al servicio del bel canto

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ARTE Y CULTURA
ARTE Y CULTURA
AL SERVICIO
DEL
BEL CANTO
Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera
La temporada
de ópera de
Bilbao forma, junto a la de
Madrid y Barcelona, el triángulo de
oro del “bel canto” en nuestro país.
Un lugar de honor que se ha ganado
gracias al compromiso de la sociedad
bilbaína con el género lírico y a la labor
fundamental de la Asociación Bilbaína
de Amigos de la Ópera (ABAO).
H
ablar de Opera en Bilbao es hablar de
la Asociación Bilbaína de Amigos de la
Ópera, que todos los vizcaínos conocen
familiarmente por sus siglas: ABAO. Una
institución privada que ha protagonizado
la vida musical y cultural bilbaína en el último medio siglo, siendo una pieza esencial en la consolidación de Bilbao como
una de las capitales culturales de la península. Hoy la capital vizcaína es sinónimo de conciertos, de grandes representaciones, de
ballet, conferencias, jornadas musicales y recitales. Pocas ciudades
pueden presumir de contar con un programa de la intensidad y
calidad que se puede disfrutar a orillas del Nervión; Y es que ayer,
por las tablas del Coliseo Albia, y hoy en el escenario del Palacio
Euskalduna han pasado los grandes intérpretes de las últimas seis
décadas de Mario del Mónaco a Marcelo Álvarez, de Adriana
Guerrini a Sondra Radvanosky, Edita Gruberova y Deborah
Boily. Recién concluida la temporada 2013-2014, que se ha cerrado con un notable éxito artístico, y de público, con un magnifico Turandot, lejos quedan aquellos días en blanco y negro, en
los que el país empezaba a dejar atrás los rigores de la postguerra
y cuatro amigos, José Luis de la Rica, José Antonio Lipperhide,
Juan Elva, Guillermo Videgain, decidieron fundar ABAO para
rescatar la temporada bilbaína del ostracismo y la decadencia
artística en que había caído. Los inicios, como en cualquier proyecto que se emprende con el corazón, son una extraña mezcla
de anécdotas, trabajo incansable y difíciles balances, en los que
la rigidez de los números sólo cuadra gracias a la generosidad de
los pioneros. Un espíritu que como destaca su actual presidente,
Juan Carlos Matellanes, “Ha pervivido siendo la base del éxito de
la ABAO cuya trayectoria se ha sostenido gracias a personas muy
motivadas que hacen un trabajo que les gusta y al que le dedican
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texto por A NDR ÉS PUCH • Fotografía por abao
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mucho”. El gran mérito de aquellas directivas, que se empezaron
a reunir en la cocina de la oficina de José Luis de la Rica en el
número 9 de la Alameda de Urquijo, fue movilizar a la sociedad
en defensa del arte, en una época en que los patrocinios tanto
públicos como privados eran inexistentes. En este sentido ABAO
se adelantó a su tiempo y no sólo movilizó a los incondicionales
del género lírico sino que se convirtió en un proyecto para toda
la ciudad, abriéndose también a instituciones financieras y patrocinadores, como el gobierno italiano que aquellos años hizo
una notable aportación económica. Los socios fueron los grandes
convenios de colaboración con la Universidad del País Vasco.
La labor didáctica se intensificó con la celebración de coloquios
y video-coloquios en los que críticos y músicos participaron activamente. Los socios superaban los 1250 en 1975 y la lista de
espera no deja de incrementarse pese a las continuas ampliaciones
llegando en 1998 a 5200 socios y más de 1300 peticiones de
ingreso. Las grandes estrellas del momento siguen pasando por
el Coliseo Albia, el 3 de septiembre de 1970 debuta un jovencísimo Luciano Pavarotti y en 1974 José María Carreras que se
unen a una larga lista de extraordinarios cantantes: Magdalena
Bonifaccio, Ángeles Gulin, Viorica Cortez, June Anderson, Martti Talvela, Paata Burchuladze, Mirella Freni y nuestro Plácido
Domingo que recogió el unánime aplauso por su “Recondita
Armonia” de Tosca en la función que celebraba los 25 años de
la asociación. En 1993 el Coro se refunda como ente autónomo
como Coro de la Opera de Bilbao. La mayoría de edad de esta
formación, con su profesionalización, es la culminación de un
largo camino fruto del esfuerzo de sus componentes que generación tras generación han tenido la suerte de compartir el escenario con las grandes figuras y de llevar el nombre de Bilbao por los
escenarios de media Europa. A finales de los 90, tras más de 500
representaciones el viejo Coliseo Albia se despidió con las emotivas notas del “Agur Jaunak” interpretado por la Orquesta Sinfónica de Bilbao. La Ópera del siglo XXI cambio de casa: El 11
de Septiembre de 1999 el Palacio Euskalduna se estrenaba con
Rigoletto, justo un día después de la muerte de Alfredo Kraus,
quien se había despedido de Bilbao el 9 de diciembre de 1996
en una apoteósica velada tras la cual recibió una “Makila” como
reconocimiento a quien comprendió como nadie lo que para esta
ciudad significa la lírica. Su testigo está hoy en manos de artistas
como Juan Diego Flórez, Celso Albelo o Piotr Beczala. En 1999,
cuando ABAO inició su temporada de ópera en el Euskalduna, se
Pocas ciudades pueden
presumir de contar con un
programa de la intensidad
y calidad que se puede
disfrutar en Bilbao
protagonistas y en seguida la asociación se nutrió de apellidos
ilustres y personas que dieron lo mejor de sí para que bajo los
focos del Coliseo Albia actuaran Franca Duval, Gianna d’Angelo
o Alfredo Kraus, quien a lo largo de cuatro décadas forjó con el
público bilbaíno una relación que trascendió el terreno artístico.
Cada función, cada temporada era un reto económico que pese a
las estrecheces de la época no impidió que en 1954 se fundase el
Coro de la ABAO, que debutó con la Boheme de Puccini, y en
1956 se celebrase el primer Festival de Ballet. El Coro, formado
por estudiantes y trabajadores, fue el mejor reflejó de un entusiasmo que sigue guiando los pasos de la asociación. Es importante,
en este sentido, la labor de divulgación que se realizó gracias a la
retransmisión de las representaciones a través de Radio Bilbao. A
finales de los 50 el trabajo de todas esas personas se coronó con
la actuación de María Callas el 17 de septiembre de 1959. Bilbao
volvía a estar en el mapa del mundo de la música. Los sesenta
consolidaron unos cimientos que las distintas directivas de la
asociación fortalecieron haciendo equilibrios imposibles para aumentar la calidad de las programaciones y mantener la viabilidad
económica. Giuseppe Taddei, Pietro Cappuccilli Renata Tebaldi, Giacomo Aragall o Lydia Marimpetri, fueron algunos de los
divos que protagonizaron grandes citas artísticas que en numerosas ocasiones se saldaron con déficit en las cuentas y superávit
de entusiasmo. Montserrat Caballé y Leyla Gencer debutaron
en aquellos años en el coliseo bilbaíno iniciando una bella rivalidad artística. Las temporadas de ballet se recuperaron en 1964
abriendo un periodo de oro que permitió disfrutar de las grandes
compañías del momento como la London´s Festival Ballet, el
Ballet de la Opera de Viena, el Ballet Theatre Contemporain y
finalmente The Royal Ballet que liderado por Rudolf Nureyev
y Margot Fontain convirtió Bilbao en la capital mundial de la
danza entre el 30 de julio y el 1 de Agosto de 1968.
A lo largo de los 70 y los 80 el relevo fue recogido por nuevas generaciones que fueron adaptando la institución a las exigencias de
la producción operística moderna. El peso cada vez más importante de los patrocinios y el mecenazgo cultural, la necesidad de
abrir los teatros a un público cada vez más amplio fueron puntos
prioritarios para construir un futuro en el que la economía no
dejo de ser una herramienta para alcanzar unos objetivos cada
vez más ambiciosos. En estos años la temporada bilbaína amplía
notablemente su radio de influencia proyectándose por el norte
español y el sur francés convirtiéndose cada una de sus representaciones en un acontecimiento social para la ciudad como recalca
su directora de relaciones públicas Magdalena Suárez. Numerosas empresas e instituciones colaboran activamente y se firman
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El 11 de Septiembre
de 1999 el Palacio
Euskalduna se estrenaba
con Rigoletto, justo un
día después de la muerte
de Alfredo Kraus
Bajo estas líneas y de derecha a izquierda: María Luisa Molina actual gerente de la Asociación Bilbaina
de Amigos de la Ópera junto a Magdalena Suárez, relaciones públicas de la entidad.
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programó por primera vez en Bilbao, Das Rheingold de Wagner,
algo extraordinario.
La directiva de ABAO, con su presidente Juan Carlos Matellanes
al frente, se enfrenta hoy a los grandes retos que la producción
operística plantea en la actualidad: La difusión entre las nuevas
generaciones de la opera a través de ABAO “Txiki”, la potenciación de las producciones propias que comenzó en el 2002 con
Hugonotes y Lucrecia Borgia y que constituye un importante salto adelante, el mantenimiento de una elevada exigencia artística
en cada nueva temporada y el mecenazgo de jóvenes artistas.Una
ingente labor que como destaca su gerente, María Luisa Molina:
“es posible gracias al apoyo de nuestros socios, instituciones, patrocinadores y, sobre todo, del personal de ABAO que constituye
un excelente grupo de profesionales totalmente cohesionados y
motivados por este apasionante y nada fácil proyecto”. Detrás
de ellos cuentan con una ciudad que ha hecho de su temporada
de Ópera una de sus señas de identidad, unas bases sólidas, tanto
económicas como sociales, y sobre todo el espíritu de sus antecesores, aquellos que con su contribución hicieron posible con su
trabajo y su tesón del sueño de cuatro visionarios una realidad
que sigue mirando al futuro.
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