FACTORES ACELERADORES, MANTENEDORES Y

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FACTORES ACELERADORES, MANTENEDORES Y
SANCIONADORES DE LA INFLACIÓN*
Luiz Carlos Bresser Pereira y Yoshiaki Nakano**
El proceso inflacionario de este último cuarto del siglo xx sólo podrá
entenderse claramente si distinguimos tres mecanismos o factores que
actúan sobre los precios para mantener su crecimiento persistente; i) factores que producen el mantenimiento del nivel de la inflación; ii) factores que causan la aceleración (o la desaceleración) de la inflación, y
iii) factores que sancionan la elevación de los precios. La confusión y el
debate estéril sobre la inflación derivan en gran parte de la incapacidad
para distinguir estos tres factores. No se percibe que haya una diferencia muy grande entre saber por qué en una economía nacional cualquiera
se mantiene la inflación a una tasa determinada, y por qué dicha tasa
aumenta o disminuye. Por otro lado, no se distinguen las causas primarias
de la inflación de los factores que sancionan la tasa de inflación corriente.
En la primera sección de este trabajo examinaremos algunos supuestos relativos a la naturaleza del capitalismo contemporáneo y al comportamiento de los agentes económicos. En las tres secciones siguientes
analizaremos sucesivamente los factores aceleradores (aumento del margen de ganancia o de los salarios reales por encima de la productividad),
los factores mantenedores (la capacidad de los agentes económicos para
trasladar sus aumentos de costos a los precios) y los factores sancionadores del nivel de la inflación (en particular el aumento de la cantidad
nominal de dinero). En la medida en que es un factor sancionador de la
inflación, el aumento de la cantidad de dinero asume más un carácter
de consecuencia que de causa de la inflación. En la sección v daremos el
mismo tratamiento al déficit del sector público que funciona no sólo como
amortiguador de las tensiones económicas y políticas derivadas del conflicto distributivo sino también como un medio para garantizar el aumento
de la cantidad de moneda y la liquidez del sistema. En las secciones vi
y vil discutiremos algunas implicaciones de la teoría y de la política
económicas a partir de la teoría desarrollada aquí y de la discusión de
la curva de Phillips y de los modelos monetaristas y keynesianos de la
inflación.
• Versión al castellano de Eduardo L. Suárez.
** Fundación Getulio Vargas, Sao Paulo.
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774
El TRIMESTRE ECONÓMICO
I
Los economistas neoclásicos y monetaristas desarrollaron sus modelos de
ajuste macroeconómico a partir del supuesto de que las economías capitalistas funcionarían normalmente en condiciones próximas al pleno empleo, la capacidad plena y la estabilidad de los precios. Las pequeñas
desviaciones en relación con esos puntos de equilibrio, y particularmente
en relación con la inflación, serían corregidos así fácilmente por el
propio mercado o por una política económica de ajuste que eliminara
las distorsiones causantes de inflación: el déficit público o el aumento
de la cantidad de dinero. En su modelo Keynes abandonó los supuestos de pleno empleo y capacidad plena pero conservó el de la estabilidad
de los precios. En estos términos la inflación seguía siendo un fenómeno de exceso de demanda y de dinero, de modo que la política económica recomendada para estabilizar los precios no difería esencialmente
de la propuesta por los neoclásicos.
Sin embargo en los últimos años se ha hecho evidente que, a fin de
reflejar las realidades del capitalismo oligopólico y estatal de nuestros
días, los modelos económicos deberían dejar atrás a Keynes y abandonar
también el supuesto de la estabilidad de los precios. Tal es lo que haremos
en este artículo, en el que trataremos de desarrollar un modelo analítico
del proceso inflacionario que parte del supuesto general de que las economías capitalistas del último cuarto del siglo xx tienden a convivir con
el desempleo y la capacidad ociosa con tasas de inflación relativamente
elevadas. Este hecho no proviene sólo de las imperfecciones estructurales
del mercado, dominado por las grandes empresas, los grandes sindicatos
y el gran Estado tecnoburocrático sino también del hecho de que en 1970
o 1973 entramos en una fase de declinación económica típica de un ciclo
largo de Kondratieff. En consecuencia, se torna imprescindible un análisis macroeconómico radicalmente nuevo. Si Keynes partió de la crítica
de la Ley de Say, que garantiza automáticamente el pleno empleo, para
forjar su modelo, ahora es necesario partir de la crítica de Keynes, quien
conservó el supuesto de la estabilidad de los precios y sólo admitió la
inflación de la demanda. En realidad, ahora sólo es posible comprender
la inflación, que asumió un carácter relativamente autónomo en relación
con el mercado, si se parte del supuesto de que es un fenómeno estructural de las economías capitalistas contemporáneas.
Además de ese supuesto general otros dos supuestos sobre el comportamiento de los agentes económicos deberán orientar nuestro análisis. El
FACTORES ACELERADORES DE LA INFLACIÓN
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primero se refiere a la capacidad de los diversos agentes económicos para
mantener su participación relativa en el ingreso. En una economía moderna el supuesto simplificador más plausible es que los trabajadores,
los capitalistas empresarios y los capitalistas rentistas poseen instrumentos para defender y eventualmente aumentar su participación en el ingreso. Los trabajadores defenderán sus salarios y los tecnócratas sus sueldos generalmente en forma colectiva, aunque por sectores. Las empresas
privadas y las estatales tratarán de mantener sus tasas y sus márgenes
de ganancia aisladamente o en grupos oligopólicos. Y los rentistas tratarán de aumentar o conservar sus intereses y rentas. Este supuesto suele
aparecer en la bibliografía de la inflación por medio de la tesis de que es
la resultante de un conflicto distributivo.
El segundo supuesto es que todos los agentes económicos en conjunto
tienen como objetivo el mantenimiento de una tasa "razonable" de crecimiento para la economía. Esto significa que se resistirán fuertemente
a las políticas económicas recesivas. Los trabajadores y la clase media
asalariada, cuyo poder crece en las sociedades contemporáneas, siempre
se opondrán a las medidas recesivas. Por su parte los capitalistas, como
lo demostró Kalecki, tienden a aceptar ese tipo de política cuando se
acelera la inflación, para controlar la acción de los sindicatos. Sin embargo frente a la creciente eficiencia de las políticas recesivas de combate a la inflación, los propios capitalistas empiezan a retirarles su apoyo, y empiezan a exigir también tasas positivas y razonablemente estables
de crecimiento económico. La fundamentación de este fenómeno se aclarará más adelante.
A partir de estos tres supuestos, someramente analizados, podemos
construir un modelo del proceso inflacionario. Sin embargo debemos
aclarar que no es necesario que tales supuestos sean totalmente realistas
para que el modelo sea válido. El conflicto distributivo no siempre tiene
un resultado nulo, y el recurso a la recesión para ajustar las economías
capitalistas tiene todavía muchos adeptos en la propia clase capitalista.
No obstante no hay duda de que los agentes económicos, ya sean individuos, grupos de interés, clases o naciones, tienen un concepto mucho
más claro de sus intereses y una resistencia mucho mayor a los sacrificios
que pesan sobre ellos. Por otro lado, la insuficiencia de la demanda, si
bien generalizada y crónica, no es permanente, dadas las fluctuaciones
cíclicas.
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El TRIMESTRE ECONÓMICO
II
Examinaremos en primer término los factores aceleradores (o desaceleradores) de la inflación. Si partimos de una situación de estabilidad de
los precios, donde la tasa de inflación es igual a cero, sólo podría iniciarse la inflación si hubiera una variación en los precios relativos. Más
precisamente serán factores aceleradores de la inflación en una economía
cerrada: i) el aumento de los salarios medios reales por encima del aumento de la productividad y/o ii) un aumento de los márgenes de ganancia sobre la venta de las empresas. En una economía abierta al exterior deberán considerarse dos factores adicionales: iii) las devaluaciones
reales de la moneda y iv) el aumento del costo de los bienes importados.
Si incluimos el Estado en el modelo tendremos otro factor acelerador de
la inflación: v) el aumento de los impuestos.
En esta economía simplificada, en que el precio de la producción es
igual a los salarios más las ganancias, y el único costo es el salario sobre
el cual se calcula el margen de ganancia, la variación de los precios o
tasa de inflación, p, dependerá de la variación de la tasa de salarios, w,
deducido el aumento de la productividad, q, y/o de la variación del
margen de ganancia, m (ganancia sobre el costo directo).
p=zw— q -\- m
(1)
En este modelo vemos que la inflación implica siempre un conflicto distributivo. Su aceleración depende, en última instancia, del aumento de
los márgenes de ganancia de los capitalistas o de los salarios reales de los
trabajadores. Pero es claro que el conflicto distributivo puede ocurrir también dentro de las clases, sobre todo entre las empresas capitalistas, que
mantienen en ellas relaciones interindustriales.
El aumento de los márgenes de ganancia y/o de los salarios reales por
encima de la productividad podría ser provocado en forma alternativa o
simultánea por cuatro factores: i) el exceso generalizado de la demanda
agregada en relación con la oferta, en condiciones de pleno empleo y
agotamiento de la capacidad ociosa; ii) los estrangulamientos sectoriales
de la oferta; üi) los aumentos autónomos de los precios o los salarios
debidos al poder monopólico de las empresas o de los sindicatos, y iv) la
reducción de la productividad del trabajo.
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777
En el primer caso tendremos la clásica inflación keynesiana; en el
segundo la inflación estructural; en el tercero, la inflación administrativa, y en el cuarto, la inflación de costos. En el primer caso todos los
precios aumentan aproximadamente al mismo tiempo. En los demás el
aumento de los precios en un sector determinado se propaga al resto de
la economía en función del conflicto distributivo.
En este modelo simplificado los precios de las materias primas o de
los productos intermedios no aparecen explícitamente, a pesar de que
son fundamentales en el proceso de propagación de la inflación, porque
los precios son en último análisis la suma de las ganancias y los salarios.
Los salarios reales pueden aumentar a la misma tasa que la productividad
porque lo que interesa a la empresa en la determinación del precio de
los bienes no es el salario sino el costo del trabajo por unidad producida.
Si se mantiene el precio su margen de ganancia no disminuirá cuando el
aumento del salario real sea compensado por el aumento de la productividad.
Si deseamos abrir el modelo al exterior convendrá hacer explícitas
las variaciones de los precios de las materias primas importadas en moneda nacional, z, y la variación de la cantidad de materia prima importada por unidad de producto, x:
p={w-q) + (\-a){l + x)-\-^
(2)
La variación en el precio de las materias primas puede derivar de un
aumento de sus precios en divisas extranjeras y/o de una variación de
la tasa de cambio por encima del nivel de paridad. En el primer caso
tendremos la llamada inflación importada. La participación de los salarios en el costo total está dada por el costo de la materia prima importada, por 1 —a. Tanto el aumento del precio de las materias primas importadas como una devaluación real de la moneda nacional serán factores aceleradores de la inflación.
El margen de ganancia de las empresas debe cubrir no sólo la ganancia empresarial sino también por una parte los intereses y las rentas
de los rentistas y los impuestos y por la otra los costos fijos y la depreciación. En la medida en que tanto las empresas situadas en el sector
competitivo de la economía como las situadas en el sector oligopólico
tuvieran capacidad para mantener sus márgenes líquidos de ganancia,
cualquier aumento de los intereses, las rentas, los impuestos o los costos
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El TRIMESTRE ECONÓMICO
fijos (derivado de la disminución de las ventas) implicará el aumento
del margen de ganancia y será por lo tanto un factor acelerador de la
inflación. En la misma forma las medidas de la "inflación correctiva",
que tratan de corregir las distorsiones causadas en los precios relativos
por el control o por los subsidios, implican un aumento de los márgenes
y aceleran la inflación.
El aumento estrictamente autónomo (independiente del exceso de la
demanda sobre la oferta) del margen de ganancia sólo será posible en
la medida en que la empresa tenga un poder monopolice. Del mismo
modo, el aumento autónomo de los salarios sólo podrá ocurrir cuando
los trabajadores tengan un poder de negociación efectivo. Aun podrán
aumentar los salarios independientemente de la demanda cuando ocurra
una disminución ricardiana de la productividad del trabajo. En cualquiera de las hipótesis se acelerará la tasa de inflación.
A fin de mantener la tasa de ganancias (sobre el capital), las empresas del sector oligopólico tenderán a aumentar sus márgenes de ganancia en los periodos de recesión. Así se compensará la reducción de
las ventas por el aumento del margen, procurando mantenerse tanto el
volumen como la tasa de ganancia. Por otra parte ese factor acelerador
de la inflación tiende a ser compensado en la recesión por la disminución de los márgenes de ganancia en el sector competitivo de la economía.
III
Una vez iniciada la inflación por cualquiera de estos factores aceleradores, existen en las economías modernas mecanismos que tienden a
perpetuarla, o sea a mantener el nivel de la inflación relativamente estable, aunque dejen de actuar los factores aceleradores. Si un aumento
de los márgenes o un aumento del salario real por encima de la productividad elevaran el nivel de la inflación, ya no serían necesarios nuevos
aumentos para mantener ese nivel. La inflación se mantendrá en el nivel
establecido, independientemente de la presión de la demanda, y podrá
coexistir con elevados índices de desempleo. Tenemos así una situación
de estanflación que podría llamarse también de "inflación autónoma".
El factor conservador del nivel de la inflación es por excelencia el
conflicto distributivo, o sea el hecho de que las diversas empresas y los
sindicatos disponen de instrumentos económicos y políticos para la conservación de su participación relativa en el ingreso. Dado que en un nivel
de inflación determinado los precios de los diversos bienes y de la fuer-
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za de trabajo tienden a variar con desfasamientos entre sí y, en virtud
de que los precios de unos son los costos de los otros, los aumentos subsecuentes de los precios de los bienes y de los salarios tenderán a ocurrir
casi en forma automática. En esta forma cada empresa y cada trabajador
u grupo de trabajadores trasladará a sus precios el aumento de sus costos.
Este proceso tenderá a ocurrir también en el sector competitivo, pero
será más eficaz en el sector oligopólico de la economía, y tendrá plena
vigencia en el caso de que la economía esté generalizada y formalmente
indizada, como ocurre en el Brasil. En este caso el traslado de los aumentos de costos se define legalmente y se toma automático aun para los
precios no indizados. Cuando la inflación se vuelve crónica los diversos
agentes económicos tenderán a perfeccionar sus mecanismos de defensa,
produciéndose así una especie de mecanismo informal de indización. Los
precios se corrigen cada vez con mayor frecuencia a fin de reducir el
desfasamiento entre aumentos de costos y de precios. Por lo tanto no
sólo la indización formal sino también la indización informal se constituyen en un poderoso factor mantenedor del nivel de inflación.
Debemos aclarar que ese proceso generalizado de indización formal
e informal no acelera el nivel de la inflación pero lo mantiene en la
medida en que simplemente mantiene los márgenes de ganancia y los
salarios reales. Sólo habrá una aceleración o una desaceleración si la
corrección de los precios, de los salarios, de la tasa de cambio o de
la tasa de interés fuera mayor o menor que la tasa de inflación relativa al nivel vigente, o si aumentara o disminuyera la periodicidad de las
correcciones. Este fenómeno podrá ocurrir en función de un error acerca
de las expectativas de la inflación futura. Porque en el proceso inflacionario crónico debemos considerar que los agentes económicos, al elevar
sus precios, no tienen en cuenta sólo la elevación de sus costos corrientes
sino también las expectativas de la elevación. Sin embargo no deberá
exagerarse la importancia de las expectativas en este caso de mantenencia
del nivel de inflación. Las variaciones efectivas de los costos son siempre
el factor fundamental inclusive porque determinan las expectativas.
El nivel de la inflación se mantendrá en la medida en que todos los
agentes económicos estén relativamente satisfechos con su participación
en el ingreso. Sin embargo si una parte de esos agentes se siente en condiciones de aumentar sus márgenes o sus salarios de manera de aumentar
su participación en la división del producto, y si los demás agentes responden indizando sus precios habrá una tendencia hacia la continuidad del
proceso de aceleración de la inflación porque los primeros agentes bus-
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El TRIMESTRE ECONÓMICO
carán de inmediato un nuevo aumento de los márgenes o de los salarios
reales.
Cabe señalar no obstante que los agentes económicos que tomaron
originalmente la iniciativa de aumentar sus márgenes, tasas de interés
o salarios, tendrán de todos modos un aumento momentáneo en su ingreso real, aunque los demás agentes trasladen también sus aumentos de
costos. Esto es así porque ellos tendrán la ventaja de haber aumentado
primero sus precios, beneficiándose del desfasamiento del aumento de los
demás precios. La neutralidad de la inflación sería mayor si los agentes
que reaccionan a la elevación inicial aumentan sus precios un poco por
encima del aumento de sus costos para compensar el desfasamiento. En
este caso la inflación volvería a acelerarse.
La mantenencia del nivel de la inflación por medio de ese proceso de
aumentos desfasados de los precios (indización generalizada) implica
una neutralización relativa de la inflación desde el punto de vista de la
distribución. Es evidente que esto no ocurre jamás en forma plena, pero
convendrá tener presente el fenómeno en términos del modelo teórico.
Los factores mantenedores del nivel de inflación corresponden a lo
que Mario Henrique Simonsen denominó "el componente de realimentación" (1970, pp. 128-138), que a su vez se aproxima al concepto de
"factores propagadores de la inflación" utilizado por los economistas
estructuralistas latinoamericanos para explicar la propagación de las elevaciones sectoriales de los precios (Oswaldo Sunkel, 1958, p. 19).
La existencia de los factores mantenedores del nivel de la inflación,
que garantizan la estabilidad relativa de las participaciones de los diversos agentes económicos en el ingreso, implica una gran rigidez de la
inflación hacia abajo. Este hecho tendrá implicaciones importantes en el
campo de la política económica.
En una economía plenamente indizada un aumento autónomo de los
precios (y en consecuencia de los márgenes) implica una elevación de
la inflación exactamente igual a la del aumento original. Esta elevación
de la tasa de inflación ocurre por medio de un mecanismo multiplicador
que acaba de elevar todos los demás precios en la misma proporción.
Cuando ocurre el aumento original de los precios de determinado insumo, dada la indización los precios de los productos elaborados con tal
insumo aumentarán, en un primer momento, sólo en proporción a su
participación en el costo de tales productos. Pero estos aumentos secundarios provocarán efectos inflacionarios sobre otros bienes y sobre los
salarios. Estos aumentos terciarios se reflejarán no sólo en el aumento
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781
de precios de productos nuevos sino también en el nuevo aumento de los
bienes que sufrirán el aumento secundario de los precios. En la medida
en que los precios de los bienes de salario lleguen a ser afectados los
salarios aumentarán también en forma automática en función de la indizacíón. El efecto multiplicador del aumento inicial sólo se agotará cuando
todos los precios hayan subido en la misma proporción, de modo de mantener inalterada la estructura de los precios relativos y restablecer así el
equilibrio distributivo inicial (sólo perturbado por el desfasamiento temporal de los reajustes de precios). En adelante el sistema de indización
plena garantizará la conservación del nuevo nivel de inflación.^
Si los autores del aumento original de los precios no se conforman
ton la anulación de su ganancia distributiva harán un nuevo aumento que
desencadenará un nuevo proceso multiplicador y una nueva elevación del
nivel de la inflación.
Si la indización no fuera plena el multiplicador será menor, de modo
que los precios secundarios aumentarán menos que proporcionalmente
al aumento original. En consecuencia, no se restablecerá el equilibrio
distributivo inicial. Y luego de agotado el efecto multiplicador del aumento original y cuando se haya alcanzado un nuevo nivel de inflación,
si se mantiene la indización de manera parcial, o sea con aumentos secundarios de precios menores que los originales, el nivel de la inflación
entrará en declinación. En este caso, sin embargo, tendrá que abandonarse
el supuesto de que todos los agentes económicos logran mantener su participación en el ingreso.
Otra consecuencia importante de la indización generalizada en el campo de la política económica es que hace relativamente rígidos los precios, lo que dificulta el proceso de ajuste económico por la vía del mecanismo del mercado. En otras palabras el papel del mecanismo de los
precios en el proceso de reasignación de los recursos queda extremadamente rígido y estancado, lo que exige una intervención gubernamental
en el sentido de desindizar la economía y estructurar los precios relativos
en una forma administrativa.
IV
Ahora debemos examinar los factores sancionadores de la inflación. En
rigor existe sólo un gran factor de tal naturaleza: el aumento de la can^ Antonio Fazio (1981, p. 164) hace una demostración formal del multiplicador asociado
a la indización salarial.
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El TRIMESTRE ECONÓMICO
tidad de dinero. No hay ninguna duda acerca de la correlación entre el
aumento de los precios y el aumento de la cantidad de dinero.'' En una
economía monetaria la cantidad real de dinero, m, está determinada por
el volumen de las transacciones de la economía, o por su ingreso real,
Y dados ciertos factores institucionales tales como los hábitos de pago. La
velocidad del dinero puede variar a corto plazo, como lo señaló Keynes,
en función de la motivación de especulación, y a largo plazo en función
de las modificaciones de los factores institucionales. Sin embargo, como
supuesto simplificador (ya que no estamos analizando los desequilibrios
macroeconómicos sino sólo la inflación) podemos considerar constante
tal velocidad: m = ky, donde k es el inverso de la velocidad-ingreso del
dinero.
Sea M una cantidad nominal de moneda, p el índice de precios, Y el
ingreso real, y F la velocidad-ingreso del dinero. Definida ésta como
V = Yp/M, la ecuación del cambio se torna también una definición:
MV = Yp. Y si F es constante M será directamente proporcional a Yp.
Sin embargo debemos determinar la relación causal entre p y M.
El aumento del dinero sólo será un factor causante de la inflación
y por lo tanto, en nuestra terminología, un factor acelerador de inflación si ese aumento i) se convierte en demanda efectiva, y ii) si esa
demanda efectiva es superior a la oferta agregada al nivel de pleno empleo o de plena capacidad.
De acuerdo con el modelo keynesiano esa conversión de la expansión
del dinero en demanda efectiva ocurrirá por medio de la baja de la tasa de
interés que estimulará la inversión. Sin embargo, para que ese aumento
de la demanda agregada implique el aumento de los precios es esencial
que la economía se encuentre en la fase de la utilización plena de sus
recursos. Cuando se materialice esta hipótesis la presión de la demanda
conducirá al aumento de los márgenes de utilidad o de los salarios reales.
También podrá haber una aceleración de la inflación de carácter estructural en la medida en que sólo algimos sectores básicos de la economía
estén próximos a la capacidad plena. En ese caso, aunque no haya pleno
empleo, el aumento de la cantidad de dinero podrá ser un factor acelerador de la inflación.
2 Son poco concluyentes las comprobaciones empíricas de este hecho. Véase por ejemplo
el estudio econométrico realizado con 29 paises subdesarrollados, entre 1966 y 1975, por Snrjit
S. Bhala, quien concluyó que "el modelo monetarista de la inflación tuvo un desempeño muy
bueno dada la diversidad de los países estudiados" (1981, p. 84). La verdad es que "el modelo
monetarista" no es más que una reproducción de la ecuación de cambio. Las pruebas empíricas
basadas en esa ecuación presentan siempre y necesariamente resultados excelentes, pero no
demuestran nada puesto que no establecen una dirección de la relación causal.
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783
En las economías modernas, desde aproximadamente 1970-1973, raras veces se dan las condiciones de pleno empleo. Normalmente estas
economías se caracterizan por la existencia del desempleo y de capacidad
ociosa, sobre todo en vista de la tendencia de las grandes empresas oligopólicas y estatales a realizar inversiones con anticipación a la expansión
de la demanda. Sus altos márgenes de ganancia basados en precios administrados permiten ese tipo de comportamiento.
En estas condiciones el aumento de la oferta nominal de dinero no
puede considerarse generalmente como un factor acelerador de la inflación. En realidad tiende a ser un factor sancionador, porque, dada la
elevación constante de los precios, la cantidad real de moneda tiende a
disminuir, ya que m = M/p. Ahora, una disminución de la cantidad
real de dinero provocará una crisis de liquidez y luego una recesión. Si
aceptamos el supuesto de que los agentes económicos tienen como objetivo
mantener la tasa de crecimiento de la economía, no habrá más que aumentar la cantidad nominal de dinero y restablecer la cantidad real.
En este caso el aumento de la cantidad de dinero no puede considerarse como causa o factor acelerador de la inflación sino como un mero
factor sancionador de esa inflación. La expansión monetaria simplemente
acompaña la elevación de los precios, transformándose en una variable
endógena del sistema, y no en una variable exógena como pretende un
tipo de pensamiento lineal como el monetarista.
Aunque sea una variable endógena, es preciso admitir que el aumento
de la cantidad de dinero en la situación de desempleo generalizado propia de las economías contemporáneas puede tener im efecto inflacionario
si propicia el aumento de los márgenes o de los salarios en algunos sectores estratégicos donde haya estrangulamiento de la oferta.
En la desaceleración cíclica el Estado tiende a tratar de compensar
el desempleo y la reducción de la tasa de ganancia de las empresas a través de medidas de carácter fiscal, aumentando sus gastos. Ese aumento
puede ser generalizado o puede expresarse a través del establecimiento
de un complejo sistema de subsidios. En cualquier hipótesis implicará im
déficit público y un aumento de la cemtidad de dinero (ya que se financia con emisión de títulos públicos). En la medida en que ese aumento
de los gastos y de la cantidad de dinero permita que las empresas o los
grupos de trabajadores donde haya estrangulamiento de la oferta puedan
aumentar con mayor facilidad sus márgenes de ganancia y sus salarios
reales tendremos lo que podríamos llamar una inflación compensatoria.*
* Véase a este respecto Luiz Carlos Bresser Pereira (1981).
784
El TRIMESTRE ECONÓMICO
En estas circunstancias la oferta de dinero no pierde su carácter endógeno. En realidad el dinero es la expresión de una relación social, de
modo que no puede ser manipulado a voluntad por los elaboradores de la
política económica. La cantidad de dinero es función de la producción real
de la economía y del mecanismo de formación de sus precios. Por otro
lado el dinero funciona como una especie de aceite lubricante del sistema
económico. En estos términos, en la medida en que la inflación reduzca la
cantidad real de dinero una sociedad desarrollará mecanismos para restituir su cantidad. Esos mecanismos pueden ser los mecanismo regulares
de creación de dinero por medio del Banco Central y de los bancos comerciales, o bien los mecanismos más informales tales como la creación de
diversos tipos de cuasi dinero: cartas de crédito, títulos de gran liquidez,
etcétera.* En este caso la expansión de la cantidad de dinero no es una
causa sino un factor sancionador de la inflación en la medida en que es
su resultado y al mismo tiempo garantiza su continuación. Es indiscutible
la correlación entre el aumento de la cantidad de dinero y la tasa de inflación, pero la dirección de la relación causal es inversa a la que pretenden los monetaristas.
En este tipo de análisis que estamos realizando está explícito el supuesto de la existencia de una correlación estrecha entre la cantidad de
dinero y el nivel de los precios, o más precisamente el ingreso nominal.
Sin embargo, como lo demostró Keynes, la velocidad-ingreso del dinero
puede variar a corto plazo en función de una tendencia mayor o menor
al atesoramiento o en función de la curva de preferencia por la liquidez.
Aquí estamos pasando por alto este hecho y suponiendo constante la velocidad del dinero. Milton Friedman imaginó que al demostrar una correlación estable entre la cantidad de dinero y el ingreso nominal a largo
plazo refutaría la teoría keynesiana. En realidad la teoría monetarista
representada por Friedman sólo tiene sentido si consideramos la oferta
de dinero como una variable rigurosamente exógena al sistema económico. Si admitimos que la cantidad de dinero se determina libremente por
las autoridades monetarias podremos imaginar que las variaciones de la
oferta de dinero determinan las variaciones de los precios.
Ahora bien, en cuanto abandonamos esta idea ingenua y lineal de que
la cantidad de dinero es una variable exógena, la correlación señalada
deja de probar la hipótesis monetarista. Por otro lado, si admitimos que
* Aunque esa visión endógena del dinero se encuentra ya en Keyne? (1930, vol. II, p. 211),
Ignacio Rangel (1962) hizo un análisis fundamental de la inflación en estos términos. Véase
también a Basil J. Moore (1978).
FACTORES ACELERADORES DE LA INFLAQÓN
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el ingreso nominal determina la cantidad de dinero, como lo estamos haciendo en este trabajo, la correlación establecida empíricamente por Friedman entre otros sólo sirve para contradecir su teoría.
Esta idea de que la cantidad de dinero es endógena al sistema económico se encuentra ya en Marx cuando éste afirma que la cantidad de
dinero se determina por la suma de los precios de los bienes, de modo
que es una ilusión la idea de que los precios se determinen por la cantidad de los medios de circulación (1867, Libro I, pp. 135-137). Más
recientemente Ignacio Rangel puso muy en claro este hecho cuando invirtió explícitamente la relación causal entre el dinero y los precios en
la ecuación de cambio (1962). En esta forma Rangel interpretaba de
manera radical el pensamiento de Marx y de Keynes. Nicholas Kaldor
(1970, 1982) ha realizado también esta tarea de manera muy precisa
en relación con la teoría de Keynes.
Sostiene Kaldor, en la tradición keynesiana, que las economías capitalistas modernas son "economías de dinero-crédito" y no "economías de
dinero-mercancía". En estos términos el dinero no es neutro ni puede ser
manipulado al capricho de la política económica. Tratándose de un crédito se crea y se extingue por el sistema financiero a través de las más
variadas formas. Por un lado, el control de los depósitos a la vista y de
otros activos que no pagan intereses es muy relativo. Por otro lado se
crean títulos financieros de los tipos más diversos, de modo que dependiendo de la demanda de dinero (Mi o Ms), su cantidad variará con el
tiempo y entre los países (1962, pp. 26, 27).
Alain Lipietz adopta una postura semejante a partir de una perspectiva marxista moderna que subraya la forma crédito (moneda escultural)
a costa de la forma mercancía del dinero. Según Lipietz, el dinero-crédito
tiene un carácter rigurosamente endógeno, ya que lo crean los bancos
al conceder préstamos. En ese sentido no debería pensarse en un multiplicador de la base monetaria sino en un "divisor monetario" de los empréstitos bancarios (1982, p. 54).
De acuerdo con esta perspectiva la cantidad de dinero es endógena en
términos estrictamente económicos en la medida en cpie el sistema financiero crea dinero en rebeldía o contra la voluntad de las autoridades monetarias. Sin negar este hecho entendemos que hay además un elemento
político en el proceso, en la medida en que es la presión de los agentes
económicos sobre el gobierno, cuando ven reducida la liquidez real debido al aumento de los precios, lo que genera el aumento de dinero con el
consentimiento tácito o explícito de las autoridades monetarias.
786
El TRIMESTRE ECONÓMICO
Esto no implica que el gobierno no tenga poder sobre la oferta de
dinero. A través de medidas cada vez más administrativas o directas,
como el control cuantitativo de los préstamos bancarios, se puede alterar
durante algún tiempo la oferta de dinero, elevar la tasa de interés y provocar ima recesión. Pero esas alteraciones provocadas por la política económica en la cantidad de dinero están limitadas en su amplitud o su
duración. Las políticas monetarias fuertemente restrictivas no pueden alterar en forma considerable la cantidad de dinero, pero sobre todo no
consiguen mantenerse en vigor durante mucho tiempo. Con esto no negamos la importancia y la necesidad de la política monetaria en el combate
a la inflación. Sólo señalamos sus limitaciones.
La forma más lineal de explicar la inflación es la que parte del déficit
del presupuesto estatal para explicar el aumento de la cemtidad de dinero,
que a su vez determina la elevación de los precios. En realidad el déficit público —al igual que el dinero— puede considerarse un factor
endógeno, una consecuencia de la inflación más que ima causa.
El déficit público sólo sería una causa o un factor acelerador de la
inflación si el aumento de los gastos gubernamentales (o la reducción
de los impuestos) llevara a una presión de la demanda agregada sobre
la oferta en condiciones de pleno empleo y capacidad plena.
Fuera de este caso el déficit del sector público sólo facilita el aumento de la cantidad de dinero necesario para sancionar el nivel inflacionario vigente. Naturalmente existen otras formas más ortodoxas de
aumentar la cantidad de dinero. El aumento del volumen de crédito por
medio de la reducción de la tasa de encaje legal, de la compra de valores públicos en el mercado abierto y de la reducción de la tasa de redescuento son las fórmulas clásicas. Pero no hay duda de que el déficit
público financiado por las emisiones de papel moneda es una forma fácil y conveniente para los gobiernos de los países con inflación elevada
que desean incrementar la cantidad nominal de dinero para sancionar la
inflación vigente.
Como se advierte claramente en el cuadro 1 no existe ninguna correlación directa entre el coeficiente déficit público-producto interno bruto
y la tasa de inflación. Hay algunos países con déficit altísimos y baja
tasa de inflación. Podríamos encontrar cierta correlación entre el aumento del déficit público en cada país y el aumento de la tasa de inflación.
FACTORES ACELERADORES DE LA INFLACIÓN
787
Durante los años setenta hubo una elevación del déficit público y un
aumento de la tasa de inflación en la mayoría de los países. Pero aim en
ese caso es muy débil la correlación: en varios casos disminuyó el déficit
y aumentó la tasa de inflación, o aumentó el déficit y disminuyó la
inflación.
CUADRO
1. Déficit del gobierno central y tasa de inflación
Países
Canadá
Estados Unidos
Japón
Francia
Alemania
Italia
Gran Bretaña
Suecia
Brasil
Argentina
México
FUENTE:
1979-1981
Déficit en relación
con el piB (%)
Tasa de inflación
3.1
2.2
8.4
1.7
2.1
12.0
4.9
7.0
7.5
3.1
3.2
10.6
11.7
5.5
12.5
5.2
17.9
14.4
11.0
82.7
121.6
24.2
Coyuntura Económica, FCV, y Estadísticas Financieras e Internacionales, na.
Naturalmente los países que tienen bajas tasas de inflación y grandes
déficit financian estos déficit a través del endeudamiento interno. En esta
forma impiden que aumente la cantidad de dinero. ¿Por qué no hacen
lo mismo los países que tienen altas tasas de interés? Desde luego no
es por falta de ahorro interno disponible ni es por el proceso de "congestionamiento" {crowding out). Esto implica de hecho ima presión sobre la tasa de interés, lo que dificulta el desempeño del sector privado. Sin
embargo, estas dificultades existen en todos los países de elevados déficit
públicos que pretenden financiar esos déficit con la emisión de títulos
públicos, y no sólo en los países con altas tasas de inflación. En realidad
las operaciones de venta de títulos en el mercado abierto son limitadas
simplemente porque existe un elevado nivel de inflación por sancionar,
de modo que el déficit público debe transformarse en un aumento de la
oferta monetaria.
Al transformar el déficit público en factor sancionador, al igual que
788
El TRIMESTRE ECONÓMICO
el aumento de la cantidad de dinero, no olvidamos que ambos factores
pueden ser aceleradores de la inflación cuemdo presionan la demanda
agregada o aun las demandas sectoriales. No olvideunos tampoco que el
déficit público funciona como im amortiguador del conflicto distributivo.
Al aumentar los gastos sin la debida cobertura de la carga tributaria el
Estado atiende a determinados sectores y contribuye a la sustentación de
la demanda agregada. La consecuencia puede ser una aceleración de la
inflación. Sin embargo, en todo nuestro análisis es explícito el supuesto
de que las economías capitalistas, por lo menos desde 1973, vienen experimentando altos índices de desempleo y de capacidad ociosa. En estos
términos el déficit público no llega a presionar fuertemente la demanda
agregada y por lo tanto no causa el aumento de los márgenes de ganancia ni el aumento de los salarios reales.
VI
Sin embargo aunque se consideren la cantidad de dinero y el déficit público como consecuencias y no como causas de la inflación esto no implica que una política monetaria y fiscal restrictiva no pueda ser un instrumento de control de la inflación. Curiosamente se puede combatir la
inflación reduciendo el nivel de la inflación por medio del ataque a la consecuencia de la inflación (la expansión monetaria) y no a su causa original (el aumento de los márgenes y de los salarios).
Mediante la reducción de la cantidad de dinero (generalmente acompañada de la reducción del déficit público) se pretende lograr una reducción de la demanda efectiva y por tanto ima recesión. En consecuencia
las empresas competitivas y los trabajadores que no están plenamente
defendidos por los sindicatos o por leyes protectoras verán reducirse sus
márgenes y sus salarios. Las empresas oligopólicas aumentarán sus márgenes para compensar la reducción de las ventas;' pero la reducción de
los márgenes y los salarios de los sectores competitivos deberá ser suficiente para provocar una reducción en la tasa general de inflación.
De acuerdo con un modelo keynesiano muy utilizado la tasa de inflación es directamente proporcional a los aumentos de los salarios nominales.* Utilizando la ecuación (1) esto significa la consideración de un
' Véase a este respecto Yoshiaki Nakano (1982). En la recesión de 1981 en el Brasil, entre
mayo y julio, cuando la inflación anualizada ascendió 85 %, las empresas oligopólicas aumentaron sus precios a la tasa media de 170%, mientras que en los sectores competitivos éstos
se elevaron aproximadamente 60%.
• Esta proposición se encuentra ya en Samuelson y Solow (1960).
FACTORES ACELERADORES DE LA INFLAQÓN
789
margen de las empresas constantes y por tanto su eliminación de la ecuación, de modo que la variación de los precios estará dada por
p=w—q
(3)
El modelo se completa con la curva de Phillips, que establece una relación
entre la variación de los salarios nominales, w, y de la tasa de desempleo, d.
w = á + b d-^
(4)
En la medida en que aumente el desempleo a través de medidas principalmente fiscales (preferidas por los keynesianos), o principalmente monetarias (preferidas por los monetaristas), disminuirá la tasa de salarios,
lo que provocará una reducción del nivel de la inflación. La reducción
de la cantidad de dinero, que ocurre en ambos casos, tiene un efecto indirecto sobre los precios en la medida en que ocasiona desempleo y reduce
los salarios.
Sin embargo debemos señalar que los monetaristas no aceptan la
curva de Phillips, excepto como una relación transitoria de corto plazo,
causada por errores de las expectativas en cuanto a la tasa de inñación
(Friedman, 1968, pp. 8-9).^ De modo coherente esto los lleva a proponer
—en forma mucho más categórica que los keynesianos— una reducción
del nivel de inflación a través de medidas de contracción monetaria. En
virtud de que no aceptan la curva de Phillips (o que la suponen perfectamente inelástica), los monetaristas más ortodoxos niegan en el plano teórico que la reducción de la inflación deba analizarse a través del aumento
del desempleo. Las medidas monetarias restrictivas tendrían un efecto
directo sobre la reducción de los precios sin pasar por el desempleo. En
la práctica, sin embargo, las medidas de política económica adoptadas
por los monetaristas son las más recesivas, dado su carácter radical en
términos de la reducción de la cantidad de dinero.
Al rechazar la curva de Phillips los monetaristas se apegan justamente a la ecuación del trueque, pero al hacer esto congelan en realidad, sin
explicación alguna, los mecanismos intermedios que conectan la reducción
de la cantidad de dinero con la reducción de los precios.
' Véase en Megnad Desai (1981, pp. 69-76) una demostración rigurosa y crítica de la
visión monetansta en relación con la curva de Phillips.
790
El TRIMESTRE ECONÓMICO
VII
En la discusión entre keynesianos y monetaristas nuestra proposición en
el plano teórico se opone radicalmente a la monetarista y se aproxima
a la keynesiana. Sin embargo aunque las proposiciones de la política
económica de keynesianos y monetaristas sean también muy diversas sus
implicaciones recesivas acaban siendo semejantes.
Sólo criticaremos el modelo keynesiano en la forma simplificada que
presentamos en este ensayo (ecuaciones 3 y 4), ya que la proposición
monetarista se refugia en un mundo de equilibrio walrasiano que poco
tiene que ver con la realidad del mundo capitalista.
El análisis de la inflación que estamos presentando tiene cuatro diferencias con la visión keynesiana más comúnmente adoptada. En primer
lugar no consideramos sólo la oferta de dinero sino también el déficit
del sector público como variables endógenas, o sea como factores sancionadores de la inflación. Esto sólo deja de verificarse cuando el conjunto
de la economía, o por lo menos algunos de sus sectores más importantes,
se aproximan al pleno empleo y/o a la capacidad plena. Ahora bien, tales momentos se vuelven cada vez más raros a medida que la inflación
se convierte en im fenómeno cada vez más generalizado en el capitalismo
contemporáneo.
En segundo lugar distinguiremos los factores aceleradores (o causantes) de inflación frente a los factores mantenedores del nivel de la inflación, y daremos a estos últimos una importancia mucho mayor en las condiciones del capitalismo contemporáneo. La oligopolización de las empresas y el poder de los sindicatos por una parte, y los sistemas de indización
por la otra, son fenómenos históricos nuevos que tienden a perturbar la inflación aunque no actúen los factores aceleradores de la inflación. Por
otro lado los factores mantenedores volverán la inflación más rígida hacia abajo. Las políticas económicas recesivas, que tratan de reducir los
salarios reales y los márgenes de ganancia, son políticas ineficientes aunque produzcan efectos en relación con la baja de la tasa de inflación. La
relación entre el costo económico y social de tales políticas y sus resultados es cada vez más desfavorable.
En tercer lugar no es aceptable el supuesto de que los márgenes de
ganancia son constantes. Aimque esa proposición no sea esencial en el
modelo keynesiano, está presente en la identificación del aumento de los
precios con el aumento de los salarios, lo que posibilita luego la explicación de la inflación en términos de la curva de Phillips (ecuaciones 3
FACTORES ACELERADORES DE LA INFLAOÓN
791
y 4). En la realidad no son constantes los márgenes de ganancia, sobre
todo en épocas de recesión. En general el margen de ganancia es constante
cuando la economía se desenvuelve en términos normales o de relativa
tranquilidad. Fuera de esa situación es necesario distinguir el sector competitivo del sector oligopólico. Aunque las generalizaciones sean siempre
riesgosas se ha verificado empíricamente que las empresas que operan
en el sector competitivo tienden a aumentar sus márgenes en la expansión
cíclica, acelerando la inflación, y a reducirlos en la recesión. En cambio
las empresas oligopólicas mantienen o aun disminuyen sus márgenes (si
eran demasiado elevados) en la expansión, y aumentan sus márgenes en
la recesión para compensar la pérdida de las ventas y mantener la tasa
de ganancia. Y en las economías indizadas (como la brasileña), la reducción de los márgenes y de los salarios en la recesión tiende a ser muy
pequeña aun en el sector competitivo debido a la fuerza de los factores
mantenedores del nivel de inflación.
En cuarto lugar, si se acepta la idea de niveles crecientes de inflación
en función del efecto combinado de los factores aceleradores y mantenedores, sobre todo el efecto de la indización, es preciso considerar que
la curva de Phillips tiende a desplazarse hacia la derecha. En consecuencia, para una misma tasa de desempleo tenemos tasas mayores de elevación de salarios y de inflación, de modo que desaparece la correlación
directa entre las tres variables. Por lo tanto tenemos el fenómeno de la
estanflación, o sea la coexistencia de tasas elevadas de desempleo en una
situación de recesión con altas tasas de inflación.
En relación con los países subdesarrollados se tendrían que añadir
por lo menos tres observaciones: i) dadas las imperfecciones del funcionamiento de los mercados, son más importantes los factores aceleradores
de carácter estructural; ii) dados el escaso poder de negociación de los
sindicatos y los altos índices de subempleo, la variación en los índices
de empleo tiene una influencia menos directa sobre la tasa de inflación, y
iii) dado el imperativo de acumular y de reducir el atraso, las clases
dominantes locales tienden, en la expansión, a utilizar la inflación como
un mecanismo de ahorro forzoso, y en la desaceleración, como un mecanismo compensatorio de reducción de la tasa de ganancia; en ambos
casos la inflación tiene un claro efecto concentrador del ingreso que no
es necesario en los países desarrollados.
La reducción de la tasa de inflación por medio de la política económica
recesiva sólo es viable en la medida en que la reducción de los márgenes
de las empresas competitivas y de los salarios tenga un efecto mayor que
792
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
el del aumento de los márgenes del sector oligopólico. En cambio, el alto
costo económico y social de ese tipo de política económica se hace evidente, no sólo en función de la resistencia de los sindicatos a aceptar la
reducción de los salarios reales, expresada en la indización formal o informal de los salarios, sino también en función del comportamiento perverso de las empresas oligopólicas.
Aunque no nos hemos ocupado específicamente de la política económica en este trabajo, esperamos haber dejado en claro que las políticas
económicas monetaristas de carácter recesivo son ineficaces. La política
monetaria es sólo uno de los instrumentos de control de la inflación, y
sus limitaciones son muy grandes. Cuando la restricción monetaria y la
recesión se convierten en armas principales contra la inflación, tenemos
una estanflación en los países industrializados. En los países subdesarrollados pero industrializados su utilización en forma insistente y prolongada puede implicar un grave proceso de desindustrialización.
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