La obsesión de centralizar el poder de la “sociedad preventiva” en pro de la seguridad 13.Jul.2016 La información clasificada, es decir, aquella información restringida por las leyes o regulada para ciertas personas es un tema que cada vez genera más polémica. No hay más que fijarse en el informe publicado hace pocos días por el Parlamento Francés, en el que se analizan los fallos que se cometieron y que hicieron posible que se ejecutaran los atentados de enero y noviembre del año pasado en Francia. “Algo 1 que me llama la atención es el paralelismo entre las conclusiones de la comisión francesa y las conclusiones a las que llegó la comisión norteamericana cuando ocurrieron los atentados del 11 de septiembre”. Respecto a los grandes atentados internacionales, tanto en el caso estadounidense como en el francés, se describe una situación “desordenada y caótica” de la que se deducen “fallos de coordinación porque no hay capacidad de atajar el riesgo antes de que se consumen los atentados”. Los ataques del 11-S provocaron que cada vez fueran más las voces que exigieron la concentración de un organismo unificado que, además, esté dotado de capacidades y poderes para “atajar el mal” antes de que se produzca. Es la tendencia hacia una “sociedad preventiva”: “esa obsesión por considerar que los instrumentos que hemos tenido hasta ahora ya no bastan y, por tanto, hay que incrementar las potestades de los servicios secretos de inteligencia”. La designación del “Zar” antiterrorista europeo, que a priori podría parecer una simple anécdota, revela esa inclinación a concentrar en un solo organismo todos los poderes. “El “zar” es una agencia que no sabemos muy bien lo que es porque no actúa según los principios que rigen la burocracia estatal y en la que existe una zona donde todo tiende a cubrirse con el manto del secreto: las fuentes, los métodos de trabajo, la organización interna”. Esa necesidad de centralizar el poder con el fin de salvaguardar la seguridad de un Estado coincide con una crisis de confianza por parte de la población. “Las revelaciones de Snowden de hace algunos años nos hacen ver que el tema de la prevención y la función de la inteligencia es algo que nos afecta a todos. Ésto genera un desorden que se percibe en ámbitos como la revelación de listas, la libertad de desplazamiento o las restricciones por razón de seguridad, etc.”. La consecuencia principal de todo esto es que la línea que separa “la burocracia de la inteligencia” y las pruebas testificales o documentales se ha hecho muy borrosa. “No sabemos muy bien qué separa un informe técnico de una prueba convencional”. Existen tres grandes ámbitos en los que está aglutinado el problema de la seguridad: en el rechazo de ingreso o exclusión por razones de seguridad, en cuestiones sobre seguridad nacional y “el tema de las listas, donde verdaderamente sí existe un consenso europeo”. Sobre esta última cuestión, la idea fundamental es que “nadie puede ser incluido en una lista sin darle la oportunidad de que conozca y rebata las pruebas que han determinado su inclusión en la lista”. Respecto a este criterio, el profesor ha querido llamar la atención sobre dos aportaciones del Tribunal de Justicia que han desembocado en una consecuencia: la decisión del Tribunal Inglés sobre SIAC (Special Immigration Appeal Commition), un tribunal que revisó la decisión del Secretario de Estado de Interior de denegar la entrada al país a un argelino tras volver de vacaciones alegando cuestiones de seguridad. “Siempre se opera con trazo jurídico bastante tosco en el que la excepción de la seguridad es muy amplia”. Cabe destacar que en el Reino Unido, desde el año 1987 se ha intentado hacer frente a este problema creando la figura de unos “letrados especiales” para acceder al material secreto y representar los intereses de los litigantes con la particularidad de que solo pueden comunicarse con éstos hasta el momento en el que el Ministerio del Interior concreta cuáles son los documentos secretos a los que no puede tener acceso el afectado. Aunque sea complicado, las decisiones sobre esta cuestión deben buscar un punto medio entre salvaguardar los intereses de la Seguridad Nacional y “asegurar que eso no se haga acosta de pisotear burdamente las garantías propias del Estado de Derecho”. Para conseguir este equilibrio, el Tribunal de Justicia estableció los siguientes requisitos. En primer lugar, se debe asegurar el control judicial sobre la invocación de las pruebas secretas. Por otro lado, “dándole al interesado la esencia de las razones que justifica el secreto para que se le permitan rebatir las pruebas”, es decir, informarle a la parte interesada de las razones esenciales y, finalmente, encontrar un cauce específico ante el tribunal. 2 Destacado: Miguel Revenga derecho servicios secretos 3