Patologías y abusos de las evaluaciones

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Pontificia Universidad Católica de Chile
Facultad de Educación
Evaluación
PATOLOGÍAS Y ABUSOS DE LAS EVALUACIONES
TALLER 3 ANÁLISIS DE TEXTO
PATOLOGÍAS Y ABUSOS DE LAS EVALUACIONES
Documentos:
• Patología General de la Evaluación Educativa cap. 1 de Miguel Ángel Santos Guerra.
• Los (ab) usos de la evaluación cap.3 de Miguel Ángel Santos Guerra.
• Revisar y registrar por escrito:
• las patologías más frecuentes vivenciadas en su vida estudiantil.
• Los abusos más destacados vivenciados en su vida estudiantil.
Antes que todo queremos mencionar que al leer el documento de las patologías consideramos que casi todas
han estado presentes en nuestras vidas estudiantiles. Además creemos también que hay muchas patologías que
se relacionan entre sí, que casi se confunden, es decir, están íntimamente ligadas unas con otras, como son el
que trata sobre: se evalúan solo contenidos, se evalúan solo resultados y se evalúan solo los efectos
observables. Pues todas tratan sobre la carencia de ciertos aspectos que están involucrados en la evaluación,
que la hacen tener un sentido educativo. Esto es solo por mencionar un ejemplo, pero creemos que muchas de
estas patologías se dan conjuntamente con otras. Ahora vamos a mencionar y detallar las patologías que han
estado más presentes, que han quedado más marcadas en nuestras memorias y/o las que consideramos más
importantes de mencionar y analizar, respecto de nuestras experiencias escolares.
La primera que trataremos es la:
Solo se evalúa al alumno. En esta, lo principal es que al alumno se le considera como el único y principal
responsable de las calificaciones que obtiene. Esto nosotras lo hemos vivido en reiteradas ocasiones. Si bien
es cierto que muchas veces las malas calificaciones han sido de nuestra propia responsabilidad, ya que no nos
hemos preparado bien para una prueba, no hemos dedicado el suficiente tiempo para estudiar, no hemos
puesto la atención que debiéramos en las clases o simplemente hemos faltado a ellas; no debemos por ello
desconocer la responsabilidad de los demás agentes que están involucrados en el proceso
enseñanza−aprendizaje. Por ejemplo, el no preparar bien una prueba no necesariamente implica que no haya
un esfuerzo. Puede ser que en la escuela no nos han enseñado hábitos de estudio o quizás no entendimos las
indicaciones de los objetivos o contenidos de la prueba. Otras veces, también nos sucedió que estudiamos
mucho para una prueba y por la presión de nuestros padres nos traicionaron los nervios y no obtuvimos la
calificación que merecíamos de acuerdo a nuestro esfuerzo o a lo que sabemos. Así hemos mencionado sólo
algunos de los tantos factores que pueden incidir en los resultados de una evaluación.
La segunda es:
Se evalúan sólo los conocimientos.
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Lo visto como importante por nosotros, que nos inculcaban los profesores, eran los conocimientos, sobretodo
conocimientos de matemáticas y castellano. Los demás ramos, como artes plásticas, educación física eran
vistos de segunda categoría. El espíritu, la adquisición de habilidades para enfrentar muchas cosas de la vida,
poco se enseñaron, poco valor se les dio. Uno iba al colegio a estudiar, frase típica que escuchábamos, a
aprender, pero el aprender era por nosotras asociado con la adquisición de conocimientos. Nuestra visión del
aprendizaje era, pues muy estrecha, esto debido a la casi exclusiva importancia del conocimiento en el
aprendizaje. Los contenidos actitudinales se relegaban a un segundo orden, las destrezas, valores etc. también.
La tercera es:
Se evalúa cuantitativamente. Como hemos visto con otros aspectos, no es que la evaluación cuantitativa sea
mala o innecesaria, pero no se debe exagerar ni abusar de ella, pues a la larga se pueden cometer muchos
errores que afectan y perjudican a la educación. Interesante nos pareció el ejemplo que muestra el texto acerca
de la necesidad que sienten los padres, y pensamos que los alumnos también, por cuantificar ciertos informes
que no lo son. Así como el ejemplo dice que los padres preguntan al profesor si la expresión progresa
adecuadamente equivale a un 8, recordamos que cuando estudiábamos en la escuela y nos decían que la
asignatura de religión no tenía nota, pero sí nos ponían bueno, muy bueno o regular, inmediatamente los
traducíamos a una nota, el muy bueno un 7, el bueno un 5, y así sucesivamente. Por otra parte aprovechando
lo anteriormente mencionado de la asignatura de religión, también solíamos no considerar mucho este tipo de
evaluación ya que no influía en el promedio, es decir, para nosotras también se nos hacía imprescindible solo
lo cuantitativo.
Finalmente:
Se evalúa competitivamente. Sobre esta patología tenemos mucho que decir. Es muy recurrente que nos
comparemos con otras personas, no sólo en el ámbito de la evaluación, sino que en todos los de nuestra vida.
Pero para este caso nos vamos a centrar en el que se produce al interior del aula. Los niños especialmente
cuando son pequeños suelen observar las calificaciones de los otros, los padres incluso muchas veces cometen
el error de poner como ejemplo o modelo a algún niño que tiene muy buenas notas, o preguntan por las notas
de los demás, y así desde pequeños se les crea una conciencia competitiva. Además al fijarse sólo en los
avances del niño respecto a los demás, se desestima todos los logros respecto a su propio proceso de
enseñanza−aprendizaje, es decir, se pierde el sentido de la evaluación. Nosotras hablamos desde la
experiencia, pues muchas veces fuimos parte de esto. Nos comparamos con las demás, luchamos por ganarle a
alguien, o sentimos que otros nos ganaron. También pensamos que es importante que los profesores no
contribuyan a aumentar la competitividad, como dice el texto, que no se ordenen las pruebas o que no
publiquen las notas, que la evaluación sea entendida como debe ser, respecto a si mismo y no a los otros.
Los peores abusos que consideramos que se cometieron en nuestra enseñanza fueron:
Convertir la evaluación en un instrumento de dominación, control y opresión
Ciertamente como hemos analizado en más de una ocasión en clases, la evaluación bajo ningún punto de vista
debe concebirse como un método de dominación, pues así se pierde la finalidad de la evaluación, se pasan a
llevar los derechos del otro, se pierde el respeto y la autoridad, es decir, los alumnos al no sentirse respetados,
tampoco respetan al profesor como persona, sino que se ven sometidos por este y saben que deben obedecer
por obligación. Esto atenta contra la ética.
Así recordamos nosotras que muchas veces fuimos víctimas de este abuso. Lo notábamos por ejemplo los
profesores se jactaban de que iban a hacer una prueba...cuando veían que no estábamos poniendo atención
decían Ahh ya verán en la prueba (para nosotras evaluar era igual a hacer pruebas). Se sentían poderosos los
profesores. A veces utilizaban el libro de clases también para establecer el orden y el control, amenazando con
poner anotaciones. Esto creemos que es muy lamentable y que habla muy mal de un profesor, pues no es
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admirable tener que recurrir a esos medios para darse a respetar. En la Universidad pensamos que no se da
tanto como en la escuela, pero no podemos asegurar que no existan profesores que hagan este mal uso de la
evaluación.
Atribuir los malos resultados no al desarrollo del programa sino a la torpeza, pereza o mala preparación o
voluntad de los usuarios del mismo.
También sobre este hemos hablado. Este es recurrente, pues es mucho más fácil y cómodo pensar que el otro
tiene la culpa, que el otro se equivocó y por tanto es él quien debe cambiar y no yo mismo. Pues asumir que
los resultados de una evaluación no son los deseables y que esto se debe en parte a la culpa propia, implica un
gran trabajo, una reformulación de objetivos, a elaborar algo nuevo o a mejorar lo que ya está; y esto es
realmente difícil de encontrar.
Generalmente, por no decir casi siempre, cuando había muy malas notas en alguna prueba, se nos juzgaban
nuestros sistemas de estudio, el poco interés en la materia, la poca dedicación, etc. Y eso cuando se
conversaba el tema en caso de ser una situación de muy bajos rendimientos, pues si las malas calificaciones
eran parciales, o sea, si el número de alumnos de notas bajas no era muy alto, muchas veces ni siquiera se
hablaba, y si es que los alumnos tomábamos la iniciativa de reclamar, se argumentaba que no había tiempo.
Podríamos decir que estas no fueron las situaciones que nos marcaron, por el contrario las que más quedaron
en nuestras memorias fueron las opuestas, aquellas pocas ocasiones en que se conversó conjuntamente, en que
se analizó lo ocurrido y se dio la posibilidad de hallar una solución. Creemos que esto es lo ideal, el dar
espacio a la comunicación, al análisis del proceso enseñanza−aprendizaje posterior a la evaluación, de modo
que se posibilite una retroalimentación.
• Proponer por escrito a qué se comprometen como futuros docentes, para que cuando asuman el rol
de evaluadores no se presenten las patologías, ni abusos registrados en el punto 1.
Como docentes nos comprometemos a primero que todo, explicarles a los alumnos qué es evaluación, mostrar
que esta no debe ser reducida a una mera nota. Pero hacer que sea coherente esto con nuestra práctica, pues no
serviría de nada hablarles de los componentes de la evaluación, decir que además de los conocimientos, están
las actitudes y valores, que estos son importantes en su proceso de aprendizaje; y después evaluar solo con
pruebas de carácter sumativo y entregar notas.
También nos comprometemos a preparar y utilizar responsablemente los instrumentos de evaluación. De esta
forma no utilizar la evaluación como medio para tener el control, sino lograr que la evaluación sea educativa.
En realidad ese es el fin último, y a todo con cuanto nos comprometemos y esperamos poder cumplir, va
enfocado hacia este fin.
Nos comprometemos a actuar de la forma más éticamente posible, a respetar al alumno, a tener muy presente
los pilares valóricos de la evaluación, de modo que este se sienta parte de su evaluación, y sea capaz de
tenerse a si mismo como referente y no a los otros.
Nos comprometemos también a hacer partícipe a la familia del proceso enseñanza−aprendizaje del alumno.
Para que así los padres comprendan que sus hijos no son del todo responsables de sus calificaciones (tanto
buenas como malas), que detrás está el ambiente creado por el profesor, el apoyo y responsabilidad de la
familia y que sepan como sus hijos van progresando educativamente.
Y finalmente nos comprometemos a hacer todo lo posible para aplicar todo lo que hemos visto en clases y a
no olvidar lo visto, discutido y analizado en este curso.
• Analizar la actual preparación profesional que poseen, y señalen qué sienten que deben aprender
para tener éxito en lo señalado en el punto 2. El análisis y las necesidades se deben señalar por
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escrito.
Consideramos que a lo largo de este año y medio aprox. que llevamos en esta universidad, se nos ha estado
capacitando con diversos cursos que nos son y serán de mucha utilidad en estas metas que nos hemos
propuesto. Por mencionar algunos de ellos, podemos nombrar a Psicopedagogía del desarrollo y del
aprendizaje, que nos proporcionaron conocimientos más relacionados con la parte biológica y psicológica de
los niños, para poder comprender sus procesos de crecimiento, desarrollo y formas en que aprenden. También
el curso de Educación, Cultura y Sociedad, que nos dio un punto de vista de la integridad de la persona, de
todas sus dimensiones que deben ser consideradas en la educación, y por supuesto en la evaluación.
Currículum, también nos mostró aspectos más técnicos de cómo se desarrollan los planes y programas
educativos, que sin duda son muy importantes para la evaluación, pues es en estos planes, en el currículum,
donde se establecen ciertos parámetros de la Evaluación. Y estos son solo algunos, pues en realidad cada
curso aporta su granito de arena en hacer de nosotros unas mejores personas y mejores profesionales. Y de
más está mencionar este curso, que en sí nos está proporcionando las herramientas más específicas para
evaluar, lo concreto.
Ahora si definimos que es lo que nos falta por aprender para alcanzar el éxito en lo que nos hemos propuesto,
sin duda lo primero que se nos viene en mente son los cursos de Didácticas, que según lo que tenemos
entendido son en terreno, lo que queremos decir es que para lograr cumplir con lo que nos comprometimos, la
mejor forma es yendo al lugar mismo, enfrentándonos a un curso, viviendo en carne propia lo que significa
tener que evaluar, pues en los comentarios que surgen en las clases nos damos cuenta de que todavía nos
situamos en el papel de alumnos, que es uno muy distinto al del profesor, que lo que ahora criticamos a los
profesores, después quizás nos puede llegar a nosotros mismos.
Fuera de eso, claro está que hay muchos cursos más que podrían complementar y ayudarnos a practicar una
evaluación educativa. Por ejemplo, podría ser algún curso de ética, en donde se aborden con más profundidad
los temas que nosotros ya vimos, también alguno de psicología, que nos permita manejar ciertas herramientas
que se pueden utilizar en el aula, y podría ser también uno de habilidades comunicativas o algo así que nos
permita expresarnos mejor, para poder llegar más a las familias y a los mismos alumnos.
Para concluir, decimos que nosotras creemos que al terminar nuestra carrera vamos a poseer todo lo necesario
para lograr nuestros objetivos. Confiamos en la preparación que en esta universidad se nos brinda, y por ello
nos esforzamos cada día para cumplir con nuestras obligaciones, aprovechar al máximo las clases y los
recursos que están a nuestra disposición, para así ser mejores personas, profesionales y lograr que muchas
personas también lo sean.
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