a las resoluciones del Legislativo. Esta medida fue considerada por los opositores como un deseo de convertir al parlamento en un cuerpo dócil. Sin embargo, los gobernantes sólo pretendieron dar equilibrio a la organización de los poderes públicos. Las reformas fracasaron despertando una feroz oposición, aunque fueron presentadas a toda la nación en forma plebiscitaria.2 En diciembre se efectuaron las elecciones, y aun cuando las propuestas enunciadas mermaron la popularidad de Juárez, éste triunfó frente al general Porfirio Díaz, postulado por el Partido Constitucionalista. En el Congreso, también logró una mayoría, pero ésta se manifestó poco dispuesta a ceder ante las consignas presidenciales y a probar todos sus actos. Fue electo presidente de la Suprema Corte de Justicia Sebastián Lerdo de Tejada. El gobierno, a través del ministro de Guerra Ignacio Mejía, organizó al ejército, licenciando a todos los contingentes que no se creyeron necesarios. Informó, en julio de 1867, que el ejército quedaría reducido a 20,000 hombres, de un 1 González, 1981, pp. 899-908. La administración Pública en la Época de Juárez, 1974, vol. 3, pp. 47-49. 2 4 total de 60 a 80 mil efectivos.3 Las tres figuras más importantes del mundo militar fueron: Jesús González Ortega, Mariano Escobedo y Porfirio Díaz. Este último apoyado por liberales que poco a poco se iban separando de Juárez: Manuel María de Zamacona, José María del Río, Francisco Gochicoa, Lorenzo Elízaga, Felipe Buenrostro, José Valente Baz, Ignacio Ramírez el Nigromante, Ignacio Manuel Altamirano, Justo Benítez y Vicente Riva Palacio. Las ambiciones militares representaban uno de los problemas más graves. Éstas se transformaron en sublevaciones, que se reprimieron con fuerza; entre ellas las rebeliones del general Miguel Negrete de 1868 y 1869, y las del estado de San Luis Potosí con ramificaciones en otras ciudades Zacatecas, Guadalajara y Orizaba. Estas últimas encabezadas por los generales Francisco Aguirre, Pedro Martínez y Trinidad García de la Cadena y el coronel Jorge García Granados, quienes en un plan lanzado en San Luis desconocían a Juárez, pero no al Congreso ni a la Corte. El presidente Juárez decretó en diciembre de 1867 el Estado de Sitio en Yucatán por intentos de restauración imperialista; en abril de 1868 suspendió las garantías constitucionales, de mayo a diciembre. En 1869 suspendió esas garantías para acabar con plagiarios y salteadores. En 1870 y 1871 gozó también de esas facultades; y se arrogó facultades en materia de hacienda y guerra que creyó necesario tener.4 La pobreza crearía inquietud y rebeldía. Los grupos políticos ajenos al poder tenderían a fomentarlas, al igual que el motín y el plagio. Por ello, consolidar la paz y cuidar los intereses privados, fueron el objetivo prioritario del programa de la República Restaurada. Así lo reiteró Juárez en la clausura de sesiones del Congreso, en diciembre de 1867.5 La actividad legislativa en este periodo fue intensa y valiosa. Se dictaminó la ley del 25 septiembre de 1873, sobre adiciones y reformas a 3 La administración pública en la época de Juárez, 1974, vol. III, p. 24. 4 Cosío Villegas, 1984, vol. I, pp. 227-282. 5 La administración pública en la Época de Juárez, 1974, vol. 3, pp. 63-64. 5 República restaurada en el Estado de México... la Constitución y la ley reglamentaria del 14 de diciembre de 1874. Buena parte se centró en un vasto y ambicioso sistema educativo, impregnado de una filosofía pedagógica liberal. El Ejecutivo consiguió, impulsado por Lerdo establecer el Senado, asegurando que de esa manera estaría asegurada la voluntad nacional. Esta iniciativa fue aprobada en diciembre de 1874, y la división del Congreso de la Unión en diputados y senadores empezaría a regir hasta septiembre de 1875. Si el país tenía una organización política que le daba su constitución era preciso completar esa estructura mediante la elaboración de los códigos que rigieran los derechos civiles de las personas y que velaran por su libre y legal ejercicio. Los códigos civil de 1870 y el Penal de 1871, se habían comenzado a elaborar antes de la intervención. Con ellos el país contó con una vasta y eficaz legislación, que mostró el anhelo de los reformistas por hacer de México un país que al amparo de sabias y modernas instituciones ingresara en la modernidad y asegurara su progreso. Aunada a la falta de relaciones con las potencias europeas, estaba el problema de cubrir la deuda externa, originada desde los primeros años de nuestra vida independiente, que se había acrecentado y dado lugar a la intervención tripartita (España, Francia e Inglaterra). José María Iglesias se enfrentó a una deuda pública externa de $375,493, 256 y una interna de $78,669,604, lo que daba un total de $454,162,860. Los ingresos federales eran de $18,537,794. La gestión hacendaria de Iglesias tuvo éxito, pues logró reducir a 87 millones los 454 de la deuda, de ellos correspondían a la extranjera 84 millones, que sometidos a convenciones trataron de irse pagando posteriormente. Al Abandonar Iglesias el Ministerio de Hacienda fue sustituido por Matías Romero quien reorganizó la administración pública hacendaria. Se negó a celebrar contratos de agiotistas, no impuso gravamen alguno a la nación, reconociendo reclamaciones exageradas; no hizo exacción extraordinaria de dinero; amortizó más de 20 millones de pesos de la deuda pública; hizo los pagos de los impuestos con mayor regularidad que en épocas anteriores; estableció el imperio de las leyes fiscales en todo el país; regularizó la contabilidad fiscal de la federación e introdujo adelantos desconocidos hasta ese momento; mejoró la disciplina de las oficinas a su mando; y sentó las bases para la moderna hacienda pública mexicana con sus reformas al arancel y con la ley del timbre.6 Las comunicaciones ocuparon lugar preferente en el progreso material de México. El telégrafo introducido en 1849, por Juan de la Granja, contaba en 1867 con 1,874 kilómetros de líneas. Veinte años después, habían aumentado a 4,189 kilómetros y en 1872 sumaban 7,776, más 1,321 que se tendían en varias direcciones. Los caminos formaban en 1865 una red, aunque todavía elemental. Al iniciar el Presidente Juárez su administración, consciente de la necesidad de construir ferrocarriles otorgó, en noviembre de 1867, una amplia concesión a una Compañía Inglesa para continuar con la construcción del ferrocarril MéxicoVeracruz. Concesión que provocó fuerte oposición en el Congreso, pero que a la postre fue aprobada (noviembre de 1868). El 16 de septiembre de 1869 se inauguraba el tramo Apizaco a Puebla y el 20 de diciembre de 1872 fue concluida esa obra extraordinaria para su época.7 En 1871, se presentaron en la palestra para ocupar el Ejecutivo federal tres candidatos, el presidente Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz. Juárez tenía un gran prestigio, debido a que durante muchos años había planeado un programa de gobierno que se empezaba a ver cristalizado, con el respeto internacional, en la creación de instituciones firmes y efectivas. Se sentía un leve mejoramiento de la economía y en la realización de obras públicas. Lerdo de Tejada había realizado directa e indirectamente su candidatura influyendo en el Congreso, en los gobiernos locales, en los jefes militares y en el periodismo, y permitiendo la formación de grupos políticos que trabajaban con astucia y eficacia para conseguir adeptos. 6 7 De la Torre Villar, 1987, p. 198 González, 1981, pp. 921-922. María del Carmen Salinas Sandoval Porfirio Díaz, derrotado en las anteriores elecciones, comenzó a hacer preparativos para organizar una revuelta en caso de que las elecciones fueran fraudulentas. En noviembre de 1871, el general Díaz publicó en el Diario Oficial de Oaxaca el Plan de revuelta, firmado en La Noria, su hacienda del Valle de Oaxaca. Estuvo presionado por sus partidarios, principalmente por Justo Benítez y Félix Díaz, quien como gobernador declaró que Oaxaca reasumía su soberanía e independencia. Porfirio Díaz enarbolaba la Constitución de 1857 como bandera, criticaba la labor política y administrativa del régimen y la negación de la libertad ciudadana, y proponía un programa cuya elaboración confiaba a una convención de tres representantes por estado, la cual designaría al presidente constitucional.8 En la elaboración del plan de La Noria intervinieron, además de Justo Benítez, las pretensiones o agravios de un grupo de importantes militares que se dirigieron a Díaz en septiembre de 1871, conminándole que encabezara la rebelión que derrocara a Juárez. El plan se convirtió en la bandera del descontento. Los resultados electorales fueron: Juárez 5,837 votos, Díaz 3,555 y Lerdo 2,874. Las elecciones habían terminado en violencia y fraudes que preludiaban ese resultado. La revuelta de la Noria fue vencida tanto por el ejército juaristas como por fallecer Juárez el 18 de julio de 1872, víctima de un infarto del miocardio. Las leyes fundamentales del país señalaban que en ausencia o desaparición del presidente, sería el presidente de la Suprema Corte de Justicia quien le sucediera interinamente. Así llegó súbitamente Lerdo de Tejada al poder el 19 de julio de 1872. Convocó elecciones para presidente constitucional; el Congreso declaró el 16 de noviembre 10,502 votos para Lerdo, contra 680 de Díaz y 136 en favor de otros candidatos. Lerdo era el presidente electo para gobernar el cuatrienio correspondiente del 1º de dic. de 1872 al 31 de nov. de 1876.9 Lerdo ejerció una injerencia pre8 9 De la Torre Villar, 1987, p. 190. De la Torre Villar, 1987, p. 193. 6 ponderante sobre su ministerio. Su gobierno se caracterizó por ser de carácter personal, en el que su inteligencia alternaba con su negligencia en la atención de los negocios, lo que le causó enemistades. Decretó amnistía a los sublevados de La Noria para restablecer la paz. Empezaron a hacerlo: Miguel Negrete, Luis Mier y Terán, José Cosío Pontones, Aureliano Rivera, Pedro Martínez, Jerónimo Treviño y Donato Guerra escogieron el camino de la paz. Porfirio Díaz fue el último en pedir su amnistía en octubre. En 1873 hubo elecciones para la séptima legislatura del Congreso de la Unión, los candidatos gobiernistas obtuvieron mayoría, no por el voto del pueblo sino por fraudes realizados al violar la Ley Electoral. La misma actitud de imposición de funcionarios se siguió en la sustitución de algunos gobernantes. Iglesias, como Presidente de la Suprema Corte de Justicia, no soportó las violaciones al sufragio, la imposición de autoridades y la destitución caprichosa; se separó de la administración de Lerdo llegando a ser su opositor político.10 También hubo otro tipo de opositores: el movimiento rebelde de Manuel Lozada que fue el líder de los grupos indígenas coras y huicholes de la Sierra de Nayarit; y se desarrolló la revolución cristera en Michoacán y Jalisco entre 187576, que tuvo como causa principal protestar por la aplicación de las medidas reformistas que herían la sensibilidad de los católicos mexicanos. Éstos se sublevaron desconociendo la Constitución de 1857 y los poderes de la nación, mezclándose problemas agrarios. Para combatir esta revuelta, que al final degeneró en un bandolerismo, fue designado el general Mariano Escobedo. Otro movimiento opositor estuvo encabezado por Vicente Riva Palacio, enemigo de Lerdo, y los generales Sostenes Rocha y Francisco Carrión, bautizado como «la Revolución soñada». Riva Palacio desde El Ahuizote mantuvo una campaña de oposición contra Lerdo. Como resultado de la oposición era explicable que apoyara el grupo opositor más fuerte que era el de Porfirio 10 De la Torre Villar, 1987, pp. 194-195. República restaurada en el Estado de México... Díaz. Riva Palacio formó un Plan revolucionario desconociendo a los tres poderes y a sus funcionarios. Desarticulado este movimiento en las postrimerías del régimen lerdista, sus dirigentes sólo observaron con paciencia. En 1872, Francisco Mejía, como Ministro de Hacienda, se enfrentó a una hacienda pública deficitaria por la revuelta de la Noria. Se propuso hacer más eficiente la administración fiscal, mantuvo un sistema de vigilancia hacendaria continua, organizó a los funcionarios e impuso orden. En 1873-1874 aparecía un déficit de 6 millones, pero señalaba que el ministerio cubriría todos los gastos con las rentas naturales de la República, sin tener que recurrir al agio. Mejía evitaba comprometer sus finanzas realizando obras públicas, como los ferrocarriles.11 Los avances en las comunicaciones fueron: la red telegráfica se incrementó de 1872 a 1875 en 2,600 km. alcanzando más de 9,000 km.; los caminos aumentaron; el ferrocarril MéxicoVeracruz quedó inaugurado el 1° de enero de 1873; y parte de la línea al norte, hasta León se comenzó en 1875 por los señores Camacho y Mendizábal. Se inició así lo que sería el Ferrocarril Central. También las administraciones de Juárez y de Lerdo tuvieron interés en iniciar una reforma educativa, que creó todo un sistema educativo que tuvo trascendencia durante varias décadas posteriores. En las postrimerías de 1875 la agitación política se acrecentó. Los opositores porfiristas vigilaban todos los actos del gobierno, particularmente los electorales. En la renovación del Congreso de 1875 se dio el triunfo de lerdistas bajo el fraude electoral, reflejándose con esto las pretensiones releeccionistas de Lerdo. Consolidar el poder como había hecho Juárez, aún a costa del relajamiento constitucional, significaba el principio de la estabilidad. Sin embargo, verificados los comicios electorales para presidente, en junio y julio de 1876, hubo abstenciones e irregularidades. El triunfo favoreció a Lerdo, pero no fue reconocido por sus adver11 De la Torre Villar, 1987, pp. 198-199. 7 sarios, quienes decidieron la rebelión armada. Entre los enemigos más importantes de Lerdo estaban: Pedro Ogazán, Ignacio Luis Vallarta, Potasio Tagle, Vicente Riva Palacio e Irineo Paz, que con sus medios de difusión influyeron en el pueblo en contra del presidente. Muchos militares y caciques de varias provincias aspiraban ambiciosamente un cambio que les beneficiara. Díaz al aceptar encabezar el movimiento adoptó el plan y el ideario que tenían muchos de los descontentos. Elaborado por Vicente Riva Palacio, el Plan de Tuxtepec cuya primera versión es de diciembre de 1875 fue firmado por Porfirio Díaz. Éste modificó el Plan de Tuxtepec, en Palo Blanco el 21 de marzo de 1876, señalando que la presidencia se confiaría interinamente al presidente de la Suprema Corte. Esta modificación pretendía atraer a los seguidores de Iglesias (que también contaba con un grupo de opositores) y dar al movimiento el carácter de legalidad. Iglesias no lo aceptó, porque quedaría sometido a los designios de los revolucionarios. El 1º de octubre, Iglesias abandonó la ciudad de México y se dirigió a Toluca, para manifestarse abiertamente contra la elección de Lerdo para presidente de la República. El 19 de noviembre, Díaz entró en Puebla y el 20 Lerdo salió a Toluca autorizado para cambiar la residencia del gobierno. Lerdo fue vencido por el movimiento tuxtepecano, por lo que dejó el mando militar de la capital al general Francisco Loaeza y entregó el gobierno del Distrito Federal al licenciado Potasio Tagle, uno de los porfiristas más destacados. De Toluca partió a Acapulco, en donde embarcó el 25 de enero de 1877 rumbo a San Francisco. El 23 de noviembre, Díaz entró triunfante a la ciudad de México, para empezar una nueva etapa de la historia mexicana: el porfiriato. Las administraciones de Juárez y Lerdo dieron vida a la República Restaurada, que sentó algunos avances en el desarrollo económico del país, que se fortalecerían durante el régimen de Porfirio Díaz. En cuanto al acontecer político resultaba necesario un poder Ejecutivo fuerte para enfrentar los trastornos, creados por el descontento entre diversos colaboradores, principalmente entre mi- María del Carmen Salinas Sandoval litares y políticos liberales. A continuación apreciaremos la manera en que las condiciones que cambiaron el ámbito nacional, se desarrollaron en el Estado de México, en los diez años previos al régimen del general Porfirio Díaz. 2. EL ESTADO DE MÉXICO DENTRO DEL REPU- BLICANISMO Y LA MODERNIDAD El ejército francés entró a la ciudad de Toluca el 5 de julio de 1862 dejando de existir el Estado de México para volver a convertirse en Departamento (como en la República centralista). En esta región, la guerra de guerrillas fue la principal arma de los republicanos, al mando de Vicente Riva Palacio, quien rescató la ciudad de Toluca en febrero de 1867.12 Después de casi cinco años de estar bajo la mando del invasor, el Estado de México recuperaba su autonomía y se empezaba a organizar como parte de la República Mexicana. Estaba constituido, en 1871, por 16 distritos y éstos estaban integrados por 81 municipalidades y 28 municipios. Con una población de 650,663 habitantes que para 1874 habían aumentado a 683,323.13 ¿De qué manera se vio afectado el Estado de México durante el restablecimiento de la República, en cuanto a las pugnas políticas y cómo participó de los beneficios económicos? Es la pregunta que nos proponemos contestar siguiendo cinco problemáticas: elección de autoridades, importancia de la base legal, avances económicos, creación de los estados de Morelos e Hidalgo y sublevaciones por asuntos políticos y por tierras. 12 Colín, 1974, pp. 77-78. Memoria presentada a la H. Legislatura del Estado de México, 1871, «Cuadro de Gobernación, núm. 3». Los 16 distritos en que estaba dividido el Estado de México eran: Toluca, Ixtlahuaca, Tenango, Chalco, Jilotepec, Texcoco, Lerma, Tlalnepantla, Sultepec, Villa del Valle, Temascaltepec, Tenancingo, Otumba, Cuautitlán, Zumpango y Zacualpan. Memoria presentada a la H. Legislatura del Estado de México, 1872, «Noticia que manifiesta el número de habitantes». 13 8 Elección de autoridades Los tres poderes estatales mostraron continuidad en el cambio de sus representantes; sin embargo hubo un constante cambio de personas en el Ejecutivo y en el Judicial, más allá que el señalado constitucionalmente. En la elección de los diputados locales es donde se presentó mayor apego legal. Al restablecerse el orden constitucional, el primer gobernador electo fue el licenciado José María Martínez de la Concha que tomó posesión en diciembre de 1867. Tuvo varias licencias por su avanzada edad, en las cuales fue sustituido provisionalmente por los licenciados Cayetano Gómez Pérez y Antonio Zimbrón. Para septiembre de 1869, el estado tuvo nuevo gobernador constitucional, Mariano Riva Palacio, quien fue sustituido temporalmente por los licenciados Valentín Gómez Tagle, Urbano Lechuga y Antonio Zimbrón y el señor Manuel Zomera y Peña. Todos ellos cubrieron el poder ejecutivo durante el cuatrienio de la administración de Benito Juárez. En el periodo de la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada gobernaron el Estado de México el licenciado Jesús Alberto García como gobernador constitucional (de 1872 a 1876), quien fue sustituido en sus licencias por los licenciados Celso Vicencio, Dionisio Villarello, Nolasco Cruz y Gumersindo Enriquez. Este último fue el gobernador constitucional durante el movimiento de Tuxtepec. Doce personas ocuparon el Ejecutivo estatal en los diez años de la República Restaurada, a pesar que constitucionalmente se debía elegir un gobernador cada cuatro años.14 En cuanto al poder legislativo hubo mayor estabilidad, ya que se eligieron cinco legislaturas entre noviembre de 1867 y noviembre de 1876, cuyo número correspondía a lo estipulado por la ley, en donde el Congreso se renovaba en su totalidad cada dos años. Su número fue cambiante, varió entre 14 y 28 diputados, uno por cada 40,000 habitantes o por una fracción sobrante que pasara de 20,000 habitantes. Durante las elecciones de diputados se registraron 14 Venegas, 1912, pp. 71-74. República restaurada en el Estado de México... varios actos ilegales como la presencia e injerencia de la fuerza armada en las cabeceras de los distritos electorales, motivando la intervención de otras autoridades estatales y federales para reparar los daños y cumplir con los requisitos electorales.15 Entre enero de 1868 y marzo de 1877, hubo nueve presidentes del Tribunal Superior de Justicia. Los cambios se centraron en 1868, 1870 y 1876 correspondiendo a los años con mayores problemas para lograr la estabilidad política. En cuatro ocasiones se nombraron a los magistrados siendo que debería ser cada seis años. A pesar de los constantes cambios en los representantes hubo medidas gubernativas importantes, particularmente en el aspecto legal. Fue una necesidad de los gobernantes estatales de reafirmar su apego a la federación y a las medidas liberales. La observancia constitucional los orilló a intentar llenar los espacios normativos. Nuevos fundamentos legales. De igual forma que en el ámbito federal, en el estatal ocupó la atención de legisladores la revisión general de la legislación estatal. Entre los asuntos aprobados destacaron: la Constitución de 1870, el Código Civil, el Código Penal, la reglamentación de los Jefes Políticos, nuevas disposiciones sobre las tierras de común repartimiento adjudicadas según la ley de desamortización, las reformas a la educación pública, tanto elemental como técnica, y la ley electoral y sus modificaciones que disponían la elección directa para gobernador y ayuntamientos. Ampliaremos algunas de estas disposiciones. Hubo varias diferencias entre la Constitución estatal de 1861 y la de 1870, que estuvo vigente hasta 1917. El proyecto de esta última fue presentado por los diputados Manuel Alas, García y Alcantara. Entre los aspectos más importantes que se cambiaron en ese Código fundamental, que introdujeron modificaciones en la organización política, señalamos: se suprimieron los artículos que reproducían los derechos del hombre consignados en la Constitución federal de 1857 ex15 Venegas, 1912, pp. 20-25. 9 plicándolo así el gobernador Riva Palacio: «porque siendo superior la fuerza de la Constitución general a la de toda ley que el estado pudiera dictar, las prescripciones de aquélla obligan a éste sin necesidad de ser consignadas en sus leyes particulares».16 Sin embargo la población no lo apreció así, ya que cuando se apoyaron en esos derechos para demandar solución a algún problema lo hicieron refiriéndose a la Constitución federal, pensando que era olvido o desdeño de las autoridades estatales para no incluir los derechos del hombre en la Constitución local. Se reconocieron como principios constitucionales las garantías individuales: primero, todos los habitantes que litigaban en los Tribunales tenían el derecho de terminar sus diferencias en materia civil por medio de «jueces árbitros»; y segundo, se reconocía el libre culto religioso. Esta última disposición abrió el camino a los protestantes para disminuir la fuerza de los católicos. Sustituyó la clasificación de natural, vecino y ciudadano por la de vecino, ciudadano y transuente. Aumentó los derechos de los vecinos permitiéndoles participar en las elecciones y ser votados para desempeñar cargos municipales, con la excepción de que los extranjeros podían votar, pero no ser presidentes municipales.17 Otra reforma importante fue adoptar la elección directa para el cargo de gobernador, dejando la indirecta para elegir a los diputados, medida que acercó el ejercicio del poder a los ciudadanos. Se reglamentó en la «Ley orgánica para las elecciones políticas y municipales del estado», en octubre de 1871, la cual se modificó cuatro años después para otorgar la misma gracia a los ayuntamientos.18 Los cambios en el ámbito municipal se empezaron a decretar en 1870, los electores de los municipios podían elegir ayuntamiento, en lugar de municipales (como se había dispuesto en 16 Memoria presentada a la H. Legislatura del Estado de México, 1871, «Gobernación y policía. Constitución del Estado». s.p. 17 Constituciones del Estado de México, 1974, pp. 107, 170171. 18 Constituciones del Estado de México, 1974, pp. 180-181. AHEM, C.011.0, 1871, V.36, Exp. 3, «Ley electoral para las elecciones políticas y municipales del estado», 13 de octubre de 1871. María del Carmen Salinas Sandoval 1852). A partir de esa fecha, elegirían sus autoridades locales de la misma manera que se hacía en las municipalidades. Los ciudadanos que votaban en las secciones electorales debían elegir siete electores por lo menos en todo el municipio o municipalidad para elegir ayuntamiento, independientemente del número de habitantes. De acuerdo con la ley electoral de 1871, los electores de los municipios y municipalidades debían seguir eligiendo como autoridades municipales a ciudadanos con algún capital, profesión o industria «honesta», vecinos del territorio que iban a gobernar, que supieran leer y escribir y no fueran jornaleros.19 En 1875, la participación ciudadana en las elecciones de ayuntamientos cambió notablemente, porque pasaba a ser una elección directa. Era la primera ocasión que bajo el régimen federal se autorizaba y practicaba, a nivel municipal, este tipo de elección en el Estado de México. Los ciudadanos de las secciones elegían a los integrantes del ayuntamiento, ya no a un elector. Las secciones electorales de los municipios fueron aumentaron, de 500 habitantes que las comprendían pasaron a 1,000 habitantes.20 Otra reforma importante en la Constitución de 1870, se dio en la organización del Poder Judicial. Se disminuyeron los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de nueve a seis. Se marcó el término de seis años para sus funciones, que antes eran inamovibles; y señaló dos tercios de los votos de los diputados que los elegían cuando fuera un candidato propuesto por el Ejecutivo. Antes sólo se requería la simple mayoría. Los jueces de primera instancia que antes elegía el Ejecutivo ahora se haría por el Tribunal Superior, para asegurar la separación de los poderes.21 19 Colección de los decretos..., 1872, vol. IX, pp. 178-212, «Ley orgánica para las elecciones políticas y municipales del estado», 13 de octubre de 1871. 20 Colección de los decretos..., 1867, V.11, pp. 224-27, «Decreto reformando y modificando los artículos respectivos de la ley orgánica electoral, expedida en octubre de 1871», 17 de octubre de 1875. 21 Constituciones del Estado de México, 1974, p. 185. 10 Esta separación de poderes también se señaló cuando se otorgó al Congreso la obligación de revisar las cuentas de gastos del estado y le encomendó el nombramiento del Contador de Glosa, actividades que antes estaban a cargo del Ejecutivo.22 Las modificaciones al Código estatal de 1870 son de tinte más liberal, que la anterior constitución, admitiendo otros cultos religiosos. Es más republicana abriendo la participación ciudadana y especificando los límites de las facultades de las autoridades. Es más federal determinando la división de poderes. Todo fue producto de la lucha contra el imperialismo francés y los conservadores mexicanos. Un problema importante en las municipalidades y municipios representó el de los terrenos de común repartimiento de los pueblos, el cual se enfrentó desde el Congreso estatal. Los diputados decretaron disposiciones derivadas de la Ley de Desamortización de Bienes de Corporaciones Civiles y Eclesiásticas (erigida en 1856). Primero fue el decreto, de octubre de 1868, que eximía a los adjudicatarios de terrenos de común repartimiento del censo a que estaban obligados, con el fin de pagar al municipio el valor del terreno otorgado en propiedad privada. Con esta nueva disposición sólo pagarían como contribuciones municipales el 3 % anual sobre el valor del terreno, en lugar del 6 % anual que había dispuesto la ley de 1856.23 El Congreso estatal aceptó posteriormente que con esas medidas se dañaba la hacienda pública de los municipios, porque se reducían sus rentas, según lo habían denunciado varios ayuntamientos.24 También se pensó, en 1868, en los beneficios que se provocarían si se seguía disminuyendo el porcentaje de dinero, que pagaban los adjudicados a los municipios por concepto del lote de tierra; sería un aliciente para 22 Memoria presentada a la H. Legislatura del Estado de México, 1871, «Constitución del Estado», s.p. 23 Colección de los decretos...1868, V.6, pp.400-401, decreto del 20 de octubre de 1868. 24 BCEM (Biblioteca del Congreso del Estado de México), Actas de Sesiones del Congreso del Estado de México, Leg. V, 1875-76, sesión del 13 de septiembre de 1875. República restaurada en el Estado de México... que los pueblos agilizaran la desamortización de sus terrenos de común repartimiento y, con ello, subirían los impuestos municipales. Esta política económica no dio los resultados esperados porque continuaron los problemas por la manera en que se aplicaba la legislación y las finanzas municipales no se pudieron equilibrar. En 1871, el gobernador volvió a incitar infructuosamente a los pueblos y a las autoridades municipales, para que se agilizara la repartición de los terrenos comunales, con el fin de: proporcionar mayores ingresos a los municipios, cumplir con las disposiciones liberales y evitar los problemas sociales que los pueblos afrontaban.25 Por las constantes quejas de los habitantes al Congreso estatal fue derogado el decreto de 1868 buscando terminar con los abusos en su aplicación. Se expidieron en su lugar nuevas normas (abril de 1875) que disminuyeron el monto de las contribuciones que pagaban los adjudicatarios. Se pagaba el 8 al millar anual en lugar del 3% sobre el valor del terreno adjudicado.26 Sus objetivos: el reconocimiento de los terrenos de común repartimiento como propiedad de los indígenas; la división y adjudicación de los terrenos de comunidad que aún no se repartían exceptuando montes, ejidos y aguajes; y atender las necesidades de los más pobres.27 La importancia del decreto de 1875 (que tuvo vigencia durante la mayor parte del régimen de Porfirio Díaz) radicó en que precisaba tres asuntos que habían sido muy controvertidos en la aplicación de la ley de desamortización: a) la alta tributación fiscal sobre los terrenos adjudicados, que disminuyó al 8 al millar sobre su valor; b) el tipo de terreno que era propio para la adjudicación de lotes, que era el menor a $200 del valor del terreno; y c) el papel de las autoridades municipales en la adjudicación de los terrenos y en el cobro de contribuciones. 25 Memoria del gobierno del estado de México, 1871, «Terrenos de repartimiento». 26 Colección de los decretos...1876, V.11, pp. 125-128, decreto del 2 de abril de 1875. 27 BCEM, Actas de Sesiones del Congreso del Estado de México, Leg. V, 1875-76, sesión del 10 de abril de 1875. 11 Aunque el monto total de las contribuciones por terrenos de común repartimiento disminuyó por los cambios legales siguió existiendo oposición de los habitantes para pagar. Sin embargo, los legisladores siguieron promoviendo el reparto de tierras comunales, que estuvo acompañado de constantes problemas por la aplicación de la ley de desamortización, hasta finales del siglo XIX. Para consolidar la institucionalización municipal, en la segunda mitad del siglo, se impuso la presencia de un delegado del poder Ejecutivo, quien debería presidir los ayuntamientos: el jefe político. Este cumplía con las funciones otorgadas por los diputados para gobernar los distritos y para que hubiera articulación entre el pensar del gobernador y el actuar de los ayuntamientos. A partir de la Constitución estatal de 1861, se reconoció la autoridad ejecutiva de los jefes políticos (como antes la de los prefectos y subprefectos), quienes eran elegidos por el gobernador. La ley que respaldó la jurisdicción de los jefes políticos en política, hacienda y administración de los municipios fue la «Ley orgánica para el gobierno y administración interior de los distritos políticos del estado» decretada por el congreso estatal el 21 de abril de 1868. El antecedente de esta norma fue la «Ley reglamentaria de las atribuciones de los prefectos y subprefectos» expedida en 1852. Las atribuciones concedidas a prefectos y subprefectos fueron reproducidas en la ley para jefes políticos; sin embargo, pero esta ley aumentaba sus facultades en los ramos de educación, registro civil, finanzas municipales, cárceles, guardia nacional, comercio, fomento económico y organización del gobierno municipal. Estos ramos apoyaban las metas más apremiantes del gobierno: desarrollo económico, eficacia administrativa y seguridad pública. Se precisaba la manera de atender los diversos aspectos municipales, para no dejar espacios donde se aplicaran decisiones autónomas.28 28 Colección de los decretos..., 1868, V.6, pp. 177-194, Decreto núm. 26 del 21 de abril de 1868, «Ley orgánica para el gobierno y dministración interior de los distritos políticos del estado». María del Carmen Salinas Sandoval Para terminar con disposiciones aisladas sobre la administración municipal, el gobernador Riva Palacio llamó la atención de los legisladores, en 1871, sobre la necesidad de expedir un «Código Municipal», que sustituyera el de la época centralista, de 1845. Para el gobernador era imprescindible consolidar el sistema político desde la base, el municipio; sin embargo, no se realizó ese código hasta después de la Constitución de 1917.29 Avances económicos Entre los tareas del gobierno para impulsar el desarrollo económico destacaron: el ferrocarril de Toluca a México y a Cuautitlán, se formó para ello una Compañía encargada de la construcción y explotación de la vía férrea; su contrato se aprobó en enero de 1871. Para ampliar la zona beneficiada por el ferrocarril se empezaron a construir nuevos caminos carreteros para unir los pueblos más remotos. Se hicieron trabajos en Temascaltepec, Otzoloapan, Sultepec, Santiago Tianguistenco, Tenango y Tenancingo, Villa del Valle y Chalco. Se pretendía luchar contra la falta de comunicaciones, que era el principal obstáculo para solucionar los problemas para la circulación de los productos y la integración regional.30 Se concedió en septiembre de 1869, una subvención de $3,600 para ayudar a los vecinos de Ixtapan de la Sal a la construcción de un acueducto, ya que no contaban con agua potable; estos trabajos los habían iniciado desde 1808, y se habían entorpecido por los trastornos políticos. También hubo inquietud de iniciar el desagüe del Valle de México (en los distritos de Chalco, Texcoco y Zumpango) y de las lagunas de Lerma, para evitar las inundaciones de la ciudad de México y la de Toluca, respectivamente.31 29 Discurso Pronunciado por el C. Mariano Riva Palacio, 1871, p. 8 30 Memoria presentada a la H. Legislatura del Estado de México, 1871, «Mejoras materiales», s/p. 31 Memoria presentada a la H. Legislatura del Estado de México, 1871, «Mejoras materiales», s/p. 12 El Estado de México era una de las entidades de mayor actividad agrícola en el país, pues en gran parte surtía las demandas de la ciudad de México. Su producción principal era de maíz, cebada y trigo y en menor cantidad arvejón, frijol y haba. También tenía una importante distribución de pulque, madera, leña y carbón. Un dato que sobresale es el valor de la producción de la leña y el carbón, que alcanzaba a ser la mitad del de la cosecha del maíz. La suma de valor de la producción agrícola del estado se estimó, en 1868, en $5,515,000, como producto del trabajo en haciendas y ranchos; ya que los productos de los pueblos eran esencialmente para autoconsumo o un mercado local.32 En las décadas de 1860 y 1870 fue la industria textil la más importante en la entidad. La de hilados progresó más que la de tejidos. Las principales fábricas de hilados y tejidos de algodón y lana eran la de Miraflores en Chalco, La Colmena, San Ildefonso y San José Río Hondo en Tlalnepantla. Paralelamente trabajaban los telares de mantas, rebozos, sarapes y frazadas, principalmente en Toluca, Ixtlahuaca, Tejupilco, Tenango, Sultepec y Valle de Bravo. Por las malas condiciones de trabajo surgieron asociaciones de trabajadores para su mutuo socorro e instrucción. En 1868, surgió la Unión de trabajadores de Miraflores y en 1873 las sociedades mutualistas de las fábricas de San Ildefonso y La Colmena, así como la Unión de Resistencia de Tejedores del Valle de México. Los trabajadores textiles de estas asociaciones se integraron a la asociación nacional: el Gran Círculo de Obreros de México. Esta tendencia de agruparse siguió practicándose durante todo el porfiriato. Dentro de los actos de resistencia los trabajadores organizaron huelgas, por ejemplo, en 1872 se declaró en huelga La Colmena y en 1873 y en 1875 San Ildefonso, las tres por problemas salariales y por «despotismo y tiranía» con que se les trataba. En 1874, como parte de su lucha las Fábricas Unidas del Valle de México aprobaron un reglamento que pretendía regular las relaciones obrero-patronales pare evitar los abusos de los 32 Cosío Villegas, 1984, vol. 2, 39-40. 13 República restaurada en el Estado de México... dueños. Este reglamento fue uno de los primeros en su género en el país. La textil era la industria más importante, que se esforzaba por ser competitiva, pero se encontraba en el proceso inicial para pertenecer al mundo capitalista. Sus trabajadores estaban construyendo su cultura obrera impregnada aún de fuertes características agrícolas y artesanales.33 Los poderes legislativo y ejecutivo tuvieron especial empeño en analizar la hacienda pública del estado, para ofrecer modificaciones en los presupuestos, impuestos y gastos, mediante iniciativas de decretos. Entre 1868 y 1871, hubo una reestructuración del régimen fiscal del Estado de México, provocado por la separación de los distritos que integraron los nuevos estados de Hidalgo y Morelos. El estado perdió parte importante de su territorio y sobre todo perdió los recursos fiscales correspondientes a los ingresos de la producción de azúcar y aguardiente de las haciendas que formaron Morelos, y de las minas y haciendas agrícolas y ganaderas del territorio que se erigió como Hidalgo. Con la erección de los estados de Morelos e Hidalgo se afectó el presupuesto para el año fiscal desde junio de 1868 a junio de 1869.34 La reestructuración de los ramos fiscales fue un proceso difícil, que recuperó viejas leyes de la época federalista y centralista (restablecimiento de las alcabalas que se habían derogado entre 1847 y 1852); además se llevaron a cabo nuevas disposiciones en la contribución predial o directa, aumentando el impuesto de tres al ocho o diez al millar, y la contribución personal se aumentaba al salario que se generara en un día al mes. El total de ingresos dependía de las alcabalas, la contribución directa y la personal. Hubo una combinación de impuestos antiguos con modernos, que se complementó con la intención de disminuir los costos de recaudación y hacerla más real; así también se hizo la precisión de los diferentes montos de recaudación en cada distrito político. En 1871, una ley se ocupó de la reorganización ad33 García Luna, 1984, pp. 53- 89, 254-266. Baranda, 1987, pp. 218-222. 34 Marichal, 1994, vol. I, pp. 142-144. 35 Marichal, 1994, vol. I, pp. 142-144. Riguzzi, 1994, vol. I, pp. 191-234. ministrativa de la hacienda pública: en el gobernador recaía la función directiva y en el Legislativo la contabilidad. Se hacía un esfuerzo legal por alcanzar el equilibrio hacendario dentro de la administración.35 Entre 1868 y 1876, la regulación y unificación de la hacienda pública estaba muy lejos de efectuarse, por los conflictos con la esfera fiscal federal y por las diferentes instancias de poder internas, como las jefaturas políticas y las administraciones de rentas. El gobierno no tenía el control del destino y empleo de los fondos erogados, había desigualdad territorial y arbitrariedades en el pago de contribuciones.36 Sin embargo, como un aspecto favorable de la época, se volvía a tomar el proyecto de modernizar la hacienda pública (interrumpido en 1853) y atacar los resabios coloniales. Las autoridades tuvieron que adaptar su política hacendaria a los recursos y habitantes que le quedaban después de las segregaciones, a las desigualdades sociales y territoriales, a las determinaciones jurídicas y administrativas en materia fiscal. El gobernador Riva Palacio, expresaba que «la situación hacendaria del estado, ha sido y sigue siendo satisfactoria», no reunía los requisitos de la modernidad, pero sí podía atender las necesidades de la administración.37 La anhelada modernización hacendaria fue un largo proceso, cuyos objetivos se acercaron más a su culminación en los últimos años del porfiriato. Dentro de la República Restaurada, este proceso tuvo la capacidad de retomarse como una prioridad en el gobierno estatal, tanto como en el federal. En el estado hubo moderados avances económicos, como resultado de la lenta transformación en: las vías de comunicación, la exportación de cereales, leña y carbón a la ciudad de México, la organización de la hacienda pública y las relaciones laborales obrero-patronales. Siguió habiendo rasgos profundos, como el carácter predominante agrícola de la economía concentrado en el cultivo del maíz y destinado al consumo local. 36 37 p. 14. Riguzzi, 1994, pp. 191-253. Discurso pronunciado por el C. Mariano Riva Palacio, 1871, María del Carmen Salinas Sandoval Erección de los estados de Morelos e Hidalgo Desde 1824, preocupó a las autoridades estatales la desmembración de su territorio. Fue un proceso que culminó en 1869, durante la República restaurada. En 1871, Mariano Riva Palacio se lamentaba de la creación de los estados de Hidalgo y Morelos, que fueron erigidos formalmente por el Presidente Juárez en 1869, separándolos del de México. Los antecedentes más directos se remontan a junio de 1862, fecha en que se decretó que el Estado de México se dividiría en tres distritos militares: Toluca, Actopan y Cuernavaca, para incrementar la lucha contra los conservadores e imperialistas franceses.38 Durante cinco años cada distrito tuvo vida autónoma, con gobernador militar, tribunal y jueces, designados por las mismas autoridades militares. También se derivó de tal medida la pérdida de la municipalidad de Calpulalpan (perteneciente al distrito de Texcoco), que pasó al estado de Tlaxcala. En el caso de Hidalgo, desde octubre de 1861 empezaron opiniones encontradas entre los pueblos y ayuntamientos de los distritos políticos de Tulancingo, Tula y Huejutla y el partido de Teotihuacán del distrito de Texcoco, sobre la pertinencia o no de la erección de un nuevo estado. Problemática que se mezcló con el avance del ejército francés y sus aliados mexicanos.39 La «primera iniciativa» la presentaron, en noviembre de 1861, Justino Fernández, José Luis Revilla y Alejandro Garrido (representantes de una junta de vecinos) a las autoridades y habitantes de los lugares afectados. Basaban su iniciativa en la mala administra- 38 El decreto del 7 de junio de 1862 establecía: «Art. 1º. Se formarán tres distritos militares en el territorio del Estado de México. Art. 2º. El primero se compondrá de los actuales distritos de Sultepec, Temascaltepec, Tenango del Valle, Tenancingo, Toluca, Villa del Valle, Ixtlahuaca y Jilotepec, considerándose como capital Toluca. Art. 3º. El segundo de los actuales distritos de Tula, Ixmiquilpan, Zimapan, Huichapan, Actopan, Huascazaloya, Pachuca, Huejutla, Zacualtipan y el antiguo distrito de Apam, considerando como capital Actopan. Art. 4º. El tercero, de los distritos de Jonacatepc, Yautepec, Morelos, Cuernavaca y Tetecala, considerándose como capital Cuernavaca.» Baranda, 1987, p. 153. 39 «Solicitud de las autoridades y vecinos del pueblo de Barranca, del distrito de Huejutla, al Presidente de la República, 15 de octubre de 1861», en Lugo Pérez, 1994, pp. 213-217. 14 ción de su territorio y en la pobreza de sus habitantes. Invitaban a los pueblos a formar sus actas de adhesión y proponían que llevara el nombre de estado de Hidalgo.40 Entre los que promovían el nuevo estado estaban varios diputados que representaban los distritos en disputa, quienes pretendían tener la influencia necesaria y levantar las actas de apoyo. Un año después, llegaron las solicitudes de erección del estado de Hidalgo al Congreso Constitucional de la República Mexicana hechas por ayuntamientos y vecinos. Se suspendieron los trabajos del Congreso por la invasión francesa, hasta julio de 1867. Los pueblos que buscaban la segregación del Estado de México quedaron congregados en el Segundo Distrito Militar, en 1862, de acuerdo a los decretos del Ejecutivo Federal. Cinco años después, 24 municipios solicitaron que mientras el Congreso de la Unión resolvía el asunto de erección se les conservara como Segundo Distrito Militar, para gozar de sus «libertades».41 En agosto de ese año, se formó un programa de acción, de la Comunión Progresista del Distrito de Tulancingo, dirigida a todos los ciudadanos del Estado de México, para que aceptaran y promovieran la división territorial del estado y la libertad de las municipalidades. Ante esas presiones de la sociedad y de las autoridades locales, los legisladores federales acordaron la erección del estado de Hidalgo, en mayo de 1868, después de recibir argumentos en favor y en contra de las actas de adhesión. El acuerdo se formalizó en enero de 1869, con lo que concluyó un anhelo de ocho años, primero de un 40 «Primera iniciativa. Documento por medio del cual los CC. Justino Fernández, José Luis Revilla y Alejando Garrido se dirigen a las autoridades y vecinos...para crear el estado de Hidalgo, exhortándolos a trabajar por su concreción, 13 de noviembre de 1861»; en Lugo Pérez, 1994, pp. 233-239. 41 Los municipios que hicieron solicitudes al Congreso de la Unión para seguir formando el Segundo Distrito Militar fueron: Actopan, El Arenal, Mixquiahuala, Santiago Tlachichilco, San Salvador, Ixcuinquitlapilco, Mineral del Chico, Omitlán, Ixmiquilpan, Pachuca, Tianguistengo, Epazoyucan, Molango, Zacualtipan, Mineral del Monte, Tolcayuca, Xochicoatlán, Zempoala, Zimapán, San Juan Bautista Yahualica, Tizayuca, Tezontepec, Nopala y Tecozautla. Lugo Pérez, 1994, pp. 251-323. 15 República restaurada en el Estado de México... pequeño grupo de ciudadanos y después de varios ayuntamientos y habitantes.42 La segregación de la región morelense del Estado de México se empezó a tratar en el Congreso Constituyente de 1856-57; cuando los representantes del recién erigido estado de Guerrero pidieron que los distritos de Cuernavaca y Cuautla, del Estado de México, pasaran a formar parte de su territorio, para resarcirlo económicamente de los gastos que tuvo en la Revolución de Ayutla. Esta propuesta fue impugnada principalmente por el diputado Prisciliano Díaz González, representante del Estado de México. Esta misma Legislatura rechazó la propuesta de Guillermo Prieto para que los distritos de Cuernavaca y Cuautla formaran un nuevo estado de la federación.43 Al ser integrado el distrito militar de Cuernavaca, en 1862, se creó realmente el estado de Morelos, con los distritos de Jonacatepec, Yautepec, Morelos, Tetecala y Cuernavaca. Al restablecerse la República no se conformó, al igual que los distritos de Hidalgo, con volver a depender del gobierno del Estado de México. El Congreso federal y el Presidente recibieron, en 1867, un gran número de solicitudes para mantener el decreto de junio de 1862 mientras se erigía el nuevo estado. El Congreso recibió actas en favor de la separación y también actas unionistas, principalmente del distrito militar de Toluca, que pugnaban por la unión del Estado de México. Esto creó discrepancia entre los diputados, tanto federales como estatales. En 1868, los separatistas argumentaban que reunían los requisitos que fijaba la Constitución federal: tenían 142,174 habitantes, suficientes recursos de más de siete millones de pesos provenientes de las haciendas cañeras, un promedio de rentas públicas cercano a los 200,000 pesos indispensables para emprender las mejoras materiales, y un extenso territorio.44 Los hacendados argumentaban que no podían disfrutar de sus recursos al estar unidos al resto del Estado de México, porque se entregaban a la capital del estado todos sus impues42 43 44 Lugo Pérez, 1994, pp. 322-357. López González, 1988, pp. 33-34. López González, 1988, pp. 34-41. tos. Quizá fue este interés de los dueños de las haciendas cañeras el que promovió principalmente la segregación para tener pleno dominio de la región. En septiembre de 1868, el Congreso de la Unión acordó que se formará el nuevo estado de Morelos y que el acuerdo pasara a las legislaturas estatales para su discusión. Esto ocasionó que la legislatura del Estado de México se enfrentara al Congreso federal. El estado perdía cinco distritos, cinco administraciones de rentas y 22 municipalidades. Al paso de los años la protesta de los diputados del Estado de México se fue debilitando, mientras que la posición de la federación se vio reforzada por el apoyo de otras entidades y por las constantes actas de los pueblos y de particulares. En marzo de 1869, aún no se aprobaba la erección del nuevo estado, y ya existía en la región agitación electoral para nombrar candidatos para ocupar el poder ejecutivo. Entre ellos destacaron los generales Porfirio Díaz y Francisco Leyva. Finalmente se publicó el decreto, en abril de ese año, que aprobaba la erección de Morelos. Tres meses después hubo elecciones resultando gobernador el general Leyva.45 En enero de 1863, la Secretaría de Gobernación dictó la anexión de la municipalidad de Calpulalpan al estado de Tlaxcala, que había sido parte del distrito de Texcoco. Era una medida provisional mientras duraba la guerra contra las tropas francesas; sin embargo la anexión fue permanente. Debido a ello, en julio de 1871, los dos estados involucrados realizan un convenio donde el Estado de México renuncia en favor del de Tlaxcala todos los derechos en favor de la municipalidad de Calpulalpan. Convenio ratificado por las legislaturas locales (en octubre de 1871 y febrero de 1872) y por el Congreso de la Unión (octubre de 1874). La separación de los distritos que formaron los estados de Hidalgo y Morelos y de la municipalidad de Calpulalpan fueron una expresión de la fuerte división de intereses entre los grupos dominantes, de diversos zonas del Estado de 45 López González, 1988, pp. 43-53. María del Carmen Salinas Sandoval 16 Hubo constantes levantamientos políticos y sociales, que orillaron al gobernador a vigorizar la acción del poder para contenerlos. En octubre de 1869 se sublevó en el Monte de las Cruces, una parte de la fuerza federal encargada de la custodia de la carretera nacional que unía la ciudad de México con la de Toluca; su objetivo fue desconocer al Ejecutivo federal. Con ese mismo objetivo de pretender cambios políticos, hubo varios intentos que fueron controlados por fuerzas federales y estatales (entre 1869-1870), recibiendo en algunos casos apoyo de los vecinos, como en la villa de Jilotepec; en donde se aprehendieron las gavillas de Abraham Plata, Bravo y Pérez Lachaussé. Se prolongaron más los trastornos en los distritos de Tenancingo, Zacualpan, Sultepec, Temascaltepec y Villa del Valle.46 Los movimientos con fines políticos se mezclaron con salteadores y plagiarios, para la obtención de recursos. La inseguridad pública había tomado proporciones alarmantes, por lo cual, el gobernador Riva Palacio consideró oportuno y necesario el decreto del Congreso de la Unión sobre la suspensión de garantías para los plagiarios y ladrones, de abril de 1869, que se renovó un año después. Sus efectos fueron suavizados con la facultad de indultar a reos del delito de plagio, otorgada por la Constitución estatal.47 Durante todo el año de 1872 se registraron datos de 70 asaltos y robos en caminos, en 13 de los 16 distritos políticos, juzgados por los respectivos jefes políticos. Entre ellos destacaron los de Lerma, Chalco y Zumpango por su número. La mayoría de los reos juzgados fueron condenados a muerte, pero obtuvieron indulto por el Legislativo o el Ejecutivo del estado, dándoles 10 años de trabajo en obras públicas; casi todos los malhechores era procedentes del mismo estado o de lugares cercanos del estado de Hidalgo. Un año después había aumentado la cantidad de estos delitos, llegando a 112. El incremento se dio en el distrito de Tenango, en donde el jefe político dictó sentencias de reos que participaron en 41 asaltos. Estos actos afectaron a todos los municipios.48 Las fuerzas con que se contaba para reprimir las gavillas de facciosos eran la gendarmería, los celadores de cárcel, la policía municipal y las compañías de veintenas. Sin embargo, éstos no lograron erradicar totalmente los ataques, quizá porque el número de gendarmes era reducido, por ser proporcional a los recursos del estado, según palabras del gobernador Riva Palacio, en 1871. 49 También se presentaron rebeliones de pueblos descontentos por despojos de tierras. En marzo de 1868, los vecinos del pueblo de San Francisco Acuautla solicitaron al presiente de la República su intervención para que las haciendas Zoquipan, Acuautla y Jesús María les restituyeran las tierras que aseguraban les habían despojado. Un año después, los vecinos del pueblo de San Simonito Tlacomulco se dirigieron al Congreso de la Unión para denunciar al hacendado Iwes Limantour propietario de la hacienda de Tenería, por haber tomado terrenos del pueblo de manera ilegal. Ante ello, solicitaron que se aprobara un proyecto de ley que habían presentado los diputados federales Balbotín y Elízaga sobre apeo y deslinde de terrenos. Pretendían agilizar los trámites jurídicos que tenían que emprender cuando defendían sus derechos territoriales; sin embargo, su solicitud no fue atendida. Con estas peticiones (que siguieron haciendo) los pueblos mostraron su interés por seguir acudiendo a los 46 Memoria presentada a la H. Legislatura del Estado de México, 1871, «Seguridad pública». 47 Memoria presentada a la H. Legislatura del Estado de México, 1871, «Plagios y asaltos». 48 Memoria presentada por la H. Legislatura del Estado de México, 1872, «Noticia que manifiesta los asaltos y robos ocurridos en el estado en todo el año 1872»; «»Noticia que manifiesta los asaltos y robos ocurridos en el estado en todo el año de 1873". 49 Baranda, 1987, pp. 183-184. Discurso pronunciado por el C. Mariano Riva Palacio, 1871, p.5. México. La ofensiva planeada por Benito Juárez en el estado, contra las tropas invasoras, fue aprovechada por esos grupos; quienes vieron la oportunidad de aplicar su autonomía política, económica y militar. Alteraciones de la paz pública 17 República restaurada en el Estado de México... juzgados en su defensa, aunque las leyes estaban dispuestas para individuos y no para colectividades. 50 En 1868, varios habitantes de Chalco y Texcoco se unieron, como parte de una guerrilla, a la rebelión de Julio López Chávez, quien luchaba contra los hacendados y el gobierno con su «Manifiesto a todos los oprimidos y pobres de México y del universo». Se pronunciaba contra toda forma de gobierno y contra los terratenientes y los curas. Pugnaba por el derecho a la tierra de los habitantes de los pueblos, por una religión libre de curas explotadores y por la justa aplicación de las Leyes de Reforma. Debido a ello expresaba Julio López: «Queremos el socialismo, que es la forma más perfecta de convivencia social; que es la filosofía de la verdad y de la justicia, que se encierra en esa triada inconmovible: libertad, igualdad y fraternidad».51 Su cercana influencia de las ideas de Plotino Rhodakanaty52, le permitieron proclamarse como socialista; por lo que el gobierno lo persiguió con mucha dureza como difusor del «comunismo» y del reparto agrario. Como una de los objetivos prioritarios del presidente Juárez en la República Restaurada, fue mantener la paz pública con toda la energía que tenía en su poder, los gobernantes del Estado de México unieron sus esfuerzos a los federales, para alcanzar ese propósito. A partir de que Julio López empezó a repartir tierras de haciendas fueron reprimidos los habitantes de la zona por el general Rafael Cuéllar, las principales medidas fueron las deportaciones de los involucrados a Yucatán y el fusilamiento del cabecilla, en julio de 1868.53 En respuesta al Plan de Tuxtepec, que inició el general Porfirio Díaz contra el gobierno de Lerdo de Tejada, en el Estado de México hubo varios levantamientos de gavillas, encabeza50 El Hijo del Trabajo, 4 de noviembre de 1877, «Apeo y deslinde de terrenos, 20 de octubre de 1869». 51 García Cantú, 1984, p. 60. 52 Plotino C. Rhodakanaty precursor del socialismo cristiano, formó en 1866 una escuela en Chalco y de ahí surgieron alumnos socialistas como Francisco Zalacosta, quien influyó directamente en Julio López Chávez para que levantara, en 1868, a los pueblos del distrito de Chalco (Estado de México) contra los hacendados. García Cantú, 1984, pp. 57 y 176. 53 Reina, 1988, pp. 64-82. dos por varios generales, como Vicente Riva Palacio, José Cosío Pontones, Juan N. Mirafuentes y Tiburcio Montiel. Riva Palacio tuvo una destacada participación tanto con las armas como con la pluma; escribió interesantes artículos en El Ahuizote, donde atacaba a las autoridades lerdistas en todos los niveles de gobierno. Los demás generales tuxtepecanos se encargaron de buscar el apoyo de los pueblos, durante todo el año 1876, bajo las promesas de solución a los problemas de tierras y de autonomía municipal. Muchos de los habitantes a los cuales se les hizo promesas se sublevaron contra las autoridades establecidas, y con ello terminó la época de la República Restaurada para dar paso al régimen de Porfirio Díaz. CONCLUSIONES Autoridades y habitantes del Estado de México durante la República Restaurada se enfrentaron a los abrumadores problemas económicos y políticos, matizados por el ambiente nacional, que dejaba su huella indeleble en la dirección republicana del país. Hubo conflictos de toda índole: electorales, desequilibrio en la hacienda pública, enfrentamientos obrero-patronales, escasez de vías de comunicación, leyes y decretos que se querían modificar para reflejar el espíritu liberal y republicano de la época, segregación de municipalidades para erigir los estados de Hidalgo y Morelos, inseguridad pública y sublevaciones políticas y por tierras. La estructura del gobierno estatal sobrevivió a ellos y aún logró algunos avances, que fueron retomados por el régimen siguiente, por ello, esta época es el antecedente obligado del porfiriato. La victoria de la República sobre el Imperio, y del liberalismo y sobre los conservadores, fue el marco general donde gobernadores y diputados estatales tramaron su gobierno, decidiendo cambios y actuando ante las apabullantes presiones. Fue una época de transición y agitación política, que varias veces desembocó en la lucha armada, que robó la seguridad pública. Fue una María del Carmen Salinas Sandoval época producto de una herencia de la Reforma y del Imperio, que exigió consolidar las bases constitucionales, los códigos judiciales, la reorganización fiscal, la delimitación territorial y las reformas electorales. Se buscó crear los fundamentos legales impregnados de derechos liberales, para reafirmar la república federal y construir una sociedad integrada de individuos y no de corporaciones. La modernización impulsada durante la República Restaurada sería la bandera de lucha que retomaron los gobernantes de la época porfiriana. Éstos continuaron por un camino que habían empezado a recorrer los seguidores de Juárez y Lerdo; con éxito en el desarrollo económico y financiero, en la construcción de obras públicas y en la atracción de grupos de presión (militares y clero); pero con rezagos en los procesos electorales, en las soluciones a los conflictos de la tenencia de la tierra y en dirimir con equidad los problemas entre obreros y empresarios. SIGLAS Y REFERENCIAS BCEM Biblioteca del Congreso del Estado de México. Hemerografía El Hijo del Trabajo (1877), Cd. de México, México 4 de noviembre. Bibliografía Baranda, Marta, García Verástegui, Lia (1987) Estado de México, una historia compartida, México, Gobierno del Estado de México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. 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