grandes solistas - Auditorio de Zaragoza

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grandes solistas
AUDITORIO
PALACIO DE CONGRESOS ZARAGOZA
SALA MOZART
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XIciclo
«PILAR BAYONA» 2008
jueves 15 de mayo 20,15 horas
Joaquín Achúcarro
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© Fondation Polinnia Euterpe
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Joaquín Achúcarro
La carrera internacional de este bilbaíno universal empezó a raíz de su
triunfo en el Concurso Internacional de Liverpool en 1959 (que en la
modalidad de directores de orquesta había ganado Zubin Mehta en
1958), que le llevó a debutar en Londres con la London Symphony
Orchestra consiguiendo la Medalla Harriet Cohen al mejor debut de la
temporada.
Desde entonces, Achúcarro ha recorrido 60 países, actuando en recitales
con más de 200 orquestas como la Berlin Philharmonic, New York Philharmonic, Chicago Symphony, Los Ángeles, Cincinatti, Dallas, Montréal,
Vancouver, London Symphony, BBC, Philharmonia, London Philharmonic,
Halle, Birmingham, Royal Scottish, Royal Liverpool, Nacional de France,
Yomiuri de Tokio, Tokyo Philharmonic, Berlin Symphony, RIAS Berlin, Hambourg, Stuttgart, Sta. Cecilia, Arena de Verona, La Scala de Milán, La Fenice, RAI, Concertgebouw, Helsinki, Bergen, Oslo, Sydney Symphony, etc y
colaborando con una impresionante lista de 340 directores como Abbado,
Boult, Chailly, Dutoit, Mehta, Menuhin, Ozawa, Rattle, etc así como la práctica totalidad de directores españoles, lista que sigue creciendo.
Joaquín Achúcarro desarrolla una ininterrumpida actividad concertística. Solo durante las dos últimas temporadas sus compromisos le han
llevado a actuar como solista de las orquestas BBC Philharmonic, WDR
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de Colonia, Sydney Symphony, Tokyo Philharmonic, Hiroshima
Symphony, Berlin Symphony, Puerto Rico Symphony, Fort Worth, Oregon
Symphony, Florida Symphony, Hunstville y Vancouver Symphony, Het
Gelders Orkest de Holanda, Nacional de Irlanda, Orchestra Verdi, Filarmónica de Roma, Arena de Verona, Pommeriggi Musicali de Milán, de
Palermo, Orchestre Philharmonique de Nice, Orchestre du Pays de Loire, Orchestre d´Aquitaine, de Auvergne, Nacional de Chile, Nacional de
Méjico, de Xalapa, Orquesta de Euskadi, Orquesta Sinfónica de Bilbao,
Orquesta RTVE, Ciudad de Barcelona, de Málaga, de Baleares, etc.
En recitales ha actuado tres veces en Nueva York, dos en París y en los
Festivales de Reims, Jacobins de Toulouse, Bruselas, Aosta, Arezzo,
Siena, Quincena Musical de San Sebastián, Tuscan Sun Festival,
Roma, Milán, Venecia, Trieste, Madrid, Valencia, Zaragoza, Las Palmas,
Oviedo, Torroella del Montgrí, Valle de Bravo de Méjico, Guadalajara,
Xalapa, Tecnológico de Monterrey, Bogotá, Bellver, Pamplona, Sevilla,
etc., así como su presentación en China (Beijing) inaugurando el Beijing
Internacional Piano Festival el 30 de septiembre de 2007.
Su discografía pasa de los veinte títulos para los sellos BMG-RCA,
Sony, Claves, Ensayo Master of Arts, Arcobaleno, RTVE, con música de
Brahms, Schumann, Ravel, Schubert, Granados, Falla, Hermann, Chopin, Beethoven, Rodrigo, Debussy, Bartók y Rachmaninov.
Entre sus múltiples condecoraciones caben destacar el Premio Nacional de Música 1992, la Medalla de oro de las Bellas Artes 1995, el
Ilustre de Vizcaya 1996 y la Medalla de Honor del Festival de Granada
1998.
Además, ha sido nombrado por la UNESCO en París «ARTIST FOR PEACE 2000» en «reconocimiento a su extraordinaria labor artística» y personaje de 2001 en Dallas (EE. UU.).
En mayo de 2003 se le concede la Gran Cruz del Mérito Civil, en diciembre de 2004 es nombrado Hijo Predilecto de la villa de Bilbao y en diciembre de 2005 es nombrado Vasco Universal. Asimismo, es profesor de los
famosos Cursos Internacionales de la Academia Chigiana de Siena (Italia) y desde septiembre de 1989 ostenta la Cátedra Especial Estes Tate
de Piano en la Universidad Southern Methodist de Dallas (EE. UU.), donde tiene alumnos de todas las nacionalidades, combinando sus períodos
de enseñanza con su denso calendario de conciertos.
www.achucarro.com
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Comentarios al programa
La vida de Johannes Brahms, aunque no especialmente larga en años
–murió a los sesenta y cuatro–, sí fue muy fructífera en cuanto a obras
escritas. A excepción del apartado operístico, se encuentra en su catálogo varios géneros: música sinfónica, de cámara, para voz, coros y la
importantísima música para piano. Desde muy pequeño, Brahms sintió
inclinación por el arte musical, muy posiblemente influido por su padre,
un modesto contrabajista que no quiso seguir la ocupación tradicional
de sus antepasados, posaderos en las tierras norteñas de Dithmarschen, región de Holstein, en la baja Sajonia. Johannes Brahms, nieto
del tabernero y posadero Meter Heinrich Brahms, estudió con ahínco
durante tres años el instrumento que había elegido: el piano, aunque
también se inclinaba hacia los estudios de violín.
A los diez años de edad se presentó por primera vez como concertista,
tocando obras propias, destruidas por el propio músico, y algunas de
otros compositores. No tuvo demasiado éxito como solista y durante
tres años se vio obligado a ganarse la vida como músico de miserables
orquestas en cafetines de «dudosa» reputación. Siete años duraron
estas pobres condiciones musicales, para el sensible e inteligente
Brahms, hasta que conoció al violinista húngaro Remenyi. Juntos
emprendieron una gira de conciertos que les llevó en primer lugar a
Hannover, en donde pudieron conocer al famoso violinista Joseph Joachim, quien les aconsejó viajar hasta Weimar, ciudad famosa por su
extraordinario ambiente musical. Pero allí dominaba, lejos de la vida
cortesana, el conocidísimo Ferenç Liszt, rodeado de alumnos, admiradores –más ellas que ellos– y amigos. Brahms intentó formar parte de
este círculo, pero Liszt, despreciativamente, lo excluyó de su entorno.
Muy desilusionado, dejó la gira de Remenyi, y aceptando la invitación
de Joachim marchó a pasar algún tiempo con él a Gotinga. Muy lejos
se encontraba Brahms de sospechar que pronto su destino y su suerte iban a cambiar: el 30 de septiembre de 1853 llegaba el músico a
casa de quienes serían sus protectores musicales y amigos incondicionales: Robert y Clara Schumann, ella Wieck de soltera.
Un mes después de que Brahms y los Schumann se encontrasen, el
joven músico ya era conocido y Robert Schumann escribió un muy elo-
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gioso artículo en la «Neue Zeitschrift für Musik». En Leipzig encontró
nuevos admiradores e hizo diferentes amistades. En una carta a Joachim, fechada el 9 de diciembre de 1853, Berlioz escribía: «estoy vivamente impresionado por este joven audaz tan tímido, que intenta escribir música nueva…No sabe lo que le espera». Afortunadamente las
predicciones de Berlioz no se cumplieron porque a partir de ahí y no sin
mucho esfuerzo y trabajo, Johannes Brahms alcanzó el reconocimiento
y la fama que merecía. Desde 1870 para algunos, y después de la
muerte de Wagner para muchos, fue considerado como el mejor compositor alemán. Recibió homenajes, premios, distinciones y recompensas que no le engañaron acerca de su soledad, pues nunca se casó.
Hizo mucho por los demás y nadie se vio privado de los sabios consejos de este gran músico y humanista.
El género de la variación fue muy importante para Brahms, quien cultivó en unas líneas de gran libertad el modo de variación estricta en el
que Beethoven había sido maestro. Schumann y Liszt llamaron a esta
forma musical «Variación-Fantasía» y a ella se acogió Brahms, transformando y enriqueciendo los temas originales.
Es precisamente un motivo musical de Schumann el escogido por
Brahms para escribir su primera serie de variaciones: 14 Variaciones
sobre un tema de Schumann Op. 9. Un tema también utilizado por Clara Wieck para el primer Albumblatt del Bunte Blätter Op 99 n.º 4 de
1851. Brahms y Clara habían tenido la intención de escribir una obra
conjunta, hecho que finalmente no se llevó a cabo. El autor amigo ofreció la partitura a Clara, quien había tenido a su último hijo, Felix, ahijado del propio Brahms, con la siguiente dedicatoria: «Pequeñas Variaciones sobre un tema de Él dedicada a Ella». Estas variaciones, de un
puro romanticismo y de unas innegables delicadeza e inspiración, no
tienen nada de «pequeñas». Existe una combinación sutilísima en ellas,
otro homenaje más a Schumann y a su personalidad, acaso desdoblada a causa de su enfermedad mental, lo que no le impidió agradecer y
disfrutar de la música de su amigo cuando éste se la entregó en el
sanatorio de Endenich, lugar en el que Schumann moriría unos meses
después.
Catorce de las Variaciones fueron compuestas en marzo de 1854 y las
dos siguientes en agosto del año siguiente. Las primeras son de carácter poético y tierno y las segundas más extrovertidas y exuberantes.
A lo largo de todos los números se encuentra un considerable uso de
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procedimientos en el contrapunto, manejado y enlazado con gran destreza y finura y que proporciona a la partitura un poder emocional
extraordinario, sobrepasando el misticismo de su modelo.
En el Op. 79 de Brahms se encuentran dos Rapsodias, siendo la primera de ellas la que nos ocupa en este recital. En el caso de estas
Rapsodias se podría considerar lo engañoso de su título, puesto que
ninguna de las dos posee esa libertad, de algún modo desordenada, o
ese tono de mezcla o popurrí que se da habitualmente en las piezas de
estas características, pudiéndose tomar como ejemplo las de Liszt.
Como apuntaba en su día la dedicatoria Elisabeth von Herzogenberg,
las dos Rapsodias tienen una estructura perfecta, como si de dos
sonatas se tratase, con un cierto acercamiento al tono caballeresco de
las Baladas. Son por ello entonces menos modernas que las atrevidas
partituras juveniles de la Op. 76, y encontramos en ellas una personalidad orquestal mucho más evidente. La Rapsodia nº 1 en si menor,
«Agitato» incluso aparece heroica, aunque en numerosos pasajes esté
contrastada con melodías que vienen plenas de suave ternura. El musicólogo Menétriér la define como un gran Scherzo con Trio. El primer
tema suena muy vehemente, mientras que el segundo «molto cantabile» se verá interrumpido bruscamente por una evolución de rasgos que
recuerdan a algunos pasajes beethovenianos. El Trio, «meno agitato»,
está basado en el segundo tema.
Cinco años antes de su fallecimiento compone Brahms el op 119, su
tercer libro de Klavierstücke con cuatro piezas, siendo los dos libros
anteriores el op 76, escrito entre 1871 y 1878, y el op. 118, escrito en
1892, el mismo año del ya mencionado tercer libro. En esta fecha
Brahms escribe varias piezas de corta duración que figuran como perdidas, no así estos Klavierstücke y otros cincuenta y un ejercicios
–Übungen–, de peculiar sistemática y digitación. Probablemente, el
autor escribía para sí mismo estos estudios y ejercicios antes que para
pianistas noveles, dada su dificultad y clima de grandiosidad. El op.
119 se estrenó en Londres, en enero de 1894.
«La máscara orgullosa, un poco faunesca, sobre la que se dibuja y brilla una sonrisa socarrona y pura de dios vencedor…». Así describe
Rene Meter a Claude Debussy a partir de una fotografía de 1904.
Debussy nace en el seno de una familia de clase más que humilde y
su infancia transcurrió bajo el escaso cuidado que le proporcionaban
sus padres. Manuel Aquiles, el padre, pasaba muy poco tiempo en el
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hogar familiar a causa de su trabajo en la infantería de marina y la
madre, hija de un cocinero de Tonerre, apenas prestaba atención a su
hijo, quien creció sin asistir a la escuela. Siendo Debussy muy joven
tuvo la enorme suerte de que un rico coleccionista de arte se apiadase de él y decidiese ocuparse de su educación. Este benefactor se llamaba Achile Arosa y era hermano de Gustave Arosa, protector de Gauguin. No es extraño entonces que la primera afición artística de
Debussy fuese la pintura, pero cuando contaba casi 10 años, Antoinette Folre Mauté, consumada pianista que había conocido a Chopin y
era suegra de Verlaine, descubrió sus innatas dotes para la música y
sobre todo para el piano. Le hizo ingresar en el Conservatorio de París,
lugar que frecuentaría durante doce años, que serían cruciales para su
formación cultural, aunque se ha llegado a comentar que para el músico fueron años de «calvario», de las «torturas» que padeció y del «odio»
y la «repugnancia» con que recordaba aquella larga época durante la
cual tuvo que «sufrir» la extrema dureza de sus profesores. La realidad
era que sus partidarios exageraban los comentarios de Debussy sobre
el Conservatorio, comentarios que él mismo, a su vez, magnificaba, lo
que se comprobó tras contrastar los hechos con los testimonios de sus
compañeros de estudios. Lo que sí es probable es que el carácter de
Debussy, hipertrófico, dado a la fantasía y en exceso romántico, diese
pie a semejantes habladurías.
En los años siguientes Debussy se convir tió en un afamado concertista y compositor que ganó el muy ansiado Premio Roma en 1884
con L’Enfant Prodigue. Tuvo una vida muy agitada; se ocupó de infinidad de asuntos relacionados con la música que le proporcionaron
no pocos problemas y escribió una grandísima cantidad de obras de
todo tipo, prestándole mucha atención a las obras para piano, de las
cuales comentaré en estas notas las que se incluyen en el programa de hoy: algunos de los Preludios del segundo cuaderno. La redacción de este segundo cuaderno ocupó unos tres años de la vida de
Debussy, de 1910 a 1912, ambos incluidos. Bien es verdad que no
solo escribió esta obra en esos años: El Mar tirio de San Sebastián
o Juegos y Khamma están compuestos también durante esa época.
Los Preludios tienen un título, cada uno escrito al final de la par titura y son de carácter poético o descriptivo. Con este propósito, el
título del primer Preludio del segundo libro, Nieblas, se muestra muy
revelador, ya que esta pieza, tan innovadora, consiste principalmente en sumergir –aunque Debussy prefería el término «inundar»– la
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tonalidad de do mayor, en la mano izquierda, en la «niebla sonora»
de la mano derecha.
Ciertas piezas de los Preludios son de naturaleza muy diversa y novedosa, ya que integran en su composición los potenciales sonoros de la
música, proponen combinaciones armónicas insólitas o reivindican claramente el atematismo. Además de Nieblas, es obligado citar Los sonidos y los perfumes giran en el aire de la tarde, Lo que ha visto el viento
del oeste, La terraza de las audiencias al claro de luna, Canope y Fuegos
artificiales. Finalmente hay que señalar que algunos Preludios son de inspiración más exótica: La serenata ininterrumpida o La puerta del vino, de
tono humorístico; y con los reflejos de las primeras luces del jazz, como
Ministriles o General Lavine excéntrico. Estas obras son la primera gran
cima pianística de Debussy que cumple su ideal musical: la impresión de
la improvisación; decía: «…esto no parece estar escrito».
Ciboure, localidad cercana a San Juan de Luz, fue el lugar de nacimiento de Joseph Maurice Ravel en marzo de 1875, falleciendo en
París en 1937. Ravel comenzó muy pronto a estudiar piano a instancias
de su padre, conocido melómano. A los 14 años ingresó en el Conservatorio de París y pronto obtuvo una medalla en piano. A esa época pertenecen sus primeras composiciones: Serenata grotesca para piano,
inspirada en Chabrier o Balada de la reina muerta de amor para canto
y piano. A pesar de sus ambiciones como joven compositor, sus profesores solo le consideraban una promesa del piano. Su maestro Beriot,
hijastro de María Malibran, reconoció que había hecho «grandes progresos», no sin antes dedicarle esta «bonita» frase: «Usted es un criminal: debería ser el primero de la clase y sin embargo es el último».
Ravel abandonó el Conservatorio con muy mal sabor de boca y consiguió tomar clases particulares con Santiago Riera. De este modo, el
joven y atribulado músico conoció la música española y también la
rusa: Rimski, Glazunov, Balakirev y Borodin, músicos que su amigo
Ricardo Viñes ya conocía y que acercó y animó a estudiar en profanidad
a su colega francés. Juntos asistían a los famosos «Conciertos Lamoureux» y Ravel se emocionaba escuchando la música de Wagner, en particular la obertura de Tristán, y cuenta Viñes que su amigo, ante música tan sublime, lloraba, temblaba y se estremecía de emoción: «Él, que
aparentaba ser tan frío y cínico; él, Ravel, el excéntrico ‘decadent’, lloraba como un niño pequeño». Ante esa demostración del verdadero
carácter del francés, con aquel «descuido» emocional, Viñes se intere-
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só por conocer mejor a su amigo y descubrió que: «Ante los ojos de la
gente aparece como un fracasado y en realidad es un intelectual y un
artista de alto rango que interiormente es un ser infeliz, extraño para sí
mismo, que habría merecido un maravilloso destino. Su complicado
modo de ser le hace parecer una mezcla integrada por un católico de
la Edad Media y un diabólico escéptico, pero le guía un gran amor por
el arte y lo bello y es capaz de expresarlo de una manera muy natural
como lo demostró con su llanto al escuchar la obertura de Tristán.
Se dice que en Gaspard de la nuit Ravel se sitúa contra el piano romántico pretendiendo suscitar una reacción más intelectual que emocional.
Lo cierto es que en su acercamiento al impresionismo, aquí mucho más
perceptible que en Miroirs, lo fantástico, lo grotesco y la soledad nocturna logran que el oyente se adentre en la fuerza del descriptivismo.
Ondine, Le Gibet y Scarbo son los tres movimientos o el hilo conductor
de Gaspard de la nuit, obra inspirada en los poemas de Aloysius Bertrand, que Ravel conoció gracias a Viñes, y que casi podría ser una
sonata por su planteamiento: Ondine, de carácter dulce y alegre, desarrolla una línea melódica móvil pero muy claramente identificable, adornada con arpegios elaborados al estilo de la sabia técnica de Liszt, con
acordes de notas desgranadas rápidamente. Esta pieza, llena de
armonías irisadas, resuelve brillantemente lo que Ravel denominaba
«un problema de oficio». En Le Gibet, Ravel abandona el virtuosismo
para adoptar algo más «moderno», puesto que la armonía, en esta pieza, resulta indeterminada. La obra aparece edificada sobre un riguroso
«ostinato», que se interpreta sin cambio de «tempo»; el autor recurre a
varios registros del piano, «presentando una paleta sonora de calidad
casi orquestal», según Stuckenschmidt.
Ravel precisó que con Scarbo había querido escribir una obra aún
más difícil de ejecutar que Islamey de Balakirev. Y en verdad que la
riqueza de los timbres y el regreso a un vir tuosismo casi imposible le
dan la razón. Aquí se pone el acento en las rupturas de ritmo, pero
todos los ar tificios que Ravel utiliza alcanzan un alto nivel dentro del
ar te musical.
Gaspard de la Nuit se escribió durante el verano de 1908 en Levallois
y fue estrenado por Ricardo Viñes, en París, el 9 de enero de 1909.
Juana Bonafé
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Programa
Primera Parte
J. BRAHMS
Variaciones sobre un tema de Schumann, Op. 9
J. BRAHMS
Rapsodia n.º 1 en Si m, Op. 79
J. BRAHMS
Klavierstücke, Op. 119
Intermezzo en Si m. Adagio
Intermezzo en Mi m. Andantino un poco agitato
Intermezzo en Do. Grazioso e giocoso
Rapsodia en Mi bemol. Allegro risoluto
Segunda Parte
C. DEBUSSY
5 Preludios (segundo cuaderno)
Brouillards (Moderé)
La puerta del vino (Mouvement de Habanera)
Bruyères (Calme. Doucement expressif)
Général Lavine-eccentric (Dans le style d´un Cake-Walk)
Feux d´artifice (Modérement animé)
M. RAVEL
Gaspard de la nuit
Ondine
Le Gibet
Scarbo
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Imprime: ARPIrelieve, S. A. • D.L.: Z-1.135/2008 • La organización se reserva el derecho de variaciones de días y sustituciones de artistas y programas por causas obligadas de fuerza mayor • http://www.auditoriozaragoza.com
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CULTURA Y PATRIMONIO
Departamento de Educación,
Cultura y Deporte
GOBIERNO
DE ARAGON