Quetzalcóatl - Revista de la Universidad de México

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Quetzalcóatl
sigue volando
Roger Bart r a
Quetzalcóatl es una de las deidades más complejas del mundo
p rehispánico. La riqueza de sus elementos simbólicos y del sustrato filosófico inherente a su figura hacen de él un mito fundacional de alcances universales. Roger Bartra, sociólogo y
antropólogo, autor de obras como El salvaje en el espejo y La
Jaula de la melancolía, comenta en este texto la obra de José
Luis Díaz El revuelo de la serpiente: Quetzalcóatl resucitado
editado recientemente por la editorial Herder.
José Luis Díaz ha escrito un libro audaz e increíblemente atractivo. Es audaz porque además de examinar
con lucidez el mito de Quetzalcóatl en su contexto prehispánico, sigue sus pasos hasta nuestros días. Por ello
el libro es doblemente atractivo, pues nos presenta la
anatomía del dios prehispánico y nos enfrenta con ello
al enigma de su supervivencia. El libro de José Luis
Díaz es un ensayo literario y crítico muy bien escrito,
provocador y estimulante.
Sus reflexiones sobre el mito originario se adentran
en las diversas explicaciones que los arqueólogos y los
historiadores nos han ofrecido del mito de Quetzalcóatl. Para Ángel María Garibay, el dios heroico y el rey
terrenal reúnen las expresiones de una asombrosa literatura. El discípulo del padre Garibay, Miguel-León
Portilla, ve a Quetzalcóatl como el centro de un complejo de ideas estructurado como un sistema filosófic o. Para Laurette Séjourné el gran personaje histórico
engendra al mito. Para Román Piña Chan, por el contrario, sólo una vez que se constituye el culto religioso
el dios aparece en su encarnación humana. Enrique
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Florescano señala que este mito reproduce el ciclo del
cultivo del maíz, en una secuencia de génesis, muerte y
resurrección de una planta que fue la base alimenticia
de las sociedades prehispánicas. Alfredo López Austin
considera que el mito contiene elementos ideológicos
que encarnan en el poder sucesivo de gobernantes, sacerdotes y guerreros. De estos y otros estudiosos José
Luis Díaz extrae los elementos que le interesa destacar
para su interpretación. Antes que nada, a Quetzalcóatl
como deidad dual cuyo sacrificio permite que los hombres sean creados, lo que auspicia que el mito arraigue
tanto en la conciencia individual como en quienes, muchos siglos después, lo toman como una vía de reflexión
e introspección. Éste es el camino que con audacia toma
José Luis Díaz.
No me referiré a las características intrínsecas del mito
de Quetzalcóatl. No tengo los conocimientos ni la especialización para ello. Comentaré aquí solamente algunos
temas teóricos referidos a la interpretación de los mitos.
Lo más fascinante del libro de José Luis Díaz es su
seguimiento de las supervivencias y la evolución del
QUETZALCÓATL SIGUE VOLANDO
Escultura zoomorfa, Serpiente enroscada
mito de Quetzalcóatl después del terrible desastre que
la conquista española ocasiona en las culturas indígenas. Así, el libro examina la extraña figura de un apóstol Quetzalcóatl-Santo Tomás, donde según Jacques
Lafaye se funde “el símbolo antiguo de las esperanzas
frustradas del México moderno”, idea celebrada también por Octavio Paz. Este sincretismo lleva a José Luis
Díaz a una de sus muchas sugerentes indicaciones: a
invitarnos a una lectura gnóstica del mito mesoamericano. Ciertamente, en el Evangelio de Tomás (hallado en Nag Hammadi) queda claro que los gnósticos
creían en una identidad de lo divino y lo humano, a
diferencia de la tradición judeocristiana ortodoxa que
señala enfáticamente que hay un abismo entre la humanidad y su creador. Para algunos gnósticos el autoconocimiento es conocimiento de Dios, porque el yo y
lo divino son idénticos.1
No cabe aquí citar todas las encarnaciones y revuelos del mito que estudia José Luis Díaz, desde los primeros cronistas a fray Servando Teresa de Mier, de Carlos
de Sigüenza y Góngora a José Vasconcelos, de Mesoamérica a la región andina, de los antiguos toltecas a los
modernos chicanos. José Luis Díaz re c rea, como escribe:
Un mito cuya duración en el tiempo, extensión en la
amplia geografía americana y magnitud de impacto sobre
las principales culturas prehispánicas, durante la Colonia y aun los periodos independiente y contemporá1 Elaine Pagels, Los evangelios gnósticos, Crítica, Barcelona, 1988, p. 19.
Cristina Martínez del Campo, Urbe del cielo, serpiente del desierto, urbe del desierto, serpiente del cielo
neo, s u g i e ren una profunda raíz psicológica, además
de social.
¿Cuál es esa raíz?, se pregunta José Luis Díaz. Aunque ya ha sugerido una interpretación gnóstica, el autor
se acerca aquí a la interpretación neokantiana de Ernst
C a s s i rer: el mito contendría, no una ve rdad metafísica y absoluta, sino una verdad simbólica de carácter
etnológico y psicológico. Le atraen mucho las respuestas psicoanalíticas en esta búsqueda de la raíz del mito.
El lenguaje simbólico común a muchos mitos permite
sospechar que se hallan anclados en los estratos profundos del inconsciente, incluso en esa entidad tan difícil de asir como el inconsciente colectivo del que habló
Jung. Señala con razón que hay un parentesco entre las
i n t e r p retaciones metafísicas que encuentran arquetipos o complejos en los mitos, por un lado, y la explicación estructuralista de Lévi-Strauss, quien supone la existencia de modos de operación del espíritu humano.
José Luis Díaz se resiste a las interpretaciones meramente circunstanciales del mito, que no acuden a
ningún principio rector general. Por eso le atrae la explicación evolucionista de Hans Blumenberg. Para
Blumenberg la “constancia icónica” de los mitos, que
se manifiesta en su durabilidad y difusión, es un proceso prolongado de selección, una verdadera depuración milenaria de tipo darwiniano. La persistencia de
los mitos, según Blumenberg, obedece al hecho fundamental de que la especie humana sufre una angustia
por carecer de un nicho biológico preciso; esta desa-
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Manuel Marín, Serpiente amarilla
daptación ha producido un déficit de instintos de adaptación. La función de los mitos consiste en superar esta
angustia producida por lo que Blumenberg llama el
“absolutismo de la realidad” (la desadaptación biológica), al traducirla a miedos específicos y concretos. Los
mitos que sobreviven han sido sometidos a un largo
“trabajo” de selección, donde los más aptos se endurecen y sobreviven.
Otra interpretación evolucionista del fenómeno de
la larga supervivencia de los mitos podría provenir del
campo que cultiva José Luis Díaz, la neurobiología. Para
comprender la supervivencia es interesante convocar a
la biología: el código genético de los organismos (o de
los mitos) no contiene, como se sabe, las instrucciones
para un cambio evo l u t i vo; los cambios y las va r i a c i ones no se encuentran programados en los mensajes genéticos. Es la estabilidad de la especie la que está programada, no su evolución. La neurobiología evolucionista
se ha enfrentado a un dilema similar; tal como lo formula Gerald M. Edelman, los mapas neuronales no se
pueden explicar por la operación de códigos genéticos
preestablecidos que enviarían supuestamente instrucciones sobre la manera de tejer las redes de sinapsis (o
de mitos). Según Edelman, debemos entender la red
neuronal (o red mítica) a partir de un sistema de selección, en el cual la conexión ocurre ex post facto a partir
de un re p e rtorio preexistente; es decir, las conexiones no
se tejen a partir de un instru c t i vo —como en un telar
o una computadora—, sino a partir de un repertorio
previo sobre el que opera un proceso de selección de las
conexiones más funcionales.2 La larga duración de un
2
Véase un examen de la propuesta de Edelman en mi libro El
salvaje artificial, ERA/UNAM, México, 1997.
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mito como el de Quetzalcóatl podría obedecer a un sistema de selección similar.
Las propuestas de José Luis Díaz nos conectan con
el problema de la larga duración de los mitos desde
ángulos nuevos. ¿Acaso las interpretaciones de los mitos
que los conectan con entidades universales —arq u etipos, arquitecturas espirituales, inconscientes colectivo s , mentalidades— no conllevan el riesgo de reducir
la otredad fundamental de un mito a la unidad, mediante comparaciones y asimilaciones que hallan similitudes en su lenguaje? A fin de cuentas, la angustia
de los primeros cronistas y conquistadores ante el gran
abismo que los separaba de las culturas indígenas era
reducida al encontrar supuestos elementos comunes
de carácter cristiano. La amenazadora otredad de culturas diferentes que nos son ajenas puede paliarse si
hallamos rasgos comunes que nos unen a ellas. Pe ro :
¿son reales las semejanzas u obedecen a una postura
humanista ecuménica —renacentista e incluso medieval— que renuncia a buscar causas de la dive r s i d a d
humana?
Ante este problema tenemos varias opciones. Una
de ellas, estructuralista, es la famosa secuencia de Vladimir Propp propia de los cuentos populares. Su versión junguiana es la que ofrece Joseph Campbell cuando
se refiere al ciclo separación-iniciación-retorno.3 Y más
específicamente sobre el mito de Quetzalcóatl, que se
refiere a la naturaleza ambivalente del ser humano y al
conflicto entre fuerzas opuestas, los modelos de interpretación que examinan esta peculiar dualidad son
muchos, desde el mito como mediador de opuestos
(según Lévi-Strauss) hasta la fusión gnóstica de los contrarios. José Luis Díaz explora varias de estas opciones.
Al acercarse al final de su análisis, concluye que:
El mito de Quetzalcóatl es notable porque, si bien en
muchos de sus aspectos y fases recuerda a los de otras
latitudes, constituye en su totalidad algo único; posiblemente uno de los mitos más completos por los elementos universales que lo conforman.
Ésta es la paradoja en la que se mueve con sutileza
el estudio de José Luis Díaz: nos habla de Quetzalcóatl
como un mito único con elementos universales.
En efecto —continúa el autor— el de Quetzalcóatl es un
mito de origen y destrucción que trata de los dioses y de
un héroe salvador y fundador de ritos y cultos en los que
se toca la relación de la eternidad con la vida terrestre y
se abordan tanto el renacimiento como la transforma3 La interpretación más rigurosamente junguiana de los mitos
mexicanos antiguos es la de Manuel Aceves, El mexicano: alquimia y
mito, Joaquín Mortiz, México, 1991.
QUETZALCÓATL SIGUE VOLANDO
Las propuestas de José Luis Díaz nos conectan
con el problema de la larga duración de
los mitos desde ángulos nuevos.
ción cósmica, el totemismo y el nahualismo o la capacidad de poseer un alter ego animal.
Al examinar los elementos universales del mito José
Luis Díaz se va acercando paulatinamente a una interpretación psicoanalítica y gnóstica; explora las diversas
posibilidades de la dicotomía que distingue entre la
sombra y la persona, entre eros y thanatos, el doctor
Jekyll y míster Hyde, el ser y el no ser. Pero no ha perdido de vista las peculiaridades únicas del mito, las de
una combinatoria de elementos que sólo ocurrió una
vez en Mesoamérica y que no se ha repetido y acaso
nunca se repetirá. Es muy posible que ese carácter único
se haya perdido para siempre, y que hoy sólo podamos intuirlo y sentirlo, paradójicamente, por medio
de sus i n g redientes universales. “El mito de Quetzalcóatl —nos dice José Luis Díaz— es real y potencialmente gnóstico porque puede tomar vida en cada uno
y simbolizar o articular esa febril batalla interior por el
saber trascendental y la redención final”. Hay escritores que creen que el sueño antiguo mexicano se perdió,
que su pensamiento fue interrumpido. Le Clézio, por
ejemplo, cree que los mexicanos en el momento de la
conquista estaban en vísperas de desarrollar un sistema
filosófico que hubiera podido resolver las contradicciones del mundo antiguo europeo, que hubiera podido
lograr la armonía entre lo real y lo sobrenatural. Cree
que el hombre occidental ahora tiene que reinventar lo
que ya sabían las civilizaciones que destruyó.4
Para José Luis Díaz, más optimista, la inmersión en
el mito de Quetzalcóatl permite reconocer la chispa de
lo trascendental y al mismo tiempo su extinción en la
dualidad del águila y la serpiente.
De esta manera José Luis Díaz logra una sensibilidad que abre las puertas del saber más que las de la creencia. Descubre que el río del pensamiento de los antiguos mexicanos no se interrumpió, aunque sus
afluentes no son fáciles de encontrar. Para lograrlo hay
que sumergirnos en el caudal de la imaginación, como
lo hace con tanta brillantez José Luis Díaz.
José Luis Díaz, El revuelo de la serpiente: Quetzalcóatl resucitado, Herder,
México, 2006.
He aquí —dice José Luis Díaz— la doble esencia y el
doble símbolo de la serpiente emplumada: el águila
como aquella chispa y la serpiente como esta limitación. Se trata, finalmente, de una re s u r rección durante
la vida por la cual se adquiere una nueva vida, de un
d e s p e rtar por el cual las apariencias adquieren nuevos
significados.
4 Jean-Marie Gustave Le Clézio, Le rêve mexicain où la pensée inte rrompue, Gallimard, Paris, 1988.
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