El Quetzal - ave sagrada de los Mayas Por Isabel Perkins Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Un ave de color brillante, con una cola de plumas largas y elegantes, vuela rápidamente a través de la selva tropical picando frutas. Hace una pausa y entonces se abalanza sobre una confiada lagartija. Con un melodioso canto, baja en picada para pararse en la rama alta de un árbol podrido. Mientras se come a su presa, su compañera empolla dos huevos verde-azulados en un nido abandonado de pájaro carpintero que se halla a unos cuantos metros de distancia. Cuando ella se marcha en busca de comida, él se arrima al nido. Sólo se puede observar su "gallardete", parecido a los helechos perezosos que ondean gentilmente, que sobresale del árbol. El quetzal, Pharomachrus mocinno, un ave rara del sur de México y Centroamérica, es un miembro de la familia de los trogones. El quetzal habita en los densos bosques tropicales, en altitudes que llegan hasta los 3,000 metros, a lo largo de las cordilleras del sur de México hasta el oeste de Panamá, una distancia que abarca 1,600 kilómetros. A esta ave también se le conoce como el Quetzal Resplandeciente, para distinguirlo de las especies parientes que viven en los bosques tropicales andinos y las selvas tropicales del río Amazonas de Sur América. Este pájaro del tamaño de una paloma con sus cuatro plumas colgantes, bien podría ser el ave más bella del mundo; su cabeza, cuello, alas y cola iridiscentes, de color verde-dorado, son excedidos por plumas de casi un metro de largo (que sólo el macho posee) que se encorvan y vibran durante el vuelo. El pico amarillo, las partes inferiores del cuerpo blancas y el pecho y abdomen de color rojo brillante hacen contrastes impresionantes. Los tonos y tintes varían con la luz, como un arco iris o burbuja de jabón. Tiene plumas suaves unidas a su tierna piel. A diferencia de otras aves, los quetzales no tienen plumón. La dieta de esta ave consiste de aguacate silvestre, bayas y otras frutas, insectos, orugas, invertebrados, ranas y reptiles. Hábitos de Anidar En abril, una pareja en cortejo selecciona un nido en un árbol en descomposición, que haya sido abandonado por pájaros carpinteros o aves tropicales. El nido es tallado para acomodar sus cuerpos y se colocan hojuelas dentro de éste, en donde la hembra pone dos huevos verde-azulados. La hembra incuba los huevos durante la noche y la mayor parte del día. El macho toma alrededor de dos turnos durante el día. La incubación dura cerca de dieciocho días, de acuerdo a Alejandro F. Skutch, un botánico que ha observado a los quetzales en los bosques tropicales. Los pichones, desnudos al nacer, se crían en el nido hasta que están listos para volar, lo cual toma cerca de treinta días. Dos nidadas son empolladas en un año. Si la hembra no retorna al nido, el macho incuba los huevos y cría a los pichones exitosamente. Cuando Hernán Cortés desembarcó en la costa oriental de México en 1519, los indios nativos creyeron que era Quetzalcóatl (ave quetzal-serpiente) el dios del aire barbado y de tez blanca. Siglos antes, como lo relata la leyenda, este dios generoso fue desterrado al mar por Tezcatlipoca, el dios malévolo del viento. Antes de zarpar, Quetzalcóatl prometió a sus fieles seguidores, "Yo retornaré para recuperar la tierra en el año de Ce-Actl (Una Caña). El año de "Ce-Actl", en el calendario azteca coincidió por casualidad con el año 1519 en el calendario juliano. Desde Tenochtitlán (la ciudad de México) el soberano azteca, Moctezuma II, envió mensajeros cargados con regalos para Cortés. Uno de los regalos era un tocado hecho de bellas plumas verdes de quetzal. Cortés presentó el tocado a Carlos I, Rey de España. Luego, Carlos se lo envió a sus parientes, los Habsburgo de Austria. En la actualidad, el tocado se exhibe en un museo de Viena. Otra leyenda acerca de Quetzalcóatl relata que primero apareció en forma de quetzal y como resultado, el quetzal se convirtió en el ave sagrada de los Aztecas y Mayas. Los quetzales fueron protegidos por los Mayas, Aztecas y Toltecas. A las aves nunca se les mataba por sus plumas, más bien, se les desplumaba. Al dejarlas en libertad, les crecían nuevamente. Las plumas de quetzal decoraban a la realeza y nobleza. Las plumas que adornaban los tocados de los caciques, se les entregaban a los herederos sucesores. Las plumas se utilizaban como dinero y en las ceremonias religiosas. Las mujeres indias tejían diseños del quetzal en telas. Las plumas del quetzal también se usaban para elaborar cestas. Lienzos artísticos para colgar en las paredes, hechos de plumas de quetzal, decoraban los palacios y el ave era pintada en sus obras de alfarería. En Verapaz, Guatemala, era una ofensa capital hacerle daño a un quetzal. Los indios nativos dijeron a los españoles: "Valoramos el quetzalli ("Brizna verde" o "precioso") más que al oro". El motivo quetzal-serpiente se volvió un tema dominante en la arquitectura y artesanía precolombina. En México, hay plumas de quetzal esculpidas en estelas de piedra en Copán y Uxmal. En Chichén Itzá, las plumas del quetzal y la boca de la serpiente decoran las columnas de piedra. El diseño de la serpiente con plumas (Kukulcán, el dios maya principal) aparece profusamente en las pirámides de Teotihuacán. Símbolo de paz y libertad, el quetzal ha sido el ave nacional de Guatemala desde la independencia de este país en 1821. Quezaltenango, la segunda ciudad más grande de Guatemala, significa "lugar del quetzal". "Quetzal" es el nombre que se le ha dado a la unidad monetaria oficial de este país. El quetzal aparece en el sello del estado, la bandera, monedas, billetes de banco, estampillas postales, edificios públicos y está incorporado también en el escudo de armas de Guatemala. La Orden del Quetzal es la condecoración más alta de Guatemala. Los guatemaltecos creen que cuando a un quetzal se le priva de su libertad se muere de melancolía. Peligro de extinción A despecho de su condición, el quetzal estuvo tan cerca de la extinción, que por 300 años se le consideró un ave mitológica. En el siglo diecinueve, los naturalistas se estremecieron de emoción al encontrar nidos de quetzales y describieron la especie. El ornitólogo y dibujante inglés, Juan Gould (1804-1881) incluyó al quetzal en su libro de trogones. En 1832, el ornitólogo francés Pablo De la Llave definió al ave como Pharomachrus mocinno en honor al naturalista mexicano José Mariano Mociño. Sobrevino una súbita demanda de quetzales; los taxidermistas deseaban sus pieles. Los zoológicos querían aves vivas. Los diseñadores de modas deseaban las plumas. Los campesinos e industrias destruían su medio ambiente y su fuente principal de comida. La existencia del quetzal estaba en peligro. Investigadores y los partidarios de la conservación de los recursos naturales, alarmados por la velocidad de la destrucción de los bosques tropicales, actuaron con resultados favorables. En 1957, el presidente de Guatemala proclamó el año Nacional del Árbol. Esto inauguró un programa de cinco años para plantar 25 millones de árboles cada año. En ese mismo año, la cercana Costa Rica designó 3,5 por ciento de su tierra para parques nacionales y refugios naturales. Clubes y organizaciones en lugares distantes escucharon acerca de la difícil situación en que se encontraba el quetzal. En Oklahoma, E.U.A., un club de aves y sociedad ornitológica reunió U$S 1.400,00 de la venta de quetzalitos hechos a mano por guatemaltecos, de cera de abejas y plumas de gallina teñidas, para ayudar al ave. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Fondo Mundial para la Vida Silvestre proveyeron letreros, material para hacer cercas, etcétera, para un refugio natural privado. El futuro del quetzal parece más brillante desde que los Gobiernos en América Central han tomado medidas para salvar al ave y su medio ambiente. Para asegurar una protección total, los expertos esperan que a esta ave sagrada de los Mayas, Aztecas y Toltecas, se le designará como una especie en peligro de extinción en el Libro de Datos Rojos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.