LAS MIGRACIONES EXTERNAS EN VENEZUELA: FUENTES DE DATOS, MEDICIÓN E INCIDENCIA EN EL DISEÑO Y FORMULACIÓN DE POLÍTICAS MIGRATORIAS* Miguel Bolívar Chollett Profesor Titular UC.V *Trabajo presentado en el Seminario Internacional sobre la Medición de las Migraciones Internacionales en América Latina organizado por la Universidad de Georgetown, la O.l.M. y la Universidad de los Andes de Bogotá (Bogotá, octubre de 1993). Antecedentes Podría decirse que en los últimos cien años de historia migratoria de Venezuela se pueden identificar seis momentos migratorios: un primer momento, que algunos han designado como el período de la "inmigración frustrada" (Torrealba et al 1983; Torrealba et al 1988) y que se ubica cronológicamente en la segunda mitad del siglo XIX. Un segundo período migratorio que los mismos autores designan como "la transición" y la sitúan entre 1900 y 1936. En otro trabajo hemos sostenido que. desde el punto de vista cuantitativo, vale decir, de los volúmenes migratorios, el verdadero lapso transicional habría que colocarlo entre la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935 o, tal vez, desde 1936 y 1946. Hacemos referencia a las variaciones del saldo migratorio y no a la búsqueda de marcos legales o institucionales para controlarlas. El tercer período, que ha sido reconocido como de "puertas abiertas", se ubicaría entre 1947/48 y 1959/60. Estos diez o doce años dan cuenta de la primera gran oleada migratoria que recibió Venezuela, cuyos efectos socio-culturales y fisiognómicos todavía se sienten en el seno de la población de este país. El cuarto lapso coincide con la década de los años sesenta. Durante el mismo se produjo una relativa contracción inmigratoria y, desde el punto de vista institucional, comenzó a regir una supuesta política de inmigración selectiva. El quinto momento corresponde al lapso que transcurrió entre 1971 y 1979. Se trata de la segunda gran ola migratoria que impactó el comportamiento de la población venezolana en sus espacios sociales, laborales y culturales. Al igual que en el período que le antecedió, seguirían rigiendo principios legales e institucionales de inmigración selectiva. Finalmente, el último tramo cronológico, que transcurre hasta el presente, se inició en 1980 y ha sido uno de evidente contracción inmigratoria, especialmente después de 1982. Tal como se desprende de la periodización propuesta, durante su historia demográfica, Venezuela ha experimentado dos períodos verdaderamente significativos de inmigración. El que siguió inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial y el que coincidió con las grandes decisiones de política económica gubernamental que incidieron en las relaciones de propiedad o control por parte del Estado sobre los principales recursos naturales -petróleo, hierro y aluminio- generadores de divisas para el fisco. De igual manera, en ambos lapsos los recursos fiscales aumentaron de manera significativa, alcanzando niveles sin precedentes. Los dos momentos inmigratorios significativos tuvieron aspectos coincidentes y diferencias importantes. En efecto, cada período fue seguido por una tendencia migratoria de sentido contrario, como si se tratara de un movimiento pendular... o como las mareas oceánicas; es decir, cada flujo migratorio fue seguido por el correspondiente reflujo. La década de los años sesenta fue de contracción inmigratoria, al igual que la fase que ha transcurrido desde 1980 hasta el presente. Las dos contradicciones migratorias han estado caracterizadas principalmente por movimientos de retomo, incluyendo personas que ya habían adquirido la nacionalidad venezolana (Bidegain 1986:13). Desde el punto de vista de su composición etnográfica hubo traslapes y diferencias. En el primero de los momentos, hubo un predominio europeo (principalmente españoles, italianos y portugueses) con una presencia latinoamericana importante, pero no tanto como el aporte europeo. En el segundo, la cuota latinoamericana fue la dominante, mientras que el aporte europeo fue relativamente marginal. Otro elemento coincidente en ambas etapas migratorias fue la presencia significativa de los colombianos. Ya lo hemos apuntado en otro trabajo: De hecho la vecindad territorial de ambos países, la casi identidad lingüística, la homogeneidad cultural entre algunas regiones colombianas y venezolanas... y hasta la historia compartida, ha hecho que colombianos y venezolanos estén separados sólo por un documento de identidad que acuña un lazo legal a una pertenencia nacional artificialmente construida y fomentada. Por ello, los colombianos han sido, desde el punto de vista formal, la nacionalidad más representada dentro de la construcción de la identidad demográfica de Venezuela... (Bolívar 1992:194). La constatación de estos hechos ha provocado el interés de investigadores, como de agencias gubernamentales. Tanto que sería verdaderamente extenso reseñar las publicaciones que se han realizado. Así como las declaraciones en los medios de comunicación por parte de políticos y funcionarios. Lo que llama la atención es que la mayoría de las opiniones difundidas por prensa y radio han estado signadas por rasgos de exageración o distorsión sobre las verdaderas dimensiones del fenómeno migratorio y sobre las reales consecuencias de la presencia de los inmigrantes en el colectivo poblacional. Algunas de las investigaciones que se han desarrollado son, con toda seguridad, intentos por ofrecer respuestas científicas a los problemas que se discuten en la opinión pública además de. Por supuesto, contribuir legítimamente a enriquecer el conocimiento sobre estos fenómenos sociales. Sin embargo, a pesar de los hallazgos, buena parte de la confusión subsiste y las preguntas que -lógicamente- uno se formula son: ¿cuánto de esta desinformación radica en el modo como funcionan los sistemas de registros e información sobre la materia? ¿Cuánta credibilidad se le concede a los datos y estadísticas que se publican sobre estos asuntos? ¿Cuánto hacen las agencias generadoras y coordinadoras de la difusión de la información para introducir una cierta dosis de racionalidad en la discusión? ¿Cuan confiables, idóneos y oportunos son los sistemas de registro e información? ¿Cuánto de lo que se procesa como dato e información migratoria ha servido como insumo de las decisiones políticas o institucionales sobre la materia? O, para plantearlo de otra forma, ¿cuánto de las decisiones de política migratoria ha surgido como respuesta a la información? O todavía más: ¿qué relación ha existido entre política e información? Al margen de las respuestas que podamos ofrecer a estas interrogantes, la verdad es que la desinformación subsiste y la difusión de opiniones tergiversadas o inadecuadas, en medio de una situación envolvente de crisis económica y descontento social ha incentivado el surgimiento de sentimientos negativos en el seno de la colectividad respecto de la presencia de inmigrantes, que los políticos y funcionarios. lejos de intentar dilucidar los reales alcances del problema, lo que han hecho es adosarse a la corriente para tratar de extraer beneficios o permitir que la confusión persista para, presumiblemente, dejar que la atención permanezca alejada de los verdaderos problemas socioeconómicos. En este documento, buscaremos ofrecer respuestas a algunas de las interrogantes que se han formulado. Los problemas son realmente numerosos. De todas maneras, el futuro es promisor de que la actividad académica y la investigación tendrán mejores perspectivas. Existe tal interés en seguir estudiando los procesos que nos ocupan en esta ocasión. que es razonable pensar que la opinión de los investigadores será escuchada más frecuentemente. Además, sostenemos el principio de que las cuestiones relativas al mejoramiento de la calidad de la información no pueden verse desconectadas del contexto más amplio que envuelve la materia de las migraciones. Estamos firmemente persuadidos por la idea de que la calidad de la información no es sólo una cuestión técnica o exclusivamente administrativa. Tenemos la percepción de que ello se inscribe en problemas políticos, de política y de desarrollo. En la medida en que mejoren las condiciones de vida de nuestros pueblos, en la medida en que nuestros diseñadores de política y nuestros gobernantes sientan la necesidad de actuar racionalmente respecto de la intervención social, en esa medida los insumes informativos tendrán que ser de mejor calidad, más idóneos y más oportunos. Lo anterior supone, entre otras cosas, la modernización de las estructuras del Estado, la inserción racional de la gestión privada especifica y el mejoramiento de la calidad de vida de la población no sólo en las sociedades receptoras, sino de modo más sensible y contundente, en las regiones y sociedades emisoras. Las Fuentes de Datos y los Problemas La información sobre inmigración externa en Venezuela es abundante, pero desarticulada, fragmentaria o incompleta y proveniente de diversas fuentes generadoras de estadísticas que no tienen conexión sustantiva entre las mismas, ni utilizan mecanismos de coordinación, ni aplican criterios de validación, ni de consistencia interinstitucional. De ahí que, buena parte de los esfuerzos de investigación que están por hacerse, deberán comenzar por analizar críticamente la calidad de los datos disponibles. De hecho, la mayoría de los trabajos que se han hecho sobre migraciones externas en Venezuela, no han puesto mayor énfasis en este aspecto particular de la calidad de la información. Tampoco ha habido una discusión sistemática sobre el inventario de mentes de datos, sino que los resultados se utilizan, a veces de manera casuísticamente rigurosa, en términos de su consistencia con otras series, pero sin puntualizar propuestas sobre las iniciativas que deben adelantarse para el mejoramiento de los procesos y mecanismos que conduzcan a la producción de datos idóneos, confiables y oportunos. En términos globales, serían tres las fuentes más generales de información sobre migración externa en Venezuela: los registros administrativos, los censos de población y las encuestas especiales. Los registros administrativos y los flujos migratorios A partir de los registros administrativos se generan los saldos migratorios anuales. Técnicamente hablando, decimos saldos migratorios anuales o quinquenales o de período, pero en esencia, se trata de indicadores de flujo que no alcanzan la categoría de estadística continua en razón de los atrasos consuetudinarios en su procesamiento y publicación. Sus insumes principales provienen de las estadísticas de llegadas y salidas por puertos, aeropuertos y fronteras. El resultado de estas acciones administrativas se expresa en estadísticas sobre el "movimiento migratorio de extranjeros" que se publica en el Anuario Estadístico de Venezuela. Una revisión comparativa tanto de los Anuarios Estadísticos, como de la Memoria y Cuenta del Ministerio de Relaciones Interiores permite inferir que los registros de cedulación y los operativos de deportación no son insumes directamente compatibles con los registros de entradas y salidas por puertos, aeropuertos y puestos fronterizos. De todas maneras. los registros de cedulación y los resultados de la puesta en práctica de operativos de deportación podrían ser insumes potenciales para retinar la información correspondiente a "entradas y salidas", siempre y cuando sean periódica y regularmente "depurados" para reflejar en ellos tanto las defunciones de migrantes, como los movimientos de retomo. Los registros de entradas y salidas por puertos, aeropuertos y puestos fronterizos tienen una limitación esencial que alude a la circunstancia de no discriminar los procesos de movilización de diferente naturaleza que toman lugar de manera simultánea. Sin embargo, esto podría ser superado a partir del procesamiento, de acuerdo con criterios que permitan identificar el propósito o condición legal del viajero y el posible tiempo de permanencia interna o externa relacionado con el movimiento que se registra. Sabemos, por otra parte que esta información no da cuenta de los movimientos migratorios "ilegales", vale decir, de aquellos que se realizan a través de las fronteras, sin el correspondiente control o el visado respectivo, así como tampoco se incluyen aquellos cambios de condición de permanencia legal sin el control o registro administrativo específico. Un primer acercamiento numérico a la historia de los movimientos poblacionales externos hacia Venezuela, lo proporcionan los saldos migratorios quinquenales, con los cuales se ilustra la periodización migratoria que hemos reseñado brevemente en las páginas anteriores. Entendemos que los saldos no dicen toda la historia. No obstante, de lo que se trata es de reflejar una tendencia cuya determinación cuantitativa debe hacerse a partir de una utilización combinada de fuentes y de técnicas de medición, con el apoyo en una sólida sustentación teórica de cómo se relacionan los componentes demográficos en una dinámica poblacional específica más envolvente. De este modo, asumiendo una perspectiva "demo-sistémica", es posible inferir las relaciones significativas entre los componentes, así como evaluar la plausibilidad de cada uno de los hallazgos. Estas decisiones técnicas inmediatas deben, necesariamente, complementarse con otras de carácter institucional y de política interna e internacional y regional de alcances más o menos mediatos. Como se observa, un primer orden de conclusiones en nuestro documento apunta hacia recomendaciones integradas de soluciones técnicas, institucionales y de política internacional. Más adelante agregaremos algunas puntualizaciones sobre este aspecto. En el cuadro 1 se puede observar la serie cronológica de los saldos migratorios desde 1925 hasta el último de los años disponibles oficialmente (1991). Un comentario adicional podría agregarse para completar la información proporcionada por el cuadro. Se trata de los saldos migratorios del primer cuarto de este siglo, que aparecen reseñados en varios trabajos (Izard 1970. Torrealba et al 1983), pero que dada la cantidad relativamente marginal de los mismos, se han dejado fuera de la tabla presentada. En efecto, la suma acumulada de los saldos migratorios positivos durante los primeros diecisiete anos de este siglo, arrojan una cantidad inferior a los 15 mil efectivos. Además, dada la precariedad de los controles y de la calidad de los registros existentes entonces, no hay garantía alguna de que su idoneidad pudiera ser técnica o metodológicamente consolidada. Cuadro No 1. Saldos migratorios quinquenales. Venezuela 1925-1991 1925-29 12.091 1960-64 11.148 1930-34 5.034 1965-69 -8.798 1935-39 11.711 1970-74 129.374 1940-44 1945-49 11.284 76.289* 1975-79 1980-84 202.065 -109.870 1950-54 167.396 1985-89 .6.462 1955-59 189.089 1990-91 -48.187 (*) El año pivotal fue 1948 con un saldo migratorio de 35.360. aunque Berglund el al. (1977) reseñan un saldo para ese año de 37.004. Fuente: al., 1988:74. -Luis Suaréz Mesa, La Migración Internacional anterior al Censo de 1961, citado por Torrealba el -O.C.E.L, Anuarios Estadísticos, varios años. La serie cronológica de los saldos migratorios muestra claramente la existencia de los dos movimientos poblacionales hacia Venezuela, con sus respectivos reflujos emigratorios. Las cifras, lógicamente, son indicativas de una tendencia, mas no de resultados exactos, puesto que las mismas no incluyen a los "ilegales", tampoco discriminan a los viajeros nacionales según su condición migratoria y tampoco permite distinguir a los naturalizados de los que legalmente son considerados como extranjeros. Por tratarse de una información de flujo, difícilmente puede ser mejorada a cono plazo, puesto que la aplicación eficiente de los registros dependerá de acuerdos internacionales e institucionales, especialmente con los países que tienen frontera con Venezuela. Ello supone una dosis considerable de cooperación internacional y una mayor participación de agencias multilaterales que tengan al desarrollo local y regional como uno de sus mandatos fundamentales. Los censos de población y los saldos migratorios intercensales Una segunda aproximación a la determinación de los saldos migratorios durante un período -en este caso, el tramo intercensal- lo representan los resultados de varios censos, con sus totales poblacionales clasificados por lugar de nacimiento. Ciertamente, los cuestionarios censales contienen preguntas para determinar el tiempo de residencia en el lugar del empadronamiento o en el lugar habitual de residencia, pero en las tabulaciones que publican las oficinas censales, no aparecen tales datos y su obtención sólo podría lograrse a través de listas especiales solicitadas ante la oficina realizadora del censo. Las diferencias entre dos censos de población consecutivos ofrece una indicación bruta o gruesa de los saldos intercensales, pero con tal información no es posible detectar las fluctuaciones interanuales o coyunturales de corta duración, por lo que los resultados deben necesariamente combinarse con los datos referentes a los saldos migratorios interanuales que proporciona el sistema estadístico nacional a partir de los registros administrativos. Los resultados censales, en la medida que tengan una adecuada cobertura de la población extranjera, contendrán un perfil informativo bastante apropiado de los inmigrantes, aunque, en términos más precisos. la información censal no arroja suficientes luces sobre los procesos migratorios como realidad socio-demográfica y cultural compleja. Las estadísticas censales presentan también el problema de que los niveles de omisión entre los extranjeros, principalmente los ilegales, son usualmente más elevados que los que arrojan las encuestas de calidad respecto de la población total. Hay razones para suponer que las encuestas de cobertura o de calidad, contienen un nivel relativamente significativo de omisión de la población extranjera que se encuentra en el país en condición ilegal. Vale decir, se trata de una población que queda íbera tanto del censo como de la encuesta post-censal que se realiza para determinar la cobertura del empadronamiento. Es probable que la solución de este vacío informativo deba emprenderse con el levantamiento periódico de procesos de regularización de los extranjeros en condición ilegal como el de la Matrícula general de extranjeros, levantada en 1980. Lógicamente, ello apunta a una solución de orden técnico-institucional y sus alcances serán temporalmente limitados, aunque sumamente valiosos en el cono plazo. Por tales circunstancias son medidas que deberán ser incorporadas a un sistema de política migratoria y de integración y desarrollo regional y fronterizo. Una ilustración de las estadísticas censales para inferir información migratoria en Venezuela puede verse con el cuadro No 2 . La información censal es concordante, en líneas generales, con la tendencia que muestran los saldos migratorios quinquenales, pero no con los cómputos obtenidos a partir de estos últimos. La diferencia entre la población nacida en otro país en los dos últimos censos arroja un saldo negativo de cerca de 50 mil personas (-48.735 para ser exactos). Vale decir, en el censo de 1990 hubo unas 50 mil personas nacidas en el exterior menos que en el censo de 1981. Mientras que los saldos migratorios acumulados entre los dos censos arroja una cantidad superior a los -70.000. El resultado aritmético obtenido con los saldos es de -73.125, pero no tenemos ninguna garantía de que el saldo intercensal sea el que resulta de la acumulación de los saldos anuales. Bien vale la pena puntualizar algunas cuestiones de interés para el análisis del fenómeno migratorio. Si bien la tasa de omisión censal fue relativamente equivalente en los dos censos (aproximadamente 7% de la población total), hay razones objetivas para suponer que la sub-enumeración de la población extranjera fue algo mayor en el censo del 90 que en el de 1981. Digamos que el porcentaje de población urbana total y el de población urbana viviendo en condiciones de marginalidad y pobreza eran mayores en 1990 que en 1981, siendo las diferencias proporcionales relativas a la pobreza significativamente mayores. Tanto que entre 1981 y 1990 la pobreza urbana aumentó en 186% (Bolívar 1991:25), a pesar de que la población urbana total era tan sólo dos puntos porcentuales mayor en 1990 que en 1981. El fenómeno de la pobreza y su crecimiento sirve de marco contextual en el cual deben inscribirse el conjunto de manifestaciones de descontento que se habían dado en las principales ciudades del país desde que se produjo la aplicación del paquete de medidas de ajuste económico estructural. Un poco más de un año antes del levantamiento censal, la ciudad capital y otras ciudades importantes fueron estremecidas por una suerte de revuelta popular, como reacción ante los aumentos de precio que se dieron en el marco de la aplicación de tales medidas económicas. El feed-back psicológico del descontento en el colectivo nacional dejó abiertas las compuertas que facilitaron otras formas de manifestación y protesta. Sin duda, tanto el deterioro de la situación económica, como el estado de intranquilidad social que se estaba produciendo en la población. Indiscutiblemente tuvieron alguna incidencia en la mentalidad de muchos inmigrantes. A lo anterior habría que añadir las naturales manifestaciones de xenofobia que, en situaciones de depresión, se observan no sólo en el seno de los grupos más inestables y depauperados, sino que también han sido, en cierta forma, incentivadas por declaraciones de importantes funcionarios gubernamentales y políticos que buscan "chivos expiatorios" para endilgarles la responsabilidad de muchos aspectos de la crisis. En ese ambiente pre-censal, se difundieron declaraciones y avisos publicitarios en los principales medios de comunicación masiva, de "grupos de ciudadanos" y "comités de la clase media" llamando a manifestar un activo rechazo al censo. Si bien este comportamiento no asumió una expresión masiva, con seguridad introdujo algo de aprehensión en los empadronadores, así como una visible hostilidad en algunas áreas marginales. Todo lo cual hace pensar que la omisión censal fue mayor en las zonas urbanas de pobreza que lo que indicó la encuesta evaluativa de la cobertura. Lo cierto es que ningún censo moderno de Venezuela había enfrentado tal cúmulo de dificultades extra-censales. Si bien las operaciones censales contaron con mayores recursos que todos los censos anteriores, también es verdad que el país estaba atravesando la peor situación de crisis o depresión del presente siglo. Todo ello, con el agravante de que el cuadro socio-demográfico mostraba escenarios bastante comprometidos para las operaciones censales: Más del 80% de la población viviendo en áreas urbanas y la mayoría en condiciones de marginalidad y de difícil acceso; más del 60% de los hogares afectado por una situación de pobreza general y alrededor de un tercio de la población en condiciones de pobreza extrema; fuertes tensiones sociales con derivaciones políticas localizadas especialmente en las zonas urbanas; por sólo mencionar algunos problemas que enturbiaban el panorama socio-político a propósito de la evaluación en algunos sectores institucionales del problema de los inmigrantes ilegales. Obsérvese, en este sentido, que el número de personas que no declararon su nacionalidad en el censo de 1990, alcanzó una cifra sin precedentes lo cual es indicativo de un fenómeno social y psicológico de mayores dimensiones que sólo se insinúa con la evasión a la pregunta relativa a la nacionalidad y que, incuestionablemente, tiene que ver con el drama de la inmigración ilegal. La utilización del método diseñado por Chandrasekhar y Deming, para determinar la tasa de omisión (mediante el cotejo de las planillas de empadronamiento censal con los cuestionarios de la encuesta evaluativa, asumiendo independencia en la recolección de ambos registros) deja fuera del método un porcentaje de hogares e individuos que estarían ausentes tanto en la encuesta evaluativa, como en el censo. Ello se explicaría porque ambos registros estarían sometidos a condiciones externas distorsionantes o generadoras de errores no previstos por el método. Se trataría de errores no probabilísticos o no mensurables a partir del método, que determinarían que estos individuos no fueron seleccionados por la muestra que sirve de base a la encuesta y que tampoco fuesen empadronados. No nos referimos a las técnicas ni a los métodos diseñados para mejorar el empadronamiento ni para determinar las probabilidades de que un conjunto dado de planillas aparezca en el censo y no en la muestra o viceversa. Se trata de decisiones humanas extra-metodológicas por parte de un subconjunto de la población que tiene razones o motivaciones supuestas o reales para no querer ser empadronados. En pocas palabras se trata de reacciones humanas perfectamente lógicas y comprensibles, más aún si a ello se agrega lo que afirma Torrealba: En el aspecto administrativo del hecho migratorio, es frecuente encontrar una visión policial-punitiva frente al migrante y la población extranjera en general por parte de las autoridades de inmigración. Esta visión ha conducido a frecuentes abusos contra las personas y a violaciones de los derechos humanos, en particular cuando se trata de extranjeros en situación ilegal (Torrealba 1990:3738). No tenemos elementos precisos que puedan ser tomados como alternativa frente a la encuesta evaluativa respecto de las probabilidades resultantes para estos subconjuntos omitidos, sobre todo si se considera que los valores obtenidos son razonables respecto de la población total. Para decirlo de otra forma, sólo podemos adelantar hipótesis sobre el nivel de omisión que tuvo el empadronamiento específico de extranjeros. La encuesta evaluativa no discrimina los resultados según la condición de nacionalidad o lugar de nacimiento. De ahí que, en ausencia de una mayor proporcionalidad de la muestra asignada a las zonas urbanas, la solución habría que plantearla con el empleo de una lógica demográfica basada en experiencias previas y ajustadas a las nuevas realidades del país. En efecto, hubo estimaciones independientes de la Oficina Central de Estadística e Informática, aunque relacionadas entre sí, que calcularon la omisión de extranjeros en el censo de 1981, con algunas focalizaciones respecto de los indocumentados, en un rango que iba entre 10 y 15.5% (Véase Papail 1984, Bidegain y Pellegrino 1985). De igual manera, este autor asumió una hipótesis extrema de omisión de extranjeros para el mismo censo (1981) que la colocaba alrededor del 20.5% (Bolívar 1992). Ahora bien, si aceptamos como válidos los argumentos expresados previamente acerca de la posible mayor omisión censal de los extranjeros, especialmente de aquellos que se encuentran en condición de ilegales, entonces el límite inferior de esa omisión estaría en algún punto entre 15.5 y 20.5%, es decir, una tasa que se estimaría en 17 ó 18%. De acuerdo con ello, la cifra de extranjeros que el censo de 1981 debió haber empadronado estaría entre 1.257.000 y 1.268.000 individuos. Tal cifra abarcaría, por supuesto, a inmigrantes legales e ilegales. Ahora bien, si anteriormente asumimos una tasa de omisión específica de extranjeros en 1990 equivalente al 20.5%. ello significa que la población extranjera -con prescindencia de su condición legal- debió estar cerca de 1.236.000 individuos, lo que significa que el saldo intercensal se colocaría en una cifra cercana a -32.000 individuos como saldo negativo. De todas formas, cualquiera que sea la cifra que se elija, asumiendo incluso una tasa de omisión mayor que 20.5%, lo cual no sería descabellado después de todo, resultaría en una cantidad total de extranjeros residentes en el país, independientemente de su condición legal, significativamente menor que todas las cantidades propuestas por funcionarios gubernamentales y políticos y, por supuesto, menor que la que empadronó el censo de 1981. Para que se tenga una idea de esta situación, un ministro de Relaciones Interiores, vale decir, el funcionario gubernamental más cercano al Presidente de la República, manifestó en un foro sobre Población y Marginalidad, realizado en septiembre de 1980, justo un año antes del censo, que el aporte migratorio a la población venezolana para esa fecha, era de 2.474.000. Asimismo, en el seno del Consejo Nacional de Recursos Humanos, organismo del más alto nivel existente en Venezuela a comienzos de los años 80, que tenía a su cargo la preparación de la nueva Ley de Inmigración, se sostenía que en Venezuela existían unos 700.000 colombianos indocumentados "como mínimo" (Papail 1983: 16). Más recientemente, el actual ministro de Relaciones Interiores, en declaraciones formuladas a la prensa y aparecidas el 12/10/93, aventuró la cifra de "un millón y tantos" como posible cantidad de inmigrantes ilegales. Como puede observarse, cualquiera de nuestras estimaciones está muy lejos de coincidir con las opiniones de tales funcionarios y. Desde luego, no hacen sino confirmar la tendencia contractiva general del volumen inmigratorio. Ello, sin embargo, no se contradice con la circunstancia de que los saldos migratorios específicos correspondientes a colombianos y peruanos, en el balance intercensal, asuman valores positivos. Pero ese es otro asunto que deberá plantearse en el marco de negociaciones y consideraciones bilaterales, como parte de agendas que tengan a la integración y al desarrollo como temas centrales. Las encuestas de migración y la evaluación del "stock" migratorio Las encuestas de migración constituyen otro método complementario para el conocimiento detallado del fenómeno migratorio. En esencia, se parecen al censo por cuanto se trata de una medición "de momento", mas no de flujo o dinámica. A menos que se repitan en lapsos relativamente cortos y a partir de las diferencias se logre reconstruir buena parte del movimiento. De ahí que, como representación del mismo fenómeno, las encuestas y el censo son mediciones complementarias. Tanto unas como otro reúnen abundante información sobre los migrantes y no tanta sobre las migraciones. A menos que la investigación que se realice a partir de los insumes que proporcionan ambas fuentes, usen la inferencia para determinar otros aspectos no visibles directamente. Uno de los problemas que plantean tanto los censos como las encuestas es que, por lo general, estas últimas asumen al censo como marco muestral y, por consiguiente, el patrón de distribución espacial de la población global, se "reproduce" en la encuesta por lo que no se toma en cuenta la especificidad de la distribución espacial de los inmigrantes. Recordemos que en el caso de Venezuela, buena parte de los migrantes externos están influidos en su movilidad y localización por las variaciones estacionales de la actividad productiva. Tal circunstancia deberá ser tomada en consideración por las futuras encuestas de migración, de modo que las áreas fronterizas y de haciendas tengan una representación proporcional de conformidad con el peso demográfico inmigratorio que las mismas tienen. Sin duda que los resultados de las encuestas son mucho más detallados que los de los censos; razón por la cual se justifica la consideración complementaria de los censos de población y de las encuestas migratorias. Sin embargo, dadas las diferencias existentes entre el patrón de distribución espacial global perfilado por el censo y el patrón de distribución espacial verdadero de la población inmigrante, se recomienda modificar la proporcionalidad en la representación, tomando en cuenta la ubicación de los inmigrantes. Es probable que esta recomendación se refleje en un aumento considerable del tamaño de la muestra que sirve de base a la encuesta y. en consecuencia, aumenten los costos como resultado de todo lo que ello implica (más personal de encuestadores, más tiempo de levantamiento y procesamiento de datos, más equipos de oficina y de trabajo de campo, etc.). Por tales circunstancias, es necesario que la cooperación técnica tenga una mayor incidencia y las agencias multilaterales proporcionen niveles de ayuda y asistencia más significativos y elevados. En Venezuela se han realizado dos encuestas de migración apoyadas en la ejecución del programa de Encuestas de Hogares por muestreo que se levanta semestralmente en el país desde 1967. La primera se llevó a cabo en 1981 y la segunda en 1987 (Para una descripción detallada de sus primeros resultados, véase Bidegain et al 1984 y Torrealba 1988). La encuesta de 1981 cubrió un poco más de 58.000 individuos y la de 1987 sobrepasó las 102.000 personas. En la primera, la muestra arrojó un porcentaje de extranjeros ligeramente superior al 7% -lo cual coincidió, aproximadamente, con los resultados censales que permitieron determinar que un 7.4% de la población total había nacido en el exterior sin contar. por supuesto, a los venezolanos nacidos en el exterior. En la encuesta de 1987, por el contrario, el porcentaje de extranjeros alcanzó un 8% de la población total del país, mientras que en el censo que se realizó tres años después de la encuesta, los extranjeros en la población total alcanzaron un 5.7%. Aquí, por supuesto, juegan varios factores importantes. En primer lugar, tenemos la mayor o menor cercanía entre censo y muestra; cu segundo término están las diferencias en errores muéstrales y sus respectivas implicaciones muéstrales, en comparación con las diferencias en las tasas de omisión de extranjeros en los empadronamientos censales: yen tercer lugar estaría la dirección de la tendencia decenal respecto de la magnitud de los saldos migratorios anuales. Las Fuentes, la Información y el Diseño de Políticas En un trabajo nuestro (Bolívar 1991), presentado en el Foro de Iberoamérica organizado por la Universidad de Salamanca c incorporado posteriormente a un libro nuestro actualmente en prensa. decíamos lo siguiente: En su historia migratoria, Venezuela ha sido o, por lo menos, ha parecido ser un país semiabierto o semicerrado, o un país completamente abierto o supuestamente selectivo, o una mezcla sin arreglo definido de algunos de esos calificativos. Porque, así como la historia de los movimientos migratorios hacia Venezuela no ha sido uniforme u homogénea, tampoco lo ha sido el tratamiento que se les ha dispensado desde el punto de vista legal e institucional. Con la mencionada cita lo que se quiere es hacer referencia a varios procesos y factores estrechamente relacionados: en estricto sentido del examen de los hechos y de las decisiones, no ha habido, en la práctica. Relación entre la naturaleza de las fuentes, la generación de datos c información y el diseño de políticas migratorias en Venezuela. Algunas de las razones que dan cuenta de esta circunstancia pueden enumerarse en los siguientes términos: en primer lugar, desde el punto de vista legal, el ordenamiento jurídico existente para la definición y tratamiento de los movimientos migratorios en el país, se sustentan en un dispositivo legal sancionado en 1936; la Ley de Inmigración y Colonización que todavía está vigente (U). Además de eso, en 1937, se promulgó la Ley de Extranjeros y en 1942 se sancionaron dos leyes específicas adicionales: la Ley sobre Actividades de Extranjeros en el Territorio de Venezuela y la Ley de Naturalización. Vale decir, se trataba de un conjunto de leyes previstas y diseñadas en un país que entonces era predominantemente rural, incipientemente petrolero, mayoritariamente analfabeta, demográficamente despoblado y formalmente disociado de una recién terminada dictadura que había dejado en el seno de sus instituciones y de su gente, los vestigios de una manera de ser y de actuar después de 35 años de sometimiento despótico. El proyecto de legislación sobre inmigración selectiva que se preparó y llegó a tener perfiles más o menos precisos durante la década de los años ochenta, no alcanzó a sancionarse en los niveles parlamentarios respectivos, por razones que escapan al dominio del autor. En segundo término, y estrechamente vinculado con lo anterior, en Venezuela no han regido definiciones precisas ni coherentes sobre la condición de inmigrante. De ahí que en la información disponible, no se discrimina entre trabajadores ocasionales o estacionales, refugiados de diversa índole o exiliados o asilados políticos, inmigrantes legales e ilegales, desplazados, etc. En tercer lugar, existe una abundante información que podría conducir a procesos de investigación sobre las características de la población nacida en el extranjero. No obstante, no existe coordinación ni correspondencia ni comparabilidad inmediata entre tales datos. Además, no existe una periodicidad sistemática en la generación de datos por parte de algunas de las fuentes existentes. Vale la pena citar la opinión de Torrealba al respecto: La ausencia de coordinación efectiva entre las distintas agencias gubernamentales que reúnen información y la naturaleza administrativa de los datos recogidos, plantea problemas de comparabilidad. Los mecanismos utilizados para publicar y difundir los datos disponibles, no están bien desarrollados de forma tal que, a menudo, los investigadores no tienen acceso a fuentes de información potencialmente útiles. De igual modo existen problemas de desfase de la información que más se utiliza, ya que existe un retraso considerable en los datos relativos a la emigración, ya sea que se trate de venezolanos o de inmigrantes que se ausentan del país (Torrealba 1988: 1270). Más adelante, Torrealba agrega otros comentarios de interés para lo que estamos formulando: ...la diversidad de fuentes de información sobre migrantes está variedad influenciada por la de agencias gubernamentales que tienen que ver con distintos aspectos de las migraciones, así como por la ausencia de requerimientos de política respecto de las necesidades de información especifica. Ciertamente, la actual política migratoria de Venezuela, focalizada principalmente en la inmigración selectiva de recursos humanos capacitados, ha sido superada por los hechos y ha fracasado en tomar en consideración la información disponible para tratar de hacerle frente a las consecuencias de la inmigración (Ídem: 1271). Conclusiones y Recomendaciones La discusión que grosso modo hemos planteado hasta ahora permite extraer varias conclusiones generales. La primera que se deriva de la revisión de los materiales utilizados como referencia es que el Estado venezolano cuenta con variadas fuentes de información y abundantes datos sobre la cuestión migratoria. No obstante, los hechos más contundentes tienen que ver con la circunstancia de que tales agencias. fuentes y datos no disponen de un hilo conductor o coordinador que imprima noción de sistema en su funcionamiento. Es verdad que en los últimos cinco o diez años ha habido importantes avances y mejoras en la calidad de las estadísticas, gracias a la mayor profesionalización de la Oficina Central de Estadística e Informática. No obstante, todavía persiste una fuerte desconexión entre las distintas agencias que deben remitir la información procesada a la OCEI. Todo ello sin mencionar el hecho de que buena parte de la información que se recoge y se procesa en algunas agencias no llega a publicarse, mientras que otros registros importantes para conocer la evolución del fenómeno migratorio, no se depuran ni se actualizan, dificultando, de esta manera, el conocimiento sistemático del fenómeno. Evidentemente, mientras más difícil u oscuro sea el conocimiento sobre esta materia, mayores serán los prejuicios y las imprecisiones sobre sus reales dimensiones e implicaciones. Por consiguiente, mayores serán las dificultades que deberá enfrentar el diseño y la formulación de políticas adecuadas. En estrecha vinculación con la conclusión formulada previamente. existe otra que tiene que ver con el hecho de que pareciera no existir una política inmigratoria definida, articulada institucionalmente y sustentada por criterios y definiciones sobre la manera cómo tratar coherentemente los procesos migratorios y de cómo deben insertarse en el sistema nacional de planificación. Las decisiones de política relativas al hecho migratorio, parecieran desprenderse de acciones estrictamente coyunturales, caracterizadas por tener una notable personalización en sus parámetros de diseño y ejecución. Ello se debe a una notable dispersión legal, pero por sobre todo, a un desfase notable de tales dispositivos legales con las nuevas realidades económicas y sociales del país. En este contexto, las recomendaciones que podrían formularse. abarcarían tres áreas de acción fuertemente relacionadas: una tiene que ver con la dimensión académico-técnica del asunto; otra alude a los espacios institucionales de las agencias encargadas de generar la información sobre el fenómeno migratorio y otra apuntaría esencialmente al ámbito de formulación de políticas que incidirían directa e indirectamente sobre los procesos migratorios y su registro y medición. El primer orden de recomendaciones se inscribe en la necesidad de disponer de una base de datos, cuyos insumes se rijan por definiciones. principios y criterios homogéneos sobre los procesos migratorios y sus componentes. En lo que concierne a Venezuela, no sería disparatado proponer la creación de un Centro de Estudios de Población, una de cuyas secciones o unidades se dedique por entero al estudio y asesoría sobre las migraciones internas e internacionales. A los fines de alcanzar una mayor racionalidad funcional, este Centro de Estudios de Población debería estar permanentemente conectado con la Oficina Central de Estadística c Informática y con la Oficina Central de Coordinación y Planificación de la Presidencia de la República. Los fondos para su funcionamiento podrían ser gestionados o negociados con las agencias multilaterales que operan en América Latina (Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNESCO, -especialmente sus secciones relacionadas con educación en población-; UNICEF; el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo; la Organización Internacional para las Migraciones; el Banco Mundial, etc.), así como aportes públicos y privados para favorecer los estudios e investigaciones puntuales sobre aquellos aspectos poblacionales de interés para unos y otros. Sería conveniente que los investigadores y núcleos de investigación existentes ya sea en las universidades o en otras áreas gubernamentales o no gubernamentales, procedan a la elaboración de un directorio-inventario de las fuentes, de los estudios realizados, de los datos y estadísticas, de forma tal que se avance en la dirección de un balance critico de la situación en todo aquello que concierna a insumes probables de información. La referencia central de esta iniciativa sería la estandardización de la información con fines de pragmática investigativa y de formulación de programas y proyectos. En el ámbito institucional, sería recomendable que todas las agencias generadoras o productoras de información sobre las migraciones unifiquen criterios, principios y definiciones en el nivel interno. De igual manera, sería conveniente que se promovieran más y mejores contactos bilaterales y multilaterales para que estos esfuerzos sean compartidos, por lo menos en una dimensión regional. Ello supondría una mayor cooperación internacional en todo lo que concierne a producción y difusión de información; aplicación de mecanismos y criterios de control de entradas y salidas; recolección de información a través de encuestas por muestreo y por procedimientos que puedan ser fácilmente estandardizables internacionalmente. Todo lo anterior podría estar vinculado con un Sistema de Información del Área Social, uno de cuyos módulos atendería la información relativa a la situación demográfica y en un vector se recopilaría toda la información sobre los procesos migratorios y sus componentes. La sede de este sistema de información podría ser la Oficina Central de Estadística e Informática y estaría estrechamente conectado con el área académica, con el área de planificación o de formulación de políticas y programas. En lo concerniente a los mecanismos generadores de información, es conveniente avanzar en varias líneas de desarrollo institucional que se reflejarán en la calidad de las estadísticas: en primer término, es necesario mejorar los procedimientos de empadronamiento censal, y ampliar las proporciones muéstrales para medir la cobertura y la calidad de la información censal, especialmente de las áreas marginales urbanas y las áreas fronterizas; en segundo lugar, hay que modernizar los procedimientos que se ejecutan para actualizar y operativizar los registros administrativos; y en tercer término, es necesario que se realicen levantamientos muéstrales intercensales con alcances específicos para el hecho migratorio. Podrían ser dos levantamientos muéstrales que se desarrollarían con apoyo en la Encuesta de Hogares o en la Encuesta Social, asumiendo una disposición de cuotas muéstrales acordes con el conocimiento existente sobre la distribución espacial de los migrantes. Además de las encuestas por muestreo, sería recomendable realizar, a mitad del período intercensal, un operativo de regularización migratoria o de matriculación de ilegales. De hecho, este es un problema que debe ser abordado de manera realista bajo el principio de que las medidas exclusivamente administrativas o policiales no lo solucionaran. Por el contrario, la solución hay que buscarla por la vía de acuerdos bilaterales y políticas de desarrollo regional y fronterizo. Ello supone concebir el proceso de desarrollo desde una perspectiva integral, uno de cuyos pilares fundamentales lo representen los programas de empleo, de vivienda, de educación y de mejoramiento en el acceso a los servicios de salud y recreacionales en las áreas de origen, así como en las regiones fronterizas. Este es el criterio central que guía nuestro siguiente módulo de recomendaciones. En efecto, el tercer orden de recomendaciones parle del principio que los asuntos migratorios requieren un tratamiento globalizante de las cuestiones administrativas internas, junto con los asuntos de política social y económica local, regional y nacional e incluso binacional. Porque, si bien en este trabajo se examinan los problemas desde la perspectiva de una sociedad receptora como la venezolana, lo cierto es que se trata de problemas que deben ser abordados a partir de acuerdos de cooperación con las sociedades emisoras. La idea que debe predominar es la de la necesidad de asumir las dificultades con una perspectiva de integración de modo que el resultado se exprese en el slogan de que lo bueno para uno es también bueno para los otros. De todas maneras, en el ámbito interno deben emprenderse algunas acciones que seguramente incidirán en la calidad de la información. Desde un punto de vista legal, se requiere la unificación jurídica en un dispositivo legal que asuma de modo inteligente las realidades locales, regionales y nacionales en sus sentidos social, económico, demográfico, ecológico y particularmente humano. Todo lo expresado hasta ahora debe, desde luego, inscribirse en el marco de una política inmigratoria racional y coherente, que tenga una adecuada sustentación jurídica e institucional, pero, por sobre todo, que disponga del apoyo informativo respecto de los hechos migratorios y de las necesidades presentes y previstas en el sistema nacional de planificación. Bibliografía Bidegain G., Gabriel (1986). Inmigrantes: ¿Mito o Realidad? IIES-UCAB, Caracas (Documento de Trabajo No 23). Bidegain G., Gabriel y Diego López (1987). Reproducción y muerte de los colombianos en Venezuela. ILDIS-IIES-UCAB (Trabajo presentado en el seminario "Las migraciones laborales colombo-venezolanas"). Bidegain G., Gabriel y Adela Pellegrino (1985). 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