EL CNIO COMIENZA A EXPERIMENTAR CON ONCOCHIPS PARA CONOCER MEJOR LOS MECANISMOS GENÉTICOS DE LOS TUMORES • Los programas de Patología Molecular y de Biotecnología del CNIO son los responsables de estos experimentos. Madrid, 19 de junio de 2001.- El primer paso para generar un oncochip es la selección de los genes que se imprimen en cada una de las celdillas del chip. De esta forma, los investigadores contarán con una base conocida que les permita establecer diferencias o similitudes entre las dos muestras que se comparen en el experimento. Según Mariano Barbacid, “se toman como partida el ARN de una muestra seleccionada y el ARN de un patrón que sirve de referencia; por ejemplo, un tejido tumoral no tratado y otro tratado, un tejido tumoral frente a uno sano, un tejido invasivo frente a otro no invasivo, etc. Del ARN de estas muestras se hace una copia de ADN mediante técnicas especializadas. Marcaje fluorescente y niveles de expresión de los genes Antes de mezclar ambas muestras sobre las celdas del oncochip, los expertos las marcan con distintos colores o fluorocromos –rojo y verde-. A este paso se le denomina marcaje fluorescente. Al volcarse en el oncochip, las muestras problema y de referencia, que en definitiva son ADN, compiten por adherirse a las cadenas complementarias de ADN de los genes contenidos en las celdas, siguiendo los propios mecanismos de la Biología Molecular. “Gracias al marcaje de colores previamente realizado”, comenta Mariano Barbacid, “se observa fluorescencia roja, verde o amarilla que al ser analizada proporciona información sobre el mayor o menor grado de expresión de cada gen en la muestra neoplásica respecto a la normal. El color rojo identificará los genes del oncochip que están más expresados en la muestra a analizar o muestra problema; el color verde, los que estén en concentración más baja; y por último, el color amarillo identifica los genes que tengan unos niveles de expresión similares entre ambas poblaciones celulares”. De esta forma y siempre dependiendo de las preguntas con las que haya partido cada experimento, se podrá observar, por ejemplo, qué genes están activados o expresados en el tejido tumoral en relación con el de referencia. De ello derivará un mejor conocimiento del funcionamiento interno de las células tumorales, para qué pueden necesitar éstas un gen o para qué pueden querer prescindir de él, etc. La calidad de los oncochips permite así, en un solo ensayo, obtener multitud de valores de expresión génica para distintas condiciones genéticas, lo que convierte a esta técnica en una herramienta de alto rendimiento. Análisis de resultados Sería imposible que un equipo humano analizara directamente esos miles de puntos de colores resultantes de la hibridación de las muestras con el oncochip. La información obtenida tras el experimento se introduce en una base de datos relacional y es en este punto donde trabaja la Bioinformática, una disciplina que analiza información biológica mediante el uso de computadoras. El procesamiento informático de los datos obtenidos dará a conocer los resultados de los experimentos con oncochips y, en el caso del CNIO, será el Programa de Patología Molecular el encargado de analizar si los datos se corresponden con la información que se esperaba obtener o si, por el contrario, hay que diseñar el experimento desde otra perspectiva. La labor del oncólogo y del patólogo es fundamental para saber si un tumor ha cambiado de una u otra forma durante su progresión tumoral, ya sea por la acción de un fármaco o por la presencia de alguna circunstancia determinada. Preguntas y respuestas: claves y objetivos del oncochip CNIO De poco servirían los experimentos con oncochips como los que fabrica el CNIO sin plantear preguntas previas que orienten el trabajo de los grupos de investigación. En palabras del doctor Piris, “lo que se pretenda encontrar dará la clave sobre la información que finalmente resulte del experimento con oncochips. A las cuestiones de inicio del trabajo se añaden las preguntas que se formulen a la base de datos. Todo ello permitirá o no obtener datos de trascendencia para conocer mejor a los tumores”. Una vez interpretada la información ofrecida por los experimentos llevados a cabo con oncochips llega el momento de trasladar esa información. Cada proyecto surge para evaluar una hipótesis y procede de un grupo de trabajo. Por ello, el primer trasvase de información de los resultados vuelve al grupo de trabajo de origen. Todo este proceso, al menos de momento, tiene como objetivo informar sobre todo a los propios investigadores.