SER HUMANISMO Eva González Pérez 4º ESO A ¿Recuerdas cuándo nos conocimos? Apenas habíamos nacido y ya estábamos juntos. Recuerdo tus ojos verdes, tus mejillas sonrojadas y tu risa cristalina. Casi éramos unos niños cuando supimos que nos pertenecíamos el uno al otro. Escribimos nuestra historia a través de los años; aprendimos a querernos y a entender lo que sentíamos entre juegos y travesuras. De ti aprendí muchas cosas y compartíamos nuestro día a día. Cuando empezamos a decirnos “Te quiero” éramos unos muchachos. Yo te quería con locura y tú amabas cada parte de mi ser. Nuestra relación avanzó en el respeto y el cariño, entre caricias y leves suspiros que se escapaban de tus labios. Amaba acariciar tu cabello castaño y oler su esencia a flores y a tierra fresca. Muchas veces sentía que me daba la vida y el alimento. Tú me abrazabas y me dabas calor, mientras tus mejillas se tornaban rosas. Y los dos siempre anhelábamos estar el uno junto al otro, con la risa como nuestra única compañía. Nos dábamos mutuamente todo nuestro ser, aunque yo sentía que eras una diosa, un ángel que apenas podía tocar con los dedos y sentía terror cuando intentaba imaginarme sin ti o pensaba que te alejabas y te ibas para no volver. ¡Oh! Sí, ¡No sabes cuánto miedo sentía! Es por ello por lo que un día, quise unir nuestros lazos para siempre. Tú aceptaste con dulces lágrimas en los ojos mientras se te escapaba una sonrisa; podría jurar que incluso el viento se levantó agitado a nuestro alrededor, que el tiempo se paró, expectante, y que los seres vivos gritaban de alegría mientras nos besábamos sellando ese pacto eterno, el juramento de yo ser tuyo y tú, mía. Habíamos crecido siempre en harmonía, unidos; nos bastábamos el uno al otro para sentir que la felicidad llenaba todo nuestro ser. Te quería tanto, ¡no sabes cuánto te quería! Pero yo sentía que no me querías igual, aunque me dieras todo lo que tenías. 1 Recuerdo que en la primera discusión limpié tus lágrimas completamente arrepentido. Eran dulces, y tus ojos estaban cristalinos. Acaricié tu suave piel mientras murmuraba palabras de disculpa y rogaba tu perdón. Eras sagrada y yo lo había olvidado; había cometido un horrible pecado que esperaba que pudieras perdonarme. Recuerdo que yo tampoco esperaba el primer golpe. Tu piel quedó totalmente contaminada y no podía hacer otra cosa que acariciar esa marca violácea, rezando para que desapareciera cuanto antes y volvieras a estar limpia mientras lloraba y te abrazaba, prometiendo controlarme más para que no me ganaran mis demonios. Tú sonreíste y me perdonaste, ya que comprendías que todos cometemos errores y solo fue cuestión de días que esa primera mancha desapareciera. Y digo primera porque se sucedieron muchas más. Me di cuenta de que nunca me diste todo lo que tenías, que podía obtener mucho más de ti y tú nunca me contaste esos secretos. Me sentí muy desgraciado y me pudo el egoísmo. Quería todo de ti, no que lo compartieras con los demás. Tu belleza y tu amor solo podía disfrutarlos yo; el resto de criaturas nunca serían capaces de comprender tus misterios. Fue tu culpa que yo te golpeara o te gritara. Si realmente me hubieras querido, no pondrías tantas excusas para no resolverme cada uno de tus acertijos. Un día te rebelaste, demostrando mi sospecha de que no me querías. Fue un enfado tan grande como una catástrofe que arrasa con miles de vidas. Pero el miedo de perder mi amor te hizo recapacitar; me pediste perdón y pude ver la culpabilidad en tus ojos. Yo sabía que nos amábamos y, abrazados como solíamos estar antes, juramos respetarnos y querernos. A partir de ese día fuiste más sumisa, y así fue como averigüé cómo podía obtener lo que antes solo podía imaginar. Yo te amo; ¿lo dudas? Tú eres mía; ¿comprendes? 2 Han pasado ya muchos años y no sé cómo llegamos a esta situación. Por más que miro al pasado no encuentro el error que nos llevó a esto. Tus ojos, antes cristalinos, han perdido su pureza y se ven turbios. Su color verde se ha marchitado, al igual que el color de tu piel. Tu piel… ahora está cada vez más contaminada, con manchas y golpes, vertidos por mi amor para evitar que cometas un error. Tus labios rosas se ven más pálidos; no consigo recordar el color de antes. Tu fragancia a flores se ha desvanecido; se ha cambiado por el olor a tabaco de mis cigarros. Las lágrimas de dulces ríos se han convertido en salados océanos que en vez de saciarme, me causan más sed. Las leves caricias que antes tanto me alimentaban se han convertido en arañazos que me siguen dejando hambriento. Tu color luce mustio, como si los años te hubieran marchitado como una flor. Tu fuerte cabello ahora está cansado; no crece como antes y es cada vez más débil. Ya no es largo, porque te es imposible mantenerlo. Ahora parece que estás muerta, pero aun así, me sigues sonriendo y compartes tus días y tus noches conmigo. Pero no eres suficiente. No me complaces y me he dado cuenta de que estás así porque has fingido que me amabas. Si me hubieras querido realmente, no tendría que recordarte cuál es tu función mediante gritos y golpes. Si tú realmente me amaras, tu sonrisa estaría viva y no habrías lamentado ninguna noche el que yo no sea el mismo. Pero, mírate. ¿Quién de los dos es el que realmente ha cambiado? ¡Oh! ¡Antes eras tan guapa! Es por ti por quien en este tiempo me he sentido realmente traicionado, y he querido pagarte con la misma moneda. ¿No me quieres? Ya habrá otra que lo haga. Sé que sospechas cuando me ves salir de casa vestido en mi traje de astronauta. Eras mi mundo, pero yo puse mi bandera en otros planetas y busqué uno que se pareciera a ti mientras tú dabas vueltas completamente sola en nuestra cama. Lo sé porque cuando regresaba, siempre había más ojeras en tus ojos. ¿Fue por mí y lo que había hecho antes o por lo que ya estaba haciendo? Un día me percaté de tu sufrimiento. Intenté curar tus heridas, pero ya estaban grabadas a fuego. Intenté reavivar tus ojos, pero la luz del sol ya no se reflejaba 3 en ellos. Intenté llevarte de nuevo a ver las estrellas, a admirarlas como cuando soñábamos e imaginábamos nuestro futuro de jóvenes, pero la penumbra sobre ellos no te deja verlas. Intenté que rieras, pero el sonido no era el mismo. Te besé, después de mucho tiempo, pero tu sabor había desaparecido. Estabas vacía, ya no eras la misma. Y eso me enfureció mucho. ¿En serio crees que no te amo? ¿Acaso mi amor no te llena? Y, a pesar de todo, siempre estuviste a mi lado. Tal vez fue por el amor por lo que por momentos te quedabas ciega. Tal vez fueron tus deseos los únicos que te hacían soñar cada noche en cada pesadilla. No querías ver y te dejaste poner cadenas. Pero te sigo queriendo y sigues siendo mi ángel, no lo dudes. ¿Acaso alguna vez dejé de hacerlo? Hoy, sé que estás agotada, pero tienes que darme esto: amarme hasta que exhales tu último suspiro. Y eso intentaste de nuevo, pero ya habías dado todo y más de lo que tenías y yo, por querer obligarte a darme el último pedazo de tu corazón, acabé con tu cuerpo entero. Y tu muerte fue mi fin del mundo. Moriste creyendo ser amada y yo creyendo que era el bueno. Ahora recuerdo y me lamento, pero sé que nunca tendré tu mismo sufrimiento. Moriste en injusticia y yo, castigado por ella. Por ello te pido por última vez perdón a ti, mi planeta y mi mundo, Gea. Ser humanismo: Ideología que defiende que el ser humano es superior al planeta Tierra y, por lo tanto, este le pertenece completamente y debe servirle. Estudios han demostrado que, al principio de la historia del ser humano, este tipo de pensamiento no existía. 4