Ernesto Halffter - Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid

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Ernesto Halffter
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Diseño: Alberto Corazón
Ernesto Halffter
Diseño: Alberto Corazón
EVOCACIÓN DE ERNESTO HALFFTER AL FINAL DE UN
CENTENARIO CELEBRADO A MEZZA VOCE
El 16 de enero de 1905 nació en Madrid quien estaba llamado a ser uno
de los puntales de la música española del pasado siglo: Ernesto Halffter. Su
figura, su personalidad simpática y la autoridad musical que el maestro
emanaba son recuerdos vivos para cualquier músico o aficionado con unos
cuantos lustros de recorrido, pues sólo llevamos dieciséis años sin él. Pero hace cien de su nacimiento y, acabando el año del centenario, la
ORCAM recuerda al maestro madrileño. Bienvenido sea el gesto, pues, a
decir verdad, el ambiente musical español no ha sido especialmente ocurrente ni generoso con la música de Ernesto Halffter a lo largo de este año
de su centenario.
Nacido músico, su innata capacidad para este arte fue tan patente que en
1911 (¡a los seis años!) ya había ideado una piececilla pianística que tituló El
cuco; en 1920, a los quince de edad, compuso sus primeras obras que mere3
cerían los honores del estreno público: 5 Canciones sobre poemas de Heine y
3 Piezas líricas para piano; y en 1924, a los diecinueve, tenía pergeñada la formidable Sinfonietta que le valió el Premio Nacional de Música y supuso su temprano lanzamiento internacional, requerida la obra por todas las batutas españolas y otras foráneas muy importantes.
También fue temprana la incardinación de Ernesto Halffter en el todo cultural,
tan rico, que vivía la España de la Segunda República.Así, en 1922 nuestro músico compuso una Marcha joyeuse para cuya edición haría Salvador Dalí un
precioso dibujo y, al año siguiente, el joven Ernesto Halffter entró en contacto con el poeta gaditano Rafael Alberti (poco más de dos años mayor que él)
y de la inmediata sintonía entre ambos talentos nació la pequeña maravilla de
La corza blanca. Poco a poco, Ernesto iría conociendo y tratando a los otros
grandes poetas de la Generación del 27 –sobre todo a Federico García Lorca, de quien fue buen amigo, y a Gerardo Diego–, a artistas plásticos, a intelectuales como Ortega y Gasset, D’Ors o Madariaga… Halffter y Alberti quedarían definitivamente “hermanados” en 1925 al recibir los Premios Nacionales de Poesía y Música, respectivamente: el gaditano por Marinero en tierra y el
madrileño por la Sinfonietta.
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Por entonces, Ernesto Halffter ya contaba con un apoyo privilegiado: el del
más importante e influyente crítico musical de la época, Adolfo Salazar. Éste,
en carta a su amigo Manuel de Falla escrita en 1922, le anunciaba que pronto
iría a verle y “... procuraría llevar conmigo una pequeña maravilla que he encontrado aquí, hace un año ya, pero que hasta ahora no quería descubrirle. Es
un chico madrileño, Ernesto Halffter, hijo de alemán y española, que es una cosa extraordinaria como facultad de creación y asimilación, casi todo instintivamente”. Y, en medios públicos, el maestro Salazar tampoco se refugiaría en
medias tintas: “Quizá no haya entre nuestros compositores más jóvenes un
músico que, como Ernesto Halffter, llame con mayor energía, un mayor talento y mayor suma de méritos a la puerta que da acceso a la primera fila en el
Parnaso contemporáneo” (en El Sol, 12-XII-1925). El encuentro entre Ernesto
y don Manuel, quien pasaría a ser su maestro y modelo venerado, se produjo
en 1923, en el Café Lyon de Madrid y, pocos meses después, con Falla instalado en Granada, la relación maestro-discípulo comenzaría a desarrollarse y encontraría capítulo importante en la fundación, en Sevilla, de la Orquesta Bética de Cámara, una iniciativa de Manuel de Falla que incluyó el nombramiento
de Ernesto Halffter como su director titular. El concierto de presentación fue
el 11 de junio de 1924. Falla estaba entusiasmado con la capacidad musical de
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su joven discípulo. En carta a su amigo Segismundo Romero escribió:“Lo poco que yo haya podido hacer en beneficio suyo no es nada comparado con lo
mucho que espero de él para nuestra música”. Poco después, Falla escribía a
Ravel anunciándole el viaje de Ernesto Halffter a París: “Se trata, como usted
sabe, de un muchacho dotado para la música de manera muy poco común.Tiene por usted la más grande admiración –lo que, por otra parte, es bien natural–, y ello es una razón más de mi simpatía por él. Dispénsele una buena acogida, pues necesita de sus preciosos consejos”.
Aunque la partitura ya había deslumbrado a quienes la habían leído, la Sinfonietta de Ernesto Halffter no pudo ser oída hasta el 5 de abril de 1927, fecha
del estreno absoluto de la obra en el Teatro de La Zarzuela de Madrid, a cargo de la Orquesta Sinfónica cuyo director, el maestro Arbós, cedió la batuta al
joven compositor para que él mismo defendiera su partitura desde el podio.
En su crítica del evento, Adolfo Salazar, seguro de su apuesta y espoleado, además, por el éxito de público, echaba las campanas al vuelo y no dudaba en esgrimir el paralelismo entre la música de su pupilo y la del más grande compositor europeo de la época: “…Trayectoria contraria seguida por el músico
madrileño de la seguida por Stravinsky en el Pulcinella; es decir, que mientras
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éste toma directamente el texto de Pergolese y lo inyecta de sustancias modernas, Halffter, al revés, viste su propia modernidad de un ropaje exterior cuyo color de inflexión evoca, más o menos claramente, el siglo XVIII. El resultado es de una belleza imponderable: parece como si un velo sutil de melancolía se interpusiese entre la alegría cordial, la abundancia de inspiración, la luminosidad y lo efusivo de esta música del joven madrileño y el auditor (…).
Las cualidades de comunicatividad, de espontaneidad sana y juvenil son tantas
en esta música que ganan todas las voluntades. Otra vez, como en las grandes
épocas, es ésta una música para los pocos y para los muchos” (El Sol, 6-IV1927).
Ernesto Halffter, en efecto, valía a todos: a los defensores de la renovación estética y a los defensores de la tradición de la música española. Por ejemplo, Pablo Casals, nada amigo de modernidades, fue seducido de inmediato por las
propuestas halffterianas y dirigió la Sinfonietta en la temporada 1927-28 de su
legendaria Orquesta barcelonesa. En carta a Ernesto Halffter, Casals escribía
poco después: “De su producción no conozco nada más que su Cuarteto de
cuerda (...) y la Sinfonietta.Ambas obras han sido para mí una revelación. En la
primera advertí su extraordinaria invención y en la segunda una pureza de es7
tilo y madurez en la forma, cuyas cualidades hacen de su Sinfonietta una de las
más notables obras de nuestros tiempos. Esta opinión probará a usted el interés que ha de merecer todo lo que venga de su pluma, por lo que le ruego
me dé todas las ocasiones de estar en contacto con Vd.- Su muy affmo. y admirador sincerísimo, Pablo Casals”.
En 1928, nuestro músico casó con la excelente pianista portuguesa Alicia Cámara. En el campo profesional destaca este año el estreno en concierto (Madrid) y en teatro (París) del ballet Sonatina, escrito para Antonia Mercé, La Argentina. Siguiendo la invitación que el maestro Casals le había hecho, Ernesto
Halffter le envió su nueva partitura y el gran violonchelista catalán se lo agradeció en carta fechada el 3 de enero de 1930:“Acabo de pasar dos horas deliciosas leyendo esta música que es, sin querer herir su modestia, de maestro
consumado. Recibir, leer y ejecutar sus obras será para mí siempre un privilegio”. Digamos que las celebradísimas Danzas de la pastora y de la gitana contenidas en este ballet, fueron concebidas como piezas pianísticas aislables y
susceptibles de carrera propia en concierto y constituyen una magnífica aportación de nuestro compositor al piano español: fueron estrenadas por José
Cubiles en 1927.
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Para representar a España en el congreso de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea (SIMC) que se celebró en Oxford en 1931 fue escogida la
Sinfonietta. En el mismo año tuvo repercusión en los medios musicales madrileños la interpretación que se ofreció en la Residencia de Estudiantes de La historia del soldado de Stravinski en versión dirigida por Ernesto Halffter quien, a la
sazón, destacaba entre los miembros del grupo de Madrid de la generación de
la República, al que igualmente pertenecían su hermano Rodolfo Halffter, Julián
Bautista, Salvador Bacarisse, Fernando Remacha, Gustavo Pittaluga, Gustavo Durán, Juan José Mantecón, Jesús Bal y Gay, Rosita García Ascot… nombres, en fin,
de desigual aportación a la composición española y que sufrieron pronto el golpe y los efectos de la guerra civil. El desenlace de ésta, como es bien sabido, supuso el exilio para la mayor parte de ellos. Pero no fue éste el caso de Ernesto
Halffter, a quien el comienzo de la guerra sorprendió en Lisboa, donde se había
establecido un año antes. Durante el conflicto bélico, además de una pequeña
obra de circunstancias –Amanecer en los jardines de España–,tributo al bando que
se perfilaba ganador, el compositor madrileño repartió su corazón entre España y Portugal escribiendo, por una lado, la orquestación de las 7 Canciones populares españolas de Manuel de Falla y, por otro, la excelente Rapsodia portuguesa para piano y orquesta, síntesis de sus devociones por Falla y Ravel.
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Terminada la guerra y vuelto a España, Ernesto Halffter se dejó llevar –acaso
más de lo debido– por el gusanillo de la dirección orquestal y, entre tantas actuaciones, tuvo las más notables en 1941 al frente de la recién relanzada Orquesta Nacional de España, en el Teatro María Guerrero de Madrid, donde dirigió interesantísimos programas combinando sus propias obras con las de su
maestro Falla, contando con los más prestigiados solistas de la época: Lola Rodríguez Aragón (El retablo y las 7 Canciones), José Cubiles (las Noches), Leopoldo Querol (la Rapsodia portuguesa)… Dirigiendo y componiendo gota a gota dejó transcurrir Halffter los duros años cuarenta, década en la que se produjeron, próximas, las muertes de Falla y Turina. En el paso de esta página de
la historia de la música española, quedaban como cabezas dos personalidades
bien distintas: Joaquín Rodrigo y Ernesto Halffter.
Era 1951. Habían pasado cinco años desde la muerte, en su voluntario exilio argentino, de Manuel de Falla. Su hermano Germán mostraba entonces a Ernesto
Halffter los papeles de la inacabada Atlántida,partitura que,tras largas consultas familiares y editoriales, en 1954 iría a parar a manos de nuestro músico con el encargo de que revisara, ordenara y completara lo escrito por Falla hasta dar con
una versión acabada de tan ambiciosa composición. Con la veneración y el res10
peto imaginables, más no pocas dudas y hasta temores, el maestro Halffter, renunciando a tantas otras vías de su actividad, se enfrascó en este delicado y arduo
trabajo que, provisionalmente, terminó en septiembre de 1960.Así, en medio de
una expectación inusitada, la Atlántida de Manuel de Falla y Ernesto Halffter se estrenó en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona el 24 de noviembre de 1961, en
versión de concierto dirigida por el maestro Eduardo Toldrá, estreno que tuvo
prolongación inmediata en Cádiz y en Granada. La primera representación escénica de Atlántida tuvo lugar en La Scala de Milán el 18 de junio de 1962.
Como obras notables de los años cincuenta, solamente dos nuevos ballets, escritos para las compañías de Pilar López y de Antonio, distrajeron a Ernesto
Halffter de la primera etapa de trabajo sobre la Atlántida: fueron los titulados
El cojo enamorado y Fantasía galaica, respectivamente. Los años sesenta marcan
el comienzo de una etapa compositiva extraordinariamente rica de la carrera
de nuestro compositor, caracterizada por su tendencia hacia obras de contingente coral y orquestal y de temática espiritual, feliz secuela de su inmersión
en la Atlántida de su maestro, piezas bellísimas a las que considero que, hasta
el presente, no se les ha hecho el caso que merecen: Canticum in Papam Johannem XXIII (1964), Elegía a S.A.S. el Príncipe Pierre de Polignac (1966), Salmos
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XXII y CXVI, Los gozos de Nuestra Señora (1970)… Al margen de esta línea,
otra partitura importante: el Concierto para guitarra y orquesta, de 1969.
En 1976, entre tantas manifestaciones con las que se conmemoró el centenario
del nacimiento de Manuel de Falla, el Festival de Lucerna presentó una versión revisada de Atlántida que poco después se daría a conocer en el Teatro Real de Madrid,siempre en presencia de su coautor,Ernesto Halffter,quien,por entonces,había comenzado ya a recibir los honores que nuestro país reserva para sus grandes
artistas y creadores: en 1963 recibió la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio; en 1972
fue elegido miembro Numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la que ingresaría de facto leyendo un discurso titulado “El magisterio permanente de Manuel de Falla”; en 1983 recibió el Premio Nacional de Música…
Ernesto Halffter falleció en Madrid el 5 de julio de 1989. Un grupo de obras
pianísticas había venido a significar la despedida del maestro como compositor a lo largo de los años ochenta. Cuatro de ellas –escritas entre 1987 y
1988– llevan el tinte de la melancolía y el adiós, pues se trataba de homenajes póstumos a colegas músicos que, por añadidura, habían sido buenos amigos, y algo más en el último de los casos: son los homenajes a Arturo Ru12
binstein, Joaquín Turina, Federico Mompou y Rodolfo Halffter. Pero, poco antes, Ernesto había compuesto otro tributo musical de mayor extensión y más
alto resultado artístico: la Sonata-Homenaje a Scarlatti de 1985, inicialmente
prevista para clavicembalo –y así se estrenó– e inmediatamente adaptada para piano. Fue la última obra “grande” de un gran compositor, escrita cuando
ya estaba cansado, sí, pero sintiéndose espoleado por un planteamiento que
le llevaba de modo natural a enlazar el final con el principio, pues esta Sonata, a sesenta años de distancia, parece querer fundirse con la Sinfonietta…
Nota: Cumplido el centario del nacimiento de Ernesto Halffter, seguimos careciendo
del libro-estudio que su biografía y su obra merecen. Entre tanto llega, enfoco a los
interesados en el tema hacia la preciosa publicación “Ernesto Halffter (1905-1989).
Músico en dos tiempos” llevada a cabo por la Residencia de Estudiantes con motivo
de la exposición del mismo título que esta institución y la Fundación Archivo Manuel
de Falla llevaron a cabo en Madrid y Granada en 1997. El libro contiene trabajos de
Guillermo González,Yolanda Acker, Arturo Reverter y Andrés Ruiz Tarazona, así como apéndices con acopio de datos recogidos con precisión por Yolanda Acker.
José Luis García del Busto
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ÍNDICE DE OBRAS PRINCIPALES
5 Canciones de Heine.Voz y piano. 1920.
Homenajes. Pequeña suite para trío. 1922.
Marche joyeuse. Piano. 1922.
Cuarteto de cuerda. 1923.
3 Piezas para orquesta. 1923.
Sonatina-Fantasía. Cuarteto de cuerda. 1923.
Peacock Pie. 3 Piezas para guitarra. 1923.
Serenata,Vals, Marcha. 3 Piezas infantiles. Piano a 4 m. 1923.
2 Bocetos sinfónicos. 1924.
Sinfonietta. 1925.
2 Canciones.Voz y piano. 1925.
Automne malade.Voz y conjunto instrumental. 1926.
Danzas de la pastora y de la gitana. Piano. 1927.
Sonatina. Orquesta. 1928.
Nocturno y Habanera de la ópera incompleta La muerte de Carmen.
Orquesta. 1931.
Sonata per pianoforte. 1932.
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Cavatina. Orquesta. 1934.
7 Canciones populares españolas. Orquestación de la obra de Falla. 1938.
Llanto por Ricardo Viñes. Piano. 1940.
Rapsodia portuguesa. Piano y orquesta. 1940 / 1951.
6 Canciones portuguesas.Voz y orquesta. 1941.
Dulcinea. Música incidental y Suite sinfónica. 1944.
4 Canciones españolas.Voz y piano. 1945.
Fantasía española.Violonchelo y piano. 1953.
El cojo enamorado. Orquesta. 1955.
Fantasía galaica. Orquesta. 1956.
Atlántida.Terminación de la obra de Falla. 1960.
Entr’acte. Ópera de cámara en un acto. 1964.
Cantinum in P.P. Johannem XXIII. 2 solistas, coro y orquesta. 1964.
Elegía a S.A.S. Príncipe de Polignac. Coro y orquesta. 1966.
2 Salmos. 4 solistas, coro y orquesta. 1967.
Concierto para guitarra y orquesta. 1969.
Los gozos de Nuestra Señora. 6 solistas, coro y orquesta. 1970.
Pastorales. Flauta y clave (o piano). 1973.
Tiento. Órgano. 1973.
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L’Hommage à Salvador Dalí.Tenor, coro y piano. 1974.
Sonata. Homenaje a Domenico Scarlatti. Clave (o piano). 1985.
Nocturno otoñal. Recordando a Chopin. Piano. 1987.
Homenaje a Joaquín Turina. Piano. 1988.
Homenaje a Mompou. Piano. 1988.
Homenaje a Rodolfo Halffter. Piano. 1988.
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