1. EJEMPLO DE TEXTO POÉTICO: SONETO DE GARCILASO DE

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1. EJEMPLO DE TEXTO POÉTICO: SONETO DE GARCILASO DE LA VEGA.
En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena 5
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado 10
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
1. LOCALIZACIÓN DEL TEXTO.
Se trata de un soneto (dos cuartetos y dos tercetos de versos endecasílabos) de Garcilaso de la Vega, poeta
perteneciente a la época del emperador, Carlos V. Garcilaso es todo un símbolo de los cambios que se registran en la
poesía de la época a partir de la influencia italianizante. De Italia procede la utilización del verso endecasílabo y la
estrofa del soneto, así como la representación del amor, sentimiento cuya representación en la lírica le convierte en el
tema más importante. También el mundo de la Naturaleza, procedente de la tradición humanística clásica, va a estar
presente en su poesía (Eglogas) como marco sobre el que los personajes proyecten sus sentimientos de acuerdo con la
estética neoplatónica. De entre la variada utilización de metros italianos que registra la poesía de Garcilaso (estancia,
octava, lira) el soneto va a ser el que más perdure en la literatura española. Este texto que aquí se presenta tiene
diversas variantes, de acuerdo con la edición utilizada, muy interesantes para un análisis filológico, aunque
prescindimos aquí del estudio y comentario de las mismas.
2. TEMA Y ESTRUCTURA DEL TEXTO.
El tema es el carpe diem, tema horaciano equivalente a "aprovecha el día". Es una invitación a disfrutar de la juventud
antes que llegue la vejez, única certeza que no falla en la Naturaleza. En los versos 9-11 está recogido de forma
explícita el tema. Pero la organización del mismo se va articulando a partir de una descripción inicial que afecta a:
1. El rostro o mejillas ( "rosa y de azucena/ se muestra la color en vuestro gesto")
2. Los ojos ("y que vuestro mirar ardiente, honesto,/con clara luz la tempestad serena")
Tras esta primera parte o descripción de la cabeza, con un orden perfecto, de lo general a lo particular, coincidente con
el primer cuarteto, se fija, en el segundo cuarteto, en la descripción del cabello y del cuello, destacando ahora, además
del color, el movimiento del cabello ("con vuelo presto"; "el viento mueve, esparce y desordena"):
3. El cabello ("y en tanto que el cabello, que en la vena / del oro se escogió")
4. El cuello ("por el hermoso cuello blanco, enhiesto").
El primer terceto corresponde al "carpe diem" casi literalmente: "coged de vuestra alegre primavera/ el dulce fruto
antes que el tiempo airado/ cubra de nieve la hermosa cumbre".
Por último, en el segundo terceto, se afirma de manera concluyente la certeza ("por no hacer mudanza en su
costumbre") de un futuro negativo ("marchitará... helado") que se presenta ante nuestros ojos adelantando la realidad
del porvenir seguro para toda belleza viva.
La estructura muestra el violento choque de la belleza inicial que nos presenta en todo su esplendor, en contraposición
con la muerte, futuro seguro de todo. De esa manera, el tema ("aprovecha el día") queda intensificado al presentarnos
la evolución real del tiempo, desde el momento presente (pasajero) al futuro cierto de la muerte (eterno).
3. ESTILO LITERARIO DEL TEXTO.
Al ser un poema breve, todos los recursos están intensificados para producir el efecto perseguido. Fónicamente, con la
rima (consonante o total), se destacan los términos que se repiten, de manera que sus significados quedan destacados.
Igualmente, el ritmo que marcan los acentos de cada verso ayudan a destacar aquellos significados sobre los que recae
el acento ("tánto, rósa, azucéna").
Morfológicamente, se puede observar el predominio de los adjetivos, propio del estilo nominal descriptivo.
Semánticamente, el color se destaca por encima de las demás sensaciones. Sin embargo, el poeta no se limita a utilizar
adjetivos para definir los colores sino que acude a elementos metafóricos, procedentes del mundo de la Naturaleza (en
donde se dan los colores en su sentido original), para ponderarlos. Así, el blanco y sonrosado de las mejillas de la
dama, queda intensificado por la expresión sustantivada "de rosa y azucena", que destaca el concepto de los
sustantivos y no una mera cualidad como indicarían los adjetivos solos. El blanco es el color más reiterado para
describir la perfección de la piel femenina, y los ojos transmiten, de acuerdo con la estética del neoplatonismo, la
belleza de su alma. El mirar "ardiente" y "honesto" pone de manifiesto la profundidad del sentimiento de la dama y su
honestidad, traducida en la mirada. Asimismo, el cabello rubio, escogido de la vena del oro, es decir, de la propia
esencia de donde surge el color dorado en la Naturaleza, responde al ideal femenino del Renacimiento (pintado por
Botticelli).
Junto a la belleza, de la que la mujer es proyección de la Naturaleza, el poema destaca el dinamismo reflejado en el
movimiento del cabello, con la secuencia gradativa de los verbos de acción "mueve, esparce y desordena". Gracias a
este movimiento provocado por el viento, el poema nos comunica la imagen viva de la mujer, recogida en un
momento de total plenitud. Los verbos en presente y en yuxtaposición acentúan el dinamismo, más intenso aún por la
gradación ascendente del significado de los verbos. Precisamente, cuando el poema parece que ha llegado a su clímax
(de belleza y dinamismo, símbolos de vida), el imperativo que inicia el verso 9 parece un corte que, a modo de
advertencia, motivada por el ejemplo de la propia Naturaleza, muestra la oposición entre "el dulce fruto" y "la nieve",
paralelo a la juventud y las canas ("de nieve la hermosa cumbre") humanas.
Las formas en futuro del último terceto, más los significados negativos de esos verbos ("marchitará", "mudará") que
transmiten una idea de paso del tiempo, ofrecen un panorama desolador de la acción destructora ("viento helado") en
contraste con la belleza viva simbolizada en la rosa. El adjetivo "helado" (con connotaciones de muerte, o del ocaso de
la Naturaleza) contrasta fuertemente con la vitalidad de la rosa (nace en primavera). El último verso, que cierra el
soneto, significa la aceptación sin drama del paso del tiempo sobre la Naturaleza y los seres, de manera que las
expresiones temporales con que se habían iniciado los dos cuartetos ("En tanto que" "y en tanto que"), no son más que
un aliciente para disfrutar del tiempo de plenitud. El carácter durativo de las locuciones y su repetición acentúan el
valor temporal del presente, pleno de vida (belleza y movimiento), y ese momento es el que se destaca en el poema.
Lo demás resulta una lección conocida y evidente ante la que no cabe oponer resistencia. La idea renacentista del
hedonismo se plasma perfectamente en el poema. También la visión de la Naturaleza y la idealización de la belleza
femenina obedecen a la filosofía neoplatónica del Renacimiento.
4. VALORACIÓN.
A diferencia del mundo social descrito en el texto anterior del Lazarillo, con la pobreza y miseria del niño y del ciego,
este soneto nos muestra un mundo natural lleno de perfección y de belleza pero extremadamente caduco. De ahí la
advertencia que se desprende de la fugacidad de la belleza y de la vida. El valor del tiempo ya se deja sentir en esta
composición pero no actúa como un sentimiento de desengaño (propio del barroco), sino como un aliciente para
destacar el valor del presente. Ese es el sentir renacentista. El hombre por su razón (es la época de los grandes
descubrimientos, del humanismo y de la razón) conoce la brevedad de la vida pero no la siente como tragedia. Como
sabe que el tiempo acaba con todo, el poeta exalta el valor de la vida y de la juventud. Encuentra el modelo de los
cambios humanos en la propia imagen de la Naturaleza. Sus colores y sus estaciones constituyen una lección para el
hombre, y Garcilaso construye, bajo la forma métrica del soneto, una ordenada arquitectura de una mujer y de su
correlato natural. Los elementos cromáticos y el movimiento insisten en destacar la importancia de la vida, lo mismo
en la Naturaleza que en la mujer. Todo lo que constituye la armonía humana está lleno de colores (blancos, rosas y
dorados) procedentes de la Naturaleza, pero al mismo tiempo procedente del espíritu. Materia y espíritu en equilibrio
constituyen la mayor belleza humana en el mundo renacentista.
2. EJEMPLO DE UN TEXTO DE PROSA: EL LAZARILLO DE TORMES.
Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino cuando comíamos, y yo, muy de presto, le asía y daba un par de besos callados
y tornábale a su lugar. Mas duróme poco, que en los tragos conocía la falta, y por reservar su vino a salvo, nunca
después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo
con una paja larga de centeno, que para aquel menester tenía hecha, la cual metiéndola en la boca del jarro, chupando
el vino lo dejaba a buenas noches. Mas como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende en adelante
mudó propósito, y asentaba su jarro entre las piernas, y atapábale con la mano, y ansí bebía seguro.
Yo, como estaba hecho al vino, moría por él; y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía,
acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sotil, y delicadamente con una muy delgada tortilla de
cera taparlo, y al tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la
pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor della luego derretida la cera (por ser muy poca), comenzaba la fuentecilla a
destilarme en la boca, la cual yo de tal manera ponía, que maldita la gota se perdía. Cuando el pobreto iba a beber, no
hallaba nada. Espantábase, maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser.
-No diréis, tío, que os lo bebo yo -decía-, pues no le quitáis de la mano.
Tantas vueltas y tientos dio al jarro, que halló la fuente, y cayó en la burla; mas así lo disimuló como si no lo hubiera
sentido. Y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando el daño que me estaba aparejado
ni que el mal ciego me sentía, sentéme como solía. Estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el
cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió el desesperado ciego que ahora tenía tiempo
de tomar de mí venganza, y con toda su fuerza, alzando sobre mi boca, ayudándose, como digo, con todo su poder, de
manera que el pobre Lázaro, que de nada de esto se guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso,
verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me había caído encima.
1. LOCALIZACIÓN DEL TEXTO.
El texto pertenece a la obra anónima, La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades. Se trata de una
pieza anónima, publicada en 1554 (en tres ediciones distintas) y que cuatro años después estaba incluida en el Indice
de libros prohibidos. Hay pocas referencias históricas concretas en la obra para saber la fecha de composición. Tan
sólo una alusión a la campaña de los Gelves (que se llevó a cabo en 1510), otra, al rey de Francia (que la crítica ha
identificado con Francisco I) y una referencia concreta al "victorioso emperador" (Carlos V), permiten acercar el texto
a la época de Carlos V, aunque la datación concreta ha sido muy discutida, como puede verse en la Introducción del
profesor Blecua a la edición (aconsejada) del Lazarillo.
Aunque para entender el texto no es necesario saber la fecha de su composición sí sería muy interesante conocer esa
fecha para ver la relación entre la sociedad y la literatura.
El texto se localiza en el tratado primero en que "cuenta Lázaro su vida y cúyo hijo fue". Después de contar (al lector
incluido en la fórmula "Vuestra Merced") quiénes eran sus padres y cómo pasó a ser criado de un ciego, el primero de
sus amos, y de las burlas que le hacía. Una de esas burlas corresponde al texto propuesto.
2. TEMA Y ESTRUCTURA DEL TEXTO.
Es una narración en primera persona (autobiográfica) en donde el protagonista cuenta la aventura que tuvo con su amo
ciego, a propósito de un jarro de vino. El tema aparece claramente organizado en diferentes apartados, muy bien
señalizados para expresar la progresión de la historia y el doloroso desenlace. En principio, el yo narrador (un niño,
según sabemos por la obra) nos advierte de su gusto por el vino, que compartía con el ciego. A continuación, describe
la codicia del ciego y la dificultad que él tenía para tomar algún sorbo a escondidas, por lo que tuvo que inventar la
primera treta, consistente en utilizar una "paja de centeno" para "chupar el vino" sin que lo notase el ciego. La astucia
del amo queda bien expuesta en su actitud callada, pero práctica de tapar el jarro ("atapábale con la mano")
imposibilitándole introducir la paja.
El segundo párrafo se inicia con la confesión (otra vez) de su amor al vino y de la necesidad que tenía de él. Esta
tendencia justifica que busque nuevos caminos imaginativos para acceder al jarro. Consigue inventar otro
procedimiento: hacer un agujero en el suelo del jarro y taparlo con cera, de modo que en la comida, simulando tener
frío, se acercaba al viejo y al calor de la lumbre, podía beber cuanto quisiere porque la cera se derretía. Una escueta
expresión dialogada, que funciona de manera retórica para hacer hincapié en su inocencia, da fin a esta segunda parte
y prepara la tercera.
En el tercer párrafo, el narrador nos cuenta el proceso reflexivo del ciego hasta dar con el engaño; su silencio, de
nuevo, como en la burla de la paja, y su venganza posterior, ya mucho más dañina. El narrador se detiene
especialmente al describirnos su situación física y moral en el momento de recibir su castigo. Estaba totalmente
confiado y feliz, como si estuviese mamando en el regazo de una madre ("mi cara puesta hacia el cielo, un poco
cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor"), ajeno por completo a las intenciones del ciego. En esa situación,
bien estudiada por el ciego para consumar su venganza, el viejo levanta el jarro todo lo que puede y lo deja caer con
toda su fuerza sobre la boca del niño.
El texto finaliza con el dolor que recoge la expresión "me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me había
caído encima". Para llegar a esta conclusión, el autor ha ido preparando la organización del tema gradualmente de
manera que el final resulta dramático, porque lo que parecía una simple travesura infantil recibe un castigo
desmesurado. La dureza y crueldad de este ciego se manifiesta también en la frialdad con la que prepara su venganza.
3. ESTILO LITERARIO DEL TEXTO.
Puesto que se trata de una narración, los verbos, en su mayoría, están en pretérito imperfecto de indicativo,
alternándose con el perfecto simple. El autor nos conecta de manera imperceptible el pasado cercano con la realidad
del tiempo del relato. La persona gramatical desde la que se narra, es la primera, y repetidas veces aparece expreso el
pronombre: "y yo, muy de presto", "como yo con una paja larga", "Yo, como estaba hecho al vino", "yo de tal manera
ponía", "os lo bebo yo", "teniendo yo rezumando". El relato es, por tanto, autobiográfico (lo cual no quiere decir que
sea una historia real sino una forma estilística para hacerla más evidente) y está contado desde la óptica del niño.
Desde esa perspectiva infantil se entiende el lenguaje afectivo que registran los términos "jarrillo", "fuentecilla",
"pobrecilla lumbre", "pobreto" y la expresión "le daba un par de besos callados".
Aunque se trata de un texto narrativo destaca su sentido plástico. Las descripciones resultan de una gran viveza y están
conseguidas no tanto por la abundancia de adjetivos o de oraciones de relativo cuanto por los verbos y las expresiones
utilizados. Predominan las fórmulas metafóricas afectivas, y así el jarro está presentado como algo muy valioso y por
ello tratado con mucho mimo: "le daba un par de besos callados" (unos sorbitos pequeños); "Yo, como estaba hecho al
vino, moría por él"; "nunca después desamparaba el jarro"; "la boca del jarro","comenzaba la fuentecilla a destilarme".
El dinamismo de las escenas está resaltado gracias al estilo cinematográfico que nos transmite imágenes en constante
movimiento: "muy de presto le asía... y tornábale a su lugar"; "metiéndola en la boca del jarro, chupando el
vino","asentaba su jarro entre las piernas" "entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme". También con la
utilización de las oraciones yuxtapuestas, como "Espantábase, maldecíase, daba al diablo", el niño-narrador nos
transmite el proceso gradual de sorpresa y enfado del ciego contra sí mismo, por no ser capaz de entender (¡él, que era
tan astuto!) qué ocurría con el vino. Sin necesidad de insistir en el carácter del ciego, del que ya nos ha dicho que es
"traidor" y " astuto" (ponderado con el "tan"), las acciones que realiza, como "disimular", "tomar venganza" o
"ayudándose...de todo su poder", nos muestran un ser mezquino, capaz de callar y actuar deliberadamente contra las
travesuras de un niño.
Por el contrario, con la coordinación (polisíndeton) se detiene en otras acciones que son fundamentales para entender
el resultado final. Así, el proceso de reflexión del astuto ciego queda marcado con la reiteración de la conjunción "y"
entre los verbos que muestran sus acciones: "pienso que me sintió, y dende en adelante mudó propósito, y asentaba su
jarro.., y atapábale..., y ansí bebía seguro". Lo mismo ocurre cuando ha descubierto su segunda burla: "Tantas vueltas
y tinos dio al jarro... y cayó en la burla".
Las metáforas y comparaciones transmiten un gran poder de sugerencia. Por ejemplo, la comparación del imán con la
paja utilizada para extraer el vino ("mas no había piedra imán que así atrajese a sí como yo con una paja larga de
centeno") y las metáforas utilizadas para ensalzar todo lo referente al jarro y al vino, que aparecen idealizados, como
si de un "locus amoenus" plenamente renacentista se tratase ("fuentecilla a destilarme"; "sabroso licor"), van
mostrando el afecto irresistible del niño por el vino con lo que resulta mucho más duro el desenlace de este texto
propuesto. Incluso la elección semántica de "chupar el vino" para describir la acción de beberlo evidencia la
delectación que siente por él como si fuera el alimento materno. También la expresión "lo dejaba a buenas noches"
implica una continuidad del tono familiar utilizado y la imagen de oscuridad (del jarro vacío), paralela a la carencia de
vista del ciego y a la falta de conocimiento sobre la causa de lo que ocurre.
Otros recursos estilísticos, como los juegos anafóricos ("por el asa asido"; "el mal ciego me sentía, sentéme como
solía") y las antítesis ("descuidado y gozoso"; "dulce y amargo jarro") dan más relieve a las acciones y a los objetos,
que quedan así perfectamente marcados en la mente del lector.
Aunque el estilo aparentemente resulta muy natural y casi elemental, la realidad es bien distinta. Están utilizados
numerosos procedimientos estilísticos para dar esa idea de lenguaje elemental. Incluso la alusión a sí mismo, en
tercera persona, "de manera que el pobre Lázaro", resulta un recurso que intensifica la plasticidad de la acción en
cuanto que el narrador parece colocarse fuera de la acción que sufre y la transmite como si se refiriese a otro,
aumentando doblemente el dolor de las consecuencias. También la frase en estilo directo, dentro de todo el texto
narrativo nos acerca visualmente la escena y le da mayor viveza.
Si a todo los recursos señalados y a otros tantos que pueden destacarse, añadimos la reiteración de fonemas (o
aliteración), como el silbante, de valor casi onomatopéyico con el sonido del beso ("le asía y daba un par de besos
callados"), o el más duro del grupo "tr" en "entrábame entre las piernas del triste ciego", podemos concluir que se trata
de un texto muy elaborado con la intención de buscar la sencillez. El ambiente que se trasluce (un ciego con su
lazarillo que le engaña cuanto puede) procede del desarrollado en La Celestina por los personajes populares (criados y
la vieja).
4. VALORACIÓN.
El protagonista infantil y el ambiente social que revela este texto no tienen que ver para nada con otros géneros
narrativos de la época. A diferencia de los héroes clásicos, este personaje, Lazarillo, un pobre niño, solo, desligado de
todo ambiente familiar y trato afectivo, busca por todos los medios satisfacer su instinto natural de gusto por el vino y
muestra su ingenio para conseguirlo. Sin embargo, la respuesta que recibe del ciego resulta exageradamente negativa
para la acción del niño. El mundo que muestra el texto pertenece a la introducción total del pueblo en la literatura. La
descripción detallista y las referencias a elementos de la realidad cotidiana no significan que la obra sea una copia de
la realidad. Es una creación narrativa que utiliza esa técnica para satirizar determinados comportamientos sociales,
como el del ciego en este caso. La naturalidad del lenguaje, las expresiones familiares y populares, el tono afectivo, la
rapidez descriptiva y el movimiento constante del estilo directo al indirecto muestran una prosa de gran riqueza
expresiva, apta para comunicar los sentimientos más delicados o duros. Ideológicamente, el trasfondo que nos
transmite este cuadro es el de una sociedad difícil, muy apartada de la idealización renacentista. Pero esta visión, como
la pintura de la época, conforma el auténtico Renacimiento.
3. EJEMPLO DE UN TEXTO DRAMÁTICO: LA VIDA ES SUEÑO.
Descúbrese Segismundo con una cadena y la luz, vestido de pieles
SEGISMUNDO. Ay, mísero de mí, ¡Y ay, infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí 105
contra vosotros, naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido:
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor, 110
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos, 115
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron, 120
qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma 125
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma; 130
y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas 135
(gracias al docto pincel),
cuando atrevida y cruel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto; 140
y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas, 145
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío; 150
y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata, 155
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida; 160
y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho 165
pedazos del corazón.
Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan suave,
excepción tan principal, 170
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
1. LOCALIZACIÓN DEL TEXTO.
El texto pertenece a la segunda escena del primer acto o jornada de la comedia de Calderón, La vida es sueño, una de
las obras más importantes del autor, de su época y del teatro europeo. Calderón es el mayor representante del teatro
barroco, en lo que se refiere a los textos y a la evolución del espectáculo teatral. Además de una gran cantidad de
comedias y dramas, escribió las primeras óperas y zarzuelas y llegó a hacer del auto sacramental una pieza artística
completa en donde todas las artes reunidas se daban cita en su expresión.
El texto propuesto constituye un monólogo, el primero de los que aparecen en la obra, protagonizado por Segismundo,
el príncipe al que tiene encerrado en una torre su padre, el rey Basilio de Polonia, por miedo a que se cumpla el
pronóstico de los hados, que anunciaban sería un príncipe injusto para su pueblo.
La acotación inicial nos presenta la situación y el aspecto del príncipe, vestido como una fiera y encarcelado, a
oscuras, sólo acompañado de una luz. Si recordamos que hasta ahora, en la obra no se ha presentado el personaje, y
que en esa oscuridad se escuchan antes sus palabras que se aprecia su figura, se puede comprender la gran efectividad
teatral de este monólogo.
Hay que tener en cuenta que el escenario, de acuerdo con la acotación y la forma de expresar un monólogo, ha de estar
prácticamente a oscuras y sólo una luz tenue puede marcar la presencia del personaje en el escenario, de manera que
sus palabras lo llenan todo y requieren la atención completa del espectador. En realidad el monólogo expresa siempre
una comunicación interior y por ello manifiesta una mayor tensión emocional que cualquier diálogo exterior. Las
palabras de Segismundo son escuchadas por Rosaura y su criado Clarín que, perdidos por el bosque, se han tropezado
con el lugar en donde está encerrado el príncipe.
2. TEMA Y ESTRUCTURA DEL TEXTO.
El tema es la rebeldía de un ser humano (aquí representado por Segismundo) ante la injusticia y la falta de libertad,
sinónimo de falta de vida. Si el efectismo teatral es grande en esta presentación, el tema y su organización acentúan
extraordinariamente su contenido. Parte de un grito inicial, que actúa a modo de introducción, destacado entre
admiraciones e intensificado con la interjección de dolor "ay" repetida, y los adjetivos que insisten en su condición de
desgraciado: "mísero"e "infelice". La ausencia de verbos en esa queja inicial acentúa la esencia de la persona, que
distanciada del yo directo ("de mí") provocar una presentación más dramática todavía.
A continuación, en las décimas siguientes se articula el contenido en una progresión dramática que termina con una
queja final en la que se sintetiza todo un razonamiento pormenorizado y demostrativo de realidad de la injusticia. De
ese modo, el grito inicial de su queja queda totalmente apaciguado por los razonamientos utilizados.
En la primera estrofa, después de mostrar su rebeldía ante los cielos por no entender la causa del rigor con que se le
trata, llega a la conclusión de que el nacer es ya un gran delito, del que sufre la culpa.
La segunda décima propone un paso más en su análisis lógico en busca de la causa última de su injusticia, y pregunta,
en interrogación retórica, si no nacieron también los demás. La tercera se fija en las aves. No sólo nacen sino que lo
hacen en libertad y con alas, para volar libres. La pregunta retórica, de nuevo, al fin de la estrofa, preguntándose por
qué goza de más libertad un ave que un ser con alma, acentúa el dramatismo que se va señalando desde la
introducción, en cuanto deja sin respuesta lógica su drama.
En la cuarta establece la comparación con los animales de la tierra, para terminar de la misma forma dramática en
interrogación retórica. La quinta lleva la comparación al pez; la sexta al agua, elemento de la Naturaleza que ostenta
una plena libertad y disfruta de toda la belleza. Finalmente, al llegar a ese punto del razonamiento, en el que ha pasado
revista a los diferentes elementos (aire, tierra, agua) estalla su contención y se siente fuego (el único elemento que le
faltaba citar), lleno de pasión violenta por no entender la razón por la que le falta como hombre lo que todos tienen
como animales o seres inanimados. La última interrogación, en la que se incluyen las interrogaciones parciales que se
han ido sucediendo en las diferentes estrofas, manifiesta un dramatismo desenfrenado. Recoge, por una parte, la
gradación de los términos del análisis (ley, justicia, razón) y por otra, la realidad del agua, las aves, los brutos y los
peces para concluir con la demostración del grado total de injusticia en que vive.
Con esa organización dramática el tema cobra más intensidad, y, a los ojos del espectador crece la situación de
injusticia del protagonista.
3. ESTILO LITERARIO DEL TEXTO.
Lo primero que llama la atención de este estilo es la alternancia de la lógica con la pasión, expresada en las
exclamaciones y las interrogaciones retóricas cuya función es traducir la emoción interior del protagonista. Los
cambios de entonación que se dan en todas las estrofas implican ya, por sí solos, un cambio significativo en cuanto
que manifiestan la lucha interior entre la razón y la pasión de Segismundo.
Las palabras iniciales "Apurar, cielos" manifiestan el estado de enajenación del personaje. El vocativo a quien se
dirige, "cielos" es una forma común de interpelar, en último término a Dios, puesto que es la causa primera y el origen
de su estado. Con el verbo "apurar" expresa su deseo de alcanzar las razones ocultas que le han situado donde está. No
deja de ser un gesto de rebeldía contra Dios, aunque disimulado por la sinécdoque.
El término "libertad", formando parte del estribillo final de cada estrofa, y destacado en la posición privilegiada del
ritmo del verso, queda perfectamente destacado del resto. Es ese concepto el tema que se va grabando insistentemente
en la mente del espectador porque transmite la obsesión del personaje. Gracias a la entonación, a la sílaba alargada con
que termina por ser palabra aguda y al cierre del verso que necesita una pausa posterior, la palabra resulta fundamental
en el texto. A su lado, otros conceptos próximos a su significado, como delito, justicia, rigor, causa, castigo, ley, y
albedrío (que añade al concepto de libertad natural la voluntad del hombre) van marcando la importancia de la
situación injusta del protagonista.
Los verbos de entendimiento (apurar, entiendo, saber) muestran el aspecto racional de Segismundo y su mente
analítica, capaz de reflexionar y establecer un orden en su pensamiento para encontrar una causa lógica que explique
su situación. Apoyando ese razonamiento hay un predominio de oraciones causales o consecutivas que favorecen el
sentido de la lógica. Asimismo la exposición de ideas sigue un método inductivo, de lo general a lo particular, de
manera que las conclusiones a que llega no pueden ser refutadas. Esto favorece que sea aún más violento el choque
entre su inocencia (sólo ha hecho mal en nacer y ni siquiera es algo voluntario) y el castigo que está recibiendo.
Además de ese contraste entre inocencia real y castigo injusto, todo el texto manifiesta la oposición entre la vida,
equivalente a libertad y goce (belleza, luz) y la sombra (cárcel) en la que vive. Todos los elementos de la Naturaleza se
presentan privilegiados en su cromatismo y movimiento: el ave, con galas de belleza; el bruto, con piel de manchas
bellas dibujadas; el pez, con escamas, y el río, de plata, entre música y belleza. Sólo él carece de vida. La ausencia de
adjetivos referidos a sí mismo manifiesta el olvido con que el Deus pictor le ha marginado frente a todo lo existente.
Las imágenes y metáforas ponderan la existencia privilegiada de todo en la Naturaleza. El ave es "flor de pluma" o
"ramillete con alas"; es decir reúne la belleza de la flor y la libertad que conceden las alas. Además, su capacidad de
movimiento es tan grande que puede surcar los espacios cósmicos rápidamente ("las etéreas salas/ corta con
velocidad"). En cuanto al bruto, aunque no se concreta a qué animal se refiere (leopardo, tigre), sin embargo, parece
sugerir un arquetipo de animal salvaje, como el Minotauro ("monstruo de su laberinto"), coincidente con el signo
astral de Tauro. El autor trata de hacer una síntesis del animal cuadrúpedo, de belleza exterior, pero capaz de encubrir
la mayor fiereza.
El pez, aunque nace sin cualidades ("no respira" y es "aborto de ovas y lamas"), enseguida alcanza la belleza,
expresada con la imagen sugeridora del movimiento, "bajel de escamas". Las imágenes con que designa al arroyo,
"culebra" y "sierpe de plata" implican también el movimiento como cualidad más destacada. Asimismo, para describir
el arroyo formula todo un lenguaje poético de metáforas sugeridoras de diversas sensaciones, auditivas y visuales,
hasta culminar en la total belleza plástica que sintetiza el término de "majestad" para ponderar su libertad. En ese
contexto natural él, hombre, con más alma, más instinto, más potencial de vida y albedrío que el resto de los seres se
siente menos libre. La oposición adverbial "más-menos" va estableciendo a lo largo del texto un contraste
desmesurado que pone de relieve insistentemente la injusticia con que es tratado frente a los demás seres de la
Naturaleza.
Todo el texto reproduce la tensión barroca y el monólogo aumenta esta tensión interior del personaje en cuanto refleja
la soledad en que vive (el escenario es símbolo de la vida en ese momento) el hombre. El lenguaje, elaborado con los
recursos más expresivos, traduce pensamientos trascendentes, como la idea (tan grata a los pensadores del XIX) de
que "el delito mayor del hombre es haber nacido", y al mismo tiempo resalta la belleza de la Naturaleza y el goce de
los sentidos.
4. VALORACIÓN.
El texto responde perfectamente a la ideología y a la estética del autor. La forma del monólogo sirve para expresar la
cualidad dialógica del personaje y revelar su mundo interior conflictivo. Con esta forma se dirige a un interlocutor
imaginario (no el público aunque lo oiga, evidentemente) que es él mismo y a él le hace preguntas. Este recurso doble
de preguntas sin respuestas y de emisor-receptor da al texto un particular tono dramático en cuanto que los
espectadores podemos sentir que el personaje se dirige a la Naturaleza y a Dios mismo, metaforizado en los cielos. Sus
palabras revelan el drama fundamental del hombre barroco, resumido aquí en el valor de la libertad y en la
consideración de la superioridad del ser humano sobre todos los demás seres de la Naturaleza. Contrasta el lenguaje
apasionado, repleto de metáforas, de recursos retóricos, con el orden estructural y la organización perfectamente
ordenada del discurso. La acumulación de sensaciones, en especial de las correspondientes a la vista y el oído, nos
informan de la importancia de lo pictórico en el barroco y sobre todo en el autor. La representación de los cuatro
elementos como forma clásica de organizar el mundo está utilizada aquí como norma para la organización del texto.
Sin embargo, plantea los problemas fundamentales del hombre moderno (la educación, el poder de la razón, la
libertad, la rebeldía frente al destino) que emparentan a Calderón con Unamuno y otros autores del existencialismo
contemporáneo.
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