REFLEXIONANDO SOBRE LOS FINES DE LA EDUCACION DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS.

Anuncio
REFLEXIONANDO SOBRE LOS FINES DE LA EDUCACION
DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS.
Del latín finis. Podemos definir un fin como algo que se pretende obtener o
conseguir en calidad de logro terminal, es decir, al fin de un proceso. Esa
búsqueda es la razón de la filosofía de la educación porque es una suerte de
justificación de un enorme esfuerzo social que realizan todos los países. Esos
fines serán siempre subjetivos y valóricos, como advirtió Kant cuando en su
Pedagogía (1803) señaló que la buena educación es exactamente aquello de
donde brota todo el bien del mundo. Nótese su expresión: todo el bien del mundo.
Por esa razón, deberíamos saber exactamente y con absoluta claridad qué es lo
que se pretende de nuestra educación. También abogo porque la determinación
de los fines debe ser un acto consensuado, totalmente democrático, porque
parafraseando un decir bien conocido, la educación es demasiado importante para
dejarla
en
manos
de
la
burocracia
educacional
o
de
los
políticos.
Krisnamurthi, ha hecho una bella reflexión sobre estos fines cuando declara:
No sé si alguna vez nos hemos preguntado qué significa la educación. Por qué
vamos a la escuela, por qué aprendemos múltiples materias, por qué aprobamos
exámenes y competimos unos con otros por lograr mejores calificaciones. ¿Qué
sentido tiene toda esta llamada educación y qué es lo que implica? Es
verdaderamente una pregunta muy importante, no sólo para los estudiantes sino
también para los padres, para los maestros y para todos aquellos que aman esta
tierra. ¿Por qué pasamos por el esfuerzo de recibir educación? ¿Es meramente
con el fin de aprobar algunos exámenes y obtener un empleo? ¿O la educación
tiene como función la de prepararnos, mientras somos jóvenes, para comprender
el proceso total de la vida? Es necesario tener un trabajo y ganarse la propia
subsistencia, ¿pero eso es todo? ¿Se nos educa solamente para eso? Por cierto
que la vida no es tan sólo un empleo, una ocupación; la vida es algo
extraordinariamente amplio y profundo, es un gran misterio, un reino inmenso en
el que funcionamos como seres humanos. Si nos preparamos tan sólo para
ganarnos la subsistencia, perderemos todo el sentido de la vida; y comprender la
vida es mucho más importante que prepararnos meramente para los exámenes y
volvernos
muy
diestros
en
matemática,
física
o
lo
que
fuere.
Por consiguiente, tanto si somos maestros como estudiantes, ¿no es fundamental
que nos preguntemos por qué educamos o se nos educa? ¿Y qué significado tiene
la vida? ¿No es la vida algo extraordinario? Los pájaros, las flores, los árboles
vigorosos, los cielos, las estrellas, los ríos y los peces que contienen... todo esto
es la vida. La vida es el pobre y el rico; es la constante batalla entre grupos, razas
y naciones; la vida es meditación; la vida es lo que llamamos religión, y es también
las sutiles, ocultas cosas de la mente -las envidias, las ambiciones, las pasiones,
los temores, los logros y las ansiedades. Todo esto y mucho más es la vida. Pero
nosotros generalmente nos preparamos para entender un pequeño rincón de ella.
Aprobamos algunos exámenes, encontramos un empleo, nos casamos, tenemos
hijos, y después nos volvemos más y más como maquinas. Seguimos temerosos,
ansiosos, asustados de la vida. ¿Es, pues, propósito de la educación ayudarnos a
comprender el proceso total de la vida, o sólo consiste en prepararnos para una
vocación, para el mejor empleo que podamos obtener? (ver Krihsnamurthi: 1992,
El propósito de la Educación).
Siempre, en todo sistema escolar, en todo gobierno, ha existido una preocupación
por los llamados fines de la educación, es decir, el para qué se enseña o para qué
se diseña un sistema escolar o bien qué es lo que se espera que consigan los
alumnos durante su paso por el sistema escolar. También es notorio que las
dictaduras se empeñan en manejar a su medida el sistema escolar. Los fines
constituyen valores universales y eternos, que trascienden a la generación en que
se dan, por lo mismo no se puede separar los fines propios del hombre de los de
la educación pues a la larga deben ser coincidentes. Como señalara Kant: «Ahora
bien, yo digo: el hombre, y en general todo ser racional existe como fin en sí, y no
simplemente como medio cuya voluntad puede ser usada por éste o por el otro a
su antojo; en todas sus acciones, tanto en las que conciernen a sí mismo como en
las que conciernen a otros seres racionales, debe siempre ser considerado al
mismo tiempo como fin.» (KANT: Fundamentos de la metafísica de las
costumbres)
Desde un punto de vista práctico, podemos considerar algunos puntos a tomar en
cuenta cuando hablamos de fines:

Lograr una persona autónoma moralmente, capaz de crear su propio
sistema de valores y ajustar su conducta a él

Lograr una persona que hace uso de su racionalidad y que mantiene una
actitud crítica frente a los fenómenos que le toca conocer

Lograr un buen ciudadano, que comparte y hace suyos los valores
nacionales, tanto históricos como de la sociedad presente;

Lograr una persona capaz de elaborar y administrar su proyecto de vida

Lograr una persona que sea útil a sí mismo y a la sociedad en que vive

Lograr una persona libre y con principios democráticos

Lograr una persona que domina los conocimientos necesarios para el
desempeño laboral, para la crianza de los hijos y para su auto desarrollo
personal

Lograr una persona sensible a la belleza, a la bondad, a la naturaleza y a
los valores artísticos de la cultura en que vive.
Bertrand Russell, quien escribió un libro en 1926 que aún se lee con provecho,
titulado sencillamente Sobre educación, planteó con claridad que ante los fines de
la educación existen dos líneas ideológicas; los que la quieren utilizar como un
medio para arraigar ideas definitivas y los que esperan que debe producir una total
independencia de pensamiento. Es evidente que Russell veía a la educación
oficial como una estructura rígida y sin encantamiento que preconiza el Estado.
Podríamos añadir, tan falta de libertad, tan aburrida y anticuada, como es el caso
de la enseñanza en nuestro país. Algunas veces los gobiernos determinan fines
tan amplios y alejados de la realidad educacional que es imposible medirlos o
incluso ponerlos en práctica, por lo cual los expertos deben siempre tomar en
cuenta la practicabilidad de los fines. Por ejemplo, se indica que uno de los fines
es permitir la equidad en la sociedad, en circunstancias que la educación es
solamente uno de los factores productores de igualdad y no el único ni quizás el
más importante, pues la distribución adecuada de la riqueza es más inmediata en
los resultados. Otros pensadores han sostenido que la educación es el remedio
para que los pueblos salgan de la pobreza, pero olvidan que la pobreza es un
término polisémico y que es ese fenómeno influyen innumerables factores, como
la salud, la vivienda, el trabajo, la riqueza relativa, etc.Talvez lo más importante en
determinar los fines de la educación es el consenso entre las autoridades del
Estado, los expertos y la comunidad nacional. En este contexto, las asociaciones
de padres pueden ser muy poderosas tanto políticamente como ideológicamente,
por lo cual es sano en una democracia integrar a esas asociaciones en la toma de
decisiones de la burocracia.
Publicado por Dr. Nelson Campos Villalobos
Descargar