La amada de Dios - la iglesia

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Pastor Hans-Claus Ewen, Alemania
Traducción por Mandy Reichel
La amada de Dios – la iglesia
Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida,
como también Cristo a la iglesia. Efesios 5,29
Pensamientos introductorios
Todo aquel que quiera entender el fenómeno “iglesia”, lo conseguirá solamente al ver la
imagen agrandada. La imagen agrandada incluye la dimensión del cielo y del infierno,
del pasado, presente y futuro y, de las eternidades. Si enviáramos tres personas a Nueva
York, una para visitar “Chinatown”, la otra “Little Italy” y la tercera, el “Central Park”, la
primera diría: “Nueva York es como China.”; la segunda estaría en contra y diría: “No,
Nueva York es como Italia”; y la tercera, no entendería la ignorancia de las dos primeras
personas, porque “Nueva York es únicamente un parque enorme”. Las tres tendrían de
alguna manera razón, pero la historia nos muestra que su percepción es parcial y limitada.
En relación al término iglesia, tanto en general como entre los cristianos, existen puntos
de vista muy distintos y en parte, muy controversiales. Ante la pregunta, qué es iglesia,
qué tiene que hacer, cómo lo tiene que hacer y cómo tiene que ser, la mayoría de la gente
contesta como le da la gana. La formulación: “Para mí, iglesia es...” nos enseña que todo
esto se considera muy subjetivo. Teniendo en cuenta la gran cantidad de información que
la Biblia ofrece sobre este tema, podemos anticipar que cada respuesta simple tendría más
de un 90% de insuficiencia, porque estaría incompleta. Cada cristiano, que defina iglesia
por sí mismo de una manera incompleta, definitivamente causará posibles: malentendidos, heridas, amarguras, decepciones, resignaciones y retiradas. Un ejemplo
clásico de un perfecto malentendido del término iglesia es esta frase oída frecuentemente:
“¿Cómo esta persona es cristiana si se comporta tan mal?” Aparte de ser una pregunta
teológicamente interesante, si ser cristiano se definiera únicamente sobre la base de un
comportamiento correcto, estas afirmaciones mostrarían lo poco o, tal vez la falta de
visión que los cristianos tienen cuando leen la Biblia. En mi Nuevo Testamento, estoy
leyendo sobre los cristianos que: pecan sexualmente, vienen emborrachados a la cena, se
pelean delante de jueces mundanos, forman grupos especiales dentro de la iglesia, siguen
enseñanzas insanas, critican mordazmente e injustamente el estilo del liderazgo de Pablo,
se comportan hipócritamente y tienen muchas peleas entre ellos (véase por ejemplo las
dos Cartas a los Corintios, Gálatas 2,11-14; Filipenses 1, 15-17). El comportamiento de
éstos no se defiende ni se justifica por la Biblia, sin embargo a todos se les llama:
cristianos.
A pesar de estas carencias, Jesús ama a su iglesia, la sigue cuidando y manteniendo como
un buen hombre a su mujer: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
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iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa,
que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”.
Efesios 5, 25-27.
Si simplemente siguiéramos pensando en todo lo que va contra la iglesia, nos daríamos
cuenta que es un milagro que ella (todavía) exista. El diablo quiere destruirla con todos
sus demonios desde afuera y el hombre viejo (nuestra naturaleza antes del nuevo
nacimiento) lo intenta desde adentro. Las personas que no conocen a Dios luchan contra
la iglesia; los gobiernos intentan extinguirla; las culturas ponen resistencia a su entrada; y
las religiones, con todo preferirían quemarla en la hoguera.
A pesar de todo, la iglesia es lo mejor, lo más glorioso, lo más sobrenatural que existe en
este mundo. No hay más alternativa que la iglesia porque Dios está operando cosas a
través de ella, las cuales un cristiano solo no podría conseguir ni hacer. Esto es aplicable
tanto, a la interacción de las relaciones interpersonales de los miembros, a la presentación
hacia fuera de cara al mundo no convertido, así como también al mundo de Satanás.
La iglesia tampoco se puede ver como una pequeña reunión de dos o tres personas en el
nombre de Jesús. Jesús, sí que concede su presencia para estas reuniones, pero esto no
garantiza la multitud provista de dones, servicios, efectos, ministerios y estructuras
directivas que deben operar en una iglesia. (Véase también entre otras: Mateo 18,15-17;
Romanos 12,3-8; 1ra Corintios 12,7-10, 28-30; 14, 26-29; Efesios 4,11-12; Filipenses 1,1;
1ra Timoteo 3,1-13; 1ra Pedro 5,1-4). Una familia sola tampoco es una iglesia en el
contexto bíblico, porque en 1ra Timoteo 3,5 se compara el “gobernar” una casa (es decir
familia) con cuidar de la iglesia y, definitivamente no es lo mismo.
Entonces, ¿qué es iglesia?
1. Una cuestión del corazón de Dios y una joya
¿Fue casualidad que Jesús fuera atravesado en la cruz por una lanza en el costado?
– Juan 19,34 ¡Sin duda, NO! Debemos recordar, quién es Jesús y por qué fue enviado a
este planeta. Pablo lo llama en 1ra Corintios 15,45 el “postrer Adán”. El primer Adán fue
creado para poblar juntamente con su mujer el planeta Tierra y para reinar sobre ello –
Génesis 1, 27-28. Dios formó a Eva haciendo lo siguiente: “... [y] tomó una de sus
costillas, y cerró la carne en su lugar”. Génesis 2,21. Cuando a Jesús le atravesaron la
costilla, le salió agua y sangre; dicho sea de paso, esto fue una evidencia del momento de
su muerte; pero, en primer lugar, esto se tiene que ver relacionado con el “nacimiento” de
la iglesia. Una persona forma parte de la iglesia, es decir, de la novia de Cristo, cuando
cree lo que hizo Jesús en la cruz por ella y, con ello, por un lado acepta el perdón del
pecado - SANGRE - y, por otro lado recibe mediante el nuevo nacimiento Su Espíritu –
AGUA. (Véase también entre otras: Mateo 26,28; Efesios 1,7; Hebreos 9,22; Juan
1,12-13; 3,1-8; 7, 37-39)
Ya, sólo con este dato “anatómico” sobre el sitio donde fue formada la mujer/ la iglesia,
nos enseña que se trata de una
CUESTIÓN DEL CORAZÓN
de Dios. Sólo
Dios conoce el verdadero valor de su iglesia, para ella Él dio lo más valioso. El valor se
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desprende de su elección y no de sus obras. Dios, el Padre, compró a la iglesia con la
sangre de Su Hijo Jesús:
“Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1ra Corintios 6,20.
“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto
por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”.
Hechos 20,28.
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa
de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. 1ra Pedro 1, 18-19
El valor de Su iglesia, o bien de Su pueblo, se describe en la Biblia a través de imágenes
muy claras, y de esta manera vamos entendiendo, que tanto el individuo como el grupo
tienen un valor inconmensurable a los ojos de Dios.
“Y las piedras serán según los nombres de los hijos de Israel, doce según sus nombres;
como grabaduras de sello cada una con su nombre, serán según las doce tribus”. Éxodo
28, 21. Los piedras son piedras preciosas: sárdica, topacio, carbunclo, esmeralda, zafiro,
diamante, jacinto, ágata, amatista, berilo, ónice y jaspe (Éxodo 28,17-20).
“Y los salvará en aquel día Jehová su Dios como rebaño de su pueblo; porque como
piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra”. Zacarías 9,16.
Antes, ya he mencionado Efesios 5, 25-32. En este pasaje Pablo habla del amor del
hombre a su mujer y compara éste con el amor de Jesús por Su iglesia. La comparación
termina con estas palabras: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá
a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto
respecto de Cristo y de la iglesia”. Indudablemente, no es nada nuevo para la mayoría que
Jesús ame a Su iglesia. Pues, olvidamos a veces que la ama en su estado actual y todavía
incompleto. Él la ama, a pesar de que tiene manchas y arrugas y, sin duda todavía no
actúa de manera intachable.
Aunque Jesús es “un cordero sin mancha y sin defecto”, quiere decir, que es sin pecado y
es santo, Él no tiene miedo del contacto con Su iglesia, quien todavía es imperfecta. Sin
duda, Él no está siempre de acuerdo con su comportamiento incorrecto, pero por esto no
se aleja de ella. Podemos suponer que a Jesús le duelen nuestros pecados, sin embargo no
se aleja de nosotros. Jesús nos ha elegido tal como somos (Juan 15, 16). Él sabe que aún
nuestro pecado puede ayudar “para bien” (Por favor, ¡No lo entiendan mal!). Así como
Jesús anunció a Pedro su pecado y le enseñó al mismo tiempo que de este suceso podía
proceder algo bueno. “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha
pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú,
una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. Lucas 22,31-32.
Así pues, si para Dios la iglesia es una cuestión del corazón, si ella tiene un valor
inimaginablemente grande y Él la ama tanto en la actualidad, tendremos que tener
una misma actitud hacia ella.
2. El término iglesia en el Nuevo Testamento
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En el Antiguo Testamento la palabra iglesia se utiliza para referirse a la totalidad del
pueblo de Israel y sus doce tribus. La palabra hebrea “edah” significa “reunión”, pero en
su origen está relacionada con la palabra “testigo o bien testimonio”. Por tanto, no es
sorprendente que Jesús en relación con la misión de la iglesia diga lo siguiente: “Pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Hechos 1,8. Israel
tenía este llamado también como “iglesia”: “También te di por luz de las naciones, para
que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”. Isaías 49,6 (Hechos 13,47).
El término iglesia en el Nuevo Testamento traduce la palabra griega “ekklesia”, que
literalmente significa “la llamada fuera”, pero, en principio siempre se debe entender
como asamblea (de los creyentes). Este término se utiliza para referirse tanto a la iglesia
universal, o sea todos los creyentes en todos los sitios y de todos los tiempos, como
también a las pequeñas y visibles manifestaciones de la iglesia en las distintas regiones,
ciudades y casas. Pues, la iglesia siempre es un grupo de personas, que se reúne y se
organiza con el objetivo de cumplir su misión.
Iglesia
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Iglesia del Antiguo Testamento:
“Este mismo Moisés estuvo en la asamblea (en la Biblia griega se utiliza la parabla
“ekklesia”) en el desierto, con el ángel que le habló en el monte Sinaí, y con nuestros
antepasados”. Hechos 7,38 (CST).
Iglesia universal:
“A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los
siglos. Amén”. Efesios 3, 21.
Iglesia regional:
“ Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas,
andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo”.
Hechos 9,31.
Iglesia de la ciudad:
Jerusalén: “ Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y
a mujeres, y los entregaba en la cárcel”. Hechos 8,3.
Tesalónica: “Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y
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en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo”. 1ra Tesalonicenses 1,1
Iglesia en casa:
“Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su
casa”. Colosenses 4,15
Para comprender a la iglesia, es absolutamente necesario, aceptar su misión divina en el
mundo como testigos del Dios vivo. Los cristianos en sí mismos son el mensaje que
anuncian y están preparados para asumir las consecuencias de este anuncio. Esto puede
significar, positivamente, que las personas acepten el evangelio, y, luego deben ser
atendidas – Jesús dijo: “haced discípulos” (antes que se pongan viejos...) Mateo 28, 18-20.
Por otro lado, esta obediencia puede llevar desde la oposición hasta la persecución y la
pérdida de la propia vida – Jesús dijo: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os
perseguirán...” Juan 15,20.
En una oración secundaria Pablo escribe a los Corintios que las iglesias son una honra
para Cristo – 2da Corintios 8, 23. ¿Tenemos también nosotros este punto de vista acerca
de las iglesias?
El ingreso a la iglesia es a través de la conversión personal y el bautismo en agua. “Así
que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres
mil personas”. Hechos 2,41.
Cada persona que ha vivido un nuevo nacimiento en Jesús y por su fe se ha bautizado, en
una iglesia local, se ha convertido en parte de la iglesia universal. Aunque cambiare de
iglesia local, no tendría que bautizarse otra vez. El Nuevo Testamento parte de la base de
que cada cristiano es un miembro activo de una iglesia local. A veces se utiliza una
afirmación absurda de que no es necesario pertenecer a una iglesia local por ser parte de
la iglesia universal, ésta está en contradicción con el concepto básico de la iglesia del
Nuevo Testamento. Los miembros de la iglesia siempre se describen vinculados
obligatoriamente al conjunto (1ra Corintios 12, 12- 27: ¡Un cuerpo, muchos miembros!).
En el Nuevo Testamento hay toda una serie de mandamientos “uno tras otro” o bien “uno
sujeto al otro”, los cuales en principio se pueden vivir solamente en el marco de
pertenecer a una iglesia. Por ejemplo: Colosenses 3,12-13: “Vestíos, pues, como
escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de
humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos
unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así
también hacedlo vosotros”. Este verso indica una cercanía personal a una iglesia. No es
posible el soportarse unos a otros, si no se conoce y si no se tiene nada en común. Esta
cercanía, intencionada de Dios, desgraciadamente para muchos es uno de los mayores
obstáculos, cuando se trata de la vida en la iglesia local. Para profundizar aquí hay una
lista de algunos mandamientos: Romanos 12: 10, 16; 13:8; 14:19; 15:5, 14; Gálatas: 6:2;
Efesios 4:25, 32; 5:21; Filipenses 2: 1-4; 1ra Tesalonicenses 3:12; 4:9.18; 5:11,13,15; 1ra
Pedro 1:22; 4:8-9; 1ra Juan 1:7; 3:11,23; 4:11-12; 2da Juan 5.
La reunión de los cristianos, especialmente cuando es con regularidad, necesita
planificación, organización y coordinación. La iglesia siempre, sin importar su
dimensión, necesitará líderes y colaboradores. Un grupo en el que los individuos estén
dispuestos a asumir responsabilidad de liderazgo tendrá más éxito que uno, en el que
5
Fe
&
Bautismo
Compromiso
Estructura &
Inter-conexión
nadie esté dispuesto a asumirla. La carta a los Filipenses comienza con el saludo: “Pablo
y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos,
con los obispos y diáconos...” Pablo estableció ancianos como responsables en las
iglesias que fundó en sus viajes: “Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo
orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído". Hechos 14,23.
(Véase también Tito1,5).
Precisamente, el último verso nos muestra que cada iglesia local debe estar vinculada a la
instancia superior del ministerio apostólico. La iglesia primitiva en Hechos 15 subraya
la necesidad de pedir el consejo de los apóstoles sobre ciertas preguntas y también de
someterse a ellos. Aquí podemos aprender algo, que también la Federación de Iglesias
Pentecostales de Alemania ha íntegrado en su sistema de valores. La iglesia local debe
decidir sus asuntos autónomamente, pero en cuestiones importantes y teológicas no
debería actuar independientemente. El nivel trans regional, o bien nacional/internacional
del servicio apostólico debería tener la posibilidad y oportunidad de ayudar a la iglesia
local a ser más eficaz en la realización de su visión. “Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo” Efesios 4,11-12. La relación entre el nivel apostólico y la iglesia local, en el
Nuevo Testamento, se entiende más en el sentido de una relación que de una estructura
jerárquica. Pablo se vio a sí mismo como un padre espiritual de las iglesias que fundó y
nunca abusó de su obvia y legítima autoridad como apóstol de los paganos para obligar a
una iglesia local a tomar una decisión. “Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo,
no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del
evangelio”. 1ra Corintios 4,15.
Los versos siguientes nos enseñan que las iglesias deberían estar interconectadas a
través de buenas relaciones. Aunque puedan estar separadas geográficamente, a través
de una común relación al servicio apostólico, pueden beneficiarse en muchos aspectos,
por ejemplo mediante: visitas recíprocas, donativos, financiación de los apóstoles,
intercambio de experiencias o testimonios personales.
“Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús
que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que
ellas padecieron de los judíos” 1ra Tesalonicenses 2,14.
“... tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra
paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis...” 2da Tesalonicenses
1,4.
“He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros”. 2da Corintios 11,8.
“En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las
iglesias de Galacia”. 1ra Corintios 16,1.
“Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de
Macedonia”. 2da Corintios 8,1.
Iglesia siempre significa trabajo y sacrificio para las personas que asumen responsabilidad. Como la mayor parte del trabajo es voluntario, es muy importante estar
consciente del significado de este trabajo. El trabajo de la iglesia, sin importar lo arduo y
agotador que pueda ser, siempre tendrá más valor que cualquier otra cosa en la vida,
porque nunca es en vano. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes,
creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es
en vano”. 1ra Corintios 15,58. La siguiente historia debe ilustrarlo:
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Trabajo duro
y provechoso
Durante la guerra un hombre estaba muriendo en una trinchera. Un compañero se inclinó
hacia él y le preguntó: “¿Puedo hacer algo por ti?” “No, ha llegado el fin”, respondió.
“¿Quieres que le dé algún recado a alguien?” “Sí, puedes decir al hombre de esta
dirección: “Lo que me enseñaste cuando era niño, ahora me ayuda a morir”. ¿Quién era
este hombre? Era su maestro de la escuela dominical. Cuando el hombre recibió este
mensaje, dijo: “Mi Dios, hace años terminé con la escuela dominical porque pensaba que
no tenía sentido. Me parecía algo inútil”.
Todos los versos siguientes utilizan en griego la palabra “kopiao”, que significa “agotarse
– atormentarse/ trabajar duro”, pero en español se traduce solamente como “trabajo o
bien trabajar”. La Biblia no deja lugar a dudas que el trabajo en y para la iglesia es
agotador y de vez en cuando puede llevar al punto de desgaste.
“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo,
antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. 1ra
Corintios 15,10.
“Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros”. Romanos 16,6
“Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada
Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor”. Romanos 16,12
“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden
en el Señor, y os amonestan”. 1ra Tesalonisences 5,12
“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente
los que trabajan en predicar y enseñar”. 1ra Timoteo 5,17
Kopiao se utiliza también en el siguiente texto, que es muy conocido, y se traduce como
“trabajados”: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga”. Mateo 11,28-30.
Cabe señalar que la solución al problema del agotamiento, según Jesús, no es descansar o
distanciarse del trabajo, sino es aprender de ÉL, cómo trabajar correctamente. Con
certeza “mi yugo” aquí no significa una tumbona en la playa 
3. La iglesia es el cuerpo de Cristo
Dios usa en Su palabra de manera continua imágenes para hacernos las cosas lo más claro
posible. Si alguien dijera: “La imaginación mental tiene la capacidad de transferir la
posición local de las formaciones rocosas causadas por la corriente continental”, no
entenderíamos ni jota. Si se expresa este pensamiento así, todos vamos a entender: “La
fe puede mover montañas”.
La imagen del cuerpo de Cristo debe ayudarnos a entender, lo que Dios quiere perseguir
con y a través de su iglesia. Jesús es la cabeza de este cuerpo, el cual está formado por los
creyentes particulares. Creo que esta imagen vale tanto para la iglesia universal como
para la iglesia regional.
3.1 “y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” Génesis 2,24
En el marco de este tema ya hemos dicho, que la iglesia es una cuestión del corazón de
Dios. Surgió similar a Eva, que fue tomada y moldeada de la costilla de Adán. Pero para
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Jesús, la iglesia es más que una cuestión del corazón porque ha conectado
irrevocablemente su destino como cabeza de la iglesia con el de su cuerpo. Cada persona
tiene claro que un cuerpo no puede existir sin cabeza y viceversa. El corazón de un
cuerpo no late en la cabeza sino en el pecho. Ahora el corazón de Jesús late en su cuerpo.
Esto, indudablemente, se tiene que entender simbólicamente, pero también nos muestra
cómo Jesús se considera, a sí mismo, fuertemente conectado con su cuerpo.
Tal como Adán y Eva fueron una sola carne, así Jesús desea estar unido con su cuerpo.
Esto claramente se desprende de las palabras de Pablo en la Carta a los Efesios: “Por esto
dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola
carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia”.
Efesios 5, 31-32. Esta “unificación” nunca debe entenderse en el sentido de que los dos
se disuelven y forman una nueva unidad. Se refiere más bien a cómo dos personas que se
completan perfectamente, se unen para conseguir algo en conjunto, lo que solos no
hubieran podido hacer.
Este tipo de relación, como Jesús la quiere, se trata de una planificación de la vida
conjunta, la cual llega hasta la eternidad. La Cena Nupcial del Cordero, en la cual Jesús
se va a casar con su novia, es la última imagen que, respecto a la relación entre Jesús y su
iglesia, la Biblia nos ofrece - Apocalipsis 19,7-9. De igual manera, tal como fue el deseo
y la voluntad de Dios que Adán y Eva se juntaran para ser una sola carne, así también
debe ser entre Jesús y su cuerpo, la iglesia. Adán y Eva como pareja unida debían llenar y
subyugar la tierra, y reinar sobre la creación. A la iglesia le espera un futuro parecido
cuando vaya a reinar unida con Jesús para siempre – 2da Timoteo 2,12, Apocalipsis 5,
9-10; 11,15; 20,6; 22,1-5.
La cabeza y el cuerpo tienen un propósito común en la vida y en la eternidad. Ninguno de
los dos puede realizar ese propósito solo. Para nosotros como cristianos esto significa,
por un lado un gran honor, pues el Hijo de Dios ya no quiere vivir sin nosotros, y por
otro, una enorme responsabilidad. Ciertas cosas en la tierra solamente ocurrirán, si la
IGLESIA las lleva a cabo. Nuestra cabeza va a dirigirnos y a guiarnos, pero la ejecución
va a ser responsabilidad del cuerpo. Un cuerpo funciona óptimamente, si la correlación
entre cabeza y el resto del cuerpo va perfectamente. La cabeza o bien el cerebro envía
órdenes y el cuerpo las ejecuta.
Es el asunto de la iglesia predicar el evangelio a toda criatura– Marco 16,15 – discipular a
las naciones – Mateo 28,18-20 – incluso dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios
por medio de la vida y las actividades de la iglesia a los principados y potestades en los
lugares celestiales – Efesios 3, 10. Si la iglesia actúa de esta manera, en el nombre de
Jesús, no lo hace como un subordinado que ejecuta las órdenes de su jefe, sino como una
parte viva de un Cristo vivo. ¡Los cristianos no son empleados, sino participantes de la
empresa! Si hay algo que podemos sacar de esta imagen del cuerpo es cambiar la
mentalidad de ser empleado a la de ser participante. Por lo tanto, Jesús dijo en Juan
15,15: “¡Ya no os llamaré siervos, ... os he llamado amigos!” La Biblia llama a los
cristianos participantes del llamamiento celestial – Hebreos 3,1 – y participantes de la
gloria- 1ra Pedro 5,1, y participantes de la naturaleza divina – 2da Pedro 1,4. Romanos
8,17 nos llama herederos de Dios y coherederos con Cristo.
Alguien que pudiera heredar en el futuro una empresa, tendría una actitud diferente a la
de alguien que solamente pudiera trabajar ahí, porque se trataría de algo más que de hacer
un trabajo o realizar una tarea. Se trata de su futuro y de su propósito. Para los cristianos
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esto significa el preguntarse a sí mismo, si quieren conseguir algo para Jesús o algo con
Él. ¿Con qué visión podemos ejecutar una pequeña tarea? ¿Esculpo una piedra o trabajo
una catedral? ¿Trabajo para un reconocimiento terrenal o para una recompensa eterna?
(Véase también Mateo 6,1-5 + 16). Si hemos comprendido bien nuestra relación como
cuerpo de Cristo con la cabeza del cuerpo, Cristo, tendremos en cuenta la imagen
agrandada en todo lo que hagamos. Pues, según la imagen del cuerpo, hemos sido parte
de Cristo, así que la recompensa en la eternidad no solo será de la cabeza, sino también
nuestra.
3.2 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la
cuida, como también Cristo a la iglesia. Efesios 5,29
Si nos vemos en esta relación con Jesús, como hemos explicado, y nos involucramos
completamente, nuestro SEÑOR nos cuidará como un buen esposo cuida de su mujer. Él
hará todo lo posible para que no tengamos ninguna carencia, como un buen pastor lo
hace.
Pero, la primera promesa indirecta en este verso es que Jesús nunca nos aborrecerá.
Su amor por nosotros es seguro, aunque la iglesia, tal y como menciona Efesios 5,26-27,
todavía tiene mancha y arruga y necesita santificación. De la misma manera que un
hombre y una mujer han decidido ser el uno para el otro e idealmente comienzan a
amarse incondicionalmente, así Jesús ama a su iglesia, incondicionalmente. Esto significa
que Jesús no hace que su amor dependa de nuestro comportamiento, sino de nuestra
posición como cuerpo o bien como novia. Respecto a nuestra parte de la relación, debería
implicar que también amemos a Jesús de una manera incondicional, incluso cuando las
cosas, desde nuestra perspectiva, no salen como lo deseamos.
El conocimiento de Su amor debe animarnos, amar a Jesús siempre más y más y, confiar
en Él. Aun cuando fracasemos y fallemos, debemos saber, que Él nunca nos va a dejar y
siempre nos va a perdonar. En tiempos de desesperación o bien si nos da la impresión de
que las cosas se detienen, debemos confiar en que, en el fondo, Él está obrando.
La palabra “sustentar” implica “llevar a la madurez”, en esto está garantizado el
suministro necesario para todas las necesidades. Pablo utiliza esta palabra en Efesios 6,4:
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y
amonestación del Señor”. En primer lugar “criar” significa “calentar” e indica la
sensación de protección que el SEÑOR quiere darnos. ¡Él nos cuida! Pablo usa esta
palabra en Tesalonicenses 2,6-7: “aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.
Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios
hijos”.
Con todo este amor y cuidado que tiene el SEÑOR Jesús para nuestro cuerpo o, bien para
su novia, no debemos olvidar que se trata de una relación que va perdurando hasta la
eternidad, después de nuestra muerte o el fin de este mundo. Debemos o deberíamos tener
una perspectiva sana de la eternidad en nuestros corazones. “¿Dónde está, oh muerte, tu
aguijón?”
4. La belleza y la necesidad de ser complementados
Desgraciadamente en nuestra sociedad se valora más el individualismo. En nuestra vida
real esto, en principio, no funciona – pues cada persona necesita a alguien para poder
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vivir: tiendas, gasolineras, médicos, farmacéuticos, campesinos, panaderos, carniceros,
etc... etc...
Desde el principio, el hombre estaba destinado a vivir en comunidad. El hombre debe
vivir en comunión con Dios y con otras personas. La primera afirmación negativa de la
Biblia es: “No es bueno que el hombre esté solo”, Génesis 2, 18 y también en Eclesiastés
(4,9-12) podemos leer esta idea básica: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor
paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo!
que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También, si dos durmieren juntos,
se calentarán mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere
contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”.
La imagen del cuerpo, que Pablo explica detalladamente en 1ra Corintios 12,12-27, nos
enseña, que somos miembros individuales del conjunto y, respecto a esto, qué posiciones
fundamentales tendrían que marcar nuestra vida. Quiero destacar dos actitudes centrales
en este lugar:
Valentía & Humildad
Resalté en negrita la palabra humildad porque representa una gran fuerza y no una
debilidad. La palabra valentía la resalté utilizando un borde más fino porque la gente que
lo posee, a menudo, no se siente tan heroica. La vida, como miembro de una iglesia, se
trata simple y llanamente de que, por un lado sirvo a los otros y, por otro estoy para ser
servido. Los cristianos deben aprender a dar y a recibir, pues ambos son necesarios para
garantizar un óptimo funcionamiento del cuerpo. Como ya lo expliqué, una célula del
cuerpo no puede únicamente dar o recibir porque, o bien explotaría, o bien se moriría de
hambre.
Como parte activa de este cuerpo podemos hacernos tres preguntas:
1. ¿Quién soy y qué tengo en beneficio del otro?
2. ¿Qué necesito de los otros, qué me falta?
3. ¿Puedo aceptar el hecho de que solamente encontraré y realizaré mi verdadera
identidad, mis recursos y mi determinación formando parte de este conjunto?
En respuesta a la primera pregunta necesitamos valentía; en la segunda, humildad; y
en la tercera, necesitamos ambas cosas.
Valentía
Afortunadamente, como cristianos, no tenemos que ser algo que no somos o hacer algo
para lo cual no estamos capacitados. Lo único que tenemos que hacer es descubrir lo que
Dios ha puesto en nosotros y vivir esto en simple fe.
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Cada persona que nace y después renace en Jesús ha sido creada como un ejemplar único
de Dios. De la misma manera que tenemos una huella digital única en la tierra y en la
historia del mundo, también tenemos una “huella digital” espiritual. La combinación de
tu biografía y tus dones especiales surgen sólo una vez. TÚ ERES ÚNICO y a Dios le
pareces maravilloso. ¿Qué te parece?
La primera “prueba de valentía” como cristiano es, amarte como Dios te ama y
aceptar tu verdadero valor. Tu valor es más grande de lo que piensas, porque Dios te
valora tanto, que envió a Su Hijo Único por ti a la cruz. Si Dios te estimó tanto, aun
cuando eras pecador, ¿cuánto más te valora ahora que te convertiste en Su Hijo y en su
heredero? Necesitamos fe y valentía para podernos ver de una manera única y valiosa. Si
lo reconocemos, podremos ser una bendición para muchos.
Comienza con tu conversión. Las circunstancias que te llevaron a la fe, fueron únicas –
no significa necesariamente que fueron extraordinarias. Pero, únicamente tú debes o
puedes contar esta historia porque muestra, cómo Dios en su soberanía y poder, creó las
circunstancias de tu vida de manera que finalmente decidieras por Jesús. Tu historia es
muy valiosa porque es única y por eso puedes contarla valientemente. Única significa que
no eres parte de una competición. Estás fuera de competencia y el mundo necesita tu
historia.
Lo mismo vale para las experiencias de fe que has vivido – ¡son únicas! Tu camino con
Dios es único y esto no deberías menospreciarlo.
Al tener contacto o relación con otras personas, puedes darles algo que, de otra manera,
no podrían recibir de ninguna persona del mundo. Por lo tanto, deberías reconocer
valientemente en lo que te has convertido y lo que has recibido en Jesús. Si escondieras
algo que pudiera ayudar a una persona por vergüenza falsa o por miedo, no sería esto el
objetivo del Creador. Lo más grande que Jesús está haciendo en esta tierra lo consigue
por medio de los miembros de su cuerpo. Quien te toca, toca al cuerpo de Cristo y con
esto, a Cristo y, a todo lo que ya ha hecho en ti.
Presentarse valientemente y ser una bendición para la gente, que entra en contacto
contigo, no es orgullo, ni arrogancia, porque sabemos que solo por la gracia de Dios
somos lo que somos. 1ra Corintios 15,10.
Muchos de nosotros, regularmente, tenemos impulsos de hacer algo, pero no lo hacemos
porque en seguida surgen dudas, si son o no de Dios. Aquí debemos aprender a ser
especialmente valientes porque estos impulsos, normalmente, vienen del Espíritu Santo.
El cuerpo de Cristo necesita tu valentía y la mía para que pueda ser atendido
y pueda funcionar óptimamente.
Humildad
Al necesitar valentía para reconocer e integrar lo que ya somos y tenemos, nos hace falta
la humildad para aceptar ser complementados. ¡Esto es la prueba de humildad! Si
fuéramos en todos los aspectos perfectos, no tendría ningún sentido ser el único miembro
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del cuerpo. Un ojo perfecto pudiera ver dónde está el pan sobre la mesa, pero sin manos
que funcionen y sin boca, el pan no podría ser dirigido al cuerpo. Entre el ojo que ve algo
y la mano que agarra algo, hay conexiones de los nervios, músculos, tendones,
ligamentos y el esqueleto. Sólo la interacción de todo concede al cuerpo lo que necesita.
“Revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes”. 1er Pedro 5,5.
Los cristianos humildes son personas agradecidas. Dan gracias a Dios por su nueva vida
y están agradecidos por el cuerpo de Cristo. Nunca van a avergonzarse de su necesidad de
complementación porque saben que como parte del cuerpo el SEÑOR no les llamó para
manejar la vida, solos. Por lo tanto, pueden estar agradecidos por ser exactamente esta
parte del cuerpo que son. No tienen que estar estresados por ser como las otras partes del
cuerpo que son completamente distintas. “Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy
del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del
cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?” 1ra Corintios 12,15-16.
Además nunca van concluir algo por sí mismos, porque saben que tienen necesidad de
complementarse. Si cada miembro del cuerpo pensara, que los otros deberían ser y actuar
igual a ellos, el cuerpo tendría grandes dificultades. La mano puede esforzarse como
desee, pero nunca será un ojo. Pablo dice al respecto: “Si todo el cuerpo fuese ojo,
¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?” 1ra Corintios 12,17.
También debemos ser conscientes de la necesidad de humildad, cuando vemos, que hay
partes en el cuerpo que nos dan vergüenza. No se comportan como lo esperamos o hacen
cosas, que nosotros mismos reprobamos. Pero cuando son parte del cuerpo, también
pertenecen a Cristo y Él murió también por ellos. “Os ruego que andéis como es digno de
la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos
con paciencia los unos a los otros en amor“. Efesios 4,1-2. Si Jesús los soporta a ellos,
que no son perfectos, también nosotros debemos hacer lo mismo.
El cuerpo de Cristo necesita tu humildad y la mía para que pueda ser atendido
y pueda funcionar óptimamente.
Muchas veces dije que un cuerpo solamente puede andar en una dirección. Fuerzas
contrapuestas pueden conllevar, bien a un desgarre, o bien una inmovilización. Como
partes del cuerpo tenemos que decidirnos, si apoyamos esta dirección o no; para esto
necesitamos valentía y humildad. Si el cuerpo – la iglesia- debe cumplir su misión, yo
debería encontrar mi lugar como parte del conjunto, llenarlo con valentía y seguridad en
mí mismo y buscar el cumplimiento colaborando con el resto del cuerpo a través una
humilde cooperación.
Jesús estará muy contento si complementamos a otros y nos dejamos complementar por
ellos y, así su cuerpo daría a conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y
potestades en los lugares celestiales - Efesios 3,10. ¡Qué honor y responsabilidad Dios
confió a la iglesia!!!
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Comentarios, quejas ó preguntas bienvenidas!
Pastor Hans-Claus Ewen
Correo electrónico: [email protected]
página de internet: www.Hans-Ewen.de
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