Hace unos días leí con gran entusiasmo por mi parte que en el yacimiento de ámbar de San Just se habían encontrado más de 300 especies de insectos. Me alegré de la importantísima noticia y no pude reprimir que un sano orgullo recorriese todo mi cuerpo. No en vano yo era el descubridor del citado yacimiento que hace varios años comuniqué al paleontólogo don Enrique Peñalver, especialista en insectos y, gracias a esta denuncia del yacimiento, ha sido posible el hallazgo de este valioso patrimonio. Por otra parte no ha sido éste el único yacimiento que he tenido la suerte de descubrir, también puedo presumir con humildad de haber puesto en conocimiento de la comunidad científica otros yacimientos relevantes, singulares o peculiares como el de "La Rocha de la Noguera" en la Puebla de Valverde de vertebrados continentales del Villafranquiense; "La Cantalera" en Josa de dinosaurios del Cretácico Inferior; "La Casiones" en Villalba Baja con vertebrados del Mioceno... y un largo etc. que sería prolijo citar aquí. Mi contribución a la divulgación del patrimonio no acaba con el descubrimiento de yacimientos paleontológicos, sino que además he prestado ( sin devolución) muestras únicas para estudio a investigadores y científicos así como otras para la realización de tesis doctorales etc. También he llevado a cabo gratuitamente y sin fines de lucro un sin número de exposiciones con propósito educativo y divulgativo en semanas culturales de Institutos de Secundaria, Colegios de E. Primaria, CRAS, CRIETS, Asociaciones Culturales diversas en multitud de pueblos etc. etc. y, cual es mi sorpresa que, tras estas colaboraciones y apoyos desinteresados y altruistas no he tenido siquiera un reconocimiento en forma de agradecimiento en una publicación o la invitación a una excavación cuando mi ilusión es compartir con los demás cualquier descubrimiento interesante y estar siempre a disposición de la comunidad científica en aras a divulgar la riqueza cultural. ¿ Soy enemigo o aliado? ¿ Qué o quién impide la merecida gratitud? ¿ Por qué la racionalidad y el sentido común no prevalecen a la tentación de poseer un poder de control casi absoluto de querer monopolizarlo todo? ¿ Por qué boicotear y prohibir sistemáticamente? ¿ Por qué buscar y rebuscar la manera "legal" de denunciar, perseguir y casi poner a la altura de vulgares delincuentes a los aficionados? En el momento actual la ley no distingue entre acciones aisladas con incidencias mínima sobre un yacimiento con las de excavación y destrucción sistemática. Tampoco distingue si el yacimiento es de especial relevancia y valor científico por contener restos singulares o si se trata de ejemplares muy comunes y abundantes en las rocas sedimentarias; ni distingue entre palenontología y arqueología (no es lo mismo recoger un erizo, por ejemplo toxaster, abundantísimo en el Aptiense que excavar un yacimiento Celtibérico. Arduo problema. Mirémonos como ejemplo en el espejo de países como Francia, Reino Unido, Alemania o los Estados Unidos de América que tiene una política al respecto a años luz de la nuestra. Diré SÍ a proteger el patrimonio de los abusos y del expolio y también te diré SÍ a aquellos aficionados que realizan recolecciones de fósiles movidos por un lícito afán de conocimiento que no es conveniente cortar. Profesionales y aficionados pueden aprender mucho los unos de los otros y aportar sus trabajos e investigaciones a esta apasionante ciencia. Lograr un consenso que permita superar rivalidades enriquecería el trabajo de ambas parte. En definitiva, somos complementarios, estamos condenados a entendernos y juntos podemos ir un poco más allá de lo que el otro puede llegar. Datos personales MARCIAL MARCO SAURA