Compartires

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Compartires
por José Luis Escorihuela ‘Ulises’, 2010
Compartires es una dinámica de gestión emocional grupal basada en los principios de la
Comunicación no violenta. Es un espacio facilitado con el objetivo de:
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Compartir experiencias que nos tocan emocionalmente
Trabajar las relaciones y profundizar en ellas
Hablar y escuchar desde el corazón
Procesar temas personales que afectan al grupo
Gestionar conflictos, diferencias, dificultades
Agradecer y honrar la diversidad
Explorar acuerdos y soluciones creativas
Es importante que el espacio de compartir se utilice para lo que es y no para otras cuestiones,
como:
• Ponernos al día de cómo le va a cada uno, en plan noticiero
• Expresar quejas, sin querer ir más allá de la queja y el victimismo
• Imponer mi verdad y querer tener razón a toda costa, o tratar de convencer a los demás
• Tomar decisiones organizativas
• Debatir sobre temas o asuntos generales o de cualquier tipo
Procedimiento
Compartires es un espacio grupal facilitado. El grupo se reúne en círculo y elige una persona para
facilitar la reunión. Es necesario que esta persona tenga un conocimiento y práctica mínimos en
Comunicación no violenta. Es bueno rotar entre los miembros del grupo, de manera que cada vez
facilite una persona diferente. En caso de que la persona que deba facilitar los compartires un día
esté afectada emocionalmente o tenga claros deseos de participar, será mejor dejar su rol a otra
persona del grupo. Cualquier persona puede comenzar a compartir. Se recomienda contar con un
bastón de la palabra en el centro del círculo, de manera que quien quiera hablar deba primero
tener en sus manos este objeto. De esta manera, todo el grupo sabe quién tiene la palabra, y sabe
que mientras esa persona no suelte el bastón es su turno y nadie puede interferir. Es importante
dejar claro que no es necesario que todas las personas compartan en una reunión. Es mejor
profundizar en 2-3 compartires que en hacer una ronda superficial en la que participen todos. En
caso de necesidad, se decide entre todos quién comparte ese día y quién puede esperar a otra
reunión.
La persona que comparte empieza diciendo algo que le ha gustado o le ha ido bien en los últimos
días. Es importante recordar que, aunque estemos emocionalmente tocados por algo, no
debemos marginar completamente otros sentimientos que nos conectan con el gozo o la alegría.
Exponer algo que nos hace sentir bien puede resultar difícil cuando estoy atrapado en la rabia o la
frustración, pero es un ejercicio necesario para mantener mi integridad como persona y como
parte del grupo. Todos los días nos pasan cosas buenas, no debemos olvidarlas. Es mejor hablar
de algo muy concreto y reciente, que hablar en general. Elijo una situación concreta que me ha
producido bienestar o alegría, y la expongo al grupo para compartir esa energía con los demás.
A veces una persona sólo quiere compartir algo bonito con el grupo, algo que ha significado
mucho para esa persona y que quiere compartir. Está bien y debe permitirse. Aunque lo habitual
es utilizar el espacio para compartir algo que nos inquieta o nos molesta, alguna diferencia que
tenemos con alguien y que no hemos sabido resolver. Inicialmente una persona expone su
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malestar tal como lo vive y siente. Sólo en caso de que su exposición incluya acusaciones graves
contra otra(s) persona(s) del grupo, la persona facilitadora deberá intervenir para cortar cualquier
brusquedad y reconducir la palabra hacia cauces más tolerables. Una vez que esa persona
termina de hablar, la facilitadora le ofrecerá empatía para reformular su discurso según el
esquema de hechos, sentimientos, necesidades y petición (lo que se pide a ella misma, a otra
persona o al grupo). Cuando se termina esta parte (que se debe de hacer con tacto, sin forzar, ni
estar apegado al esquema), la facilitadora le pregunta a la persona que ha compartido si quiere
recibir feedback del resto del grupo. Si su respuesta es que sí, mantendrá el bastón en sus manos
y esperará que otras personas del grupo expresen cómo ven o viven la situación compartida, o
simplemente se ofrezcan para dar un abrazo o un achuchón (atención facilitadora: no permitir un
abrazo si la persona no está preparada para recibirlo, preguntar primero). Todas estas
intervenciones deben ser facilitadas. Es importante controlar el tiempo (que no se haga muy larga
esta parte del feedback) y es todavía más importante evitar que se produzcan acusaciones o
ataques que lleven a dos o más personas a enzarzarse en una discusión acalorada. La facilitadora
deberá estar atenta y reformular siempre que sea necesario. Esto es especialmente relevante en
el caso de que el compartir trate sobre diferencias entre dos personas. En un caso así, la
facilitadora puede permitir un diálogo entre ambas, siempre que se haga dentro del marco de la
CNV. También es recomendable invitar a otras personas del grupo a que den su opinión para
evitar polarizar entre dos personas. Si la persona que ha compartido no quiere feedback devolverá
el bastón de la palabra al centro del círculo. La facilitadora decidirá entonces si debe dar el turno
por terminado y pasar a otra persona, o si es necesario dar la palabra a alguna de las personas
que se hayan podido sentir aludidas por el compartir de la primera persona. Es necesario evitar
que una persona aproveche su turno de compartir para soltar algo contra alguien, sin dar la
oportunidad a ese alguien de exponer también cómo ve las cosas.
Cuando una persona termina su turno, otra persona puede coger el bastón de la palabra e iniciar
un nuevo compartir. Y así hasta que se acaba el tiempo acordado por el grupo para este espacio.
Los compartires conflictivos requieren mucho tiempo y no se pueden cortar de cualquier manera.
Antes de comenzar un nuevo compartir, el grupo debe plantearse si queda tiempo suficiente o si
es mejor esperar hasta la próxima reunión.
El papel de la persona facilitadora
La persona que facilite los compartires debe tener una formación y una práctica suficiente en
Comunicación no violenta, además de cierta idea de cómo funcionan los procesos grupales. Debe
desarrollar también su sensor de vibras interno para intervenir en momentos de tensión. Su papel
debe estar legitimado por el grupo para que pueda intervenir desde el poder real que el grupo le
da. Por eso es importante que al comienzo de todo compartir, la facilitadora pida permiso al grupo
y espere (con la mirada) el beneplácito de todos sus miembros.
Un grupo siempre puede preferir la rotación a la hora de facilitar, antes que dejar este rol en
manos de unas pocas personas. En caso de que la persona elegida para facilitar no tenga la
experiencia suficiente, el grupo puede hacer explícito su apoyo para que esta persona pueda
practicar. Si durante el compartir surgen dificultades, otras personas del grupo con más
experiencia pueden echar una mano a la facilitadora en prácticas.
Por lo demás, el papel de la facilitadora es el que se explica en la sección anterior, sobre
procedimiento:
• Recordar, si es necesario, que un compartir comienza con algo agradable que hayamos vivido
recientemente.
• Dar empatía a la persona que expone, para ganar claridad sobre los hechos, sobre sus
emociones y necesidades, y sobre la petición que pueda hacerse a sí misma, a otras personas
del grupo o a todo el grupo.
• Asegurar que el feedback que se da a una persona no se haga demasiado largo o repetitivo.
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• Reformular toda intervención que lleve acusaciones implícitas o explícitas.
• Cortar cualquier intervención que sea insultante, destructiva o que contribuya a escalar el
conflicto, pidiendo ayuda al grupo si es necesario.
• Asegurarse de no dar el turno de una persona por terminado, si todavía alguien se siente
removido por el compartir, incluso cuando la persona que comparte no haya pedido feedback.
Requisitos
Como ocurre con la mayoría de las técnicas de gestión emocional, los compartires sólo funcionan
si las personas están realmente dispuestas a buscar y encontrar acuerdos, poniendo más énfasis
en la solución y en el valor de lo colectivo que en el individuo y sus problemas. No tiene sentido
hacer un compartir cuando alguien se muestra inflexible en su forma de ver las cosas, sin ninguna
intención de escuchar o acoger otras visiones e ideas. O cuando una persona o una parte del
grupo no está dispuesta a renunciar a sus privilegios, aun cuando sean éstos la causa de los
problemas. Si en un grupo existen diferencias de poder, es decir existen posiciones o roles que
tienen más poder que otros, los compartires son todavía posibles siempre que se deje claro cuáles
son los usos legítimos del poder y cuáles no lo son, y las personas con poder estén dispuestas a
reconocer sus posibles abusos de poder y a comprometerse con cambiar cuando sea necesario.
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