El juego Simón Bolívar ¿mal perdedor?

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piezas en diálogo
Las cartas sobre la mesa
A Simón Bolívar le gustaba jugar a las cartas. La mesa de juego, la baraja española, una pipa que le
perteneció (con su certificado de autenticidad de 1896) y una escupidera representan ese aspecto
de su vida privada.
El juego
Simón Bolívar ¿mal perdedor?
Uno de los juegos favoritos de Bolívar era la
“Ropilla”, también conocido como el “cuatrillo” o
“el hombre”. Se trata de una versión del “tresillo”,
que permite la participación de un cuarto
integrante y se juega con la baraja española de 40
cartas. Aunque el juego tiene un factor de suerte,
dado por el azar de las cartas que recibe cada
jugador, la ropilla implica también un dominio
estratégico y la necesidad de comunicación con
un lenguaje “cifrado” entre los jugadores.
En el Diario de Bucaramanga, escrito en 1828,
Louis Perú de Lacroix describe los momentos
en que el general Herrera y Carlos Soublette
jugaron cartas con Bolívar mientras transcurría la
Convención de Ocaña. El comportamiento del
Libertador en el juego cambiaba radicalmente si
ganaba o perdía. Bolívar mismo lo reconoció en la
entrada del diario el día 16 de mayo de 1828:
En términos generales, este juego tiene como
objetivo lograr un número específico de bazas*
con un triunfo establecido al inicio de cada
ronda. Un jugador “canta” el número de bazas
que se compromete realizar y los otros dos,
valiéndose de una comunicación que no revele
sus propios juegos, buscan impedir que el
primero logre su propósito. El cuarto integrante
es pasivo; hace el papel de juez, se encarga de
repartir el naipe y lleva el puntaje logrado.
*En algunos juegos de cartas, conjunto de naipes que
echan sobre la mesa los jugadores durante una jugada.
José Manuel Groot (1800 -1878)
Mesa de jugadores de naipe
ca. 1863
Óleo sobre tela. 94,5 x 118,5 cm.
Foto: © Museo Nacional de Colombia
“Vean ustedes lo que es el juego: he perdido
batallas, he perdido mucho dinero, me han
traicionado, me han engañado abusando de
mi confianza y nada de eso me ha conmovido
como lo hace la pérdida de una mesa de ropilla:
es cosa singular que una acción tan frívola para
mí como lo es el juego, por la cual no tengo
pasión ninguna, me irrite, me ponga indiscreto
y en desorden cuando la suerte me es contraria.
¡Qué desgraciados deben ser los que tienen el
vicio o el furor del juego! Sin embargo, mañana
empezaremos de nuevo, y si pierdo les prometo
que estaré más paciente que esta noche y que me
armaré de toda la calma del General Soublette
para desafiar la mala suerte”.
Rodrigo Trujillo
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