Tema 9. La Dictadura de Primo de Rivera

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Tema 9. La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1931)
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La quiebra de la monarquía parlamentaria.
El golpe de Estado de Primo de Rivera estuvo precedido por un proceso de
descomposición del sistema de la Restauración en el que destacan la fragmentación de los
partidos políticos dinásticos y la inestabilidad gubernamental, la petición de autonomía para
Cataluña, la agitación social, sobre todo en Barcelona, y el impacto del desastre de Annual,
en la guerra de Marruecos.
1.1 La desintegración del sistema político.- Después de la crisis de 1917 se intentó la
formación de diversos gobiernos de concentración nacional, con la presencia de los líderes
de todos los partidos, excepto la izquierda y los republicanos. Pero el entendimiento fue
imposible y estos gobiernos se disolvían al cabo de pocos meses: doce gabinetes se
sucedieron en este lustro; de ellos, tres fueron presididos por García Prieto y otros tres por
Maura. Esta crisis de los partidos de gobierno se acompaña de un incremento de las
demandas catalanistas y por el fortalecimiento de la oposición repubicano-socialista, pero
sin constituir aún una verdadera alternativa de gobierno.
1.2 La conflictividad social.- El incremento de la agitación social se debió a la confluencia de
una serie de circunstancias. En primer lugar, a la tensa situación creada durante la Primera
Guerra Mundial se añade, a partir de 1919, la crisis económica derivada por la fuerte
contracción del mercado europeo; la caída de los precios y el incremento del paro explican las
huelgas revolucionarias de 1919-1923. En segundo lugar, la combatividad obrera fue
estimulada a partir del verano de 1917 por las noticias recibidas de Rusia. En tercer lugar, las
organizaciones obreras siguieron desarrollándose hasta llegar a desempeñar un papel político
decisivo. La CNT pasó a tener más de 700.000 afiliados a fines de 1919, con una clara mayoría
de catalanes. También crecieron de manera notable el Partido Socialista (45.000 afiliados, en
1921) y la UGT (240.000). El triunfo de la Revolución rusa provocaría que un sector del PSOE
se separara del partido y creara el PCE, en 1921.
El número de huelgas pasó: de 284 en 1913 a 895 en 1919, y a 1060 en 1920. Los
epicentros de esta agitación social fueron, de una parte, Barcelona; de otra, el campo andaluz.
En Barcelona, algunas huelgas como la de la Canadiense marcaron un hito en la historia del
movimiento obrero español: terminó con la victoria de los huelguistas después de afectar
durante dos meses a los servicios del gas y la electricidad.
Gran significación tendrán los enfrentamientos armados entre grupos de pistoleros al
servicio de las asociaciones patronales, el llamado Sindicato Libre, y los grupos más jóvenes
y radicales de la CNT. Esta acción de los pistoleros se vio acompañada por la tristemente
famosa "ley de fugas". El resultado fue una espiral de violencia que provocó numerosos
muertos en todos los bandos: obreros, dirigentes sindicales, encargados de fábrica, agentes
del orden público, etc.
También fue intensa la agitación social en Andalucía durante los tres años comprendidos
entre 1918 y 1920, que pudieron ser denominados como el "trienio bolchevique". La agitación,
que afectó en especial a los jornaleros de Córdoba, Sevilla y Cádiz, se concretó en una serie
de huelgas generales, ocupaciones y reparto de tierras, quema de cosechas, ocupación de
ayuntamientos, etc.
1.3 El impacto del desastre de Annual.- Tras el desastre de Annual se desató una oleada
general de indignación frente a los culpables de la catástrofe, por negligencia, imprudencia o
corrupción. El ejército se dividió aún más en dos vertientes antagónicas, la de los africanistas y
la de los peninsulares, pero sobre todo se irritó en contra de los políticos profesionales.
La investigación sobre las responsabilidades del desastre en Annual, exigida por las
fuerzas de izquierda en el Congreso de los Diputados, se plasmó en el llamado Informe
Picasso, que implicaba al Gobierno, a altos militares y al mismo rey, quien al parecer alentó
la desastrosa acción del general Fernández Silvestre.
Los gobiernos se sucedían (Maura, Sánchez Guerra, García Prieto), incapaces de hacer
frente a la situación. En los cuartos de bandera, los generales, irritados en contra de los
políticos profesionales, no se recataban de hablar de un posible golpe de estado. En
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Barcelona, los pistoleros de la Patronal asesinaban al prestigioso líder sindicalista, Salvador
Seguí (10 de marzo de 1923); la ley del talión se cumplía el 17 de mayo en la persona del exgobernador civil de Vizcaya, y el 4 de junio en la del cardenal Juan Soldevilla. En el primer
semestre de 1923 se produjeron 53 muertos, 102 heridos, 11 bombas, 22 tiroteos callejeros,
etc.
1.4 El golpe de estado de Primo de Rivera.- En las circunstancias descritas, el general
Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, se decidió a dar el golpe de Estado. Y lo hizo
antes de que se celebrara la reunión de la Comisión de las Cortes en la que se iban a depurar
las responsabilidades sobre el desastre de Marruecos, con posibles referencias al propio rey.
En la noche del 12 al 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera llevó a cabo un
pronunciamiento en Barcelona, declaró el estado de guerra y suspendió la Constitución de
1876. El rey sancionó el golpe y nombró a Primo de Rivera presidente de un directorio
militar.
La Dictadura tuvo buena acogida entre los sectores de la España rural, controlada por
los caciques, y entre los terratenientes y los miembros de la burguesía industrial y financiera.
La oposición a la Dictadura surgió sobre todo entre las clases medias de las ciudades, los
estudiantes y los intelectuales, como Miguel de Unamuno, Vicente Blasco Ibáñez y, más
tarde, José Ortega y Gasset. Esta oposición, débil al principio, aumentó de forma progresiva,
ampliándose a las fuerzas republicanas y socialistas.
Primo de Rivera también tuvo que hacer frente a la oposición de los nacionalismos
periféricos gallego, vasco y catalán. El movimiento obrero se mantuvo inicialmente tranquilo
ante el advenimiento de la Dictadura; sin embargo, la CNT y los comunistas la veían como
una amenaza, dada su vinculación a los sectores más reaccionarios. El PSOE y la UGT
optaron por una actitud inicialmente expectante y después de colaboración con Primo de
Rivera que duró hasta 1928, año en que el PSOE pasó a la oposición.
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La Dictadura: desarrollo político e institucional
El régimen de Primo de Rivera duró siete años y el dictador presidió dos gobiernos: un
directorio militar (1923-1925), formado exclusivamente por generales, y un directorio civil
(1925-1930).
2.1 Directorio militar (1923-1925)
• El estado de excepción.- En el primer año se presentó la nueva organización política
como un estado de excepción temporal, con la perspectiva de una vuelta a la normalidad
constitucional. Primo de Rivera, designado como Presidente del Directorio Militar (…) con
facultades de Ministro único, gobernó mediante decretos-ley; destituyó a todos los
gobernadores civiles, sustituidos por gobernadores militares; declaró el estado de guerra y
suspendió las garantías constitucionales; suspendió el funcionamiento de los tribunales de
jurados; prohibió el uso de la lengua, la bandera, la enseñanza, y la prensa nacionalistas;
disolvió las Cortes, los ayuntamientos, las diputaciones provinciales y la Mancomunidad de
Cataluña.
• Los intentos de “regeneración política”.- La regeneración de la “vieja política” era uno de
los propósitos que habían llevado a Primo de Rivera a hacerse con el Poder, centrándose, obre
todo, en la persecución del caciquismo. Con este objetivo se promulgaron el Estatuto Municipal
y el Estatuto Provincial, dotados de un marcado sentido autonomista y descentralizador.
Asimismo, se creó un nuevo partido, la Unión Patriótica, en el que se integrarían gentes de
ideas sanas y hombres de buena fe, agrupados en algo que no sería ni de derechas ni de
izquierdas. Sin embargo, todas estas medidas o no fueron aplicadas o no produjeron los
resultados esperados.
• El fin de la guerra de Marruecos.- Abd-el-Krim se movía con tal impunidad que, en abril
de de 1925, decidió atacar la zona francesa. Esto acabó por convencer al gobierno francés de
la necesidad de buscar una cooperación con los españoles. El 28 de julio de 1925 se concierta
una acción conjunta: a los españoles les corresponde el desembarco en la bahía de
Alhucemas (8 de septiembre de 1925). El efecto de sorpresa es total y en los meses siguientes
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se descompone el ejército de Abd-el-Krim. A partir del otoño de 1925 el ejército español es
dueño del terreno y Abd-el-Krim se rinde a las fuerzas francesas, en mayo de 1926.
2.2 Directorio civil (1925-1929)
Primo de Rivera puede aprovechar el impacto del éxito en Marruecos para conservar el
poder y para tratar de configurar un nuevo régimen. Se restablece el Consejo de Ministros bajo
la presidencia de Primo de Rivera. En el verano de 1926 se anuncia la convocatoria de una
Asamblea Nacional Consultiva, que tendría un carácter deliberante y estaría compuesta de
miembros de ambos sexos; cada provincia enviaría tres representantes: de los municipios, de
la provincia y de la UP provincial; además se les unirán representantes de la cultura, la
producción, el trabajo…, designados por el gobierno. Los representantes de las izquierdas se
negaron a aceptar estos cargos.
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La Dictadura: política económica y social.
Primo de Rivera se benefició ampliamente de una situación de auge económico que
era común a todas las latitudes y que él mismo no había contribuido a crear: eran los felices
años veinte.
3.1 La política económica.
La política económica de la dictadura se caracteriza por una intervención del Estado en la
vida económica, así como por un conjunto de proyectos y de medidas destinados a fomentar la
actividad económica.
El Estado prestó ayuda financiera a distintas empresas, preferentemente a las
compañías de ferrocarril y navieras; hubo mejora en cuanto a la electrificación, la creación de
dobles vías y la renovación del parque móvil. Se concedieron monopolios como el de
importación, refinado, distribución y venta del petróleo a CAMPSA y el de Teléfonos a la
Compañía Telefónica Nacional de España, filial de la americana ITT. Se desarrollaron
proyectos hidráulicos, basados en estudios anteriores, a través de las Confederaciones
Hidrográficas, creadas con la intención de ampliar significativamente la superficie regada y
potenciar la fuerza hidroeléctrica (electrificación rural). Se mejoró y amplió la red de carreteras
por medio del Patronato del Circuito Nacional de Firmes. Y se construyeron unas 5.000
escuelas.
El efecto de la política económica llevada a cabo por Primo de Rivera sobre la
producción industrial fue bueno a corto plazo. Durante este período se pasó del índice 84 al
141 y los incrementos más significativos fueron en hulla, cemento, electricidad, industrias
químicas y siderometalúrgicas; en otros apartados industriales como, por ejemplo, la
industria textil el crecimiento fue menor. El sector más pudiente de la sociedad española fue
el mayor beneficiario del desarrollo industrial. También en estos años se produce la
conversión de la banca española (sobre todo la madrileña, el Hispano y el Español de
Crédito) en una banca nacional, a la vez que se consolida la banca oficial como el Banco de
Crédito Local y el de Crédito Industrial así como las Cajas de Ahorro.
El aspecto negativo de la política económica de la dictadura fue el importante crecimiento
del gasto a cargo del presupuesto del Estado o de la deuda pública.
3.2 La política social.
La política social de la Dictadura se caracterizó también por un fuerte intervencionismo
en las relaciones laborales. En este sentido, se creó la Organización Corporativa Nacional,
que articulaba las relaciones laborales sobre la base de las profesiones y los comités
paritarios. Su misión era la reglamentación de los salarios y las condiciones de trabajo, así
como la mediación o el arbitraje en caso de conflictos laborales
Por otra parte, la Dictadura mantuvo una actitud tolerante (incluso recabó su
colaboración) con el PSOE y la UGT, potenció a los Sindicatos Libres y persiguió a la CNT y a
los comunistas. Esta doble política de represión y seducción redujo significativamente el
número de huelgas.
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El final de la Dictadura y de la Monarquía.
4.1 La caída de la dictadura.- Entre las causas que determinaron el final de la Dictadura se
pueden señalar las siguientes: el fracaso de la institucionalización del régimen, el resurgir de la
oposición política, las dificultades derivadas de la crisis económica y la reaparición de la
conflictividad social.
• El fracaso de la institucionalización del régimen.- La Unión Patriótica resultó un fracaso
a la hora de asegurar al régimen un triunfo electoral que le confiriera legitimidad. La Asamblea
Consultiva no consiguió integrar a los opositores al régimen dictatorial. Por su parte, el proyecto
de Constitución elaborado por una comisión de la Asamblea ni agradó a Primo de Rivera ni fue
tomado en cuenta por los órganos de la oposición.
• La oposición a la Dictadura.- Los políticos de los partidos del turno, al fracasar en su
intento de que Alfonso XIII destituyera al dictador, entraron en contacto con militares para lograr
sus objetivos. La colaboración entre políticos y militares se hizo manifiesta en junio de 1926, en
los sucesos de la noche de san Juan, (Sanjuanada). Aunque no pasó de ser un conato, sin
embargo fue la primera manifestación concreta de una protesta que reunía a importantes
sectores del país.
La oposición del ejército hacia Primo de Rivera se debe a ciertas reformas militares. Fue
partidario de los ascensos por méritos de guerra, que favorecían a los militares africanistas,
frente a los de la Península (junteros). La oposición más fuerte y cerrada a este sistema de
ascensos procedió del arma de artillería, actitud que llevó a Primo de Rivera a disolver el
cuerpo de artillería y a obligar a los artilleros a prometer fidelidad al gobierno para lograr su
reingreso.
Mientras tanto, los sectores del catalanismo radical, liderados por Francesc Maciá, llegan
a organizar una expedición armada desde Francia con el objetivo de proclamar la república
catalana. Por su parte, la oposición republicana creció durante estos años, convirtiéndose
desde 1927-1928 en inequívoca alternativa al régimen monárquico.
Otro sector de la sociedad española enfrentado al régimen dictatorial fue el mundo
intelectual y universitario. A comienzos de 1924 Miguel de Unamuno fue suspendido de empleo
y sueldo de su cátedra y desterrado a Fuerteventura; con posterioridad, el dictador destituyó a
la Junta del Ateneo de Madrid, cerró la revista España que dirigía Manuel Azaña, desterró a
algunos catedráticos, como Luis Jiménez de Asúa, que habían protestado por el destierro de
Unamuno, y se enfrentó con Valle-Inclán y Blasco Ibáñez. En la etapa final de la Dictadura la
protesta de los intelectuales alcanzó una mayor relevancia pública, al unirse con la de los
estudiantes. En 1928 se recrudecen los conflictos a causa de una disposición dictatorial que
favorecía a algunos centros universitarios privados. Los graves incidentes estudiantiles
provocaron el cierre de las universidades de Madrid y Barcelona, la sustitución de sus
rectorados y la pérdida de la matrícula por parte de los alumnos. La agresión dictatorial hizo
que la clase intelectual coincidiera en el objetivo de librar al país del régimen de Primo de
Rivera.
En 1927, los socialistas se negaron a enviar representantes a la Asamblea Consultiva. A
partir de 1928, en el congreso del partido venció la línea de abandonar la política
colaboracionista con la Dictadura. Por otra parte, la persecución contra la CNT fomentó su
radicalismo: en 1927 se funda la Federación Anarquista Ibérica (FAI), proclive a la estrategia
insurreccional en el seno del sindicalismo.
• Crisis económica y conflictividad social.- La prosperidad económica, sobre cuya
cresta se había alzado la Dictadura, comienza a resentirse también. Los capitales extranjeros
iniciaron entre 1928 y 1929 un éxodo galopante que produce la caída del cambio de la peseta y
dificultades financieras y presupuestarias, agravadas por el torrente de deuda pública puesta
en circulación por la Dictadura para llevar adelante sus programas de obras públicas.
A partir de 1927 reaparece el paro y la conflictividad social aumenta, a pesar de los
comités paritarios, con un incremento de las huelgas, seguidas de una fuerte represión.
• La crisis final.- A finales de enero de 1929 se produjo la intentona de Sánchez Guerra
para derrocar al régimen, en colaboración con varios regimientos militares (Ciudad Real,
Valencia). La conjura fracasó pero terminó por aniquilar la voluntad continuista del dictador.
Este acudió públicamente a recabar la confianza del ejército y la marina, a través de los
capitanes generales. La respuesta de los militares daba a entender que la confianza ya no
existía y Primo de Rivera presentó su dimisión al rey, el 28 de enero de 1930.
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4.2 La caída de la monarquía
• El “error Berenguer”.- Para salvar la monarquía del derrumbamiento de la Dictadura y
preparar una vuelta a la Constitución, Alfonso XIII designa al general Berenguer como
presidente del Consejo de Ministros. Se partía del supuesto de que se podía volver, sin más, a
la normalidad constitucional anterior al golpe de Estado de 1923, como si no hubiera pasado
nada (el error Berenguer, según Ortega y Gasset en un artículo publicado en el diario El Sol).
Pero el pueblo español había experimentado un cambio profundo: por primera vez los
españoles se interesaban por la política y a la vez se expresaban en contra del régimen
monárquico.
Por primera vez en mucho tiempo los republicanos vieron aumentar el número de sus
partidarios. Junto al republicanismo histórico, presidido por Alejandro Lerroux, surgió un
republicanismo nuevo procedente de la monarquía, representado por Niceto Alcalá Zamora y
Miguel Maura, o el de los sectores intelectuales que lideraba Manuel Azaña. La totalidad de los
intelectuales y una buena parte del Ejército fueron los nuevos sectores que apoyaron al
republicanismo. Los primeros acudieron a la llamada de una Agrupación al Servicio de la
República surgida tras un manifiesto de José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón
Pérez de Ayala. En cuanto al Ejército, los republicanos se vieron favorecidos por la existencia
de una protesta generalizada en algunos de sus estamentos.
• El Pacto de San Sebastián.- En agosto de 1930 se llegó al Pacto de San Sebastián:
conjunción de republicanos, socialistas y nacionalistas catalanes. De esta conspiración
antimonárquica nació el Comité revolucionario, presidido por Alcalá Zamora, que se planteó
como objetivos: derribar a la monarquía, proclamar la república, y elaborar un estatuto de
autonomía para Cataluña. Este comité se prolongó dentro del Ejército en un Comité militar
dirigido por el general Gonzalo Queipo de Llano, consuegro de Alcalá Zamora.
Un intento de precipitar los acontecimientos estará protagonizado por el capitán Fermín
Galán, que proclama la república en Jaca (12 de diciembre). Tras el fracaso de la rebelión, los
capitanes Galán y García Hernández fueron fusilados (14). El mismo día el gobierno detuvo al
Comité revolucionario. El segundo intento se dio el 15 de diciembre, al proclamarse la
república en el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid); sin embargo la sublevación no contó
con apoyo suficiente.
• La elecciones del 12 de abril.- El boicot de los partidos monárquicos al intento de
convocar elecciones generales, antes que las municipales, llevó a Berenguer a presentar su
dimisión, quien fue sustituido por el almirante Aznar. Este prometió la convocatoria de
elecciones municipales para el 12 de abril. La jornada electoral fue concebida, por republicanos
y monárquicos, como un plebiscito en favor o en contra de la monarquía. La voluntad
expresada por el cuerpo electoral no dejaba lugar a dudas en lo que se refería a las grandes
ciudades: 41 de las 50 capitales de provincia se habían inclinado por la república en
proporciones insospechadas. Desde la mañana del lunes 13, Romanones aconsejaba al rey
que abandonase el país. A última hora de la tarde, las multitudes vitoreando a la república
habían invadido las calles de Madrid, Barcelona, Valencia, Oviedo, Zaragoza y muchas otras.
Los servicios de Seguridad no estaban dispuestos a oponerse a la voluntad nacional.
El 14 de abril, Alcalá Zamora, el futuro presidente del Gobierno provisional, que ya
contaba con la adhesión del general Sanjurjo, director general de la Guardia Civil, exigió que el
rey abandonase Madrid antes de ponerse el sol. Así se convino y también que al día siguiente
se efectuase el traspaso de poderes. Pero los acontecimientos llevaban un ritmo más rápido; la
república estaba ya proclamada en gran parte de España y, en Barcelona, Francisco Maciá
proclamaba la república catalana como Estado integrante de la federación Ibérica. Mientras
tanto, las multitudes llenaban las calles de las principales ciudades.
A las cinco de la tarde empezaba en palacio la última reunión del Gobierno de Alfonso
XIII, quién rechazó el recurso desesperado a la violencia, sugerido por el ministro La Cierva
y el general Cavalcanti. El monarca abandonaba Madrid a las ocho y cuarto de la noche, con
dirección al exilio. A esa misma hora los miembros del Comité revolucionario entraban en el
Ministerio de la Gobernación y al reunirse allí se transformaban en Gobierno provisional de
la República.
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