Falstaff

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Falstaff
Comedia lírica en tres actos, de Giuseppe Verdi con libreto de Arrigo
Boito.
Estreno mundial: Teatro Alla Scala de Milán, 9 de febrero de 1893.
Programa realizado por Fernando Funes.
Antecedentes
El total fracaso del estreno de UN GIORNO DI REGNO, la segunda
ópera del gran maestro italiano en 1840, en ésta su primera incursión
dentro de la ópera cómica y junto al fallecimiento de su primera esposa,
Margherita Barezziy y de su hija Virginia casi hacen desistir a Verdi de
su vocación como compositor.
Verdi se enfrenta a un panorama en esta etapa de su vida realmente
desolador y siendo sólo gracias a la intervención del empresario
Bartolomeo Merelli, que Verdi logra sobreponerse a la situación
continuando la composición de su NABUCCO, pero abandonando la
idea, al menos por el momento de volver a componer una comedia.
Recién medio siglo más tarde, luego de haber alcanzado la gloria con
sus inmortales composiciones, incluyendo la trilogía romántica, las
obras intermedias que van desde 1853 a 1867 con su majestuoso DON
CARLOS, más las sin par AIDA, OTELLO, y el SIMON BOCCANEGRA
revisado, el maestro vuelva a plantearse la creación de una comedia,
siendo un desafío que siempre había querido en el fondo retomar.
Estimulado por el genio literario de Arrigo Boito, Verdi emprende la
tarea a los 77 años de edad. Siendo William Shakespeare su poeta
favorito, la fuente literaria debió definitivamente ser una obra del gran
genio inglés, y la elección recayó sobre la imperecedera comedia LAS
ALEGRES COMADRES DE WINDSOR, escrita hacia 1597.
A ésta, Boito agregó pasajes de las dos partes de ENRIQUE IV, en la que
Falstaff es un compañero de andanzas del descarriado Príncipe Hal,
pero dejó de lado la descripción de la muerte del obeso héroe detallada
en ENRIQUE V, cuando Hal llega a ser rey de Inglaterra y lo repudia.
Boito inyectó elementos de la personalidad de Sir John tomados de
ENRIQUE IV en su libreto, que si bien realzan la comicidad del
personaje también le imprimen cierta dimensión humana; la de un
hombre maduro que ha alcanzado su plenitud, pero que es en el fondo
un cobarde, un fanfarrón, y un reblandecido anciano que cree ser un
seductor femenino irresistible. Un verdadero arquetipo presente en
todas las sociedades.
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Shakespeare moldeó la figura de Sir John Falstaff sobre un personaje
histórico real, Sir John Oldcastle, quien viviera aproximadamente entre
1360 y 1417. Lord Cobham, un lejano pariente de John Oldcastle,
obligó al escritor inglés a cambiar el nombre del personaje de sus obras
literarias, y es así como la figura de Sir John Falstaff cobró vida.
Muchos otros compositores además de Verdi crearon obras tomando
por motivo a Sir John en sus obras desde entonces. En el siglo XVIII
Antonio Salieri compuso su FALSTAFF en 1799, a la que siguieron en el
siglo posterior otro FALSTAFF, la del irlandés Michael Balfe en 1838, de
corte típicamente italiano, y luego la célebre LAS ALEGRES COMADRES
DE WINDSOR de Otto Nicolai de 1849, obra que Verdi tuviera en mucha
estima.
Cabe acotar que luego, en el siglo XX, Gustav Holst también compone
en 1925 una deliciosa ópera en un acto, AT THE BOAR’S HEAD, que
recrea las escenas de las tabernas tomadas de ENRIQUE IV, mientras
que un año antes Ralph Vaughan Williams nos había ya regalado el
más auténtico retrato del caballero gordo con su genial ópera SIR JOHN
ENAMORADO.
Otro inglés de renombre, Edward Elgar, compuso un Estudio Sinfónico,
en 1913, simplemente titulado FALSTAFF. Pero de esta pléyade de
composiciones que existen sobre la inmortal comedia de William
Shakespeare, tan sólo el FALSTAFF de Giuseppe Verdi ha perdurado en
el repertorio de los teatros líricos del mundo, siendo un digno broche de
oro para la inmortal producción verdiana, que culmina aquí no sólo
innovando en todo sentido al género, sino pasando a ser por su
mercurial espíritu y frescura, la ópera cómica de referencia para todos
los tiempos.
La ópera no contiene recitativos parlando, ni arias, ni couplets, ni
ninguna de las formas tradicionales italianas del pasado. Verdi se
aparta en FALSTAFF de todos los recursos operísticos convencionales
hasta aquel momento. La partitura quedó terminada cuando el
compositor ya era octogenario, siendo Verdi nuevamente compensado
en esta oportunidad con una experiencia de éxito pleno similar a la que
ya obtuviera con su ópera anterior, OTELLO.
A este éxito también contribuyó de modo decidido la presencia del
barítono francés Victor Maurel en el rol titular, quien ya había creado
anteriormente el Yago en OTELLO y los demás intérpretes, quienes
igualmente supieron apreciar la absoluta novedad creada por el genio
de Giuseppe Verdi, la brillante orquestación, el maravilloso libreto,
junto a una refinada invención melódica.
FALSTAFF es también una rareza dentro de la producción verdiana por
el hecho de incluir a dos barítonos en los roles principales, rompiendo
con la clásica tradición en otorgar a un primo tenore la parte
protagónica.
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Nuestra versión de esta inmortal comedia lírica proviene de una
representación de la obra en el Teatro San Carlos de Nápoles, el 1 de
diciembre de 1962, presentando una magistral labor del barítono
italiano Tito Gobbi en el rol titular, una de sus más brillantes
creaciones. Junto a él se hallan nada menos que Renata Tebaldi, la
joven Mirella Freni, la mezzosoprano Fedora Barbieri, y el barítono
Renato Cappecchi.
Argumento
La acción se desarrolla en la localidad inglesa de Windsor, durante el
reinado de Enrique IV, entre 1399 y 1413, o sea a comienzos del siglo
XV.
Acto primero
Cuadro Primero: En la Posada de la Jarretera.
Como en su ópera anterior, OTELLO, el telón se alza sin preludio ni
introducción orquestal formal. Solo unos pocos compases conducen a
las primeras frases del Doctor Caius, y a los diálogos intensos que le
siguen. Sentado en un gran sillón, el pícaro, corpulento y obeso anciano
Sir John Falstaff, está en la taberna junto a sus extravagantes
secuaces, Bardolfo y Pistola.
Llega el doctor Caius, indignado y fuera de sí, acusándolos de haber
forzado su casa, cazado ilegalmente en sus montes, y golpeado a sus
sirvientes. Falstaff responde con tono de burla, entre la indiferencia y la
amenaza. El doctor insiste en acusaciones hacia Bardolfo y Pistola, pero
éstas son igualmente desoídas, al tal punto que Caius desespera y parte
acusándolos de deshonestidad, mientras los sirvientes responden con
una grosera antífona contrapuntística.
Llega el tabernero con la cuenta. Falstaff luego de revisarla, descubre
que no tiene suficiente dinero para cubrirla, lo cual provoca el enfado
del Caballero, quien hace responsable a Bardolfo y a Pistola de ello.
Una vez calmado, Falstaff les cuenta sus planes de tratar de conquistar
a dos damas burguesas con el fin de tener aventuras amorosas con
ambas y gozar así de sus riquezas.
Para ello ha escrito dos cartas para las acaudaladas damas de Windsor.
Alice Ford y Meg Page a las que, Bardolfo como Pistola, deberán
entregar las misivas en mano respectivamente.
Primeramente es Pistola quien se niega a hacerlo, alegando ser un
caballero. Bardolfo a su vez pone al honor como la causa de su
negativa. Falstaff envía entonces a Robin, el joven paje de la taberna a
entregar las cartas. Enfurecido con sus sirvientes, Falstaff se embarca
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en el poderoso e impresionante monólogo del Honor, en el que hallamos
algunas formas variadas de recitativo accompagnato, madrigalismo, y
hasta breves frases líricas, todo ello enmarcado en un brillante canto de
estilo declamatorio.
La definición de Falstaff del honor es única y genial. Al final de su
soliloquio, el Caballero despide violentamente a ambos sirvientes,
corriéndolos con una escoba de la taberna.
Cuadro segundo: Jardín en casa de la familia Ford.
Se encuentran reunidas las amigas Meg Page, Alice Ford, su hija
Nannetta y Mrs. Quickly, para comentar un hecho curioso: Ambas han
recibido la carta de Falstaff y las comparan, burlándose del Caballero al
ver que son idénticas, se proponen organizarle una broma.
En este punto observamos como el compositor recurre a un estilo que
recuerda a las óperas buffas, logrando un cuarteto vocal en donde
fluyen las líneas de canto de las cuatro solistas en una perfecta armonía
y sin necesidad de diferenciarse musicalmente para caracterizar a los
personajes.
A ellas se han unido musicalmente Ford, Caius, Fenton, Bardolfo y
Pistola, que también desean vengarse del Caballero por todos los
perjuicios que éste les ha ocasionado.
Las mujeres se retiran quedando en escena los personajes masculinos.
Ford pide entonces a Pistola que vuelva a referir los planes de Falstaff,
anunciando que vigilará tanto a Alice como al obeso galán.
El duetto entre Nannetta y Fenton inyecta una dosis de aire fresco a la
escena, destacándose la frase del tenor “Bocca baciata non perde
ventura", que volverá a oírse en el soneto del último acto.
Las damas vuelven a escena con un plan preestablecido: Mrs. Quickly
irá a la taberna para fijar una cita de Alice con el Caballero, para
después burlarse de él.
Todo transcurre en una misma secuencia con una dinámica de diálogos
cortos y punzantes, con un manejo magistral de la polifonía y del
contrapunto. Tal como en el diálogo anterior, el encuentro entre Fenton
y Nanetta vuelve a ser un remanso entre tanta emoción. En este dúo, la
música se vuelve más pausada y de gran belleza melódica.
Regresan a escena los hombres citados para fijar su estrategia: Ford
aparecerá en la taberna bajo un nombre falso, a fin de tender a Sir
John una trampa.
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Una vez expuestos los planes, disfrutamos nuevamente de las líricas
armonías de la música asociada a los jóvenes amantes. Parten los
hombres, y las mujeres concluyen el acto con la resplandeciente frase
de Alice Ford, tomada de la propia carta de Falstaff: “Ma il viso mio su
lui risplenderà”, coronada por las carcajadas de las alegres comadres de
Windsor, ante la perspectiva de la burla.
Acto segundo
Cuadro Primero: Nuevamente en la taberna de la Jarretera, Bardolfo y
Pistola regresan para pedir un aparente perdón a Falstaff.
Se anuncia la presencia de una dama que pide audiencia con Sir John.
El comienzo del dúo con la cómica frase "Reverenza" nos recuerda el
tono de la broma que el Caballero ignora. Mrs. Quickly le revela que
Alice Ford ha quedado prendada por la carta que el anciano le enviara,
y que puede verla entre las dos y las tres, cuando su esposo se halla
ausente. Falstaff, entre copa y copa, se muestra exultante y acepta la
cita con agrado. Pero no acaba aquí la conversación, ya que Quickly le
trae otro mensaje más: Meg Page también ha caído hechizada por la
carta. Falstaff, impresionado por su éxito, tiene sin embargo un atisbo
de duda: ¿se conocen ambas?.
Mrs. Quickly, mintiendo, le tranquiliza negando el hecho puesto que la
mujer es astuta. Cuando ella marcha, Falstaff estalla en una vigorosa
frase apoyada por una carcajada en los trombones: “Va, va, vecchio
John”. Bardolfo le anuncia la llegada del señor Fontana, que no es otro
que Ford mismo disfrazado. Ford le pide, a cambio de unas monedas de
oro, que enamore a una dama, Alice Ford, de la que está enamorado
pero sin ser correspondido.
Entrega a Sir John una cuantiosa suma de dinero por sus servicios,
que provocan gran alegría en el protagonista. Sin embargo, Ford no
cuenta con los planes de su esposa, con lo que se ve sorprendido
cuando Falstaff le revela que el trabajo ya está casi hecho, puesto que
se reunirá con ella en poco tiempo. Ford, entre preocupado e indignado,
le pregunta si conoce al marido de Alice a lo que el Caballero le asegura
que no, pero que lo "cornificará con elegancia", burlándose de él de
modo cruel.
Cuando Falstaff sale para arreglarse, Ford queda sentado junto a la
bolsa de oro, y pronunciando una arenga en contra de la infidelidad de
las mujeres "È sogno? O realtà?”.
Vuelve Falstaff ya arreglado para la cita y ambos caballeros
intercambian cumplidos sobre quien saldrá primero de la taberna. La
escena se cierra con la frase a dúo: “Y bien, pasemos juntos”, mientras
la orquesta estalla con la sonora carcajada ya escuchada cuando Sir
John se jactara de sus conquistas.
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Cuadro Segundo: Salón en casa de los Ford.
Alice y Meg están divirtiéndose con la broma que planean cuando llega
Mrs. Quickly. La dama les narra lo acontecido en la taberna, revelando
que Falstaff se ha creído la historia de que "están locas de amor por él".
Preparan la escena antes de la próxima llegada del gordo Caballero,
aprontando un gran canasto de lavado. Alice, entre preparativos, se
preocupa de la tristeza de su hija Nanetta, a quien su padre, es decir
Ford, ha prometido en matrimonio al doctor Caius, y la tranquiliza
diciéndole que eso jamás sucederá. El Caballero llega a la casa y la ve
ejecutando música en su laúd. Se ponen a conversar, revelando el
anciano su deseo de que ella fuese suya a lo que ella se resiste.
Asistimos en esta ocasión a una pausa dentro de la intensidad musical
para disfrutar de esos "recuerdos" de delgadez de Falstaff, con el
brevísimo y aéreo arioso "Quand' ero paggio", con un tono ligero y jovial.
Mrs. Quickly aparece para avisar que ha llegado Meg furiosa. Falstaff
pide que le esconda a lo que ella acepta señalando el biombo. Meg
aparece en la habitación anunciando que el señor Ford quiere asesinar
al supuesto amante de su esposa, ignorando que lo que anuncia es
cierto, y no parte de la broma que ellas urdieron.
Mrs. Quickly vuelve a aparecer para anunciar la llegada de Ford, quien
se presenta enfurecido junto a un grupo de ciudadanos de Windsor,
entre los que se hallan los secuaces de Falstaff y el doctor Caius para
vengarse.
Los hombres registran toda la casa, mientras Falstaff es colocado
cómicamente dentro del cesto de lavandería. De pronto la acción se
interrumpe: Ford ha escuchado ruidos detrás del biombo, que Pistola y
Bardolfo tiran al suelo para descubrir a Fenton con Nannetta, mientras
que Falstaff agobiado por el calor dentro del canasto pide ayuda.
Ford separa con violencia a los amantes, no aprobando su unión.
Cuando se marchan todos, Alice pide a los sirvientes que tiren el cesto
de ropa sucia, donde está escondido Falstaff, al río Támesis. Con la
exclamación general, todos ríen, y Ford comprende la broma que
acaban de gastar al ridículo caballero enamoradizo.
Acto tercero
Cuadro Primero: Patio exterior de la Posada de la Jarretera.
Un repetitivo pasaje orquestal, apoyado por tres trompetas y tres
trombones quasi martellando, introduce al tercer y último acto.
Sentado en un sillón y cubierto por frazadas, el maltrecho Sir John,
molesto por la burla de unas horas antes, llama al tabernero y pide una
jarra de vino caliente, maldiciendo a este mundo falso, donde ya no
existe la virtud.
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Se desarrolla un nuevo monólogo de Falstaff, la figura principal de esta
comedia, ya algo más animado por el buen vino. Llega Mrs. Quickly y
trata de engañarlo con una nueva cita, a la que Falstaff en principio se
resiste por el mal recuerdo que la anterior le dejara unas horas antes.
La dama le entrega entonces una carta donde Alice le dice que le espera
a medianoche en el parque real, y le pide que vaya disfrazado de Herne,
el Cazador Negro. La escena es seguida por, Alice, Meg, Ford, y Fenton
que aparecen en escena en cuanto Mrs. Quickly y Falstaff abandonan el
lugar para continuar la trama.
Entre todos van preparando la nueva broma al Caballero, y los papeles
que realizarán en la mascarada. Nannetta será la Reina de las Hadas,
Quickly una bruja, y Meg la ninfa de los bosques. Además, Alice llevará
unos niños para que hagan de pequeños duendes. Se despiden
recordando que la cita es junto a la encina de Herne, con el fantasmal
Cazador Negro, y recomendando a todos de que no se olviden de las
máscaras y los disfraces.
Cuando se han ido todos, Ford y el Doctor Caius llegan a acordar un
ardid aprovechando la situación por medio del cual Ford pretende
entregarle por esposa al Doctor Caius su hija Nannetta. No cuentan sin
embargo con el hecho de que Mrs. Quickly logra escuchar dicho plan y
tratará de aquí en más de frustrarlo.
Cuadro Segundo: La escena se desarrolla de noche, dentro el Parque
Real de Windsor, junto a la encina de Herne.
El primero en llegar es Fenton, mientras se escucha un breve preludio
que nos ambienta en el lugar misterioso que han fijado para realizar la
broma a Falstaff. El joven enamorado de Nanetta dispone aquí de su
único momento de lucimiento, el lírico soneto "Dal labbro il canto
estasiato vola”, breve pero de gran belleza melódica. Aparece entonces
Alice dispuesta a ayudar a los dos, conocedora de los planes de su
marido para casar a Nannetta. Para ello, disfraza a Fenton de monje.
Llega Falstaff disfrazado de Cazador Negro y contando las campanadas
para la medianoche. Alice aparece en escena y resiste los embates
amorosos de Falstaff. En ese momento, Meg grita avisando que llegan
"las brujas". A lo lejos se oye la voz de Nannetta invocando a ninfas,
elfos, y espíritus del bosque. El caballero se tira al suelo para no ver a
las Hadas y morir. Con esto, da comienzo la burla. Nannetta, ejerciendo
como Reina de las Hadas, tiene aquí su momento más destacado por la
belleza vocal de su invocación a la magia en el bosque.
Bardolfo tropieza con el cuerpo de Falstaff y señala al caballero como
objeto de burla para los espíritus, mientras Alice avisa a Nannetta para
que se esconda, pues se ha iniciado el plan secreto de su marido para
casarla con el odiado Doctor Caius.
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Entre todos tratan de mofarse del caballero con supuestos exorcismos,
atormentándolo y exigiendo su arrepentimiento, quien cómicamente
pide que sólo salven su abdomen, aunque no su alma.
En un momento de la trama, a Bardolfo se le cae la máscara y Sir John
lo reconoce como uno de sus cómplices, acribillándolo con una ráfaga
de insultos, magistralmente hilvanados por la pluma de Arrigo Boito.
Falstaff también reconoce en Ford al enigmático Señor Fontana del acto
segundo, pero Alice le revela la verdad, que se ha equivocado de saludo
pues él no es otro que Ford, su marido.
Mrs. Quickly se presenta también ante el Caballero, mientras ésta lo
vuelve a saludar en plan burlón con la frase "Reverenza", de los
anteriores encuentros, Sir John comprende entonces que ha sido el
blanco de una terrible burla. Ford anuncia los esponsales de su hija sin
revelar con quien, y su esposa presenta a otra pareja incógnita que
también quiere casarse. La segunda broma es expuesta, y el doctor
Caius contempla atónito que se ha casado con Bardolfo disfrazado.
Frustrado, Ford sucumbe ante la astucia femenina y aprueba el
matrimonio de Fenton con su hija. Dirigiéndose a Ford irónicamente
como “Querido Señor Fontana”, Falstaff trata de preguntarle quién ha
sido el engañado esta vez, y ambos hombres se trenzan, aunque de
modo amistoso en una discusión al respecto.
En un esperado final feliz, el anciano ha recibido la lección, Ford ha
visto que su plan ha fallado, pero ve a su hija feliz, y las alegres
comadres han disfrutado con sus bromas, que han servido para que
todos aprendan.
Giuseppe Verdi, quien fuera decidido enemigo del academismo rancio
hace uso aquí, en su última ópera, de dos recursos compositivos
tradicionales: El contrapunto y la fuga pero dando uso distinto y
sorprendente a los mismos. La ópera concluye así con una gran fuga,
pero una fuga cómica como el compositor mismo la denominara, en la
que todos los personajes exponen que todo en el mundo es burla, todos
nos reímos el uno del otro, y somos “Tutti gabbati”, todos burlados,
pero el que ríe último, indudablemente, ríe mejor que todos.
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Reparto
FALSTAFF
barítono, TITO GOBBI.
LA SEÑORA QUICKLY
mezzosoprano, FEDORA BARBIERI
FORD
barítono, RENATO CAPECCHI
DR. CAIUS
tenor, VITTORIO PANDANO
BARDOLFO
tenor, RENATO ERCOLANI
ALICE FORD
soprano, RENATA TEBALDI
NANETTA
soprano, MIRELLA FRENI
FENTON
tenor, AGOSTINO LAZZANI
MEG PAGE
mezzosoprano, FERANDA CADONI
PISTOLA
bajo, ENRICO CAMPI
Coros y Orquesta del Teatro San Carlos de Nápoles, dirigidos por:
MARIO ROSSI.
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