desierto ancho, mente estrecha, corazón mezquino

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DESIERTO ANCHO, MENTE ESTRECHA, CORAZÓN MEZQUINO
Aquellos dos siempre habían sido enemigos en el pueblo. Por motivos distintos ambos
habían ido a parar a la cárcel.
Y, sin acuerdo mutuo, ambos coincidieron en escapar de allí. Se encontraron al buscar
un lugar para esconderse hasta que llegara la noche. El desierto que debían atravesar era
inmenso. Si querían sobrevivir, irremediablemente debían aliarse los dos.
Aún antes de ponerse de acuerdo sobre lo que convenía hacer, habían reñido áspera y
violentamente.
Comenzaron la marcha dura sin decirse ni una sola palabra durante kilómetros y
kilómetros. Se odiaban tanto como se necesitaban.
Más que buscar puntos de coincidencia y de encuentro para hacer más llevadera la
escapada, alimentaban cada vez más odio el uno hacia el otro.
Después de muchos kilómetros, ya a mediodía del día siguiente, a uno de ellos llegó a
pesarle tanto el silencio como el desierto, no pudo más y casi temblando, se atrevió a
decir: “Este calor ya se me hace insoportable” El otro, que ni siquiera se había
enterado, respondió con un tono y gesto ofensivo: ¡Pues anda que tú!
Con mucha frecuencia nos llenamos de prejuicios sobre los demás, los etiquetamos y
los calificamos “este es de los míos, aquel no”.En nuestra convivencia llegamos a
cometer verdaderas injusticias humanas. Te pregunto, me pregunto ¿te atreves a ser
justo con aquel que no lo es contigo, a pesar de tus prejuicios?¿Estás dispuesto a
escucharlo? Nuestra convivencia sería más feliz ¡que no nos quepa duda! La
comunicación es condición para la convivencia.
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