La Consagración de Rusia

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La Consagración de Rusia
o la aniquilación de naciones
y la esclavización del mundo:
la elección es vuestra
En una alocución dada ante obispos, sacerdotes y laicos reunidos en la Conferencia ‘La Última
oportunidad para la Paz Mundial’, en Tuy, España, el 12 de octubre de 2006, el notable experto sobre
Fátima, Padre Nicholas Gruner, explica cómo debemos elegir entre la obediencia al Mensaje de Fátima,
o los desastres ciertos profetizados por Nuestra Señora si sus mandatos no son atendidos. El Padre
Gruner luego expone los principios del Movimiento de Sacerdotes por Fátima y muestra cómo aquellos
que eligen unirse al Movimiento pueden ayudar a alcanzar la Consagración de Rusia. Ésta es una
transcripción editada.
por el Padre Nicholas Gruner, S.T.L., S.T.D. (Cand.)
En 1998 el Apostolado de Nuestra Señora de Fátima publicó un libro llamado
Esclavización del mundo o Paz...La decision es del Papa. Escribí la mayor parte de ese
libro pero en él también encontrarán contribuciones de otros autores. El libro fue
enviado a todos los obispos en ese entonces que entendían inglés. Cada año mueren
unos 110 obispos, por lo tanto debe haber algunos jóvenes obispos o nuevos obispos
que no lo han recibido.
Ese libro también fue traducido al francés y portugués. También puede ser leído en
nuestro sitio web, la Red de Fátima en: www.worldenslavementorpeace.com/span/default.asp
El título del libro lo dice todo. ¿Tendremos esclavización mundial o paz? La elección,
verdaderamente, depende del Papa.
Si Ustedes lo estudian, el Mensaje de Fátima no nos deja alternativa.
Frente a un hecho, no hay argumentos
Siempre podemos, en nuestras mentes, inventar otras posibilidades. Pero como nos dice
Santo Tomás, “frente a un hecho no hay argumentos”. He estado estudiando y hablando del
Mensaje de Fátima durante veintinueve años hasta el presente, y no he encontrado todavía otra
solución para el hecho de Fátima.
Podemos ignorar el Mensaje de Fátima. Podemos pretender que no ocurrió. Podemos
aparentar que el Mensaje de Fátima es otra cosa, pero nos engañaremos a nosotros mismos. Esta
mentira puede hacernos sentir bien hoy, pero no puede hacernos sentir bien mañana, cuando
seamos esclavizados o aniquilados. Por lo tanto, en esencia, la única elección que tenemos es
alcanzar finalmente la Consagración.
¿Cómo lo haremos?
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En primer lugar, Nuestra Señora de Fátima nos pide rezar el Rosario todos los días. Ella
nos dice “sólo Nuestra Señora del Rosario podrá ayudarlos”. Así, la primera cosa que debemos
hacer es recordar que el Mensaje está dirigido a cada uno de nosotros. Por lo tanto, debemos
vivir el Mensaje nosotros mismos. Como esto es cierto para mí, es cierto para cada uno de
Ustedes. Cada uno de nosotros personalmente debe vivir el Mensaje.
Como sacerdotes, y ciertamente aún más como obispos, tenemos más responsabilidad que
sólo vivir el Mensaje personalmente. Tenemos también la responsabilidad de ayudar, hasta el
punto que podamos, a implementarlo. En Santiago 4:17 se dice: “Quien conoce el bien que debe
hacer, y no lo hace, por lo mismo peca”. Aquel que puede hacer el bien y no lo hace, hace el mal.
Dios nos ha dado todas las oportunidades de hacer el bien de varias maneras, incluyendo
usar nuestras funciones de influencia y autoridad. Así, Dios espera que usemos esa influencia,
que usemos esa autoridad, hasta el punto que podamos.
¿Debe ser obedecida la Hermana Lucía?
Alguna gente parece enfrentar un dilema con nuestra insistencia que la Santísima Virgen
María, la Reina de los Cielos y de la tierra, la Madre de la Iglesia, debe ser obedecida incluso por
el Papa y los obispos, aun si ellos no quieren hacerlo.
Ellos se preguntan si nosotros de alguna manera pretendemos que la Hermana Lucía,
quien ahora ha ido por su recompensa, es más importante que el Papa. O nos preguntan ¿“debe
el Papa – o los obispos y los sacerdotes respecto a eso – obedecer a la Hermana Lucía?”
El Padre Joseph de Saint-Marie, un sacerdote carmelita y teólogo que enseñó en el
Teresianum de Roma, explicó la distinción. Dijo que es tarea de la jerarquía determinar si un
mensaje viene de Dios. San Pablo, en I Tesalonicenses 5:19-21, dice “No apaguéis al Espíritu.
No despreciéis las profecías. Examinad, sí, todas las cosas y ateneos a lo bueno”.
Por lo tanto, en primer lugar, corresponde a la jerarquía examinar el mensaje. La jerarquía
ha hecho precisamente eso. Después de trece años de examen, después de miles de curaciones,
después de atender todos los argumentos opuestos, incluyendo algunos fantásticos, los hechos
han sido establecidos, tanto que el Papa Juan Pablo II dijo que “el Mensaje de Fátima impone
una obligación a la Iglesia”.
Un amigo me dijo que un Cardenal le había dicho que Fátima tiene “toda la credibilidad
de un desembarco espacial”. Bien, temo que el Cardenal va a descubrir, para su consternación,
que va a tener que pagar por decir cosas como esa, aun por pensar eso. Sin embargo, no soy su
juez, Dios sí lo es.
Sin embargo, a pesar de todo, los siete últimos papas – esto es Pío XI, Pío XII, Juan
XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, aun Juan Pablo I, incluyendo al presente, Benedicto XVI – todos
han aprobado Fátima.
El Padre Joseph de Sainte-Marie señala que una vez que la jerarquía ha determinado que
un mensaje viene de Dios, es deber, entonces, de la misma jerarquía, incluyendo al Papa,
obedecer no a los videntes, no a los mensajeros, sino obedecer a Dios mismo. Es, por lo tanto,
deber del Papa, deber de los obispos, deber de los sacerdotes, y deber de todos, en realidad,
obedecer a Nuestra Señora de Fátima.
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Yo no quiero decir que alguno va a perder su alma por no hacerlo, pero estoy convencido
que alguno la perderá. No puedo juzgar las conciencias individuales, en el orden moral objetivo,
pero hacer lo que uno tiene como deber hacer – salvar millones de vidas y almas – es una
cuestión seria.
Escribí sobre ese tema en 1997. Envié a todos los obispos – ciertamente a todos los
obispos que hablan inglés – mi opinión que en el orden moral objetivo, el Papa y los obispos
tienen una obligación moral, una obligación grave, de hacer la Consagración de Rusia como
mandó Nuestra Señora de Fátima. Ninguno ha rechazado mis argumentos desde que escribí eso
hace diez años.
¿Obedecerán los obispos?
Sabemos, por la enseñanza de San Agustín, que Dios no pide lo imposible. Había
personas, tales como el Cardenal Casaroli o el Cardenal Sodano, que aconsejaron al Papa Juan
Pablo II que era imposible cumplir el mandato de Nuestra Señora de Fátima en la actualidad. El
argumento era que los obispos no obedecerían si se lo ordenara.
Con todo el debido respeto a ambos Cardenales, ellos fueron tristemente mal-informados.
He escrito a los obispos todos durante los últimos veintidós años. Les escribo muy
frecuentemente, normalmente una vez al mes. Mi comprensión, por la correspondencia recibida
de esos obispos es que hay muy pocos, si hubiera alguno entre ellos, que pudiera desobedecer.
No soy el único con esa opinión. Durante nuestra conferencia en 1994 en México,
tuvimos un obispo que dijo exactamente lo mismo desde el podio. Puedo decirles que hemos
recibido cartas de más de 2.000 obispos diferentes y hay menos de cinco – algunos de los cuales
hoy fallecidos – que serían militantemente opuestos a la Consagración de Rusia.
Es teóricamente posible, por supuesto, que los otros 2.000 sólo hayan decidido no
escribirme para decirme que eran opuestos. Sin embargo, aún no he encontrado ninguna
indicación de eso, directa o indirectamente.
La cuestión real es: ¿verdaderamente importa si alguno de los obispos no obedece? Esa
cuestión ha sido discutida muchas veces antes por muchas otras personas. Aun en los años 70,
siguiendo al Vaticano II, teólogos y canonistas señalaron que el Papa puede ordenar a toda la
Iglesia, o a cada uno de los obispos, por el bien común. Eso fue dogmáticamente definido por el
Concilio Vaticano I. El Papa tiene esa jurisdicción y tiene esa autoridad.
¿Qué elección tiene el Papa?
¡Ciertamente, la obediencia al mandato de Nuestra Señora de Fátima es para el bien
común! Aquí tenemos un mensaje venido de Dios, diciéndonos que todo el mundo será o
esclavizado o aniquilado si Sus pedidos no son obedecidos.
Todo el mundo no será aniquilado, porque Nuestra Señora dice, “varias naciones serán
aniquiladas”. Pero la parte que no sea aniquilada, será esclavizada. Y la esclavitud ciertamente
será hecha por los crueles militantes ateístas y satanistas.
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Enfrentados a la posibilidad de esa terrible esclavitud, contra la posibilidad de alcanzar la
paz para el mundo sin haber sufrido eso, la elección es obvia. El Papa fue designado bajo grave
obligación para dar la orden de consagrar Rusia.
La argumentación continúa, ¿qué ocurre si un obispo objeta y no obedece? Eso lo
estropearía todo. Mi respuesta es que creo que el Papa puede dar la orden bajo pena de
destitución de su oficio. Por lo tanto, si un obispo no obedece su orden, su desobediencia no
contaría porque ya no sería obispo a cargo de una diócesis. Así, habría unanimidad y eso es lo
que está buscando Nuestra Señora – la unanimidad moral de todos los obispos al hacer la
Consagración.
También es posible que un obispo pudiera estar enfermo, u otro obispo, ciertamente en
China, pudiera estar en la cárcel. Hay, como sabemos, obispos católicos en la cárcel en China
comunista y posiblemente en otros países también. Por supuesto, Dios no les pide lo imposible.
Ellos no pueden consagrar solemnemente Rusia mientras estén encarcelados. Y Dios no está
esperando eso.
Sin embargo, la vasta mayoría de los obispos católicos no está encarcelada ni enferma. Y
eso, ciertamente, es lo que Dios y Nuestra Señora están buscando, la unanimidad moral de todos
aquellos obispos que están disponibles para unirse en ese acto solemne.
¿Por qué Dios insiste en eso? ¿Por qué eso no pudo ser algo más simple?
Pienso que comparado con todos los pecados que están abrumando a la humanidad, ese
pedido de Dios es verdaderamente muy poco.
Tenemos algunos ejemplos en la Escritura. Por ejemplo, tenemos en la Biblia la historia,
en IV Reyes, capítulo 5, de Naamán, un gran general del ejército de rey de Siria. Naamán fue “un
hombre de gran consideración y estima... un varón forzado y rico, pero leproso”. (5:1) Naamán
tenía una sierva judía quien le dijo a su maestro que si quería ser curado de su enfermedad y
limpiado de su lepra, todo lo que él debía hacer era ir a Israel y pedir al profeta, al hombre de
Dios, Eliseo, que lo curara.
Y así Naamán fue allí con su séquito. Naamán era un general, un hombre poderoso en
Siria, y obviamente no sólo poderoso sino temible para el rey de Israel. Así cuando el rey fue
pedido por Naamán: “dame el profeta y cúrame de mi lepra”, el rey rasgó sus vestiduras y dijo,
¿“Soy yo acaso Dios... para que cure a un hombre de su lepra”?
El rey de Israel pensó que Naamán estaba buscando una excusa para hacer la guerra. Pero
Naamán no estaba para una pelea. Era verdaderamente sincero. Quería ser curado. Pero el rey,
pensando que Naamán estaba buscando una excusa para una lucha, rasgó sus vestiduras y dijo,
“¿Soy yo Dios?”
El profeta, cuando escuchó del incidente, envió a su siervo a la corte del rey y dijo, “Que
venga ese hombre a mí, y sabrá que hay profeta en Israel” (5:8). Y así Naamán fue al profeta,
pero Eliseo no lo recibió, sino envió un mensajero a decirle, “Anda y lávate siete veces en el [río]
Jordán, y tu carne recobrará la sanidad y quedarás limpio.” (5:10)
En este punto Naamán se enfadó y dijo, ¿“No son mejores los ríos de Damasco que todas
las aguas de Israel para lavarme en ellos y limpiarme”? Pero sus consejeros lo persuadieron
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diciéndole, “Padre, aun cuando el profeta te hubiese ordenado una cosa difícil, claro está que
debieras hacerla. ¿pues cuánto más ahora que te ha dicho: Lávate, y quedarás limpio”? (5:13)
Lo que sus consejeros estaban diciendo al gran general era, ¿por qué sencillamente no
tratas y ves que ocurre? ¡Y así Naamán cedió! Él se bañó siete veces en el río, como le había
mandado Eliseo. Cuando se bañó la séptima vez, como nos dice la Escritura, su carne quedó
“como la carne de un niño tierno”. (5:14)
¿No sería maravilloso si el Papa tuviera consejeros a su alrededor quienes, en lugar de
buscar razones para no hacer lo que Nuestra Señora manda, le dieran el mismo consejo que los
consejeros de Naamán?
Santo Padre, Usted ha estado rezando por la paz en el Medio Oriente y esa es una cosa
buena. Y Usted ha promovido la paz y la comprensión entre varios pueblos, y eso también es una
cosa buena. ¿Por qué sencillamente no hace esa Consagración, y Usted tendrá paz en el Medio
Oriente? Y realmente Usted tendrá paz en todas partes del mundo.
¡Eso no es difícil! Pero alguna gente piensa que porque eso no es difícil, no funcionará.
Alguna gente piensa que la medicina efectiva debe tener mal sabor. ¡No tiene que ser!
No importa cuán duro trabajemos, no podemos, por nuestros propios esfuerzos traer la
paz al mundo. Si durante los próximos cincuenta años nos pusiéramos a trabajar construyendo
pirámides como las de Egipto, y tuviéramos a todos los católicos del mundo construyendo estas
pirámides, y trabajando muy duro, diez y doce horas diarias, aún no sería suficiente.
No es por los méritos de todo nuestro trabajo duro que obtendremos esta gracia. Es por
los méritos y la intercesión de la Santísima Virgen. Es por eso que Dios lo ha hecho tan fácil,
para que todos puedan ver que no es por nuestros esfuerzos sino por los méritos de Nuestra
Señora.
San Luis María Grignion de Montfort señala que la Santísima Virgen, por levantar un
alfiler, merece más para Su alma que todos los tormentos de San Lorenzo Mártir. San Lorenzo es
un gran santo, que es conmemorado en la Liturgia Romana. Pero Nuestra Señora, levantando un
alfiler merece más que todos los sufrimientos de San Lorenzo.
No deberíamos pasar por alto estas grandes verdades, sólo porque parecen tan simples. Es
sólo por los méritos de la Santísima Virgen, por Su intercesión, que el mundo tendrá paz.
San Alfonso nos dice que es una gran cosa si un hombre es lo suficientemente bueno para
merecer su propia salvación. Aparentemente eso no ocurre muy a menudo. Es incluso una gran
cosa para un hombre o para una mujer merecer no sólo su propia salvación sino la salvación de
otros. Eso es lo que dice San Alfonso que hicieron los santos.
La devoción a la Santísima Virgen
salvará nuestras almas
Es la cosa más grande de todas para un mero humano merecer lo suficiente para salvar las
almas de toda la humanidad y eso sólo la Santísima Virgen lo ha hecho. Así, Dios quiere que
Ella sea honrada, por su propio bien y por el amor que Él tiene por Ella, pero también por
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nuestro propio bien. Dios quiere que nosotros reconozcamos cuán fácil es salvar nuestras almas
por ser devotos de la Santísima Virgen, por depender de Sus méritos y de Su intercesión.
Eso es lo que aprendemos de la oración que el ángel enseñó a Lucía, Francisco y Jacinta.
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo Os adoro profundamente y Os ofrezco el
preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él
mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Inmaculado
Corazón de María, Os pido la conversión de los pobres pecadores”.
Vemos a Lucía, Francisco y Jacinta postrados ante el Santísimo Sacramento rezando esa
oración que el Ángel les enseñó en 1916. Esa es la misma oración que Lucía estaba rezando en
Tuy, en el convento, cuando la Santísima Trinidad se apareció frente a ella, y cuando Nuestra
Señora anunció en nombre de Dios que “ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre
que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado
Corazón, prometiendo salvarla por este medio”.
Ciertamente el momento había llegado en 1929, 77 años a hoy, en que Dios pide – yo
diría ordena – que el Santo Padre haga la Consagración de Rusia. Ustedes encontrarán esta
versión de la visión del 13 de junio de 1929 en la página 555 del volumen II del Hermano Michel
[The Whole Truth About Fatima, The Secret and the Church]: “El momento ha llegado en que
Dios pide al Santo Padre que haga y ordene que en unión con él, y al mismo tiempo, todos los
obispos del mundo hagan la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón”.
Tenemos algunos precedentes de esto. En los años 1890, el Papa León XIII recibió una
revelación privada, si Ustedes quieren llamarla así, de una monja de Portugal pidiéndole la
Consagración del mundo al Sagrado Corazón de Jesús. El Papa León obedeció. Dentro de los
cuatro años de haber recibido el mensaje él obedeció esa orden, aunque no hubo ningún Milagro
del Sol, ningunos milagros públicos de curas o conversiones como los que Fátima presenció.
La verdad detrás de
la Revolución “Rusa”
La diferencia aquí es que Dios ha sido insultado públicamente. Dios ha sido atacado por
Rusia, pero no sólo por Rusia.
El Papa Pío XI señala que la Revolución Rusa no fue Rusa. Fue importada de afuera. Es
bien conocido el hecho que el Alto Comando Alemán llevó a Lenín, complacientemente, de su
exilio en Suiza de vuelta a Rusia, en un tren blindado. La Revolución Rusa de 1917 no pudo
haber ocurrido sin la presencia de Lenín allí.
¡El dinero que pagó por la Revolución Rusa – 25 millones, esto es US$ 25.000.000 –
salió de los Estados Unidos! De ese dinero se apoderó la novata Armada Real Canadiense en una
de las pocas cosas notables que hizo durante la Primera Guerra Mundial. La Armada Canadiense
fue fundada en 1917, y la primera cosa que hizo fue capturar a León Trotsky de la costa de
Halifax y ponerlo en la cárcel por varios días, junto con los 300 criminales que iban con él.
Esa misma gente se hizo los gobernantes de Rusia, la misma gente de la que Ustedes
pueden leer en el libro del Padre Fahey, The Rulers of Russia Today. Ese libro fue escrito en
1938; así, las ediciones posteriores quitaron la palabra “Today” (hoy) del título; pero los
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dirigentes procedían de los mismos hombres que fueron encarcelados por la Armada Canadiense
en 1917, los mismos hombres que llevaban los millones que financiaron la llamada Revolución
Rusa.
Si queremos la paz mundial, podemos tratar de negociar con los sucesores de estos
criminales. Podemos poner nuestra confianza en las políticas de apaciguamiento. El Dr. Peter
Chojnowski señaló lo que ocurre con esa clase de confianza. El nos dijo como los comunistas
trataron al sacerdote enviado por el Vaticano en una misión para alimentar a la gente hambreada
de la Unión Soviética. Ellos lo arrastraron por el piso de la celda que ocupaba, luego, después de
arrancarle una oreja le dispararon a la cabeza por el agujero dejado por la oreja. Eso ocurrió
realmente, y es simbólico de lo que ocurrirá al Papa y a los obispos si ellos ponen su confianza
en esa clase de hombres.
Es difícil de entender, cuando intentamos tan arduamente de ser buenos, como otros
pueden ser tan malos. Es difícil de entender a alguien como Lenín que dijo, “No me preocupa si
las tres cuartas partes del mundo perecen, mientras el último cuarto sea comunista”.
Es difícil de comprender a alguien como Robespierre, el sanguinario líder de la
Revolución Francesa. Después que fue guillotinado en 1794, se encontraron entre sus papeles
notas que mostraron que quiso ejecutar a 10.000.000 de franceses. Esa era su intención.
¿Qué clase de perversión mueve a esta gente? Nuestro Señor lo explica. Hablando de
aquellos que procuraban crucificarlo, El dijo: “Vosotros sois hijos del diablo, y así queréis
satisfacer los deseos de vuestro padre. El fue homicida desde el principio y no permaneció en la
verdad, y así no hay verdad en él. Cuando dice mentira, habla como quien es, por ser de suyo
mentiroso y padre de la mentira”. (Jn. 8:44)
Las políticas de apaciguamiento
no nos traerán la paz
Ustedes no pueden negociar con esa gente; no obstante puede contenerlos por un tiempo.
Aún mejor, pueden convertirlos, pero deben usar el arma que nos da Nuestra Señora. No tienen
otra elección.
Ustedes pueden creer que tiene otra elección. Si es así, espero que Ustedes no tengan
mucha influencia. ¿Por qué? Porque hasta ahora, algunos han creído que eran capaces de lograr
que el Papa y los obispos no obedezcan la orden del Cielo, y nosotros todos estamos pagando la
pena por eso.
Nuestro Señor dijo a la Hermana Lucía en Rianjo, en agosto de 1931, “Participa a mis
ministros que, en vista de que siguen el ejemplo del Rey de Francia, en la dilación por ejecutar
mi petición, le han de seguir en la aflicción”.
“Mis ministros” se refiere al Papa, a los obispos y a los sacerdotes de la Iglesia Católica.
Después de decir lo que le ocurrirá a ellos si no obedecen, Nuestro Señor termina en una nota de
esperanza. “Nunca será tarde,” dice “para recurrir a Jesús y a María”.
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Tenemos que seguir insistiendo que
la Consagración se haga
A lo largo de los años, hemos enviado más de 5.000.000 de peticiones al Santo Padre. He
hablado con uno de los canónigos de San Pedro, quien me dijo que él hizo la cuenta por él
mismo. Me dijo que ellos estaban bastante impresionados porque en un corto período de tiempo
habían llegado unas 400.000 peticiones. En la burocracia dentro del Vaticano hablaron bastante
sobre esto entre sí.
Entre estas muchas peticiones, encontraron uno o dos nombres que habían estado
repetidos. Tal vez alguna persona había enviado más de una tarjeta de petición, no como una
forma de engañar a nadie sino en el mismo espíritu que yo repetí una y otra vez como yo llamo a
la obediencia de la orden de Nuestra Señora. De cualquier manera, notando la ocasional
duplicación, la gente que hacía la cuenta tomó el número, lo dividió por dos y dijo, “Bueno, hay
200.000 peticiones”. Pero aún así, por la propia admisión del canónigo, fue un número muy
impresionante.
Porque tenemos que hacer más, necesitamos el
Movimiento de Sacerdotes por Fátima
Aún así, aparentemente eso no fue suficiente. Es por eso que necesitamos tener un
Movimiento de Sacerdotes por Fátima. Necesitamos sacerdotes que estén mejor informados, para
comprender que no hay otra elección. Necesitamos que los sacerdotes tomen las decisiones
necesarias basadas en esa comprensión, siempre dentro de la ley de Dios, siempre dentro de la
ley de la Iglesia, siempre de acuerdo a las enseñanzas de los santos.
Los santos mismos nos dicen que debemos seguir la ley de Dios, incluso los más notables
entre nosotros. En Gálatas 2:11-21 vemos a San Pablo resistiendo frente a frente a San Pedro,
cuando Pedro estuvo en el error. San Pedro no habló precisamente una herejía. Todo lo que él
hizo fue obrar de tal manera de dar la impresión que una creencia herética era verdadera. Y San
Pablo reprendió a Pedro “por ser digno de reprensión”. (Gálatas 2:11)
Algunos eruditos han dicho que Pedro y Pablo obraron así para llamar la atención. No.
Eso es lo que dice la Escritura, y Santo Tomás nos dice que Pablo estaba en lo cierto y Pedro lo
demuestra por su virtud al aceptar la corrección.
Este es un ejemplo muy importante para nosotros hoy, pues muestra que alguno que es de
rango menor, pero que está hablando la verdad, puede y debe hacer valer esa verdad, aun ante
aquellos de mayor rango, en este caso el primer papa. La verdad es de más alto valor que salvar
la reputación del Papa.
Algunas personas me dijeron, ¿“Quien piensa que Usted es para corregir al Papa”? Hay
miles de cosas o tal vez decenas de miles de cosas que no sé. Sin embargo, después de
veintinueve años estudiando el Mensaje de Fátima, yo debería saber algo de esto.
Alguien puede decir, “Yo creo esto”, “Yo no lo creo”, “Sí”, “No”. Podemos jugar al
juego de quien va a tener la última palabra. Pero hasta donde los hechos y la argumentación están
relacionados, aún no he encontrado a alguien que me pregunte sobre la necesidad de la apropiada
Consagración de Rusia para la cual no puedo encontrar una respuesta.
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Pediría a los mejores teólogos que se oponen a la Consagración que me permitan al
menos ser escuchado y contestar sus argumentos en un fórum “publico”. Por público no quiero
significar necesariamente frente a todo el mundo, pero lo suficientemente público para que
podamos retroceder y consultar en los libros, suficientemente público para que el debate sea con
todas las reglas. Y les pido que ataquen el mensaje – si pueden – no al mensajero.
Mientras tanto, el resto de nosotros que no necesitamos ninguna prueba más, no
necesitamos esperar. No necesitamos permiso para rezar el Rosario. No necesitamos permiso
para decir a otros que recen el Rosario. No necesitamos permiso para decir a otros que, en
nuestra opinión, el mundo está en mal estado.
Permítanme darles un ejemplo de cómo las reglas de las relaciones internacionales
establecidas hace tres siglos y medio hoy están siendo violadas.
En 1648 la Paz de Westfalia instituyó la noción de soberanía, la cual significa
esencialmente que los gobernantes, o soberanos, no reconozcan a ningún igual dentro de sus
territorios, y a ningún superior exterior. Westfalia llevó al establecimiento de las reglas modernas
de la diplomacia internacional.
En Westfalia se acordó que una nación no podía atacar a otra a menos que hubiera
pruebas positivas que la otra nación tenía la intención o ya había declarado la guerra contra ella,
o constituyera una amenaza a la paz internacional. Ese principio ha sido sostenido durante más
de 350 años, hasta que fue roto por los Estados Unidos al atacar Irak por endebles evidencias.
Ahora, parece, que yo puedo decir “yo pienso que tal persona va a atacarme, por eso voy
a matarlo primero”, esa es una fórmula para matarse uno a otro.
Si el peso de la prueba recae sobre el acusado – la nación que está siendo atacada – y no
sobre el acusador, entonces no hay ninguna civilización que queda. Eso es especialmente así
cuando tenemos armas que pueden matar millones, y naciones no sólo amenazando usarlas, sino
verdaderamente usándolas.
Ese es el estado del mundo de hoy. Hemos alcanzado y sobrepasado un nivel no visto
antes, nunca, en la historia de la humanidad. Ahora tenemos la doctrina de la guerra total, la que
sorprendentemente la gente acepta con poco o ningún argumento. Hasta los buenos católicos,
quienes de otra manera no hubieran perdido la cabeza, parecen pensar que la guerra total es
perfectamente aceptable.
Y tenemos los medios para llevarla a cabo, los medios para emprender la guerra total. Y
para justificarla, aparentemente todo lo que debemos hacer es encontrar una excusa – una
perceptible amenaza con poca o ninguna evidencia – para poner en marcha un ataque.
No miren a los Estados Unidos para salvarse. ¡Y ciertamente no miren a Rusia! El Sr.
Putin ha admitido que admira a Estalín, y también admira a Frederic Dzerzhinsky, el fundador de
la KGB. Ustedes no encontrarán una solución tampoco allí.
Ustedes acaban de escuchar la alocución de Cornelia Ferreira sobre por qué no podemos
depender de las Naciones Unidas para librarnos. Les aseguro, hay muchas más pruebas que las
que ella pudo mencionar en un largo discurso de una hora.
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Seremos librados por la Santísima Virgen, o no seremos librados por nadie más. No hay
otra solución.
Podríamos hablar de geopolítica durante una semana, y aún no alcanzaríamos a presentar
toda la evidencia para probar que no hay muchas razones de esperanza para la humanidad. En
realidad, La Escritura dice, “Quien espera en el hombre, peca contra Dios”. Podríamos confiar en
el hombre hasta un cierto punto, pero no confiar en los planes de los hombres contra Dios,
cuando Dios dice, “Este es el camino y nada más funcionará”.
¿Qué más podemos hacer?
Entonces, ¿Qué podemos hacer? Bien, ciertamente, podemos rezar el Rosario. Podemos
usar el Escapulario Marrón. Podemos decirles a otros que hagan lo mismo. Parece así de simple.
Ustedes podrían pensar que no puede ser tan simple, pero lo es.
“El corazón del rey está en la mano de Dios.” (Prov. 21:1) Eso es, Dios puede convertir;
Dios puede cambiar el pensamiento y las intenciones de cualquiera. Sea un rey, sea un Papa, sea
un primer ministro o un dictador, Dios puede cambiar su corazón. El corazón de un rey está en la
mano de Dios.
¿Qué quiere Dios? El no necesita dinero. El no necesita sacrificios. Dios dice, “Si
estuviera hambriento te lo diría; tomaría algo para comer Yo mismo.” Dios no quiere nada de
nosotros excepto una cosa. Esa cosa que El quiere de nosotros es nuestro corazón. Debemos
darle nuestros corazones libremente. Debemos darle nuestra obediencia libremente. El quiere que
nosotros se lo demos alegremente.
Al crearnos, respetarnos y ordenar nuestra relación con Él, lo único que quiere de
nosotros es nuestro corazón. Es por eso que El pone una condición que no va a cambiar.
¡Debemos darle nuestros corazones!
No sé si Ustedes alguna vez han tenido que negociar con alguien, pero si Ustedes
siguieron cambiando su última posición – nosotros lo llamamos “la última línea”– no habrían
mostrado mucho respeto por la otra parte. Dios ha fijado estos términos, no van a cambiar.
Tenemos ejemplos en el Antiguo Testamento de gente que intentaron negociar con Dios.
Esa gente dijo, “No quiero hacer esto; es demasiado difícil. ¿Qué tal si le ofrezco eso?” No
podemos negociar con Dios sobre la Consagración de Rusia – Dios nos dijo que no es
negociable.
Sin embargo, en esta cuestión de la Consagración de Rusia, hay aquellos en la jerarquía
de la Iglesia que quieren negociar con Dios. “Consagremos el mundo”, dicen. “No va a ser tan
complicado. No será tan contra nuestra política humana de la ostpolitik”.
La ostpolitik fue implementada por el Cardenal Casaroli y los hombres en su entorno.
Ellos dijeron, “Negociemos con los rusos; ellos son hombres razonables”. Por supuesto muchos
rusos son razonables, pero los gobernantes comunistas de Rusia son elegidos con el propósito de
instaurar el reinado del Anticristo por medio de su poderío militar, para decirlo en pocas
palabras. Ellos no son hombres razonables. No podemos negociar con ellos.
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Necesitamos la Conversión de Rusia,
de Roma, del mundo
En el prefacio a Esclavización del mundo o paz, el Padre Paul Kramer hace notar los
versos satánicos que escribió Karl Marx. En aquellos versos Marx admite que él no es ateísta; ¡y
alardea además que es satanista! Marx dice de sí mismo que desde su tumba y desde el infierno,
lanzará maldiciones sobre la humanidad. Lo que hay en el Marxismo es una regla satánica con
una máscara que dice, “estamos haciendo esto por los pobres”. Esta pretensión de preocuparse
por los pobres ha probado una y otra vez ser una mentira monstruosa.
La gente como Marx no cambia de la noche a la mañana. Puedo decirle que si Ustedes
encuentran un hombre que tiene una política que cree que es correcta, no la abandonará
fácilmente.
Un obispo me dijo una vez, “Si Usted alguna vez fuera elegido Papa, sé que la primera
cosa que haría sería consagrar Rusia”. “Su Excelencia está en lo cierto”, le respondí. Así, si
alguien ha sostenido una política y afirmó repetidamente que lo que piensa debe hacerse, Ustedes
pueden contar con él para hacer exactamente eso, llegada la oportunidad.
Tomen, por ejemplo, una compañía como General Motors. Si algún hombre en esa
organización se pone de pié en una reunión general y dice que lo necesario para revertir la
situación de la compañía es hacer más estudios de mercado y propaganda, y lo ponen en una
posición de liderar la compañía, eso es lo que va a hacer.
Igualmente, si Ustedes tienen un régimen comunista que dice: “Queremos gobernar el
mundo. No importa lo que digamos, eso es lo que queremos hacer. Queremos gobernar el mundo
y llevar el Comunismo a todas partes”, esa gente, de repente, sin ninguna conversión, no deja de
creer y deja de tratar de hacerlo.
San Agustín observa que la conversión es una Gracia. ¡La Gracia de la Conversión es un
milagro más grande que la creación del mundo! ¿Cómo es eso?
Cuando fue creado el mundo, fue creado a partir de la nada. No había nada y entonces
Dios dijo, “Hágase la luz”. Dios creó la luz, Dios nos creó a nosotros, Dios creó todo de la nada.
Pero tenga en cuenta, que como allí no había nada, no hubo ninguna resistencia a la voluntad de
Dios.
Es diferente con un pecador. Un pecador, antes de convertirse, resiste la voluntad de
Dios. “No, yo voy a hacer eso a mi manera”, dice. “No, no me arrepiento de eso. Voy a seguir
haciendo lo que quiera”. Por lo tanto, el pecador resiste la voluntad de Dios.
Por eso, la primera ley del movimiento no existe sólo en la física. Se aplica también al
acto de conversión. Si no hay resistencia, cuando Usted pone algo en movimiento, se mantiene
en curso en la misma dirección a menos y hasta que aumente la resistencia para detenerlo de
continuar.
Es lo mismo en la vida humana. Si no hay resistencia que le impida, seguimos el mismo
camino. A menos que algo aparezca en nuestro camino, seguiremos en la misma dirección.
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La única persona que produce conversión es Dios. Por lo tanto, si no hay una conversión
religiosa en Rusia, el resto es todo humo y espejos.
En realidad, aunque Ustedes no tienen que creer esto, ciertos militares rusos dijeron que
ese engaño estratégico – el supuesto colapso del Comunismo – fue todo parte del plan. Ellos lo
dijeron en los años 1930 y volvieron a decirlo en los años 1980.
La única forma en que vamos a ser librados del reinado del Anticristo en nuestro tiempo
será por medio de la Consagración de Rusia, por la cual esa nación será convertida. La Santísima
Virgen nos dice que el diablo está librando una batalla final, una batalla decisiva, que produzca
una victoria total de uno sobre el otro.
El mismo diablo sabe, por la predicción de Dios (Génesis 3:15), que él perderá. Pero la
Escritura nos dice, “La iniquidad ha mentido a sí misma” (Salmos 26:12). El diablo, en su gran
soberbia, piensa que va a ganar. Por lo tanto, nos vemos enredados en medio de esta gran batalla.
La respuesta es tan simple que me sentiré culpable de repetirla. Lo lamento, pero así es.
Es así de simple sin embargo es tan profundo. El Papa y los obispos tienen que consagrar Rusia
solemne y públicamente, al mismo tiempo.
La Hermana Lucía dijo: “…la Santísima Virgen, repetidas veces, tanto a mis primos
Francisco y Jacinta, como a mí, nos dijo; Que muchas naciones de la tierra desaparecerán sobre
la faz de la misma, que Rusia sería el instrumento del castigo del Cielo para todo el mundo, si
antes no alcanzábamos la conversión de esa pobrecita Nación”.
Sin embargo, debemos recordar que, la única manera de obtener la conversión de Rusia
es “por este medio”, este medio, esto es, la Consagración de Rusia por el Papa y los obispos
católicos como lo pidió Nuestra Señora de Fátima. Hasta entonces, y solo hasta que eso se haga,
Rusia continuará propagando sus errores y eventualmente dominará y castigará al mundo por su
poder militar e influencia.
¿Por qué Dios pide la Consagración de Rusia? Estoy seguro que hay razones que
desconozco, pero una que conozco es para reafirmar que la autoridad espiritual es más
importante que la autoridad temporal.
La Bula Unam Sanctam enseñó dogmáticamente que toda autoridad viene de Dios. Dios
da autoridad suprema espiritual al Papa, y autoridad temporal a los gobernantes civiles. Pero la
autoridad civil es menor que la autoridad espiritual.
La Consagración de Rusia demostrará la verdad de Unam Sanctam. Cuando Rusia sea
consagrada al Inmaculado Corazón de Nuestra Señora, tendremos paz, y ésta vendrá de la
autoridad espiritual ejercida de acuerdo a la voluntad de Dios.
El mundo verá que será librado por Dios, a través de la acción del Papa y los obispos.
Esto acrecentará la posición y la dignidad del Papa y los obispos, no sólo en la estima de los
católicos sino a los ojos de todo el mundo. Aún más, el mundo verá la importancia de la
Santísima Virgen María y Su intercesión.
Aquellos que sobrevivan lo que viene en los próximos pocos años, verán el cumplimiento
de la profecía de Isaías. Las primeras palabras del documento conciliar Lumen Gentium vienen
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de Isaías 2:3-4: “Ea, subamos al monte del Señor... y Él nos mostrará Sus caminos... Y Él será el
juez de todas las gentes, y convencerá a muchos pueblos: los cuales de sus espadas forjarán rejas
de arado, y hoces de sus lanzas. No desenvainará la espada un pueblo contra otro, ni se
adiestrarán más en el arte de la guerra.”
La luz de los gentiles es Cristo. La montaña del Señor es la Iglesia católica. Todas las
naciones vendrán a desbordar la Iglesia después de esa Consagración.
Esa profecía no está sólo en la Escritura, sino también en el Mensaje de Fátima, cuando
Nuestra Señora dice: “Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a
Rusia que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.
La humanidad no puede vivir en paz a menos y hasta que reconozca a Cristo. No estoy
hablando sólo de un número de individuos. Estoy hablando de la humanidad en general.
Estoy seguro que algunos de Ustedes conocen de la ley de los musulmanes – la ley
Shariah – que ellos quieren imponer a todas las civilizaciones. Esa ley es contraria a la ley
cristiana.
Igualmente, los humanistas seculares procuran imponer sus leyes, las cuales dicen que no
podemos dar a Jesucristo el más alto honor. Podemos honrarlo privadamente; podemos honrarlo
íntimamente en la medida de no interferir con el programa de relegar a Cristo a ser una de
muchas opciones.
Nuestro Señor no acepta nada menos que ser reconocido como Rey de reyes y Señor de
señores. Si damos nuestro amor primero, nuestra devoción, a algo o a alguien menos que Él,
luego El considerará eso como una traición. El Señor considerará eso como que no estamos de
su lado. “El que no está conmigo, está contra Mí”. (Mat. 12:30)
Con la Consagración de Rusia, no sólo se convertirá Rusia, sino todo el mundo se
convertirá. De esa forma todos los pueblos del mundo aceptarán el Evangelio, porque lo verán
por sí mismos.
Eso sólo puede ocurrir por la intercesión de la Santísima Virgen. Todas nuestras buenas
obras, cualesquiera pudieran ser, por buenas que puedan ser, son demasiado pequeñas, como las
de aquellos misioneros españoles en Guadalupe, quienes aunque fueron buenos y santos
hombres, durante diez años sólo pudieron convertir a un puñado de nativos.
Sin embargo, durante los diez años siguientes, por la intercesión y los méritos de Nuestra
Señora ¡fueron convertidos nueve millones! En los primeros diez años del trabajo de los
misioneros, cero; en los diez años siguientes, nueve millones. La diferencia estuvo en los méritos
y la intercesión de Nuestra Señora y Ella recibió la honra, como Dios lo quiso.
Eso es lo mismo para todo el mundo. Dios quiere que todo el mundo reconozca que es
por intermedio de Nuestra Señora que tendremos paz.
En la conversión de México, la gente ciertamente reconoció también el papel de los
obispos y sacerdotes. Después de todo, las gracias del Bautismo y de los otros Sacramentos nos
vienen de manos de los sacerdotes y obispos. Debemos recordar que Jesús nos enseñó a buscar
primero el Reino de los Cielos y todo lo demás se nos dará por añadidura.
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Dios ha trazado el plan. Corresponde a nosotros aceptar y hacer lo que podamos para
implementarlo.
Hacer conocer a otros el Plan de Dios
para la Paz
¿Qué podemos hacer para implementarlo? Como ya lo he mencionado, lo primero que
debemos hacer es vivir el Mensaje de Fátima en nosotros mismos. Lo segundo que debemos
hacer es hacerlo conocido a otros.
¿Cómo podemos hacerlo conocido a otros? Un medio es formar grupos de oración.
Algunos de Ustedes ya los tienen. Tienen horas santas, horas pasadas ante el Santísimo
Sacramento. Pueden hacer eso regularmente, una vez al mes, una vez a la semana o aun todos los
días.
Ustedes pueden distribuir literatura. Ha llevado largo tiempo al Apostolado de Nuestra
Señora hacer posible la preparación de esa literatura y hacer posible una conferencia como ésta.
Pero ahora podemos poner a su disposición tal vez la más amplia y mejor selección de literatura
sobre Fátima que podrían encontrar en cualquier lugar.
Ustedes pueden encontrar otra literatura, además de la nuestra, difundiendo el mensaje de
Fátima. Pueden usar esa también. No tenemos ningún monopolio sobre el Mensaje, pero si
Ustedes no tienen otra fuente, ciertamente tenemos nosotros literatura para Ustedes.
Gracias a la ayuda de nuestros seguidores y benefactores, enviamos millones de
ejemplares de literatura todo el año, alrededor del mundo, en varios idiomas. Hasta el punto que
Dios bendiga nuestros esfuerzos, Ustedes pueden recurrir a nosotros para ayudarlos a transmitir
el Mensaje.
Algunos principios del
Movimiento de Sacerdotes por Fátima
Importante como ciertamente es vivir y difundir el Mensaje de Fátima, lo primero que
tenemos que hacer es considerar algunos principios según los cuales deberíamos vivir.
Para comenzar, el Movimiento de Sacerdotes por Fátima no es una organización. Ustedes
no pertenecen a mi compañía, o a mi club, o a mi orden. Primero Ustedes pertenecen a la
Santísima Virgen. Conságrense Ustedes mismos a Su Inmaculado Corazón. Tal vez muchos de
Ustedes, o todos Ustedes ya han hecho eso. Ahora les estoy pidiendo consagrarse Ustedes
mismos otra vez, pero con el foco en que, como Nuestra Señora está triste por nadie presta
atención a Su Mensaje, yo al menos – cada uno de Ustedes puede decir esto – haré mi parte para
prestar atención a Su Mensaje.
Reflexionaré sobre eso. Pensaré en eso. Se lo diré a otros. Trataré de lograr que otros
también presten atención. En esa forma Nuestra Señora no estará tan triste, porque alguno de los
buenos está prestando atención a Su Mensaje.
El segundo principio por el cual debemos guiarnos es que debemos darnos cuenta que
debemos adherir al Dogma católico. El ataque del diablo es contra el Dogma católico.
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Ahora bien, no es suficiente tener el Dogma católico. Puede parecerle que los teólogos
dogmáticos, tal vez yo mismo incluido, pudiéramos ser de tipo frío o duros de seguir. Pero el
dogma es importante porque nos da una estructura mental, unos esquemas, para ayudarnos a ver
todo más claramente.
Esa estructura, esos esquemas son sólidos. ¿Por qué? Porque las definiciones dogmáticas
son infalibles. Decimos esa palabra sin pensar siquiera en ella, pero “infalible” significa algo que
no puede fallar. De esa manera, las definiciones del Dogma católico no pueden fallar. Los reinos
pueden ir y venir, las ideas pueden ir y venir, las novedades pueden ir y venir, pero el Dogma
católico no fallará. Por lo tanto, nuestro Movimiento de Sacerdotes por Fátima, y nuestro propio
pensamiento estarán fundados en sólidos fundamentos, porque estará fundado en el Dogma
católico.
Nuestra Señora nos dice que el dogma de la Fe será conservado en Portugal. La Iglesia
está todavía ocultándonos el resto de las palabras de Nuestra Señora en el Tercer Secreto, pero
podemos más o menos conocer su contenido. La clara implicación es que éste – el dogma – no
será conservado en otras partes del mundo. Así, podemos estar al menos en un oasis, en una isla
donde el Dogma católico será conservado y sostenido. Y podemos enseñar a otros a hacer lo
mismo.
Tercero, deberíamos entonces juzgar Fátima a la luz de otras verdades. No deberíamos
pensar en esto como una revelación privada. Ésta no es mera o simplemente una revelación
privada. Como señaló el Obispo Rudolf Graber, de Regensburg, Alemania, es una revelación
pública, profética. El Mensaje de Fátima ha sido atestiguado por un milagro muy público ante
70.000 espectadores.
Creo que la profecía del Tercer Secreto de Fátima también puede estar contenida en la
Sagrada Escritura. Esa es mi opinión. No puedo probarles eso. Si Ustedes quieren pueden leer mi
corto ensayo sobre el tema. He tratado esa cuestión repetidas veces (ver “La obligación de la
Iglesia de creer y obedecer a Nuestra Señora de Fátima”) en The Fatima Crusader, edición nº 74;
y en la web en www.fatima.org/span/crusader/cr74/cr74pg32.pdf.
En una ocasión discutí esto con un profesor de Teología en el Marianum en Roma.
Cuando él dijo que Fátima es sólo una revelación privada, le repliqué: Sosténgalo, Padre. ¿Puede
Usted probarme que la aparición de Nuestra Señora de Fátima no está profetizada en la Escritura,
en Apocalipsis 12:1? El dijo, “No, no puedo.” “Bien”, le dije, “luego Usted no puede decir de
pronto que esa es una revelación privada, porque tal puede ser el cumplimiento de esa profecía
bíblica”.
Santo Tomás señala que todos los hechos de la Biblia tienen que ser creídos con Fe
católica y divina. Si sabemos como teólogos que David tuvo setenta hijos – no sesenta y nueve ni
setenta y uno – entonces debemos creer ese hecho con Fe católica y divina, aunque ese hecho no
parezca de lo más significativo.
Si eso de los setenta hijos de David es verdadero, es también verdadera la profecía
bíblica. Y entonces, si esa profecía se está realizando ante nuestros ojos y la reconocemos,
debemos sostener esto con Fe católica y divina.
Ese profesor nunca dijo nuevamente que Fátima era sólo una revelación privada.
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Fátima – un mensaje para nuestro tiempo
En el Mensaje de Fátima hay mucho más de lo que parece a primera vista. Como tengo
dicho, había estado trabajando en esto desde 1977 a 1984 antes de darme cuenta que no había
comprendido bien algo que había estado repitiendo del Mensaje de Fátima palabra por palabra,
literalmente.
Hay tanta riqueza en este Mensaje, que aún descubro cosas nuevas sobre Fátima. No soy
la persona más rápida, tampoco la más lenta. Sin embargo hay tanto allí... El Mensaje de Fátima
es tan profundo, tan hondo.
Por eso deberíamos darnos cuenta que Fátima es un mensaje profético para nuestro
tiempo. El Padre Paul Kramer ha estudiado las profecías desde los años 1600 y antes, hasta el
presente, y todas ellas apuntan a este tiempo presente. Fátima es un mensaje que explica nuestro
tiempo como ningún otro. Y Fátima da una solución a los problemas de nuestro tiempo. No hay
otra solución y Fátima nos lo dice.
Aquellos de Ustedes que juegan ajedrez o han pensado sobre la estrategia del ajedrez
saben que ese juego es un modelo para la guerra. Nosotros los católicos estamos en una posición
terriblemente amenazada. Estamos rodeados por los enemigos. Si piensan que los protestantes de
los años 1500 y de los años 1600 asesinaron católicos simplemente porque eran católicos, o los
masones haciendo lo mismo, o los comunistas haciendo otro tanto, la Iglesia está hoy frente a
enemigos que quieren matar católicos en particular y aniquilar toda la Iglesia católica.
El profeta Daniel nos dice del reinado del Anticristo, “Y desde el tiempo en que será
quitado el sacrificio perpetuo... la abominación de la desolación pasarán mil doscientos noventa
días”. (Daniel 12:11). Ustedes encontrarán eso también en otro lugar. San Alfonso escribe sobre
eso. La Misa será prohibida. Por eso, nosotros sacerdotes tenemos interés en retardar la venida
del Anticristo.
La única manera de retardarla, de detenerla, es por la Consagración de Rusia hecha a
tiempo. Por eso, tenemos que hacer todo lo que podamos para lograr esto.
Cuando comencé a publicar The Fatima Crusader en 1978, alguien me dijo, ¿“Tendrá
Usted suficiente material para publicar el segundo o el tercer número”? Bien, ¡no me he quedado
sin material desde hace ochenta ediciones! La revista se ha duplicado, cuadruplicado y
nuevamente cuadriplicó su tamaño, y estamos teniendo dificultades aún para poner todo el buen
material sobre Fátima en una sola edición.
Entonces, hay abundancia de ideas sobre lo que Ustedes pueden hacer para promover el
Mensaje de Fátima y la Consagración de Rusia. Si no lo entienden así hoy, no digan “No lo veo
hoy; por lo tanto, no puedo hacer nada.” No. Haga lo que pueda, aun si es apenas una sola cosa.
Piensen en un tren. La primera luz que el conductor de la máquina ve se pone verde.
Ahora si aquel tren va a través de la India, o a través de Canadá, el conductor no ve la luz verde
en el punto de destino. El sólo ve la primera que se pone verde. Cuando él ve esa luz verde, sigue
adelante. Entonces él llega hasta la siguiente luz, y cuando se pone verde sigue hasta alguna más,
y así sucesivamente. Eso es lo que estamos llamados a hacer – ir adelante hoy con toda la
decisión para hacer todo lo que podamos, con nuestras propias fuerzas, dentro de los deberes de
nuestro estado en la vida, para promover el Mensaje de Fátima.
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En primer lugar, vivamos el Mensaje de Fátima nosotros mismos. En segundo lugar,
pongamos a otros al corriente de él. En tercer lugar, no nos dejemos disuadir por falsas
argumentaciones, o clamores al respeto humano, o bajo las apariencias de humildad, diciendo,
“No soy tan importante,” o “no soy tan ingenioso,” o “no soy para esto,” o “no tengo el dinero”,
o “no tengo tal y cual, y por lo tanto no haré nada.”
La autoridad que tienen el Papa y los obispos es para promover el Evangelio, pero la
autoridad dada a ellos viene de Jesucristo. El no ha autorizado a nadie a detener la difusión del
Evangelio. El Mensaje de Fátima impone una obligación, como dijo el Papa Juan Pablo II, por lo
tanto ni siquiera el Papa puede detener la difusión del Mensaje de Fátima.
He sido preguntando cómo es que por un lado hablo sobre cierta gente en la Iglesia, aun
en el Vaticano, que se opone a Fátima, y luego insisto en mi pertenencia a la Iglesia.
Como he señalado muchas veces, toda autoridad viene de Dios. Y toda autoridad humana
tiene limitaciones. Eso ha sido definido, no sólo por el Derecho Canónico, pero también por la
Teología dogmática.
Y entonces, muy simplemente, usamos la autoridad que Dios nos da. Dentro de los
límites de mi competencia y de mi capacidad – para hablar, para escribir, para publicar –
promuevo el Mensaje de Fátima. Es cosa buena difundir este mensaje. No hay ley, no hay
autoridad dada por Dios por la que pueda ser suprimido.
No usurpo la autoridad de un obispo. No entro torpemente en alguna catedral y digo que
voy a hablar sobre el Mensaje de Fátima porque Dios me dijo que lo haga. No intento hacer
cosas como esas. Pero hay abundantes maneras de hacer público el Mensaje.
Hay algunas personas que dirían que esta conferencia no está autorizada. Eso ha sido
dicho de todas nuestras conferencias hasta de esta misma. (Es interesante, que ninguna
declaración como esa haya sido hecha públicamente sobre esta conferencia, aparentemente,
aunque he escuchado que hay algunos rumores circulando en privado que dicen eso.) En 1992
ellos dijeron lo mismo, sorprendentemente, en Fátima ellos incluso dieron marcha atrás, aunque
esa reversión nunca fue publicada. En México en 1994, ellos afirmaron nuevamente, “esa
conferencia no está autorizada”.
Decir que ésta o alguna de nuestras conferencias “no está autorizada” es, estrictamente
hablando, falso. El Código de Derecho Canónico de 1983 – en los cánones 208 a 223, pero
particularmente en los 212, 214, 215 y 216 – dice que los laicos y los sacerdotes pueden reunirse
y hablar. Eso es verdaderamente parte de la ley natural, que los católicos puedan reunirse y
hablar unos con otros. El hecho es, y la Ley Canónica lo afirma, que podemos reunir congresos y
no necesitamos de ninguna autoridad “más alta”.
Por lo tanto, decir que “ésta no ha sido autorizada” es, si queremos ser caritativos, decir
una media-verdad. No buscamos ninguna autorización, porque no la necesitamos. La ley de la
Iglesia nos da esto en primer lugar. En realidad, ¡Dios mismo nos la da!
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Nada es más importante, más apremiante,
más urgente que el Mensaje de Fátima
El parágrafo 37 de la Constitución de la Iglesia también nos dice que “los fieles tienen el
derecho, y a menudo incluso el deber” –esa frase “el derecho e incluso el deber” está también en
la Ley Canónica – para llevar cuestiones a la atención de sus pastores. Y ellos tienen ese deber
especialmente si tienen alguna competencia en el tema.
Ocurre que tengo alguna competencia sobre el Mensaje de Fátima y puedo decirles que
no hay nada más apremiante para el bien de la Iglesia, para el bien de la humanidad incluso en el
orden temporal, o para la salvación de las almas – nada más apremiante en todo el mundo – que
el Papa obedezca, y ordene a los obispos obedecer la orden de consagrar Rusia en un acto
solemne y público. No hay nada más apremiante.
Así, ciertamente tenemos el derecho e incluso el deber de hacer eso, de comunicar a
nuestros sagrados pastores –los obispos, los Cardenales y el Papa mismo – la urgencia del
mensaje de Nuestra Señora.
Yo sólo encontré unas pocas personas quienes tratarían esta cuestión imparcial y
honradamente. Encontré aquellos que proclaman querer dialogar, que proclaman querer
examinar todo de todos los ángulos; pero cuando llegamos al Mensaje de Fátima, lo que ellos
verdaderamente quieren es cerrarlo.
Ellos dicen que el Padre Gruner es una mala persona, porque insiste sobre Fátima, como
si de algún modo o de otro silenciarme fuera a hacer desaparecer el Mensaje de Fátima.
¡El Mensaje de Fátima no desaparecerá! Puedo morir en un instante o mañana, pero
como dijo Nuestro Señor cuando los discípulos exclamaban “Hosanna al Hijo de David” en el
primer Domingo de Ramos – y le dijeron los fariseos que les pidiera que callaran – Jesús replicó
“Si ellos estuvieran callados, las mismas piedras clamarían”.
El Mensaje de Fátima viene de Dios. Y si soy silenciado, asesinado o muero, o si a todos
nosotros juntos nos ocurre eso, el Mensaje de Fátima no será enterrado. Se realizará. Lo
desgraciado para nosotros es, que si nosotros no cumplimos con nuestro deber para hacer que eso
ocurra, entonces tendremos mucho que pagar.
Resumen de los cinco principios del
Movimiento de Sacerdotes por Fátima
Publicaremos un pequeño libro sobre el Movimiento de Sacerdotes por Fátima
explicando estos principios.
I.
El Movimiento de Sacerdotes será, en primer lugar y sobre todo,
espiritual. Será personal para nosotros mismos.
Nuestro propósito es rezar y ofrecer sacrificios en reparación. También
propagaremos el Mensaje de Fátima y defenderemos el Mensaje, intelectual y
teológicamente. El Movimiento de Sacerdotes por Fátima estará basado en el Mensaje
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de Fátima, en adhesión a todos los dogmas de la Fe como fueron definidos
infaliblemente, de esta manera el Mensaje será tanto dogmático como espiritual.
II. El segundo principio que guiará el Movimiento de Sacerdotes por
Fátima será creer y predicar sin vacilación el Magisterio Ordinario
Universal de la Iglesia que María es la Mediadora de todas las
Gracias. La base dogmática del Mensaje de Fátima es que todas las
gracias vienen a través de María.
III. El tercer principio es una firme creencia y un total compromiso con
el Mensaje de Fátima en su integridad. Quiero significar no sólo el
Rosario y el Escapulario, aunque si promoverlos es todo lo que
Ustedes sienten que pueden hacer, porque no ven cómo pueden
resistir la persecución, entonces ciertamente es una gran cosa hacerlo.
Pero el Movimiento mismo promoverá no sólo uno o dos aspectos del
Mensaje, sino el Mensaje de Fátima íntegro.
IV. El cuarto principio de este movimiento es que el Papa y los obispos
tienen que obedecer a Nuestra Señora, como les ordenó Dios mismo.
Creemos que las consecuencias de no obedecer son la ejecución del
Papa y los obispos. Por eso, debemos hacerlo conocido como parte
del Mensaje de Fátima.
V. Finalmente El quinto principio sería conocer el Mensaje de Fátima
más a fondo, leyendo y estudiando sobre él, y por supuesto
viviéndolo hasta el punto que les sea posible. Esto incluye hacer lo
que Ustedes puedan para defender el Mensaje y sus mensajeros de
ataques injustificados.
Estos serían los principios del Movimiento de Sacerdotes por Fátima que les estoy
proponiendo ahora. Estas ideas, este movimiento, no están basados en ninguna locución que yo
hubiera tenido. No he tenido ninguna locución. No he tenido ninguna aparición ordenándome
esto. Nunca he visto a la Santísima Virgen, o sea que no estoy basando mi llamado en tales
cosas.
No estoy criticando a otros que tienen locuciones o visiones, o diciendo que sus
locuciones o sus visiones no son verdaderas. Simplemente estoy diciendo que la base de este
movimiento no es esa.
Mi llamado a unirse al Movimiento de Sacerdotes por Fátima está basado solamente en lo
que la Iglesia Católica ha enseñado siempre y en lo que el Mensaje de Fátima siempre dice.
Si podemos trabajar juntos para persuadir al Santo Padre de hacer lo que Nuestra Señora
ha ordenado, Rusia y el mundo serán convertidos y Su Inmaculado Corazón triunfará.
Hay tres etapas para el triunfo de Nuestra Señora. La primera es que el Santo Padre
consagre Rusia. Estamos todavía en la primera etapa. La segunda y tercera etapas ocurrirán
mucho más rápidamente.
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Hemos esperado 77 años –desde 1929 hasta 2006 – para la primera etapa. Cuando tenga
lugar la segunda etapa, no será de la noche a la mañana, pero no serán tampoco diez años. Rusia
será convertida más o menos rápidamente después de la Consagración. Y luego vendrá otra corta
etapa – tal vez un poco más larga – para que el mundo se convierta y tengamos paz.
Permítanme resumirles ahora el Movimiento de Sacerdotes por Fátima.
Parte del movimiento es reunir sacerdotes y fieles en pequeños grupos todos los meses
para rezar, reunirse para el apoyo de la oración, del compañerismo, de la devoción a Señora y
para alentarse unos a otros.
Este movimiento será sobre todo espiritual. Eso es, será, en primer lugar, fiel y leal a los
Sagrados Corazones de Jesús y de María – pero no a algún otro meramente humano, sino a Jesús
y a María.
Procuraremos, sobre todo, la salvación de nuestras propias almas y todas las almas que
estén dedicadas a Jesús y a María, todas las almas encomendadas por caridad, justicia y amistad
a nuestro cuidado, al Papa y a todos los obispos católicos, sacerdotes y religiosos, por nuestras
oraciones y sacrificios por ellos.
Perseveraremos hasta el pleno, abierto y completo triunfo del Inmaculado Corazón de
Nuestra Señora.
Hay algunos que nos dirían que la Consagración tuvo lugar en 1984. Puedo decirles, y
estoy seguro que Ustedes ya lo saben, que Su triunfo – la conversión de Rusia a la Fe Católica –
no se ha visto. Luego de 23 años de la supuesta consagración, tenemos más guerra, muerte y
destrucción que en 1984. ¡¿Dónde está la paz?! La Santísima Virgen no se ha dado aún el crédito
de Su triunfo de paz y conversión, ¡porque no hay ninguna!
Algunos obispos aquí han reconocido, “Nunca consagré Rusia en 1984”. El Papa Juan
Pablo II mismo lo reconoció, “Nunca lo hice”. El dijo, “Hicimos todo lo que pudimos en
nuestras posibilidades humanas”. El pidió a Nuestra Señora que bendijera “a aquellos pueblos de
los cuales Tu misma estás esperando nuestro acto de consagración y encomienda”.
Así, debemos perseverar hasta el pleno, abierto y completo Triunfo del Inmaculado
Corazón. No tenemos que ser disuadidos por argumentos engañosos o abusos de autoridad,
temporal o espiritual. Debemos contestar los falsos argumentos hasta el punto que podamos. Y si
Ustedes no logran contestarlos, por favor, escríbannos y les daremos las respuestas.
Nuestro objetivo y nuestra tarea son procurar el Triunfo del Corazón Inmaculado de
Nuestra Señora en y alrededor de nosotros y en el mundo entero. En nosotros, en primer lugar,
procuramos nuestra propia santificación por nuestros sacrificios, por nuestra reparación, por
nuestra fidelidad a nuestra Fe Católica y a nuestros diarios deberes.
A nuestro alrededor, guiamos por nuestro ejemplo y nuestras palabras: yendo a reuniones
mensuales de oración y cenáculos de reparación; por nuestras oraciones; aprendiendo;
contestando las falsas enseñanzas; defendiendo la verdad de Fátima; comunicando la verdad de
Fátima a todos.
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En todo el mundo, cada uno de nosotros, dondequiera vivamos y quienquiera que seamos,
podemos hacer nuestra pequeña parte. Construyendo un “Centro de Fátima de una sola persona”
alrededor de nosotros mismos y llevando a otros a hacer lo mismo, nosotros transmitiremos el
Mensaje de Fátima a todo el mundo.
No debemos esperar que la Santísima Virgen y Nuestro Señor lo hagan todo. Ellos
esperan de nosotros que hagamos algo. Comparado a los inmensos beneficios que serán dados a
toda la humanidad, ese pequeño acto – el Papa y los obispos, durante 10 minutos en un domingo
o un día de fiesta, todos al mismo tiempo, leyendo una oración de Consagración al Inmaculado
Corazón – es poca cosa. Todos y cada uno de nosotros tenemos que hacer algo, no importa cuán
pequeño, para lograrlo.
Nosotros no tenemos que decir, “Bien, Nuestra Señora va a ganar de cualquier manera,
por lo tanto no debo hacer nada”. Esa no es la respuesta. ¡Eso es un autoengaño!
Si no estamos haciendo el bien que deberíamos hacer, Santiago nos dice que hacemos
mal por no hacerlo. “Quien conoce el bien que debe hacer, y no lo hace, por lo mismo peca”.
(Santiago 4:17)
Debemos hacer todo lo que hagamos por amor al Sagrado Corazón y al Inmaculado
Corazón, y también por caridad para con nuestros semejantes.
Debemos defendernos del ataque violento del mal, si viene del estado o de ideas que nos
rodean, o en el seminario o en cualquier parte. Tenemos que hacer conocida la verdad, contando
con el Inmaculado Corazón de María para protegernos y ayudarnos.
Tenemos que conservar, vivir y promover una siempre creciente devoción por la
Eucaristía, que también está pedida en el Mensaje de Fátima.
Urjo a todos los obispos y sacerdotes a unirse al Movimiento de Sacerdotes por Fátima.
Ustedes no deben decírmelo a mí. Díganselo a la Santísima Virgen. Si Ustedes quieren disponer
de nuestra literatura y envíos sobre el tema, por favor hágannoslo saber y estaremos felices de
enviárselos. Dios los bendiga.
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http://www.fatima.org/span/peaceconf/spainport06/transcripts/fg_6.pdf
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